Julia M. Medina

La selva mecánica en el país de las maravillas

University of San Diego, EE.UU.
jmedina@sandiego.edu

 

Gusten o no, los tantos árboles metálicos que hierran la capital nicaragüense no pasan desapercibidos. Cuando los primeros prototipos empezaron a retoñar en el 2013-14, se podían ignorar como parte del arsenal visual tecnicolor o psicodélico que ha caracterizado la etapa post-sandinista del orteguismo. Empezaron como parte del monumento psico-electrónico dedicado a Hugo Chávez que corona el paseo “de Bolívar a Chávez”. Tres años después, los árboles se han convertido en una “especie invasora” imponente en el panorama visual de la ciudad. Desde su nombre oficial de “los árboles de la vida” a los apodos jocosos de arbolatas, chayolatas o chayotadas, entre tantos más, estas estructuras se han convertido en objetos y sujetos de la cotidianidad capitalina, ya sea en conversaciones, chistes, caricaturas, poesía, canciones, como también en formas de vida para quienes los cuidan, los habitan, los vandalizan y demás. ¿Qué sucederá a esta selva que maravilla por su espanto visual y político?

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