Gloria Rudolf

Un solo gran mundo: vínculos rurales-urbanos
y el desarrollo humano sustentable
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Notas*Bibliografía

1. Introducción

Hace más o menos un año atrás viajé a Loma Bonita, una pequeña comunidad en las montañas de la provincia de Coclé en Panamá donde he realizado investigaciones antropológicas durante las últimas tres décadas. Al llegar a la casa de una pareja mayor—en la que siempre me quedo cuando estoy trabajando en la comunidad—encontré diecinueve personas, entre hijos e hijas, yernos y nueras, nietos y nietas, que habían venido desde la Ciudad de Panamá a celebrar un cumpleaños. Poco tiempo después, fui a visitar a otras seis familias que viven loma arriba. Al llegar allí, me di cuenta que no había casi nadie en las casas. En dos de seis, todas las personas adultas estaban trabajando en el monte, en un caso acompañadas de un hijo que vivía en la capital. En las otras cuatro casas casi todo el mundo estaba en la ciudad. Una familia se hallaba en Colón visitando a una hermana enferma, y otra familia estaba en Panamá, cuidando a una hija que estaba a punto de dar a luz. Los hijos de una pareja mayor que vivía en otra de las casas habían llevado a su padre y madre a la ciudad para brindarles tratamiento médico. En la última casa, la esposa estaba en la capital trabajando como empleada doméstica durante un mes.

Escoja un día cualquiera y camine en un camino cualquiera en Loma Bonita y podrá encontrar fácilmente la "ciudad en la comunidad rural" y la "comunidad rural en la ciudad". Esto es consecuencia de cuatro décadas de migración rural-urbana. Multiplique la experiencia de la migración en Loma Bonita por la de miles de otras comunidades rurales en Panamá (y quizás en millones de otras comunidades rurales similares del Tercer Mundo2), y resulta claro que los hombres y mujeres inmigrantes empobrecidos de lo rural a lo urbano y sus familias rurales y urbanas han transformado el espacio social y geográfico a lo largo del planeta. A medida que se trasladan con sus recursos e ideas en las dos direcciones, fusionan las realidades previamente desconectadas entre lo rural y lo urbano, conformando "un solo gran mundo".

Para entender este "solo gran mundo", y sus implicaciones para un desarrollo humano sustentable nacional, es importante entender la naturaleza y los efectos de los vínculos que las personas inmigrantes establecen entre el campo y la ciudad. Desafortunadamente, existen muy pocos estudios sistemáticos acerca de estos vínculos3. En gran parte esto se debe a que hasta hace poco, los estudios sobre las migraciones se concentraban en las áreas urbanas y no en los vínculos rural-urbanos (Tacoli, 1998). Detrás de esta estrategia de investigación han habido enfoques teóricos dualísticos que han dominado los estudios de la migración desde la Segunda Guerra Mundial. Las teorías de modernización y asimilación por ejemplo, suponen que los flujos migratorios se encuentran en mayor medida determinados por fuerzas económicas a gran escala que empujan o atraen a las personas inmigrantes hacia lugares más deseables; por lo tanto son típicamente unidireccionales, bien sea de lo rural a lo urbano, de lo tradicional a lo moderno o de lo nativo a lo extranjero. Tales modelos dieron pocas razones a los investigadores para considerar los movimientos en dirección inversa o los vínculos entre ambos puntos4.

Recientemente sin embargo, el tema de los vínculos rural-urbanos está empezando a surgir como centro de atención académica. Después de revisar las investigaciones existentes sobre las migraciones rural-urbanas por ejemplo, De Haan (1999) concluye que "…es evidente que los vínculos rural-urbanos no sólo son importantes, sino que se prolongan mucho más tiempo de lo que se esperaba". Este nuevo énfasis acompañó el cambio de las perspectivas teóricas de las ciencias sociales, desde los modelos dualísticos y deterministas hasta enfoques que examinan la compleja interacción entre las condiciones históricas y "human agency."5 Esta perspectiva destaca los vínculos que forjan las personas inmigrantes empobrecidos y sus respectivas familias —actuando como "agentes" o protagonistas— entre el espacio rural y el urbano, movilizando personas, recursos, labor, ideas, y asistencia en ambas direcciones, tras la búsqueda de modos novedosos para ganarse la vida y reforzar su seguridad.6

Esta perspectiva en la que los vínculos rural-urbanos conforman aspectos claves en las estrategias de supervivencia creadas por la gente empobrecida, no ha sido comúnmente comprendida por las personas que elaboran las políticas para enfrentar los problemas de reducción de la pobreza y el desarrollo sustentable. Tal como lo expresa el científico social David Satterthwaite (2000), "…la mayoría de los gobiernos y las agencias internacionales todavía actúan como si la economía y la sociedad rural y urbana no estuviesen conectadas". Al crear políticas sin entender esta conexión, éstas no sólo resultan erróneas, sino que también pueden ser perjudiciales para la gente empobrecida. Tacoli (1998) anota por ejemplo, que las políticas de vivienda urbana en las que se prohíben la agricultura urbana o la habilidad de recibir parientes rurales adicionales en una casa, pueden provocar un incremento en la pobreza y vulnerabilidad de la gente empobrecida.

Recientemente, dentro de algunos círculos políticos, se reconoce la importancia estratégica de los vínculos rural-urbanos para los programas nacionales de desarrollo. Así, en el año 2000 el Banco Mundial organizó reuniones sobre el tema de los vínculos rural-urbanos. Entre las conclusiones a las que allí se llegó se encuentra la siguiente: "Hay un entendimiento creciente en el Banco sobre la necesidad de una política de reducción de la pobreza nacional la que entiende de la dimensión espacial…, incluyendo vínculos entre desarrollo urbano y rural".

Debido al reconocimiento de la importancia del tema, el momento parece propicio para proveer a las personas que diseñan las políticas con estudios sistemáticos sobre los vínculos rural-urbanos que les podrán ayudar a desarrollar políticas basadas en la idea de "un solo gran mundo" en vez de dos. Así podrían apoyar y fortalecer los vínculos rural-urbanos que tienen efectos positivos tanto en las comunidades rurales como en las urbanas (De Haan, 1999; Snrech y Cour, 2000).

Este artículo ilustra este planteamiento bajo la perspectiva de la experiencia de la gente de Loma Bonita. Comienzo por ubicar las migraciones rural-urbanas en América Latina y Panamá en un amplio contexto histórico y luego describiré brevemente la experiencia de la emigración de Loma Bonita desde la Segunda Guerra Mundial. Para ilustrar la importancia de los vínculos rural-urbanos como una estrategia creativa y compleja que enfrenta los problemas de la pobreza, proporciono dos ejemplos de vínculos forjados por los hombres y mujeres inmigrantes de Loma Bonita, incluyendo aquellos para cuidar a las personas familiares mayores que aún viven en la comunidad y, para aumentar su seguridad económica haciendo inversiones en Loma Bonita. Concluiré considerando algunas implicaciones de este análisis para las políticas relacionadas con el desarrollo humano sustentable.

2. Contexto histórico: migración rural-urbana en Latinoamérica y Panamá

Hasta inicios del siglo XX, la vasta mayoría de la población del mundo —del 85 al 90%— vivía en áreas rurales. Cien años después, casi la mitad de la humanidad vive en ciudades y pueblos (Jackson, 1996; Vourvoulias, 1999:36). Latinoamérica ha sido líder en este cambio mundial demográfico rural-urbano; casi el 75% de su población es urbana, y para el año 2015 esta región será la más urbanizada del planeta (Vourvoulias, 1999:36). Panamá ha seguido este camino. Para la fundación de la República en 1903, la vasta mayoría de la población vivía en el campo, ganándose la vida principalmente como agricultores de subsistencia, pescadores o bien, como recolectores y cazadores. Hoy en día la situación se ha invertido. En el 2000 sólo el 38% de la población sigue aún siendo rural, mientras que el resto —62%— se encuentra muy concentrada en pocos sitios urbanos; más de dos terceras partes (68%) de esta población urbana vive en la capital (Panamá y San Miguelito) y dos ciudades en sus alrededores (Arraiján y La Chorrera).7

¿Qué ha impulsado esta rápida urbanización a través de América Latina, incluyendo a Panamá? Muchos estudios nos indican que el principal motor han sido masivas inmigraciones rural-urbanas, especialmente a partir de la Segunda Guerra Mundial.8 La población rural ha dejado sus casas y se ha ido a las ciudades porque el campo latinoamericano se ha convertido en un lugar de crisis de subsistencia. A pesar del hecho de que las causas específicas de esta crisis han variado en distintos momentos y lugares, dos grandes hechos han sido claves casi siempre. Por un lado, la mayoría de las personas rurales ha perdido el acceso a suficiente tierra fértil y a otras fuentes productivas necesarias para su subsistencia. Por otro lado, no ha habido suficiente trabajo remunerado en el campo que les permita ganar suficiente dinero en efectivo para poder quedarse en el campo y cubrir sus necesidades.9

Desde la Segunda Guerra Mundial, en Panamá han ocurrido los dos mismos procesos: la falta de recursos productivos y de trabajo remunerado en el campo, han dejado a la población rural aún más empobrecida.10 Para el 2000, dos terceras partes de dicha población estaba viviendo bajo la línea de pobreza (una estadística que aumenta hasta el 90% en el caso de las personas indígenas rurales), y dos de cada tres personas rurales empobrecidas estaban viviendo en condiciones de pobreza extrema (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2002: 83, 86). Este proceso de empobrecimiento rural ha forzado una migración fuerte hacia las ciudades donde están los monopolios de trabajo y, de servicios de educación y salud en el país. En 1990, cerca de un cuarto de la población de la Provincia de Panamá—donde está la capital— había nacido en el campo.

Son estas algunas de las condiciones macroeconómicas que desde la Segunda Guerra Mundial han estimulado a masas de personas latinoamericanas, incluyendo a panameñas, a dejar a sus familias, sus amistades, y sus comunidades para migrar hacia las ciudades. Sin embargo, la mayoría de las ciudades latinoamericanas no ha sido "amables" con estos hombres y mujeres inmigrantes rurales de la primera generación. Al llegar a los centros urbanos con poca educación o entrenamiento —y siendo frecuentemente objeto de racismo y/o sexismo—la mayoría ha podido encontrar trabajo únicamente en labores con salarios bajos; como empleadas domésticas, jardineros, carretilleros en supermercados, trabajadores de construcción o, como vendedores de bienes y servicios en la extendida "economía informal" de la ciudad. Por lo tanto, las personas inmigrantes del campo han aumentado la pobreza urbana. Entre los años de 1970 y 1990 ayudaron a elevar el número de personas empobrecidas urbanas en América latina de 44 a 115 millones (Vourvoulias, 1999). En Panamá para el año 2000 este proceso se refleja en el hecho de que en términos absolutos la cifra más grande de hogares en pobreza extrema es la de la Provincia de Panamá que ha sido el receptor principal de las personas emigrantes del campo (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2002:88).

3. Contexto histórico: migración rural-urbana desde Loma Bonita

Como miles de las comunidades rurales de Panamá en la actualidad, la de Loma Bonita genera un gran número de gente para trabajar en las áreas urbanas. ¿Cuándo y por qué empezaron las mujeres y los hombres de la comunidad a emigrar hacia las áreas urbanas? Yo considero tres períodos históricos en el desenvolvimiento del desarrollo de este proceso. Durante cada período las condiciones socioeconómicas dentro y fuera de la comunidad moldearon los patrones migratorios, incluyendo cuáles personas se movilizarían y por cuánto tiempo, además de su trabajo y salario en la ciudad.

La comunidad de Loma Bonita

Antes de describir los tres períodos, permítanme unas pocas palabras sobre la comunidad de Loma Bonita. A pesar de encontrarse a solo 200 kilómetros de la Ciudad de Panamá, el viaje hasta Loma Bonita puede –aún hoy- llegar a consumir las tres cuartas partes de un día. Primero hay que hacer el viaje en carro o en bus de tres a cuatro horas hasta el pueblo de El Copé, en las montañas de Coclé. Luego viene la frustrante espera —de duración impredecible— de un vehículo de doble tracción. Finalmente, el corto pero a veces espeluznante viaje hasta Loma Bonita, apretujado como 'sardinas en lata' en la parte trasera del vehículo. Una vez en la comunidad, la vida se vuelve más silenciosa. Loma Bonita es un lugar donde una persona se puede percatar fácilmente del canto de los pájaros, de los gallos, de la caída de la lluvia, de los llantos de una niña pequeña, de la música típica de décima proveniente de la radio. Los 300 residentes permanentes de la comunidad viven en 60 casas pequeñas de quincha o bloque dispersas a lo largo de empinadas lomas. No hay carretera pavimentada, aunque una carretera de piedras estaba en construcción en el 2002, ni hay electricidad, ni centro de salud. Sí hay sin embargo, una pequeña tienda, una iglesia, una escuela primaria y un acueducto que no siempre funciona. En el 2002 Loma Bonita recibió su primer teléfono público.

Período 1: Antes de la Segunda Guerra Mundial—Una economía principalmente de subsistencia11

De acuerdo a la historia oral, hasta la década de 1920 Loma Bonita era una comunidad de agricultores de subsistencia que empleaban la agricultura de roza. Sus moradores eran pobres en el sentido de que no tenían acceso a la mayoría de bienes materiales, sin embargo todos los grupos domésticos tenían suficientes tierras para proveer a sus residentes de una subsistencia adecuada. Era clave que Loma Bonita estaba escasamente poblada y limitada con una vasta, casi despoblada región montañosa. La vida de la comunidad fue un mundo lejano y aparte del urbano de la gente rica y poderosa. El viaje hacia la capital era virtualmente imposible.

Esta economía política empezó a ser minada cuando en la década de 1920, varias circunstancias originadas fuera de Loma Bonita estimularon a la gente de la comunidad a sembrar café con fines comerciales. Lo que siguió es una historia ya común a lo largo de una Latinoamérica rural. Mucha gente sembró café, pero con el tiempo se encontraron más bien en deuda con los comerciantes y en una situación económica más insegura. Así, la agricultura comercial generó dentro de Loma Bonita, una creciente inequidad entre los grupos domésticos —y entre hombres y mujeres— en su acceso a la tierra, al café y por lo tanto, al capital.

Período 2: De 1940 a la década de 1960—Migraciones rural-urbanas temporales12

Ya en la Segunda Guerra Mundial cerca de 40% de los grupos domésticos de Loma Bonita no tenían acceso a tierra suficiente para su subsistencia. Tampoco existía manera alguna para ganar el dinero necesario cerca de la comunidad. Las familias relativamente más empobrecidas trataron de cubrir sus necesidades enviando a hijas jóvenes solteras a las áreas urbanas para trabajar como empleadas domésticas que vivirían en sus lugares de trabajo: entre mediados de la década de 1940 y la de 1960, 75% de las personas que emigraron de Loma Bonita eran mujeres, la gran mayoría jóvenes y solteras (Rudolf, 1983: 139, tabla 313). Frecuentemente las migraciones eran temporales. Una muchacha viajaba entre la comunidad y la ciudad durante un período de seis a siete años, trabajando un poco para entonces regresar a Loma Bonita para 'descansar' un rato.

Al final de esta carrera urbana temporal las muchachas regresarían a Loma Bonita o cerca de ella para casarse y formar familias permanentemente. Así, entre 1940 y 1965, 68% de las personas que emigraron y se casaron regresaron a Loma Bonita o por lo menos al mismo municipio para levantar a sus familias y, 81% se establecieron en alguna comunidad en las montañas de la provincia de Coclé (Rudolf Frazier, 1976: 197, tabla 38). Las contribuciones de dinero en efectivo realizado por esta generación de hijas emigrantes temporales a sus familias en Loma Bonita, significó algo de alivio económico. Sin embargo, ellas no ganaban lo suficiente como para detener las crecientes deficiencias de tierra cultivable y de alimentación que se encontraban en el centro de los problemas económicos de sus familiares en el campo.

Período 3: De la década de 1960 al presente—Primera generación de migraciones rural-urbanas permanentes14

A mediados de la década de 1960, más grupos domésticos de la comunidad empezaron a necesitar más dinero en efectivo para sobrevivir durante todo el año. Estas familias más empobrecidas económicamente, comenzaron a enviar a la ciudad para trabajar a un mayor número de sus miembros que incluían ahora a casi todas las mujeres jóvenes, algunas casadas y muchos hombres solteros. Dado que Loma Bonita ya no podía soportar las necesidades de tierra de esta generación, la gran mayoría empezó a permanecer en el Panamá urbano, y allá se casaron y criaron a sus familias. Se convirtieron en la primera generación de la comunidad que hizo de la Panamá urbana su hogar permanente. Se trata de un patrón que ha continuado.15 Hoy día casi no hay mujeres solteras en la comunidad y muchos de los hombres jóvenes también están en la ciudad. Calculo que quizás 400 personas que nacieron en Loma Bonita (o que son descendencia de estas personas) viven ahora en las grandes ciudades de Panamá, es decir, en la Ciudad de Panamá [o Arraiján o Chorrera] y Colón.16

En las ciudades, la gran mayoría de esta primera generación urbana ha tenido acceso únicamente a trabajo no calificado y mal pagado. Trabajan todavía como empleadas domésticas, trabajadores de construcción, o vendedores de bienes y servicios en la "economía informal", ganan ingresos inferiores a los 200 o 300 dólares al mes. Con tan poco dinero luchan por alimentar y educar a sus hijos. Viven usualmente en las crecientes barriadas del sector popular en las afueras de las ciudades donde se han instalado en tierras públicas y poco a poco han construido casas de madera, tierra, bloque y láminas de zinc.17 Una gran parte de sus vidas ha sido dedicada a mejorar la educación de sus hijos e hijas, a quienes ven como la principal esperanza para un futuro mejor.

4. Vínculos rural-urbanos

Ni los impactos del desarrollo capitalista en Loma Bonita ni el rango limitado de oportunidades disponibles a los grupos domésticos de la comunidad explica por qué la mayor parte de las familias han logrado hasta ahora enfrentar sus problemas, asegurar sus necesidades y expandir sus alegrías a pesar de sus grandes problemas de subsistencia. Para poder comprender esta realidad debemos entender la naturaleza de los vínculos rural-urbanos que esas personas han forjado a través de ambos espacios. Los siguientes dos ejemplos proporcionan una mirada al proceso de formación, sostenimiento y utilización de estos vínculos.

Vínculos para cuidar a los familiares mayores en Loma Bonita

El cuidado de las personas mayores en Loma Bonita nunca ha sido tarea fácil; además del dolor emocional que generalmente acompaña esta labor, las personas que realizan el cuidado —generalmente familiares, sobre todo las mujeres de la familia— tienen que lidiar con una severa falta de recursos para cubrir las necesidades mínimas de alimentación, medicinas y atención médica. Pero hasta hace poco, la gente mayor de la comunidad ha pasado sus últimos días —para bien o para mal— rodeada de numerosos familiares cercanos. En cada uno de los casos que he visto, al menos un miembro de la familia —generalmente un hijo o una hija— se ha ido a vivir con la persona mayor o le ha llevado a su casa. Otros familiares también se encontraron cerca para ayudar.

Sin embargo, las migraciones rural-urbanas han creado un nuevo serio problema en Loma Bonita en lo referente al cuidado de las personas mayores. Hoy existen 18 hogares en la comunidad (casi un tercio de la totalidad) cuyos miembros mayores —entre los 70 y 90 años— viven solos. Y viven sin contar con algún hijo o hija que viva en Loma Bonita para cuidarles (es el caso de 8 hogares), o bien, con sólo un hijo o hija viviendo en la comunidad (es el caso de 10 hogares). Son los padres y madres de la primera generación de emigrantes que salieron de Loma Bonita después de mediados de 1960 y se establecieron de una manera permanente en las áreas urbanas. ¿Cómo son cuidadas estas personas mayores?

Tomemos el caso de Danilo Amado nacido en Loma Bonita en 1915. Desde la muerte de su esposa en 1970 hasta 1999 Danilo vivía solo. Pero un día en 1999 se cayó, lastimándose la cadera y no pudo levantarse. Sólo su hija Pilar de 65 años, vivía en Loma Bonita con su esposo; los otros dos hijos de Danilo vivían en la capital. Después de la caída —y a pesar de las protestas de Danilo—, Pilar se llevó a su papá para su casa. Pero la salud física y mental de Danilo empeoró rápidamente hasta el punto de convertirse en una amenaza para sí mismo. Por ejemplo, algunas veces escapó de la casa cuando nadie lo vigilaba. Pilar tuvo entonces dificultades en conseguir atención médica para su padre. Llegar al centro de salud más cercano en Copé puede ser un viaje muy difícil para un hombre enfermo y viejo. El trayecto puede tomar la mayor parte del día requiriendo que la persona permanezca a la intemperie para esperar un carro —algunas veces durante horas y bajo la lluvia—y ocasionalmente, puede resultar en fracaso si la fila de personas que espera en el centro de Copé es muy larga. Este viaje también tiene un costo de transporte relativamente alto para Pilar y su padre de 2 dólares la ida y vuelta. Y, dado que los cuatro hijos de Pilar vivían lejos en la ciudad, ella y su esposo tuvieron que cuidar de Danilo por sí mismos.

Sintiéndose incapaz de cuidarlo a Danilo sola, Pilar se contactó con sus dos hermanos en la capital, pero ninguno pudo ayudarla. Le dijeron que ni ellos ni sus esposas estaban en casa durante el día para cuidar a Danilo. Por ello, Pilar buscó y encontró ayuda en sus cuatro hijos que vivían en una misma barriada de la capital, en San Miguelito. Encontraron el dinero para traer a Danilo y a Pilar a la ciudad y, desarrollaron un sistema rotativo para cuidar al abuelo.

En el transcurso de los próximos cuatro meses Danilo fue movilizado tres veces entre las casas de sus tres nietos y Pilar se quedaba a cuidar a su papá cuando la otra gente no estaba en casa. Pero entonces Pilar supo que su esposo, Cristino, estaba muy enfermo en Loma Bonita y tuvo que pedir dinero para el transporte para llegar hasta su casa y cuidar también de él. Sus hijos enviaron a Danilo a la casa de otro nieto cuya esposa tenía su propio negocio de comida en casa y podía cuidar a Danilo por la mañana. Desafortunadamente, la senilidad se apoderó del anciano: causó tantos problemas que al pasar una semana, la esposa del nieto se rehusó a seguir cuidándolo. Pilar tuvo que regresar a la ciudad con la idea de llevarse a su padre a Loma Bonita. Uno de sus hijos, un albañil que había perdido su trabajo, se ofreció para acompañarles hasta Loma Bonita. Sin embargo, poco después, Danilo Amado murió mientras dormía en la ciudad de Panamá. Varios familiares reunieron dinero para que alguien pudiese traer el cuerpo de Danilo a Loma Bonita a fin de ser enterrado allí.

Pilar sintió que la experiencia de hacerse cargo de su padre bajo circunstancias tan difíciles fue positiva. No obstante, ella y su esposo tuvieron que gastar todo sus ahorros. Como me dijo:

El costo del entierro de papá fue realmente alto; los gastos del gobierno fueron enormes y nosotros tuvimos que pagar por tanta comida para dos almuerzos y una cena. Gracias a Dios que Cristino y yo teníamos 150 dólares ahorrados, porque de no ser así no hubiéramos podido traer a papá a casa para su entierro. Todos eso costos salieron en más de lo que habíamos recolectado de mis hermanos, mis hijos y algunos otros parientes.

En esta historia se puede observar a una familia con acceso a pocos recursos materiales inventando con mucho sacrificio, nuevas maneras de hacer "kinwork"18 —o "trabajo familial",— en este caso, al cuidar de un miembro de edad avanzada a través de los espacios rurales y urbanos. Obviamente, no todas las familias ni todos los miembros de una misma familia están dispuestos o pueden realizar los sacrificios a gran escala que supuso el ejemplo de Pilar y su familia. De hecho, sus dos hermanos no pudieron o no quisieron ayudar. Sin embargo, ella encontró la manera de ayudar al padre. Y el caso de Danilo Amado no es el único. Anoto el hecho de que en Loma Bonita en el año 2001, otras cuatro personas de la generación de Danilo murieron. Ninguna murió sola en Loma Bonita; pasaron gran parte de sus últimos días en la ciudad siendo cuidados por sus hijos e hijas, y nietos y nietas urbanos.

Vínculos para inversiones económicas en Loma Bonita

Para aminorar sus difíciles e inseguras circunstancias económicas, las familias de Loma Bonita mantienen recursos materiales —además de toda otra clase de apoyo— fluyendo entre la comunidad y las áreas urbanas. Desde la comunidad envían recursos como productos agrícolas, comida, plantas, semillas, animales, y a veces dinero en efectivo. Desde la ciudad a su vez, realizan envíos de efectivo, artículos como comida, ropa, medicinas, muebles, y también, invierten en la comunidad en forma de adquisición de tierras o animales o construcción de casas que financian poco a poco. Estas inversiones representan una fuente importante de seguridad económica para las personas inmigrantes que viven en la ciudad. No sólo puedan proporcionar algo de comida o dinero durante la cosecha, sino también preparan el terreno para un posible retorno a casa algún día. Dado que la primera generación de emigrantes de Loma Bonita que se convirtió en residentes urbanos permanentes está llegando a la edad de 'jubilación', sus inversiones en Loma Bonita pueden ser clave para su futuro. Por lo tanto, un gran número ha invertido en la comunidad.

Tomemos sus inversiones en la construcción de casas en Loma Bonita. Un camino para llegar a ser dueño —completo o parcial— de alguna casa ha sido el contribuir con fondos para la construcción de la vivienda su familia en Loma Bonita. Otra posibilidad ha sido construir una casa propia en la comunidad. En el julio de 2000, además de las 60 viviendas ocupadas en Loma Bonita, habían 12 casas desocupadas construidas por emigrantes que vivían en las ciudades; es decir, casi 20% de las casas en la comunidad pertenecían a inmigrantes viviendo lejos en lo urbano.19 Y la mayoría de las otras casas ocupadas tenían dueños parciales viviendo en la ciudad.

Algunas veces las familias también invierten en un futuro en Loma Bonita al comprar tierras comunitarias incluyendo montes o fincas compradas o heredadas. Una pequeña finca de café o naranjas puede proveerle al emigrante de un pequeño beneficio económico en efectivo o en algunos alimentos favoritos. En el 2000 por ejemplo, el señor Ernesto Rojas de Loma Bonita vendió sus naranjas por un valor de 1.400 dólares. De este total envió a sus tres hijas y dos hijos que viven en la ciudad cantidades de dinero que variaban entre los 30 y los 120 dólares dependiendo del tamaño de la finca de cada hijo.

Imaginen las complejidades que implica el tratar de comprar y mantener una casa y tierra en Loma Bonita a una distancia de 200 kilómetros, sobre todo cuando no se cuenta con mucho dinero en efectivo ni existe la posibilidad de comunicación telefónica. Usualmente los inmigrantes urbanos envían dinero en efectivo a una persona de confianza en Loma Bonita, quienes a su vez, se encargan de supervisar el trabajo y contratar a peones para variadas labores. A pesar de que esto suena bastante sencillo, bajo la superficie existe una masa de continuo movimiento. Las personas y los recursos van y vienen del campo y la ciudad en intentos por transferir fondos, comprar materiales y mano de obra, llevar a cabo o supervisar el trabajo y lidiar con las crisis cotidianas. Vemos aquí a la familia rural realizando "kinwork," o "trabajo familial" lo que ayuda a que las personas en las ciudades mejoren su seguridad económica y se preparen para regresar algún día a la casa rural.

Otra forma de medir el grado en que las mujeres y los hombres inmigrantes son capaces de acceder y controlar los terrenos de la comunidad es examinar la inmigración de regreso de las áreas urbanas a Loma Bonita. ¿Cuántas mujeres y hombres inmigrantes han retornado a la comunidad después de muchos años en la ciudad para reclamar sus derechos a un pedazo de tierra para trabajar y construir una vivienda? Hasta ahora, sólo un pequeño número ha regresado. Desde 1972 han sido solamente 12 personas, en las que se incluyen 10 hombres y 2 mujeres. Me han dicho cada uno de ellos, que estaba cansado de la ciudad —mencionando la falta de trabajo seguro, la violencia urbana, el crimen, el peligro, el ruido, el calor, la basura, el agua sucia y el lodo.

¿Seguirán otras personas sus pasos? Numerosos inmigrantes urbanos que ahora se encuentran entre los 40 y los 50 años de edad dicen que desean regresar. La actual crisis económica panameña alimenta esta idea. Muchas personas inmigrantes han perdido sus trabajos, sus contactos y sus clientes en el último año. Hombres que habían tenido trabajos estables en la construcción por más de 20 años, salen de sus casas diariamente a buscar camarones, cortar la hierba, pintar casas, cualquier cosa. Mujeres que tenían trabajos mal pagados pero al menos estables cosiendo en fábricas, han vuelto a trabajar como domésticas o venden comidas caseras desde sus casas.

Algunas circunstancias no les han permitido a estas personas regresar inmediatamente a Loma Bonita. Sobre todo, dicen que no pueden dejar la ciudad hasta que sus hijos e hijas hayan terminado la escuela y hayan decidido dónde vivirán. Además, afirman que no pueden irse a vivir a Loma Bonita hasta que sus casas urbanas construidas en base a sacrificio y sudor, estén en manos de personas de confianza que cuiden debidamente de ellas; por ejemplo, una hija o un hijo. Como me explicó en 2001 Eduardo Gómez, un inmigrante urbano de Loma Bonita que ha vivido en la ciudad de Panamá durante los últimos 30 años:

Trabajé por 25 años en la misma fábrica y el año pasado me botaron a un año de mi jubilación. ¿Qué me queda de todos estos años de trabajo? Casi nada que se pueda ver, excepto una casa pequeña en San Miguelito (en la capital) y una más pequeña en Loma Bonita. Pero lo que sí tengo es un hijo que pronto terminará la universidad y una hija que pronto se graduará de la escuela secundaria. Hemos puesto todos nuestros recursos, todo, todo en la educación de nuestros hijos como una inversión. Ahora veremos si valió la pena.

"¿Regresarán a Loma Bonita", le pregunté.

Me encantaría, pero no puedo pensar en eso hasta que mis hijos hayan terminado la escuela y estén establecidos. Entonces podrían vivir en nuestra casa en San Miguelito y la señora y yo podríamos regresar a Loma Bonita. Pero hay otro problema. Mi esposa es de una ciudad del interior, no del campo, y no quiere 'montear'. A lo mejor si terminan la carretera hasta Loma Bonita y meten la luz y el teléfono, cambiaría de opinión.

Luego le pregunté a su hijo de 21 años, perteneciente a la primera generación de Loma Bonita que nació y se crió en la ciudad, si le gustaría regresar a vivir con sus familiares en Loma Bonita. Me contestó: "Me gusta ir a Loma Bonita de visita, pero me aburriría si tuviera que vivir ahí para siempre con toda esa lluvia y el lodo. Estoy acostumbrado a vivir en la capital...a tener electricidad, luz eléctrica, televisión. ¿Qué haría? ¿Dónde trabajaría?"

He oído a numerosos inmigrantes urbanos expresar una visión de su futuro que es muy parecida a la de Eduardo. Y eso no es una sorpresa. Buscan una manera de regresar a Loma Bonita pero manteniendo otro pie firme en la zona urbana. Y anhelan una manera de regresar sin perder el sacrificio y la inversión de toda una vida —sus casas urbanas— y por encima de todo, sin perder su máxima inversión, la educación de sus hijos e hijas.

Sin embargo, es una visión que asume que las nuevas generaciones podrán encontrar trabajos urbanos en Panamá. Y, ¿si no los consiguen?

5. Algunas implicaciones en las políticas sobre el desarrollo humano sustentable

¿Qué lecciones importantes para la construcción de políticas de desarrollo humano sustentable nos ofrece esta breve mirada a la historia de migración y vínculos rural-urbanos en Loma Bonita?

Explosiones urbanas y pobreza rural y urbana

Primeramente, parece posible parar la loca carrera hacia el Panamá urbano. Durante 40 años la gente joven de Loma Bonita ha tenido que dejar el campo para irse a la ciudad y quedarse ahí por dos razones básicas. Primera, en Loma Bonita no pueden tener acceso al dinero en efectivo que requieren para cubrir las necesidades básicas de la vida y algunos pequeños placeres. Segunda, en Loma Bonita no pueden prometerse a si mismos o a sus hijos un futuro mejor que aquel que acompaña a una educación primaria.

Por lo tanto, si existieran políticas encaminadas a desarrollar fuentes cercanas de ingreso y buenas escuelas hasta el nivel secundario, muchas personas jóvenes escogerían sus comunidades rurales por encima de la capital.

Si se agregaran los próximos tres ingredientes, la experiencia de Loma Bonita sugiere que muchas personas adultas mayores, así como también personas jóvenes, regresarían de la ciudad. Estos ingredientes serían: una carretera completa desde el Copé hasta Loma Bonita, servicios de salud cercanos y baratos, luz eléctrica y teléfono.

Un gran mundo social

Una segunda lección que Loma Bonita nos da es la siguiente. Las políticas sociales estatales que afectan a la gente empobrecida urbana, afectan a la gente empobrecida rural, y viceversa. Como he señalado, se trata de "un solo gran mundo". Por lo tanto, si una política estatal hace que el hijo de Pilar Amado se quede sin su trabajo en la construcción, no sólo habrán consecuencias en su hogar urbano sino también para su familia en Loma Bonita. En su casa urbana tendrían menos carne y leche para la mesa, habría una joven que tendría que dejar la universidad o la escuela secundaria y, tendrían que reducir los esparcimientos —tales como tomar una "cervecita" o ir a ver una película. En la casa de Pilar en Loma Bonita, habría menos dinero para comprar medicinas o buscar atención médica, menos viajes desde la ciudad para ayudar a tumbar el monte o reparar la casa, menos remesas de dinero en efectivo para ayudar a comprar arroz y aceite para la mesa diaria.

Por supuesto, las consecuencias de las políticas estatales también puedan operar en una dirección positiva. Por ejemplo, si una política estatal o una ONG ayudara a la nuera de Pilar Amado a obtener el crédito y el entrenamiento que necesita para mejorar y expandir con éxito su negocio de comidas caseras, cada uno de los resultados negativos mencionados se transformarían antes en resultados positivos. Igualmente sería resultados positivos los que se derivarían de una política estatal que bajara el costo de transporte o mejorara el horario y las condiciones sociales del centro de salud en El Copé.

Protagonistas creativos,"kinwork", y redes familiares

Una lección final que nos ofrece la historia de Loma Bonita es que debemos notar los constantes esfuerzos y las múltiples fortalezas de la gente rural y urbana empobrecida mientras pelean sus luchas diarias. Los hacedores de políticas que imaginan a esta gente como víctimas o como personas perdidas en búsqueda de salvación o bien, como cuerpos pasivos que necesitan ser activados, no han observado cómo Pilar Amado en Loma Bonita ni Eduardo Gómez planifican día a día cubrir los gastos de alimentación y de educación, ni les han visto sumergirse en las complicadas tareas del "kinwork". Por supuesto, hay emigrantes de Loma Bonita que son perezosos o que no ayuden a su familia rural. Y también hay familias que pelean más de lo que cooperan. Pero la mayoría escoge construir lazos de vínculos familiares porque les proveen una de sus pocas y preciadas fuentes de seguridad económica.

¿Por qué no diseñar políticas y programas de desarrollo que se basen en estas construcciones sociales positivas de la gente empobrecida. ¿Por qué no diseñar programas y políticas que fortalezcan las redes familiares de ayuda y que ayuden a construir organizaciones y coaliciones efectivas a partir de éstas? Si el desarrollo humano se refiere al mejoramiento de la calidad de vida de las personas, ¿por qué no empezar con los vínculos rural-urbanos que ya están creados? ¿Por qué no los incluyen en todos los planes y las decisiones como socios con ideas y experiencias profundas y enriquecedoras? ¿Qué podría ser más sustentable?


Notas

arriba

vuelve 1. Este artículo es una versión revisada de una conferencia presentada el 23 de enero de 2002 como parte de El Tercer Foro Académico del Centenario, en la Ciudad de Panamá. Los datos de 1999-2000 sobre la comunidad de Loma Bonita fueron recolectados como parte de una investigación de campo, apoyada por una beca 'Fulbright Senior Scholar.' Todos los nombres de las personas de Loma Bonita han sido cambiados.

vuelve 2. Entre los estudios recientes que notan la continua importancia de las migraciones rural-urbanas en el Tercer Mundo están: Agesa, (2001: 847); Edelman, (2000: 14-19); Perz, (2000: 842); Snrech y Cour, (2000); Zhao, (1999: 767).

vuelve 3. En Panamá no tenemos información fácilmente disponible sobre la migración interna.

vuelve 4. Para una discusión reciente sobre este modelo, véanse Andersson, (2001). Portes y Rumbaut, (2001: 44-45). Allí se describen problemas semejantes con el modelo de asimilación.

vuelve 5. La idea de que las personas son protagonistas activos en sus vidas en vez de víctimas pasivos (Rudolf, (1999:11-15); Rudolf, (2000: 35-40).

vuelve 6. Para estudios recientes que dan énfasis a esta perspectiva, véanse Altamirana y Hirabayashi, (1997); Andersson, (2001); Chant, (1998); Cliggett, (2000); De Haan, (1999); Rudolf, (1999, 2000); Satterthwaite, (2000); Tacoli, (1998). Sobre inmigración internacional, véase Cohen, (2001); Fouran y Glick, (2001); Portes y Rumbaut, (2001).

vuelve 7. Calculado del Compendio Estadístico, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2002: 342-44, 345).

vuelve 8. Tales estudios incluyen Grindle, (1989); Kearney, (1996); Mitchell, (1997); Perz, (2000); Rudolf Frazier, (1976, 1979); Rudolf, (1983, 1999, 2000); Stuart y Kearney, (1981).

vuelve 9. Para un punto similar, véanse Barraclough, (1970: 95); Frank, (1969: 129); Jaleé, (1969: 27).

vuelve 10. Para un punto similar sobre Panamá véanse Zimbalist and Weeks, ( 1991:89); Rudolf Frazier,( 1976: 23-27).

vuelve 11. Para detalles acerca de este período de tiempo, véase Rudolf, (1999, 2000: capítulo 3).

vuelve 12. Para detalles acerca de este período de tiempo, véase Rudolf, (1999, 2000: capítulo 3).

vuelve 13. Para información sobre los hombres durante este período, véase Rudolf, (1999, 2000: capítulo 3).

vuelve 14. Para detalles sobre este período, véase Rudolf, (1999, 2000: capítulos 5,7 y 9).

vuelve 15. Gerdes, (1997) describe un patrón histórico similar (de migraciones temporales a migraciones permanentes) para los Kuna de Panamá.

vuelve 16. Yo basé este número en mis cálculos de las cifras de todos los hijos de aquellas personas que eran adultas mayores en los 36 grupos domésticos en Loma Bonita en 1972 (el año en que llegué). Existen 212 de estos hijos. En el año del 2000, 116 de ellos estaban viviendo en áreas urbanas, la gran mayoría —96 personas— en las ciudades de Panamá, Arraiján, Chorrera o Colón. Si en promedio ellos han tenido tres hijos cada uno, sus números urbanos hubrían aumentado casi a 300. Considerando que algunos tienen ahora hijos propios, he llegado al estimado mencionado de cerca de 400 residentes en estas cuatro ciudades.

vuelve 17. Las pocas excepciones han sido casi todas las mujeres que se han casado hacia “arriba”, aunque usualmente no mucho más alto en la escala socioeconómica.

vuelve 18. Este concepto viene de Stack, (1996).

vuelve 19. 9 (75%) de las 12 casas pertenecían a inmigrantes masculinos mientras que 3 (25%) pertenecían a femeninos.


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