Patricia Alvarenga Venutolo

Historia y literatura.
Conceptos tentativos para contribuir a historizar las literaturas centroamericanas

(versión preliminar)

Universidad Nacional (Costa Rica)

palvaren@una.ac.cr

Notas

En este artículo proponemos conceptos que podrían contribuir a operacionalizar una historia de las literaturas centroamericanas mediante la creación de estrategias para enfrentar el reto de la diacronía y ubicar el objeto de estudio en espacios sociales concretos. Por consiguiente, nuestra mirada al desafío de la producción de esta historia literaria no se centra en el discurso literario mismo, tema que corresponde a los especialistas en literatura sino más bien se ubica en la intersección entre la literatura y la dinámica social que permite hablar de historia de las literaturas ubicadas en espacios y tiempos concretos. Partimos de algunas reflexiones publicadas sobre el tema y, desde allí intentamos establecer diálogos con teóricos sociales para proponer conceptos que esperamos contribuyan a encontrar rutas de abordaje de esta temática.

Centroamérica como región histórica y literaria

En el universo de las disciplinas sociales existe una variedad de discursos desarrollados en torno a la región centroamericana. A la derrota de la Federación Centroamericana en la década de 1840, sucedieron nuevos proyectos de unificación del istmo. En 1885 el dictador guatemalteco Justo Rufino Barrios declara unilateralmente la unidad centroamericana y, en aras de hacerla realidad, moviliza su ejército hacia El Salvador, donde este proyecto se ve truncado con su muerte en combate con las tropas salvadoreñas. En las primeras décadas del siglo XX intelectuales opositores a las dictaduras del istmo, se declaran unionistas y, mediante proyectos culturales, intentan contribuir a la constitución de una identidad nacional en las décadas de 1920 y 1930. Revive nuevamente el proyecto de unidad centroamericana con la propuesta de creación de un libre mercado en el istmo. Los estudiosos de la sociedad que compartían una visión reformista trascendieron los límites del estado-nación para crear un discurso académico centroamericano. Por otra parte, la izquierda en busca de una estrategia revolucionaria que involucrara al istmo también creaba el concepto de Centroamérica alrededor de las particularidades de la dependencia, de las características compartidas de los estados, y del concepto de opresión y exclusión de las mayorías.1 En 1993 aparece la colección Historia General de Centroamérica publicada por Flacso en la que se dedican seis voluminosos tomos a la historia centroamericana y, en 2002 la Coordinación educativa y cultural centroamericana publica dos tomos titulados Historia del Istmo Centroamericano dirigidos a los estudiantes de secundaria de la región. Estos trabajos recientes sobre Centroamérica parten implícitamente del principio de que existe y es posible narrar una historia centroamericana. Es decir, éstos carecen de una reflexión sobre la construcción de Centroamérica como región. Simplemente se da por un hecho que Centroamérica tiene una historia particular que hace posible concebirla como un espacio conjunto de reflexión histórica desde la perspectiva política social, económica y cultural y por ello, sin preámbulo, se procede a narrarla.

Para elaborar nuestra reflexión sobre la historia y la literatura en Centroamérica partimos de las propuestas de Magda Zavala y Zeidy Araya quienes abordan el tema de la literatura en la región preguntándose si es posible hablar de Centroamérica como región literaria. A la vez, las autoras proponen una metodología para confrontar la producción literaria de los diversos países y regiones del istmo. En Historiografía literaria de América Central2 se interrogan sobre el concepto de región centroamericana con el fin de reflexionar sobre su historicidad. El concepto de Centroamérica como región ha sido hegemónico en las sociedades del istmo solo en coyunturas específicas y es, precisamente en éstas, cuando se ha intentado superar lo nacional para concebir la existencia de una literatura centroamericana. Aunque se han iniciado serios estudios literarios regionales, la literatura centroamericana permanece todavía en el terreno de la enunciación. Sin embargo, las autoras apuestan por una visión integradora pues la novela y el ensayo han mostrado la existencia de grandes problemáticas comunes en Centroamérica mientras, contradictoriamente, los estudios literarios se han focalizado en las literaturas nacionales.

Las autoras proponen una metodología para el análisis de las literaturas regionales: la visión comparativista. Fundamentándose en Ana Pizarro sostienen que los elementos nacionales solo pueden ser valorados como exclusivos o compartidos por otros países en una dimensión comparada. pues la heterogeneidad literaria es asumida como punto de partida y no como tema a investigar por los estudiosos de la literatura nacional.3 Un comparativismo contrastivo posibilitaría analizar tendencias superando la visión lineal del tiempo. Esta dimensión comparativa permitiría descubrir una o varias comunidades interliterarias.

Las autoras se comprometen con una visión regional sin asumir a priori que exista una literatura centroamericana. Pero en los estudios literarios, a diferencia de los estudios históricos, la estrecha vinculación establecida entre literatura y nación ha limitado el surgimiento de un proyecto de estudios literarios centroamericanos. La literatura considerada por sus estudiosos como punto neurálgico de la cultura nacional ha sido vista como espejo de culturas particulares desarrolladas en el ámbito del Estado-nación.

Periodización

El problema de la región no es agotado en la dualidad historia literaria regional-historia literaria centroamericana. El estudio de la historia de las literaturas nos puede descubrir diversidades regionales insospechadas. Las autoras en Literaturas indígenas de América Central4 particularmente interesadas en las literaturas indígenas nos sugieren que puede pensarse en una regionalización supra-regional que incorpore comunidades indígenas ubicadas en diversos países centroamericanos. ¿Podría acaso pensarse en una unidad regional que involucre a las literaturas afro-caribeñas? Habría que pensar también en las diversas literaturas regionales que existen en el espacio del Estado-nación y en aquellas que en zonas de fronteras culturales, lo desbordan. ¿Cómo abordar esta heterogeneidad en una historia de las literaturas con vocación de totalidad? El estudio del conjunto de las literaturas regionales que no han sido consideradas como ejes de la literatura nacional y de la producción literaria oral de minorías étnicas y otros sectores subalternos, así como producción literaria que no tuvo espacio en los "campos literarios"5 sería una tarea de inmensas proporciones que escapa a los recursos y al período de producción previsto para realizar esta obra. Por ello quizá una recomendable estrategia de trabajo sería desarrollar algunos ejemplos de esta heterogénea creación literaria, y mantener el discurso narrativo de la obra abierto a estas múltiples experiencias culturales.

Preocupación central en los trabajos de Ligia Bolaños y Magda Zavala y Zeidy Araya6 es el tema de la nación. El proceso de formación nacional por una parte, produce transformaciones sustanciales en la producción literaria y, por otra parte, la fuerza de la producción literaria nacional ha marginado las voces alternativas. Tal ha sido la fuerza de este discurso que, sostienen Zavala y Araya, el corpus literario se organiza con el criterio de nación y, además, se le impone la periodización política construida para explicar las historias nacionales.7 El estudio histórico de la literatura se ha centrado en el espacio nacional para sacralizar a los autores que representan los valores nacionales, enfatizar una supuesta exclusividad de lo nacional y excluir formas de expresión lingüística que no se ajustan a la producción intelectual elitista.8 Si bien Bolaños en los 80’s proponía un esquema de estructuración-desestructuración fundamentado en la periodización política, también se preocupó por la relación entre el tiempo de la historia política y el tiempo de la literatura.

Zavala y Araya se cuestionan las bases de las que ha partido la historiografía nacional. La directa vinculación entre la periodización histórica convencional y el desarrollo de la literatura no debe darse simplemente por un hecho, más bien es necesario problematizar los cortes temporales. Abogan por romper con el tiempo histórico lineal con el fin de visibilizar los diferentes tiempos literarios en una región compleja y diversa. Efectivamente, este texto nos sugiere que en la construcción de una historia de las literaturas centroamericanas el tiempo histórico debe problematizarse no solo para resolver los problemas propios de la periodización sino especialmente para introducir en el texto la complejidad de una temporalidad que escapa a fijas clasificaciones. Es necesario considerar en primer lugar que la investigación social reciente ha mostrado que, a diferencia de lo que sostenían los análisis estructuralistas, no existe una relación esencial entre transformaciones socio-políticos y transformaciones culturales. El universo cultural en diálogo con el mundo socio-político, tiene su propia dinámica y por tanto su propia temporalidad. En segundo lugar, cuando cuestionamos la historia literaria como la suma de historias aceptadas como tales, es decir como obras de alta cultura, producidas por intelectuales que comparten una visión moderna del tiempo, entonces necesariamente ingresamos en un universo de diversas temporalidades que rompen con una visión progresista de la historia. Una obra como El Güegüense es colonial y a la vez siempre contemporánea. La literatura indígena así como las literaturas "populares o subalternas" difícilmente pueden ser fechadas, la oralidad mantiene su frescura a través del diálogo permanente entre la tradición y el mundo contemporáneo. Además es muy probable que los momentos de ruptura y cambio entre las literaturas "nacionales" y las de grupos minoritarios, no necesariamente coincidan. En este sentido, ¿se requeriría de una periodización siempre cuestionada, desbordada y, por tanto, flexible, que mantenga como una constante la reflexión sobre las temporalidades? ¿o sería necesario pensar no solo en una periodización sino en distintas periodizaciones? ¿Cómo construirla (s)? ¿No sería éste uno de los mayores retos de un trabajo interdisciplinario entre estudiosos de la literatura y de la historia?

Los procesos de cambio y ruptura

En la introducción de Las literaturas indígenas de Centroamérica Zavala y Araya proponen la inclusión de la creación verbal escrita en el terreno literario lo que significa abrir un espacio en éste a los sectores subalternos, particularmente a los indígenas quienes solo recientemente han tenido acceso –y muy restringido- a la escritura.9 La exclusión de la literatura indígena significa desconocer no solo su capacidad para sobrevivir a la conquista sino la persistencia de su creación literaria hasta la actualidad.

Las autoras explican la exclusión de estas literaturas marginales por los procesos de dominación coloniales y, a partir del siglo XIX, de construcción de los estados nacionales. Ello, en términos generales, podría aplicarse a la América Latina. Sin embargo, la historización de las literaturas centroamericanas debe empezar por aceptar con sospecha toda explicación que homogenice los procesos históricos. Es necesario estudiar el proceso de construcción de las "inclusiones" y "exclusiones" que seguramente tiene un ritmo particular y responde a una dinámica propia en cada región. Este proceso se constituye en el terreno político, es decir, de la lucha por la construcción de la hegemonía.

En los últimos años el análisis gramsciano ha vuelto a adquirir centralidad en las disciplinas sociales. Gramsci en sus estudios sobre la formación de la nación italiana llama la atención acerca de la necesidad de estudiar la producción cultural en su dimensión histórica, visualizando la política como una dimensión autónoma que se construye a través de la negociación y el enfrentamiento. En esta forma Gramsci enfatiza los procesos históricos sobre los determinismos culturales y ofrece una teoría del cambio histórico donde los agentes de éste lo constituyen los seres humanos, rompiendo así con el esencialismo revolucionario. La hegemonía es un proceso siempre en construcción cuya dirección depende de la cristalización de las luchas sociales que permanentemente existen en su interior. De tal forma, Gramsci escapa del reino de la necesidad para ubicarnos en el terreno de la historia.10 Es necesario develar el proceso histórico de creación de las literaturas nacionales con el fin de visibilizar cómo históricamente se construyen los cánones literarios que han sido representativos del espíritu nacional.

El concepto de nación en América Latina fue creado por los sectores dominantes pero no olvidemos que también sirvió de base a discursos y prácticas contestatarias. El nacionalismo anti-imperialista, fue incorporado en la literatura de inicios del siglo XX no solo por escritores contestatarios sino también por escritores considerados como integrantes de la intelectualidad hegemónica. Por tanto no podemos establecer una simple línea divisoria entre la literatura representativa del estado nación y la literatura contestataria. Homi Bhabha refiere a la inestabilidad de la significación. El signo siempre abierto y arbitrario perturba el mito homogenizador de la cultura anónima de la nación.11 La hibridez se expresa en la perplejidad que acompaña nuestro vivir. Es repetirse en el discurso minoritario a través de formas de significación cultural abiertas a la traducción (¿interpretación?) porque su enunciación resiste la totalización.12 En esta forma Bhabha critica la supuesta existencia de una narrativa nacional sin contradicciones que permanece bajo el estricto control y supervisión de los representantes del estado-nación. El nacionalismo es ambivalente así como lo es la sociedad moderna. La nación y sus expresiones culturales no pueden leerse como si se tratara de simples aparatos ideológicos de poder. Bhabha se opone a hablar de una cultura nacional totalizadora Más bien en la construcción de significados y símbolos asociados con la vida nacional predomina una amplia diseminación de éstos.13 La cultura nacional nunca es una cultura unificada ni unitaria y no debe verse simplemente como 'otra' en relación a lo que se encuentra fuera o más allá de ella.14 El problema fuera-dentro debe ser visto como hibridez que "incorpora nuevos agentes en el terreno político, genera nuevos significados e, inevitablemente, en el terreno político produce inmanejables sitios de antagonismo e impredecibles fuerzas de representación."15 En síntesis la significación incompleta del lenguaje es lo que permite que los significados sean negociados. Ello se expresa en las ficciones fundacionales de la nación donde encontramos momentos de afirmación de la cultura dominante pero también encontramos momentos de "desaprobación, desplazamiento, exclusión y resistencia cultural".16 El contacto con el otro, que Bhabha expresa recurrentemente a través de la figura del extranjero, puede también remitir a diversas identidades: políticas, de género, generacionales, etc.

Efectivamente el proceso hegemónico, es decir, el terreno de la vida política, siempre abierto y en construcción genera "hibridaciones" que alteran la lógica de los proyectos nacionales. En este sentido Bhabha se acerca a la visión gramsciana en cuanto concibe el mundo social en proceso permanente de transformación a través de la interacción entre diversas propuestas discursivas. Gramsci se centra en el terreno de la política donde el poder nunca es una fuerza totalizante y se encuentra permanentemente enfrentado a diversas fuerzas contestatarias que perturban el balance de las fuerzas sociales. Para Bhabha no existe un discurso totalizador con significaciones acabadas. El discurso está abierto a diversas e insospechadas relaciones con la alteridad.

Con Bhabha nos interesa referirnos a la crítica a la literatura convencional que ensayan Zavala y Araya. Ambas autoras certeramente refieren al carácter elitista y restrictivo que limita la literatura a cierto tipo de producción literaria. Ligia Bolaños coincide con Zavala y Araya en cuanto a la crítica a la exclusión de la producción literaria de ciertos grupos sociales y de las minorías étnicas.17 En este trabajo también el tema de la relación entre literatura y formación nacional es central. Ligia Bolaños refiere al discurso histórico como "categoría estructurante" y establece una serie de períodos marcados por transiciones históricas que produjeron transformaciones sustantivas en Centro América. La conquista y la colonización, que condujo a la desestructuración del texto precolombino mientras se consolidó el texto colonial y el proceso de formación de las naciones en el que se desestructuró el texto colonial para consolidarse el texto republicano. En cada uno de estos segmentos históricos hay un desarrollo lineal y una transformación progresiva de un texto al otro. La autora efectivamente señala el dinamismo existente en el pasaje de un texto al otro pero sin explicar en qué consiste. Bolaños afirma que "los paradigmas se construyen como aproximaciones de un modelo de lectura-escritura dominante, que no posee un carácter cerrado y monolítico, sino más bien se organiza alrededor de ejes estructurantes que generan contradicciones, desfases."18

Entonces, ¿cómo enfrentar el cambio histórico? En el caso de Bolaños la visión estructural (dominante en las disciplinas sociales en los ochentas, cuando su artículo sale a la luz) limita el estudio de las relaciones sociales como relaciones construidas históricamente. Por otra parte, Zavala y Araya centran su preocupación en el rescate e integración de las literaturas minoritarias en el acervo literario reconocido socialmente. Si no acompañamos esta importante propuesta política de una perspectiva que permita ver las interacciones discursivas en la literatura, podríamos llegar a establecer implícitamente una línea divisoria entre la literatura nacional y las literaturas marginales. En esta forma, limitaríamos nuestra capacidad de captar los procesos de hibridez, así como la dinámica política que abre el espacio para que éstos se generen. En fin, solo veríamos los procesos de cambio a través de las profundas rupturas, obviando la dinámica generada por la permanente interacción al interior del mundo literario y entre éste y el mundo social que transforma dando nueva vida al discurso artístico. Bhabha llama la atención específicamente sobre los inestables significados del lenguaje donde lo híbrido siempre está abriendo nuevos espacios de diálogo entre lo "nacional" y lo "exterior." ¿Qué lugar ocupa "lo marginal" en lo nacional? ¿Cómo se abren espacios de interacción entre el discurso literario aceptado como central y prácticas literarias marginales? Creemos que la pregunta es relevante en cuanto llama a visualizar los procesos de hibridez que van provocando transformaciones al interior mismo del discurso nacional. Gagini, representante de una literatura nacional, mantuvo un rico diálogo con los movimientos anti-imperialistas en su producción literaria. Imágenes clásicas en la literatura nacional que relacionan nación y género fueron adaptadas por Gagini, así como por escritores jóvenes identificados con el pensamiento ácrata, como José Fabio Garnier, para expresar la violencia del capitalismo invasor como violador de la Patria, que demanda ser defendida por sus hijos. Por supuesto que los significados en los conceptos de imperialismo, patria, capital extranjero, tienen sus variantes importantes en ambos escritores.

La producción

El proceso de construcción hegemónica puede tener resultados sorprendentemente contradictorios con las tendencias dominantes en la política regional y nacional. Señala Manuel Picado que la novela Marcos Ramírez de Carlos Luis Fallas escrita en 1952 permaneció relegada por más de una década y ello se debió a la orientación política de su autor. Sin embargo, en los sesentas "el cuadro inicial se invierte de manera total. Con el visto bueno de la crítica la obra se inscribe en el circuito mercantil local y fácilmente es acogida por el sistema escolar" convirtiéndose Marcos Ramírez en "el alma nacional, el genio tico, la inocencia infantil, la integridad patria…"19 A estas observaciones de Picado agregaríamos que no solo Marcos Ramírez adquirió esta dimensión nacional sino que también Fallas en plena Guerra Fría, pasó de ser "el comunista" para convertirse en representante de "la identidad nacional." Franz Galich se interroga acerca del proceso que convirtió al Popol Vuh en

"texto emblemático de la nacionalidad guatemalteca y [agrega el autor] me atrevería a decir de la latinoamericana mientras que los 'Anales' quedó subalternizado aunque a nivel histórico-literario y mitológico tengan la misma importancia. ¿Cómo ocurrió esto? Ello debe ser dilucidado a partir del estudio de las relaciones de poder que se dieron entre los grupos hegemónicos criollos, mestizos y los grupos de poder quiché."20

Nos parece que el concepto de "campos" de Pierre Bourdieu no contradice sino que más bien enriquece la visión gramsciana. Con los campos Bourdieu supera la simple estratificación funcionalista para historizar el proceso de creación y reproducción de los gremios a través de relaciones de poder. En esta forma, Bourdieu no se limitaría a mencionar la existencia de un gremio de escritores y otro de críticos literarios con características fijas sino que analizaría cómo a través de un contradictorio proceso histórico en el que, de nuevo, la dimensión política ocuparía un espacio central, se crean y se excluyen valores estéticos. Efectivamente las exclusiones más notorias naturalizadas no solo por miembros de estos campos que pertenecen a los sectores hegemónicos sino también por representantes de los sectores subalternos, corresponden a los sectores sociales de tradición oral. Pero regresando al misterioso proceso que encumbra a Fallas a la fama, consideramos que el concepto de campo es vital para manejar la interacción entre el mundo de la política nacional y regional y el de la política gremial, e historizar las coyunturas en que ambos se homologan y se distancian.21

Certeramente Zavala y Araya señalan que la literatura es parte de una cultura y como tal debe ser comprendida. Esta afirmación que es indispensable tener en cuenta cuando se enfrenta el reto de construir una historia de las literaturas que no se limite a girar exclusivamente en el discurso literario (entendido en su acepción restringida) sino que reconozca esa dinámica entre cultura y sociedad. Sin embargo, no existe una relación transparente entre la vida cultural y la producción artística pues en el mundo del arte, los campos tienen su propia dinámica que está determinada por las relaciones de poder entre los consagrados (quienes concentran el capital simbólico requerido para ocupar la posición dominante) y los heréticos (artistas de vanguardia que disputan el capital simbólico a los primeros). Cada una de estas luchas es específica porque se resuelve en el terreno de la política. Bourdieu establece una relación directa entre el estado de la relación de fuerzas en estas luchas y la autonomía de que dispone el campo.22 El concepto de campo nos lleva a poner nuestra atención en las especificidades de esos submundos que cuentan con un lenguaje y una lógica de acción propias. El campo de los creadores y de los críticos literarios proponen "formas correctas" de abordar el universo social que tendrán especificidades que no necesariamente son compartidas por otros campos artísticos precisamente por que el canon es un producto de la negociación política que pasa por distintos niveles. La consagración así como el poder de consagración constituyen resultados de luchas de poder y, por consiguiente, pueden tener variantes significativas en los campos artísticos así como en campos homólogos correspondientes a distintos países.23 Las políticas culturales nacionales no constituyen el elemento determinante de la producción artística, resultado siempre inestable de la conflictiva confluencia de fuerzas sociales. Como señala Bourdieu "lo que acontece en un campo está cada vez más ligado a la historia específica del campo y es por lo tanto cada vez más difícil de deducir directamente del estado del mundo social en el momento considerado."24 Si bien Bourdieu estudia campos artísticos "clásicos" europeos, nos parece que en Centroamérica el concepto puede ser importante (reconstituyéndolo de acuerdo a las especifidades históricas) para estudiar procesos de formación de espacios productivos considerados marginales que empiezan a irrumpir entre las literaturas en boga. Pienso en las literaturas indígenas en un contexto donde los movimientos indígenas han tomado un impresionante auge. ¿No incide ello acaso en el tránsito de una producción literaria fragmentaria y "libre" hacia prácticas literarias de mayor estructuración?

Conclusiones

Crucial reto de una historia de las literaturas centroamericanas lo constituye la creación de una óptica analítica adecuada que permita establecer la relación entre la producción y los procesos sociales. En estas páginas hemos tratado de ofrecer una perspectiva teórica que podría ubicar históricamente la producción literaria para explicar los procesos de interacción entre diversas corrientes literarias y propuestas políticas de lectura del mundo social. Es decir, se trataría de develar cómo interactúan las voces polifónicas que la literatura recoge, recrea y reconstituye. Por otra parte, creemos que en aras de ubicar la historia literaria dentro de la historia cultural rescatando la complejidad del proceso de producción y de consagración-marginalización de las obras, es necesario estudiar las relaciones de poder que se entretejen en esos pequeños mundos y entre ellos y el universo social.

Pero habría que pensar si es posible considerar las múltiples corrientes literarias, algunas de ellas con lógicas temporales y discursivas que escapan a los cánones tradicionales y cada una de ellas con sus dinámicas propias de creación y de consagración. O bien, podría considerarse que una obra de síntesis requeriría del rescate de la producción bibliográfica existente y, a partir de ésta realizar una lectura novedosa desde una perspectiva regional, profundizando en ciertos cánones y generando interrogantes y propuestas para trabajar en el futuro corrientes literarias poco exploradas

© Patricia Alvarenga

 


Notas

arriba

vuelve 1. Véase: Edelberto Torres Rivas Interpretación del desarrollo social centroamericano San José: Educa, 1980.

vuelve 2. Heredia: EFUNA, 1995, p.17

vuelve 3. Idem., p.209

vuelve 4. EFUNA, 1995. Véase la introducción.

vuelve 5. Me refiero a la producción literaria de individuos que no se integran al gremio de los literatos y, por ello, sus producciones circulan en espacios restringidos en términos regionales y sociales.

vuelve 6. Ligia M. Bolaños Varela "Discurso histórico e historiografía literaria: ¿Una alternativa en la construcción de un discurso explicativo de las producciones culturales en América Central?" Káñina Vol.12 N.1, 1988, pp.177-184

vuelve 7. Op.cit., 1995, p. 13

vuelve 8. Idem., 1995. Conclusión.

vuelve 9. Op.cit., 2002, p.19

vuelve 10. Véase: Martin Carnoy The State and Political Theory New Jersey: Princeton University Press, 1984, pp. 65-88

vuelve 11. Homi K. Bhabha "DisssemiNation: time, narrative, and the margins of the modern nation" en Homi K. Bhabha Nation and Narration New York: Routledge, 1990, p.311

vuelve 12. Reproducimos esta idea textualmente: "Hybrydity is the perplexity of the living as it interrupts the representation of the fullness of life; it is an instant of iteration in the minority discourse, of the time of the arbitrary sign- 'the minus in the origin' through which all forms of cultural meaning are open to translation because their enuntiation resists totalization." Hommi K. Babba, idem., p. 314.

vuelve 13. Homi K. Bhabha "Introduction: narrating the nation" en Hommi K. Bhabha editor, op.cit., p. 3

vuelve 14. "The 'locality' of national culture is neither unified nor unitary in relation to itself, nor must it be seem simply as 'other' in relation to what is outside or beyond it." Idem., p. 5

vuelve 15. Idem.

vuelve 16. Idem., p.6

vuelve 17. Ligia Bolaños "Discurso histórico e historiografía literaria: ¿Una alternativa en la construcción de un discruso explicativo de las producciones culturales en América Central?" en Káñina vol XII (1), 1988, p. 177

vuelve 18. Op.cit., p. 181

vuelve 19. Manuel Picado "Ejercicio de lectura de Marcos Ramírez" Letras 8-9, jul-dic, 1981 y en-jun 1982, p. 80

vuelve 20. Franz Galich "Reflexiones en torno a los problemas para una teorización e historización de la literatura centroamericana" en Margarita Vannini y Frances Kinloch (Editoras) Memoria: Política, cultura y Sociedad en Centroamérica. Siglos XVIII-XX Managua, Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica, UCA, 1998, p. 167

vuelve 21. Véase Pierre Bourdieu Sociología y cultura México, D.F: Grijalbo, 1990, pp.135-141 y 225-238.

vuelve 22. Pierre Bourdieu Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario Barcelona: Editorial Anagrama, 2002, pp.321-322.

vuelve 23. Sobre la consagración y el poder de consagración véase: Idem., pp. 340-341

vuelve 24. Idem., p.360. (Las itálicas son del autor).

 


*Istmo*

*¿Por qué existe Istmo? *¿Qué es Istmo? *¿Quiénes hacen la revista? *¿Cómo publicar en Istmo?*

*Consejo Editorial *Redacción *Artículos y Ensayos *Proyectos *Reseñas*

*Noticias *Foro Debate *Buscar *Archivo *Enlaces*

 

*Dirección: Associate Professor Mary Addis*

*Realización: Cheryl Johnson*

*Istmo@acs.wooster.edu*

*Modificado24/07/03*

*? Istmo, 2001*