Según Homi K. Bhabha, "Nations, like narratives, lose their origins in the myths of time and only fully realize their horizons in the mind's eye" (1). Sin embargo, sería difícil aplicar esta generalización de Bhabha a la nación panameña cuando se toma en cuenta que su independencia no fue sino hasta 1903. Además, ésta no es el resultado de una ruptura definitiva con la madre patria, como es el caso de otras repúblicas del continente americano, sino una separación de Colombia, cuyo propio legado poscolonial resultó en guerras internas que contribuyeron a la insatisfacción de los istmeños. Y, finalmente, la fecha de la independencia panameña será siempre vinculada con la intervención norteamericana y la construcción del Canal. Como consecuencia, la naturaleza problemática de la independencia panameña contribuye a los problemas de soberanía inherentes en un país cuyo lema es "Para el beneficio del mundo".
Aunque se comenta el tardío florecimiento de la novela en el Istmo, es importante notar que la primera novela panameña, La verdad triunfante de Gil Colunje, aparece en 1849. Este año señala la mayor presencia de Estados Unidos en el Istmo, ya que el ferrocarril y los aventureros en rumbo a California anticipan la creciente intervención que culminará con la construcción del canal. Esta trinidad de novela, nación y canal es fundamental en cualquier consideración de la literatura panameña, porque la novela termina siendo el género predilecto para explorar los problemas de la nación y el canal.
La otra frontera de César Candanedo y Luna verde y Gamboa Road Gang de Joaquín Beleño son novelas que sostienen críticas fuertes de la política estadounidense en la Zona pero también se dirigen a la necesidad de llenar el vacío nacional y narrativo que existe debido a la independencia problemática y el florecimiento tardío de la novela. Como Panamá no tiene la comodidad de ver sus orígenes nacionales y novelísticos como hechos envueltos en los misterios de una época lejana a la actualidad, recae en la novela canalera la responsabilidad de construir los mitos fundacionales.1 Para desempeñar este papel, Candanedo y Beleño recurren al discurso de la conquista de las Américas para presentar los incidentes de intervención por parte de los Estados Unidos. A lo largo de estas novelas, los autores panameños incorporan ciertos cronotopos de la conquista como el encuentro entre el indígena y el hombre blanco, la pérdida del paraíso terrenal, el acto de nombrar las cosas, la introducción de valores materiales con la presencia del hombre blanco y la importancia de la escritura para retratar hechos más recientes.2 Sin embargo, la apropiación de este discurso no logra crear los mitos capaces de ocultar las asociaciones de la Independencia panameña con el Tratado Hay-Bunau Varilla. De hecho, la apropiación del discurso de la conquista resulta en la paradójica desmitificación de los cronotopos y la formación de metáforas que señalan la fragmentación como constante en la representación de Panamá, en vez de la homogenización que asociamos con la implementación del lenguaje del centro.
En La otra frontera, Luna verde y Gamboa Road Gang se ve el esfuerzo consciente por vincular los sucesos relacionados con el canal y los cronotopos del primer encuentro americano de Colón y las primeras conquistas. En su estudio sobre los escritos de Colón, Margarita Zamora utiliza el término "el discurso del descubrimiento" para señalar que lo que denominamos "el Descubrimiento" es un proceso colectivo que depende de la interacción y el diálogo de muchos individuos en una esfera pública (7). Es esta insistencia de Zamora de considerar un discurso como un ir y venir constante (7) que tiene una aplicación relevante a las novelas de Candanedo y Beleño porque estas obras retratan el momento actual al mismo tiempo que dialogan con el pasado. Este movimiento entre presente y pasado también se relaciona al proceso de interpretación que Hayden White denomina emplotment. Según White, el historiador interpreta los datos y escoge una forma de trama para presentar la secuencia de sucesos para darle sentido a los hechos (58). Beleño y Candanedo deciden ver y comprender la construcción y la expansión del canal en términos de conquistas anteriores al echar mano a los cronotopos.
El concebir la historia reciente según un ciclo de encuentro y conquista que tomó lugar siglos antes, no es el único rasgo que estas novelas tienen en común. Por un lado, el acto de emplotment es una manera de enfrentar la condición poscolonial de Panamá y dar sentido a la época actual, pero, por otro lado, ambos autores presentan acciones y personajes que no caben dentro del discurso de la conquista o que contradicen las revelaciones que surgen de este discurso. Es como si, al apropiar un discurso, también quisieran restarle la autoridad de emplotment para dar sentido a los hechos. Por esta razón, estos actos simultáneos de apropiación y rechazo son ejemplos de los procesos de apropiación y abrogación de la literatura poscolonial definidos por Ashcroft, Griffiths y Tiffin, quienes emplean ambos términos para referirse a los esfuerzos de la escritura poscolonial de tomar posesión del lenguaje del centro y reemplazarlo con un discurso autóctono apto para el lugar colonializado (38). Para ellos, el proceso consiste en dos partes que ocurren al mismo tiempo: la abrogación, concebida como el rechazo de las normas de lenguaje del centro, y la apropiación, que conlleva la posesión y modificación del lenguaje para servir otro contexto (38-39). Aunque Ashcroft, Griffiths y Tiffin enfocan obras escritas en inglés, los conceptos de apropiación y abrogación tienen utilidad al estudiar la novela canalera de Panamá. Al examinar algunos ejemplos, es más fácil ver cómo Candanedo y Beleño participan en el proceso de emplotment y apropiación del discurso colonial precisamente para subvertir el poder de este discurso de captar y dar sentido a las experiencias de la nación panameña, producto de colonizaciones sucesivas. A la medida que avanzan sus novelas, las limitaciones del discurso colonial para dar cohesión a los sucesos se hacen cada vez más evidentes.
Ahora, aunque Ashcroft, Griffiths y Tiffin se orientan con respecto al lenguaje del centro, sus observaciones son útiles para examinar cómo se practica la apropiación y abrogación con los discursos del centro. Por supuesto, en el caso de América Latina, el primer discurso oficial surge con los escritos de Colón y continua con las crónicas de los siguientes exploradores y conquistadores. A raíz de estas observaciones de los españoles del Nuevo Mundo podemos observar ciertos patrones, como sus descripciones de la naturaleza, sus encuentros con los nativos, su cumplimento con el protocolo para conquistar y el establecimiento de nuevas ciudades. Debidos a estos patrones podemos ver que ciertos cronotopos del primer encuentro y las primeras conquistas llegan a disfrutar de cierta intertextualidad respecto a los textos siguientes (sean crónicas u obras literarias).
Volviendo a la problemática de la independencia panameña, Beleño, Candanedo y otros novelistas tienen la necesidad de manifestar una identidad nacional aparte, a la vez que la nación constantemente se enfrenta con el hecho innegable de la presencia de los EEUU en el país. En este caso, tanto Beleño como Candanedo utilizan los cronotopos del discurso de la conquista para retratar esta repetición del estado colonial. Sin embargo, esta apropiación del discurso de la conquista no es una copia del discurso original, sino una mímica, en el sentido que Bhabha da al término: un discurso ambivalente que es casi lo mismo pero no exactamente ("Mimicry" 126). Para Bhabha, lo que hace una mímica es el desliz que permite ver la diferencia entre el discurso oficial y el sujeto colonial (126). Al incorporar los cronotopos del discurso de la conquista en sus novelas, ambos autores panameños hacen evidente este desliz, este espacio entre lo que el discurso de la conquista busca representar y la realidad acutal que el discurso no logra dominar. Aún así, señalar este desliz y la ambivalencia de la mímica no bastan dentro del contexto panameño que no pasó por una tradición de novelas fundacionales en el siglo XIX. Debido a esta circunstancia, Candanedo y Beleño van un paso más allá: utilizan la naturaleza inherentemente dual de la mímica, que apropia un discurso para debilitar su autoridad, y creannuevas metáforas multidimensionales que logran representar, momentáneamente, las contradicciones de la situación nacional. Por supuesto, una vez consciente del desliz que presenta la mímica, Candanedo y Beleño ya no pueden pensar en términos de la forja de mitos nacionales pero todavía pueden responder a la necesidad de mitos con la construcción de metáforas. De hecho, parece que Beleño y Candanedo apropian el discurso oficial precisamente porque quieren señalar su falsedad, su capacidad para ocultar, no revelar.
Luna verde de Joaquín Beleño y La otra frontera de César Candanedo trazan las circunstancias que provocaron actos de rebeldía en los personajes. En la novela de Beleño, la progresiva decadencia moral del protagonista, Ramón de Roquebert, que viaja de un Río Hato campestre, inocente y puro para integrarse en la corrupción y el materialismo de la Zona, le lleva a unirse en las protestas estudiantiles. De un modo similar, Candanedo nos introduce a la formación de Juan Cancio, que recibe su primera educación del curandero ño Cruz, pasa por la explotación de la hacienda y el Canal y termina siendo el organizador de rebeldías campesinos que ofrecen la esperanza de librarse de la dominación extranjera. Tanto en Luna verde como en La otra frontera se ve el esfuerzo consciente de ambos autores por replantear los sucesos vinculados con el canal con el primer encuentro americano de Colón y las primeras conquistas. Al echar mano a elementos del discurso colonial como la pérdida del paraíso terrenal, el acto de nombrar las cosas, la introducción de valores materiales con la presencia del hombre blanco, estos escritores panameños construyen los sucesos según las pautas de una historia previa.
El primer capítulo de La otra frontera, "El consejero", hace una cuidadosa recreación del pueblo de San Juan en las orillas del río Chagres, antes de la construcción de la represa para el Canal. A través de la descripción de la vida del pueblo, se presenta una comunidad unida, apegada a sus tradiciones, sin materialismo. Parecido al discurso del lugar ameno y el paraíso terrenal que Colón utilizaba para describir el Nuevo Mundo, Candanedo presenta San Juan como un lugar sin conflictos, feliz y pacífico:
En todas partes trabajo, gozo y paz. Todos siguen la vida de actividad, de lucha apegada, unidos a la tierra que les corresponde con generosidad maternal para una comodidad modesta y digna. (18)
Las fiestas quincenales se cumplen con regularidad, sin trastornos ni inpedimento, pues los duelos se registraran a una feliz larga distancia... San Juan es alegre, tranquilo, laborioso. Tiene hombres. (19)
Dentro de este ambiente aparece el extraño que llega para inspeccionar el lugar y después ofrece comprar sus tierras. Su esfuerzo por sobornar a ño Cruz el curandero fracasa pero después de él llegan otros extraños que parecen ser una amenaza mayor. Las primeras cosas que hacen es dar nombres nuevos a los lugares, igual que Colón durante su primer viaje:
Es aquí en Dam, abajo... Lo que ustedes llamaron Alajuela... Ya se llama de otro modo, con otro nombre... El de ahora, que le pusimos, es mejor... [...] A ganar buen dinero, dólares sanos, que buena falta hacen en este tiempo, cuando hay tantas cosas buenas que comprar... ¡Cómo están de llenos los Comisariatos! (39).3
La introducción del materialismo y las falsas promesas de grandes ganancias entusiasman a todos en San Juan, excepto a ño Cruz que desconfía de las promesas de los extraños. En la euforia del momento, los hombres bajan a trabajar en la construcción de la represa que más tarde inundará sus casas y les obligará a transladarse. Entre las advertencias de ño Cruz, hay un párrafo que compara los sucesos en San Juan con otros en la historia panameña: la época colonial con las ferias en Portobelo y la Fiebre de Oro de California en el siglo XIX:
Y sobre el borde del Chagres todavía quedan en pie, desafiando el poder del conquistador y la fuerza corrosiva del tiempo, vestigios de lo que fue Cruces, la de las posadas, la que tenía el viejo camino empedrado como amarrado al ombligo, sobre cuyo empedrado lomo resbalaron las herraduras de las mulas que transportaban a Portobelo el oro succionado a la tierra --¡también testigo!por los que sufrieron hasta la muerte liberadora bajo la férula de capataces sin entrañas, embrutecidos por la codicia y la crueldad; Cruces la del desembarcadero y los almacenes estancos; la de las calles que soportaron forasteros de todas las tierras del globo y cuyo aire recogió infinitas voces extrañas, no entendidas, cuando la avalancha de aventureros oleaba hacia las playas doradas de California, la de las minas famosas de 800 y pico (Candanedo 40).
Estas referencias a la colonia y los aventureros de mediados del siglo XIX introducen la idea de considerar los sucesos de la novela por el prisma de la historia panameña. El resultado de esta visión es el emplotment de los acontecimientos de La otra frontera como un retorno a los ciclos de explotación que comenzaron con la época colonia. Las ferias de Portobelo y los aventureros rumbo a California son otras manifestaciones anteriores del mismo proceso que ahora experimentan los habitantes de San Juan. Como cada suceso a lo largo de la historia panameña terminaba en la explotación de los panameños, también aquí se plantea, mediante el emplotment, la idea de que el caso de San Juan sigue la misma trayectoria. En la novela, otro trabajador en la represa les aclara a los habitantes de San Juan el futuro que les espera:
---A tu pueblo también lo van a hundir los de afuera, los extraños, cuando terminemos la represa. Con las manos de nosotros hacemos la desgracia, la fabricamos nosotros mismos, como está viendo. No se salvarán; quedarán como quedamos nosotros, los de allá, por mucho tiempo; sin tierra donde pisar, sin base, en el aire y rotos por dentro [ ] Nada queda en pie, nada nos dejan, para imponer y alzar lo de ellos, para que eso valga Que de nosotros no queden ni señales Ya ve que ni los nombres de los lugares Después podrán decir: "eran salvajes no había nada" (41).
Esta cita y la anterior establecen vínculos entre la conquista, la colonia, el siglo XIX y la construcción del Canal. Pese a la afirmación de que no quedará nada de la historia de los habitantes de San Juan, Candanedo logra desenterrar del olvido estas manifestaciones cíclicas de la explotación del panameño para el beneficio de los intereses de forasteros. Mediante el proceso de emplotment, Candanedo forja vínculos entre diferentes momentos históricos para destacar que son, en el fondo, variantes del mismo suceso. No obstante, sería una equivocación reducir La otra frontera a la sola función de un emplotment del momento actual en términos del pasado de Panamá porque, a la vez que Candanedo plantea la construcción del Canal como un ciclo que repite explotaciones anteriores, la estructura de la novela subvierte esta unidad de efecto. La otra frontera parece ser una novela con tres comienzos diferentes porque cada capítulo parece desarrollarse independientemente del capítulo anterior y el hilo unificador, el desarrollo de Juan Cancio, es muy tenue debido a su ausencia por la mayor parte de la novela. Asimismo, los tres primero capítulos evocan asociaciones con diferentes épocas en la historia panameña, aunque toda la acción de la novela ocurre en el mismo plano temporal. "El consejero", con sus frecuentes alusiones a un locus amoenus sugiere la etapa pre-colombina, mientras que "Falso título español" presenta una visión idealizada de la colonia española y "Aparece un míster" señala la llegada de los norteamericanos. Además de esta estructura novelística que produce una ruptura con el principio de cada capítulo, La otra frontera es una novela con un héroe mesiánico, Juan Cancio, destinado a salvar a su gente del invasor pero que no aparece por la mayor parte de la novela. Estos dos rasgos de La otra frontera, la estructura fragmentada y la ausencia del héroe, afectan la cohesión que produce el proceso de emplotment, mediante la apropiación del discurso colonial. Al introducir estas dos variantes en la estructura de la novela, Candanedo da una respuesta poscolonial a la necesidad de crear mitos fundacionales. Aunque esta necesidad perdura en Panamá en el siglo XIX por el hecho de que no tenía la oportunidad de explorar estos temas en las novelas románticas del siglo XIX (como otras repúblicas latinoamericanas), Candanedo no puede llevar su novela a una resolución cerrada, la conciencia de que la explotación que presenta es paralela a explotaciones anteriores, porque se ha dado cuenta del desliz entre el discurso colonial, representado por la incorporación de los cronotopos, y los sucesos que narra. Por esta razón, la fragmentación, la ruptura y la ausencia terminan asumiendo papeles tan prominentes en La otra frontera.
Esta transición de la cohesión a la fragmentación que vemos en La otra frontera de César Candanedo está presente también en Luna verde de Joaquín Beleño. El protagonista, Ramón de Roquebert, vive en Río Hato, una comunidad que se presenta idílicamente alejada de la corrupción de la ciudad. Aún así, lo que destaca más en Luna verde es la decadencia personal del protagonista, que convierte la mayor parte de la novela en un anti-Bildungsroman. Con la excepción de su arrepentimiento y activismo al final, Luna verde enumera las varias etapas de degradación de Ramón que llega al extremo de obligar a su hermana a prostituirse sólo para que el reciba un ascenso en su trabajo en la zona canalera. Sin embargo, antes de emprender su largo trayecto de autoanálisis, Ramón, en el primer capítulo, "El encuentro", se presenta como un hombre debilitado que sufre de amnesia. No sabe quien es hasta que se encuentre con dos indios cuna. Uno de ellos, René Conquista, es víctima de uno de sus engaños. Al verlo de nuevo, René lo amenaza y le grita en Cuna: "¡Yo soy muy hombre!" pero en realidad, René Conquista es un hombre destrozado. Esta exclamación es lo único que sabe decir después de la herida que recibió en la cabeza en un accidente. René Conquista ha perdido la habilidad de hablar y pensar pero en cambio ha ganado su dentadura de oro. Es al ver sus dientes de oro que Ramón vuelve a ponerse en contacto con su pasado y comienza a recordar su historia personal, que se desarrollará a lo largo de la novela.
Aunque "El encuentro" sugiere el primer contacto entre europeos e indígenas, y los siguientes capítulos retratan la comunidad de Río Hato como un locus amoenus americano, muy pronto estos discursos se ven transformados con la insistencia en la degradación de Ramón y René. Igual que Ramón, René llega a la Zona soñando con enriquecerse, pero la realidad es que el sistema canalero lo categoriza como ciudadano de segunda categoría o silver roll y le da un trabajo peligroso.4 Cuando René quiere irse de nuevo a San Blas, las promesas de Ramón y el alcohol le hacen firmar otro contrato que termina sellando su propia destrucción. El día del accidente, René trabaja felizmente sin sospechar que pronto su vida cambiará:
Los negros llevaban en los labios un rictus de sumisión, y los indios un vacío de odiosa indiferencia. Quiero decir que el único feliz era René Conquista. Su boca huérfana de dientes esperaba el día siguiente, el molde de oro que le había prometido. (156)
La imagen del indio desdentado es un comentario muy fuerte sobre lo que René Conquista pierde al incorporarse en el mundo canalero. En contraste con los otros obreros que trabajan con él, René no es conciente de su propia explotación porque piensa que será recompensado por su sacrificio. Cómo vemos en el primer capítulo "El encuentro", René consigue sus dientes de oro al final, pero a un precio muy alto. Poco después de la descripción de René como labrador feliz, explota una carga de dinamita cuando los hombres están en el terreno, y René queda gravemente herido.
Junto a mí, fertilizando el suelo con sangre de su frente, René Conquista. Sus ojos nadaban en un charco de sangre y polvo, cual dos pececillos negros. Con toda tranquilidad firmé un papel para que pudiera ser internado en el dispensario.
No había pasado nada. Solo era el 3289. (157)
Esta despersonalización del peor momento en la vida de René Conquista es otra dimensión del personaje como metáfora nacional. Al leer esta cita, se aclara la razón por la que René no puede expresarse al comienzo de la novela, y se pone en relieve su patética defensa de Ramón al gritarle que era muy hombre. Por supuesto, la falta de reacción emocional por parte de Ramón es otra indicación de su degradación personal pero uno no debe dejarse deslumbrar por esta dimensión bastante evidente en Luna verde e ignorar la importancia de René Conquista con respecto al tema nacional. René Conquista se convierte en metáfora nacional porque su experiencia en la Zona canalera, que tiene un evidente paralelo que la conquista de los indios en el Nuevo Mundo, y está vinculada a la situación nacional. René, igual que Panamá, es tentado por las ganancias económicas que promete el Canal. No obstante, para conseguir este dinero, René tiene que someterse a la condición de ciudadano de segundo rango o silver roll y desempeñar un trabajo peligroso, igual que los panameños que durante muchos años no podían entrar libremente en la Zona. Al final, René vuelve a San Blás con su dentadura de oro ganada a costa de su conciencia y su entendimiento. Del mismo modo, los habitantes de San Juan en La otra frontera ganan un salario pero pierden sus casas y Panamá parece enriquecerse por el Canal pero a cambio de su soberanía nacional.
Mientras que Luna verde forja la metáfora del indio con dentadura de oro y La otra frontera rompe la cohesión del discurso colonial, Gamboa Road Gang construye la metáfora de una gran cárcel para presentar la situación nacional. Dentro de esta cárcel domina la historia de Atá y su amor fracasado por Annabelle Rodney. Una clave de esta historia es el misterio de las cartas que, según insiste Atá, le enviara Annabelle, a las cuales él responde con tiernas declaraciones de amor. Atá dice que nunca violó a Annabelle sino que sus padres no quieren aceptar que su hija esté enamorada de un mulato cuya madre fue criada en la casa de los Rodney. Además, está firmemente convencido de que un día Annabelle va a revelar la verdad de este amor correspondido y él será un hombre libre.
La fe de Atá en la palabra escrita es otra referencia a un cronotopo del discurso de la conquista: la autoridad indiscutible del escribano. Colón, por ejemplo, era muy consciente de su responsabilidad de escribir sus observaciones y mandarlas a los monarcas españoles, ya que su papel era de explorar y reportar todo lo que había visto (Zamora 156). Los conquistadores que llegaron después de Colón también se daban cuenta de la importancia de documentar los sucesos. De un modo parecido, Atá sabe que las cartas que recibe de Annabelle son escritos sumamente importantes porque servirán de prueba de su inocencia. Sin embargo, poco después de introducir las cartas en la trama de Gamboa Road Gang, Beleño comienza a restar su autoridad para representar hechos verídicos.
Para comenzar, en Gamboa Road Gang, las cartas originan más dudas que aclaraciones. En vez de documentar sucesos verídicos, las cartas en la novela parecen restar autoridad a la palabra escrita para informar sobre los hechos. Lo más evidente es la ambigüedad de la relación entre Atá y Annabelle. Aunque Atá jura haber amado a Annabelle toda su vida, la narración introduce una serie de inconsistencias para subvertir la visión que presenta Atá. El mismo narrador observa que la poca frecuencia de las cartas de Annabelle revela que la relación no era una gran pasión. Además, las explicaciones de Atá sobre su niñez feliz en la casa de los Rodney son sospechosas debido a las características de fantasía que destacan en su descripción. Su fascinación por Superman tiene algo que ver en sus recuerdos infantiles de ser el defensor de Annabelle en los juegos infantiles:
esto no era óbice para que Atá muchas veces se bebiera sus cortas lágrimas del sal cuando Bobby la zarandeaba con mayor crudeza de lo debido. Y aun cuando los besos de Atá eran inocentes, tampoco se puede ocultar que aquel gesto, y aquel cálido contacto en las frescas y ardientes mejillas de Annabelle producíanle una perturbadora satisfacción que lo obligaba a volverla a besar, y, aún más, a enredarse a pescozones con Bobby para seguir luego, como si nada hubiera sucedido, en sus correrías debajo del monte umbrío, en las faldas del Cerro Ancón (66).
Esta cita de los juegos entre Bobby, Annabelle y Atá señalan los orígenes del amor de Atá pero la forma de esta descripción es sospechosa al evocar un locus amoenus infantil que dura poco tiempo en la vida de Atá. Estas experiencias forman un paréntesis en la pobreza diaria de la niñez de Atá y el contraste entre esta vida y el idilio que experimenta con los niños Rodney es muy marcado. Cuando la familia Rodney despide a la madre de Atá, es como si lo hubieran expulsado de un paraíso terrenal.
Aunque las cartas deben tener el poder de poner fin a las dudas del narrador, y por extensión del lector, sobre la inocencia de Atá respecto a la violación de Annabelle, nunca lo logran. De hecho, en la novela abundan inconsistencias que socavan de la autoridad de la versión de los hechos contada por Atá. Para añadir a esta confusión, hasta se cuestiona si Annabelle es la autora de las cartas que recibe Atá.
No obstante, Gamboa Road Gang no sólo duda de la autoridad de la palabra escrita para representar los hechos sino que también cuestiona el poder del escribano. En este instante hay un contraste marcado entre los privilegios del escribano en el contexto colonial y el caso de Atá. Lejos de elevar su condición en la sociedad urbana, el saber escribir en inglés sólo contribuye a reforzar a su status inferior. El problema es que Atá no habla un inglés norteamericano, sino la versión antillana, lo cual lo identifica con el sector de la sociedad panameña más despreciada. Si bien el padre de Atá es blanco, nunca lo reconoció, así que no tiene la posibilidad de probar su ciudadanía norteamericana. Su condición de "chombo-blanco" le impide caber dentro de la jerarquía existente del mismo modo que el acto de escribir no le confiere poder, sino que resalta su impotencia como encarcelado de Gamboa.
Si la palabra escrita no confiere poder al escritor ni tampoco sirve para representar los hechos, logra tener un papel importante en Gamboa Road Gang. Lejos de cumplir con los requisitos del escribano en el discurso colonial, la carta de Perla Watson al final de la novela, señala un uso alternativo. Las circunstancias de esta última carta que cierra la novela es paradoja: la carta es dirigida a Atá pero éste no la lee porque muere antes de recibirla. Además, la carta, que anuncia el nacimiento del hijo de Perla, oculta la horrenda noticia de que este hijo es producto de la violación de Perla por siete adolescentes zoneítas. Lo más chocante de la carta es la revelación que sólo el lector puede saber: que este hijo tiene como padre el hermano de Annabelle. Perla cumple su promesa a Atá de dar el nombre de Bobby a este hijo pero ella no sabe que así también ha dado el nombre del padre biológico a su hijo. La comunicación de este acto de nombrar a su hijo por parte de Perla señala que aunque la escritura no revela todos los hechos, los hechos son todavía presentes en la escritura. Con la carta de Perla, la responsabilidad y la autoridad no recae en el escribano, como en el discurso colonial, sino en el lector. El deber del lector es de desenterrar la historia verdadera, la historia de Perla y su hijo, de la maraña de textos conflictivos que han tejido la novela.
Tradicionalmente, la novela canalera no ha tenido una presencia en los estudios de la literatura latinoamericana fuera de Panamá. Sin embargo, estas novelas abarcan temas tan estudiados en otras literaturas nacionales como la problemática de la identidad de la nación, la concepción del pasado y la creación de mitos y metáforas nacionales. Dentro de nuestro nuevo contexto crítico, donde se busca establecer vínculos interdisciplinarios, la novela canalera ofrece un campo rico para el estudio, sobre todo para un análisis de las relaciones entre América Latina y los Estados Unidos, puesto tanto Luna verde como Gamboa Road Gang exploran este choque entre una nación emergente y una potencia mundial. Así pues vemos como para llenar el vacío de mitos nacionales debido a una independencia tardía, los autores de la novela canalera participan en los procesos de emplotment, abrogación, y apropiación para crear un discurso apto para la realidad fragmentada del contexto nacional. Mediante el uso del discurso de la conquista, Beleño forja metáforas nacionales, como René Conquista o la cárcel de Gamboa, que responden a la condición poscolonial de Panamá y con ellas ofrecen nuevos caminos de comprensión y entendimiento de los procesos que han forjado la nación panameña.
vuelve 1. La novela canalera tiene la misma función fundacional que las novelas románticas del siglo XIX que analiza Doris Sommer en Foundational Fictions.
vuelve 2. El término cronotopo es de Bahktin y refiere al cruce de tiempo y espacio.
vuelve 3. Colón también destaca el entusiasmo por el comercio en su descripción de los indígenas americanos: Los cuales después venían a las barcas de los navíos adonde nos estábamos, nadando, y nos traían papagayos y hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos, como cuentecillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban de aquello que tenían de buena voluntad (30).
vuelve 4. Como observa David McCullough, la division entre gold y silver roll inicialmente indicó la division entre trabajadores especializados y no especializados pero, dado que la mayoría de los trabajadores especializados en la construcción del Canal eran norteamericanos blancos y la inmensa mayoría de los no especializados inmigrantes negros de Barbados, estos dos terminos pronto se convirtieron en sínonimos para blanco y negro.
*Dirección: Associate Professor Mary Addis*
*Realización: Cheryl Johnson*
*Modificado 24/07/03*
*© Istmo, 2001*