Claudia Ferman

Del post-trabajo a la post-literatura: Los nuevos crueles en la narrativa centroamericana reciente

  University of Richmond

cferman@richmond.edu

Notas*Obras citadas

Me interesa aquí proponer y discutir un concepto con el que se puede hoy describir importantes fenómenos de las sociedades latinoamericanas, y sin duda, de las sociedades centroamericanas. Esta noción no está presupuesta cuando se habla de postmodernidad ni cuando se habla de globalización, aunque muchos otros aspectos del estadio de nuestras culturas se entiendan cuando usamos estos términos. Una vez hecha la presentación y discusión de este concepto, me interesa proponerla como categoría de análisis literario.

Parafraseando a María Milagros López, que estudiaba específicamente la comunidad de Puerto Rico, podríamos afirmar que las sociedades latinoamericanas están hoy “en el proceso de convertirse en sociedades post-trabajo”. Traduzco la definición de López:

Este fenómeno [la sociedad post-trabajo] que ha podido ser detectada desde por lo menos la mitad de los años 60 y que todavía no ha concluido, estimula la emergencia de modos de vida que no presuponen la centralidad del trabajo, o del aparato reproductor que sostiene el trabajo, para los individuos, las familias y las comunidades (López 165)

Esta definición, que para López correspondía a un fenómeno bien localizado de la sociedad portorriqueña, y que se originaba en la particular relación de dependencia política que la isla mantiene con los EEUU, es hoy la forma socio-económica-cultural en la que se expresa la globalización en importantes sectores de las sociedades latinoamericanas.

López caracteriza la sociedad portorriqueña como una sociedad de “dos velocidades”, que si bien ha venido experimentando una subproletarización en su conjunto, es decir, en todas sus clases sociales, lo ha hecho de modos ciertamente diferenciados. Mientras que para las clases medias se estarían cerrando las oportunidades de movilidad características del período de la posguerra que se abre en la década del 50, en el conjunto social se estaría verificando un abaratamiento de la calidad de vida, una pérdida de los valores y de los modos tradicionales de la “portorriqueñidad” que habitualmente se asocian con los tiempos preindustriales, y, al mismo tiempo, una generalización de la criminalidad. (López 166)

Es en este contexto en el que López reconoce las condiciones para la emergencia de “subjetividades postmodernas”; es decir, en el interior de los procesos de acomodación y resistencia, se constituye una subjetividad cuyo reclamo de derechos, necesidades, placeres, dignidad personal y autovaloración están fuera de la estructura del trabajo asalariado. Éste constituye el dominio del “lumpen-proletariado, el supernumerario y los desclasados”, que si para la reflexión marxista tradicional resultaba un escollo al progreso revolucionario, hoy entraña mayorías cuya masividad difícilmente admita el análisis desde la variante materialista.

Esta condición de la “desmodernidad” para López no puede reducirse a una reflexión que “psicologiza” la imposibilidad del trabajo asalariado o la no-pertenencia al régimen industrial del trabajo. Con esta crítica, López busca invalidar la categoría de “la cultura de la pobreza”, y las explicaciones descriptivas al hacinamiento, el embarazo de adolescentes, el desempleo crónico, etc., bajo categorías como: a) la imposibilidad de posponer la gratificación, b) una supuesta excesiva fijación en el presente, y c) el narcisismo. Este rechazo a la psicologización que propone López podría hoy ser leído como una postura crítica y estética. Por medio de esta nueva postura crítica y/o estética se abandonaría la visión que hace hincapié en la descripción del fracaso, la carencia, o la decadencia; es decir, aquella visión que hace que los colapsos económico-políticos de, por ejemplo, las sociedades centroamericanas, deba leerse como colapso moral, pérdida de los valores, y en el campo de la producción literaria, en des-literatura, o en el mejor de los casos, en una ausencia de literatura. Resultaría entonces necesario encontrar otra plataforma crítica, despojada de la tenacidad deontológica propia del hispanismo de raigambre católica y peninsular, o del fundamentalismo protestante. Desde ese otro lugar, la presente cultura no se miraría como un déficit, como un lapso entre las culturas modernas de los proyectos nacionales establecidos en el siglo XIX, sino como un sistema estético y conceptual que da cuenta del contexto histórico y constituye su respuesta. Desde una postura de estas características, el discurso punitivo contra la otredad social y política (la mujer, el niño o el adolescente, el indígena, etc.) se desactiva y se hace críticamente insuficiente. Del mismo modo se desactivarían la conceptualizaciones moralizantes con las que se abordan a veces las estéticas asociadas a la sexualidad, así como un cierto modo de pensar el lugar del erotismo en la literatura, en las líricas urbanas, o en el discurso cinematográfico.

Para dar materialidad específica a este modelo de las sociedades post-trabajo en Latinoamérica voy a referirme a tres de las variantes económico-sociales que adquiere este modelo: 1) la “economía del círculo perverso”; 2) la “agricultura sin agricultores”; y 3)“el modelo maquiladora”.1 Esta diversidad de formas económicas en el interior del modelo ilustra el hecho de que no estamos frente a una simple crisis del modelo de desarrollo moderno para Latinoamérica, ni de un “estado” de la economía capitalista dependiente, sino que estamos frente a otro modelo de mundo, en el que las estructuras económicas y políticas funcionan con otras lógicas y dinámicas que las de los pasados capitalismos nacionales y sus modernidades incompletas.

La primera variante de las economías latinoamericanas del post-trabajo que me interesa presentar es lo que podría denominarse “la economía del círculo perverso”. Este modelo tiene alta vigencia hoy en México como resultado del Tratado de Libre Comercio, o NAFTA, así como en gran parte de Centroamérica, y se consolidará en todo el área mesoamericana si se concreta CAFTA o el ALCA.2 La economía del círculo perverso comienza con la apertura de las fronteras mexicanas a la producción agroindustrial norteamericana, profusamente subsidiada en los EEUU. El mecanismo se sigue con la caída del apoyo estatal a la producción agrícola en México, lo que magnifica las diferencias de competitividad entre los productos de ambos países, con la consiguiente caída de la producción mexicana. Esto deviene en la necesidad del campesino mexicano de emigrar para encontrar un trabajo que se le niega en su país. Este campesino, por lo general indocumentado, trabaja en los EEUU en condiciones “absolutamente desventajosas”, lo que multiplica la productividad de esas industrias en el Norte. El círculo perverso se completa con el envío de “remesas” que “sirven para mantener la reproducción de una fuerza de trabajo [...] sin ningún costo para su gobierno ni para el gobierno de México, sino sólo para los migrantes”.3

La segunda variante que quiero proponer es el modelo “agricultura sin agricultores”. Este modelo resulta de la transformación de un campo con unidades de producción altamente diversificadas, con empresas de pequeños agricultores, conformación que permite exportar lo que se consume y que por lo tanto garantiza un consumo alimentario interno diversificado, al modelo de producción para la exportación, que desaloja a los agricultores junto con la variedad productiva “debido a la gran concentración de tierras que esta tecnología provoca”.4 Este es el caso hoy de Argentina, que ha sido llamado “el negocio del hambre”,5 y que consiste en la transformación de un sistema agrícola basado en la diversidad de la producción, a un sistema de monocultivo (en este caso, la soja). Este sistema permite satisfacer las necesidades de un comprador (en este caso, EEUU) que tiene importantes intereses relacionados con la producción de ese grano, pero no da respuestas a las necesidades económicas ni alimentarias de las localidades donde se efectiviza la producción.6 Este modelo es relativamente reciente para la Argentina y su descripción aquí no pretende dar cuenta del conjunto de procesos de desarticulación de la producción local en ese país, procesos que como es bien sabido se originan con el plan de Martínez de Hoz que inaugura su vigencia con el golpe de estado de 1976. La descripción de este modelo quiere indicar una de las formas más recientes que la producción globalizada está adquiriendo en la región latinoamericana y la peligrosa asociación de estas nuevas modalidades con los proyectos de integración para el área (ALCA).

En cuanto al “modelo maquiladora” (que prevalece en Puerto Rico, pero también en países centroamericanos), sus resultados han sido definidos por Emilio Pantojas como “una dependencia creciente en la importación de capital y un control externo de la economía que no tiene como prioridad la infraestructura económica local ni sus necesidades”. Pantojas llama a estas nuevas condiciones “economía capitalista-colonialista-pre-moderna-moderna-postmoderna”.7

Estos tres modelos de considerable impacto en el tejido social y político de las comunidades latinoamericanas que transitan el cambio de siglo constituyen un marco de referencia posible para discutir las nuevas formas expresivas culturales y literarias de la región. La categoría postrabajo no quiere proponerse como un modelo determinista centrado en las formas de la economía actual, pero sí busca identificar fenómenos de transformación masivos que se están efectivizando en la región para desactivar los análisis de excepcionalidad, o desvío de la norma del desarrollo (o del subdesarrollo) con los que habitualmente se considera las crisis post-violencia o post-dictadura que atraviesa la región. Estos mecanismos neocoloniales de vasto impacto describen algunas de las formas que adquieren estas sociedades post-trabajo, pero es el postrabajo como espacio cultural, como imaginario en construcción lo que me interesa describir y discutir aquí. Desde ese lugar analítico, propongo reflexionar una parte de la producción cultural latinoamericana, generando relaciones entre las distintas áreas de la región, y entre sus literaturas.

Las modalidades socio-culturales asociadas con estas condiciones económicas, y que estamos caracterizando como postrabajo, pueden describirse siguiendo la caracterización que hace López sobre el impacto de la reestructuración del capital global para la sociedad de Puerto Rico:

El espíritu de la época en el contexto de esta vasta reconversión económico-social es por supuesto complejo y polivalente. López señala para Puerto Rico “un profundo sentido del derecho a disfrutar de la vida a pesar de todo”, que constituye la escapatoria que permite “la supervivencia, la resistencia y el gozo bajo condiciones minimalistas”, el “A mí me matan pero yo gozo”8 (López 176). En Puerto Rico se estaría efectivizando entonces una vuelta irónica del turno postmoderno que podría aplicarse para toda Latinoamérica: todos tendemos ahora a formar parte de “la cultura de la pobreza”, y por ello es imprescindible encontrar nuevas narrativas de interpretación social que den cuenta de esta nueva realidad (López 182). Esta visión alternativa podría contribuir “al desplazamiento de los discursos punitivos acerca del trabajo o la lumpenización” (López 186). En términos literarios, estas nuevas formas críticas constituirían el marco para poder por fin ver en toda su dimensión y trascendencia las distintas expresiones culturales de la contemporaneidad postcolonial y neocolonial latinoamericana, enajenando toda clase de prejuicios (provenientes del modelo eurocéntrico hispanista) acerca de qué es la literatura y qué es el arte. Este movimiento ayudaría a desactivar el profundo compromiso que la academia ha mantenido tácita y explícitamente con los valores de la modernidad eurocéntrica, sea ya tradicionalista y jerárquica tanto como revolucionario-clasista.

La cultura emergente, más ciudadana que otra cosa, permea estas nuevas sociedades del post-trabajo, se instala en el imaginario e ingresa en variadas expresiones de la cultura. Siguiendo la reflexión de López sobre las nuevas subjetividades postrabajo, puede describirse este estadio de la cultura mediante las siguientes características (López 182-184):

El nomadismo económico-social que describe López (inestabilidad laboral como norma) puede asociarse, según mi concepto, con formas nómades de la cultura, y aun con una “escritura nómade”, categoría con la que he intentado describir nuevas respuestas literarias de la contemporaneidad latinoamericana.9 Con el término nómade me propongo describir las nuevas expresiones de la cultura que se desentienden de raigambres nacionales y genealogías ideológicas o formales que habían caracterizado una importante parte de la literatura del Boom y el Post-boom.10 El nomadismo cultural se verifica en el complejo sistema referencial supranacional que engloba rock, medios masivos, cine transnacional, Internet, etc., todo ello asociado a formas de supervivencia e identidad altamente transitorias. En términos literarios, en Latinoamérica ya se ha hecho explícita una narrativa que si bien ofrece una gran diversidad en su conjunto, presenta ciertos rasgos comunes que la identifican y que permiten realizar esta discusión. Se trata de textos que usan un lenguaje transnacional para retratar las sociedades de post-violencia; no se proponen en la tradición del realismo documental, ni tampoco en ninguna de las distintas versiones del “realismo mágico” que prevaleció en el pasado en una parte de la narrativa latinoamericana. La vicisitud del protagonista / narrador está en el centro, y la historia se cuenta por medio de un multifacético vocabulario de violencia: actos destructivos (asesinato, robo, uso de armas, violación); tratamiento vandálico del cuerpo (disección del cuerpo, mutilación, herida, exploración de la tolerancia y los límites del cuerpo, consumo de drogas, hiperestimulación, sexo masoquista y sádico, promiscuidad, escatología). La ciudad y el cuerpo humano constituyen los dos escenarios en los que se efectiviza esa lucha violenta. Se trata de épicas de anti-héroes, que se construyen con un vocabulario de actos violentos y deseo sexual polimorfo. Otra variante es la violencia angelical (o psicótica), una violencia condensada en su forma más pura, sin conexión con lógicas realistas. Sin embargo, ni crueldades ni denuncias anti-establishment suavizan el sarcasmo posutópico que se afirma en relatos de acontecimientos efímeros, con una escritura efímera que no quiere quedarse con las cosas ni en las cosas.

Los nuevos crueles: cuerpos violentos en la narrativa centroamericana reciente

En términos generales, el cambio de la narrativa que vamos a considerar aquí es de naturaleza y materialidad literaria, aunque pueda remitirse su razón de ser a otros cambios, los de la realidad, los del imaginario latinoamericano. Esta producción literaria se asienta en la identidad lingüística del castellano, aunque se despreocupa de afiliaciones nacionales o continentales. Los textos de esta nueva producción han atraído ya bastante atención en Europa, en donde se está hablando de la llegada de un “nuevo boom o, de forma más ingeniosa, de un boomerang (Becerra XV). Esta renovación está teniendo lugar en estrecha relación con un recambio generacional en los escritores. “La generación dudosa”, como han sido también llamados, se desentienden, sin demasiadas estridencias, de los grandes modelos de la literatura del siglo XX y se expresan en términos del nuevo orden de la globalidad.

. . . la moral walkman es 'una nueva generación literaria que es post-todo: post-modernismo, post-yuppie, post-comunismo, post-babyboom, post capa de ozono. Aquí no hay realismo mágico, hay realismo virtual. (Fuguet y Gómez 12, el énfasis es mío) 11

Estos textos hacen uso precisamente de esa intrincada red de referencias culturales y modelos narrativos característicos del escenario globalizado que ha permeado importantes segmentos del mundo latinoamericano. Los textos aluden al sistema de las películas de acción, al pop y al rock, y a la literatura de escritores como Charles Bukowski y Bret Easton Ellis. Indiscutiblemente urbanos, estos textos expresan la visión de las nuevas ciudades latinoamericanas, atravesadas por las poderosas tendencias económicas, políticas y culturales de la globalización y el postrabajo. La literatura a la que me estoy refiriendo constituye una clara “articulación” (en los términos que propone Arjun Appadurai)12 de las comunidades virtuales (translocales) que funcionan en el interior del escenario histórico (local). Estos textos dan cuenta lúcidamente de comunidades en crisis, atrapadas en una encrucijada: la necesidad de reconstrucción de las comunidades, devastadas por las guerras y las políticas de terror institucionalizadas, y, al mismo tiempo, la necesidad de competir para sobrevivir en el ahora mundo globalizado. Efectivamente, mientras se producía a través del globo lo que podemos llamar “reconversión global” (es decir, la presente fase de transformaciones económicas, políticas y sociales, que se asocian con los procesos de globalización de la producción de mercancías y del consumo, y con la innovación tecnológica), los países latinoamericanos sufrían una crítica erosión de las estructuras democráticas de sus sociedades y estados. Esta condición dejó a estas sociedades en precarias condiciones para enfrentar los rigurosos ajustes que estaban teniendo lugar internacionalmente.

Los textos que voy a considerar aquí del área centroamericana usan un lenguaje transnacional para retratar las sociedades de la post-violencia armada, sociedades cuyo tejido social ha sido profundamente afectado y que mantienen críticos estadios de violencia en el contexto del avance de los modelos neoliberales. Refiriéndose a la narrativa reciente en Uruguay, Ana Inés Larre Borges ha acuñado el término “estética de la crueldad” (Larre Borges, “Tiempos violentos…”), que bien puede aplicarse para describir una parte de la producción que aquí nos ocupa. Bajo este nombre podemos englobar una serie de expresiones / prácticas expresivas que se estructuran en torno a escenarios asociados con la violencia en sus más variadas expresiones. La importancia de esta narrativa reside en su habilidad para expresar la incontenible violencia generada por las sucesivas configuraciones políticas de opresión que estas sociedades han experimentado durante décadas de regímenes autoritarios y de violencia, así como la naturaleza decisivamente violenta de los resultados de la "reconversión global” que está teniendo lugar hoy en esas comunidades.

Los textos que voy a considerar fueron publicados en dos antologías. La primera, McOndo, 1996, compilada por los chilenos Alberto Fuguet y Sergio Gómez y publicada por Grijalbo Mondadori en Barcelona, constituye un verdadero manifiesto generacional. McOndo, que resulta más un gesto con un prólogo que una generación de autores o un cuerpo literario coherentes, incluye un solo cuento del área centroamericana: “Sólo hablamos de la lluvia” de Rodrigo Soto, un autor costarricense ya con varias publicaciones.13

La segunda antología, Líneas Aéreas, necesariamente deudora de McOndo, la publica en España la editorial Lengua de Trapo. Líneas Aéreas, compilado esta vez por un crítico, Eduardo Becerra, es un volumen de más de 600 páginas que se propone como “la guía de narradores hispanoamericanos para el siglo XXI”.14 La colección incluye un excelente prólogo en donde Becerra plantea algunos lineamientos básicos acerca de esta narrativa. En las últimas líneas del prólogo y en relación con la novedad de esta producción, Becerra puntualiza “el progresivo afianzamiento de las letras centroamericanas, que parecen desvincularse de la urgencia con la que, debido a su devenir histórico, se abordaba la creación” (XXV) en obvia alusión a la distancia que exhibe esta literatura de realismos o naturalismos documentales. A diferencia de McOndo (MO), Líneas Aéreas (LA) incluye un autor de cada uno de los países centroamericanos hispanohablantes, y en el caso de Costa Rica, a tres autores.

Voy a comenzar la presentación de estos materiales refiriéndome a “Morgan”, el cuento del guatemalteco Francisco Alejandro Méndez, incluido en LA.15 “Morgan” relata los últimos días hasta su “suicidio”, de un gato callejero (Morgan) que se vuelve adicto a la cerveza cuando la suerte lo lleva a quedar atrapado en un patio trasero del departamento de quien narra los sucesos. Las peripecias del gato Morgan, y cómo ha sido iniciado en el alcohol por su circunstancial dueño, hacen avanzar el relato sobre la sucesión de días del narrador, en los que se combina el consumo de drogas y de alcohol con esporádicos contactos con el exterior. En el fragmento que sigue se retrata en modo iterativo la naturaleza de los días del narrador:

El pusher llegaba a mi cuarto. Le pagaba. Iba a traer cervezas. Yo le pedía que matara al gato, pero él únicamente se llevaba un sobre dirigido a una revista donde publicaba mi columna. El mismo pusher me traía la plata, porque los artículos salían con un seudónimo. A veces me traía el dinero, otra la piedra o el polvo. Yo no tenía ni la menor idea de cuánto me pagaban por cada artículo. Solamente estaba seguro de que de las ciento cincuenta líneas que escribía semanalmente, por lo menos una tercera parte servía para cuatro cajas de cervezas. (LA 344)

El desenlace tiene por escenario un hotel en la playa, a donde el narrador concurre con cinco amigos y con Morgan. Después de tres días de fiesta que concluyen con cuatro de sus amigos en el hospital y el quinto desmayado, el narrador decide irse en el auto de su amigo desmayado antes de tener que afrontar las consecuencias y las cuentas. Después de recibir una última cerveza, Morgan salta al vacío desde la ventana de la habitación. La distancia paródica del narrador en relación con el relato de las torturas que inflige al gato, o el abuso sistemático de su propio cuerpo no impide que el centro de la materia literaria se desarrolle claramente en el interior de las coordenadas de la crueldad que hemos presentado más arriba: tratamiento vandálico del cuerpo, violencia psicopática, drogas; y en el interior de una práctica social cotidiana constituida en el estar anímico, el ocio, la estimulación permanente, y la ocupación agresiva del espacio en un desplazamiento constante.

En clave similar en relación con la crueldad desplazada de distancia paródica, puede leerse el relato de Luis Pulido Ritter (Panamá), “Fantasía de un ilegal con el carnicero de la esquina”.16 En la primera línea del cuento:

“Desde que vivo en el extranjero he dejado de comer los tres golpes al día.” (LA 459)

se definen los dos paradigmas con los que se va a construir el relato: la condición de ilegal y el eje de la comida (“faltar comida” que luego se convertirá en “ser comida”). La fantasía se estructura en tres pasos sin transición, desde el relato naturalista de la observación de la actividad de un carnicero y su entorno cuando el narrador va a comprar 400 gramos de carne molida, a la incorporación del narrador como empleado de la carnicería y su degollamiento al final del día. El narrador se convierte en “nueva oferta” sobre la mesa de aluminio entre “cabezas de cerdo, pedazos de carne de res, y gallinas”, con ajos en los orificios de la nariz, lechugas, tomates, cebollas y pepinos dentro del tórax abierto y un manojo de zanahorias adentro de la boca (LA 461). Del necesitar comida en su condición de extranjero ilegal a su descuartizamiento y exposición como comida, el protagonista observa desapasionadamente la cosificación de su cuerpo.

Me puso sobre una mesa de aluminio y levantó el hacha en el aire, zas, zas, y desprendió con un golpe preciso los brazos y las piernas del tronco. (LA 461)

El desapego organiza el tono paródico que como dijimos apenas suaviza la cruenta descripción del descuartizamiento y exhibición del cuerpo humano-carne. La cosificación del cuerpo se politiza en el diálogo con la inmigración y la condición ilegal, pero el tono político se detiene casi antes de comenzar, en la irreverencia y el absurdo que campea a lo largo del breve texto (tres carillas).

“Frigidaire” del nicaragüense Leonel Delgado Aburto17 es posiblemente el texto más radical y sin duda el más complejo del grupo que estoy considerando. El relato constituye un encuentro entre la escritura automática, la poética metal de un Kurt Cobain, y el lenguaje cinematográfico, en un interior climático propio de la novela negra. La voz narradora, masculina, juega con una historia, entra y sale de ella, con redundancias que expanden la información a la manera de la escritura periodística (el narrador es periodista, el escenario es la redacción de un diario, el núcleo narrativo es una, o dos “noticias”). Pero el escenario que predomina a pesar de todo es sin duda Managua, la ciudad fotografiada en primer plano, multiplicada en un prisma onírico que expone los fantasmas de Managua, su lago, su olor a fruta, las cicatrices del terremoto, y todo el dolor que produce la ciudad a quien la habita. Como escritura paradigmática, este relato se asienta en un universo referencial global: bilingüismo español / inglés, vocabulario cinemático,18 poética y ritmo rock,19 icónica global,20 comic,21 más alguna referencia literaria también.22 También de manera paradigmática, y como en la escritura del uruguayo Gustavo Escanlar, se entrelazan reflexiones del posutopismo en clave sarcástica. En bastardilla y mediante la estructura en collage, el narrador repasa imágenes de La Habana, desde el fervor revolucionario hasta la fantasmagorización postmoderna:

En el 90 yo también creía en los poetas conversacionales y en las muertes románticas. Y con treinta dólares en la bolsa me fui para La Habana a ver la bahía y el empedrado de la ciudad vieja. Circulé la ciudad con la monomanía del enamorado que circula un nombre y lo unta en la patita izquierda de cada gato gris hallado en las calles. (LA 451)

Y:

Me recutí en San Antonio de los Baños, a leer a Rimbaud, Pasolini y Henry Miller, a olvidarme para siempre de la poesía conversacional. Alguna noche soñé que en la Plaza de la Revolución de La Habana cruzaban aquellos hombres con la mesas de burros muertos, que, al contrario, hedían a meras sirenas muertas, con heridas rosadas y violáceas, como sexos de mujer. [. . .] (LA 451-2)

La historia de “Frigidaire” se estructura en torno al asesinato y la violación, con un cadáver que “brota” de “las aguas pantanosas” del Charco de Acahualinca y dentro de una historia de corrupción donde las noticias son explotadas o simplemente “creadas” por las empresas periodísticas, o los cineastas documentales ansiosos de ganar un premio. El relato, que avanza en ondas y es muchas veces onírico, se escatologiza por momentos:

Ese día el desayuno olía a pus, a aljibe de aguas podridas, a mierda de tortugas. Fue quizás eso lo que te hizo eructar ya cuando estabas en el diario. Habías estado escarbando el sexo de Flora Ercilla Valdelomar, viste que tenía un flujo vaginal extraño, es típico de las mujeres que yacen con muertos. [. . .] (LA 451)

Sin embargo, ni crueldades ni denuncias anti-establishment suavizan el sarcasmo posutópico que se afirma en un relato de acontecimientos efímeros, con una escritura efímera que no quiere quedarse con las cosas ni en las cosas.

Dentro de la misma línea del desencanto posutópico, puede discutirse el cuento de Rodrigo Soto, “Sólo hablamos de la lluvia” (McOndo). El relato sigue el encuentro de dos jóvenes, un turista sin dinero y una muchacha que puede o no cobrar sus favores, en los laberintos urbanos de La Habana, durante una tarde y una noche. El escenario de la noche cubana, el jineterismo de la muchacha, las ideologías y los machismos muertos a la hora de conseguir un sitio barato para dormir, ni se relatan en reflexiones sentenciosas ni en un registro realista que exponga o interprete las precariedades de la realidad.

Los dos últimos cuentos a los que me voy a referir, “Bienvenido a tu nueva vida” del costarricense Uriel Quesada23 (LA), y “La tragedia de Regina”, del hondureño Roberto Quesada24 se instalan en el relato erótico. En ambos casos, la narración se estructura en la descripción de una escena bastante convencionalizada: la despedida y el viaje de una pareja de recién casados (“Bienvenido a tu nueva vida”) observada por un narrador (a la manera de Romain Rolland) que comparte casualmente ese viaje en tren de Londres a París; y el preámbulo de una primera cita (“a date”) de dos latinoamericanos en California, en “La tragedia de Regina”. Los dos cuentos revierten la convencionalidad heterosexual, para acceder al relato homoerótico en “Bienvenido…” y a la farsa de la narrativa de “mojados” del sudoeste de EEUU, en “La tragedia…”, que también contiene un remate también farsesco de sexualidad lésbica. A pesar de que sin duda estos dos cuentos pertenecen a universos estilísticos, temáticos e ideológicos bien distintos, me interesa subrayar los rasgos que comparten estos relatos (ataque a la convencionalidad heterosexual, decidido vocabulario erótico, roles flexibles que se modifican en instantes, exacerbación del imaginario romántico controlado por la contingencia del deseo).

Para finalizar, en la encrucijada de la reconversión global, una nueva textualidad se presenta de la mano de nuevos grupos sociales que irrumpen en una sociedad (parafraseando y contestando a Fuguet) post-guerra, post-asistencia social, post-democracia, post-educación gratuita, post-trabajo y post-hegemonía del hispanismo y de los modelos de la nación decimonónica. En esta literatura, un nuevo sujeto que puede ser definido como la singularidad de multitudes urbanas y pobres25 encuentra expresión y se instituye como sujeto que se narra a sí mismo, mediatizado por el conjunto de prácticas de la cotidianeidad globalizada neocolonial. Ese sujeto y esa cotidianeidad imponen formas expresivas que se distancian muchas veces de los modelos que la crítica hispanista ha acumulado como tradición. La consideración de estas nuevas expresiones impone la reconceptualización del sistema literario y, borgeanamente, de su tradición.

© Claudia Ferman


Notas

arriba

vuelve 1. Otro modelo claramente identificable de esta modalidad (y de alguna manera sorprendente en el interior de esta descripción de los modelos capitalistas prevalecientes en el contexto latinoamericano) es lo que yo llamaría provisoriamente acá “estatismo socialista de contexto capitalista”. Con esta precaria denominación intento referirme a la sociedad cubana contemporánea, una de cuyas características prevalecientes, desde mi punto de vista, es la absoluta falta de centralidad del trabajo como modo social, y económico-organizativo. Una literatura que da clara cuenta de estas nuevas condiciones bajo las que se desarrolla “el nuevo socialismo cubano” es sin duda la producción de Pedro Juan Gutiérrez, Leonardo Padura Fuentes, y Daniel Chavarría, entre otros. Podría también hablarse del modelo “de la guerra continua” (y no “continuada”), otro título más que provisorio, para referirse a una parte importante de la realidad colombiana que, desde mi punto de vista, puede también ser entendida dentro de los parámetros del post-trabajo.

vuelve 2. Central American Free Trade Agreement.

vuelve 3. La Jornada, 30 de noviembre, 2002, p 17, “Sugerencias migratorias para el TLC”, Ana María Aragonés.

vuelve 4. José Hernández, “Ambientalistas de todo el país, en contra del ALCA y los transgénicos.” Córdoba, Junio 2002. El artículo también hace hincapié en la falacia de la promoción de la soja como “alimento para pobres”: “la soja es desaconsejable en niños menores y embarazadas, porque desequilibra el sistema hormonal y posee sustancias que reducen la absorción de nutrientes”.

Las estadísticas son sin duda claramente explícitas: la producción de soja ha estado subiendo en la Argentina a un ritmo de 4 millones de toneladas por año, “lo que significa a precios actuales [junio 2003] más de 800 millones de dólares extra cada campaña”. Buenos Aires, Clarín, Sección Rural, 21 de junio 2003, p. 3.

vuelve 5. Benjamín Backwell y Pablo Stefanoni. “El negocio del hambre”. Le Monde Diplomatique, Año IV, Número 44, Febrero 2003.

vuelve 6. Argentina es el segundo productor de soja del mundo después de EEUU. La semilla de soja que EEUU le vende a Argentina es la soja genéticamente modificada “Roundup Ready” (RR). La firma que la comercializa se llama Monsanto. Los técnicos afirman que el monocultivo está destruyendo la seguridad alimentaria y la vida rural (de ahí, el nombre de “agricultura sin agricultores”), lo que está transformando a la Argentina en una “republiqueta sojera” y constituye “la antesala del hambre”. El 42% de la superficie total cultivada está ahora siendo dedicada a la soja, y ésta constituye el 44% del volumen total de granos producidos. A esta superficie se la denomina “hectáreas fantasma” porque producen commodities para la exportación (aceites y alimentos para ganado). En síntesis, se trata de un modelo agroalimentario de monocultivo, cada vez más dependiente de los paquetes tecnológicos multinacionales: la llamada “comida Frankestein”. Esto redunda en un paulatino cercenamiento de la capacidad autónoma sobre qué y cómo producir. Este esquema muestra a las claras las condiciones de producción y consumo a las que apuesta el plan ALCA o TALCA.

vuelve 7. Emilio Pantojas, Development Strategies as Ideology: Puerto Rico’s Export Led Industrialization Experience. Boulder: Lynne Reiner, 1990, 158; citado en M. López, 167.

vuelve 8. Que tendría su equivalente radical en el cubano: “Aquí lo que no hay es que morirse”.

vuelve 9. Ver Claudia Ferman, “La escritura nómade. La producción de la cultura en el escenario postnacional.”

vuelve 10. López define “lo nomádico” de la siguiente manera: “A duality with respect to power has been judged a central aspect of postmodern subjectivity. It corresponds to emergent modes of life that are described as nomadic in terms of the instability of work as well as in the lability of affectivity, sexuality, responsibility, and other traits that by contrast are associated more closely with the authorial ‘modern individual,’ centered, owner of his/her discourse, and responsible for his/her actions.” (177)

vuelve 11. Compárese este enunciado con el párrafo correspondiente generación en el prólogo a Cuentos con Walkman: “Lo único claro de esta supuesta “nueva” es que viene después de las otras. Después del golpe, de la caída. Son post-todo: post-moderno, post-yuppie, post-comunismo, post-babyboom, post-capa de ozono. Aquí no hay realismo mágico; hay realismo virtual. (12)

vuelve 12. See Arjun Appadurai, Modernity at Large: Cultural Dimensions of Globalization. New Delhi: Oxford University Press, 1997.

vuelve 13. Rodrigo Soto nació en San José en 1962. Mitomanía (1982), y Dicen que los monos éramos felices (1992) y Figuras en el espejo: cuatro relatos (2001) son libros de cuentos. La estrategia de la araña (1985), y Mundicia (1992), y La torre abolida (1994), novelas. Premio Nacional de Cuento en Costa Rica (1983) y Premio Casa de las Américas por Dicen que los monos éramos felices (1992).

vuelve 14. Contratapa. En la contratapa también se indica que Líneas Aéreas continúa Páginas Amarillas (Lengua de Trapo, 1997), una colección que presentó a la nueva generación de escritores españoles.

vuelve 15. Francisco Alejandro Méndez (Ciudad de Guatemala, 1964). Cuatro libros de cuentos: Ruleta rusa = Bolqotin kaslem (2202), Graga y otros cuentos (1991), Manuela para desaparecer (1996), Sobrevivir para contarlo (1998). Periodista, recibió numerosos premios.

vuelve 16. Luis Pulido Ritter (Panamá, 1961): Los dioses del Caribe abandonan el museo (1997), ensayo; Matamoscas (1997), poesía; Recuerdo Panamá (1998), Sueño americano (1999), novela.

vuelve 17. Leonel Delgado Aburto (Jinotepe, 1965), estudió cine y letras. Cuentos: Road movie (1996). Reside en Managua. Recientemente publicó Márgenes recorridos: apuntes sobre procesos culturales y literatura nicaragüense del siglo XX.

vuelve 18. Ese oscuro objeto del deseo, Billy Wilder, San Antonio de los Baños, Pasolini, María Schneider, los símbolos en el cine de Luis Buñuel, etc.

vuelve 19. “[…] leí las noticias de hoy, oh muchacho…”, Led Zepellin, John Lennon, Jimmy Page.

vuelve 20. Fidel, la princesa Diana, Lassie, Channel No.5, Camel, Marylin Monroe, etc.

vuelve 21. Toro Salvaje, Fantomas, etc.

vuelve 22. Henry Miller, Rimbaud, “poetas conversacionales”, la metáfora surrealista, etc.

vuelve 23. Uriel Quesada (San José, 1962): Ese día de los temblores (cuentos, 1985), El atardecer de los niños (cuentos, 1990), Larga vida al deseo (cuentos, 1996) y Si trina la canaria (novela, 1999). También guionista de largometrajes y de televisión. Ha ganado numerosos premios. Vive en EEUU. En conjunto su producción difícilmente pueda ser considerada como parte de este grupo, pero sin duda este cuento que analizamos contiene elementos que lo relacionan con nuestro análisis.

vuelve 24. Roberto Quesada (Ciudad Cívica de Olanchito, 1962). Cuentos: El desertor (1985), El lector que de repente quedó ciego; novelas: Los barcos (1988), El humano y la diosa (1996), Big Banana (1999), Nunca entres por Miami (2002).

vuelve 25. Me inspiro aquí en una reflexión de Antonio Vera León cuando se refiere al proyecto literario Ariel de Rodó en su trabajo sobre la reciente narrativa cubana, (en mi opinión claramente relacionada con nuestro tema): “Por paradójico que parezca, el conocido ensayo de Rodó, Ariel, es un buen punto de entrada al tema de lo obsceno en el lenguaje literario, ya que, además de resumir una gran parte de los debates filosóficos latinoamericanos del XIX y de su enorme impacto y circulación en Latinoamérica, formulaba un plan de acción para una aristocracia de los espíritus selectos en una cultura de multitudes urbanas y pobres.” (Vera-León 180, mi subrayado)


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