Günther Schmigalle

 

La utopía deshabitada.

Sobre un estudio de Werner Mackenbach

acerca de la novelística nicaragüense

Badische Landesbibliothek Karlsruhe, Alemania

Schmigalle@BLB-Karlsruhe.de


Formas literarias diferentes han sido dominantes en épocas diferentes en países diferentes. En Nicaragua, durante la mayor parte de su historia literaria, la poesía ocupó el primer lugar. «La poesía es hasta ahora el único producto nicaragüense de valor universal»: este aforismo de José Coronel Urtecho fue, hasta hace poco, aceptado de manera general. Pero los sistemas de géneros literarios cambian con las transformaciones de las sociedades a que pertenecen. Los cataclismos sociopolíticos producen cambios profundos en la cultura, el arte y la literatura. La hora de la revolución es también muchas veces la hora de los narradores. De esa manera, en Nicaragua, durante la década revolucionaria (1980-1990) y la primera década posrevolucionaria (1990-2000), se pudo observar un auge extraordinario del género narrativo y sobre todo novelístico. Werner Mackenbach, que vivió en Managua como docente universitario en los años 1995-1999 y ahora reside en Costa Rica, afirma que la novela es actualmente el género preponderante dentro de las letras nicaragüenses. Y explica que la novelística nicaragüense de los años 1980-2000 debería ocupar un lugar legítimo en los estudios hispánicos internacionales.

Su libro, que en su forma actual se dirige a un público de hispanistas alemanes, es un estudio impresionante y novedoso, tan enciclopédico como sutil. El cuerpo del estudio está formado por 96 obras, de las cuales apenas doce se han traducido al alemán. Mackenbach presenta, interpreta y analiza estas obras, basándose en un fondo sólido de conocimientos en teoría, metodología, historia y crítica literarias. Se apoya en las investigaciones más recientes sobre narratología y específicamente sobre la narración intertextual, desde Roland Barthes y Gérard Génette hasta Tzvetan Todorov y Julia Kristeva; en los trabajos sobre la literatura latinoamericana de Karsten Garscha, Ottmar Ette y Barbara Dröscher; en los estudios sobre la novela centroamericana de Magda Zavala y Arturo Arias; en las investigaciones sobre la novela nicaragüense de Jorge Eduardo Arellano, Nicasio Urbina, Isolda Rodríguez y Leonel Delgado. Parte de la relación compleja entre mundos novelescos y la realidad extraliteraria facticia, que trata de captar por medio del concepto de «apropiación». Su concepto de novela es amplio, ya que abarca también el testimonio y diversas formas (auto)biográficas y periodísticas. Incluye, a parte de las «obras maestras», también obras marginadas, poco conocidas o poco apreciadas, que pueden ser más elocuentes sobre la realidad cultural en que se producen, que las grandes obras.

El libro está estructurado en cinco grandes capítulos. El primero trata del testimonio, género literario antaño menospreciado, después canonizado, glorificado por Eduardo Galeano, convertido casi en un dogma por Margaret Randall. Con el testimonio, voz de los oprimidos, expresión espontánea de la verdad que siempre se nos oculta, se pensaba poder superar las contradicciones entre realidad y ficción, entre literatura y política. Estos textos son auténticos, militantes, sin ambiciones literarias, como lo subraya Daniel Ortega en su presentación al libro de Carlos José Guadamuz sobre el héroe de la guerrilla urbana, Julio Buitrago. Pero Mackenbach demuestra que Y… «las casas quedaron llenas de humo», con toda su autenticidad, es un texto complejo, y más todavía lo son los grandes testimonios fundadores del sandinismo, La montaña es algo más que una inmensa estepa verde de Omar Cabezas y La marca del Zorro de Sergio Ramírez. Lejos de ser expresiones espontáneas, emplean artificios literarios múltiples para alcanzar sus objetivos. Lejos de ser voz de los oprimidos, se inscriben en el discurso del sandinismo recién instalado en el poder. Con La paciente impaciencia de Tomás Borge, el testimonio entra en una crisis que coincide, curiosamente, con las primeras negociaciones entre sandinistas y contras en Sapoa; y en los años noventa, el testimonio «posrevolucionario» se dedica a deconstruir la historiografía sandinista oficial. Sergio Ramírez, Ernesto Cardenal y Gioconda Belli escriben libros de memorias que no se dejan subsumir fácilmente bajo ningún denominador, ni siquiera el de la revolución. La referencia a los grandes mitos fundadores –Sandino, el Che, Carlos Fonseca– desaparece de los testimonios, junto con la fe en una sola verdad unificadora, aunque fuese la de los oprimidos. Lo que surge son múltiples verdades individuales.

El segundo capítulo, «Magia y realidad» parte de las valiosas investigaciones sobre mitología nicaragüense llevadas a cabo por Eduardo Zepeda-Henríquez y Milagros Palma. En la novelística, el gran texto fundador es La mujer habitada de Gioconda Belli, libro que combina el testimonio revolucionario con la magia y que mezcla los mitos indígenas y cristianos para legitimar la lucha armada de los héroes y mártires sandinistas. En Sábado de gloria, de Orlando Núñez, el mito funciona de manera parecida. Pero ya en Sofía de los presagios, segunda novela de Belli, en El vuelo de las abejas de Núñez, y en las obras de Milagros Palma, el pasado mágico y mítico se emplea para otra cosa: para expresar y definir los anhelos de liberación de la mujer, y de esa manera entra en contradicción con una revolución que perpetuó el machismo más tradicional. En otras tres novelas, Vida y amores de Alonso Palomino de Carlos Alemán, Un baile de máscaras de Sergio Ramírez y Entre altares y espejos de María Gallo, las tradiciones míticas y mágicas sobreviven como substratos en la vida cotidiana popular, desligados de cualquier «mito grande» y mezclándose con las formas modernas de vida y de pensamiento. Y en Requiem en Castilla de Oro, Julio Valle-Castillo narra, entre otras cosas, la pérdida de los idiomas indígenas y de la cultura prehispánica. El mito que antes se empleaba para definir la nueva identidad nacional representa ahora la fragilidad de la misma.

El tercer capítulo aborda el tema «Género y nación». En los testimonios clásicos de Cabezas, Ramírez, Borge, la nación nueva se construye a base de un discurso exclusivamente masculino, en el cual investigadoras como Ileana Rodríguez han detectado elementos homoeróticos y necrófilos. Respondiendo a ese discurso, Gioconda Belli reclama, en su primera novela, la participación de la mujer en el proyecto revolucionario. Muchos otros narradores, como Enrique Alvarado, Ricardo Pasos Marciacq, Rosario Aguilar, Milagros Palma, etc., cuestionan también el discurso masculino, reivindicando el papel de la mujer en la historia nicaragüense. La obra más importante e influyente en este sentido es sin duda la segunda novela de Belli, Sofía de los presagios, cuya protagonista, renunciando a la idea inicial de envenenar a su marido, logra, con la ayuda de una bruja indígena y de una cajita de anticonceptivos, su emancipación completa, incluyendo el rechazo del matrimonio y de la familia, la maternidad libremente asumida y la independencia económica como productora agrícola. El proceso iniciado por Belli continúa, incluyendo novelas como Vida y amores de Alonso Palomino de Carlos Alemány Managua Salsa City de Franz Galich.

La novela histórica, tema del quinto capítulo, es el fenómeno destacado en la novelística latinoamericana de los últimos años. También en Nicaragua, muchas de las novelas de los años ochenta y noventa se ocupan de acontecimientos y temas históricos, y lo hacen bajo la influencia de la nueva historiografía. La deformación de la historia por medio de omi­siones, exageraciones y anacronismos, la metaficción, la reescritura o sobreescritura de textos que ya existen y el carácter dialogante, carnavalesco, paródico y polifónico son algunos rasgos de la nueva novela histórica nicaragüense, que por lo demás presenta una amplísima gama de variedades. Clemente Guido se sirve de elementos innovadores para confirmar, en el estilo de la novela histórica tradicional, los mitos nacionales. Ricardo Pasos Marciacq recurre a técnicas de la nueva novela histórica para narrar la historia «como realmente fue», pero desde abajo y desde los márgenes. Otros, como Jorge Eduardo Arellano y Enrique Alvarado Martínez, cuentan la historia desde la perspectiva de los olvidados, pero sin mantener, como lo hace Marciacq, el postulado de un conocimiento histórico totalizador. En la obra de Sergio Ramírez, y en menor grado en la de Rosario Aguilar, Julio Valle-Castillo y Gloria Guardia, la reconstrucción de la verdad histórica, incluso en su forma alternativa, se cuestiona de manera fundamental. Estos autores prefieren formas antimiméticas o incluso formas que ironizan la representación literaria como tal. La nueva novela histórica rechaza el nacionalismo, ya no pretende contribuir a la construcción de una identidad nacional, y se inclina cada vez más a la heterogeneidad cultural y a las identidades posnacionales.

En el sexto capítulo se trata del tema «Espacio y texto», y específicamente de la percepción y representación del espacio y su relación con el problema de la búsqueda de identidades. La geografía de Nicaragua es un elemento importante en la novela nicaragüense contemporánea, y sus oposiciones y tensiones internas se abordan en Boarding House San Antonio de Carlos Alemán, Como piedra rodante de Krasnodar Quintana, Un sol sobre Managua de Erick Aguirre, Vuelo de cuervos de Erick Blandón y Columpio al aire de Lizandro Chávez, entre otros. Lo que se critica más en estas novelas es el trato o maltrato que la revolución ha dado a las contradicciones entre la ciudad y el campo, entre el Pacífico y el Atlántico. Sin embargo, a medida que avanzan los años noventa, los espacios interiores parecen sustituir a los exteriores. El espacio geográfico ha perdido su papel primordial en la construcción de identidades. Pareciera que la busqueda de un espacio que constituye identidad, bajo las condiciones del poscolonialismo, la posguerra y la globalización, pueda encontrar su única solución en un viaje por espacios interiores, imaginarios, anónimos, lugares del ensueño.

El tema del séptimo y último capítulo es «Literatura y revolución». Según afirma el autor, la novela grande de la revolución sandinista, la que presenta el panorama global de los acontecimientos, su crítica y sus motivos subyacentes, no existe, quizás no llegue nunca a existir. Pero sí, la revolución sigue siendo el punto de referencia principal de muchas novelas recientes. Predominan entre ellos los adversarios de siempre y los revolucionarios desencantados, de manera que los diez subcapítulos de este capítulo se leen como un compendio de todos los errores cometidos en el nombre de la revolución. En Waslala, tercera y más ambiciosa novela de Belli, el mito de la Edad de Oro se mantiene, pero ya nadie habita en las casas de aquel utópico lugar.

Para finalizar, destaquemos algunas de las conclusiones del libro de Mackenbach. A causa de su estrecha relación con la realidad extraliteraria, la literatura nicaragüense fue considerada, durante mucho tiempo, como prototipo de una representación mimética, basada en «correspondencias». Hoy, al contrario, su interpretación de la realidad es determinada por un sinnúmero de hipotextos, los cuales sobreescribe de manera afirmativa, distanciadora, crítica, fragmentaria, autorreferencial. La novela nicaragüense actual es un palimpsesto, una «literatura de segundo nivel», como dice Gérard Genette. No ha abandonado ni su relación estrecha con la realidad extraliteraria ni su anhelo para representarla. Pero sí abandonó la ambición de totalidad, suplantándola por una conciencia de fragmentación, de individualización, de relativización y de pluralización. Otro cambio fundamental es que la literatura, en Nicaragua, ya no anhela contribuir a un proyecto de identidad nacional. Las representaciones literarias de identidad se han vuelto precarias, temporarias, individualizadas, fragmentarias, imaginarias, contradictorias. Ni los mitos, ni el hombre, ni la mujer, ni la historia, ni el espacio geográfico, ni mucho menos la revolución sirven ya para la construcción de una identidad nacional nueva. La literatura como institución ha perdido su función privilegiada para la construcción de la nación y se ha convertido en un sistema de representación entre otros.

 

Werner Mackenbach: Die unbewohnte Utopie. Der nicaraguanische Roman der achtziger und neunziger Jahre. Frankfurt am Main: Vervuert, 2004. 579 páginas. (Editionen der Iberoamericana. Serie A: Literaturgeschichte und –kritik; 33).

 

(Esta reseña tambien fue publicada en la revista Iberoamericana. América Latina – España – Portugal, año V, no. 19, septiembre de 2005, 243-246)

© Günther Schmigalle


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