Proyecto de Investigación:
«Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas»
Periodizaciones

Notas

 

“Ya decíamos que el tiempo es un criterio procesual para entender el movimiento sin supeditarlo a determinaciones previamente establecidas, de manera de no congelar sus modos de concreción. A este respecto se puede hablar de dos funciones básicas del tiempo: constituir un marco parametral y dar cuenta del despliegue de los procesos; esto es, de su ritmo.”
Hugo Zemelman.

 

“Más aún, debe anotarse que la función poética (o al menos, versificadora) fue patrimonio común de todos los letrados, dado que el rasgo definitorio de todos ellos fue el ejercicio de la letra, dentro del cual cabía tanto una escritura de compra-venta como una oda religiosa o patriótica. La potencia del grupo letrado puede percibirse en su extraordinaria longevidad. Constituido con el manierismo que irrumpe en el último tercio del siglo XVI, sigue rezagante en vísperas de la revolución de Independencia, dos siglos después.”
Ángel Rama.

De acuerdo con Pinto Soria, el vasto proceso de homogeneización se inicia, para Centroamérica a partir de principios del S.XVI; “El proceso de homogeneización del istmo a través de la presencia centralizadora de sistemas políticos, económicos y ético-religiosos empezó a funcionar efectivamente a partir de la Conquista, en el marco del orden colonial implantado por España. (...) Fue en ese entonces, el momento más importante de Centroamérica como totalidad, que dio lugar a clases y grupos sociales que asegurarían a lo largo de tres siglos su funcionamiento como formación social: hacendados y comerciantes, funcionarios civiles y eclesiásticos, y todos los demás sectores pertenecientes a la élite; por otro lado las masas trabajadoras: indígenas, mestizos y población de origen africano”.1

Para Pinto Soria, en el proceso de centralización, hay que considerar, al mismo tiempo, la incidencia de dos aspectos fundamentales en tensión con el esfuerzo centralizador del poder imperial: “la no existencia en Centroamérica de un proceso centralizado de conquista, como en México alrededor de una figura como Hernán Cortés, y en segundo lugar, la no existencia de actividades económicas con alguna continuidad y sus consiguientes efectos integradores”( Pinto Soria 1993:11). Aunado a la situación anterior, habría que señalar las condiciones del “espacio centroamericano” “como tierra de contrastes”.[Centroamérica] “Se parece a un vasto mosaico de pequeños mundos, como si toda la diversidad de las especies animales vegetales se hubiera derramado primero en mil paisajes, para concentrarse después en el breve punto de encuentro de las dos masas continentales americanas” (Pérez Brignoli 1991: 55). Fragmentado proceso de conquista y colonización que se encuentra con “alrededor de 60 ‘naciones’ diferentes.” Y si, como señalaba Pinto Soria “la conquista española unifica brutalmente (...) una vez que pasa el ímpetu inicial emergen con lentitud nuevas sociedades (...) Tras las estructuras coloniales relativamente unificadas ( religión, organización político-administrativa, etc.) reaparecen las viejas diversidades y se desarrollan otras nuevas.” (Pérez Brignoli 1999: 78).

No es sino hasta 1.570, que logra establecerse un poder central, hasta entonces se vivió en el istmo una cierta anarquía, donde estuvo casi ausente el poder central, donde descendientes y conquistadores tuvieron mano libre para el pillaje, predominio de intereses localistas, etc. Se generan núcleos dispersos por todos las provincias. Por otra parte, las riquezas encontradas en México y Perú, segregaron el interés de la Corona hacia las Provincias centroamericanas. “El resultado fue, según los casos, altos niveles de sobreviviencia indígena (Guatemala), territorios vacíos o semipoblados que vivirán un desarrollo peculiar (la vertiente del Caribe), o diferencias profundas de una provincia a otra en el tipo de sociedad y poblamiento. Irregularidades y ritmos distintos fueron creando, de esta manera, diferentes resultados, echando bases sólidas para un regionalismo que perdura hasta nuestros días”.( Pinto Soria l993::l3)

La tensión entre los esfuerzos de centralización y la fragmentación se encuentran estrechamente vinculados con las condiciones de producción y circulación textual.2

Varios son los estudios3 que hacen referencia a la importancia que, dentro del proceso de conquista y colonización, tuvo en América la constitución de las ciudades, en un esfuerzo por urbanizar-occidentalizar- e instaurar “un orden” en los territorios recién descubiertos; a la diversidad y complejidad que desde temprano reina en, al menos las más grandes de las ciudades coloniales y partir de la cuales se producen los procesos de expansión hacia otros territorios. Tal y como señala José Luis Romero (Romero, l975:: 45) “Una vez alcanzadas las costas americanas y reconocido el litoral, los españoles primero y los portugueses después, comenzaron el proceso de ocupación del territorio. A partir del establecimiento de la Isabel en la Hispaniola en 1493, y a lo largo del siglo XVI, este proceso se cumple mediante la fundación de numerosas ciudades, actos políticos que desde el primer momento se formalizan”.

Angel Rama, en La ciudad letrada (Angel Rama::l985) desarrolla el impacto que para el desenvolvimiento histórico de América Latina tuvo la preexistencia del proyecto de urbanización que se impone no sólo en el espacio territorial, sino que supone el asiento de las relaciones de poder con permanencia hasta lo contemporáneo.

“Desde la remodelación de Tenochtitlán, luego de su destrucción por Hernán Cortés en 1.521, hasta la inauguración de 1960 del más fabuloso sueño de urbe de que han sido capaces los americanos, la Brasilia de Lucio Costa y Oscar Niemeyer, la ciudad latinoamericana ha venido siendo básicamente un parto de la inteligencia, pues quedó inscripta en un ciclo de la cultura universal en que la ciudad pasó a ser el sueño de un orden y encontró en las tierras del Nuevo Continente, el único sitio propicio para encarnar”.

Es esta ciudad letrada la que va consolidando y consolidándose a partir de la instauración de “un orden”4, para el cual, el desarrollo e imposición de la cultura letrada es fundamental: “Aunque se siguió aplicando un ritual impregnado de magia para asegurar la posesión del suelo, las ordenanzas reclamaron la participación de script ( en cualquiera de sus divergentes expresiones: un escribano, un escribiente o incluso un escritor) para redactar una escritura. A ésta se confería la alta misión que se reservó siempre a los escribanos: dar fe, una fe que sólo podía proceder de la palabra escrita, que inició su esplendorosa carrera imperial en el continente (Rama I984:l7).”

Por otra parte, señala como :“Aunque aisladas de la inmensidad espacial y cultural, ajena y hostil, a las ciudades competía dominar civilizar su contorno, lo que se llamó primero “evangelizar” y después “educar”. Aunque el primer verbo fue conjugado por el espíritu religioso y el segundo por el laico y agnóstico, se trataba del mismo esfuerzo de transculturación a partir de la lección europea. Para esos fines, las ciudades fueron asiento de Virreyes, Gobernadores, Audiencias, Arzobispados, Universidades y aún Tribunales inquisitoriales, antes que lo fueran, tras la Independencia, de Presidentes, Congresos, Congresos, siempre Universidades y siempre Tribunales. Las instituciones fueron los obligados instrumentos para fijar el orden y para conservarlo, sobre todo desde que en el siglo XVIII entran a circular dos palabras derivadas de orden, según consigna Corominas: subordinar e insubordinar”(Rama l984::l7).5

La producción escritural es, pues, copartícipe y vehículo para la realización de dicha ciudad letrada en la que de acuerdo con Rama, se materializa el “sueño occidental”. Dentro de esta dinámica colonial, la demarcación de conjuntos textuales ha de incorporar -especialmente, en los primeros años-, la producción de aquellos ámbitos en donde se anudan las principales expresiones escritas del período, y al mismo tiempo hacer referencia a otros registros que, compitiendo con la imposición de este modelo, se articulan de maneras diversas en las nacientes sociedades coloniales centroamericanas. La diversidad de la producción del período, la sobrevivencia de prácticas de las sociedades indígenas y la creciente producción colonial hacen de este segmento uno de los más importantes en la modelización de la escritura y producción literaria.

La ciudad colonial, para Mario Cesareo estaría compuesta por una multiplicidad de ciudades, caracterizadas por las funciones y como resultado de “aquellas relaciones de producción semi-feudales propias de la experiencias española, que constituyeron las bases materiales del proyecto de evangelización como reconquista, registran series transformaciones al desnudarse su carácter sui génesis como resultado de la consecución del poder institucional y la entrada al período de la burocratización colonial”6

La ciudad colonial reviste entonces fisonomía de ciudad ideal, ciudad letrada, ciudad amurallada, ciudad idólatra- ciudad cristiana y como agrega José Luis Romero: ciudad fuerte, primer instrumento para el descubrimiento y colonización; ciudad frontera en relación con las poblaciones indígenas y territorios no conquistados; ciudad puerto de enlace, fundamental para el funcionamiento de los intercambios comerciales, la consolidación de las rutas marítimas y de penetración continental , de la misma manera que para la comunicación entre las diversas sedes administrativas; ciudad indígena, asiento de ciudades españolas en los núcleos urbanos de gran densidad; ciudad minera, construida en aquellos sitios donde fue importante la explotación de estos recursos y se promovió un desarrollo económico acelerado; ciudad militar y centro político, como expresión de la irradiación legal, administrativa y política de la corona y la iglesia.

Para Romero, (Romero l976 :: 43-59,55-56) “tan importantes como las ciudades de tipo europeo fueron en algunas regiones latinoamericanas los poblados indígenas. De los poblados antiguos y autóctonos, algunos fueron, en cierta medida,, incorporados y reordenados dentro del nuevo sistema colonial. Pero independientemente comenzaron a organizarse nuevos pueblos de indios ya concebidos de acuerdo con ese sistema. Tal fue el resultado, sobre todo, de las misiones y reducciones que organizaron las distintas órdenes religiosas”.

El establecimiento de conventos, misiones e iglesias se convierte a su vez, en una red, un tejido que vehicula el orden colonial y posibilita circulaciones textuales, en un tránsito que va desde las ciudades hacia los pueblos ( en el caso de la circulación de ciertos escritos eclesiásticos y administrativos), y también de los pueblos hacia esos centros de emisión escriturales. Las rutas se convierten pues en tejido fundamental para las interrelaciones establecidas y son, sobre todo en los primeros años del descubrimiento, conquista y colonización, lugares privilegiados de representación en la producción colonial.

Para la construcción de la región(es) en Centroamérica, la hipótesis a confirmar debe tomar en cuenta, los vínculos que se producen a partir de las relaciones entre las ciudades, las jurisdicciones y las posibilidades de circulación textual.7

El proceso de expansión occidental, apoyado en el proceso de evangelización se organiza en torno a la constitución de esas ciudades, en donde “la verdad cristiana no significaba solamente una fe religiosa: era en rigor, la expresión radical de un mundo cultural”8. De esta manera, tanto la diversidad de producción eclesiástica, como las redes construidas con el propósito de coadyuvar en la evangelización y las diversas formas de articulación e incidencia en la vida cotidiana ( político-administrativa) de esas ciudades y pueblos circunvecinos hacen de las narraciones-relatos emanados de obispos, sacerdotes doctrineros y estudiosos religiosos un material de importancia en la modelización de la práctica literaria durante la colonia9 . Coexisten, en los primeros años, una producción indígena que va desarticulándose paulatinamente y adquiriendo bajo los límites establecidos por la imposición cultural hispánica, diversas formas de apropiación.

La relación entre las ciudades-centros coloniales y las poblaciones de indios o pueblos alejados del control central establece una dinámica en donde se desdibujan y matizan las imposiciones del modelo hispánico. Esta condición se manifiesta en la Centroamérica colonial con el desarrollo de las ciudades a lo largo de la costa Pacífica siguiendo modelos de asentamiento que, apoyados en la densidad de las poblaciones indígenas, o en torno las explotaciones mineras o agrarias, fortalecieron la comunicación y circulación textual de la cultura letrada en esta zona de la región.. Romero añade que a esto debe agregarse la “situación ecológica diversificada que se traducía en macadas diferencias regionales de clima, uso de suelo,, especialización productiva, recursos y posibilidades de ocupación, pero sin abundancia de metales preciosos”, provocando con ello una desarticulación de los vínculos en las sociedades prehispánicas; con la consecuente desintegración regional donde nunca pudo centralizarse el poder” (Romero l976:: 2l8). La producción escritural del período está también marcada por las posibilidades de articulación que requería la corona española y la iglesia. En este sentido el estudio de la textualidad colonial deberá contar con las distribuciones asimétricas de la cultura letrada, contemplando en un primer momento especificidades como las señaladas con anterioridad y que permitan comprender la significación en la construcción de ciertos espacios públicos (área de circulación de buena parte de la cultura letrada, tanto de las ciudades establecidas como tales, al igual que las diferenciaciones y posibilidades de preservación o hibridación de prácticas indígenas, sobrevivientes al impacto de la conquista y colonización. Inevitable pareciera concentrar importantes esfuerzos en la producción generada en estos centros, donde se encuentra registrada la mayor parte de la producción escritural, y sin embargo, al mismo tiempo y sobre todo, en los primeros años del proceso de colonización releer las reinserciones de prácticas indígenas en los textos hispánicos.

Algunas coordenadas para la periodización colonial en América Latina.

La inclusión de ciertos parámetros ligados a los ejes articuladores más importantes de la vida colonial, se hace imprescindible con el objetivo de visualizar diversos ritmos y nudos de significación que permitan analizar, dentro de coordenadas particulares, elementos para establecer una periodización con mayor densidad, hacia la constitución de campos de producción cultural.

En el trabajo realizado por Enrique Dussel (Dussel ::23-45) y colaboradores sobre la iglesia en América Latina, desde una perspectiva no institucional, señala que para definir los períodos, es necesario establecer que, en primer término: “el criterio absoluto y primero de la interpretación cristiana de la historia de la Iglesia” ha de ser la evangelización de los pobres, ya que este fue “ el objetivo histórico concreto.”

“El sentido del acontecimiento, entonces, se desprende desde su relación (positiva o negativa) con el pobre, con el oprimido, con el simple pueblo. El criterio para escribir la historia de la Iglesia no es ya el triunfalismo de las grandes catedrales o el esplendor de la coronación papal de los emperadores, sino la caridad en la “fracción del pan” de las comunidades cristianas, perseguidas, pobres, misioneras, proféticas.(...) Para lograr esto, como hemos dicho, había que construir la categoría bíblica de “pobre”, oprimido, desposeído, como categoría de la ciencia histórica. La totalidad social de una época habría que estudiarla como determinada por una cierta totalidad práctico-productiva (sea tributaria, capitalista,etc.) que por su parte permitiese definir las clases sociales. Las diversas maneras de articularse dichas clases en coyunturas históricas, “ bloques históricos”, aclara el sentido de una época, período, fase o acontecimiento”.

De la misma manera la Iglesia, su historia institucional, puede ser descrita con sentido si se descubre la articulación de dicha comunidad histórica con la sociedad como totalidad”. Dentro de la periodización establecida, la primera época se subdivide en cinco períodos que van desde 1.492 al S.XVIII y recibe la denominación de la cristiandad colonial. De esas delimitaciones, la primera se extiende de 1.492 a 1.500, la segunda de 1.519 a 1551, la tercera de 1551 a 1620, la cuarta corresponde al S.XVII y la última al S.XVIII nominada “crisis de la Cristiandad de Indias. Durante todas ellas la emisión y acción de la actividad evangelizadora posee importancia fundante dentro de la producción escritural de la sociedad colonial”.

Para los estudios que realiza Sergio Gruzinski10, es en los primeros 50 años de la conquista y colonización donde se produce una desarticulación de los referentes para las poblaciones en contacto. Las fragmentaciones tienden poco a poco a organizarse de acuerdo con la prevalencia de los órdenes coloniales, en donde la escritura “literaria imaginativa” se encuentra en competencia con varios factores de los cuales habría que considerar, por una parte no sólo los intereses propios de la conquista en cuanto a la producción de escrituras, sino también a las restricciones impuestas para lograr ese orden colonial.11

En la historiografía literaria ha predominado la determinación secular, y en ella la producción considerada dentro del ámbito de la cultura letrada.

Pedro Henríquez Ureña realiza una distinción entre el quehacer de “conquistadores, exploradores, funcionarios de gobierno y sacerdotes encargados de la evangelización de América, muchos se dedicaron a describir las tierras y contar sucesos que en ella ocurrían, comenzando desde Colón con su diario de navegación y sus cartas, con posterior desarrollo en el S.XVIII del barroco y en las postrimerías de la colonia e inicios del S. XVIII la producción neoclásica.

Indica cómo “gran número de escritores españoles y portugueses residieron en América durante los siglos XVI y XVII”, entre ellos el “novelista Mateo Alemán (Guzmán de Alfarache), el “dramaturgo” Tirso de Molina y el historiador portugués Francisco Manoel de Melo. Por otra parte, “desde mediados del siglo XVI empiezan a aparecer escritores nacidos en América, y para fines de la centuria hay centenares. Unos hijos de descendientes europeos; otros, descendientes de indios”. El estudioso puertorriqueño, cita, para el caso de América Central únicamente la Rusticatio Mexicana de Rafael Landívar.12

Por otra parte, la indeterminación escritural en cuanto al desarrollo del concepto mismo de literatura13 y, las urgencias de la instauración de un modelo que cubre un tiempo récord de tres décadas para el sometimiento de tan vasto territorio, las adecuaciones ante el impacto de la llegada española, nos permiten distinguir, un primer momento ante las posibles articulaciones culturales del período.

Como una posibilidad metodológica, la propuesta de lectura de la estética medieval llevada a cabo por Humberto Eco hace énfasis en la determinación de los períodos de desarrollo, de mutación, a sabiendas que el proceso de construcción-manifestación estética y determinación del campo cultural y literario se revela complejo, resultado de rupturas y continuidades, coexistencias, y en donde se encuentran o des-encuentran diversos modos de producción y circulación.14

Fernando Aínza (Aínza l992::l2), en De la Edad de Oro a El Dorado, en función de la génesis del discurso utópico-americano, en el desarrollo de la cultura letrada refiere a cinco momentos claves en la historia de América Latina:

“El que precede y propicia el descubrimiento de América, “presentimientos”, “mitos y leyendas del imaginario clásico y medieval que configuraron una primera idea de lo americano”. (...)

“el que organiza a lo largo del S.XVI las alternativas a la conquista imperial, especialmente en la experiencia vivida de la práctica religiosa y misionera”.

“el fermento de ideas y acciones políticas que preparan y acompañan la independencia americana”

“los planes y proyectos con que aspiran a estructurarse los flamantes Estados Americanos en el S.XIX”.

“los planteos programáticos de muchas revoluciones y enunciados ideológicos del S. XX”.15

Para aquello que concierne al período colonial, son particularmente importantes los momentos l-2-3, y siempre teniendo en cuenta el desarrollo de la cultura letrada. Si bien en estos momentos no podrían identificarse estas líneas como excluyentes, interesa destacar en la lectura de Aínza la búsqueda de nudos significativos en la producción literaria.16

Para el estudio de las prácticas coloniales, Walter Mignolo asume el criterio denominado por él como cronológico-ideológico, subordinado al criterio del referente. El primero de ellos, se trazaría situando en un punto del espectro el Diario de Navegación de Cristóbal Colón, y en el otro La Historia del Nuevo Mundo, de J.B. Muñoz “Esta cronología que coincide con la época colonial, está marcada –a su vez- por una dimensión ideológica: lo que se denomina generalmente como Indias o Nuevo Mundo, en los escritores anteriores al final del S.XVIII y que, con más asiduidad comienza a denominarse América en el s. XIX” no es cambio de nombre sino una modificación conceptual en relación con la construcción y legitimación de imaginarios

Un aspecto interesante en cuanto a las cartas de Colón, es que él hace referencia de “lo no visto pero sabido”, porque nunca pensó que estaba descubriendo, sino llegando por otra ruta al Asia. Aspecto que marca una diferenciación con el referente y su denominación. Es la carta de América Vespucio quien cumple su función textual en los escritos del descubrimiento en el establecimiento de la ciudad letrada, construida desde los inicios del proceso de colonización y con una larga vigencia hasta la ciudad moderna.

Los historiadores de América conciben en la época colonial, tres períodos : el del descubrimiento (cartas de Colón y Vespucio), el de la conquista (Cortés y Valdivia) y el de la colonización (relaciones y crónicas).17

La determinación de los periodos que en los que podría estudiarse la producción colonial se inscribe, necesariamente dentro de las indagaciones sobre la constitución del campo cultural y la identificación de la producción literaria- es decir como una práctica especifica que cumpliendo una función estética se articula en ámbitos también específicos de circulación dentro de la ciudad letrada. Tal y como lo señala Beatriz González, “La centralidad de la imprenta en la metrópoli fue durante el período colonial una manera de controlar, no sólo la producción del saber y su circulación, sino también las modalidades discursivas en que venía expresado ese saber. Entonces, el saber fuera del libro, en los límites excedentes del control imperial, adquirió texturas nomádicas que favorecieron el desarrollo de un pensamiento que logró conjugar en la brevedad de sus formatos la ágil irreverencia con la reflexión crítica, y producir un discurso que en su disidencia no tenía nada que envidiar a ciertas corrientes intelectuales europeas del momento” (González Beatriz:2002::72). El análisis de la “Carta persuasiva al Señor Don Ignacio de Escandón sobre Asunto de Escribir la Historia-Literaria de la América Meridional de José Eusebio de Llano Zapata (...) es el primer documento que se conoce que expresaba no sólo la funcionalidad de este género ( la historiografía), sino también manifestación inaugural de una nueva mentalidad ( y grupo social) en proceso de constitución, que hallaba su reconocimiento identitario a través y en la práctica de las letras. (...) La imprenta haría posible el libro para preservar a las letras del olvido. De ahí que la literatura, en tanto un política de las formas, empezaba a cumplir una función estratégicamente revolucionaria para la formación de la nación criolla” (González Beatriz: 2202::84-85).

Interesa destacar, a partir de los señalamientos de González uno de los núcleos aglutinadores que se identifican tanto en los estudios coloniales latinoamericanos como en los centroamericanos, y es la emergencia de la conciencia criolla, conciencia criolla que posee manifestaciones desde muy temprano en algunos de los escritos coloniales pero que alcanza a perfilarse con más claridad a partir de la segunda mitad del siglo XVII.

En Centroamérica....

En la historiografía literaria centroamericana (especialmente en estudios que sobre la literatura y la cultura centroamericana se realizaron durante los años cuarenta y sesenta, la(s) demarcación(es) temporales y los procesos de inclusión/exclusión se encuentran ligados a la adscripción de propuestas culturales diversas. Si bien esta inserción de la literatura dentro de y a partir de la vida cultural y social es inherente a las prácticas mismas, la producción historiográfica literaria acompaña de manera importante las propuestas de fundación de las nacionalidades centroamericanas ya sea asumiendo el proyecto de una nacionalidad fundada en el pasado precolonial, y por lo tanto reivindicativa de las producciones indígenas, las tradiciones orales, las diversidades étnicas y lingüísticas apuntando con ello a la diversidad cultural; privilegiando los textos fundadores de una tradición hispánica como fundamento de las letras de la región haciendo énfasis en el mestizaje como aglutinador de los procesos culturales. En la introducción al estudio sobre el cuento nicaragüense, Ramírez Mercado (Ramírez Mercado l993::7), señala como éste, al igual que “toda nuestra literatura- fue engendrado en un remoto proceso cultural que se dio en la época colonial por obra del mestizaje. A lo largo de más de tres siglos de un viaje anónimo por nuestra historia baldía, empeñada en montoneras y cegada por el humo de los fusiles, este patrimonio fue sufriendo una lenta decantación de boca en boca y de memoria en memoria, andando por los caminos con las recuas, por los llanos con los hatos de ganado, diluyéndose en nuestro mundo rural de caseríos y haciendas, cuentos que nunca se escribieron y se perdieron casi a través de su única forma de transmisión, la oral.....)”.

Antecedentes relevantes son Rafael Heliodoro Valle, quien afirma que “si ha habido en Centroamérica un auténtico clima de cultura, ello fue antes de la llegada de Colón a las playas de Honduras en l502. En la América antigua el maya tuvo en Copán su metrópoli poderosa antes de que surgieran Palenque y Chiche, Uxmal y Tulum; y sólo después de que Tikal entrase en apogeo y su nombre quedase eternizado en piedras ilustres que la proclaman émula de Copán, una de las primeras grandes ciudades maya- que según dice Spinden “tuvieron una existencia larga y gloriosa” Luis Cardoza y Aragón , Mariano Fiallos Gil, para quien “El proceso cultural centroamericano, dentro del tema general de la historia contemporánea de Centroamérica, no podría seguirse sin conocer, de previo, los arranques sobre los cuales se sustenta. Debido a la falta de datos suficientes de la época precolombina, éstos fundamentos tienen que estudiarse muy superficialmente. De ahí que, en todo caso, principiaremos a correr, como lo hacen todos los historiadores, desde la conquista. Pero como no pueden despreciarse todas las noticias que tenemos de la época precolombina, habría que darle a este período su debida beligerancia. Así, pues, la historia, y particularmente la historia de la cultura, quedaría dividida en los siguientes períodos: precolombino, colonial, republicano (desde la independencia hasta la Primera Guerra Mundial), y Contemporáneo.18

El énfasis en los estudios literarios coloniales y la consideración relevante de la producción precolonial se presenta a partir de los años 70. Antecedentes son también los trabajos de David Vela, Díaz Vasconcelos, Felipe Toruño, Carlos A. Vallecillo, Pablo Antonio Cuadra, Jorge Eduardo Arellano, Otto Raúl González, José Roberto Cea, Luis Gallegos Valdés, Sergio Ramírez, entre otros.

Recientes estudios sobre la producción colonial en Centroamérica evidencian la problematicidad en cuanto a la diversidad de prácticas, las continuidades que se conforman en dicho período y la literatura posterior. Werner Mackenbach (Mackenbach l997::5-l7) llama la atención sobre la importancia que el material literario tiene para efectos de responder a los procesos de selección e interpretación que se requiere a la hora de plantear una historia de las literaturas. Siempre considerando que el cuestionamiento a las categorías explicativas de la producción literaria europea fueron asumidas como las categorías “universales” (“renacimiento, barroco, iluminismo, época clásica/romanticismo, realismo”), y que se hace necesaria la reflexión a partir de las condiciones de producción en Centroamérica; señala además como “Teorías más recientes desconfían de una ordenación de la historia literaria sustentada, exclusivamente, en criterios literarios”.

El trabajo de Magda Zavala y Seidy Araya (Zavala/Araya 2002::l9) Literaturas indígenas de Centroamérica, definen el concepto de literatura como “la creación o producción discursiva imaginaria e imaginativa, cuyo propósito es producir textos orales o escritos, que sirvan a la distracción, al conocimiento y la sensibilización de una comunidad que los escucha o lee, casi toda sociedad humana hace y utiliza la literatura”y el recorrido de las literaturas indígenas (“Literaturas mayas de ayer; Literatura y tradición oral indígena; Literatura canónica y literatura indígena, según la organización por capítulos) se inscriben dentro de los momentos de la historia regional (etapa precolombina, conquista, colonia, independencia, vida republicana y tansnacionalización): literatura precolombina, literatura indígena colonial y literatura indígena contemporánea.19

Bien documentado, el estudio incorpora materiales literarios de los distintos países centroamericanos, como un importante aporte y avance a los estudios literarios que se realizan considerando uno de los países del área.

Para el análisis de la producción colonial indígena se indica, en las conclusiones generales que “existen pocos estudios sobre la situación cultural del indígena centroamericano durante la colonia, consecuentemente no se encontraron suficiente trabajos sobre la literatura indígena del período colonial Centroamérica”.20

La existencia de trabajos monográficos sobre autores, procesos y prácticas coloniales centroamericanas permite poner en relación, para la determinación de los segmentos coloniales, elementos para la definición del campo cultural y el afinamiento en cuanto a la problemática de la función estética en la construcción del objeto literario.

En el S.XVII centroamericano, tal y como se indicaba con anterioridad, existe una coincidencia al establecer con mayor claridad, para la segunda mitad de este siglo, un énfasis en prácticas ilustradas que, dentro de las posibilidades de las estéticas vigentes procedentes de Europa, perfila un sujeto criollo con mayor visibilidad en la ciudad letrada colonial centroamericana.

“Un cronista criollo nacido en el Reino de Guatemala en I642, Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, problematiza las preocupaciones y las incertidumbres de su momento histórico en un texto [Recordación Florida compuesta entre I690 y I699] que muchas veces sin proponérselo construye, a partir del discurso criollo barroco, las identidades de la sociedad colonial de finales del siglo XVII . (...) El programa narrativo impulsado por Fuentes y Guzmán muestra la tensión fundamental del texto: parte de la contextualización del enunciador como sujeto criollo y se orienta a defender el estatus de este grupo ante el poder representado por la corona y frente a los españoles, advenedizos y malagradecidos, los “otros, que no se fatigaron, y (que) gozan el premio de los méritos de los otros: causa quizás del descaimiento de nuestras repúblicas” (Rodríguez Francisco: 2002:: 292).

La presencia de la conciencia criolla, como se indicaba, se encuentra ya en algunos de los primeros textos, Lucrecia Méndez de Penedo señala en su estudio “Perfil y función protagónica del sujeto criollo en el discurso poético landivariano” que “Hacia el S.XVIII y sobre todo durante el XIX, por criollo empiezan a entenderse ya no sólo exclusivamente los individuos vinculados originalmente con el grupo “blanco”, sino también los individuos o sectores nativos mestizos pertenecientes a capas medias o medias altas, es decir la prefiguración parcial, en términos sobre todo culturales, del posteriormente llamado “ladino”guatemalteco”. ( Méndez de Penedo, Lucrecia: 2002:: 343).21

Albino Chacón, en “Posibilidades de escritura en los inicios de la colonia centroamericana” plantea una diferenciación en el nivel textual de las producciones coloniales “Se hace necesario, asimismo, establecer una diferencia entre la naturaleza de las primeras crónicas y relaciones –escritas casi de inmediato sobre los hechos que ocurrían durante las luchas de conquista- y las que comenzaron a aparecer después, como consecuencia de las primeras, es decir, ya como un producto típicamente intertextual e incluso como hipertextos. Esta segunda generación de libros ya no tenía como referente inmediato la “realidad extratextual” (...) sino los hechos tal como éstos ya habían sido relatos en las primeras crónicas y relaciones, es decir ya convertidos en topoi, en hechos históricos literaturizados que recurrentemente marcaron toda un producción de textos en la época colonial” (Chacón Albino :2002::249) En la identificación de esa dinámica textual Chacón propone una posible diferenciación de prácticas tomando en consideración la predominancia, en los primeros escritos de “establecer un verdad histórico”, énfasis que se desplaza en un segundo momento hacia “una lucha retórica” a partir del ejercicio de interpretación de los relatos ya relatados; para encontrar , en el período posterior a la conquista y gracias a “los nuevos imperativos del naciente sistema colonial, en todas sus dimensiones y no sólo en lo administrativo y lo político, exigieron que la actividad de expresión y representación por medio de la escritura, se pusiera al servicio de lo social” (Chacón, Albino : 2002::247-249-252).

Por otra parte, la lectura de textos coloniales se ha realizado, en muchos casos, circunscribiendo la producción textual a los límites territoriales que hoy coinciden con las actuales repúblicas centroamericanas. Es así como la fragmentación producida a lo largo del XIX y fortalecida durante el S.XX distorsiona el análisis de la producción y circulación textuales, y dificulta su compresión en la constitución de los campos culturales. La construcción de las regiones adquiere así una importancia capital, su consideración constituye uno de los ejes de referencia inclusive para la determinación de los períodos y los materiales textuales seleccionados; así el análisis de la construcción de los centros de emisión cultural y su dinámica en la conquista y descubrimiento y sus posteriores mutaciones durante la consolidación del orden colonial.

Jorge Eduardo Arellano hace referencia a diversas prácticas (crónicas, canciones, sermones, teatro popular, romances, cantares, inclusión del madero calendárico de los nicaraos) nicaragüenses, además de un estudio de textos indígenas clave producidos en Guatemala y algunas tradiciones orales indígenas costarricenses; con la advertencia de que “la presencia indígena en la literatura centroamericana tuvo su mayor arraigo y desarrollo en Guatemala , o sea, en el territorio que llegaría a constituir – durante el coloniaje español – la más importante provincia del antiguo Reino del mismo nombre”.22

El estudio abarca desde la recuperación del madero calendárico, tradición oral indígena registrada en textos de crónicas españolas hasta escrituras producidas en el S.XVIII y ya en los primeros años del S.XIX (Sermón predicado por el Dr. don Tomás Ruiz, “uno de los tres fundadores de la Universidad de León, Nicaragua, 1804”23; el abordaje de la periodización se realiza de acuerdo con el registro y estudio de las obras consignadas por el autor, no se propone una articulación más amplia para la producción del período. Por otra parte, la referencia a las circulaciones textuales se identifican a partir de cada una de las obras con un importante aporte sobre condiciones de circulación de las mismas en cuanto a ediciones y reediciones, compilaciones y estudios relevantes (posibles circulaciones textuales). La publicación de textos poco conocidos o inéditos es otro de los aportes del libro.

El trabajo de Erick Blandón Barroco descalzo (2003), desde una perspectiva novedosa, ya que tal y como él mismo lo enuncia “Mediante un procedimiento heurístico este trabajo indaga la genealogía de la cultura letrada en Nicaragua desde la perspectiva del subalternismo, para lo cual me sirve como punto de inflexión la obra anónima El Güegüense o Macho Ratón, pero también examina y discute otros textos- desde las primeras crónicas que dan cuenta del territorio de lo que hoy es Nicaragua hasta algunas producciones discursivas contemporáneas”. Si bien se encuentra centrado especialmente en Nicaragua, se discuten en él temáticas de relevancia para el estudio no solo de la producción literaria como tal, sino también para el estudio de esa producción dentro de los espacios públicos, las diferentes operaciones de recepción a que se ve sometido el texto y las articulaciones que presenta en esos nuevos escenarios de recepción.24

En este mismo sentido, la identificación de la producción colonial reviste una condición importante en la medida en que requiere de la búsqueda y consulta de diversas fuentes para la identificación de cierta producción literaria y la consideración del estudio de esas fuentes como textos modelizadores de la escritura colonial. En la bibliografía revisada, una vez hecho el registro de aquellas prácticas que se podrían ya considerar canónicas para el estudio de la escritura colonial, el registro de tradiciones orales, canciones, etc; han sido transmitidas por cronistas, religiosos especialmente que, testigos en el momento del primeros años del descubrimiento, conquista y colonización se propusieron estudiar y preservar algunas de las manifestaciones indígenas que sobrevivieron a la consideración de la idolatría. De esta manera, el estudio de las mismas debería abordarse considerando las mediaciones que operan en un proceso de descontextualización y reinserción dentro de otro discurso que les confiere una particular significación.25 Anteriormente, en relación con la diferenciación de las expresiones textuales, se hacía referencia al trabajo de Albino Chacón sobre la “relación de lo ya relatado, perspectiva que también debe tomarse en cuenta cuando se hace alusión a la inserción de diversas textualidades en un mismo relato, haciendo constar la presencia de otras voces.

Algunas de las fuentes principales son Pedro Mártir de Anglería, Las décadas del Nuevo Mundo; Francisco López de Gómara, Antonio de Herrera, Fernández de Oviedo, Bartolomé de Las Casas, Fuentes y Guzmán e inclusive historiadores literarios contemporáneos de la literatura centroamericana que se han dado a la tarea de registrar algunas de las manifestaciones, tal vez incorporadas dentro de la producción canónica centroamericana. El análisis y consideración de las fuentes en que es transmitida y llega hasta nuestros días, es parte importante de la constitución textual e interrelaciones propias a un período particular de la producción. El trabajo sobre las citaciones, es de vital importancia en el análisis de los documentos, lecturas y conocimientos de otras manifestaciones indígenas, así como la emergencia criolla, la intertextualidad señalada por el estudio de Albín Chacón.

Siguiendo la distinción que realiza Díaz Vasconcelos en relación con la existencia de una literatura indígena colonial, Zavala y Araya retoman la división en dos grandes tipos: la precolonial y la realizada después de la conquista “agrupados bajo el nombre genérico de manuscritos, redactados en alfabeto latino, lenguaje español o criollo por indígenas asimilados”26 situación que obliga a considerar, como tarea fundamental un trabajo particular sobre las fuentes, ellas como documentos y a su vez como formas especiales de registro y rearticulación de circulación de las producciones indígenas prehispánicas y coloniales.

Algunas consideraciones

La propuesta de periodizaciones27 incluiría diferentes criterios para lograr una perspectiva lo más amplia posible y que permita la identificación de fenómenos o conjuntos de fenómenos, priorizando en ello las interrelaciones significativas y las articulaciones considerando la pertinencia de ejes transversales (en relación espacio-tiempo) y ejes simultáneos, para la construcción (determinación) de territorialidades literarias, tomando en cuenta la co-presencia asimétrica de sistemas culturales diversos.28 Puesto que la existencia de una práctica literaria cuyo “constructo” se afirma en tradiciones de larga data, en la dinámica colonial no sería posible sustraerse del análisis de otras “formas de escritura”, que interactuando en la imposición del orden colonial participan de la modelización que se opera en el período. Para las periodizaciones asumidas, aunque de forma general, la referencia secular es necesaria.

Elementos que permiten establecer distinciones macro en cuanto al continuum del período.

1. Las condiciones de producción y circulación en que cada una de las escrituras tiene lugar

Uno de los elementos a considerar a partir de la importancia concedida a las posibilidades de producción y circulación textuales, tiene que ver con las transformaciones mismas de esa ciudad letrada y la relación con las constitución de los espacios públicos y privados.

2. Pervivencias, continuidades y discontinuidades

La supervivencia de producciones indígenas prehispánicas, que inscritas en coordenadas espacio-temporales específicas, ven también modificadas sus posibilidades de producción y circulación. En cuanto a la inserción de textos indígenas dentro de los escritos hispánicos, las traducciones y transvasamientos realizados a partir de la escritura alfabética, y las escrituras realizadas ya directamente en español y que son aprenhendidas a partir de las necesidades de comunicación y supervivencia en la sociedad colonial.29

León- Portilla indica como “ El mundo de los códices mesoamericanos no terminó con la Conquista. Otros muchos se continuaron produciendo en el período colonial, bien sea en papel de amate o en otros de procedencia europea, así como lienzos de algodón. Más de quinientos son los que de éstos se conservan. Algunos, que integran el grupo conocido como Techialoyan, fueron elaborados a fines del siglo XVII y principios del XVIII.30

En este sentido, con el propósito de espacializar, en relación con la consideración de la temporalidad la investigación histórica buscaría mostrar las conexiones significativas entre conjuntos de fenómenos. Tal historia tendría tantos accesos al pasado como conjuntos relacionados de fenómenos pudieran reconocerse desde el estado actual de los estudios histórico-literarios, visibilizando conexiones transtemporales y transespaciales en relación con la constitución de las regiones.31

3. Determinación/construcción de entidades/identidades regionales

El estudio de la construcción de la región centroamericana, desde una perspectiva inclusiva y que contemple las diversas articulaciones y vinculaciones en los distintos momentos de la historia general y la historia literaria.

Si bien se va a dar énfasis a las condiciones específicas de cada una de las prácticas seleccionadas en el corpus, interesa evidenciar los espacios donde se produce una convergencia, una simultaneidad de dichas prácticas. Este espacio podría dar cuenta de procesos que contribuyen a configurar ejes claves en la dinámica cultural.

Planteamiento de ejes/problemas

El des(en)cubrimiento de América: Las huellas de la historia antigua. Se fundamenta este eje en los escritos producidos por los actores del proceso y que evidencian las huellas- memoria de historia antigua.

A partir de este eje se derivan o implican a su vez algunos otros problemas . Tal vez el más importante tiene que ver con el desarrollo de la escritura como símbolo de la cultura europea que al deslindar mundos diversos, releva la importancia del arte de escribir, para conquistadores, colonizadores y indígenas aculturados. Ratificación de la Ciudad letrada de que nos habla Angel Rama. Necesidad de estudiar sobrevivencias y tránsitos: la oralidad y los diversos procesos que producen esas prácticas escriturales mediante operaciones de selectividad y ejercicios de poder, acumulaciones de capitales simbólicos y redistribuciones asimétricas.

Elementos de la situación colonial. Perspectivas teórico-metodológicas para el análisis de los diferentes textos agrupados,

El (re)conocimiento en la tradición Occidental. Problematización de los procesos de canonización literaria de que han sido objeto diferentes propuestas escriturales. La escritura como modelización. Problema central en la selección del corpus y que obliga a un análisis comparativo. Referencia particular a la problemática propia de cada uno de los grupos textuales, modelización e importancia dentro de la sociedad colonial. Orientación hacia la comprensión de ciertos procesos culturales. Coexistencia de diversos sistemas, choques iniciales y representaciones. Hegemonías y resistencias, negociaciones.

La memoria registrada. Este eje problema tiene que ver con el registro y análisis de las obras consideradas literarias y que debe ser modificado conformo a los procesos de significación que sean evidenciados como importantes dentro y a partir del proceso de investigación. Nuevamente no solo la selección del corpus, las relaciones que se establezcan entre sí, sino también la pervivencia de ciertas formas, permitirá identificar más claramente la modelización escritural.

Los ejes/problema planteados pueden desglosarse a partir de tres momentos claves, siempre dentro de una transespacialidad ( hacia la constitución de la región(es)) e inscritos, no reducidos a procesos históricos fundamentales en la historia de América Central.

• Descubrimiento y primeros años de conquista y colonización: (1502-1570)32

— Fundamentos de la ciudad letrada en Centroamérica

— Producción y recepción de los relatos de viaje.

— Pervivencias de prácticas indígenas

— Análisis de las fuentes en donde se encuentran registradas esas pervivencias indígenas. La voz del otro.

— Producción y circulación de prácticas consideradas híbridas.

— Crónicas, cartas, relaciones..... y primeras textualizaciones del des-encuentro.

En el caso de las prácticas híbridas Lienhard (Lienhard l993::55), advierte como “los géneros más tenaces en el contexto de estas prácticas fueron, sin duda los diversos títulos (...) Pese al aspecto “legal”, los “títulos” ofrecen aspectos marcadamente literarios en la medida en que reelaboran, a partir de una perspectiva ya no prehispánica sino indígena colonial, el pasado mítico-histórico de las colectividades implicadas. En caso de litigio (por tierras o títulos cacicales), estos documentos como las cartas, se presentaban como pruebas ante las autoridades coloniales”.Como elemento a considerar en relación con la determinación de las prácticas textuales y la identificación de determinados nudos articuladores, en este primer momento , una primera incorporación,, transcripción y coexistencia de la producción indígena estaba permitida hasta l570, pues a partir de esta fecha “cualquier recopilación de un discurso indígena se había vuelto sospechosa (....)La mayoría de las obras historiográficas de autor indígena son justamente posteriores a estos años” (Lienhard l993::65).n

• Fundaciones, rupturas y continuidades en la ciudad letrada colonial y prácticas alternas. (1.570- 1.760)

— Interacciones textuales y fundamentos y desarrollo de la ciudad letrada.

— Articulaciones discursivas ( historias generales, historias naturales, etc)

— Construcción del discurso mestizo. Importaciones/exportaciones

— Coexistencia y transición entre la oralidad y la escritura. Introducción de materiales impresos

— Literatura religiosa y otras prácticas híbridas, como prácticas sincréticas.

— La ciudad y la producción barroca (¿).

— Transformaciones en la producción, divulgación, recepción de la literatura y otras producciones híbridas ( la imprenta,, historiografía y literatura, periodismo y literatura)

— Construcción del discurso criollo como esfuerzo de diferenciación/resistencia/

• Rupturas y continuidades de la ciudad colonial a la ciudad republicana y la instauración de otro orden ( 1.760-1870)33

— Coexistencia de la oralidad y la escritura.

— La imprenta y la divulgación de prácticas híbridas.

— Consolidación del ampo de lo literario, límites e interacciones textuales.

— Construcción del discurso criollo como esfuerzo de diferenciación/resistencia/

 

Ligia María Bolaños Varela


Notas

arriba

vuelve 1. Julio César Pinto Soria (Editor). El régimen colonial 1524-1750) Tomo II Historia General de Centroamérica. FLACSO, Madrid 199. Se refiere a la dinámica colonial en los siguientes términos: “Es alrededor de la actividad económica y sus distintos momentos donde adquieren forma fenómenos centrales que caracterizarán a la sociedad colonial centroamericana, por ejemplo: la formación de fronteras – principalmente las de orden interno que definirán regiones económicas específicas o provincias administrativas -, fenómenos demográficos- caída y recuperación parcial de la población aborigen, crecimiento del mestizaje y consolidación de un sector criollo-español-, y, finalmente, el surgimiento de un aparato burocrático hacendario, eclesiástico y militar” (pág.10)

El Régimen colonial abarca de 1524-1750, mientras que “los Mestizajes” de Gruzinski se ocupan básicamente de 1550-1640.

Elementos a los cuales Pinto Soria otorga importancia al referirse a la conquista de Centroamérica:

1. S. XVI inicia un proceso abrupto de homogenización que no llega a realizarse totalmente ya que “ en amplios territorios la población indígena logró sobrevivir con sus antiguos patrones de vida y de cultura.

2. A la llegada de los españoles, el territorio estaba cubierto por “unos sesenta grupos indígenas que si bien no estaban separados por diferencias abismales de desarrollo, si lo estaban por propias identidades sociopolíticas en forma de reinados, cacicazgos y organizaciones tribales.”

3. Particularidades físicas de la región contribuyeron a profundizar la diversidad

4. En Centroamérica no existió un proceso centralizado de conquista como se dio en Nueva España, alrededor de la figura de Hernán Cortés, ni de Pizarro. Se destacaron en ella tres grupos que se disputaron el territorio y propusieron una regionalización basada en sus intereses. El más fuerte fue Pedro de Alvarado que sometió Guatemala, El Salvador y tuvo participación en la conquista de Honduras.

5. No existieron actividades económicas con alguna continuidad y sus consiguientes efectos integradores.

1.543 Fundación de la Audiencia de los Confines, sin embargo movimientos permanentes de la sede: Gracias a Dios, ciudad Guatemala, Panamá y luego Guatemala.

1.543-1570 años de luchas y anarquía administrativa.

vuelve 2. François-Xavier Guerra y Annick Lempérière, en Los espacios públicos en Iberoamericana. Ambigüedades y problemas S.XVIII-XIX. (Centro francés de estudios mexicanos y centroamericanos) Ed. Fondo de Cultura Económica, México 1998, analizan la construcción y modificaciones de los espacios públicos durante la colonia “La esfera pública se entiende como un espacio abstracto e inmaterial, aun cuando una historia cultural de nuevo cuño, cuyos ecos encontraremos en varios capítulos, ha abordado ya sus aspectos más palpables.. los impresos, su difusión y su recepción, las prácticas de lectura. La mayor parte de los espacios públicos que encontramos aquí son muy concretos. La calle la plaza, el Congreso y el palacio, el café y la imprenta. Y sobre todo la ciudad, lugar por excelencia de la política. (...) Págs12,13,14. El trabajo de Beatriz González –Stephan Fundar la historiografía literaria: entre la des-colonización y la re-localización de la identidad criolla, advierte en este sentido como “dentro de la variedad de géneros orales y escritos de la plaza pública que corrieron durante el período colonial, entre un colectivo que abría su espectro desde los sectores populares hasta los más aristocráticos, fue la modalidad epistolar la que ofreció el marco suficientemente selectivo para introducir la distinción de pertenencia de las letras a un determinado grupo social cómplice en su escritura y lectura.” En Catherine Poupenay-Hart y Albino Chacón editores. El discurso colonial: construcción de una dificultad americana. Ed. Euna, Heredia, Costa Rica 2002, págs. 94. En cuanto a la circulación de textos Bolaños Varela, Ligia “Construcción del imaginario colonial y las escrituras fundacionales: mecanismos de diseminción/circulación del texto eclesiástico”, en Catherine Poupeney Hart y Albino Chacón. ( Editores) El discurso colonial. Construcción de una diferencia americana. Heredia. Costa Rica 2002.

vuelve 3. Entre ellos el de Mario Cesareo en “Jerónimo de Mendieta: Razón Barroca, delirio institucional”, Revista Iberoamericana. N especial dedicado a la Literatura colonial: sujeto colonial y discurso barroco. Vol LXI, julio-diciembre 1995, N 172-173 y el de Angel Rama, La ciudad letrada. Ed. del Norte. Hanover, 1984.

vuelve 4. La producción escritural para la imposición de ese orden debe considerar, por ejemplo: actas y protocolos, informaciones y probanzas, cartas y memoriales, descripciones y relaciones; además de las generadas por las necesidades comerciales y religiosas. François-Xavier Guerra y Annick Lampérière, indican que “ Otra de las características del mundo antiguo es la primacía de una cultura a la vez jurídica y católica. La cultura jurídica es un rasgo esencial de este universo, que incluye no sólo la formación de los letrados sino también un fondo común y compartido por el público en su conjunto: cualquier corporación, incluidas, como bien sabemos, las comunidades indígenas, puede aprovecharse de las leyes mediante abogados y apoderados letrados para representar sus demandas y proteger sus derechos”.(Opus cit, pág. 10-13).

vuelve 5. “A esos rasgos deben agregarse las sorprendentes características de la conquista de Tierra Firme”, Rama. Opus cit.pág 17.

vuelve 6. Cesareo, Mario. “Jerónimo de Mendieta: razón barroca, delirio institucional”. Revista Iberoamericana. N especial dedicado a la Literatura colonial: sujeto colonial y discurso barroco. Vol. LXI. Julio-diciembre 1.995 N 172-173 (441-459).

vuelve 7. La presentación (CIICLA 2002) y trabajos de Arturo Taracena refieren al carácter polisémico del término región y la diversidad de elementos desde donde es posible plantear el concepto de región a partir de diversos enfoques disciplinarios. El regionalismo obedece a un sentimiento de pertenencia, que en el caso de la producción colonial permitiría estudiar las interrelaciones textuales que van configurando, en diferentes momentos, ciertos lazos de comunidad.

vuelve 8. Romero. Opus cit, pág. 65.

vuelve 9. En el proceso de descubrimiento, conquista y colonización el establecimiento de redes y rutas de circulación están estrechamente ligadas a las necesidades de expansión, dominio, extracción de los productos y venta de esclavos. Cáceres, Rina “Indígenas y africanos en las redes de la esclavitud en Centroamérica”. Rutas de la esclavitud en Africa y América Latina. Rina Cáceres Compiladora Ed. De la Universidad de Costa Rica, San José. 2001.Eugenia Ibarra. Fronteras étnicas en la conquista de Nicaragua y Nicoya. Entre la solidaridad y el conflicto 800 d.C.-1544. Ed. Universidad de Costa Rica 2001.

vuelve 10. Gruzinski, Serge y Camen Bernand. Historia del Nuevo Mundo. Los mestizajes (1550-1640) y Márgenes y fronteras de la América Ibérica. Ed. Fondo de Cultura Económica. México 1.999. En su artículo “La red agujereada. Identidades étnicas y occidentalización en el México colonial (siglos XVI-XIX)” refiere al s. XVI como desmembramiento de la realidad indígena / nobleza cristiana o la doble identidad en el s. XVI, identidad e identificación con el otro, s. XVIII. En La red agujereada. Identidades étnicas y occidentalización en el México colonial. Siglos XVI-XIX, 412-415.

vuelve 11. “La investigación de Leonard sobre las estadísticas de libros enviados a América, comprobó que de los 2.895 enviados desde 1.580 a 1.665 sólo un 12% estaba constituido por obras de imaginación. En su mayoría se trataba de libros eclesiásticos, de medicina, de veterinaria, compendio de leyes, obras de historia, de filosofía y geografía” Citado por Jorge A. Monge “La creación estética y la creación de América”, en Mundus Novus Nouveaux Mondes ( XVI-XXe S).

vuelve 12. Henríquez Ureña, Pedro. Historia de la cultura en la América Hispánica. Colección Popular. Fondo de Cultura Económica 1986. El capítulo sobre la Cultura colonial, págs 34-50. En el desarrollo de las artes, durante el s.xvii Alonso de la Paz (1.605-1.676). El recuento incluye también la acción primera de sacerdotes en la fundación de conventos, participación en educación religiosa, fundación de universidades..... En cuanto a la producción indígena hace referencia a las tres culturas de mayor importancia ubicadas en el Perú, México y Centroamérica., de esta última se mencionan el Popol Vuh, los anales de los Cakchiqueles y los libros del Chilam Balam. Págs.10-22. En el estudio de Sonia Marta Mora De la sujeción colonial a la Patria Criolla. El periquillo Sarniento y los orígenes de la novela en Hispanoamérica. Ed EUNA 1995, referencia al sistema literario novohispano donde se evidencia el carácter ilustrado de esta obra en cuanto a textos literarios y periodísticos europeos de la época. Págs 52.

vuelve 13. Dentro de la escritura eclesiástica, Arellano señala como “ temas predominantes y más numerosos eran actos de contricción, como el de Fray Felipe Cadena, en verso, publicado en 1771; actos de fe,, esperanza y caridad; canciones a la Virgen, como a la de Nuestra Señora de Guadalupe”, reglas de órdenes religiosas, relaciones de exequias, catecismos, devocionarios de santos, oraciones, elogios de obispos, novenas, además de manuales de practica piadosas, sermones y vías sacras; ordinarios de la misa e instrucciones dogmáticas y litúrgicas.” Arellano 2003,opus cit., pág 68. Ver Anexo, donde se encuentran especificadas algunas de estas prácticas producidas en la colonia y registradas especialmente por historiadores de la literatura centroamericana.

vuelve 14. Eco Humber to. Art et beauté dans l’esthétique médievale. Ed. Grasset &Fasquelle, I997, Francia.

vuelve 15. Fernando Aínsa. De la Edad de Oro a El Dorado. Génesis del discurso utópico americano. Fondo de Cultura Económica. México, 1992 Pág.12.

vuelve 16. Por otra parte, estas propuestas de escritura que corresponderían a un primer intento de la producción colonial, puede a su vez estudiarse en relación con la propuesta de Beatriz Pastor en El discurso narrativo de la conquista Si bien ambas lecturas se inscriben en un ámbito latinoamericano, las interrelaciones discursivas que se presentan pueden, sin lugar a dudas brindar puntos de referencia importantes a la hora de estudiar la producción literaria centroamericana.

vuelve 17. Mignolo, Walter “Cartas, crónicas relaciones del descubrimiento y conquista. Iñigo Madrigal (Editor) Historia de la literatura hispanoamericana. Tomo I. Epoca colonial. Ed. Cátedra, 1998.

vuelve 18. Tomado de Bolaños Varela Ligia, Opus cit, pág. 503.

vuelve 19. Magda Zavala y Seidy Araya. Literaturas indígenas de Centroamérica. EUNA, Heredia 2002; págs 19.

vuelve 20. Idem, pág.361.

vuelve 21. “La emergencia del sujeto criollo puede localizarse desde época temprana, pues gérmenes de cuestionamiento a la autoridad y justicia de la corona pueden rastrearse en la lamentaciones de los cronistas por la falta de recompensa adecuada a su gesta, lo cual fue creando resentimiento ante los privilegios económicos y sociales que gozaban los funcionarios enviados por el imperio para administrar el poder. (...) Mabel Moraña señala que es posible establecer, según los historiadores, y sobre todo en el seno de las sociedades virreinales americanas, el surgimiento del complejo fenómeno cultural denominado criollismo alrededor de I620. Este se manifestará sobretodo durante el Barroco, o Barroco de Indias” Méndez de Penedo, Lucrecia: 2002::342).

vuelve 22. Jorge Eduardo Arellano. Voces indígenas y letras coloniales de Nicaragua y Centroamérica. Ed. PAVSA, Managua, 2002. Pág. 35.

vuelve 23. Arellano, opus cit., pág 35.

vuelve 24. Erick Blandón. Barroco descalzo. Ed .URACCAN. Managua 2003. Este autor señala como “Desde la colonia hasta mediados del siglo XX esta obra se presentó en los departamentos de Masaya,, Carazo, Granada, Rivas y Managua. Ya en el siglo XIX, como lo indica Brinton, los propios nativos no comprendían los parlamentos en nauta; los repetían de memoria sin conocer su significado....” pág.121 La recuperación que de determinadas prácticas se ha hecho se evidencia en la propuesta de lectura realizada por Blandón “(...) en el otro discurre el Güegüense como elemento desestabilizador del orden impuesto. Andando e tiempo y a resultas de la operación que sufre El Güegüense desde que comienza a ser canonizado – cuando se construye le discurso nacional – se convertirá en símbolo y emblema de la cultura letrada. Un contra discurso sobre el que se opera una metamorfosis para convertirlo en discurso hegemónico de la colonización interna” ( pág. 79).

vuelve 25. Discutir las posibilidades de abordaje teórico-metodológico a partir, por ejemplo de los trabajos sobre el enunciado, la enunciación, la ambivalencia, la intertextualidad y la citación. Si siguiendo a Julia Kristeva al definir la ambivalencia como “la inserción de la historia (historia de la sociedad) dentro del texto, y del texto dentro de la historia”, en los casos de las fuentes que registran producción literaria oral o escrita recogida por sacerdotes, lingüistas, cronistas y otros, se plantearía la necesidad de establecer esa por lo menos doble vinculación. En los casos de las producciones recogidas, el registro aísla la producción específica de esa inserción en la sociedad que le imprimiría, si es posible llamarlo de esa manera un primera situación ambivalente.

vuelve 26. Zavala y Araya, Opus cit. Pág. 80.

vuelve 27. Para Claudio Guillén “La vieja noción de período como concepto que aspira a coincidir plenamente con un segmento de tiempo y que de tal suerte constituye una unidad singular de la historia literaria, queda descartada; o por decirlo aún más prosaicamente: la noción de período como a la vez continente y contenido ya no es aceptable” (Teorías..., 24) citado por José Miguel Oviedo Historia de la literatura hispanoamericana. De los orígenes a la Emancipación. Ed. Alianza Universidad Textos 2002, pág. 27.

vuelve 28. En las propuestas de periodizaciones para América Latina, antecedentes importantes para la consideración de coexistencia de multiplicidades textuales, los aportes de Cornejo Polar, Ana Pizarro entre otros son fundamentales.

vuelve 29. En “Murmullos y ecos de voces enterradas. Acerca de los testimonios indígenas coloniales” Martín Lienhard (Lienhard.....::l0) añade un elemento de gran importancia en el análisis la producción indígena en la sociedad colonial “La expresión literaria propia de los colectivos indígenas, desde siempre predominantemente oral, siguió manteniendo, también después de la conquista, la misma preferencia de base. Para los fines de su negociación con los interlocutores la escritura la estilo europeo: sea como testigos orales ( pero conscientes de los mecanismos de la comunicación escritural), sea como autores o “dictadores” de los miles de cartas o manifiestos que diversas colectividades o personalidades indígenas, a lo largo de los siglos coloniales y republicanos, destinaron a las autoridades o a la “opinión pública”. En ambos casos el discurso escrito o transcrito no se destina a la propia colectividad, sino al “otro”, adversario o posible aliado en el campo adverso, a una instancia situada fuera de la colectividad étnica: el rey o emperador español; las autoridades coloniales –políticas, judiciales o eclesiásticas-; las autoridades republicanas; y finalmente, desde el siglo XVIII pero, sobre todo, en el siglo XX, la opinión pública”. Para la determinación del “texto literario”, el proceso de aprendizaje de la modelización escritural tenderá paulatinamente a diferenciarse en el campo cultural en la medida en que se vaya diferenciando el proceso escritural, fortaleciendo las redes de circulación y la cultura letrada.

vuelve 30. Para un estudio y análisis de los códices, la importancia del libro en las comunidades prehispánicas León-Portilla, Miguel. Códices. Los antiguos libros del Nuevo Mundo. Eds. Aguilar ,Altea, Taurus, Alfaguara, México 2003. (pág.16).

vuelve 31. Héctor Leiva. “En tono a la formulación de claves interpretativas para una Historia de las literatura centroamericanas” http://collaborations.denison.edu/istmo/proyectos/torno.html.

vuelve 32. Estos aspectos se toman a partir del documento elaborado en el Seminario Permanente “Hacia una historia de las literaturas centroamericanas”.

vuelve 33. La determinación de un cambio importante que anuncia articulaciones diferenciadas en cuanto al ámbito de la producción cultural y específicamente literaria a partir de los últimos años del s. XVIII y primeros del s. XIX ha sido señalada por estudios como Luis otero Mariñas “Formación de la literatura hondureña (l959), Estudios Americanos N. 88-89 U XVII; Víctor Ardón “La producción dramática en Honduras (l958), Humanismo, N. 48-49, Año VI (marzo-junio), México; Humberto Morillo “La literatura hondureña en el siglo XX”(l955), Panorama das literaturas das Américas, ed, do Municipio de Nova Lisboa, Angola; Ernesto Mejía Sánchez “literatura centroamericana (l955); Almícar Echeverría Antología de prosistas guatemaltecos (l957) y Luis Gallegos Valdés Panorama de la literatura salvadoreña (l962) entre otros. Emilio Carilla retoma el criterio de periodización apoyado en los procesos insurreccionales, afirmando como “Con los primeros años del siglo XIX entramos en una nueva capital etapa en la vida de los pueblos hispanoamericanos. Nada menos que aquella marca el final de la Colonia, las revoluciones de independencia y sus primeros años como naciones. Y una vez más, los datos político-sociales imponen su necesaria consideración en Hispanoamérica, si es que no se quiere debilitar o equivocar la comprensión del fenómeno literario.” En Bolaños Varela Ligia Histoire littéraire en Amérique Central et Identité national. These de doctorat l987. En el mismo sentido, Virginia Sandoval de Fonseca señala como “Los años inmediatamente posteriores a la Independencia no ofrecen labor literaria propiamente dicha. La preocupación fundamental es nuestra organización política. Hubo tendencias republicanas y monárquicas. Al filo se impusieron aquéllas” (en Bolaños l987: 560).


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