Franz Galich

¿Qué es un subalterno letrado?
Apuntes para aproximarse a la subalternidad letrada

Escritor guatemalteco-nicaragüense

fgalich@yahoo.es


Con la publicación de mi artículo “Desde el centro de la periferia de la periferia Reflexiones de un subalterno letrado” me surgió la inquietud de lo que significaba (o que se pudiera entender) el termino “subalterno letrado”.

De alguna manera la reflexión nació ante la exclamación de mi amigo Carlos Midence, un joven ya fogueado en estas lides literarias y culturales contemporáneas, después de quedarse pensando durante algunos segundos, como buscando en su mente el termino: “Está bueno eso de subalterno letrado”.

Bien. Consciente de lo subversivo del término (y lo aparentemente contradictorio), pienso que ante todo, es una actitud, consciente, de algunos intelectuales y escritores. Otros, por el contrario, no se dan cuenta de la realidad. O la ven muy clara pero prefieren hacer la del avestruz. Entonces, un subalterno letrado es aquel que se da cuenta que poseyendo un horizonte amplio de preparación académica o no, se ve impedido de lograr su realización plena creadora en su máxima capacidad. Este impedimento es producto, fundamentalmente, del atraso material (económico y científico-técnico) y la indolencia de los responsables de la dirección de las instituciones estatales y universitarias de los países víctimas del subdesarrollo.

El impedimento tiene formas concretas: la marginación y el silenciamiento, son algunas de estas prácticas que inducen a la formación del subalterno letrado. Hay otra, que es ominosa: el servilismo. Ambas conducen a lo mismo. Pero no son iguales.

Sin embargo, el subalterno letrado no nace por generación espontánea. ¿Entonces, cómo nace, como se llega al ser?

Hay mecanismos históricamente determinados y que operan en dos direcciones: desde adentro hacia fuera y viceversa; es decir desde los países subdesarrollados hacia ellos mismos y hacia los centros de poder y viceversa. Veamos: el que funciona desde adentro lo hace mediante un método muy simple pero efectivo: ignorando o halagando. Pero esa ignorancia o alabanza no es por razones económicas o sociales. A veces ni siquiera por ideología, aunque es un componente muy fuerte para la creación del subalterno letrado. Funciona simplemente por intereses. Intereses de los grupos ligados al poder. Si le sirve, trata de captarlo, si no le sirve, simplemente lo ignora. Esto ha sido así desde, por lo menos, la independencia. Después de ésta, la sociedad se vio envuelta en los vaivenes del poder. Los criollos encontraron su forma de expresión en el liberalismo y los peninsulares y sus descendientes, en el conservadurismo. Más tarde se confundieron uno con el otro tornándose los mismo hasta crear la babelocracia, donde las palabras perdieron todo su sentido y fueron tergiversadas por ellos, como la neo-lengua de Orwell en 1984. De tal modo que estos amos y señores de la babelocracia, marginan e ignoran a todo aquel intelectual que se atreve a cuestionar el estado de cosas.

El otro mecanismo que funciona desde adentro es cuando el intelectual se le compra con prebendas y/o halagos. Para el caso no importa si es inteligente o talentoso. Pero obviamente que estos amos de la babelocracia y de las periferias no están solos. Necesitan sus propios amos porque esa es su estirpe: el servilismo. ¿Pero quiénes son los amos de los amos? Estos son, por lo general invisibles, pero su poder y accionar son perfectamente visibles y tangibles. Pero para poder funcionar tiene siempre sus testaferros, que pueden serlo de manera consciente o inconsciente.

Es aquí donde entra en juego lo que nos preocupa: el saber y la marginación. Se dice que el saber es poder. Sin embargo en estos países nuestros eso no es cierto. Para tener acceso al poder no es necesario saber. Solo se necesitan agallas y sangre fría, muy fría.

El saber y el poder han sido determinados históricamente. Se han formado a partir de la particular visión que el uno ha tenido el otro. Es decir: la visión que del vencido, el conquistado, el explotado, el marginado ha tenido el vencedor, el conquistador, el explotador, el marginador. Los indios vieron en los españoles dioses. Los españoles vieron en los indios bestias Después el estrabismo lo corrigieron los indios; los españoles no. De allí surgio la conciencia de la explotación, la identidad y la lucha.

Pero aquel saber tuvo que ser legitimado, primero por los sabios, quienes fundaron las ciencias, luego por las universidades. Hoy en día el saber se legitima, en nuestros países, en las universidades. En los centros de poder, en las universidades y en los institutos, públicos o secretos. De las universidades de los centros de poder surgen las visiones acerca de los otros. Casi siempre en estas universidades se reproducen las antiguas luchas entre la ciencia liberal y la ciencia conservadora. Sin embargo, pese a todas las buenas intenciones y a las luchas liberadas por varios académicos, se continua estudiándonos y se nos sigue la pista como a extraños personajes del realismo mágico o de lo real maravilloso, como individuo que nos podemos transformar –pero no formar–, en coyotes (Hombres de maíz) o en lobos (El reino de este mundo); es decir, se nos ve como indios o negros. Por lo tanto, no podemos crear conocimiento. No somos sujetos de conocimiento, sólo objeto de este.

A causa de esa fuerza alienadora la visión estrabica que corrigieron los indios en el tiempo de la conquista se ha vuelto a distorsionar ya hace muchos años. Nos vemos en el espejo y no reconocemos nuestra imagen, no somos ella, es fea, por lo tanto falsa. A eso nos han conducido. Entonces volvemos la vista a otro espejo, buscando reconocernos en el otro y como Narciso, vamos tras la otra imagen, hasta ahogarnos. O como el tío coyote, que en el fondo del estanque vemos el queso (la luna) y para poder comérnoslo, empezamos a beber y beber, hasta reventar y quedar sin nada. Sin el otro y si nosotros. Sin conocimiento y sin identidad.

Miles de intelectuales latinoamericanos y cientos de centroamericanos, poseen un cúmulo enorme de conocimientos (información), legitimados o no por universidades y democratizado, primero por la imprenta y ahora por la Internet. Sin embargo, las manos invisibles de los mega poderes globales y los micro poderes regionales, nacionales y/o universitarios, que imitan a los mega poderes, hacen que su voz y pluma (aunque no siempre lo logran), enmudezcan. Los ahogan marginándolos. No hay interés por el conocimiento y la acción que nos pueda conducir de una vez por todas a encontrar el camino de la redención.

Se hace tal vacío que el intelectual de todos los niveles (exceptuando, claro está, a aquellos que hunden la cabeza como el avestruz), empiezan a creer que están de sobra en su sociedad. Se les crea el desanimo, la apatía, la duda y finalmente el resentimiento contra lo que en una época pudo haber sido el motivo de su vida. Lo más que logran es sobrevivir dando clases mediocres (porque el medio ha sido moldeado así), en universidades o en trabajos que muchas veces nada tienen que ver con el intelecto.

De esta manera es como las manos invisibles crean al subalterno letrado. Sin embargo, como el Caliban de Retamar, algunos son conscientes y luchan por crear instrumentos de conocimiento propio. Estas y otras cosas (como los medios de expresión y las editoriales) que no logro ver con claridad son las que hacen al subalterno letrado.

© Franz Galich


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