Ligia María Bolaños Varela

 

Colonialidad tardía y/o inicios del proceso republicano.
Elementos para la constitución del campo literario en Centroamérica

 

Universidad de Costa Rica

lbolanos@le.ucr.ac.cr

 

Bibliografía


Introducción

La génesis de una producción textual en Centroamérica que participa ya de una relativa autonomía en cuanto a una más clara identificación con la categoría de literario, se encuentra ya perfilada a partir de esos primeros momentos en donde los procesos de insurrección anuncian el tránsito hacia la segunda mitad del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

Las reflexiones siguientes se inscriben dentro del intento de establecer, a partir de la existencia de textualidades, algunos elementos que permitan distinguir la emergencia de «lo literario», dentro de ciertas coordenadas espacio-temporales, sin dejar de considerar, por ello, procesos relevantes de la dinámica cultural centroamericana. Dentro de estas consideraciones, el denominado género ensayo, constituye un lugar de encuentro, o un borde de ciertas categorizaciones ya asumidas como explicativas de prácticas textuales. La indeterminación genérica, la abundancia de escrituras que se configuran desde el centro o los márgenes de la ciudad letrada, van definiendo lentamente algunos de sus contornos lentamente hacia mitades del siglo XVIII y comienzos del XIX.

Hans-Otto Dill, al referirse al desarrollo de la novelística señala como ésta «tiene un rasgo común que le otorga un carácter diferente tanto respecto de la literatura anterior –barroca, renacentista– como de la posterior –realista, naturalista y modernista. Es la referencia a una realidad ajena y enajenada a los hispanoamericanos por el régimen colonial español con su economía basada en la extracción de minerales preciosos, económicamente improductiva» (Dill, 1994: 27). En este sentido, Hispanoamérica estaría sometida a una enajenación triple, por un lado de las «riquezas inexplotadas» o no apropiadas a las necesidades hispanoamericanas; por otro, «las infraestructuras económicas y administrativas feudales que impiden la explotación y apropiación de dichos recursos naturales y humanos», y por último «las estructuras políticas coloniales, no asimiladas a las necesidades de los criollos» (Ibíd.).

Ramón Luis Acevedo, por su parte, señala como

«el cultivo de la novela es un fenómeno relativamente reciente en la mayor parte de los países centroamericanos. Con la excepción de Guatemala que cuenta con un considerable número de novelas significativas escritas durante el siglo XIX, la novelística de los demás países ha venido a desarrollarse durante el presente siglo y, en algunos casos, como en El Salvador, en las últimas décadas. Sin embargo, las primeras manifestaciones de arte narrativo en Centroamérica, las crónicas sagradas y los relatos tradicionales de carácter oral de los pueblos aborígenes, se remontan a los tiempos precolombianos.» (Acevedo, 1982: 21)

Analizar los procesos de construcciones discursivas y textualidades diversas en Centroamérica, nos lleva a considerar en primer lugar, algunas de las condiciones que participan en la lenta configuración de ciertas prácticas que ya para el siglo XIX, sin duda, se identifican no sólo como literarias, sino como pertenecientes a una de sus manifestaciones particulares. Asumimos, con Iván Carrasco que la literatura «es un hecho de textualidad escritural variable, complejo e interdisciplinario, que en distintos momentos, culturas y sociedades ha sido definido y legitimado desde disciplinas y tendencias filosóficas y científicas variadas (estética, historia, psicología, sociología, retórica, lingüística, semiótica, estilística, existencialismo, marxismo, estructuralismo, deconstructivismo, hermenéutica, etc.)» (Carrasco, 2002):

«Las diversas concepciones de literatura y de lo literario consideran distintos elementos y factores para la determinación de la 'literaturidad' del texto particular ... puesto que las nociones de literatura incluyen una gran variedad de textos particulares y de géneros o tipos discursivos (odas, elegías, comedias, cuentos, poemas, dramas, relatos, leyendas, chistes, caligramas, acrósticos, romances, epopeyas, en fin).» (Ibíd.)

La identificación de los tipos discursivos y su inserción (funcionalidad) en los distintos espacios sociales, heterogeneidades culturales y sistemas de referencia va a ir construyendo las bases de la ciudad letrada centroamericana.
El ensayo ha sido considerado como una de las más importantes formas de vehiculización de ideas, en donde encontramos no sólo el desarrollo de la prosa, la utilización entre otros de la prensa como medio de comunicación, sino también la necesidad de fortalecer, mediante la escritura de circunstancias una relación polémica, de apropiación y lugar de debate, por un lado de los esfuerzos insurrecionales y su réplica de defensa del sistema colonial y por otro, de la emergencia de los discursos de la nación.

¿Refundaciones territoriales imaginarias? ¿Pérdidas y adquisiciones? ¿Discursividades en competencia: el panfleto-ensayo? Ficciones y territorialidades.

El objetivo de este trabajo es presentar algunos de los elementos que dan sentido a ciertas configuraciones textuales a partir, o dentro de una contextualización literaria, y a su vez, plantear una aproximación a lo que se denomina colonialidad tardía. Al abordar ambos aspectos queremos dar continuidad a la reflexión sobre posibles periodizaciones de escrituras coloniales y cernir mejor aspectos de la temporalidad y espacialidad de la producción colonial.

 

Algunas constataciones

Algunas constataciones en cuanto a los procesos de ruptura y continuidad se dan justamente a partir de la segunda mitad del siglo XVIII y se extienden a la primera mitad del siglo XIX. De 1750 a 1840, se produce en el espacio colonial, una legitimidad ladina en relación con los procesos anteriores y con la denominación asignada a los habitantes de la colonias españolas.. Contribuyen en este proceso el establecimiento de instituciones culturales que abren el espacio a una mayor participación en la construcción de las nuevas sociedades.

La tarea de las Sociedades Económicas de Amigos del País anclada en la Ilustración viene a modificar de manera importante la noción y la representación de «territorio». De acuerdo con la reorganización del sistema colonial, las provincias centroamericanas se enfrentan también, a realidades culturales diferenciadas de las condiciones anteriores. No sólo intervienen en ello las consideraciones de carácter científico que tienen como uno de los objetivos adscribir el territorio y los recursos naturales y humanos a una lógica de recuperación para la naciente sociedad criolla, sino que se multiplican, en relación con situaciones anteriores, las posibilidades de producción y circulación de textos.

La participación de los centroamericanos en el proceso de constitución de las Cortes de Cádiz y sus implicaciones para la región, es otro de los elementos importantes para la producción de prácticas, las condiciones de circulación y producción textuales, al mismo tiempo que para la redefinición de territorialidades y su representación discursiva. El llamado a la participación en las Cortes supone una necesaria identificación regional en respuesta a las mismas iniciativas de la Corona Española, generando o intensificando lazos comerciales y administrativos entre las élites gobernantes de cada provincia; y también acentúa y perfila la construcción de territorialidades provinciales, en tanto particularidades propias a cada una de ellas. En este sentido, la denominación de Centroamérica corresponde a un territorio interrelacionado y con desarrollo de estrategias comerciales, políticas y textuales compartidas:

«Los mercaderes y terratenientes más destacados del Reino de Guatemala (un área que hoy en día incluye las cinco repúblicas de Centroamérica y el estado mexicano de Chiapas) veían el potencial de su región con optimismo:

'¡Qué reino tan pujante no sería! ¡Qué rico y qué apetecible para las comodidades de la vida, y proporciones para prosperar en él.' Y tenían razón. Era una tierra fértil; una tercera parte mayor que España.» (Rodríguez, 1984: 101)

Sin embargo, y conforme también lo señala Rodríguez:

«Los diputados centroamericanos, de forma individual y concienzudamente, hicieron progresar la causa de sus provincias [...] .» (Ibíd.)

Pedro Cortés y Larraz, quien toma posesión de su arzobispado (actuales repúblicas de Guatemala y El Salvador y como sufragáneas las iglesias de Chiapas, Nicaragua y Comayagua), realiza una visita a las provincias que se inicia en 1768, se suspende en 1769 y se reanuda a fines de ese año, para concluir en 1770. Como preparación para su visita envía una encuesta a las distintas parroquias de su jurisdicción y solicita le envíen la respuesta que será verificada in situ. Tanto el procedimiento, como los ítemes de las preguntas recuerdan las primeras relaciones e informaciones solicitadas mediante cuestionario por la Corona española. Sin embargo, en su Descripción geográfico-moral de la Diócesis de Goathemala tanto el espacio colonial, como sus habitantes dan muestra de las transformaciones sufridas en las provincias centroamericanas. De la misma manera el sujeto enunciador asume la tarea de tratar de presentar, tan fiel como le sea posible esa realidad caótica y precaria, en donde la acción de la iglesia se ve entorpecida por la supervivencia y emergencia de los «vicios»:

«Es verdad, pero muchos de ellos se pueden vencer con grande facilidad y otros, aunque no tan fácilmente son vencibles; lo dificultoso, lo invencible, lo imposible y que nunca sucederá, aunque se tomen cualesquiera providencias es, que algunas parroquias tan derrumbadas, esparcidas y numerosas y con tales parroquianos, sean administradas, aun en lo preciso, según el establecimiento en que se hallan, pues por precisión han de dominar el idiotismo, la repugnancia a recibir sacramentos, cuya virtud se ignora; todo género de vicios, cuya gravedad no se comprende, y la falta de religión, servicio, amor y temor a un Dios que no se conoce.» (Cortés y Larraz, 2002: 93).

La persistencia de esta escritura, anclada en parte en modelizaciones coloniales anteriores, comparte el espacio textual con aquellas a las que hacíamos referencia anteriormente. Si bien la relación de Cortés y Larraz ha sido utilizada como una fuente fundamental, en la que también se ha reconocido su exacerbado tono, es importante reconocer en ella una escritura de tránsito, que compite discursivamente con las escrituras generadas a partir de los procesos insurrecionales. Analizar en ella la representación del territorio, las intercomunicaciones culturales establecidas entre las diferentes provincias, además de la posición del sujeto enunciador son tareas importantes de analizar comparativamente con otras escrituras del período. Como hipótesis de trabajo, la producción de esta relación permitiría establecer ciertos límites para la colonialidad tardía, en relación con otras escrituras de la época, simultáneas y anteriores.

 

Prácticas escriturales: El ensayo y panfleto como escritura de circunstancias

«Los pasquines, que no eran hojas volanteadas, sino
carteles que aparecían adheridos en lugares muy visibles:
paredes, puertas de templos y edificios, fuentes de las plazas,
etc., cumplieron la función de voceros murales sui géneris. No
se conocía la fecha en que iban a aparecer, eran anónimos y no
llevaban nombre fijo. Este variaba de acuerdo al motivo de su
aparición sigilosa [...] Los funcionarios del Virrreynato, ante la
progresión cuantitativa y amenazadora de los carteles, ordenaron
fuesen despegados en las primeras horas
de la mañana.»


Javier Bacacorzo

 

Al referirse a la trayectoria y función del ensayo hispanoamericano del siglo XX, María Andueza apunta a dos de sus componentes más importantes: por una parte su inserción interdisciplinaria, y por otra, su condición de expresión de circunstancia, «respuesta en tiempo de mentes cabales y conscientes ante los graves problemas que la vida iba presentando», «respuesta inmediata, apremiante, precio de las circunstancias» (Andueza, 1993: 1-2).

La emergencia de la diferencia americana y la asunción de las narrativas nacionales forman parte de las demandas urgentes frente a la ruptura con el espacio imperial, y permiten ir consolidando esa ciudad letrada de la cual habla Ángel Rama.

Arturo Arias señala como para Centroamérica en estas prácticas literarias fundacionales aparecen convocados dos aspectos relacionados: por un lado el papel jugado por las élites criollas en su esfuerzo por articular discursos nacionales con intenciones de construir imaginarios culturales de identidad y, por otro, el hecho de que esos discursos aparecen impuestos a través de las relaciones que se instauran entre el poder que inviste a los productores de esos discursos y la legitimidad que emerge del conocimiento que ostentan gracias a ese poder. O como lo indica Dill:

«surge entonces un discurso que reclama la asimilación de toda esta realidad a las necesidades de los criollos por su aprovechamiento económico, operando la anticipación mental de dicha apropiación [...] Este discurso que aspira a la apropiación espiritual de la realidad por los lectores, se vale para su divulgación de la letra impresa, incluyendo la novela, es decir, del sistema de comunicación facilitada por imprentas, escuelas, periódicos, revistas, libros que comienzan a ser instalados con ese fin.»

En este sentido, desde la segunda mitad del siglo XVIII los espacios de circulación textual se intensifican (ver Mozejko y Costa, 2000) y la esfera pública se desarrolla en lugares muy concretos tales como la plaza, la calle, el Congreso y el palacio, el café y la imprenta, las tertulias (ver Guerra y Lempière, 1988). Beatriz González advierte también que

«dentro de la variedad de géneros orales y escritos de la plaza pública que corrieron durante el período colonial, entre un colectivo que abría su espectro desde los sectores populares hasta los más aristocráticos, fue la modalidad epistolar la que ofreció el marco suficientemente selectivo para introducir la distinción de pertenencia de las letras a un determinado grupo social cómplice en su escritura y lectura.» (González, 2002: 94)

La introducción de la imprenta, primero localizada básicamente al resguardo de conventos y al servicio de la corona y la iglesia participa de manera efectiva multiplicando las posibilidades de lectores, ampliados por los efectos de la escolaridad, los gremios y la comunidad de criollos.

De la proliferación e indeterminación presente en los primeros años de la conquista, para estos momentos, la escritura se inscribe dentro de ciertas condiciones de producción con propósitos definidos, en parte por la necesaria construcción del proyecto criollo que tiende a perfilar no sólo las prácticas, sino los espacios donde esas prácticas se producen.

De acuerdo con Dill

«la noción de literatura en prosa, válida para toda esta fase, implica funciones extraestéticas, extraliterarias, según la moderna noción de literatura europea, pragmáticas, hasta prácticas de apropiación de la realidad, desempeñando la estructura narrativa, la trama y los conflictos así como medios de expresión artística más bien papeles secundarios, de artimaña o de cebo atractivo, de medio y no de fin.» (Dill, 1994: 29)

José Miguel Oviedo, al referirse al periodismo y las sociedades ilustradas indica por qué es necesario hacer referencia al papel del periodismo y su rol dentro de la génesis de las nuevas sociedades:

[El] «notable papel que cumplió el periodismo en el debate intelectual de fines de siglo XVIII y en el proceso social que llevará a la emancipación americana; lo mismo puede decirse de las sociedades literarias y científicas, que reemplazaron a la antiguas academias dando un sentido más vigente a esas actividades y proyectándolas en una visión optimista y práctica del futuro. Un fenómeno muy interesante de la vida cultural de estos años es la aparición de 'corporaciones intelectuales', colectivos en los que fermentaban las nuevas actitudes que daban impulso a cambios profundos. [...]

En las últimas décadas del XVIII y más todavía al amanecer el siglo XIX, buena parte de la actividad intelectual y creadora se transmitiría a través de periódicos y revistas; un considerable número de escritores dirigieron y promovieron estos órganos o colaboraron intensamente en ellos. En la época que estamos examinando, hubo además un periodismo clandestino o eventual que cumplió otra función: agitar las conciencias con manifiestos, pronunciamientos y panfletos que cuestionaban la autoridad colonial y apoyaban la causa emancipadora.» (Oviedo, 2002: 332-333)

Dentro de las noticias bibliográficas encontradas en La imprenta de Guatemala por Toribio Medina impresa en Casa del Autor Santiago de Chile, que va de 1660 a 1821, y La bibliografía guatemalteca de los siglos XVII y XVIII, de Juan Enrique O'Ryan editada por la Editorial del Ministerio de Educación Pública, la heterogeneidad de las prácticas escriturales surge como una primera constatación.

Entre la diversidad encontramos, por ejemplo: panegíricos, sermones, discursos, elogios, relaciones, crónicas, impresos que van desde un hoja, hasta más de cien hojas. Toribio Medina transcribe una novena compuesta por Antonio Paz Salgado, recogida en 1688 y que hace referencia a la constitución letrada:

«El Mosqvador añadido/ ó avanico con vifos de efpejo, para/ ahuyentar, y reprefentar todo/ género de tontos, moleddo-/res, y majaderos./Obra vtilissima/ Para los que profeffan letras./ Y del todoneceffaria para los Juezes, Abogados, Procuradores y/ demas que firven en los fueros./Compvesto./Por el Lizenciado Don Antonio/de Paz y Salgado, Abogado de/ esta Real Audiencia./Qvien lo dedica./ A el Prothomofea, y Architonto/ que todos conocen, menos el mifmo/ que fe ignora./ A hora en efta fegunda imprefion/ illuftrado, y enriquezido nuevame/te pot fu Author.» (Toribio Medina, 1960: 361)

¿Antecedente de las propuestas satíricas de los escritos posteriores y cercanos al proceso insurrecional? Práctica inscrita dentro del estudio de los devocionarios, es muestra también de continuidades coloniales, que a su vez representan rupturas con las escrituras anteriores y del momento.

Los lectores de la Gazeta de Guatemala solicitan, en concordancia con la heterogeneidad producida, la apertura de Miscelánea:

«En el número 96, con que concluyó el tomo II, se anunció el pensamiento de reimprimir en un volumen manual todos los artículos notables publicados hasta entonces en la Gazeta. Muchos suscriptores lo solicitaron, y los mismos en el día, con algunos más que se han agregado, insisten en que se ponga en ejecución como se indicó en el número 209. Condescendamos con estos deseos, sin hacernos violencia. Se publicará la Miscelánea. [...]

La respuesta afirmativa por parte de los editores contempla una serie de condiciones, entre ellas:

Condiciones: – 1. Se reunirán en la Miscelánea todos los artículos notables contenidos en la 'Gazeta', sin alteración ó enmienda substancial, procurando que no se eche de menos una reimpresión literal de los cuatro tomos publicados, ni de los demás que se publiquen. 2. En cada artículo se expresará el autor, si éste quisiere descubrirse, añadiendo con su aprobación las notas, correcciones ó adiciones que parezcan necesarias [...] [Siguen 5 condiciones más referidas al tipo de letra, a la importancia de la participación, los costos de la publicación y algunas formas de distribución.]

Los Editores creen haber acreditado su puntualidad en el cumplimiento de las promesas que han hecho al público. Los precios señalados manifiestan que no se han propuesto sacar más utilidad de la Miscelánea, que la que han sacado y sacan de la 'Gazeta'. Se contentan con costear al impresor, digno de atención, y recomendable por muchos títulos [...]» (Toribio Medina, 1960: 387-388)

Abiertas nuevas condiciones de publicación, nuevos modos de comunicación y circulación, la construcción de una matriz cultural expresa los tránsitos en las apropiaciones realizadas. Como señala Schmidt-Welle:

«la noción de 'ficción' que empleamos en el título de este libro se refiere a algo más que la representación discursiva de ciertas realidades históricas. Contradiciendo la separación rigurosa de ficción y realidad, de fiction y fact que había favorecido el empirismo anglosajón, entendemos por 'ficciones' las representaciones simbólicas de una realidad cuya construcción se realiza precisamente a partir de ficciones. Es decir, el énfasis en el análisis de la comunidad imaginada se da en la influencia de lo imaginado sobre las prácticas sociales y, en este sentido, sobre la realidad histórica [...] La referencia a la 'construcción de identidades' no representa, en este contexto, un mero reflejo de teorías constructivistas o afines, sino pone énfasis precisamente en el carácter 'ficticio' o 'imaginario' de las identidades.» (Schmidt-Welle, 2003: 11).

© Ligia María Bolaños


Bibliografía

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Acevedo, Ramón Luis, 1982: La novela centroamericana. Desde el Popol Vuh hasta los umbrales de la novela actual, San Juan: Editorial Universitaria, Universidad de Puerto Rico 1982

Bolaños, Ligia, Yamileth González y María Pérez, 1996: «El ladino: base del desarrollo cultural hegemónico en Centroamérica», en Ortiz, María Salvadora (ed.), 1996: Identidades y Producciones culturales en América Latina, San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica

Carrasco, Iván: «Interdisciplinariedad, interculturalidad y canon en la poesía chilena e hispanoamericana actual», en: http://www.scielo.cl/scielo.php?

Cortés y Larraz, Pedro, 2002: Descripción geográfico-moral de la diócesis de Goathemala, San Salvador: Editorial Concultura

Dill, Hans-Otto, 1994: «Antecedentes dieciochescos y período comprendido entre 1800 y 1860», en: Dill, Hans Otto, Carola Gründler, Inke Gunia y Klaus Meyer-Minnemann (ed.), 1994: Apropiaciones de realidad en la novela hispanoamericana de los siglos XIX y XX, Frankfurt am Main, Madrid: Vervuert, 27-46

González Beatriz, 2002: «Fundar la historiografía literaria: entre la descolonización y la re-colonización de la identidad criolla», en Poupenay-Hart, Christine y Albino Chacón (ed.), 2002: El discurso colonial: construcción de una dificultad americana, Heredia: EUNA

Guerra, François-Xavier y Annick Lempière, 1988: Los espacios públicos en Iberoamérica. Ambigüedades y problemas. SXVIII-XIX, México, D.F.: Fondo de Cultura Económica

Moyano, Marisa: «La performatividad en los discursos fundacionales de la literatura nacional. La instauración de la identidad y los huecos discursivos de la memoria», en: http://www.ucm.es/info/especulo/numero27/performa.html

Mozejko, Danuta Teresa y Ricardo Lionel Costa, 2000: «La circulación de discursos», en: Sincronía, Winter/Invierno (Universidad Nacional de Córdoba)

Oviedo, José Miguel, 1995-2001-2002: Historia de la literatura hispanoamericana I. Orígenes de la Emancipación, Madrid: Editorial Alianza

O’Ryan, Juan Enrique, 1960: Bibliografía guatemalteca de los siglos XVII-XVIII, Ciudad de Guatemala: Editorial del Ministerio de Educación Pública José de Pineda Ibarra

Rodríguez, Mario, 1984: El experimento de Cádiz en Centroamérica, 1808-1826, México, D.F.: Fondo de Cultura Económica

Schmidt. Welle (ed.), 2003: Ficciones y silencios fundacionales. Literaturas y culturas poscoloniales en América Latina (siglo XIX), Frankfurt am Main: Vervuert

Toribio Medina, José, 1960: La imprenta en Guatemala, Ciudad de Guatemala: Tipografía Nacional de Guatemala.


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