Gabriela Baeza Ventura y Marc Zimmerman

Prefacio

LACASA—MCL—University of Houston

gbventura@uh.edu / mzimmerman@uh.edu

 

Notas

En los años recientes Centroamérica ha experimentado transformaciones radicales marcadas por una nueva era política, la cual ha surgido como producto de la participación de estos países en los procesos de democratización y de integración de Centroamérica en el nuevo orden mundial. Estas transformaciones han requerido nuevas estructuras, y es posible detectar una nueva fase en el desarrollo de futuras investigaciones.

Obviamente, la nueva fase se inicia al final de la Guerra Fría, marcada por Esquipulas II y la derrota de los sandinistas en 1989, y se ha intensificado dentro de las transformaciones socio-económicas y políticas que afectaron y continúan impactando la zona centroamericana durante el periodo de transición hacia la globalización, transnacionalización y democratización neo-liberal. Los revolucionarios de los setenta y ochenta lucharon en contra de estas tendencias; su fracaso implicó el fin de la oposición política a la transición, pero las luchas de estos años implicaron que Centroamérica perdió tiempo y oportunidad, y quedó detrás de otras regiones latinoamericanas. Además, el retroceso económico, en muchos casos, se acompañó de procesos de desarticulación o fragmentación cultural que en sí implican más dificultades en la transición. Bajo estas condiciones, los países y pueblos centroamericanos han necesitado una nueva infusión de estudio y teorización para ayudar a entender (y actuar de acuerdo con) la situación centroamericana en el nuevo orden. Particularmente se ha necesitado un cuerpo teórico para explorar las relaciones globales, regionales y locales entre procesos socio-económicos y culturales en relación con procesos políticos que tienen que ver con “regime change” (cambios de régimen) y transformaciones de la sociedad civil en lo que unos llaman el nuevo “imperio” y que el grupo LACASA ha denominado, “el nuevo desorden mundial” (cf. Piazza y Zimmerman 1998; también ver la “Introducción” y el ensayo de Browitt en esta colección).

Sin embargo, el intento por establecer un marco teórico para entender lo que ha sucedido y puede suceder en Centroamérica está marcado por ciertas ironías y dificultades particulares. Primero, algunas de las preguntas y contradicciones primordiales que iniciaron el movimiento de estudios culturales latinoamericano surge del área centroamericana en su periodo de guerra y conflicto armado. Por otro lado, una falta sobresaliente en la construcción de teoría contemporánea sobre Latinoamérica ha sido una perspectiva de una de las zonas principales cuyas fallas revolucionarias dieron paso a una nueva era socio política e ideológica que sin duda influyó muchísimo en la teoría postmarxista cuando la atención giró en torno a las crisis de los nuevos procesos de democratización y las nuevas luchas en México, Perú, Venezuela, Colombia y otros países.

Los movimientos revolucionarios de Centroamérica de los años setenta y ochenta aumentaron directamente como respuesta a la imposición del modelo de agro-exportación y a la iniciativa por expandir las economías por medio de la integración en los años de la Guerra Fría y la Alianza de Progreso. Después vino la reacción de los sectores medios, de trabajadores y grupos indígenas a quienes se les impusieron formas desiguales de modernización. El fracaso de la oposición de izquierda se tradujo a la consolidación de una subordinación renovada, en función, ahora de los intentos por revivir el comercio en común de la zona e incrementar el crecimiento de maquiladoras y otras formas de organización en la transnacionalización fragmentada de labor y consumo para darle una nueva articulación con NAFTA y otras prácticas neoliberales emergentes de comercio y otros tratados. El problema, bien puede ser, como en el caso de México, que otras partes del mundo ya habían tomado zonas de comercio lógicas de Centroamérica para la exportación de materia prima y bienes cuyo costo de producción hizo que el área no entrara en la competencia de un mercado global.

Los problemas constantes en Centroamérica son asuntos de ajuste en la era de posguerra. Ahora las naciones que cuentan con infraestructuras débiles a causa de las guerras, están tambaleándose en las estelas de los huracanes y conflictos internos que los llevan a otro nivel de necesidad. El periodo de posguerra significa que la continúa migración hacia afuera, aunque la migración de regreso ocupa un papel principal que involucra transformaciones internas así como transformaciones en las zonas típicas de la migración hacia afuera. Costa Rica pronto se está convirtiendo en Nicarica o Costaragua. Entre los guanacos que regresan están los cholos de East L.A., quienes hicieron del centro de San Salvador una zona de guerra postmoderna. El dinero de la migración transforma hogares, vecindades y aspiraciones. El narco-capitalismo está aumentando. Mientras tanto, desde el huracán, la migración hondureña a los Estados Unidos ha empezado a rivalizar a la salvadoreña y guatemalteca. Y nos encontramos ante la situación en donde los procesos sociales, políticos, culturales y naturales se han unido para frenar al avance de Centroamérica dentro del juego de la globalización.

Nuestra colección da testimonio a un periodo marcado por la caída de las macro-narrativas revolucionarias, y los discursos sobre la nación; los artículos incluidos presentan cambios radicales en varias áreas: la economía, la sociedad y la cultura centroamericanas. Además, los artículos retoman las caídas de los discursos revolucionarios y las ilusiones en las transformaciones radicales que estos enunciaban como parte de los procesos revolucionarios, y el derrumbe de los análisis de estos procesos por intelectuales progresistas. Sin embargo, su énfasis principal está en los nuevos procesos que hacen posible y necesario el desarrollo del campo de estudios culturales centroamericanos. El análisis de estos y otros fenómenos requieren una amplia gama de teoría donde los avances de estudios culturales latinoamericanos juegan un papel principal. Ya existe una tradición dentro de Centroamérica para proporcionar la base para avances futuros (pensamos en Severo Martínez Pelayo y Roberto Castillo en Guatemala, Sergio Ramírez en Nicaragua —y figuras principales en cada país de la región). Sin embargo, se requiere mucho para constituir un marco completo para los estudios centroamericanos de hoy y mañana. Esta colección es sólo el principio.

Los ensayos que aquí se incluyen exploran los modelos teóricos pasados y actuales mientras rastrean fenómenos múltiples que son parte de una realidad entera del arte, la literatura y la vida contemporánea centroamericana. El lector inmediatamente se percatará que la colección es desigual e involucra distintas visiones de los estudios culturales y su relación con la economía política por un lado, y de estudios literarios, por otro. Esto no debe sorprendernos ya que muchos de los contribuyentes viven en Estados Unidos y allí la mayoría de estudios latinoamericanos surgen de la literatura y de las humanidades. También les será obvio que muchos de los estudios incluidos no escapan del diagnosis que Jeffrey Browitt señala en uno de los teóricos culturales centroamericanos más importantes, Sergio Ramírez, cuyo trabajo seminal está marcada en parte por su propio sobre énfasis en modelos literarios que emanan de su pasión como novelista y “hombre de letras” puntualizado lo que John Beverley denomina como arielismo y que, siguiendo a Aníbal Quijano y Walter Mignolo, podríamos considerar una instancia de “colonialidad de poder”. Otros padecen el mismo problema.

Por ejemplo, cuando Ana Patricia Rodríguez nos hace un perfil de la contribución de Rafael Molina Cuevas a los estudios culturales centroamericanos, ella ve la necesidad de añadir una discusión (valiosa sin duda) de textos literarios; y Nicasio Urbina, después de empezar con una exposición clara y útil de la sociología cultural de Pierre Bourdieu, se concentra más en cuestiones de géneros literarios --hasta llegar a la poesía de Pablo Antonio Cuadra— en vez de explorar plenamente las perspectivas de los escritores sobre las fallas de los sandinistas. Claro, hay aquellos que dirían que Marc Zimmerman pierde su enfoque (como Giaconda Belli lo hace en contar con tanto detalle exagerado su encuentro con Fidel Castro) sobre las cuestiones de estudios culturales para vengarse de David Stoll. Pero, tal vez todos los problemas de esta índole deben merecer unos estudios culturales para indicar cómo la historia personal y profesional local tanto como global puede afectar los discursos y sus estructuras más profundas.

La colección empieza con una introducción que indica la ruptura entre el pensamiento marxista y las teorías de Ernesto Laclau, Stuart Hall y los subalternistas latinoamericanos con respecto al pensamiento sobre el quehacer cultural centroamericano en su relación con la política regional y latinoamericana. Después, los artículos se agrupan en seis secciones. “Legados de los tiempos de guerra”, “Los ensayistas y los estudios culturales centroamericanos”, “Estudios culturales centroamericanos en la coyuntura actual”, “Oralidad, testimonio, arte y ‘performance’ en Centroamérica”, “Libros y la producción literaria en los estudios culturales centroamericanos”, y “Un caso particular: La literatura salvadoreña y sus conexiones regionales”.

En la primera sección, “Legados de los tiempos de guerra”, Erick Blandón, un participante en el sector cultural de la Revolución sandinista, hace un estudio de género sobre un carnaval local, El Torovenado, usando la teoría carnavalesca contemporánea y sobre todo, el libro seminal de Roger Lancaster, Life is Hard (1993) para entender y criticar las relaciones entre actitudes sexuales y políticos y su rol en las dificultades nicaragüenses durante, pero también antes y después del sandinismo. Blandón quiere demostrar la diferencia “entre un discurso oral surgido de la multitud, donde no hay cabida para el horror de la abyección, y un texto impregnado de los valores epistémico-religiosos, ajenos al grupo social que le dio origen, como es el caso de El Güegüense cuya genealogía se remonta a la cultura oral precolombina, pero que hoy conocemos como discurso escrito, debido al remake a que fue sometido por los criollos durante la colonia”. Un escritor brillante sobre la vida de los pobres urbanos, Philippe Bourgois en su estudio sobre la violencia en tiempos de guerra y paz en El Salvador destaca “the ways political terror and repression become embedded in daily interactions that normalize interpersonal brutality in a dynamic of everyday violence” comprobando que las trampas de la violencia simbólica crean recriminación y vergüenza mutual que oscurece el rol de la estructura de poder y propone que el desafío de la etnografía es el destacar “the causal chains and gendered linkages in the continuum of violence that buttresses inequality in the post-Cold War era”. Desde su punto de vista en Tijuana, Baja California, Juan Carlos Narváez Gutiérrez traza una serie de ideas que tratan el fenómeno de migración internacional de jóvenes salvadoreños hacia Estados Unidos, específicamente a Los Ángeles, California, donde se “caracterizan por formar parte de lo que podría llamarse hoy una organización juvenil transnacional, o pandilla transnacional: La Mara Salvatrucha Trece o por sus siglas MS13”.

Jeffrey Browitt encabeza la segunda sección, “Los ensayistas y los estudios culturales centroamericanos”, con un estudio sobre Sergio Ramírez que se ocupa de hacer una “genealogía del pensamiento sobre la cultura en Ramírez (y por extensión en la revolución sandinista) con el fin de ilustrar tanto los problemas de este amor perdido como el bajón que ha sufrido la literatura, concebida ésta anteriormente como pieza clave y mediadora entre el estado y las clases populares en el proyecto revolucionario. La independencia cultural, la movilización de la cultura para legitimizar el estado y la función social del intelectual-artista, son temas relevantes”. Nicasio Urbina en “Las memorias y las autobiografías como bienes culturales de consumo”, analiza el valor de las memorias y las autobiografías dentro del consumo cultural. Rafael Lara-Martínez, por su parte, presenta un estudio sobre Francisco Andrés Escobar y su visión del poeta nacional salvadoreño, Alfredo Espino, para esclarecer la problemática entre el comentario racional extranjero y la práctica literaria nacional con el fin de comprobar la importancia de “la celebración del terruño” que “supone un movimiento de resistencia pasivo y de estabilidad”. Breny Mendoza revisa críticamente los escritos recientes de tres ensayistas hondureños, la psicóloga social Rocío Tábora, y los historiadores Marvin Barahona y Darío A. Euraque, quienes escriben sobre el carácter excluyente del discurso del mestizaje en Honduras —asunto importante en el desarrollo de un marco más adecuado para el estudio de asuntos nacionales y regionales en el tiempo de “culturas híbridas”.

En la tercera parte, “Estudios culturales centroamericanos en la coyuntura actual”, Ana Patricia Rodríguez, propone que una de las tendencias dentro de la producción cultural centroamericana en la era neoliberalista es de la creación de un istmo --una labor que no es fácil ya que “there is no starting from scratch, since Central America was indelibly marked by the recent wars and continues to be defaced by the onslaught of neoliberal programs throughout the region” por lo que “a brand of Central American literature has produced under the pressure of neoliberal economic programs has generated a regional isthmian imaginary of devastation, decay, and depletion of resources.” Unos de los líderes del grupo subalterno y por muchos años un participante desde lejos en muchas cuestiones centroamericanas (ver sobre todo su libro con Marc Zimmerman), John Beverley presenta dos alternativas para el futuro de estudios culturales centroamericanos tomando como fecha de partida el 11 de septiembre estadounidense y utilizando La articulación de las diferencias o el syndrome de Maximon de Mario Roberto Morales y Barroco descalzo de Erick Blandón para puntualizar sus observaciones. Por una parte es un ensayo sobre dos estudiantes de Beverley mismo; pero para Beverley, es una oportunidad de pensar en categorías amplias (y todavía subalternas) sobre los procesos culturales centroamericanos y la manera de pensar a estos.

De Silvie Durán incluimos su artículo “Redes culturales en Centroamérica” sobre la fundación del Programa InCorpore. En este artículo, Durán puntualiza la formación de nuevos grupos y actores en el mundo artístico centroamericano y su lucha civil, a fin de cuentas política, para construir conexiones sólidas que las dejan maximizar sus posibilidades en el tiempo neo-liberal. “Nuestro quehacer,” dice Durán, “tiene una razón de ser muy precisa: no desaparecer. Esta es una manera de plantearles sintética y simplificadamente el problema del sector autónomo cultural en Centroamérica y de nuestras producciones culturales en general, así como la importancia de las redes en nuestro contexto”.

Un investigador urbano de gran trayectoria, Mario Lungo colabora con Roxana Martel, una profesora de letras, en analizar a la ciudadanía social y la violencia en Centroamérica con el fin de encontrar métodos que ayuden a reducir la violencia tomando en cuenta que aunque el proceso de globalización introduzca “condicionantes comunes en las mediaciones entre los individuos y las comunidades, en la transformación de las identidades urbanas y en la relación entre lo público y lo privado en las sociedades urbanas centroamericanas”, nos encontramos “ante un universo homogéneo”, que debe “incorporar en el análisis de la relación entre ciudadanía social y violencia urbana tanto los factores nacionales y locales, como los factores que genera la creciente transnacionalización de las sociedades centroamericanas, y las contradicciones entre ambos”.

Unas de las investigadoras más importantes de la inmigración centroamericana a los Estados Unidos, Cecilia Menjívar en “Religious Institutions and Transnationalism: A Case Study of Catholic and Evangelical Salvadoran Immigrants” examina la labor iglesias católicas y evangélicas para trazar su influencia en la formación de lazos entre migrantes salvadoreños y sus comunidades en El Salvador. Esta sección clave concluye con el trabajo de Eva Kalny, “El dios de la lluvia está enojado con la OMC: Los pueblos indígenas y el uso de sus símbolos en las actividades contra la globalización neoliberal” donde comenta la manipulación de los símbolos indígenas dentro del contexto de la globalización. Aquí, en esta conferencia caribeña estamos enfrentando los asuntos más al día y su relación con cuestiones centrales para la región y el mundo. De hecho, cuestiones de teoría general, de ciudades, de inmigración transnacional y los efectos de la globalización sobre asuntos de etnia y identidad son claves en la constitución de estudios culturales centroamericanos y lo que puede ofrecer este campo a los centroamericanos y a todos.

La cuarta sección, “Oralidad, testimonio, arte y ‘performance’ en Centroamérica”, la encabeza Erick Aguirre Aragón con “Tradición oral y representación literaria (El mito nicaragüense de la Carreta Nagua)” cuyo propósito fundamental es establecer “la forma en que los elementos punitivos, terroríficos, morales y religiosos de dominación impuestos por la colonia, combinados con su dramática prolongación postcolonial y con otros factores que forzaron la “invisibilización” del retrato indígena en favor del mestizo o ladino durante los primeros periodos postcoloniales, incidieron determinantemente en el imaginario colectivo nicaragüense y en su cultura “popular”, para adecuarse convenientemente a los modelos de dominación postcolonial, que de alguna manera se reflejan en las versiones literarias del mito escritas por los autores de narrativa contemporáneos”. Sin pretender la última palabra sobre el asunto, Marc Zimmerman en “Menchú, Stoll, narrativa subalterna y verdad testimonial” añade su versión del debate Menchú / Stoll a la discusión internacional, y trata de indicar la manera en que la famosa controversia afecta los estudios culturales centroamericanos. Para Zimmerman, la verdad clave del testimonio de Menchú reside precisamente en sus distorsiones como indicaciones de la fuerza de colonialidad en el discurso indígena y subalterno en Centroamérica.

Aunque no articula una perspectiva teórica, Roberto Castillo en “Velásquez desde las voces” presenta una especie de reseña del libro Velásquez: el hombre y su arte sobre José Antonio Velásquez, uno de los maestros de la pintura primitivista de Honduras, indicando sobre todo de cómo un artista puede dar “voz” a los subalternos de los campos centroamericanos. Finalmente, Ana Patricia Rodríguez en “Second Hand Identities: The Autoethnographic Performances of Quique Avilés and Leticia Hernández-Linares” explora la construcción de identidades salvadoreñas en Estados Unidos en los monólogos de dos jóvenes salvadoreños cuyas obras se nutren de prácticas transnacionales entre Estados Unidos y Centroamérica.

Jill Robbins con “Neocolonialism, Neoliberalism, and National Identities: The Spanish Publishing Crisis and the Marketing of Central America” encabeza la cuarta sección, “Libros y la producción literaria en los estudios culturales centroamericanos”. En su artículo discute las repercusiones de la publicación de libros centroamericanos en y por casas editoriales en España. De acuerdo con Robbins, la nueva situación señala que la internacionalización de las editoriales simboliza la entrada de España en la comunidad europea y implica un rechazo de las culturas tercer-mundistas de América Latina a favor de una identificación con las economías, culturas y gobiernos de Europa. Esta reacción española —resiste pero también da la bienvenida a la globalización-- la nostalgia por la colonización económica y el rechazo de América Latina —ha afectado profundamente cuáles obras latinoamericanas y centroamericanos han sido publicadas y comercializadas en España y América Latina por los conglomerados multinacionales, tanto como cuáles obras y autores reciben premios literarios en España. Además, añadiríamos, lo que los autores locales decidan escribir —incluso el abandono de temas y yerga local en nombre de un estilo más “cosmopolita e internacional”.

El novelista y crítico guatemalteco Arturo Arias es quien más trata de aplicar dimensiones de estudios culturales (y en particular García Canclini). En “La literariedad, la problemática étnica y la articulación de discursos nacionales en Centroamérica” se propone explorar “cómo la literariedad adquiere valor en Centroamérica como geografía simbólica de un trauma de naturaleza local”, para intentar “circunscribir los mecanismos nacidos de rupturas traumáticas como elementos que articulan formulaciones discursivas de naturaleza contraria al discurso hegemonizador”. Arias enfatiza las cuestiones que la globalización generalmente niega: lo étnico, lo indígena en la nueva literatura centroamericana; toma la oportunidad de criticar lo que para él es una apropiación errónea del pensamiento de García Canclini que se halla en los escritos recientes sobre identidades indígenas (o híbridas) de Mario Roberto Morales.

Werner Mackenbach en “Después de los pos-ismos: ¿desde qué categorías pensamos las literaturas centroamericanas contemporáneas?” invita a encontrar nuevas categorías para la literatura centroamericana así como a evaluar las que se siguen utilizando. Concluye esta sección Claudia Ferman con “Del post-trabajo a la post-literatura: Los nuevos crueles en la narrativa centroamericana reciente” en donde introduce el concepto de post-trabajo para analizar los textos que se encuentran en las antologías McOndo compilada por Albero Fuguet y Sergio Gómez y Líneas Aéreas compilada por Eduardo Becerra. Estos dos artículos “post” se juntan con los de Robbins y Arias para indicar por lo menos unas direcciones claves de la crítica y la escritura centroamericana en el nuevo milenio, claro en el contexto de los estudios culturales en la edad de globalización.

En la sexta, y última sección, “Un caso particular: La literatura salvadoreña y sus conexiones regionales”, figuran textos que trazan la historia moderna de una literatura nacional en un tiempo post o transnacional Con “Convergencias disciplinarias y solidaridades letradas translocales: ‘Indios Modernos’ y literatura costumbrista: el caso de Salarrué”, Ileana Rodríguez, unas de las fundadores del grupo Subalterno y unas de las investigadores de la literatura centroamericana más destacada, discute las convergencias disciplinarias de naturalistas, geógrafos, etno-historiadores y productores de ficción en el siglo 19, y expone las solidaridades letradas translocales en la formación de los regímenes de subjetividades étnicas tomando como eje central la subjetivación del “Indio Moderno” en la literatura costumbrista de Salarrué”. Beatriz Cortez en su artículo “La estética pasional en la poesía de Roque Dalton, Róger Lindo y Miguel Huezo Mixco” explora “la memoria y el olvido, no sólo como fenómenos pasionales, sino como derechos naturales que tienen los cuerpos y los individuos” en la obra poética de Roque Dalton, Róger Lindo y Miguel Huezo Mixco en la que se propone “trazar los límites de la memoria y también los límites del olvido que van marcados por los deseos del individuo: el deseo de sobrevivir, el deseo de ser libre como el viento, el deseo de amar, el deseo de abandonarlo todo y de partir. Mi propuesta es que en la posguerra el rumbo del individuo está marcado por motivos pasionales”. Sheila Candelario en “Violencia, globalización y literatura: O el dilema del Eterno Retorno en El Salvador” hace un análisis discursivo de Horacio Castellanos Moya, Rafael Mejívar Ochoa y Claudia Hernández, “partiendo de estructuras donde la violencia es multidimensionalmente híbrida en el imaginario socio-cultural actual de El Salvador”. Descubre que en ese análisis la violencia, “en todas sus manifestaciones, se ve como una constante histórico-existencial vacua de memoria, en un transitar cíclico donde su esencia trasmutada es definida por circunstancias dictadas actualmente por la globalización”. Linda Craft intenta en “Stories of the Pos-guerra: Alone in Jacinta Escudos's ‘Zoo-ciety’” dar voz a las salvadoreñas quienes permanecen sin voz aun después de la tradición testimonial propia de Centroamérica en tiempos de Guerra.

Como este resumen indica, muchos de los ensayos incluidos no incorporan elaboraciones específicas de estudios culturales contemporáneos y de hecho no siguen modelos consistentes. Además, las temáticas fundamentales, sobre todo las que conciernen al caribe centroamericano en Belice y Panamá, así como los pueblos costeros de Livingston, Guatemala, Bluefields, Nicaragua y Puerto Limón, Costa Rica, no se incluyen. Tenemos un ensayo sobre género, pero poco sobre cuestiones feministas —a pesar de las muchas mujeres ensayistas representadas. No obstante, lo que surge es un texto transnacional con muchas aportaciones importantes, pero sin una cobertura comprensiva o una perspectiva teórica coherente de Centroamérica. Tal es la suerte de muchas colecciones como ésta. Sin embargo, hay mucho de valor en cada artículo, y algunos son muy vanguardistas, “state of the art” o “cutting edge”, por lo que, al final, sin duda, la colección nos proporciona una buena base para trabajo futuro.

Marc Zimmerman agradece a Mary Addis por haberlo instado a desarrollar esta edición, y a Werner Mackenbach por su apoyo editorial. Con Gabriela Baeza Ventura agradecemos a Miguel Bustamante Tristán la traducción del ensayo sobre Rigoberta Menchú y otra ayuda editorial. Finalmente queremos reconocer a todos los que participan en el Latin American / Latino Cultural Activities and Studies Arena (LACASA) por su apoyo en este cuarto proyecto de publicación de estudios culturales.1

© Gabriela Baeza Ventura y Marc Zimmerman


Notas

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vuelve 1. Tomos previos de LACASA son: Michael Piazza y Marc Zimmerman, eds. New World [Dis] Orders and Peripheral Strains: Specifying Cultural Dimensions in Latino and Latin American Studies. Chicago. MARCH/Abrazo Press, 1998; Luis Felipe Díaz y Marc Zimmerman, eds. Globalización, nación, postmodernidad. Estudios culturales puertorriqueños. San Juan, Puerto Rico. Editorial LACASA Puerto Rico, 2001; y Patricio Navia y Marc Zimmerman, eds. Ciudades latinoamericanas en el nuevo [des]orden mundial. Siglo XXI, editors/LACASA. 2003. Otros tomos aparecerán en el futuro próximo como parte de la nueva fase de LACASA ya como parte de la iniciativa, Comparative, Critical and Cultural Studies (CCC) del Department of Modern and Classical Languages en la University of Houston.


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