Julie Marchio

 

Entrevista a Anacristina Rossi

 

Universidad de Aix en Provence, Francia

marchio.julie@laposte.net

 

Notas


Anacristina Rossi, novelista, traductora y periodista costarricense, nació en San José en 1952. Pasó varias temporadas en Europa donde se formó en traducción y se especializó en desarrollo y estudios de la mujer. Desde su juventud, comparte su vida entre la escritura y la militancia por el rescate de la cultura afrocaribeña y la defensa de la naturaleza. Escritora comprometida, se interesa en especial por la región del Caribe (Limón), la ecología, los problemas de género y la política.

Encontré a la autora en San José durante mi última estadía en Centroamérica.1 La entrevisté en un café de la capital el 30 de abril del 2008. Charlamos unas tres horas y grabé la mitad de nuestra conversación. El documento que viene a continuación es la transcripción integral de la grabación. Orienté la entrevista en torno a dos ejes: el primero corresponde a la autora y su contexto, y el otro a sus dos últimas novelas, Limón Blues y Limón reggae.

I.     Una autora comprometida con su mundo

Julie Marchio: Se conoce bastante bien la etapa de su vida durante la cual usted escribió su novela La Loca de Gandoca. En cambio, son pocos los artículos que abordan períodos anteriores de su vida. Sin parecer indiscreta, ¿me podría revelar usted algunos aspectos relevantes de su infancia para entender mejor a la autora? (por ejemplo, lugares de su infancia, clase social, profesión de los padres, eventuales orígenes africanos, pasiones, relaciones con la familia,…)

Anacristina Rossi: Yo nací en San José por una casualidad porque mis padres vivían en Limón. Mi papá siempre ha trabajado, siempre tenía sus negocios en Limón. Pero una de las constancias de la vida de mi padre era que ponía un negocio y se arruinaba, volvía a poner otro y se arruinaba. Y así empezó antes de que yo naciera y cuando yo nací, por esa ruina que tuvo con el negocio que tenía en Limón, mi madre se tuvo que venir en tren con casi los nueve meses de embarazo, ella llegó de la estación a la casa y yo nací en la casa. Y entonces por esa manía de mi padre de hacer negocios y luego arruinarse, nací en San José pero tenía que haber nacido en Limón.

Luego, cuando tenía cuatro años de edad, no cumplidos, no estaban completamente cumplidos, me fui a una finca que era el Caribe ya, aunque era parte de la provincia de Cartago porque era en Turrialba, en las faldas del volcán Turrialba, y allí viví hasta los seis años que me tocó volver a San José para entrar a la escuela. Y allí tal vez está el período de mi vida que más me marcó porque era una montaña virgen, para llegar se tomaba un tren que lo dejaba a uno abajo de la montaña cerca del río, el río Reventazón, y entonces había mulas y caballos para subir. Y subíamos dos horas y media, tres horas según, despacio, hasta llegar a la casa. No había electricidad, el agua era el agua del río, había vacas, había caballos pero también había muchísima vida silvestre. […] Lo maravilloso era esa enorme extensión de selva virgen, además no era tan virgen, estaba llena de trazos de los indígenas, porque esa región se llama las lagunas de Bonilla, El Sauce, y es una de las regiones más ricas arqueológicamente, y además si te ponés a pensar, no fue tanto tiempo que esos indígenas estuvieron allí porque probablemente los terminaron de matar, porque todos los mataron. La historia de esos indígenas, esa historia oficial de que aquí no hay indígenas no es cierta. Hay investigadores como Eugenia Ibarra que han probado que aquí había por lo menos, por lo menos, medio millón de indígenas y ahora quedan treinta mil. Desde hace mucho tiempo que hay un número parecido, cuarenta mil, cincuenta mil, treinta y cinco varía. Pero, ¿qué pasó con este medio millón? Lo que pasó fue que los indígenas de aquí no se dejaron someter y prefirieron morir peleando que someterse a las encomiendas de los Españoles. Entonces, eso explica una sensación que yo tenía bastante inexplicable para mí cuando pequeña y era de sentir que esas personas indígenas estaban muy cerca. Allí estaban las tumbas, pero no sólo las tumbas, alrededor de una de las lagunas que había en la finca que eran lagunas volcánicas en las faldas del volcán Turrialba, había piedras enormes con escrituras, y entonces claro, yo pude ver eso. ¿Qué habían querido decir con esos dibujos tan maravillosos? Era su escritura, pero nadie la ha decifrado. […] pero es una noción muy viva de este pasado. Y yo sentía todavía a esa gente muy cerca y eso me ha asustado un poco. Y la otra cosa importante, bueno, la cercanía de los animales.

Mi mamá era una mujer muy cruel como la madre de María la Noche. La madre de María la Noche es un aspecto de mi madre. No puedo decir que está toda mi madre pero es un aspecto de ella, tal vez el más verdadero en relación a mí. Pero al mismo tiempo podía ser muy amorosa. Y yo nunca sabía cuándo ella iba a ser cruel y cuándo ella iba a ser amorosa. Y entonces, cuando más la necesitaba y me iba donde ella, ella me rechazaba y entonces yo me iba a las vacas. En el establo, estaban las vacas que acaban de tener ternero y las dejaban adentro porque estaban recién paridas, y ellas eran maravillosas. Pues yo me iba y me dormía con ellas. Por eso yo no como vaca porque cumplieron parte de la función materna. Y las amo. Dondequiera que haya una vaca yo voy, la toco. Son mis amigas […] De allí viene mi apego con los animales y la alegría que me dan y el amor que me dan. Luego, esta cuestión de fascinación con lo indígena, de sentir que hay algo que tiene que ver con nosotros y que no está explicado, y luego el Caribe porque eso era ya el Caribe, el mismo clima, un poco más fresco porque estaba en la montaña, pero era la misma lluvia. En Turrialba, la ciudad más cercana, ya muchos de los peones eran negros y hablaban su idioma. Y luego de esa época, […] me vine a San José a estudiar a la escuela. Pero pasaba todas las vacaciones en Limón. Entonces era como una continuación de esa parte del Caribe. En Limón, lo importante fue descubrir la cultura negra. Pero esa historia la cuento en Limón Blues, cómo fue que la descubrí, porque mi padre me contaba de Marcus Garvey2, me contaba del país de Liberia a dónde Garvey quería ir a traer la madera y cómo mi padre se identificó con Garvey porque Garvey quería fundar una línea naviera, la Black Star Line, mi papá también quería fundar una línea naviera. Mi papá la fundó igual que Garvey, pero quebró y fracasó igual que Garvey, entonces había una cosa parecida. En Limón, yo sentía que me tenían que explicar qué había pasado con Garvey. Cuando me lo explicaban, yo me decía, bueno, entiendo porque a mi papá le pasó igual, esa sensación de que había que salir adelante pero que no se puede.

En mi casa había un racismo muy grande, que es el racismo de casi todos los costarricenses. A mí me gustaría decir todos porque es inconsciente. Y te voy a explicar en qué consiste ese racismo. Cuando yo era pequeña, yo escuchaba a mi padre decir: “¡Qué lástima que Anacristina no se parezca a mi madre, qué lástima que Anacristina no es rubia, no tiene los ojos claros! ¡Qué lástima que es tan pequeñita!” Cuando nació mi hermano, que era muy moreno, más moreno que yo, con los ojos muy grandes pero muy muy negros, mi papá no lo soportó. Le decía “el negro”, no lo quería para nada. Y cuando nació mi tercer hermano, que era rubio y de ojos amarillos, entre verdes y amarillos, mi papá se volvió loco. De eso hace cincuenta y tres años que tiene mi hermano tercero. Y todavía para mi padre, él es el único amor de su vida porque es el rubio de la casa. Después siguió mi hermana, mi primera hermana y mujer, totalmente morena, que además, pequeña, bajita como yo, que era muy linda en su cara. Entonces mi mamá la defendía porque era muy linda, pero para mi papá era la “negra”. El “negro” y la “negra”. Y no la quería mucho. De hecho, mi hermana y yo no hablamos con mi padre. Tenemos muchos años de no vernos porque él sólo quiere a mi hermano el rubio. […] O sea había un racismo más fuerte contra lo negro que contra lo indígena, por ejemplo el pelo crespo. Yo cuando me di cuenta de eso, siempre he querido llevar el pelo crespo. Pero antes de darme cuenta mi mamá me lo alisaba. Entonces era lacia. Cuando me di cuenta, empecé a andarlo crespo. A toda la gente de mi familia le parecía terrible. “Qué fea tan crespa”, o sea es un racismo que yo viví en carne propia. Y entonces lo que me hizo a mí fue tener una reacción en contra. Y entonces yo empecé a buscar a mis ancestros y me di cuenta de que mis dos abuelos eran muy morenos […]. Y entonces buscando, buscando, encontré de dónde venía lo crespo. Y es que del lado de mi abuelo había indígenas y negros también, entonces es que uno podía salir crespo y otro podía salir lacio. Si la mayoría en mi casa salimos crespos. Mi mamá es crespa. Entonces hablé con mi mamá, todavía joven, yo tendría como veinte años, fue antes de irme para Europa. Le dije “pero mamá, nosotros tenemos ancestros negros”. Y me dice “no”. “Entonces  por qué es usted tan morena?”, porque ella es más morena que yo, y me dice “es por los andaluces”. Y yo: “porque ellos también tienen influencia africana”. “No, árabe”. O sea es la negación de lo africano, absolutamente. Y todavía al día de hoy es un tema que no toco con mamá porque yo sé que para ella es tabú eso.

Para usted es una revancha escribir novelas sobre los negros.

Claro para mí es un orgullo, todo lo negro me fascina y así lo es desde pequeña, la música , la manera de hablar, la piel, la manera como se mueven, su manera de ver el mundo. Todo me gustó. Ahora, por ejemplo, yo encuentro que, claro, es una idealización que yo tuve de los negros también. Y después en Limón reggae, lo que se refleja es la caída de esta idealización y darme cuenta que son exactamente como los otros, pueden ser racistas también, pueden ser lindos y feos. Pero esa época de idealización me sirvió mucho porque me empujó a descubrir eso maravilloso que estaba en los periódicos y que está en Limón Blues. Pero, bueno, digamos que el racismo lo aprendí en mi casa y mi reacción fue la oposición. Y luego, otra cosa que me viene de ese período de la montaña es, yo creo, la pasión por la naturaleza, que yo creo que se relaciona también con el desamor de mi madre porque si mi madre me rechazaba, la naturaleza no. […] La naturaleza era algo como suavecito, que me acunaba, el aire tibio, los pájaros y esto se convirtió en una de mis pasiones. Allí.

¿Cuándo empezó usted a escribir? y ¿por qué?

Yo creo, Julie, que era una manera de trascender la realidad que me rodeaba porque esa realidad, bueno, no me gustaba. Una mamá que no me quería, una familia que tenía valores que no me gustaban. Y por otro lado, una naturaleza maravillosa. Entonces, bueno, para poder pasar del dolor y la imposibilidad porque, ¿qué futuro tiene? Mi mamá decía “las mujeres inteligentes son una desgracia porque no encuentran marido”. Entonces, desde pequeña, “usted a la universidad, no va a ir. Refrene esa inteligencia, no va a encontrar marido nunca”, ¡qué barbaridad! Pero, por otro lado, mi mamá estaba todo el tiempo empujándome para que tuviera las mejores notas, para que fuera la mejor en todo. Y entonces, había allí como una gran contradicción y yo me sentí como atascada. Entonces, para tratar de trascender todo eso, escribir fue una manera de poder dar como un salto a otra cosa, que yo podía hacer sola en mi cuarto sin molestar a nadie. Empecé a escribir muy joven. Como a los 15 años.

Como a los 18, cuando tuve amigos poetas, intelectuales, les di a leer lo que escribía. Pero aquí, tal vez en todas partes, hay esta cosa de la competencia, ¿no? En lugar de estimular a los nuevos que vienen escribiendo, se les dice eso no sirve, haga otra cosa. O tal vez porque uno llega con una actitud de pedirles “¡ay ! deme su opinión, hágame existir”. Y ellos no tienen por qué. Uno llega como muy dependiente. Ellos me cerraron la puerta. […] Y cuando me fui al no haber allá en Europa el poeta tal, que decían quien era bueno, quien era malo, como que se abrió el espacio de la libertad. Y escribir dependía sólo de mí. Entonces, en Londres en el 73, fue cuando empecé a escribir por la libertad de estar sola.

¿Cuáles fueron los/las autores/ras que la influenciaron?

Hubo dos autores mujeres que me influenciaron muy fuertemente y dos autores hombres que fueron como los que me dieron el impulso para escribir. Las mujeres fueron Virginia Woolf y Erica Jong, y los hombres fueron Henry Miller y Cortázar. Y luego, un poquito más adelante, Marguerite Yourcenar y Marguerite Duras, las dos Marguerite y Anaïs Nin. […]

¿Por qué pasó usted tanto tiempo en el extranjero cuando se vislumbra en el conjunto de su obra que usted tanto ama a su país de nacimiento?3 (¿El viaje a Holanda fue una manera de protegerse de las amenazas de muerte que sufrió usted por la defensa del medio ambiente? ¿Cuáles son las impresiones que usted guarda de su residencia en Europa?)

Justamente por eso, porque un pueblo pequeño y una familia dominante son demasiado agresivos. Entonces, me quedé [en Europa] porque había encontrado que la única manera que yo podía buscar lo que yo quería era estando lejos, pero sobre todo, lejos de mi familia. Pero cuando volví, en el 85, era porque me hacía demasiada falta mi país. No podía haber aguantado más. No hubiera podido quedarme a vivir en Francia. Bueno, poder, sí podía, pero por el corazón, no. Pero había necesitado todo ese tiempo para poder empezar a escribir. Entonces, volver ya con un libro publicado4, ya podía porque ya tenía una voz. Pero aquí jamás la hubiera podido encontrar.

¿Y la acogida de María la Noche aquí [en Costa Rica]?

Fue muy buena porque le dieron mucha importancia. Hubo críticas duras, pero María la Noche siempre ha tenido críticas duras. En España, tuvo críticas duras. En Francia, cuando se tradujo, tuvo críticas duras. Y de los hombres sobre todo. Yo creo que ese asunto de la sexualidad molesta muchísimo. Además, aquí en Costa Rica, se le dio mucha importancia porque les gustó mucho el uso del lenguaje. Pero, en España y en Francia, yo creo que la molestia que hubo con María la Noche, de críticas muy duras, no totalmente duras, porque el lenguaje siempre les gusta, pero el tema, porque no es lo que se espera de una latinoamericana. Gioconda Belli escribía sobre la revolución en los años 80, eso estaba perfecto y escribía muy bien. Las partes de la revolución de La mujer habitada son muy buenas. Pero Anacristina escribiendo sobre algo tan posmoderno como la sexualidad y una cosa como que sí, como que no, es sueño o la realidad, la economía, una desmitificación del marxismo cuando estaba la revolución marxista en su apogeo. Entonces, como que no. No le gustó a la gente.

Ir a Holanda fue una manera de protegerme de las amenazas de muerte, con un respiro. Porque, ¿qué iba a pasar, Julie? En algún momento, me iban a matar. Y en el 2005, eso volvió a pasar también. Y yo me tuve que retirar de esa lucha. Y ahora voy poquito a poco sin hacer demasiada visibilidad porque estamos llegando a un punto en el mundo, bueno en Costa Rica, en que te matan por negocios. Y ya tenemos varios ejemplos aquí. Parmelio Medina, Ivania Mora, los cuatro ecologistas de la Asociación Ecologista Costarricense que murieron en un incendio que nunca quisieron explicar. Entonces, ir a Holanda fue un respiro.

¿La lucha contra el petróleo ahora?

Yo estuve en la lucha contra el petróleo pero llegué al final, cuando ya la resistencia estaba montada. Digamos la verdad, porque fue del 98 al 2002, yo llegué en 2000. Y sí, contribuí, es verdad, pero líder de un grupo no fui. Yo hacía mis artículos, hacía mis cosas, me reunía con la gente de San José, los del Ministerio. Pero yo creo que allí fue un esfuerzo colectivo. De todos. No fue una lucha en la que yo fuera particularmente visible porque fue un esfuerzo colectivo. Sin los indígenas, sin los negros, no se hubiera logrado. Fue una lucha popular.

Ahora de mi residencia en Europa, te voy a decir. Francia fue muy importante porque, probablemente por la herencia de la revolución francesa, en Francia yo me di cuenta de lo que era ser ciudadano, tener derechos y deberes. […] Porque a uno le educa en Costa Rica para quedarse callado o para aceptar los problemas como un mal que viene y cae y uno no los puede arreglar. Pero ahora eso está cambiando por las luchas, porque, claro en los años 70 cuando yo me vine, cuando había problemas, la solución era irse a la lucha radical. O no hacer nada. Y nosotros íbamos a la lucha radical.

Cuando yo regresé [en 1985], esto estaba empezando en Costa Rica, estaban empezando a formarse asociaciones luchando por los derechos de los consumidores. Pues, yo venía con todo ese impulso, claro, y eso se lo debo a Francia. Y lo que me gustaba de Inglaterra es que, imagínate, yo llegué a Inglaterra en el 73, era una Inglaterra alternativa, no había sociedad de consumo. Cuando yo llegué en el 76 a Francia, vi por primera vez una sociedad de consumo. […] En Francia encontré a Julia Kristeva, fui a sus seminarios, la conocí, seminarios de Lacan, pero no porque me importara conocerlos, sino que uno llegaba a un café y estaban allí hablando. Era gratis. […]

Yo me casé con un francés que era breton, mi suegra que hablaba gaélico, todo ese mundo diferente que peleaba con Francia, con orgullo, otro idioma, genial, ¿no? Luego, me tocó la lucha ecologista contra las centrales nucleares, eso me despertó una conciencia ecológica. Yo amaba a la naturaleza, pero de allí a tener una conciencia de lucha es un gran trecho.

¿Y la lucha feminista?

¡Ah sí, claro! La lucha feminista en Francia en esa época era maravillosa. Detrás de mi casa, yo vivía en la rue Sedaine había una librería feminista que se llamaba Barcarosse y tenía un café que se llamaba Carabosse, que allí no entraban los hombres. Allí uno entraba y leía libros feministas. Yo creo que allí me hice feminista. […] Los libros de Marguerite Duras me influenciaron mucho porque es una mujer muy independiente. Y luego, claro, Hélène Cixous y todas las feministas de “l’écriture féminine” y las sicoanalistas feministas. Allí fue mi primera formación feminista. Además que yo venía un poco feminista con los libros de Erica Jong, ¿verdad?

¿Su encuentro con el sicoanálisis es uno de los frutos de sus viajes? ¿Qué incidencia tiene en su obra y en su aprehensión del mundo?

Otra cosa muy importante fue el sicoanálisis. No lo podía encontrar, creo, que en ningún otro lugar del mundo. Una Argentina sicoanalista que me analizara en español en París. Eso fue lo mejor de Francia.

¿Duró mucho tiempo?

Cuatro años. Ella me dijo cuatro años o nada, porque sino no vamos a tener resultados. Eso fue muy importante. Yo creo que no tiene influencia directa en mi obra pero muy importante porque el sicoanálisis me permitió vivir, dejar de autodestruirme, porque yo era una persona muy autodestructiva […] Gracias a eso pude escribir.

Finalmente, ¿cuáles fueron las repercusiones de su novela La Loca de Gandoca5, a nivel personal y nacional. ¿A nivel nacional despertó una conciencia ecológica la novela, tuvo un impacto en el público? Porque su obra se conoce del público, forma parte del programa escolar.

No forma parte del programa obligatorio, pero los profesores siempre la escogen. En primer lugar porque no hay muchos otros textos, en segundo lugar, porque la realidad se parece cada vez más a lo que pasa allí. Ya no es sólo Gandoca, ahora se encuentra el problema de La Loca de Gandoca en todo lado. Ahora, si eso ha ayudado, Julie, no sé. Lo que me parece es que el avance del capitalismo neoliberal con la destrucción de la naturaleza que trae es tan grande que una novela no puede hacer tanta diferencia. Hay más conciencia de la gente, sí. Pero, también, la gente ha optado por una sociedad de consumo. Entonces, la gente quiere defender la naturaleza. Pero también le importa mucho el consumo. Y no van a sacrificar el consumo para proteger la naturaleza. […] Eso es el avance arrollador de una realidad de consumo y de la supervivencia de esta sociedad que está por encima de la naturaleza.

Esta novela la hizo popular aquí en Costa Rica.

Claro. Es un público muy diferente al que lee María la Noche. María la Noche es más intelectual. La Loca de Gandoca es como Situaciones Conyugales6, más popular, y La Loca todavía más porque se sigue leyendo en los colegios. […]

¿Cuál es la situación del escritor en Costa Rica y Centroamérica?
(Invisibilización a nivel internacional de Costa Rica por tener una “historia poco trágica” según Amalia Chaverri; política editorial de Alfaguara; relaciones entre los escritores centroamericanos.)

Costa Rica tiene esa fama de país idílico a nivel internacional. No lo es, hace muchos años que ya no lo es. Pero, para el mundo Costa Rica es el país donde no pasa nada. Y la notoriedad de ciertos escritores como Gioconda Belli y Sergio Ramírez, la notoriedad, no estoy cuestionando su talento, pero la notoriedad, la dio la revolución sandinista. Es el único país en que eso ha sucedido porque, en los otros países, escritores notorios, así como Sergio y Gioconda, no hay. El área centroamericana es una región bastante invisibilizada a nivel literario salvo Nicaragua. Obras de autores centroamericanos aquí mismo cuesta encontrar. De nicaragüenses por ejemplo, sólo Gioconda y Sergio. Por primera vez desde que regresé de Holanda en ocho años, encontré obras de Horacio Castellanos Moya en una librería acá. Yo tengo muy buena amistad con Jacinta Escudos, es una salvadoreña que ahora vive aquí.

Sí. Y vi que aquí no se encuentran sus obras.

Pues, no. Están en El Savador y Guatemala. Y hemos pedido a Alfaguara que mande la novela de ella que ganó el premio, A-B-Sudario, porque yo quería hacer un artículo sobre eso. […] Mirá, pasa una cosa también, conforme más escritores escribamos y más cosas buenas se escriban, más se va a visibilizar. Los escritores somos muy tontos. Pensamos que aquel me va a hacer sombra, no me van a ver. Es todo lo contrario. Entre mejores escritores haya, mejor para todos. Pero hay una competencia tan terrible entre los escritores centromericanos. Yo no la tengo con Jacinta, no la tengo con Gioconda, no la tengo con Sergio, pero sí siento que muchos se defienden. Por ejemplo, Horacio Castellanos. […] Yo le escribí pidiéndole dónde podía conseguir un libro de él que estaba buscando y que Sergio me había recomendado, La diabla en el espejo, y no me contestó. Tengo buenas relaciones con Arturo Arias, pero también con cierta distancia. Pero bueno, es normal, tampoco podemos ser todos como hermanos.

¿Se puede hablar de censura respecto a los ecritores en Costa Rica?

Estamos en un momento en que los escritores son peligrosos. Entonces, no existe la literatura. Existe la literatura de los best-sellers internacionales. Existen tal vez los buenos escritores internacionales, pero los ticos que escriben sobre la sociedad tica, nadie habla, no se escucha, no se nombra. El gobierno no nos ayuda, no hay foro, no hay discusiones, no hay nada porque la literatura es peligrosa. […]

En conclusión sobre esta parte, ¿Se considera usted una autora comprometida? ¿una autora feminista?

Una autora comprometida, sí, definitivamente. Comprometida cada vez con cosas diferentes. Y en el fondo, yo considero que tengo el derecho de comprometerme con lo que tenga adentro. No es una casualidad, mi literatura es cada vez más política. No sé si va a seguir así o qué va a pasar. Yo me siento toda comprometida con mi realidad, con mi país. Eso es inevitable.

Una autora feminista, sí también. Aunque a mí no me gusta ser feminista explícita. Yo tengo una tesis feminista.

En Mujer y desarrollo.

Sí, es sobre un tema que a mí me apasiona. Es sobre el sicoanálisis y de donde viene la misoginia del sicoanálisis lacaniano. En esos escritos teóricos, soy mucho más feminista. Espero tener tiempo el año entrante para traducirla al español y publicarla. Tal vez no soy una autora feminista, soy una persona feminista. Por ejemplo, yo odio el esencialismo que es una posición feminista. Para mí, todos somos construcciones sociales.

¿Apasionada?

Eso le toca decirlo al lector (risa).

II.     De Limón Blues a Limón reggae: ¿ruptura o continuidad?

Estoy trabajando sobre sus dos últimas novelas.7 Hubo varios anuncios de publicación.

Me pasó una cosa terrible , Julie.

Cuénteme.

Yo investigué del 97 al 2000, pura investigación, cuatro años. Del 2000 al 2002, acabo de escribir Limón Blues, varias versiones, por fin sale. Pero, era una novela muy gorda, entonces, se parte en dos. Porque una era sobre el Limón actual y otra sobre el Limón que tú conoces de Limón Blues. Se parte en dos. Ya está la segunda parte. Entonces, yo anuncié desde el principio que habría una segunda parte.

El famoso díptico”.

Exacto. Después, empecé a decir que había un tríptico porque había el Limón swing. Que es cierto. Pero lo que pasa es que Limón swing son ensayos. No sé si va a ser novela. Limón swing va a ser el libro de los ensayos que yo trato de recuperar y analizar de Samuel Charles Nation8 y eso lo voy a escribir algún día pero no sé cuándo. Entonces, sí va a haber un tercero pero no una novela.

Cuando salió Limón Blues y la gente sabía que venía una segunda parte, empezaron a pedirme cosas. Y yo de bruta, porque es la única palabra, empecé a tomar notas. Una persona quería saber de Denmark, me llamaba y coincidían en saber qué pasó con Ignacio, con Denmark. Y yo intenté que Limón reggae fuera esa historia. No funcionó ninguna verdadera continuación de Limón Blues. Y de pronto un personaje que tenía allí se me va para El Salvador. Y yo digo tengo que seguirlo. Y pasé como del 2002 al 2005, tres años leyendo sobre El Salvador. Fui dos veces, tenía amigos guerrilleros, leí, analicé, hablé, entrevisté y me puse a escribirla. Y hubo varias versiones y, claro, a la gente que se la di a leer, a nadie le gustaba porque querían la continuación de Limón Blues. Entonces, yo tuve que tomar una decisión. ¿A quién le hago caso, a lo que quieran ellos si no funcionó o a mí? Esto es lo que quiero decir porque en realidad me di cuenta de que yo siempre había querido hablar sobre esa época. Y una cosa que me ha angustiado mucho es que esa época se estaba olvidando vertiginosamente, por razones de supervivencia. Julie, te voy a contar una historia que me marcó muchísimo y es lo que me decidió a publicar Limón reggae contra viento y marea.

Tú sabés que Limón reggae viene de lo que yo creo que es la historia más factible sobre la muerte de Salvador Cayetano Carpio9, un gran líder de la guerrilla salvadoreña. Y esto para mí era una cosa muy importante. ¿Por qué un líder tan importante se suicida? Pero la gente con la que yo hablaba no quería hablar de eso hasta que me encontré con un personaje muy importante que fue la viuda de él, Tulia, una persona maravillosa. Y con ella me di cuenta de que había una razón para escribir, esto no se podía dejar así. Había que dar esa versión porque sigue callada en todos lados. Pero no sólo esto estaba siendo callado. Una cosa que los gringos hicieron en El Salvador, una cosa que fue tremenda, que ha estado documentada en varios libros estadounidenses que yo tengo, que es tirar no solamente napalm, sino tirar bombas de fósforo blanco. Las bombas de fósforo blanco te queman por dentro, todo se ve igual, pero por dentro todo tu cuerpo se consume y eso, es una cosa tan espantosa. Entonces, la última vez que fui al Salvador, antes de ponerme ya a hacer la versión final de esa Limón reggae centroamericana o salvadoreña, hablé con este amigo ex-guerrillero que él me había llevado a los lugares de la guerrilla, que seguía trabajando con campesinos y creo que sigue. Y sigue muy comprometido. Pero ya había empezado un proceso, porque el FMLN como es un partido político, es otra realidad, había empezado un proceso de olvido para pasar del nivel de la guerrilla a la política. Entonces, yo pensé, nadie que haga esto va a escribir la verdadera historia porque no pueden, ellos necesitan olvidar y meterse en otra cosa. Entonces, yo le dije, mirá, ¿por dónde fue que cayeron aquí las bombas de fósforo blanco ? Y me dice él: “Nunca cayeron bombas de fósforo blanco”. Y yo le dije: “sí, cayeron, está documentado”. “No, me dijo, eso lo inventaron los campesinos”. Entonces, el proceso del olvido por supervivencia y para poder pasar a otra realidad política y poder seguir luchando era tan vertiginoso que si una persona como él, que pasó 15 años en la guerrilla, que no se murió de milagro, que estaba, yo he visto las fotos, esquelético, que nunca claudicó, que sigue en el frente, tiene que olvidar las bombas de fósforo blanco, había que escribir la novela. Porque nadie la iba a escribir. Y estas cosas se iban a olvidar e iba a ser arqueología sacarlas después. Entonces, eso me convenció de que le gustara a quien fuera y de que no le gustara a quien no fuera, tenía que salir así Limón reggae. Claro, cuando salió mucha gente acá hasta me decía “esto no puede llamarse Limón reggae, allí no está Limón”.

Claro que sí está.

Sí, claro. Golpeó muy duro esta novela, muy duro. Hay mucha gente que me decía “sí me gusta, pero es demasiado dura, no la quiero leer.”

Sí, es una novela muy impactante.

Y la gente que en eso estaba, es la que menos la quiere leer. La gente que estuvo en la izquierda no la quiere leer porque es como una bofetada en la cara. Entonces, claro, es una novela difícil. Todavía hay gente que me dice “todavía tenés otra versión de Limón reggae allí que tenés que publicar, la verdadera Limón reggae”, imagínate. Pero, bueno, por el momento es eso.

¿Y la recepción de la novela? Se publicó en septiembre del año pasado, ¿eso es?

La primera recepción fue muy buena. Se agotó la primera edición de mil ejemplares, en mes y medio. A los jóvenes sobre todo, les gusta mucho. Es par ouï-dire que les gusta y se sigue leyendo. Pero no ha habido críticas. Nadie ha dicho nada. En el periódico Universidad, hay un artículo. En la República hay otro, yo te los puedo dar.

Y en España, ¿cómo va la cosa?

Mirá, no sé, sale este mes, en mayo. Pero no tengo la menor idea de cómo va ser la recepción. […] De no tener crítica a tener críticas duras es un gran paso. Porque si uno no quiere tener críticas duras se queda en este país. Si uno lo quiere publicar en España, tiene que aguantar lo que venga. Así que Julie, veremos. Lo importante no es que haya buena crítica o no, lo importante es que exista, que se lea allá.

¿Cuál es la editorial en España?

Esa editorial se llama Alcalá. […] Yo con Limón reggae, fue muy fácil porque en el contrato con Legado, sólo tenía compromiso con Costa Rica y El Salvador. Y con Alfaguara negocié y me los dieron para todos los países fuera de Centroamérica. Y entonces, ahora está en Alcalá, y me gusta porque no es una editorial comercial. Yo sé que no debería ser así porque es el mundo que vivimos pero yo no soy suficientemente fuerte para aguantar las presiones comerciales. A mí, si un editor me dice usted tiene que escribir una novela en dos años, yo no puedo. Gioconda Belli puede. […] Yo no puedo es como estar encerrada.
[…]

¿Cuál fue su propósito con ambas novelas? (rescate de la cultura negra en la creación de la nacionalidad, desmitificación de los Acuerdos de Paz, revalorización de las luchas revolucionarias)

Yo en el momento que sucedieron los Acuerdos de Paz, estaba viviendo otras cosas, mis tragedias personales y no me di cuenta realmente de lo que estaba pasando. Y nada, leía y todo, pero no lo podía analizar. Luego, me di cuenta de que los Acuerdos de Paz habían sido una maniobra para eliminar el movimiento social centroamericano. ¿Por qué? Porque los movimientos sociales que eran de izquierda no tenían suficiente fuerza en las negociaciones de paz como para poder exigir que se cumplieran los acuerdos de esa mitad. La derecha siempre tuvo el poder, tanto en Nicaragua como en El Salvador. Pues lo que hicieron fue, mediante los Acuerdos de Paz, callar a la izquierda con la promesa de que iban a lograr cosas, desarticularla para poner un aparato que ya después le hiciera muy difícil volverse a articular. Te pongo un ejemplo. La ley anti-terrorista en El Salvador. Cuando viene la gente a protestar por el agua, algo tan simple como el agua para una comunidad, lo acusan de terrorista porque la ley anti-terrorista no permite eso, o sea permite que a los luchadores de los movimientos sociales se les pueda calificar de terrorista. Y aquí, se está queriendo pasar lo mismo con la nueva ley contra la delincuencia, delincuencia y terrorismo pueden ser oponerse al TLC. Y esta ley está ya en la Asamblea y a lo mejor, el pueblo de Costa Rica no va a oponerse, yo no sé. Como no logró detener el TLC. Imagínate que, Óscar Arias, por algo él estuvo tan metido en el plan de paz, sabía que eso era agarrar a Centramérica y llevarla a la derecha. Él quiere que se firme un tratado de extradición con Colombia. Basta que alguien sea incómodo y esté aquí como líder de un movimiento social contra lo que sea la privatización, la destrucción de la naturaleza, él pide a Uribe, el presidente de Colombia, Costa Rica y Colombia son los únicos aliados que les quedan a EE.UU., que diga que tal y tal persona tiene conexiones con las FARC y se lo llevan a morir en una cárcel en Colombia. Entonces, esto es una lucha que este pueblo tiene que dar, que no se permita la extradición de costarricenses a Colombia. La Constitución lo prohíbe pero ahora la Constitución la cambian. Todo eso lo abrieron los Acuerdos de Paz. Además que los movimientos de izquierda estaban tan cansados de esa guerra, en que [estaban luchando contra EE.UU.], en una guerra donde ninguno iba a ganar, pero los que estaban más desgastados eran los guerrilleros de izquierda o la izquierda en el poder como los sandinistas. Es que había muerto demasiada gente, se moría demasiada gente, entonces fue un alivio para ellos los acuerdos de paz. Entonces los agarraron justo en el momento de más cansancio. Y es terrible, a partir de ahí, se empieza a montar un aparato de derecha que va eliminando las posibilidades de la izquierda de volver a hacer su fuerza, con la ley anti-terrorismo, con las extradiciones. Entonces, esa es la verdadera intención de los Acuerdos de Paz.

Hay otros autores que desmitifican los Acuerdos de Paz.

Son muy pocos porque hay mucha gente de la izquierda por ejemplo que veían o que vieron los Acuerdos de Paz como una manera de salvar el sandinismo y que dicen que en Nicaragua, hoy el sandinismo está vivo gracias a los Acuerdos de Paz, porque ellos creen que EE.UU. iba a invadir Nicaragua. Yo no estoy de acuerdo con eso. Yo lo que veo es la realidad de lo que pasó. No lo que iba a pasar. Entonces, muchos escritores y mucha gente estuvo a favor de Óscar Arias y de los Acuerdos de Paz para salvar el sandinismo. Ahora no pueden criticar los acuerdos. Pero hay otra gente que sí los critica. Por ejemplo, Vinicio Cerezo que estuvo en los Acuerdos de Paz dice que Óscar Arias los desvirtuó, que esos no eran los Acuerdos de Paz. Entonces, hay una serie de posiciones, no escritores, escritores no conozco, pero de personas críticas alrededor de Vinicio Cerezo que están viéndolo así. Pero hay un escritor crítico respecto a los Acuerdos de Paz, Sergio Ramírez.

¿En cuál libro?

En ningún libro, sólo hablando con él. Para él esos Acuerdos de Paz fueron una maniobra, ni siquiera de Costa Rica, sino del gobierno gringo.

De Limón Blues a Limón reggae: ¿ruptura o continuidad?

Yo creo que las dos cosas. Ruptura con la idealización necesaria con ese enamoramiento que probó ese mundo. Es problema mío, es que cualquiera se enamora de este mundo que hubo. Bueno, este mundo se acabó, entonces, el amor y la idealización se acaban y viene una visión diferente de Limón, más realista, con el mismo olor pero con muchas críticas. Entonces, ahí hay ruptura. Y continuidad en la presencia de Limón. Ruptura en que ya Limón no es sólo Limón. Bueno, antes en Limón Blues, era Limón, EE.UU., Cuba, Jamaica, bueno el Caribe. Y ahora es más la relación entre Limón y EE.UU. porque esto es lo que se da en la realidad de Limón que todos los limonenses (que Costa Rica nunca quiso darles empleo) se fueron a EE.UU., entonces la relación es Limón-EE.UU. Y ellos se identifican más con EE.UU. que con Costa Rica, aunque siguen amando a Costa Rica, pero su formación desde ese grupo de izquierda tan interesante que se llama AFROTSCO y que sale allí como CoRev y hay una dominicana aquí en Costa Rica en esos momentos que está haciendo su tesis de doctorado sobre la AFROTSCO que ellos se formaron intelectualmente en EE.UU. Y aportaron un montón de cosas apenas estudiadas pero donde lo más importante es un cambio de actitud. La utopía de ellos es la utopía chupada de EE.UU. que en los años 70 era genial, la utopía negra y las mujeres. El feminismo era lindísimo. Entonces, hay esta relación con EE.UU. Ahora, esto que te voy a contar no se llega a ver en Limón reggae, pero te lo digo que está pasando: muchos de esos hombres y mujeres vienen de EE.UU. con esa formación y quieren hacer algo en Limón y esto es lo que se está devolviendo que es bueno para Limón. Pero ya es otra cosa, no es el Limón de antes.

Yo lo veía también como una manera de integrar Limón en un contexto centroamericano más amplio.

A través de la utopía. Claro, porque la lucha de la izquierda se da en Limón, para mucha gente empieza en Limón, y después sigue por Costa Rica. Hay tantos ticos que se fueron a pelear al Salvador y a Nicaragua, muchos más de lo que se dice. Pero ésa es también una historia que nunca se contará. Yo ya conté lo que pude.

Conforme va pasando el tiempo, ¿no le parece que su obra se hace cada vez más política? La última sería como una síntesis de todas las constantes de su obra (Limón, la ecología, el erotismo, el problema de género, la política). ¿Qué opina usted?

Sí, claro, es una novela política. El feminismo sin yo querer está en la obra cuando Maroz le enseña que la vida para una mujer es ser ella y encontrar su felicidad. Para mí, es la máxima expresión del feminismo. Y muchas veces me preguntan “¿Por qué Limón reggae es tan triste, Laura no tiene una pareja?” Pero, ¿Por qué hay que tener una pareja? Laura tiene su vida. Para que veas el machismo latinoamericano.

Para mí es una sucesión de encuentros y desencuentros.

A mí me vienen a reclamar que en la novela no hay amor. […]

¿Le parece que son novelas del desencanto (según la expresión de Beatriz Cortez ), en las que impera una moralidad postmoderna?

Son novelas tristes.

La primera, sí. Y la segunda me parece más una novela del desencanto.

Sí, puede ser.

Estamos esperando un porvenir, que yo creo no va a venir. Un halito de esperanza.

Bueno, la única esperanza que se mantiene es la personal, la de cada persona, como la del reggae. Las colectivas, no. Aunque yo no me lo propuse. Tal vez es que la realidad es el desencanto.

Pero también hay un final abierto en esta novela.

Sí y en las novelas del desencanto, no. Hay un final abierto. Ahí, puede ser Toño. Otro movimiento, otra lucha, el final está abierto. Y las novelas del desencanto tienen unos finales terribles. Sí, ésa es la diferencia. Y no hay una moralidad posmoderna. […] Ella no tiene una moralidad posmoderna, ella lo que quiere es salvar a Toño.

El eso.

Sí, claro pero ella ve el “eso” como algo terrible, no lo quiere aceptar. En cambio, en las novelas posmodernas, el autor, la voz del narrador es parte de eso. Por ejemplo, Cruz de olvido de Carlos Cortés. Allí, el narrador no defiende ningún valor, nada más se constata que no es posible ningún valor. Para Laura, el personaje de Limón reggae, los valores siguen siendo posibles.

Tenemos también el epígrafe que nos ayuda en la lectura de la novela.

Y además termina con la canción que “every little thing is gonna be all right”. Al final, hay una esperanza.

Usted tiene una escritura que juega con los sentidos del lector (colores, olores, sabores, erotismo y música). ¿Es su intención?

Eso me costó, ponerme en los pies de una pintora me costó mucho. Y esto tenía que venir desde el principio. Y eso, tal vez a nivel de los sentidos, es lo único que hice conscientemente. Los sentidos visuales de ella. Los otros, es que simplemente la realidad de Limón es así, llena de olores, porque una persona que ha vivido allí sigue siempre tocando, oliendo. Porque eso es Limón. Bueno ahora, Puerto Viejo, huele mucho a basura, pero normalmente cuando las cosas funcionan bien, y huele a lo que tiene que oler, son las algas, el olor de los barcos. […] A mí siempre me fascinaba el olor de las personas negras, ça m’enivrait, yo creo que desde pequeña yo sentí que era un olor de atracción sexual y me encantaba. A mí me gustan los olores a sudor, el olor del ”panbon”, el olor de esa comida diferente, el olor de esa comida con coco, el olor de la selva, de los animales. Que en Limón estamos asediados por los sentidos todos. Las texturas, el tajamar, las conchas, el coral, todo es para tocarlo, los árboles, la corteza, las hojas. Si uno no está en contacto con eso, lo sigue buscando. Y en El Salvador a mí me ha llamado mucho la atención. El Salvador es un país de una naturaleza bellísima porque es pequeño como concentrado, lleno de montañas y valles. Entonces, de esas montañas uno puede verlo todo, los ríos, los precipicios, es alucinante El Salvador. Y los colores del Salvador, y los olores. Claro, ¿cómo vas a escribir un lugar sin el olor? Porque uno sabe que está en Limón por el olor.

A nivel del erotismo, yo diría ¿usted escribe de esta forma para plasmar esa realidad sensual, que de por sí es sensual, la realidad de Limón con todo lo que usted me está diciendo, o como lo ha podido hacer Gioconda Belli escribir como una manera de reivindicar la feminidad?

En María la Noche, sí. Pero solamente en María la Noche. Después el erotismo es lo que sale, no hay reivindicación. Me parece que ya no era necesaria la reivindicación, que eso ya ha pasado a las costumbres. Pero el erotismo es una cosa que sale de mi escritura, yo no la busco, sale. A veces quisiera que saliera menos.

¿El plurilingüismo?

Es que el plurilingüismo me encanta. Una vez en los años 80, o finales de los 70, una mujer en París que se llama Vivienne Forrester escribió un libro que era en francés/inglés. ¡Qué maravilla! Cuando yo vi eso, dije, fue antes de terminar María la Noche, esto es lo que quiero hacer. Y me atreví, porque ella lo había hecho. Tal vez sola no lo hubiera hecho. Porque Costa Rica es plurilingüe. Y porque nosotros hasta cierto punto vivimos en una realidad plurilingüe. Cuando uno ha vivido en ciertos países, sabe varias lenguas, hay cosas que suenan mejor en una lengua, y otras que suenan mejor en otra. Por ejemplo hay cosas que suenan tan lindas en latín porque el latín tiene una cadencia pesada. […] Uno se enamora de las lenguas que conoce. Eso es un problema. Para la edición española de Limón Blues me pidieron un glosario porque los que la leyeron y el director de la editorial, dijo “sí, maravillosa pero necesito un glosario porque los españoles no entendemos un montón de cosas.” Bueno, no importa que vaya un glosario pero que me dejen meter otros idiomas. […] José María Arguedas es de los autores latinoamericanos clásicos más importantes. Algo logra porque por lo menos sabe que ese mundo es otro. Y la lengua te da la medida de esa otredad. Es lo único que te la puede dar. Lo leí cuando regresé, no es parte de mi formación. […] Uno nunca lo logra, dar totalmente la cultura de esa otra lengua. Pero por lo menos, en ese esfuerzo algo pasa.

Entonces, también para usted es un esfuerzo por plasmar esa realidad pluricultural.
A su parecer, ¿cuál es la diferencia entre el historiador y el autor de novelas históricas? ¿Cómo ve la historiografía actual en Costa Rica y Centroamérica?

Para empezar, […] la historia y la novela forman parte del mismo medio, la literatura. Son literatura. Los historiadores siguen una serie de procedimientos pero hay una intertextualidad que se parece a la de los novelistas. Porque los novelistas tienen que leer muchas otras novelas antes de poder hacer su novela y esa novela que hacen siempre está en diálogo con esos otros textos aunque no aparezca allí. En los historiadores es más explícito. Pero lo que los historiadores llaman método científico es nada más ponerse en diálogo con otros textos. Y ¿quién garantiza que esos textos son verdad? Nada, son textos. Si son textos jurídicos hay más chance de que sean verdad, pero no está garantizado. […] La diferencia, a mí me parece es que el historiador tiene un método distinto. Pero es exactamente igual en cuanto que son construcciones del lenguaje. Ahora, el novelista tiene una ventaja sobre el historiador, […] , cuando hacen novela histórica se atreven a hacer conjeturas, entonces, eso lo hace ver una parte de la realidad que puede ser tan cierta como la citada en las fuentes pero que nadie ha visto. Entonces se atreven a ir más allá. Los historiadores por puro miedo no hacen conjeturas. Un novelista puede iluminar el pasado de una manera mucho más posada y tan verosímil como la del historiador. Sólo que más atrevida y ésa es la ventaja.

¿Tiene nuevos proyectos de escritura?¿Qué va a hacer usted en Roma en octubre para sus investigaciones?

No puedo decirlo, no puedo hablar de eso.

Le haré otra entrevista dentro de unos años. Muchas gracias Anacristina.

© Julie Marchio


Notas

arriba

vuelve 1. Esta entrevista forma parte del proceso de investigación que estoy realizando dentro del marco de mi tesis doctoral.

vuelve 2. Marcus Garvey (1887, Jamaica-1940, Londres), líder negro del movimiento rastafari, intentó promover el regreso de los negros del mundo entero a África.

vuelve 3. Anacristina Rossi pasó un gran período de su vida en Europa. Se quedó en Londres del 73 al 76, en París del 76 al 85 y en Holanda del 95 al 2000.

vuelve 4. Rossi, Anacristina, María la Noche, Lumen, Barcelona, 1985 (Premio Nacional de Literatura).

vuelve 5. Rossi, Anacristina, La loca de Gandoca, EDUCA, San José, Costa Rica, 1991.

vuelve 6. Rossi, Anacristina, Situaciones Conyugales, Red Editorial Iberoamericana, San José, Costa Rica, 1993.

vuelve 7. Rossi, Anacristina, Limón Blues, Alfaguara, San José, Costa Rica, 2002 (Premio Nacional Aquileo J. Echeverría 2002, Premio Áncora en Literatura 2001-2002, Premio José María Arguedas de Casa de las Américas 2003)
Limón reggae, Editorial Legado, San José, Costa Rica, 2007.

vuelve 8. Afroantillano de Limón (1869-1942).

vuelve 9. Salvador Cayetano Carpio, conocido como el Comandante “Marcial”, fue el fundador de las Fuerzas Populares de Liberación Nacional FPL Farabundo Martí en El Salvador.


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