Iván Molina Jiménez*

Verónica Ríos Quesada**

La primera polémica que provocó El problema, novela del escritor

guatemalteco Máximo Soto Hall. Una contribución documental***

Universidad de Costa Rica, San José

ivanm@fcs.ucr.ac.cr

Notas*Obras citadas

 

El escritor guatemalteco, Máximo Soto Hall, publicó en 1899, en San José de Costa Rica, una obra titulada El problema, cuya trama se ubica en 1928, cuando el río San Juan, que sirve de frontera entre Nicaragua y Costa Rica, era la base de un canal interoceánico, construido por el capital estadounidense, y el istmo centroamericano, donde ya prevalecía el idioma inglés, se aprestaba a anexarse a Estados Unidos.1 Este texto, que fue editado por lo menos siete veces más en los treinta años posteriores a su tiraje inicial,2 consolidó, a lo largo del siglo XX, la reputación de ser la primera novela antiimperialista hispanoamericana, una opinión en la que coinciden críticos como Seymor Menton, Ramón Luis Acevedo y Klaus Meyer-Minnemann.3

El redescubrimiento de El problema por el académico costarricense, Álvaro Quesada Soto, y el estudioso chileno asentado en Costa Rica, Juan Durán Luzio, en la década de 1980, preludió una nueva edición de la novela, la cual circuló en 1992 y desató un debate acerca de su supuesto carácter antiimperialista.4 Lo más curioso de esta polémica es que ninguno de los participantes se preguntó quién era Máximo Soto Hall, cuál fue el contexto político y cultural en que publicó su libro, ni cómo ese texto fue recibido por los círculos intelectuales de finales del siglo XIX;5 omisiones de las que no se exceptuaron tampoco los críticos citados anteriormente.

El debate que provocó la primera edición de El problema, el cual constituye a su vez una de las primeras –y desconocidas– polémicas que experimentó la literatura costarricense en su etapa inicial, figura en los documentos numerados del 1 al 30;6 de los comentarios que se logró identificar sobre la novela de Soto Hall, únicamente fue imposible localizar dos: el primero, firmado con el pseudónimo de "El Bachiller", circuló en el primer número del periódico El Progreso;7 y el segundo, fechado en Nueva York y escrito por Francisco García Cisneros, fue publicado en La Revista. Diario de Información y Variedades.8

El último documento incluido en esta recopilación es un eco tardío del debate de 1899: escrito por Francisco Gil Mayorga, fue dado a la luz pública entre el 5 y el 9 de julio de 1904, en el diario Las Noticias, que acababa de ser fundado en San José y era dirigido por Abraham Madrigal y el poeta Lisímaco Chavarría.9 Este texto, que recupera varios de los temas planteados en la polémica efectuada casi un lustro atrás, fue escrito por un vecino del barrio josefino de Hospital, de oficio salonero, y quien según su propia confesión, estuvo internado por varios años en el Asilo Chapui, debido a un severo problema de alcoholismo.10

La transcripción de los textos siguientes, cuya ortografía original se conservó, procura contribuir no solo a una apropiada contextualización de El problema, en términos de identificar cómo fue leída y apropiada esa novela en 1899, sino a un mejor conocimiento de las discusiones que acompañaron las primeras etapas de la literatura costarricense en particular, y centroamericana en general. Los investigadores de distintas disciplinas, interesados en explorar la cultura ístmica de finales del siglo XIX, ojalá encuentren en las fuentes que aquí se les ofrece una razón más para profundizar en sus esfuerzos con entusiasmo y alegría.

1

Pronto saldrá á la venta El Problema interesante novela por D. Máximo Soto Hall.

El Anunciador Costarricense, Año XIII, N? 289, 1 de setiembre de 1899, p. 1.

2

El Problema

Saldrá muy pronto el libro de Máximo Soto Hall que llevará este título. No lo conocemos; pero según informes de amigos nuestros que lo han leído en cuartillas, es un libro de combate merecedor de quieta lectura. Lo recomendamos, y después de leerlo, daremos nuestra opinión de él.

La República. Diario de la Mañana, Año XIV, N? 4.782, 6 de septiembre de 1899, p. 2.

3

Vida literaria

Estamos seriamente amenazados de la próxima publicación de tres obras literarias: "El Problema", novela por Soto Hall, "Odas breves y leyendas", por don Emilio Pacheco y "Costa Rica pintoresca", por don Manuel Argüello Mora.

Si estas fueran todas las amenazas que sobre nosotros se ciernen podríamos vivir tranquilos y atravesar serenos la crisis de las angustias.

Gracias á aquellos escritores, se interrumpirá la monotonía de nuestra vida literaria y tendremos algunos ratos de solaz. Los tres escritores son muy fecundos; Argüello Mora en prosa, Pacheco en verso y Soto Hall en prosa y verso, y cuando él quiere en prosa poética.

El célebre Valbuena, que mucho tiene de crítico, pero mucho más de sinapismo mal puesto, hablando de ciertos escritos y después de hacerlos retacitos, dice que tiene la ventaja de no ser fecundo.

Gracias á Dios que nosotros no podemos decir otro tanto respecto á nuestros escritores nacionales.

Indudablemente hay progreso literario; si alguien lo negara, sírvase recordar que en la era de nuestras dos veces madres no se publican novelas sino novenas, y en vez de diarios el almanaque del año, cuando más.

Vemos con gusto, no solo la próxima aparición de las obras mencionadas, sino que la comisión encargada de escoger trabajos de nuestro inolvidable Pío Víquez, no desmaye en su empresa, y cuente con que dentro de poco nos dará un libro que contenga algunas de las joyas dispersas que forman la corona del más notable de los escritores nacionales contemporáneos.

Difícil y laborioso es el trabajo que aquella comisión tiene a su cargo, por dos razones: 1? porque Pío Víquez escribió mucho, y naturalmente no todos los trabajos que salieron de su pluma son perfectos; 2? porque las composiciones de Víquez tanto en prosa como en verso, andan dispersas en varias publicaciones periódicas.

La comisión no debe limitarse á hacer tan solo en la colección de "El Heraldo", diario en que Víquez escribía casi siempre á vuela lápiz; debe tener á la vista el discurso pronunciado en el salón del Palacio Nacional, el 15 de setiembre de 1877; la composición leída en el Teatro Municipal en el centenario de don Juan Mora; el viaje que hizo á Nicaragua el expresidente don Bernardo Soto; una colección de poesías nacionales que empezó a publicarse hace como veinte años y periódicos en que se dieron á luz preciosas estancias, una composición á M.B. y la serenata á Pacífica.

Pío Víquez, que no daba importancia á sus trabajos literarios, nunca pensó en coleccionarlos; cúmplenos hacerlo con esmero y diligencia. Ese trabajo redundará en gloria de las letras costarricenses y será justo homenaje tributado á la memoria del amigo que perdimos.

La Prensa Libre. Diario de la Mañana, Año XI, N? 3.001, 6 de septiembre de 1899, p. 2.

4

El Problema

Ya está á la venta la novela de nuestro poeta Soto Hall, titulada "El Problema", en la cual se trata del grave asunto de anexión á Estados Unidos. Está escrita en el mismo bello lenguaje con que escribe Soto Hall todas sus producciones.

La Revista. Diario de Información y Variedades, Año I, N? 122, 6 de septiembre de 1899, p. 3.

5

Notas, El Problema

Hoy se ha puesto á la venta la novela que lleva el título con que encabezamos estas líneas y que ha escrito últimamente don Máximo Soto Hall. El asunto de que se trata es de gran interés político social y creemos que llamará la atención. De personas muy competentes ofrecer publicar juicios sobre dicha obra.

El Heraldo de Costa Rica. Diario del Comercio, Año X, N? 2.266, 6 de septiembre de 1899, p. 2.

6

Notas. Á 75 centavos

A este precio ínfimo se está vendiendo la novela de Soto Hall "El Problema", un volumen grande, bien impreso y que, la verdad, nos sorprende que pueda venderse tan barato. La escena pasa en Costa Rica y trata de un asunto importante, que quizá escandalice á más de uno. Ya publicaremos un estudio sobre esa obra.

El Heraldo de Costa Rica. Diario del Comercio, Año X, N? 2.267, 7 de septiembre de 1899, p. 2.

7

Obsequio

A nuestra casa de redacción llegó ayer un ejemplar de El Problema, obsequio de su autor. La obra consta de 166 páginas; impresión nítida. Se vende al bajo precio de setenta y cinco centavos. Oportunamente este diario publicará un juicio acerca de la última producción de Soto Hall.

La Revista. Diario de Información y Variedades, Año I, N? 123, 7 de septiembre de 1899, p. 3.

8

Notas

Alberto Masferrer

Esta novela de Soto Hall quiere que se la examine con calma.

El asunto es grande, de capital importancia, y no admite el trato de las frases hechas ni de los lugares comunes.

Luego, nosotros sabemos cada día menos, al revés de muchos que á cada hora saben más; hemos de estudiar y de meditar antes de emitir opinión ninguna. Eso sí, queremos que el público sepa bien adónde lleva el libro, y para que comience á conocerlo, le damos ahora uno de los capítulos más reveladores.

Como obra de arte nos agrada. Tiene bellos trozos, rapidez, sobriedad, cuadros de verdadera hermosura. Sus personajes son todos simbólicos: don Teodoro, es el grupo latino, sajonizado sin sentirlo, ingenuamente engañado, yankee hasta el alma, y maldiciendo siempre y despreciando á los yankees. Tomás encarna á los seducidos, á los que comprendieron á tiempo la absorción inevitable, y provocaron el suceso.

Julio y Margarita son los verdaderos indígenas, de cuerpo y alma indo-hispanos, á quienes la raza conquistadora destruye fatalmente. Los americanos vienen á la obra con Emma y Mr Cryser. Almas y cuerpos de todo poder, avasalladores, irresistibles, que lo arrollan todo sin procurarlo siquiera; expandiéndose como una inundación, lenta pero incontenible.

La Revista. Diario de Información y Variedades, Año I, N? 124, 8 de septiembre de 1899, p. 2.

9

"El Problema" (Novela de Soto Hall)

R. Villegas

Aunque cultivamos con Máximo Soto Hall amistad cariñosa, no es ella bastante para torcer nuestro criterio cuando se trata de juzgar sus composiciones literarias. La prueba es que sus Coquetas, por ejemplo, nos parecieron detestables, á pesar del aplauso que tributaron á aquella producción los que podríamos llamar portavoces de la literatura periodística entre nosotros.

Juzgamos, pues, la obra según nuestro leal criterio, y la valoramos sin tener en cuenta la personalidad del autor de ella, como si nos fuera desconocido.

Y para decirlo de una vez, he aquí nuestra opinión: El Problema, novela de Soto Hall, es entre todos los libros de imaginación que se han escrito en Centro América, el más audaz y de mayor trascendencia. Ningún escritor ha tenido aquí ese vuelo; ninguno como él se atrevió a contarnos lo que nos ha de suceder en tiempos cercanos. Y lo que dice El Problema de Soto Hall es inevitable. Eso sucederá, para bien nuestro, aunque nos duela en la carne viva la perdida de aquellas ilusiones de la propia grandeza, de propio saber y de propio saber [sic], que hemos creado y fomentado con teorías que nos han traido ensimismados y ciegos.

El hecho es el hecho. En los tiempos presentes, equivale eso á la definición que de Dios daba San Agustín. La Verdad es el hecho; y el hecho, en este caso, es el Dios de los pueblos.

¿Será dentro de treinta años (como dice Soto Hall) cuando veremos, en la vida viviente, realizados los episodios de su trascendental novela? Quién sabe! Tal vez un poco antes, quizá un poco después. Veinte, treinta, cincuenta años: eso no quita ni pone una tilde á la previsión segura del poeta, se revela en su libro como estadista.

"El Problema" levantará contra su autor tempestades. Hay tanta sangre vieja que irrita los nervios, tanto amor filial á la tierra inexplorada, tanto apego á tradiciones y á idealismos, que no podrá la mayoría de nuestros compatriotas conformarse con las profesías de "El Problema", según las cuales habremos de perder nada menos que la piel.

Esta operación es dolorosa, pero es inevitable. Piel nueva, sangre nueva, y ... vida nueva: todo por la conquista sin armas, sin ruido, sin imposiciones, y sólo por la absorción de la riqueza y de la fuerza, que nos meterán dentro de su máquina esplendente como si fuéramos materia laborable. Bienvenida esa transformación!

Y cuando estamos persuadidos de que sucederá lo que cuenta "El Problema", y sucederá porque no podemos evitarlo, nos viene á la memoria la ridícula entrevista de un ex-Presidente de una de nuestras Repúblicas, que decía á un periodista de Nueva York: "Antes que entregarnos á los Estados Unidos, preferimos nuestra independencia, y la defenderemos con las armas." Como se reirían en Nueva York del ex-Presidente hondureño!

Para él referimos este cuento, muy conocido aquí.

En uno de nuestros ríos bañabanse dos compadres. Un lagarto tomó por el cuerpo á uno de ellos, y el otro le preguntaba desde la orilla: - "Como va compadre" – "Muy bien, respondió el otro, porque voy atravesado."

Nosotros vamos todavía atravesados. Pronto moverá el gran monstruo sus mandíbulas, nos pondrá de punta, y entonces...

La República. Diario de la Mañana, Año XIV, N? 4.784, 8 de septiembre de 1899, p. 2.

10

"El Problema" (cuestión centroamericana)

A. Masferrer

"Unos cuantos, la mayoría, comprenderá que lo mejor es prepararse con tiempo para encajar en el modo de ser de esa raza".

He aquí una solución ¿Hay otra? Hace veinte años que debiéramos estarla buscando; hace veinte años que debimos abandonar nuestras inútiles preocupaciones para no pensar sino en esto: vivir.

Mas para vivir, precisa contar con un organismo; precisa ser nación, nó aglomeración; ser pueblo, no país.

Darle alma á este cuerpo; infundir espíritu en este barro; hacer de esta cosa un yo. Ahí tenéis oh estadistas, escritores, maestros, gobernantes, poetas, todos vosotros, el camino que puede conducir á otra solución. Pero no penséis en otra cosa; no derrochéis ni tiempo, ni palabras, ni pensamientos, ni dinero; haced de esa idea el corazón de vuestro cerebro y de vuestra voluntad.

"Se encontró con una raza superior, muy superior en espíritu, pero inferior en materia, y pasó lo que tenía que pasar. La sangre poderosa cogió, transformó, y se asimiló la sangre débil. El músculo de hierro venció a la idea de oro".

Aquí esta la única mentira del libro. Y cuando Soto Hall se atreve á decir tantas verdades ¿no tendremos valor nosotros, pera decir la única que a él se le ha olvidado?

Cómo creéis que una raza inferior en espíritu va a dominar, á absorver á una raza superior? ¿Cómo pensáis que en organismos enfermos, débiles, viciados han de albergarse ideas de oro? Todo cerebro poderoso es también una gran voluntad. Donde ésta falta, no hay verdaderas grandes ideas, plenas ideas; hay, no más, ensueños, fantasmagorías.

Busco en vano á mi alrededor la prueba, la manifestación de esa superioridad. ¿Será en nuestra vida política? ¿Será en nuestras artes? ¿Será en la ciencia? ¿En la industria, en la agricultura, en el comercio?

En cambio ¡dónde manifestación más alta, cristalización más pura de superioridad espiritual, que haber realizado la libertad, la más noble, la más grande, la más espiritual de las conquistas humanas!

Digamos entonces, de una vez la verdad, toda la verdad; demos el primer paso de nuestra salvación, conociendo enteramente, exactamente, lo que somos: inferiores de cuerpo y de alma; no raza latina, sino raza indo-hispana.

El autor del Problema nos está indicando, en esas mismas frases que venimos de combatir, la más urgente y eficaz de las medicinas – "El músculo de hierro - la sangre poderosa- "

Ved, pues, que la primera jornada debe ser la mejoración de la raza: mejoradla por el cruzamiento con razas puras y vivas; no la ahoguéis en alcohol; llevadla al gimnasio; que adquiera músculos; que cobre nervios sanos y sangre de impulso constante. Y luego infundir en estos cuerpos, alma propia, alma nacional, alma regional.

Villegas lo acaba de decir: este es el libro de imaginación, más trascendental que se ha escrito en Centro América. Pues bien, respondamos á esa noble iniciativa; acojamos la verdad que se nos envía como buena nueva, y sea cada uno de nosotros terreno fértil para que esa verdad fructifique. La obra de Máximo Soto Hall requiere un complemento. El Problema exige una Solución. Pero no escrita sino hecha. Que la primera parte de ese hermoso libro sea la honra de su autor; hagamos entre todos la segunda, para que sea nuestra vida.

La Revista. Diario de Información y Variedades, Año I, N?126, 10 de septiembre de 1899, p. 2.

11

Colaboración

Manuel Aragón

San José, setiembre 8 de 1899

Sr. Don Máximo Soto Hall

Estimado señor mío y amigo:

Ruego á Ud. se sirva aceptar mis agradecimientos, tanto por la cortesía que se ha dignado dispensarme con el envío del ejemplar de su última publicación titulada "El Problema", como y muy especialmente por la cariñosa dedicatoria con que me la ha encarecido.

He leído su obrita con aquel gusto especial que se siente cuando se encuentran expresados con exactitud los juicios ú opiniones que nos hemos formado acerca de las transformaciones que pueden y deben verificarse, deducidos aquellos juicios del examen y de la observación de los hechos y de las consecuencias que esos mismos hechos hacen forzosas.

Creo como Ud. que está acercándose el momento en que los grandes empresarios y financieros norteamericanos harán llegar á los Estados de Centro América, de una manera activa y rigorosa la fuerza de su iniciativa y la intervención de sus capitales, con cuyo irresistible poder estos países han de sufrir los cambios maravillosos que engendra el trabajo inteligente bien dirigido y bien administrado.

El Gobierno de aquel país, atento á las necesidades de su comercio, busca mercados que consuman los artefactos y las manufacturas de su industria, adaptadas por la iniciativa privada á las exigencias de cada lugar, y concreta su acción política á obtener ventajas especiales, allí donde aun no puede imperar en absoluto su régimen aduanero y su tarifa proteccionista.

Convencidos los hombres políticos americanos de que la frecuencia de comunicaciones es el alma del comercio, estimulan cuanto pueden las empresas de transporte á las que otorgan subsidios y concesiones liberales. Lo que de esa política se sigue se sabe bien en Costa Rica.

Nuestras comunicaciones marítimas más frecuentes con los Estados Unidos que con las demás naciones del mundo, están dando el resultado que es natural entre países que producen cada uno lo que otro consume; así es que a pesar de los vínculos estrechísimos que nos unen a nuestros vecinos inmediatos, esas relaciones no pasan de ser las de buena vecindad, sin que en ellas se interese el comercio, porque ninguna de las naciones del Norte ó al Sur consume lo que aquí producimos ni tienen lo que necesitamos; lejos de ser nuestros corresponsales son nuestros competidores, porque elevan al mercado productos idénticos á los nuestros.

Ya Ud. lo dijo, el comercio americano que ayer nos proporcionaba el 49 por ciento de lo que consumimos, ha elevado esa cifra hoy al 67 por ciento y dado el interés y la perseverancia con que estudian las necesidades de estos países, llegarán aun á mayor tanto por ciento.

Nos convidan con instancia á que participemos en sus exposiciones; esa instancia la hacen, no para saber qué pueden comprarnos, sino para averiguar qué más pueden vendernos.

En esos certámenes les enseñamos lo que consumimos y ellos se dedican a producirlo de mejor clase y más barato que nosotros mismos.

Los americanos del Norte tienen muy presente el "Strugggle for life" que Ud. cita, pero su lema al tomar parte en esa lucha es el "Survival of the fittest" que les hace mejorar y mejorar cada día sus modos de producir.

El mejoramiento de la producción no lo limitan sólo a lo mecánico, sino que á cada ramo le aplican su famoso sistema de los "Trusts ó Sindicatos" por cuyo medio reducen á lo absolutamente preciso el capital necesario para la producción material, que llevan en cada caso á su límite más alto en cantidad y calidad.

El hecho perfectamente conocido de que la producción norteamericana excede en mucho á lo que pueden consumir los habitantes de aquel inmenso territorio, da la explicación satisfactoria del empeño que ponen los comerciantes y manufactureros en abrir nuevos mercados para sus productos, pero como esos mercados no los pueden absorver tan en absoluto como lo requieren sus intereses, influyen cuanto pueden en la política, por cuyo medio han llegado á hacer que la diferencia de los dos partidos importantes de aquella nación tenga por punto esencial la tarifa de aduanas. El mismo aumento de la producción y la necesidad de asegurarse el consumo de territorio, de donde logran excluir otras influencias, creo que es una de las causas poderosas que determinan la expansión colonial de los Estados Unidos, y por la misma razón han de aprovechar cualesquiera ocasiones que se presenten para ensanchar el régimen absoluto de su tarifa proteccionista.

Las condiciones de climas y latitudes que ayer podían limitar la capacidad productora de los americanos las están completando de un modo que ha de inspirarnos serios cuidados, más aún que los de nuestra independencia. Con el desarrollo del sistema colonial en que han entrado, van a obtener los productos tropicales bajo la acción de sus leyes aduaneras; así es que los derechos de Exportación y otras trabas que aquí pongamos á la producción agrícola son otras tantas primas que en realidad ofrecemos al productor americano.

No como entendido, sino como aficionado á lo que es bueno, alabo la obrita que acaba Ud. de publicar. Cuando dentro de algunos años sea leída "El Problema" aparecerá que si en algo han dejado de ser exactas sus profecías habrá sido en que no dieron todo el colorido al cuadro que presentará nuestra metamorfosis económica.

Esta tiene que verificarse antes que la política; creo más, aquella traerá ésta como consecuencia. Cuando las mayorías de Costa Rica estén animadas por el capital y la energía norteamericanas, obedeceremos insensiblemente al Código de los Estados Unidos sin que haya sido preciso cambiar de pabellón. Yo creo que la vía de riqueza, tranquilidad y progreso que recorre Méjico con universal admiración, más que á otras causas ha de atribuirse á los intereses norteamericanos que se han arraigado en aquella nación.

Le confieso que no me dolerá que hagan con nosotros lo que han hecho en Méjico: extender los caminos de hierro en todas direcciones y fundar empresas en todas partes.-

Observo que me he extendido demasiado y debo concluir, pero no sin manifestarle antes mi reconocimiento por la galantería con que se sirvió mencionar los trabajos que se están llevando á cabo en la oficina de Estadística para la Exposición de Filadelfia. Es lástima que no hubiéramos hecho esos preparativos con más tiempo.

Felicitándolo de nuevo por el fresco laurel que ha obtenido con la publicación de "El Problema", y deseándole la misma suerte en sus futuras empresas literarias, me repito su muy sincero apreciador.

El Heraldo de Costa Rica. Diario del Comercio, Año X, N? 2.271, 12 de septiembre de 1899, p. 2.

12

El Problema

A. Zambrana

Señor don

Máximo Soto Hall

Mi querido poeta:

Usted se empeña en que diga mi opinión en alta voz acerca de su cuento. La única razón que lo estorbaba era mi deseo de no tener sino aplausos para usted.

Y ahora no puedo aplaudir. No soy de los que condenan en tesis general la literatura con tema ad probandum, por decirlo así. Sólo que entonces le exijo sencillamente que pruebe.

Su cuento no nos dice nada de característico, que no sea muy trivial acerca del encuentro y lucha por el predominio entre las razas que pueblan nuestra América. Lo que es eso de que nos quiten las novias, me parece peligro muy lejano. No es este, por cierto, uno de los puntos en que somos característicamente inferiores y de fácil derrota. Fuera de las lides de amor entiendo que debió usted elegir el campo de batalla, ya que quería pintar nuestra caída.

Eso se parece á otra cosa que he leído estos días acerca de la política; que les vayan á los anglo-sajones á tocar sus libertades individuales, ó algún otro de sus derechos esenciales, y veremos á donde va á parar la mano que intente el sacrificio.

Por supuesto, que hay muchas galas de forma en su librito. Ud. burila admirablemente en nuestra lengua. Vaya por ello un apretón de manos, y mis votos, innecesarios de seguro, por la buena venta de El Problema.

La Prensa Libre. Diario de la Mañana, Año XI, N? 3.011, 19 de septiembre de 1899, p. 2.

13

Estudio

Leonidas Briceño

La verdad que daña es mejor que la mentira que alegra.

Hay pueblos anémicos, como hay pueblos cobardes; pueblos inexpertos y naciones endebles hay también que jamás podrán salir de su calamitoso estado si nuevas energías no vienen á darles una vida más vigorosa y enseñarles cómo se sube con decoro por la pendiente del progreso y cómo se conquista un nombre limpio.

Podría un pueblo disculparse de sus excesos y errores apelando á su juventud, pero jamás hallaría argumentos suficientes para excusarse de su poca dignidad, y de haber, en más de una época, vestido la túnica de la meretriz para endormecerse, cual levantina indolente, en los brazos de falsos amantes que la prostituían.

No, la juventud influenciada por el nervio de una vitalidad excesiva, tiene sus defectos, comete sus locuras, pero jamás se arrastra porque en su orgullo sólo desea remontarse á las alturas en donde los volcanes vierten llamas y en donde las águilas desafían, con su volar potente, el huracán que brama y el rayo que carboniza.

¿Podrá Centro América, al ser llamada á dar cuentas ante el tribunal de la Historia, obtener algún perdón? ¿Cuál ha sido nuestra labor en los primeros años de vida independiente? ¡Cómo se cubre el rostro de vergüenza y cuán tristes reflexiones surgen en la mente!

El acaso un día nos hizo libres; Centro América se caló como pudo el encarnado gorro de libertad y sus hijos embriagados al contemplar tanta mentira, se dieron á rodar también al azar, vitoreando hasta el delirio su independencia y entonando canciones patrióticas, sin preocuparse jamás de hacerse dignos de aquel legado que la Providencia puso en sus manos.

De entonces acá nada hemos avanzado y aún hoy mismo parece que el sopor nos cierra los ojos, que los organismos duermen entumecidos y que los cerebros embotados no alimentan ideas viriles.

Una enfermedad incurable llevamos en las entrañas: la herencia que los colonizadores nos dejaron: muchos vicios, algo del heroísmo desmedido del manchego, bastantes idealidades dentro del cráneo, y nada de reflexión, nada de carácter, ningún glóbulo de sangre pura que dé vida á tantos seres anémicos, á tantos corazones apocados y mezquinos.

Llamamos resoluciones á los bochinches armados, á las algaradas estúpidas en las que se hiere á muchos hermanos y se cortan muchas cabezas. Nuestras resoluciones son excesos bárbaros, atavismos bestiales, pantanos asquerosos en donde la idea republicana perece y de donde sólo huye el ídolo de barro, grosero siempre y siempre infame.

De la civilización moderna hemos tomado más sus vicios que sus virtudes; todo es fórmula entre nosotros, y en medio del agotamiento que hoy nos postra, ante el peligro contra el cual lanzamos nuestra protesta de fuego, no contamos para defendernos ni con las flechas de los indomables "caras pálidas" ni con la zambumbia que alivie nuestras penas en la soledad de las selvas.

Pronto llegará el día en que paguemos nuestras grandes faltas, y entonces no tendremos derecho á quejarnos y con razón lloraremos la "pérdida del reino que como hombres no supimos defender".

Y su aún deseamos convencernos, dirijamos una mirada por la América Hispana y veremos, con muy raras excepciones el monstruo de la tiranía que lanza sus gruñidos salvajes y los juglares políticos alzando el látigo sobre las espaldas de tanto ser embrutecido.

¿Tendrá esto remedio?

Allí está la obra de un escritor de mérito: El Problema, de Máximo Soto Hall; ella nos vaticina lo que vendrá después de esto y nos indica la única ruta que sumisos debemos seguir.

Tarde o temprano tendremos que ser de los Estados Unidos del Norte, por ley natural y por consecuencias sociológicas.

Hemos delirado mucho sin procurar nunca ser dignos de nuestras libertades y la "idea del oro" – si es que aún tenemos tales ideas – será vencida, mal que nos pese, por el potente músculo de hierro.

Desapareceremos sin dejar un solo rastro de nuestra existencia; de nosotros no dirá nada la posteridad y la Historia nos citará únicamente como triste ejemplo de un pueblo que vivió de ilusiones -de ideas de oro- y murió víctima de sus vicios.

Los hombres de corazón no sólo desean la llegada del yankee, sino que la esperan, porque comprenden que aquel que sabe cumplir con sus deberes de ciudadano se hará digno del respeto y consideración allí en donde la libertad esparce sus brillantes claridades.

¿Aún soñamos?

Por allí se oyen las voces de muchos que claman en pro de nuestras "santas libertades" y que juran defenderse y morir y verter la última gota de sangre, antes qué transigir con la absorción.

¡Locos!

El hombre que desea cumplir su misión sobre la tierra, aquel que sabe que ha nacido para vivir libre y para ejercitar sus facultades de ser independiente y autónomo, ese no se deja arrastrar por huecas palabras ni por falsas declamaciones, sino que procura andar recto, siguiendo como norma la voz de su conciencia, con el pensamiento puesto en Dios y la idea en el futuro.

Antipatriotas son aquellos que desean que sigamos subiendo este calvario tan lleno de guijarros; con los pies descalzos, la horma hecha pedazos y el dogal el cuello. ¿Qué significan sino esas guerras torpes que hemos tenido? Luchas inhumanas en las cuales perecen millares de infelices cuyos ayes no han sido suficientes para ablandar la conciencia de muchos malvados. Seguir así, sin garantías y asesinándonos, es una burla para la libertad, un sarcasmo para la Justicia, un sacrilegio para nuestras creencias y un insulto para el mismo Dios que nos ha dado las energías suficientes para que andemos siempre con la frente levantada.

El espectáculo que hoy presenciamos en esta América, espectáculo triste por cierto, al herir el nervio óptico que trasmite la impresión al cerebro hace que allí la idea se condense y alze airada protestando ante el crimen, maldiciendo la tiranía y remontándose hasta en donde mora el Sér Supremo, pide á este que haga cesar tanto escándalo y tanta infamia.

Concluiremos absorbidos como esos locos arroyuelos que perecen al pretender atravesar los arenales del desierto. Emprendimos sin brújula nuestra marcha, y hoy, pobres, perdidos, y cansados, al abrir los ojos nos hallamos en plena noche, oyendo sólo en la aridez de nuestra ruta, el rugido de la fiera que pide víctimas. En el Norte vemos sin embargo, una constelación salvadora cuyo brillo es hermoso y cuya luz nos atrae... ¿Cómo llegar?

He allí lo que constituye el alma de "El Problema" de Soto Hall; obra hecha con el escoplo del gran artista y labrada en las canteras del pensamiento levantado.

Es la obra de un vate que nos dice muchas verdades y que cual centinela previsor se yergue en las altas cúspides sociales para darnos la voz de alerta. En ella hay más análisis que literatura, más verdades que retórica y más patriotismo que poesía.

¡Ah, si aún pudiéramos orientarnos!

Pero es tarde, ... el problema está planteado, esperemos la solución.

Y basta por ahora. Ahí están nuestras reflexiones y nuestro juicio que "El Problema" nos inspiró, réstanos dar á su autor las gracias más cumplidas por el obsequio que de ella nos ha hecho y por su atenta dedicatoria del ejemplar que con cariño guardamos.

El Heraldo de Costa Rica. Diario del Comercio, Año X, N? 2.277, 20 de septiembre de 1899, p. 2.

14

Información interior

Doctor Borja

Mañana daremos á nuestros lectores un artículo del Dr. Borja sobre el libro de Soto Hall, El Problema. No pretendemos que este libro guste á todos. Hay tanto desconcierto en nuestras ideas y tanto de ... no queremos decir qué, en nuestra lucha por ir arriba!

Qué malo es eso de prevalecer por el talento, y por la presión, y por el juicio cuando para ello se echan á un lado doctrinas y procedimientos de rococó. Léase mañana el artículo del Dr. Borja, que es, en nuestro concepto, un trabajo crítico de verdad.

La República. Diario de la Mañana, Año XIV, N? 4.793, 20 de septiembre de 1899, p. 2.

15

El Problema

Marjolín

La literatura nacional hace ó trata de hacer su estreno ahora entre nosotros; días ha se nota cierta corriente de literatura y cierto resuello de literatos y aspirantes á literatos, que antes no lo había: no sé si esto sea debido á que realmente Costa Rica haya llegado á su hora, ó tenga por causas la del pájaro que no pudiendo volar libremente por el campo, distrae su cautiverio, lanzando por las rejas de sus jaulas, los trinos armoniosos de su divino pico, ó la penuria y crisis en que vivimos: lo cierto es que los cuentos, las novelas y las estrofas de vate nacionales con sustancia del país, son hoy el plato del día y se venden á precios módicos en todas las librerías.

Muy provechoso es esto, sobretodo para mostrar al mundo extranjero que no somos tan sonsos en la materia de arte como por allá nos creen; y sobre todo que tenemos hermoso filón dentro de la casa, que podemos explotar.

En lo que sí no he formado criterio todavía, es en lo de si esas obras tendrán de veras mérito artístico ó no lo tendrán: me he contentado con lo que el hombre criollo suena, con lo que dice tál amigo en su periódico ó cuál en el prólogo á la obra; y después de leer: "nuestro amigo el joven literato Perico, poeta nacido y de gran talento acaba de lanzar á la luz pública su divina e inimitable obra "Lucha", la que estamos leyendo y de la que pronto daremos juicio al público!" y al día siguiente la sarta de elogios y lisonjas que estaban preparadas desde un mes antes de forjar la obra su autor, acabo por formarme un criterio excelente, que no puede ser mejor.

Me entusiasman mucho las producciones nacionales, como me chocan las bajezas de nuestro estilo acostumbrado: de aquí que en el país nunca tengamos nada que sirva; pues señores, si Chepe es un muchacho que promete, no lo echemos á perder redondamente con lisonjas que en vez de elevarlo é ilustrarle, lo degradan y entorpecen. Que produce algo? Magnífico; vamos á estudiar lo que ha dicho y cantémosle en voces claras lo bueno y lo malo que encierre para alentarle y corregirlo. ¡Pero desgraciadamente aquí estamos degradados hasta en eso!...

Este es el por qué me detuve á leer cuidadosamente la última obra, El Problema, del señor don Máximo Soto Hall: leí tanto y tan halagüeño, dicho sobre su penúltima obra "De las coquetas", que me ha quedado la impresión de que debe ser un gran novelista; y me he dicho, á convencerme con mis propios ojos; y he aquí mi convicción.

He leído algunos cuentos y estrofas del señor Soto en los que generalmente hace uso del ropaje de la frase y de la figura ó la imagen, para envolver alguna idea que al fin queda desleída ó velada dentro de sus mismas plumas; y de aquí que me haya sorprendido á la lectura de esta otra, por lo inesperado del hallazgo: creí encontrar algo semejante á las anteriores, y topé con otra cosa muy distinta.

"El Problema " es una obra seria, en la que el autor se ha propuesto desenvolver una idea que además de ser muy oportuna, es también bastante honda. Creo que de esta vez el autor ha sobrepujado al asunto, su desenvolvimiento y su modo de decir.

Se muestra partidario y desenvuelve la idea de la invasión y absorción yankee de los estados centroamericanos por medio del ascendiente de las leyes naturales de la fuerza, de la actividad y superioridad de la raza anglo sajona sobre la latina; aunque sí diré que el señor Soto no resuelve ningún problema, como parece desprenderse del epígrafe de la novela, y por esto lo creo osado: simplemente ha sentado un hecho de que ha dado ésta o aquélla explicación. El asunto se prestaba para haber con él resuelto verdaderamente un problema: pero para esto había que penetrar, tocar las cuerdas recónditas, halar, comparar desarrollar, demostrar y dar por fin resuelto ese problema. No creo que el asunto tenga tan fácil solución como el novelista le ha dado.

Ya en esta obra el señor Soto no nos habla de manecitas blancas ni de rayos de luna; al contrario, parece que va haciendo el ensayo de la nueva raza.

Es una obra bien escrita, en la que muestra el autor cierta perfección de su estilo: huele á veces su modo de decir á ligera imitación del ingenuo y maliciosamente chistoso estilo de Daudet tanto, que en ciertos pasajes parece que el autor recuerda haber leído cierto novelista que vierte sal sobre sus narraciones, poniendo en el carácter de algunos personajes, rasgos ó salidas que por lo extravagantes, ingenuos ó simples, obligan al lector á cierta contracción ó sonrisa; sobretodo se nota aquí, al poner en juego los caracteres de don Tomás, su hermano Don Teodoro y alguna vez Doña Luisa.

Más que novela, es ésta una polémica entre los personajes de ella, para probar la conveniencia de la ocupación yankee y la superioridad de esa raza sobre la latina: sólo que el autor resultó mal polemista porque escogió para su discusión gentes que son todas anglo-sajonas por convencimiento y por carácter. Don Teodoro industrial y tan positivista como Mr. Crissey; y Julio desde el principio convencido de la superioridad anglo-sajona.

No creo que la raza latina sea superior a la anglosajona en espíritu: si pienso que aquélla tenga más imaginación, que es más delicada y artística; pero también pienso que el tiempo le ha notado mucho espíritu, que es el que hace vivir á las razas.

En el terreno del arte diré de la novela que lo que más me agrada de ella es el retrato de los tipos Emma y Mr. Crissey, sus caracteres y desarrollo, y la consecuencia de su enlace: este es un trozo de arte.

Pero también diré que no me parece natural que un joven que llega de Europa después de larga ausencia del hogar paterno, no tenga al encontrar á su padre un momento de alborozo y expansión cariñosa que naturalmente el lector espera hallar descrito; y que en vez de detenerse en el hogar y comer á besos y abrazos a la mamá, se vaya muy frescote con su padre á ver las máquinas que maldito lo que le importarán.

No pienso que todos los jóvenes se declaren como se le declaró Julio a Emma; y creo más, que hizo bien la joven en desdeñarlo: por esa declaración se veía que Julio no era sino un niño; y así lo revela en toda la obra.

Dice el autor que era tanto el entusiasmo de los criollos por los machos que las niñas les entregaban sus manos blancas y que sus hermanos sonrientes se las dejaban llevar: esto me parece ó una broma de muy mal tono, ó un insulto á nuestras lindas y mancebos muy gratuito; pues yo creo que si es cierto que los costarricenses hemos perdido mucho el pudor, hasta ese punto no hemos llegado todavía.

No creo tampoco que el desaparecimiento de la raza latina esté llamado a verificarse de una manera tan brutal como arrojarse al galope sobre un monstruo de hierro: sí pienso que tendrá un fin trágico, seguramente quijotezco, en persecución de algún ideal imposible como la conquista de EE. UU por España, ú otro parecido.

A vuela pluma he podido pezcar algunos errores de imprenta. "Los más se prepara a salir de aquella prisión que los había albergado por más de nueve días": yo creo que debe ser, preparaban.

"Sentía ella todo el honor del solterismo. Joven educada para ese único fin, temblaba al pensamiento de que no se realizase": supongo que ha de ser todo lo contrario porque ella ardía en deseos de casarse.

"La color moreno": si se emplea el sustantivo en género masculino, debe emplearse el adjetivo en el mismo género; y ponerle, "morena".

No hay en castellano verbo "presupuestar"; sino presuponer: cuyo participio hace "presupuesto" y no "presupuestado".

El Sr. Soto es Hall; no hará la defensa de su raza? En fin, es muy defendible, y creo que por la razón de su causa he simpatizado más con la obra de don Máximo Soto Hall.

Alajuela. – Setiembre de 1899.

La Prensa Libre. Diario de la Mañana, Año XI, N? 3.013, 21 de septiembre de 1899, p. 2.

16

Sr. Don Máximo Soto Hall

César Borja

Setiembre 1899

Pte.

Mi estimado señor y amigo:

Voy á cumplir el compromiso que tengo contraído con Ud.; y sirva esta declaración, para que nadie crea que yo soy capaz de mezclarme en la vida ajena, pues no otra cosa hace aquel que sin ser crítico de oficio y beneficio, (ó comedor jurado, que da lo mismo), saca á fuero de intruso, á pública subasta, los méritos ó deméritos de una obra literaria, y la reputación buena o mediana del autor.

Cuando publicó Ud. su penúltimo libro "De las coquetas", nada dije: leílo una, dos y tres veces, leí los juicios críticos que acerca de él echaron a volar los diarios, y callé por dos razones: las primera, porque era un asunto muy espinoso, y la segunda, porque agotaron el tema. Entonces quedé mal con Ud. porque no cumplí, ó mejor dicho, no pude cumplir mi palabra: pequé por omisión. Ahora voy á quedar peor, porque voy á cumplirla (sin ser más capaz que antes); voy á pecar por comisión, con la circunstancia agravante de ser muy arduo el problema, no obstante de que está, desde hace mucho tiempo, en la mente de todos.

El Problema. – Tal es el título del último libro de Ud. – es un libro bueno, y en tal grado que, puesto que no tuviese el éxito de las pesetas, siempre tendría éxito. Es original, bien pensado y sentido, sincero y sencillo: encarna una idea alta y generosa de humanidad, y una enseñanza de bien entendido patriotismo, cuya expresión resonante y audaz es como el grito de la locomotora rauda que salvando precipicios, montañas y fronteras, anuncia el triunfo de la civilización, á los unos, los dóciles, para que la reciban; á otros, los rebeldes, para que la dejen pasar.

La forma que Ud. ha adoptado para decirnos que ha llegado la hora de la regeneración de los pueblos de América de origen hispano, por el medio eficaz de la difusión de espíritu y sangre, es una forma literaria, y á este propósito escribió Ud. El Problema, - un cuento, una novelita, ó mejor, un pequeño poema dramático en prosa, - es decir, un poema real pero de realidad natural y simpática, en cuyos caracteres y acción, así como en el escenario que le sirve de marco, no faltan ni la verdad ni la poesía de la naturaleza; ni la verdad ni la poesía de la vida humana; ni la verdad ni la poesía de los sentimientos; ni la verdad ni la poesía de la lucha; - y es dramático por la rapidez de la acción y su fin fatal y trágico.

Don Teodoro, padre de Julio, es un carácter bien trazado y sostenido. Es un español de pura sangre, que vive bien avenido con los yankees y sus costumbres, pero que afecta odiarlos en el fondo de su corazón; es decir, que come de la manzana y habla mal de ella. Casi casi es un vividor positivista, de aquellos para quienes el gran secreto del arte de bien vivir, está en saber adaptarse incondicionalmente á todas las circunstancias y exigencias del mundo y de la vida; pero eso sí, salvando á todo trance la forma. Don Tomás es más franco, acepta los hechos consumados tales y como son: y es práctico sin ambajes. La acción pasa en Costa Rica, que se supone ya anexada á los Estados Unidos. Pues bien, don Tomás, padre de Emma y esposo de una americana, es yankee entre los yankees, y aunque en España ó en cualquiera otra parte del mundo fuese español, siempre sería un hombre práctico y de buen sentido. Julio, hijo de don Teodoro, sobrino de don Tomás y primo de Emma, es un mozo de veinticinco años; partió para Francia á educarse en París, cuando solo tenía cinco años; cuando apenas principiaban los trabajos del gran canal interoceánico. De vuelta á Costa Rica, quedó amargamente sorprendido al ver la bella tierra en que pasó su niñez convertida en estado americano. Él, español de raza, y francés por educación, odiaba a los yankees y detestaba su civilización y sus costumbres, y protestaba sinceramente y con amargura, desde el fondo de su corazón, del advenimiento fácil de la vigorosa y positivista raza del Norte, al poder político y á la dominación absoluta de estos países. No razonaba siquiera acerca de la anexión, ni quería reconocer sus ventajas, y en este concepto era muy español porque era muy terco, y muy de por acá, porque sólo por acá se tiene esa idea tan pobre y egoísta de patria, según la cual el terruño es una á modo de Meca, y todo extranjero un enemigo ó intruso. El pobre Julio, era además artista romántico, y volvía á América trayendo en el alma la nostalgia de un amor más romántico aún.

El matrimonio de Emma con Mr. Crissey es tan natural como la selección natural. Es la consecuencia lógica de la educación positiva de dos serés de cerebro equilibrado y corazón fuerte, y unísonos en el pensar y en el sentir. Si no se hubiesen hallado, se habrían buscado y encontrádose.

Julio, el pobre Julio, olvidó muy pronto á su pálida y delicada Margarita. ¡Cómo habría de ser! ¡Cómo había de durar ese amor que no era amor, ese ideal que no era ideal, ese sentimiento triste nacido de la poesía vaga del romanticismo, poesía vaporosa y adormecedora como una niebla del Norte!

Volvió él á Centro América y vió á Emma, encarnación vigorosa de la vida, de la juventud, de la alegría y de la belleza, botón de rosa opulento y apretado y que debía ser mas tarde dulce cáliz del placer cumplido, seno ubérrimo y ánfora inagotable de felicidad: vió a Emma, digo aspiró su fragancia intensa; oyó su voz alegre y sugestiva y franca, y sonora y limpia como la nota de oro en el cristal; se anegó en la luz de sus ojos bellos y diáfanos; luz viva y dorada como efluvios del sol de la mañana, y la amó. ¡Cómo había de ser! ¡Cómo no había de amarla! ¡Cómo no había de ceder á la atracción irresistible que inconscientemente ejercía en él esa muchacha bella y robusta, y desembarazada, y gallarda y altiva como las vírgenes de Babilonia, al par que ingenua, y modesta y casta, como la doncella prometida del Cantar de los Cantares! Cómo no había de caer de rodillas, fascinado, ante ese espíritu en el cual se habían confundido en compenetración viva y feliz el ingenio sutil, y los sentimientos delicados y la voluptuosidad del alma latina, y el entendimiento y la voluntad fuertes, y la sensualidad sobria del alma inglesa, todo ello encarnado en esa forma soberbiamente acabada y bella, con la cual había premiado en el matrimonio de don Tomás con una americana, la fusión fecunda de dos razas superiores.

Emma era, pues, anglo-latina, pero antes que todo era mujer, y mujer joven. Quizás la declaración de Julio fue la primera declaración amorosa que ella había oído en su vida. El era simpático, inteligente y soñador, era artista romántico y apasionado: natural era que su declaración no le pareciera del todo indiferente á Emma, la cual sintió la dulce desazón que causa en el alma de una virgen la primera palabra de amor.

¡Cuan cruelmente satirizó Byron las caídas que suelen seguir á esas primeras impresiones, cuando quien las causa es un Don Juan ó un Doctor Fausto!...

Julio era un buen muchacho, sin suspicacia y sin mundo; un hispano decadente en el modo de vida; incapaz para la lucha por la existencia y acaso más incapaz aún para la lucha por el amor. Emma no llegó á amarle; respondió únicamente, pero con prudencia angloamericana, al tierno y dulce llamamiento del amor latino: se dejó querer. Y aquí es oportuno que parodiemos á Campoamor: ¡quien supiera intrigar! Si Julio fuera hábil en intrigas de amor, otro gallo le cantara. Ni Fausto ni Margarita tienen patria, son tipos universales; y hay latinos muy listos y anglo sajonas muy tiernas...

Pero el pobre Julio no sabía de intrigas de amor, y perdió la partida. Saliéronse á la escena Mr. Crissey y sus millones, y ahí fue Troya.

La influencia de los millones tampoco es sajona ni latina: es cosmopolita. Quizás sí pesó más en el corazón de Margarita el cofre de joyas, que el amor de Fausto, y la apostura gallarda de tan cumplido garzón!...

¡Poderoso caballero es don dinero!

Mr. Crissey no enamoró a Emma: un día la dijo que le gustaría casarse con ella; la conquistó con un arranque enérgico de carácter y sentido práctico; y, en vez de hablarla al son de la lira romántica, le cantó la canción de los florines, no la de Heine, por cierto, si no la del tío Sam.

Julio perdió la partida!...

En este concepto Emma y Julio no simbolizan precisamente á la raza, á la cual cada uno de ellos pertenece, sino al corazón humano.

Julio simboliza á su raza española, por su indolencia, - él comprende que Crissey es su rival, pero no se le opone, no lucha, deja hacer y se entrega al dolor lírico, á la desesperación romántica.

Emma simboliza á la raza de su madre, en cuanto que no pierde tiempo. Si por un instante se deja arrullar por el amor triste y dulce de Julio, dándole así á su corazón de mujer un pasatiempo grato y poético, da un cuarto de conversión á la derecha apenas se le presenta Mr. Crissey con un contrato de matrimonio positivo é inmediato. Todavía tiene ella una mirada tierna de compasión para Julio, pero le olvida inmediatamente; y, cuando ya es la esposa de Crissey y va con su marido hacia los pensiles de la luna de miel, el tren que les lleva tropieza en el camino con el desventurado Julio, cuyo cuerpo aplasta y tritura juntamente con su corcel valiente y generoso, símbolo de la lealtad hasta la muerte.

Tal es el fin trágico con el cual remata el poema de Ud: fin bien calculado y muy natural y que por analogía simboliza el triunfo de la raza sajona sobra la latina, en el concepto fundamental de EL PROBLEMA..., no en mi concepto.

El suicidio ya sea por fanatismo, por hastío, por desengaño ó desesperación, es, según dijo no se quién, la resolución del problema psicológico por el método experimental: burla, burlando, esta es la verdad. El suicidio es un acto humano: sólo se diferencia en unos ú otros casos, por la manera. Los asiáticos se ahorcan; los latinos se vuelan la tapa de los sesos; los anglo-americanos se tiran al Niágara. Julio se tiró casi sin meditarlo delante de la locomotora rauda y triunfal, que arrastraba el carro de la felicidad... Se ve que el desventurado Julio estaba tocado de la influencia de la civilización americana. La forma del suicidio es altamente mecánica, práctica y económica. También sólo por extensión y analogía es simbólico del supuesto triunfo de una raza sobre la otra, el hecho de que el tren que conducía a los esposos Crissey trituraba y confundiera con el polvo de la tierra, el cerebro y el corazón de Julio; sus huesos; su pasado, su presente y su porvenir: su vida, su ser todo.

¿Cuándo no pasa el fuerte sobre el débil? ¿Desde cuándo no pesa la montaña sobre el átomo? El auriga brutal que rige al tronco fogoso del carruaje del potentado, no advierte siquiera el instante en que atropella al anciano ó al niño débiles que cruzan por mitad de la calle. Esta es la vida, este es el mundo... Y ha sido necesario que los gemidos de las víctimas de todos los siglos, se sumaran en el espacio y resonaran en los ámbitos del Universo con los bramidos de los huracanes del Apocalipsis, para que estallaran en la Tierra, en forma de protesta sangrienta, las bombas heroicas del Nihilismo.

No quiero decir por esto que del fin trágico de Julio sea responsable otra tiranía que la del Destino! El pobre Julio era un soñador desorientado, le halló al paso la locomotora de la vida real y lo aplastó; he allí todo: un símbolo humano, tan acabado y verdadero, que por natural analogía es aplicable al concepto trascendental que entraña El PROBLEMA, en la acción y en el fin. En lo que no estamos de acuerdo, mi estimado amigo, es en que fuera Julio el último representante de esa raza caballerezca que Ud. dice, lo cual no es aceptable ni en el campo fantástico de la novela.

Desde el punto de vista del ideal, el último representante de esa raza es don Quijote, caballero á carta cabal; pero aunque Cervantes le llevó hasta la muerte, dióle sepultura y púsole lápida y epitafio, vive y vivirá siempre en el espíritu y en el corazón de la humanidad, como que es símbolo suyo universal y perdurable.

Desde el punto de vista de la Historia, los últimos representantes de esa raza caballeresca y gloriosa, son los árabes arrojados de la Península: ellos, cuyos progenitores habían difundido, no solo en España si no en toda la Europa, su espíritu caballeresco, justiciero y altamente humano.

En el concepto literario del poema de Ud. el fin trágico de Julio, tal como Ud. lo ha imaginado, tiene una aplicación real; pero en el concepto social é histórico sólo es un símbolo convencional; algo así como un hecho aislado.

El PROBLEMA, tiene pues una conclusión concreta y tangible, Julio, último representante de la raza latina (en América) muere aplastado por la locomotora de Mr. Crissey, símbolo de la expansión imperial de la raza anglo-americana. Todo eso está muy bien, lo repito – en la novela; pero como el poema de Ud. no es de mero pasatiempo, si no de propaganda, la enseñanza capital que de él pudiera deducirse, la juzgo falta de verdad, inconveniente y peligrosa: peligrosa, sobre todo, para los pueblos nuestros, para la juventud hispano americana. Hoy, que es tan común oír que se condena al desprecio y el oprobio á la raza latina, no sería extraño que cundiera en Hispano América la idea de nuestro propio desprecio, y que por indolencia o desaliento nos arrojáramos todos á morir bajo las ruedas de las locomotoras yankees, que se aprestan á invadir nuestro territorio.

La raza latina no es despreciable, ni se ha muerto, ni puede estar condenada á morir inerme y oscura; porque el espíritu de esa raza es el espíritu de la humanidad; porque es la madre de la civilización, porque es la creadora de las naciones; porque es la descubridora del mundo; la inventora de las ciencias y las artes. La raza latina inauguró la Historia y la civilización moderna sobre las bases del derecho y de la moral, cuando la raza anglo-sajona era una horca de bárbaros carniceros; y cuando á la hora de la decadencia del Imperio romano, cayeron sobre él esos bárbaros, sedientos de libertad y de botín, de conquistadores resultaron conquistados por el espíritu del cristianismo, que es latino; y esa raza gloriosa, resucitó más grande, casi divina, en Italia, en Francia, en España misma.

Llégale ahora a la raza anglo-sajona su momento histórico; pero halla ya el terreno preparado y la simiente en fruto. Halla á las ciencias, halla á las artes, halla la moral, halla el derecho, halla un mundo nuevo descubierto y civilizado por el genio latino. Aún para sus excursiones hacia el Africa y el Asia, halla el derrotero que trazaron los navegantes latinos; y aún para sus excursiones por el espacio halla el telescopio de Galileo y la mongolfiera francesa.

Que España ha sido vencida en la guerra con los anglo-americanos; que Francia pasa por una prueba dura y cruel; que Italia está encadenada en la triple alianza, que los pueblos de Hispano América son presa del bandolerismo político!... ¿Qué importa?

"No perecen las razas porque caigan sin honor ó sin gloria los pueblos que su espíritu alentaron.

Las razas son los ríos de la historia,

y eternamente fluye

el raudal misterioso de su vida"

Nó, no se suicida, no perece la raza Latina: lleva el sello de Dios sobre la frente, como dijo el poeta, y es el fénix de la Historia. De entre los escombros de las viejas instituciones carcomidas; de entre las ruinas de los palacios donde ahora se alberga el neo-feudalismo de las aristocracias corrompidas por el oro y los placeres; de entre las cenizas en que ha de convertirse la monarquía tradicional, ha de renacer en Italia, Francia y España, la raza latina, reanimada de espíritu nuevo, al soplo de fuego de la Revolución. Y, en cuanto a la América descubierta por Colón, y civilizada por los Corteces, y Pizarros, sino fué para España únicamente, tampoco es para el dominio tiránico de una sola raza: es para la humanidad.

En medio de los dos océanos puso Dios á la América, y le dió todos los climas; y todos los frutos: en su suelo regado con sangre de héroes y de mártires se han dado dos batallas decisivas de la libertad: América es para el hombre.

Vengan en buena hora los americanos y tráigannos su oro, su acero y su talento práctico, pero venga también la Europa entera en corriente pacífica y civilizadora. No, la América no es, no puede ser, no debe ser sólo para los americanos del Norte, que si algo valen es porque tienen en sus venas sangre de Europa. La América es palenque para todos.

Vengan nuestros hermanos los latinos de allende el Atlántico; y vengan los yankees, y los ingleses, los germanos, eslavos, y teutones; tráigannos paz, y trabajo y costumbres; vengan a afianzar nuestra libertad y la suya... Vengan, - por lo menos hallarán aquí tierra fecunda, corazón, hogar y Dios.

Soy de Ud. amigo y servidor,

César Borja

La República. Diario de la Mañana, Año XIV, N? 4.794, 21 de septiembre de 1899, pp. 2-3.

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El Problema, I

No hace mucho tiempo decíamos que cuanto sale de la pluma de Soto Hall es muy interesante; la novela "El Problema" ha venido á confirmar ese juicio y algo hemos de decir acerca de tal producción literaria, aunque su argumento y sus tendencias aparentes sean harto desabridos para los que amamos nuestras propias tradiciones, nuestra Patria y nuestra raza. Enaltecer la sajona, á costa de la latina, haciendo entre las dos un parangón largo, es el objeto de aquella novelita, la cual termina el día en que se declara oficialmente la anexión de Centro América á los Estados Unidos y en que en aras de un amor imposible se sacrifica de manera estéril el "último representante de una raza caballeresca y gloriosa."

El señor Soto Hall escogió los colores más tristes de su paleta para pintar a nuestra raza. La mujer latina está simbolizada en Margarita: "una neurasténica hasta el límite del histerismo, engendrada por su padre ya viejo y gastado y concebida por su madre, agobiada por la nostalgia"; esa "era la encarnación de su raza, el prototipo de la mujer latina, sublime pero impotente, imperfecta, incapaz, incompleta".

Los criados es preciso que sean extranjeros, "para que no falte el té á la hora de acostarse." –

"Nuestro pueblo no tuvo nunca ideales, ni energía, ni personalidad". Y aun en los detalles más insignificantes, "El Problema" exhibe la raza latina de una manera desfavorable: si una máquina de partir en tabletas las pastas de chocolate, se descompone por falta de un tornillo ¿quién es el obrero culpable? el del país. –

"Es claro. Por eso no hemos podido hacer nunca nada. Somos una raza inferior. Muy inferior." "En todo halla dificultades, todo le infunde miedo". "Nuestra raza es débil. Raza noble pero enfermiza". "La raza latina es superior, muy superior en espíritu, pero inferior en materia y pasó lo que tenía que pasar. La sangre poderosa cogió, transformó y se asimiló la sangre débil. El músculo de hierro venció la idea de oro." Por último, la raza sajona "nos impuso el progreso con sus ferrocarriles, sus vapores, sus canales, sus empresas en general y con el progreso se nos impuso en absoluto. Nos chupó, esa "es la palabra; y todo porque esa nación fue educada para chupar y nosotros para ser chupados."

Así es como el señor Soto Hall pinta a la raza latina, en tanto que sublima la sajona, diciendo que es "joven y fuerte; sus hombres tiene biceps de atleta, rostro encendido por una sangre poderosa, ágiles y ligeros". Ellos son los del "trabajo honrado, el trabajo metódico, la gran labor del que sabe triunfar con su fuerza y su perseverancia."

No pretendemos realizar una tarea á la inversa de la del autor de "El Problema", enalteciendo a la raza latina y deprimiendo la sajona, cualquiera que sea la alucinación de algunos centroamericanos, muy pocos por fortuna, que desdeñan, si no es que maldicen la raza á que pertenecen. – Somos los primeros en reconocer que los yankees tienen virtudes, representados por su trabajo y la actividad y que han adquirido un progreso material rápido y asombroso, debido en gran parte á la posición geográfica de los Estados Unidos, entre Europa y Asia; á las condiciones de su suelo, tan extenso que ocupa toda la parte central de la América del Norte y á la grande inmigración que, de diversos puntos, ha llegado a ese país. Su religión es el trabajo, su adoración el oro. El Estado no absorve al individuo, la libertad impera, las energías se desarrollan sin obstáculos, los vínculos de familia no ejercen presión, cada personalidad amanece temprano y todas las actividades encuentran para su ejercicio un campo inmenso. Pero todo eso, y mucho más que hubiera, no establece la supremacía de aquella raza, ni le quita á la nuestra un ápice de grandeza, ni disminuye el esplendor de sus tradiciones y de sus hechos de hoy.

No hablaremos de la historia antigua, veraz testigo de la gloria y del poderío de la raza latina, porque se nos diría que son prueba que contra nosotros arguye, las gloriosas epopeyas de otros tiempos; hablaremos de las de la edad moderna y de lo que ha pasado y está pasando en nuestros días.

Esos mismos Estados Unidos, hoy tan orgullosos de su fuerza bruta y de su engrandecimiento material, no habrían conquistado su independencia sin los auxilios morales y materiales de Luis XVI; así es que aquella nación debe en gran parte su ser político á la raza latina. Poco después de la independencia americana, vino una revolución que hizo época en la historia, que tuvo importancia universal y que escribió para siempre los derechos del hombre; esa revolución fue llevada á cabo por un pueblo de raza latina. En nuestros días ha tenido lugar la unificación italiana y Francia, vencida por Alemania, ha dado una prueba de su grandeza inmensa pagando sin grandes dificultades la más fabulosa de las indemnizaciones de guerra. La obra material más grande de este siglo es la excavación del canal de Suez que modificó el planeta y realizó el sueño de los Faraones; esa obra colosal fue ejecutada por un hijo de aquella misma raza. El túnel que atraviesa los elevados Alpes esos montes llenos de asperezas y coronados de nieve, que un hijo de la raza latina tramontó con su ejército y su artillería, para librar una serie de combates gloriosos en campos italianos; ese túnel es obra de hijos de la raza latina.

Eso en Europa ¿y en América? No creemos que nadie pueda creer de raza degenerada á Simón Bolívar y á los demás héroes de la Independencia en el Sur, ni a los Hidalgos y los Morelos en el Norte. ¿Habremos degenerado de entonces á hoy? Hemos visto en nuestros días la virilidad de México derrocando un Imperio favorecido por tres naciones europeas; y al de Paraguay sosteniendo una lucha heroica y harto desigual, en que tomaron parte hasta las mujeres paraguayas, contra naciones más poderosas; y por último, estamos viendo á México, Chile y Argentina dando pruebas evidentes de progreso. Aun Centro América tiene sus glorias. Apenas emancipadas de España, no hubo esclavos en su territorio, en tanto que los Estados Unidos, para llegar hasta hace poco á ese resultado, tuvieron necesidad de una guerra de proporciones enormes, echa no por sentimientos filantrópicos, que no cabrían en aquella raza, sino por medios políticos. Esta es una pincelada que no debe olvidarse cuando se quiera pintar las dos razas. Centro América, sin auxilio extraño, arrojó de su suelo á los filibusteros, en su mayor parte yankees, que intentaron apoderarse de ella; y luchó con armas bien inferiores á las de las huestes de William Walker, y entre esa Repúblicas, Costa Rica se distingue por sus instituciones liberales, por su legislación perfecta y por lo laborioso de su pueblo. Nuestra raza hispano-americana es joven ¿por qué razón había de estar gastada y débil y enfermiza?

La Prensa Libre. Diario de la Mañana, Año XI, N? 3.014, 22 de septiembre de 1899, p. 2.

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El Problema, II

Que no hemos adelantado de la independencia á esta parte, es aserción que hemos oído; ella demuestra ignorancia de lo que era la Capitanía General de Guatemala durante la dominación española. El comercio, que se hacía exclusivamente con la metrópoli, era de un millón de pesos al año. La flota que traía de España los artículos de consumo, arribaba de seis en seis meses. La insignificancia de la Capitanía General era tan grande, que las rentas no alcanzaban a cubrir los gastos de la administración pública y algunas veces venía de México lo que llamaban la conducta, que era única cantidad de dinero para completar el pago de los sueldos de dos funcionarios. Los nobles gozaban de algunas preeminencias y podían llegar a ser Alcaldes ordinarios ó miembros de alguna Archicofradía; los plebeyos llevaban la peor parte en materia de honores, de penas y de tributos.

El Capitán General y la Real Audiencia vivían en choques continuos y la administración de justicia no podía ser peor; baste decir que hubo una vez en que la Real audiencia se compuso de dos oidores y un fiscal, nada más; los Oidores, por turno descendían a ser jueces de Provincia, que así se llamaban los que hoy denominamos jueces de primera instancia. Los litigios se eternizaban á causa de esa organización judicial y de una legislación embrolladísima. Los mismos jueces que habían juzgado en segunda instancia conocían la tercera. Las sentencias no se fundaban; se redactaban en estas pocas palabras: "Vistos, dijeron: se absuelve ó se condena", Y cuando cabía el recurso de segunda suplicación ó el de injusticia notoria, era necesario ir a proseguirlo en Madrid, ante el Consejo de Indias, y antes de que este se estableciera, ante el Supremo Consejo de Castilla. Tal fué sucintamente pintada, la situación de la Capitanía General de Guatemala, antes del 15 de setiembre de 1821.

Y Costa Rica, reducida al distrito de Cartago, era la sección más pobre y desgraciada de la Capitanía General. Los Gobernadores, con excepción de Acosta, los dos Arias Maldonado y algún otro, unos fueron malos y otros ineptos. La Provincia dependía en lo civil, de la Capitanía General y en lo eclesiástico del Obispo de Nicaragua. La producción consistía únicamente de cacao en Matina y en algunas mulas que se exportaban á Santa Fe de Bogotá; pero los cacaotales sufrían contratiempos á causa de las frecuentes invasiones de los piratas que talaban el valle de Matina, calamidad que sufrían también los habitantes de la costa del Sur, quienes una vez vieron arruinada por los piratas la ciudad de Esparta. No había una sola botica, ni una matanza de ganado para el consumo público. Las propiedades territoriales casi no tenían valor. A falta de moneda, el valor circulante era el cacao y las gentes se vestían de un pobre género que se llamaba chinilla.

Compárese ese cuadro con la situación actual de Costa Rica. La población ha aumentado, las ciudades se han engrandecido, habiendo en ellas, especialmente la capital, magníficos edificios. El comercio ha obtenido muchísima más importancia que la que alcanzó en toda la Capitanía General. Al puerto del Norte y al del Sur llegan las naves de los principales países á recibir los productos nacionales y á importar los de aquellos. San José, que era un caserío insignificante, se ha convertido en capital bonita y nuevas poblaciones han surgido. El alumbrado eléctrico, el telégrafo, el teléfono prestan sus servicios. La instrucción pública, bien reglamentada, en todas partes se difunde. El ferrocarril enlaza las cuatro provincias del interior, llega hasta el puerto de Norte, y está en construcción el que nos unirá al del Sur. Carreteras y caminos de herradura unen todas las poblaciones. La raza es pura, homogénea, vigorosa, varoniles y bellas las mujeres. El pueblo es proverbialmente trabajador y rico. En instituciones políticas, legislación civil, registro de la propiedad, sistema postal, pesos y medidas, estamos al nivel de países cultos, y á causa de todo ello viven entre nosotros, bien avenidas, respetables y laboriosas colonias extranjeras.

Sería preciso ser ciego y sordo, ó injusto por sistema, para desconocer el gran progreso que hemos conquistado durante setenta y ocho años de existencia política. No cerremos los ojos al bienestar de hoy, ni los oídos a los recuerdos que nos hablan del ayer. Relativamente al territorio, que es muy pequeño; y á la población, que es muy exigua; y á la herencia de España, que fue ninguna, Costa Rica ha progresado tanto como cualquier otra nación, de cualquier raza.

La Prensa Libre. Diario de la Mañana, Año XI, N? 3.015, 23 de septiembre de 1899, p. 2.

19

Palique I

Máximo Soto Hall, es infatigable. A cada paso nos da una sorpresa más; eso sí, siempre grata, siempre llena de encantos y de belleza.

Ayer no más, en los escaparates de las librerías lucían los bellos tomos de "Amores Trágicos", poema de verdadero mérito, tanto por la soltura de la rima, como por el desarrollo admirable de su argumento; y "De las Coquetas", pequeño opúsculo compuesto de sus estudios, todos los cuales demuestran en el escritor erudición y conocimiento de causa.

Hace poco, los periódicos se ocupaban prolijamente de estos dos libros, y las mejores plumas de nuestro país emitían juicios más o menos exactos sobre ellos.

Hoy, es otro el regalo, hoy el obsequio con que el poeta nos brinda es de más peso, es más valioso, hoy la obra de Soto Hall, de que se ocupa la prensa con ardor, y de que se habla profusamente en los círculos, es más sensacional, y reviste un interés más positivo, menos ideal que las otras dos de que he hablado.

"El Problema" es una novela de grandes alcances; el tema sobre que se desarrolla, no puede preocuparnos más, el objeto que se propone es altamente social, político y hasta universal.

El escritor nada menos habla de la tangible influencia, influencia peligrosísima (dicho sea de paso), que los americanos yankees, con ese afán y esa gula que les devora las entrañas, van ejerciendo por desgracia en todas las esferas, así en lo industrial como en lo agrícola, en lo minero y ... que digo! Hasta en lo social. Raza de brazo fuerte y nervudo, apenas superior (aunque Masferrer no quiera) á la raza latina, en materia, nunca en espíritu, como el tigre feroz devora aunque no sea sino por el placer de decir: "he aquí una presa más".

Y qué? ...... Soto Hall ha visto ya muy cerca no el día de nuestra anexión, el día fatal en que nuestras novias en vez de contestar con el adorable "sí" español, respondan duramente con el yes que ataca a los nervios, el día en que nuestras encantadoras manolas en vez de llenar graciosamente sobre sus hombros sonrosados el mantón de burato se pongan sobre sus cabezas el sombrerito redondo, de lazos tiesos, que pugna reciamente con la estética; el día, en fin, en que costumbres, religión, idioma todo aquello que constituye nuestro tesoro sagrado, todo el edificio de nuestras instituciones y derechos, ruede al suelo hecho pedazos, al golpe formidable del ariete americano, el día en que nuestra querida tricolor bandera, que hoy todavía "flamea alegre en las torres" como dijo el poeta, sea arrancada en girones de su pedestal, para que en su lugar ondée orgulloso el pabellón americano con una estrella más!

Por desgracia y al paso que vamos, el libro de Soto constituye una verdadera profecía; las escenas se desarrollan dentro de veinticinco años, tiempo durante el cual la otra raza, no por medio de la fuerza, no con cañón ni metralla, ni con violencias nos habrán de conquistar, no; ellos luchan distinto: hoy un ferrocarril, mañana una inmensa finca de cacao, pasado una fábrica, y así como á niños dormidos nos alzarán de nuestras cunas para decirnos en una media lengua "fuera de allí, séres [sic] débiles, el puesto es de nosotros" y nada, que por más lagrimitas y sollozos y ruegos saldremos avergonzados de no haber podido hacernos dignos de vivir en nuestra misma tierra, por más que en el fondo seamos "representantes de una raza caballeresca y gloriosa."

Y pensar que nosotros hemos tenido la culpa! pensar que han sido nuestras locuras la única causa de tales desgracias, que nuestro poco talento ha desempeñado papel importante en la ruina de la república, que nuestros brazos débiles son los que han dado el bofetón en la misma mejilla que la "Patria"; porque quién sinó nosotros? qué sino nuestra paupérrima organización social, nuestra falta de energías físicas y morales, nuestra cobardía, nuestra afición á los placeres que corrompen el alma, nuestro desgano por lo positivo, por lo que produce, por lo que no es ilusión ni fantasía sino la realidad misma, que se toca, se ve, se huele, en fin por lo que existe; qué sinó nuestra ambición desmedida, nuestro amor al oropel que brilla y no al oro que pesa y produce retintines sonoros, qué, si no nuestra afición á las innovaciones (malas) á las cosas de afuera, de allá abajo, sin que podamos todavía, pobres chiquitines, aspirar á esas cosas, no es así?

No somos nosotros, muy raquíticos y muy débiles todavía, por qué nuestras pobres plumas capaces tan solo de producir cuartetos, se creen hábiles para hacer poemas, y forjar octavas reales? Somos bastante pequeños, pero nos creemos muy grandes, y es nuestro orgullo tal, que aunque nos veamos pigmeos, nos comparamos tranquilamente con gigantes y que á veces nos creemos más grandes que ellos!

El Tiempo. Diario Independiente, Año I, N? 6, 24 de setiembre de 1899, p. 3.

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Una opinión

Frances

Es muy natural que un nuevo libro escrito por el autor de "Décimas á Costa Rica", y que tan trascendental fenómeno sociológico plantea, fuera esperado hasta con júbilo por todos aquellos que gustan de alimentar su inteligencia con la buena lectura, porque buena es, á no dudarlo, la prosa del libro que vamos á tratar, y también por los que mucho se preocupan de todas aquellas cosas que tienen relación íntima con su terruño, y que con brío defienden los fueros de su estirpe.

Quién no conoce los puntos que como escritor calza Soto Hall en el rol de la opinión pública? Y esa opinión, que tan favorable le es, hacía abrigar la esperanza de que "El Problema", que así se llama la novela, correspondería á la justa fama del vate.

En verdad es una nueva corona de laurel que el autor debe ostentar sobre sus sienes con orgullo, corona ganada en la lid del pensamiento, en ese torneo en que sólo se permite tomar parte con provecho á los que en el gimnasio intelectual han logrado desarrollar notablemente el bíceps de su cerebro.

La idea, acaso no sea original del poeta: ya el malogrado Martí en una notable conferencia dada en la Escuela de Derecho á la Sociedad "Los Estudiantes", había llamado la atención de las personas pensadoras sobre estos particulares, pintándoles con las galas de la oratoria al Aguila del Norte, que con su mirada penetrante y avasalladora y fija, parecía querer cernerse sobre los aires para caer con su garra de acero sobre estos pobres países de la América Latina: ese es poco más o menos "El Problema" de don Máximo Soto Hall, la absorción lenta pero eficaz que el sajón va ejerciendo sobre el latino; ley por otra parte natural, determinada ya por sociólogos ilustres: "en la lucha por la existencia debe perecer alguno, la raza vigorosa debe sobreponerse á la débil".

Y nuestro poeta, porque también es poeta el señor Soto, y de altos vuelos, resuelve de una vez su problema, olvidándose de ciertas reglas indispensables para encontrar la incógnita.

Cuál es aquel, aun de los que más simpatizan con la obra del señor Soto Hall, que después de haberla leído con detenimiento, no experimente si es buen patriota, si ama á su país, si como buen latino es hasta cierto punto conservador, allá en lo más íntimo, en lo más escondido de su alma, cierta infinita tristeza al ver que desgraciadamente hay un fondo de verdad en las palabras del libro? No hay nadie: todos se conmueven, y este es precisamente el mérito de esas páginas "trazadas en blanquísimo mármol de Paros con cincel de oro", como dijo una vez nuestro querido maestro el Doctor Zambrana hablando del divino Platón; en eso se conoce lo bueno, en que nos impresiona.

Mucho nos ha hecho pensar esta delicada cuestión, y sin desconocer, repetimos, el gran fondo de verdad que encierra el opúsculo del señor Soto, no podemos menos que impugnarlo en el fondo, y hasta deseamos, á veces, que nuestra incipiente literatura nacional no se hubiera enriquecido con esa joya literaria.

¿Por qué? Todos lo saben. Es claro que nosotros, los amenazados aún viendo el peligro que pudiéramos correr, más nos convendría guardar a ese respecto profundo silencio: el sólo hecho de mencionar esas cuestiones pudiera acelerar nuestra caída.

Sí, debiéramos callar y ponernos en guardia.

Pero no será ese, así lo esperamos el resultado del problema que anticipadamente resuelve el señor Soto Hall: en ciencias, y principalmente en matemáticas, por no decir sociología, no hay que precipitarse.

Cuánto mejor hubiera sido aprovechar las envidiables facultades, la afiligranada pluma del poeta, para forjar una obra en que, á la vez de ponerse en relieve á nuestra raza, con todas sus ridiculeces, ya que no se quiso hacer abstracción de sus grandezas, para nuestro escarmiento, al mismo objeto se llegara por otros senderos menos escabrosos: señalando, por ejemplo, las principales vísceras donde el mal radica y proponiendo medios y medicinas apropiadas para combatirlo con eficacia.

¿No hubiera sido más patriótico y más en armonía con el carácter de un latino pur sang, como imaginamos lo es el poeta, señalar el derrotero de una nueva educación para nuestra raza, más en armonía con el adelanto alcanzado en las postrimerías del siglo?

Creemos que, á pesar de nuestros resabios, la educación podría obrar una verdadera metarmorfosis.

El Japón ha encontrado ya la incógnita trabajando en el sentido que indicamos: - ¡Con razón aquellas gentes tienen bien sentada reputación de excelentes matemáticos! -... Se ha asimilado lo europeo haciendo guerra cruda y sin cuartel á los defectos innatos de su raza, y ya palpamos el resultado.

Por otra parte, se oponen á la teoría del poeta fenómenos sociológicos que por complicarse y por ser tarea superior á nuestras fuerzas no entramos á considerar. No cree el señor Soto, por ejemplo, que aunque pequeño, pudiéramos más tarde á consecuencia de la evolución y del rumbo que toman estos asuntos, encontrarnos sostenidos por algo así parecido á lo que hace mantenerse incólumes á los pequeños países de Europa?

Seríamos, tal vez, costarricenses americanados, valga la expresión pero no yankees costarricenses.

La Prensa Libre. Diario de la Mañana, Año XI, N? 3.016, 24 de septiembre de 1899, p. 2.

21

El Problema III

La raza latina es superior dice la novela del señor Soto Hall, muy superior en espíritu y la raza sajona es superior en materia; no es el Señor Soto el primero que eso dice; Lamartine desarrolló ese mismo pensamiento. – ¿Y qué tendrá más importancia, la materia o el espíritu? A nuestro juicio de la una y del otro se necesita; pero la Providencia ha distribuido sus dones de manera desigual, y colocados en este terreno, ¿quién no prefiere la preponderancia del espíritu sobre la materia, así en el individuo como en las naciones? La materia es lo que predomina en la gran Nación americana; el espíritu de lo práctico, de lo positivo, es el que anima á la mayoría de sus hijos y de ahí tanta invención útil, entre las cuales descuellan los asombrosos descubrimientos de Edison, que tan útiles han sido para el mundo; de ahí las nuevas máquinas y el perfeccionamiento de las ya conocidas; el ruido que ellas hacen al funcionar, constituye allá las mejores armonías y el mejor ambiente es el que forma el humo de las fábricas. El tiempo es dinero, dicen allá, y por eso corren desatentados á impulsos de la sed de oro, y hoy también del instinto de extenderse y de dominar en otras partes, como lo están probando con hechos en Cuba, en Puerto Rico, en Filipinas. – Bien lo preveíamos cuando en esta Prensa Libre, hablamos de los manejos yankees tendentes á la cesación del Tratado Clayton Bulver, que fue nuestra salvaguardia y que hoy pertenece a la historia diplomática.

Ese espíritu enteramente fabril y comercial, que forma el alma mater de los yankees, hace que ellos sean bien pobres en todo lo que no se refiere á las comodidades materiales de la vida, sino al sentimiento y á la imaginación. De aquel inmenso bazar no salen poetas como Víctor Hugo, oradores como Castelar, guerreros legendarios como Garibaldi, criminalistas como Lombroso, historiadores como Cantú, astrónomos como Flammarion, pensadores como Amici, hombres que en su cerebro han abarcado la humanidad entera, y cuyo corazón ha tenido palpitaciones para todas las causas buenas, para las necesidades y para los infortunios de todos los pueblos; ni sale de aquel bazar esa pléyade de artistas que en la Europa Latina y aun en la América española inmortalizan sus nombres en lienzos, y en piedra y en metal, y en armonías que resuenan por todo el mundo civilizado. No es sólo el Atlántico lo que á los Estados Unidos separa de la noble España, y de la nación considerada como cerebro del mundo, que impone á los demás sus ideas, sus revoluciones y hasta los caprichos de sus modas, y de la poética tierra donde las bellas artes tienen su mejor emporio.

No es menos cierto que los Estados Unidos, en medio de su engrandecimiento material, en lo referente á cultura están á un nivel más bajo que las naciones de latina raza; es muy natural que eso acontezca ahí donde predomina la materia y los refinamientos están consagrados á los intereses positivos. Llama la atención aquel gran país compuesto de Estados cuyas legislaciones, y costumbres son diversas, faltando de ese modo bases importantes de unidad nacional y originándose de ello consecuencias graves. A consecuencia de esa excepcional manera de ser, no ha faltado quienes, habiéndose casado en un Estado se divorcien en otro donde es más fácil obtener la disolución del vínculo matrimonial. La generalidad de los matrimonios se verifican como el de Emma con Mr. Crissey de que nos habla el señor Soto Hall. En Estados Unidos, en no perturbando el orden público, es permitido todo género de extravagancias. El sistema penal no corresponde al liberalismo de las instituciones políticas; en algunos países latinos, como el nuestro, está abolido el cadalso y en los que aún existe no se prodiga; en los Estados Unidos se da con frecuencia la muerte no sólo en la silla eléctrica sino en la horca; la célebre ley Linch erige a los ciudadanos en jueces y al mismo tiempo en verdugos. No hace muchos días, en esta Prensa Libre dimos cuenta de cómo en el Estado de Nueva York se trata de establecer la pena de azotes públicos, atendidos los buenos resultados que ha producido su aplicación en otro de los Estados de la Unión, donde siempre ha existido esa pena salvaje. La diplomacia no existe como carrera; los médicos y los abogados casi se improvisan, el notariado no es una profesión, ni está garantizado por los que lo ejercen. Así es como á pesar de su engrandecimiento material, esa nación tiene manchas que la afean, y la cultura que ha alcanzado no está al nivel de los países de origen latino; ella tiene algo ó mucho de raro, exclusivista y repugnante; en vez de corazón el cálculo, en lugar de sentimientos humanitarios y generosos, el instinto burocrático y la agitación fabril. – Es la materia preponderando sobre el espíritu.

La Prensa Libre. Diario de la Mañana, Año XI, N? 3.017, 26 de septiembre de 1899, p. 2.

22

El Problema IV

Uno de los conceptos de El Problema nos parece bastante candoroso; es el de la plácida asimilación de la raza latina con la sajona. Esta última no se asimila, no se amalgama con otra raza; es absorvente y donde quiera que vaya hará preponderar la raza, su idioma y sus costumbres.

El territorio de los Estados Unidos, como la América toda, antes de que en ella vinieran á establecerse individuos de otras razas, estuvo poblado por los aborígenes de estas regiones. España no destruyó por sistema aquellas razas primitivas y aun hoy existen millones de indios, distribuidos en varias de las Repúblicas hispano-americanas; razas apegadas tenazmente á sus costumbres antiguas, conservar sus dialectos primitivos, que son muchos, y los trajes abigarrados que usaban sus antecesores cuando eran dueños exclusivos de este Continente.

Los aborígenes no fueron felices durante la época colonial, no porque los Reyes de España no dictaran muchas leyes protectoras de aquellas razas, sino porque después de sufrir las crueldades de los conquistadores, fueron objeto de mandamientos, que eran asignaciones de cierto número de indios que se hacían á favor de los descendientes de los conquistadores para que en su servicio los emplearan; y sobre todo, porque los Párrocos se aprovechaban casi exclusivamente del producto del trabajo de los indios; estos vivían de la manera más pobre y todo lo empleaban en las funciones religiosas de innumerables Cofradías y de los respectivos Patronos.

Pero al menos los españoles no destruyeron aquellas razas desgraciadas; en tanto que los norteamericanos las aniquilaron, las arrasaron. Después de habernos independizado de España, y aun antes de ello, varios hombres humanitarios han hecho esfuerzos por civilizar a los indios, quienes en su inmensa mayoría permanecen en su estado primitivo; sin embargo, teniendo abierta la entrada á los establecimientos de enseñanza, algunos descendientes de aborígenes dotados de buenas disposiciones intelectuales, han adquirido profesiones científicas y han figurado en alta escala, distinguiéndose entre ellos uno de los hombres más notables de este siglo, Benito Juárez.

Lo de la plácida asimilación es un risueño ideal; nuestra raza quedaría nulificada, absorvida por la sajona, porque ésta predomina sobre cualquier otra; y mientras la absorción se verificara por completo, llevarían la peor parte las gentes de color, porque los yankees si no tienen la aristocracia de familia sí tienen la aristocracia de raza. Los negros y los de sangre mezclada, en donde quiera que se presenten son vistos con desprecio en los Estados Unidos.

Mas si la absorción de nuestra raza llegara á verificarse, si los yankees nos chuparan como dice El Problema, ¿ganarían o perderían estos países? Es indudable que el progreso material no se haría esperar mucho; cultivos diversos habría en este suelo, aun en las montañas hoy vírgenes, y cultivos no rutinarios sino científicos, la industria fabril florecería al mismo tiempo que la agricultura; minas que hoy nadie conoce serían laboreadas; canales y ferrocarriles unirían mares y poblaciones; las ciudades cambiarían de aspecto, hasta en la forma de las casas; las calles serían perfectas; los parques bellísimos, las cloacas bien construídas, el agua abundante, el alumbrado irreprochable, las razas de animales aumentadas y mejoradas. Mucha vida material, mucho movimiento, mucha actividad comercial, agrícola y fabril; ese sería el cuadro que presentarían estos países al poco tiempo de ser yankees.

Mientras tanto la raza latina habría desaparecido por completo y con ella el idioma de Cervantes y todas las costumbres actuales; nuestros nietos serían yankees y yankee la fisionomía de la América Central.

La asimilación habría sido plácida para los yankees y para la raza á la que pertenecemos habría sido su anulación. ¿Habrá quien crea que esto es conveniente? Sí, no faltan hijos que reniegan de su madre, y malos hijos de la Patria que no arden en santa cólera al solo pensar que ella pudiera desaparecer. En Barcelona, con motivo de haber desembarcado, hace poco la oficialidad de un vapor hubo gritos aclamando á la Barcelona francesa y en aquella ciudad hay dos o tres periódicos que sostienen la conveniencia de adherirse á la República transpirenaica. Por fortuna los malos hijos y los ciudadanos renegados constituyen nada más que excepciones bien deplorables y de ellos no dependen los lazos de familia ni la existencia de las nacionalidades. Esos lazos y esa existencia tienen fundamentos altos é indestructibles, como lo son todas las leyes de la naturaleza.

La Prensa Libre. Diario de la Mañana, Año XI, N? 3018, 27 de septiembre de 1899, p. 2.

23

Información interior

El Problema

La edición que se hizo de este libro de Soto Hall, y que ha merecido los mayores comentarios, está para agotarse. Su venta ha sido rápida, y como no estará próxima una nueva edición, deben solicitar pronto el libro los que no quieran quedarse sin él.

La República. Diario de la Mañana, Año XIV, N? 4799, 27 de septiembre de 1899, p. 2.

24

El Problema V

Terminemos estos breves artículos, porque el arte de cansar es el de decirlo todo.

La absorción de nuestra raza, así como la pinta el señor Soto Hall, hecha de una manera pacífica, á virtud de que los yankees monopolicen aquí grandes empresas y adquieran muchas propiedades ¿es un acontecimiento realizable?

Observamos, primeramente, que ninguna nacionalidad, ni parte del territorio de un país se han perdido de aquella manera. España corrió el peligro de perder su independencia cuando en su suelo fundaron colonias, primero los fenicios, y después los cartagineses, quienes se apoderaron de casi todo el país, al sur del Ebro, con excepción de Sagunto; pero no lograron enseñorearse de la totalidad de la península ibérica.

Ella perdió Portugal á consecuencia de las victorias obtenidas por Alfonso I sobre los moros, en Urique. La antigua Polonia desapareció del mapa, á causa de desmembraciones territoriales que le hicieron Rusia, Austria y Prusia. Francia perdió Alsacia y la Lorena á consecuencia de la guerra franco-prusiana y creemos que todas las modificaciones que, en el transcurso de los siglos, ha ido teniendo el mapa político de Europa, han provenido de las guerras, las usurpaciones, los enlaces dinásticos y los tratados diplomáticos.

Y otro tanto ha sucedido en América: la Guyana la adquirieron los ingleses, despojando de ella a los holandeses; Centro América perdió Belice, por haberse apoderado de ese territorio los ingleses, quienes establecieron ahí cortes y exportación de campeche y otras maderas, desde antes de nuestra independencia: también Centro América perdió los Estados de Chiapas y Soconusco, á causa de que, después de varias peripecias, quisieron agregarse a la República Mejicana; México, después de combatir, perdió los Estados de Nueva California, Nuevo México y Tejas, á consecuencia del Tratado de Guadalupe; el Perú perdió Tacna y Arica por la guerra con Chile; pero no sabemos de un país que haya perdido su nacionalidad ó parte de su territorio, á causa de que sus empresas y algunas de sus propiedades pertenezcan á extranjeros. Hoy mismo, una gran parte del comercio costarricense es extranjero y de extranjeros son también muchas empresas agrícolas é industriales, sin que por ello estén amenazadas la soberanía de la Nación y la existencia de nuestra raza.

Se dice que el vasto territorio de los Estados Unidos no es ya bastante para contener su población y que como el río cuando sale de madre, necesita desbordarse; pues lo natural es que se extienda por las orillas colindantes, Nueva Bretaña y Méjico, sin dar un gran salto para llegar hasta nosotros. ¿O es que somos los predestinados? Pero ¿Por qué? Estos climas tropicales ¿tienen acaso algo de paradisíaco especialmente en las costas, que no serían muy favorables para los sajones?

Aun cuando en Costa Rica aumentara considerablemente la inmigración, el comercio y las empresas yankees, estos siempre conservarían su condición de extranjeros, pues no habrían de pretender naturalizarse, cambiando su nacionalidad por la nuestra; como extranjeros no podrían tener parte en la administración pública, ni en el servicio militar y vivirían aquí á semejanza de los italianos en la República Argentina. Sería necesario que hubiese un gobierno muy sandio para que, como dice El Problema en Costa Rica no se hiciese más que la voluntad del Presidente de los Estados Unidos y el diario oficial se redactara en inglés.

El Problema es una novela del género fantástico que algunos han tomado en serio. Probablemente el señor Soto Hall, sin pretender lanzarse al campo de las profecías, ha querido solamente ensayar la fuerza de su imaginación, despertar energías amortiguadas y contribuir á que nuestras costumbres, nuestra literatura y nuestras artes tengan un carácter nacional; en ese caso, su labor debemos estimarla como meritoria y patriótica.

A nuestro juicio, el verdadero peligro está en que nuestros desaciertos y revueltas les den pretexto a los Estados Unidos para intervenir en los asuntos Centroamericanos, en son de humanidad como fue que empezaron a intervenir en Cuba; ó en que la falta de cordura de parte de nuestros gobiernos llegara á comprometer la independencia de estas Repúblicas.

La Prensa Libre. Diario de la Mañana, Año XI, N? 3.020, 29 de septiembre de 1899, p 2.

25

Información interior

Buen trabajo ha proporcionado El Problema á la pluma de nuestros escritores. En nuestra mesa tenemos algunos artículos que se nos han enviado relativos á aquel libro. Todos los publicaremos poco á poco, á medida que nos dé lugar la extensión de este periódico.

La República. Diario de la Mañana, Año XIV, N? 4.802, 30 de septiembre de 1899, p. 2.

26

Notas

El libro que don Máximo Soto Hall, "El Problema", recientemente publicado, ha hecho fijarse á las inteligencias del país en un asunto que es, sin duda alguna, el de más trascendencia hoy en día para nosotros.

La política expansionista que parece está dominando los ánimos de los norteamericanos, ha hecho extremecerse á todo el continente y aun a la Europa ha llegado el eco de la carcajada satisfecha de la pletórica República. La verdad es que nuestras republiquitas del Centro están como el Pulgarcito de Perrault, esperando que llegue el momento en que el ogro decida pasarlas a su estómago.

Cómo podemos evitar esa invasión en perspectiva?

- Con las armas?

- No tenemos

- Con un patriotismo llevado á la desesperación?

- La Artillería se ríe del patriotismo y lanza estridentes carcajadas á cada muestra de tal sentimiento.

- Cómo entonces?

- Hagamos lo que Pulgarcito, robémosle las botas de Siete leguas al Ogro y así podremos caminar mucho en poco tiempo. Es decir, háganse reformas administrativas de toda especie que mejoren la situación del país. Dése más libertad al pueblo para que trabaje con holgura. Surjan asociaciones de toda especie, ábranse caminos, protéjanse la inmigración y las empresas que tienden al progreso general y entonces nos habremos visto de un momento á otro con las botas de siete leguas y el Ogro no nos comerá.

El Tiempo Diario Independiente, Año I, N? 11, 30 de septiembre de 1899, p. 2.

27

El examen de un libro I

Néstor Daeciez

He leído con más o menos detenimiento las críticas que ha merecido "El Problema" del señor Soto Hall y todas estudian con preferencia el fondo de la novela, fijándose poco en la forma por respeto, sin duda, á la indiscutible competencia del autor.

Yo que creo que en los maestros hay que estudiar precisamente, pues ellos son los llamados a erudiciones literarias; deseando como todo ignorante aprender, he leído dos veces "El Problema". La primera á travez de lentes convergentes para apreciar de cerca su valor literario: con divergentes cristales la segunda para, así visto á distancia aquilatar su importancia moral.

Dejando este segundo concepto para después y fijándome solo en las condiciones artísticas de la novela, he de suponer que su autor debió escribirla en rapidez vertiginosa ó que no cuidó todo lo convenientemente su confección. No de otra manera se explica que se hayan pasado errores de algún bulto.

En la página 5 dice el señor Soto Hall "que el gran vapor se deslizaba magestuoso", siendo el sustantivo majestad, que se escribe con j y no con g.

Da una extensión inadecuada al adjetivo claustral adaptándolo á fabricas, cuando claustral es lo perteneciente ó relativo á claustro. Dícese vida claustral – procesión claustral – instituciones claustrales; pero no fábricas claustrales, aunque con ello se quiera indicar la severa disciplina que en esos centros impere.

Usa, en la página 8, el verbo palidecer que no está en el Diccionario de la lengua castellana, y en la propia página lo siguiente:

"Un sol tropical, que en su agonía ensangrentaba el ocaso hasta querer escalar con su púrpura el cenit, derramaba sus rayos tibios sobre los edificios, se retorcían éstos (¿los edificios?) entre las cuerdas y los mástiles, ó rodando sobre el líquido elemento lo matizaban de oro y púrpura."

El provincialismo " Hasta entonces comprendió y saldrá hasta las diez" lo escribe el señor Soto Hall en las páginas 10 y 11 siendo de extrañar, puesto que en la página 28 dice castiza y correctamente "Hasta entonces no había tenido ocasión Julio de fijarse"

En la misma página 10 "Viéndo (en vez de mirando) á una y otra parte con la curiosidad del hombre que busca;" y en la 70 "el sol no se miraba [en vez de no se veía] pero se sentían sus cálidos rayos..."

Váyase una sustitución por otra y en paz.

"Unos cuantos, la mayoría, página 17 – (unos cuantos significa precisamente una minoría exigua): actividad encausada por encauzada, página 21 absorvente por absorbente: y habían decolorado cuando no existe el verbo decolorar, (página 28) son pequeños lapsus que pueden tomarse por errores de imprenta.

No así cuando en la página 24 escribe: "Parece que tuviera " pues estando el verbo que rige presente, en ese tiempo debiera estar el determinante.

Don Teodoro habla en la página 26, con tan poca sintaxis como indica lo siguiente: se refiere a la gente y dice: " "Yo la utilizo (singular] como máquinas, como bestias de carga (plurales]: Son [plural] una fuerza valiosa [singular].

Nos cuenta los atractivos físicos de Emma, en la página 29 y dice que son "redondas las caderas y el pecho erecto El participio de erigir es erigido: no hay verbo ereccionar; está la acción o efecto de levantar que es erección y como derivado erector, el que levanta; y eréctil lo que es susceptible de erección.

Nada de esto cuadra al pecho de Emma, que debe ser levantado ó alto supongo yo.

"A Ud. le antipatiza", página 31. Ni antipatiza ni independiza tan usados son verbos castellanos. Lo contrario de simpatizar es no simpatizar.

Habla el autor de Julio en la página 40; pero forma oraciones separadas y en una de ellas dice:

"La mano [sujeto de esta oración] con que tenía alzado el retrato desfalleció [una mano desfallecida] suavemente hasta descansar en el pecho, mientras sus miradas [de la mano eh!] se detenían en un punto invisible (mirar lo que no se vé) del espacio.

Página 43 "... nubes que adornan las concebidas de Murillo" Es que no concibe el autor las concepciones?

Página 53 "... tratar como gente al anarquista Pussili" gente pluralidad de personas. Usar ese provincialismo en la conversación vulgar, pase, pero en una obra literaria...

"Cielo lagrimante página 56: sus ideas se confundieron sin juntarse "camisa varonil de tinte pálido, jardín lleno de esencias y sexualidades" página 68. Son pequeñeces si se comparan con las "yerbas y flores, página 70, que fingían un blanco tapiz.

Fingir, es cualidad ó defecto puramente humano; las plantas y flores aunque sean las de Emma, podrán imitar, semejar, simular, parecer, pero fingir, nó.

"Perfumes embriagantes, en la página 70 y haber [la naturaleza] arquitecturado, son palabras que jamás han tenido relación con la castellana lengua.

Ultraísta por Altruista, página 74.

La color moreno y la color encendido. Que color es masculino, lo sabe sobradamente el señor Soto Hall; pero le ha parecido más elegante cambiarle el sexo, sin duda por recordar á Quevedo que dijo:

"Otro vi que tenía su media cara en las manos, en los botes de unto y en la color ", pero en este caso que cuando á la color se le pone adjetivo, éste debe ser del mismo género que el artículo.

Habla de Emma en la página 108.

"Que diferencia, dice entre ella y Margarita. Esta (Margarita según lo escrito) tan práctica, tan serena, tan poco sugestionable tan superior. La otra [Emma] tan enfermiza, tan impresionable, tan imperfecta en una palabra". Y efectivamente el autor quiere decir todo lo contrario, aplicando á una las cualidades de la otra, y á esta los defectos de aquella.

No existe tampoco el verbo regentear, página 112, ni presupuestar, página 126. En esta misma escribe "Los irá á traer donde los haya": de donde debe decirse y no poner zahetas y sí saetas, sino se quieren llamar vulgarmente rayos a las irradiaciones solares.

Explendor y expléndido se escriben con s y no con x; pero basta ya porque la verdad es, que todo lo demás es pecata minuta.

Cuanto al estilo, por más que se comprende algo de esfuerzo para sujetarlo, es galano y florido, más propio de poeta que de novelista.

En resumen: "El Problema" como obra literaria en nada desmerece de las demás de su autor, y éste tiene sobrado talento para comprender que si he señalado insignificantes lunares es porque he leído con cuidado y amore su libro.

El fondo y alcance de este, es cuestión aparte, y la dejo para otro artículo.

Néstor Daeciez

Nota: Después de leer la donosa crítica que El Bachiller hace en el primer número de El Progreso del libro del señor Soto Hall, cúmpleme decir que mis pobres escritos fueron entregados á la Redacción de "La República" con anterioridad á la aparición de El Progreso.

La República. Diario de la Mañana, Año XIV, N? 4.805, 4 de octubre de 1899, pp. 2-3.

28

El examen de un libro II

Néstor Daeciez

Lástima será que el pobre Julio futuro último representante de una raza caballeresca y gloriosa no lea la carta del ilustrado Doctor Borja para oponer en sus discusiones con don Tomás, á las capciosas consideraciones con que este explica la inevitable desaparición de esa raza las razones tan del caso y los elevados conceptos escritos por aquel.

Bien es verdad que si así ocurriera el previsor educacionista hallaría otro argumento más para decir que los latinos sienten demasiado; y que las razas escogidas lo son precisamente por eso: porque no sienten.

Pero en fin: tenemos treinta años por delante y mucho será que durante ese lapso, no ocurra algo que modifique esencialmente la solución que tan á priori da el Señor Soto Hall al problema.

Alguien ha dicho que don Máximo ha tenido el valor de decir públicamente dándolo por hecho, falta é ineludible lo que hasta ahora no es ni ser puede otra cosa que una hipótesis, como tal únicamente aceptable y disentible, pero yo creo que el Señor Soto Hall ha hecho más que tener valor. Por convicción, por simpatía y tal vez por atavismo ha procurado dejar la impresión de la conveniencia y hasta necesidad de su solución, haciendo parecer invulnerables los argumentos de don Tomás y más que flojos, pueriles los de Julio, y en estos dos personajes hay que condensar el interés y la esencia del libro, porque serenamente considerados, los demás son secundarios, absolutamente convencionales y alguno de ellos perfectamente falso.

El tipo de don Teodoro es inverosímil. Ni hoy ni dentro de treinta años puede existir un carácter que, con las cualidades de posición é ilustración que el autor le concede, no se dé cuenta de su platonismo ridículo, y se crea protesta viva contra lo mismo que le enseña, le alimenta y le enriquece.

Doña Elisa aparece de manera tan borrosa y tan sin perfiles, que no hay porqué ocuparse de ella.

Margarita "prototipo de la raza engendrada por el vicio de las costumbres, de la mujer muy latina, sublime pero impotente; imperfecta, incapaz, incompleta (sublime é incapaz página 91) y además neurasténica (?) según el señor Soto Hall, posee todas esas relevantes cualidades por el solo delito de querer plácida y tranquilamente á Julio, y porque sentía ella "todo el horror del solterismo" por haber sido educada para el matrimonio. [El autor dice lo contrario, pero quiere decir eso]. Véase página 65.

Es, pues, Margarita un término de comparación exclusivamente, bien poco feliz por cierto, y formado además en un molde de peculiar uso y conocimiento del autor.

El empresario Mr. Crissey, personaje que se me antoja transparente, gracias á esa transparencia no está mal dibujado siquiera como silueta.

El fondo es falso, no todo es oro aunque brille, y sus explicaciones para hacer el ferrocarril en tantos meses y nueve días no resistirán la severa crítica de un práctico.

Pero el autor se apasiona, y esa pasión le conduce á una exageración, pues otra cosa no es, la manera como Mr. Crissey domina la huelga de los obreros de chocolate. Pocas huelgas ha visto ó conocido el señor Soto Hall, ó pocos Mrs. Crisseys hay en Estados Unidos, donde esos movimientos protestas adquieren la más de las veces proporciones y carácter graves.

Además, el señor Soto Hall no pretenderá hacer la energía patrimonio exclusivo de los yankees; porque energías para esos y otros casos las hay en todas partes, y si se procediera á un balance detenido, casi seguro que el haber sería á favor de los latinos.

Tampoco, pues, me resulta de primera fila ese factor de "El Problema".

Emma con toda su educación sajona y todo su positivismo yankee, cae ó la hace caer el autor en el mismo defecto que trata de combatir. Para atenuarlo cuida de que sepamos que lleva sangre latina en sus venas; pero eso no basta para la nitidez del cliché.

Casi enamorada, ó enamorada sin casi de Julio se deja querer [página 133] como lo prueba diciéndoselo y yéndolo á llamar á su propia habitación." Educada en un pueblo esencialmente práctico, más entregado a la acción que al ideal, página 137, se olvida de su educación y de sus tendencias, por Julio, y solo la manera audaz como Mr. Crissey domina la huelga la hace resucitar en su positivismo, dándose en matrimonio al empresario.

Emma es nada más que el otro término de comparación opuesto a Margarita; tan poco real y sobre todo tan poco ejemplar como aquel gracias a lo convencional de esa concepción.

Santiago es una sombra, no deja rastro.

Queda de hecho reducido "El Problema" a dos factores: don Tomás y Julio.

Es poco sincero el primero para explicar su evolución. No defiende la anexión por convencimiento, lo hace por egoísmo y por cobardía. Le ha faltado valor para luchar en defensa de su país y para aplicar todo el talento que el autor le concede, en modificar ó corregir los defectos que tan descaradamente echa en cara á sus paisanos y hermanos.

Como todo ser desprovisto de sentido moral y de verdadero concepto patrio, se apresura y tiene á gala poner en evidencia los vicios de su raza exagerándolos y vistiéndolos con colores recargados, para así dar cierta legalidad á su traición.

Así dice "El pueblo [el suyo, el costarricense] no tuvo nunca ideales, ni energía, ni personalidad, página 82. Se le daba un ardite del 15 de setiembre, pero se desgañitaban cantando la Marcellesa el 14 de julio ó el 4 el himno de los Estados Unidos, página 114. Ya antes ha dicho, página 97 "Nunca dimos importancia al hogar, no se nos educaba para él. Los hombres de nuestra raza siempre fueron malos maridos...... mis contemporáneas se desvivían por los extranjeros, sobre todo por los sajones. Repase Ud. la historia de nuestras empresas y de nuestros contratos y verá..." y así de esta noble manera explica don Tomás el por qué de su evolución, como si el país y la raza á que se entrega fueran, aquel paraíso y ésta de angeles, y no cubrieran con toda su innegable actividad, toda su fuerza, toda su libertad y toda su ciencia, males, vicios y defectos tan grandes como los que él lamenta.

Duélese de la falta de ideales de su raza, quéjase de la ausencia de nacionalidad de su país, finge llorar la pérdida de añejas costumbres, y se arroja con armas y bagajes en brazos de los que nada viejo dejan subsistir en las partes que absorben.

Y Julio, doctor educado en París, y en París formado, no tiene otro argumento con qué defenderse que el lugar común de la educación colonial.

Sí, la educación colonial todo lo explica, porque sin duda Julio y D. Tomás y todos los que ese comodín utilizan, son descendientes legítimos y directos sin mezcla alguna, de los indios primeros pobladores de América. Si es así nada tienen que ver con la raza latina; pero si no es así y hay siquiera un átomo de sangre celta o latina en sus venas, tengan el valor de no hablar de educación colonial tratándose de ponerla en parangón con los Estados Unidos porque si no, resultará que los que mezclaron su sangre con los indios; los que aquí dejaron sus cuerpos y sus nombres, cometieron obrando así un disparate, y debieron proceder como procedieron los yankees con los indios que estorbaban su ensanchamiento.

Dice don Tomás que la raza yankee [cuyo estudio etnográfico no dejaría de ser curioso] no quiere dominar con el fuete en la mano si no por medio suave de plácida asimilación. Y eso que hoy resulta un sarcasmo ¿qué resultará dentro de treinta años? Y sigue diciendo, página 95 "Nos dimos á copiar sus instituciones siendo tan malas después de la copia que antes. – Nosotros necesitábamos tutela y ellos [los yankees] podían ofrecérnosla" Y todo porque esa nación fue educada para chupar, y nos chupó.

Todo esto que el autor pone en boca de don Tomás acusa su propio pesimismo; pesimismo que se compadece muy poco con lo que hace apenas dos años decía el señor Soto Hall en lo alto de la Estación al partir las primeras tropas costarricenses á la frontera de Nicaragua.

Yo que no soy de tus hijos

Seré el primero en la muerte

El valor del señor Soto Hall al publicar "El Problema" debió complementarse diciendo que no es por la decadencia de la raza por lo que estos pueblos deben ser absorbidos, no es que hagan falta marimbas, tunstunes [sic] ni chirimías ; lo que hace falta es que no haya imitadores de don Tomás, porque la propia pequeñez y la misma debilidad de los pueblos son segura garantía de su nacionalidad y su independencia, si se conserva algo de ese Patriotismo ridículo, que el padre de Emma parece escarnecer.

Y no convence á nadie el que la fantasía del señor Soto Hall lleve á estrellarse al último representante etc., etc., contra la locomotora: eso es muy dramático, pero nada más.

La raza latina, como dice muy bien el doctor Borja, no perecerá: no puede perecer, lleva el sello de Dios en la frente y puede sí resucitar don Pelayo, aunque sea de los escombros y ruinas al soplo de fuego de la Revolución.

Pero si esto no sucediera, que sí sucederá, y la solución fuese la que el señor Soto Hall dá al problema derríbense todos los monumentos levantados á Colón; bórrense del calendario la nefasta fecha de l2 de octubre, y exécrese eternamente el nombre del que completó la obra de Dios, para ver á los cuatro siglos como triturarán los huesos de su postrer descendiente, los acerados músculos de la locomotora yankee.

Néstor Daeciez

La República. Diario de la Mañana, Año XIV, N? 4.806, 5 de octubre de 1899, p. 2.

29

Colaboración

F. Mata Valle

Sr. don Máximo Soto Hall

Estimado señor:

Va una opinión más acerca de su libro "El Problema"; y me inclina á manifestársela, aun reconociéndome desautorizado, cierto impulso reflejo de la impresión que deja su lectura.

Es un libro escrito con la mirada fija de hito e hito en un objeto; así, todas las circunstancias del relato convergen en una intención dada, obedientes á su fin. De aquí que se note en la novela tal unidad de plan, como la que resultaría en la demostración de una verdad científica; y de aquí que todos los caracteres, sucesos y observaciones traídos por Ud. al escenario, formen el rendez-vous de la intención capital, á la que solo sirven de cortejo los demás detalles del relato, el color de los paisajes y los esmeros del idioma.

Las novelas traen generalmente las cosas del pasado para recreo ó enseñanza del presente; pero en el cuadro de Ud., en el lienzo del presente se dibuja el porvenir.

Su libro me ha parecido muy intencionado y sugestivo, y su interés olea á nuestros ojos como el mar en que navegábamos, por que somos nosotros ó nuestros hijos los verdaderos personajes de la novela, incubada en nuestra misma tierra, y urdida con nuestra propia historia.

No me siento autorizado para dar voto resolutivo acerca de si la expansión norteamericana está o no llamada por ley ineludible de la historia á asimilarse todo el continente, ní acerca de si, dado el hecho, él haya de verificarse por la conquista expresa ó por la absorción paulatina lo que sí se pone en relieve de estas conjeturas, es que la más cercana posibilidad de realizarlas se ofrecería en el istmo centroamericano, y que el eje de tal movimiento se localizaría en el canal nicarao-costarriqueño. Ello, conviniendo en que el interés de los Estados Unidos consista en la construcción, de este canal, y, por tanto, en que no se inclinará hacia la del de Panamá, según algunos lo creen probable; traduciendo por combinación de bolsa por obtener barato las acciones de éste, la agitación que a favor de aquel se ha producido.

En "El Problema" me ha parecido Ud. otro individuo que el de galantes versos y de sueños galantes, y ha enseñado Ud. un nuevo filón de su talento literario, más aquilatado y prominente que los perfiles marcados desde antes por la observación de los lectores en su fisonomía de escritor.

Ud. ha aprovechado con vigilante acierto el momento histórico actual para colocar, tras el lienzo opaco del porvenir, la lámpara de su imaginación, haciéndo salir de la sombra el color de los objetos y la actitud de las personas, por modo que á unas y otros ha transplantado del terreno de las posibilidades.

Ahora bien: la absorción Norteamericana es una promesa, ó es una amenaza para Centro América? That is the question. Y la concreto á este territorio, porque si esa absorción fuere lo primero, él será el más favorecido, y porque si esa absorción fuere lo segundo, él será el más amenazado.

Esa ciencia cierta de la influencia norteamericana á cuya luz ha querido Ud. colocar los sucesos de su libro ¿ha sido una sorpresa para algunos, o estaba en la conciencia de su enfermedad, sin que le cause alarma hasta que el facultativo no lo caracterice y nombre?

Es indudable que para ningún otro país latino-americano encierra esta cuestión, como para Centroamérica, interés tan inmediato y vital; y que de resolverse positivamente, antes que á todo otro país y aun fuera de todo otro país, tocará á la América del Centro ser la primera que sienta en sus venas económico político-sociales la trasmición de la sangre norteamericana.

No es de admirar, pues la escitación que ha sucitado la publicación de su libro ni la variedad de las cuestiones que ha provocado. Tal vez una exposición más seria y dogmática hecha á modo de estudio metódico, no habría movido los ánimos de la generalidad á ocuparse del asunto; y cabe pensar que la forma de novela en que Ud. ha planteado la cuestión, tenga buena parte en la novedad que ha movido.

¿Es que se oye un tremendo Mane Theeel Phares contra nuestra raza, tradiciones, lengua, instituciones y costumbres; ó es solamente una voz de alerta penetrante que nos señala los peligros, invitándonos á vigorizar nuestras debilidades, á confortar nuestra perseverancia, á eliminar nuestro sentimentalismo, á fortalecer nuestra voluntad y nuestros músculos para prepararnos á resistir el embate de otra raza, de manera que podamos – conservando las virtudes características que de la hispano americano nos iluminen, purifiquen y endurezcan – aceptar aquellas de la raza del Norte que contribuyen, no á nuestra extirpación, sino a nuestro perfeccionamiento?

Ello dirá.

Mientras tanto, Ud. ha explotado un asunto interesantísimo, con un arte de escribir expresivo, natural, sin amaneramientos que hagan encogerse las ideas dentro del molde de las frases, colocando en su propio lugar a cada personaje, y en la boca de cada uno su lenguaje propio.

Sólo una salvedad me permitiré hacer: la de aquel episodio de la visita de Julio al dormitorio de Emma, luego que ella se ausentó. Este episodio, después que en el curso de todo el poema se ha respirado un ambiente tónico y enrarecido; después que se ha estado a orillas del Canal en aquella tarde dorada por el crepúsculo á la llegada del vapor; después que se ha acompañado a Julio y Emma por los campos impregnados de oxígeno, al pié de la catarata de cristal y gasa y bajo aquella fronda impenetrable al sol; después que se ha visto en celos encendido á Julio por el obsequio de la rosa á Mr Creassy; y á Emma apaciguarlos con el presente zalamero de otra cosa que, embebidos en el propio color encarnado, llevaba todos los de un iris de paz al agraciado corazón de Julio; después de todo esto, en fin, el episodio que he señalado, del género Zolaliano, parece una flor exótica, y morbosa en el vergel de su libro.

Que no se haga esperar la segunda edición, es lo que desea su abiertísimo seguro servidor.

F. Mata Valle

San José, 26 de setiembre de 1899.

La República. Diario de la Mañana, Año XIV, N? 4.807, 6 de octubre de 1899, p. 2.

30

Quedan pocos ejemplares de la sensacional novela, El Problema original de Máximo Soto Hall.

El Anunciador Costarricense, Año XIII, N? 292, 16 de octubre de 1899, p. 1.

31

FOLLETIN DE "LAS NOTICIAS"

El Problema de Máximo Soto Hall

Estudio crítico por Francisco Gil Mayorga

1904

"Lástima grande

Que no sea verdad tanta belleza".

CLÁSICO ESPAÑOL

PRIMERO

RIPIOS Y LUNARES DE LA OBRA

Pág. 1a. línea 4a. dice: á uno y otro margen. Como femenina la margen lo usan siempre Valera, Cávia, Clarín y Fray Candil.

El nieto de los incas dice:

"En una margen del patrio río

Hice despojos de un carrizal

Y alcé una choza sobre un pantano

Siempre más puro que una ciudad".

JOSÉ SANTOS CHOCANO.

Así que "no quito ni pongo rey": el margen ó la margen; pero apunto como lunar eso para llenar la cuartilla.

Pág. 10, línea 2 dice: "Tratando únicamente de salir cada cual el primero, de aquella avalancha humana".

Avalancha es galicismo imperdonable según dice J. M. Baralt en su Diccionario de Galicismos.

El señor Valera perdona lo que él llama no vitandos, como negligé, deshabillé; yo que soy un infeliz estoy con Baralt y con Gagini, no perdono ninguno –todos ellos me enferman la barriga.

Pág. 70 línea 10, dice: "y en los márgenes, como brazaletes ceñidos a los troncos y que extendían sus dijes a los lados, etc".

Creo que solamente don José Zorrilla dice una vez:

"En sus márgenes fecundos."

y eso en prosa, en verso, donde hay licencias poéticas y hasta escandaloso libertinaje literario yo no he visto que otro lo use como masculino y podría citar un ciento que le hacen femenino.

Cap. XVI, 2a. línea dice: "Don Tomás era alto delgado, la color moreno.

Vamos, no me gusta, porque no me gustaría la mujer bachiller, y el señor Menéndez Pelayo siempre llama la doctora á Santa Teresa de Jesús en "San Francisco de Asís".

Pág. 82 dice: "Así como nuestra pintura se ha agotado en copia de los grandes maestros y no directamente de los originales, sino de malos cromos, oleografías y grabados, así nuestros escritores han ido pisando siempre las huellas de otra literatura, no de las mejores por cierto, etc."

Allí no hay lunar, ni ripio, pero sí una verdad de Pero Grullo, que á los cinco dedos cerrados les llamaba puño, pues don Máximo, por supuesto, únicamente ha ido pasando esas huellas y es decadentista notable como Rubén, José Santos, Olegario, Diego Dobles Urrutia, Flores –Julio el bogotano y Luis R. el de nuestra Heredia y mil que callo, no en todas sus producciones, pero podría citarle una docena del fraile, por lo menos, esto es trece.

Cap. XXIII dice: "Era mister Crissey un hombre de unos 35 á 40 años, de mediana estatura, delgado, la color moreno etc."

Vamos, es que hay caprichos, y Soto Hall está enamorado de la color moreno, pues creo que no es del cajista por encontrarlo varias veces en el tomo.

Pág. 125, dice: "Se trataba de la gran lucha con la naturaleza, con nuestros ACCIDENTADOS terrenos etc"

Otro galicismo según el señor Baralt.

Fernández Guardia, para mí tan autoridad como el conde de Cheste y Corresponsal de la Real Academia, en su cuento tico parisence "El Clavel" dice: "El camino quebrado y pedregoso, estaba solitario por ser domingo." Y mi querido condiscípulo Guardia no solamente es cuasi académico, sino que en Costa Rica creo es de los que más leen, y con provecho que es lo mejor.

ZAHETA con h en la página 192 debe ser capricho del hijo de Apolo, porque del ciudadano cajista, que en el artículo "Gagini y su labor literaria" me puso adular á Rubén Darío cuando el original decía imitar etc., no lo es.

Cap. XXIII, dice: "Era Mr. Crissey de regular estatura delgado, la color encendido etc."

O se pone como en estatura ó lo tal era delgado, porque estatura delgado me disgusta como la boca carmineo (pr. ej)

Yo soy partidario del de Aquino en todo sentido: tomista como filósofo, tomista por aquello de que me gustan las cidras y las chichas, la champaña espumosa y el guarito, y maldita la gracia que me haría que el buen poeta guatemalteco me dijera un día: "Paco, tu nariz colorado pide una compresa fincada por lo abultada etc. y son todos los ripios y lunares de la bellísima obrita".

Entremos pues, en materia.

Las Noticias, Año I, N? 26, 5 de julio de 1904, p. 4.

II

UNA CARTA

DOÑA JULITA

EMMA, la protagonista de la novelita "El Problema", de su señor marido, nivea, rosado y varonil, en contraposición de usted espiritual y morenita como la madre de Dios, encierra para usted una ofensa, y como yo soy de Costa Rica, paisanitos, por eso es que voy á romper cañas ya que no lanzas en honor suyo y con su señor esposo don Máximo Soto Hall, cuyas manos beso, un poeta bueno que ha dado un traspié como cualquier hijo de vecino puede darle.

Beso pues sus morenitas manos, señora, que serán lirios como las de la tal Emma de su señor marido en EL PROBLEMA, pero que para mí son rosas príncipe negro de los jardines del Asilo.

Su afectísimo,

CHICO

Las Noticias, Año I, N? 27, 6 de julio de 1904, p. 4.

III

Eso va contra mi tierra

Y yo soy muy español.

Baco, Venus y Birján en el más monstruoso de los contubernios, en buen romance y más claro: en una borrachera de padre y muy señor mío, las sagradas muelas de Santa Apolonia, vulgo de dos, aquello con que jugaron la túnica de Cristo, y la pierna blanca y espléndida de la "Venus Silvestre", cantada en Pandemonium por el buen poeta José Santos Chocano, el hijo del sol quien la dice:

"Pondría mi cabeza pensadora

Bajo la rueda del crujiente carro".

me llevaron al Asilo Chapuí, ese paraíso de los holgazanes, que allí se trabaja poco y se come espléndidamente, me llevaron, pues, y adiós la sintáxis, los susodichos individuos, y allí me quedé ensartado 3 años y pico porque mi chifladura era fenomenal.

Pues bien, cuando salí del bendito Asilo, por aquello de que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista, mi hermosísima librera doña María de Lines, la cual me estima hace tiempo, porque siempre tengo para élla mis más relucientes colones á cambio de obras de Clarín, Valera y Cávia, haciendo un mohín deliciosísimo, me dijo la vez pasada:

Como usted ha estado guardadito, tengo mucho bueno y mucho nuevo para usted, don Paco: Máximo Soto Hall, "El Problema", dijo alargándome un tomito en cuarto menor y con cubierta amarilla, al cual me lancé yo cuasi con transporte, como si hubiera sido mi negrita inolvidable, tanto es lo que me encanta todo lo de Soto Hall.

Por respetos, pues, á mi simpática librera, no besé emocionado el tomito, pero con más amore que el que sintiera Poirier al traducir Quo Vadis, me abrí el chaleco y lo coloqué allí propiamente sobre el corazón enfermo por el aguardiante de caña, el amor ilícito y las muelas de la santa famosa.

Yo me dije para mi americana cortada con arte por Chente Montero voy á gozar; pero el demonio entrometido que me oyera, agregó en voz baja: "á fastidiarte vas, pedazo de loco, tu eres muy hijo de españoles, muy españolista, amas á la noble madre patria España aún más ahora que la ha dado con la bota el yanquee harto de ajos, que antes en que el sol no se ponía en sus dominios".

Llegó la noche y encendí mi vela de parafina, de las de á cuatro en libra y un tropicalito conchita de los que á tres por peseta me dá Emilio en La Palma, dispuesto á gozar de firme.

Abrir el tomo y encantarme todo fué lo mismo. Aquella Emma me sedujo con su piel de raso; me encantó la descripción del valle del San Juan; cuasi me entusiasmaron los constructores de aquella ciudad-estación, emprendedores y activos, rubios y sajones, á los cuales detesté muy cordialmente y me dije: Esto es sencillamente magnífico, pero no me maravilla, porque, según PÍO VÍQUEZ, el primer poeta de Costa Rica, ya la vez pasada Soto Hall nos dió en: "Amores Trágicos" riquísima cachemira, brillante tisú.

Pero á medida que iba leyendo el tomito, el desencanto iba apoderándose de mí de una manera alarmantísima, al extremo que antes de terminarle, le leída [sic] de una tira de 166 páginas, le arrojé con rabia, arrojé con rabia lo que al principio iba á besar con transporte como si fuera mi Eloísa, la alegría de mi vida, mi muerta inolvidable. Me enfermó la tesis, el tema, nunca la factura, que es bellísima y por la cual ya merece Máximo ser nombrado correspondiente o corresponsal de la Española en Guatemala.

Explicaré por qué tiré el tomo disgustado, antes de principiar la disección de EL PROBLEMA.

Encontré en el tomito lo que voy á copiar, y no pude menos que exclamar: este don Máximo dejó de ser poeta, para ser comerciante literario; ahora olvida que es gente y degenera en majadero.

Habla de la gran influencia subyugadora que llegaron á tener los yankees en aquellas regiones, al extremo que si estos abusaban de la dama centroamericana, el latino, así fuera su esposa ó su hija, no se atrevería a disgustarse por ello,

Copio:

"Le obedecían ciegamente, le sufrían con paciencia evangélica sus menores caprichos, y por último le halagaban de todas maneras con atenciones, regalitos y cuanto usted pueda imaginarse. Creo que si tal sujeto hubiera hecho una trastada con la hija ó la hermana de una de estas gentes no se hubieran atrevido á enojarse".

Y yo rujo indignado:

"Excelente poeta metido en hora mil veces maldita á detestable comerciante literario, á escribir El Problema en honor de los yankees, dime ¿de dónde es ó de dónde fué tu señor padre? ¿Fué turco? Comercia en buena hora con tus opiniones, con tus elogios, con el humo mareante de tu turíbulo, pero con la honra de mis hermanos nunca, porque yo no me he muerto y he leído por allí en Teófilo Gautier que por algo menos Apolo desolló á Marsyas".

Las Noticias, Año I, N? 28, 7 de julio de 1904, p. 4.

IV

Y sigamos dividiendo esta humilde opinión con números romanos hoy es moda, como la de poner al pié de todo lo escrito el apellido en gruesos caracteres.

En donde habla Soto Hall de la anarquía lo encuentro de frases muy originales y felices; "son manotadas de fiera heridas, convulsiones de la miseria, sacudidas de harapo."

Y hagamos de dómine:

Un buen flemático lord inglés, que no recuerdo si era Glastodne, calificó las naciones de vivas y muertas. Como naciera entre las brumas de su London; como de niño hiciera el lord bolas de nieve en las calles de la capital del Reino Unido; como inglés al fin, que ni el loco habló mal jamás de la casa propia, dijo el lord que la raza viva, que las naciones vivas eran las de origen sajón; y las muertas, las llamadas á desaparecer, las latinas: Francia, el cerebro del mundo, Italia, el corazón del planeta; España, la brillante pupila de la GLORIA. Y qué habría de decir el lord metido a loro en esta ocasión, siendo inglés y como inglés flemático e infamable? Pues dijo lo mismito que diría yo, don loco, hijo de españoles, y á mucha honra, voto al diablo, si me refiriera a Albión la nebulosa y tétrica.

Ese es, pues, en resumen, el tema de EL PROBLEMA, la tesis que me ha enfermado e indignado mucho, pues fué mi señor padre español–mallorquín y es mi santa madre aborigen, indígena, india nicaragüense y yo cuasi un indio, y contentísimo por ello, como un chibcha en las altiplanicies de Colombia, un azteca de cerca de Colima ó cualesquiera guaranís de las inmediaciones de Cuzco.

No me meto, pues, á juzgar EL PROBLEMA por su factura, que es bellísima é intachable, magnífica: al fin de un recordado compañero de viaje de Puntarenas en 1900, encontré en la carrera el junquillo que le obsequiara su doña Julia, cuando iba en misión diplomática al país de los quetzales.

Diré –mondo y lirondo– que un buen poeta centroamericano, el de los bigotes negros y sedosos que cautivaron á la mujer más espiritual que he conocido: Julita Bonilla, la inspiradora de las bonísimas décimas "A Costa Rica; digo que un hombre cuasi guapo, que tiene en sus pupilas negrísimas como el ala del cuervo de Poé, todas las infinitas nostalgias de un poeta tropical á lo ASUNCIÓN SILVA, amén de la color trigueña y el mentón pronunciado de los que no son torpes, no debió haber escrito eso nunca; debió haber roto antes la punta de su lápiz Faber ó haber inutilizado su pluma spenceriana de dos ganchos.

Y es por ésto que EL PROBLEMA no me gusta. Es obra de mercader, nunca de poeta. Soto Hall se ciñó para escribirla el mandil azul del carnicero italiano señor Cannossa, descalzándose sus blancos guantes de artista. Y es por ésto que EL PROBLEMA le salió malo, le salió malo porque fué escrito por metros, por yardas, for the pounds, para ganarle dinero a algún escritor anglosajón como Appleton & Co. de New York, nunca con la pluma que escribiera "Catalina ", que es bellísima obra de poeta quintaesenciado, porque no soñaba su buen autor, al escribirla, en las rubias onzas americanas de ningún editor neoyorquino.

Solamente una disculpa tiene don Máximo: las letras de su segundo apellido, HALL. Debe de ser hijo de alguna hermosísima lady inglesa, de cuyas manos bien cuidadas no se cayeron nunca ni la Biblia sin anotaciones, ni el manual "El Cocinero Europeo", y

Las Noticias, Año I, N? 29, 8 de julio de 1904, p. 4.

V y último

No negaré que es EL PROBLEMA el himno más hermoso que he leído en castellano, producto de un compatriota de Pepe Milla y Batres Montúfar, en honor de la raza sajona. ¡Sí, me parece á ratos letra y música de Joaquín Olmedo!

Es el hossana más entusiástico y estruendoso que he oído cantado por un buen poeta en una hora mala y maldita, que le hizo trocar sus cinceles de artista por el fuete del jefe de trailla; que de hijo de Apolo le convirtió en mercachifle literario.

EL PROBLEMA, pues, ha sido una pifia, bien escrita, maravillosa y admirablemente escrita, pero pifia al fin de tomo y lomo.

Historia

Emma, una muchacha hermosísima –Costa Rica y Nicaragua en lenguaje figurado– se enamora de un guapo caballero español, Julio, primo suyo, sanchesco y quijotesco á ratos, como lo somos todos los hijos de Adán, pero viene un míster Crissey, práctico y fabricante, emprendedor y millonario y le sopla la dama al hispano. Se casan, y al venir la feliz pareja en un expreso á pasar la luna de miel al campo, el español desesperado al desequilibrarse el Sancho con el Quijote que todos traemos en el alma, se arroja á la vía férrea al galope tendido de su caballo y le destroza la locomotora de Chicago.

Moraleja:

Que es bueno que Centro América se anexione á los Estados Unidos.

El último descendiente de la raza española parece. La parte por el todo. La raza española es totalmente destruida.

Copia:

"Caballo y caballero, arrojados por la gran mole de hierro, rodaron juntos sobre las bruñidas cintas de los rieles. Después, entre el traquetrear de los carros, los suspiros del vapor y el metálico ruido de las ruedas, se oyó un crujir de huesos y el ahogado relincho de un caballo, mientras el tren, con su cortejo magnífico, arrastrando á una pareja feliz, pulverizaba al último de una raza caballeresca y gloriosa".

La hidalga raza hispana es destruída por la sajona, LORD GLASTONE, y eso no lo verán con los ojos de carne ni mis tataranietos, porque como dijo Rubén Darío, la raza española no desaparecerá jamás, en la lucha siempre llevará los estandartes, porque la galerna española

Lleva á su vordo al capitán Cervantes,

Y allá, en lo alto, el pabellón de Cristo.

Motivos por los cuales yo, don NADIE, pero más español que el Cid y doña Ximena en una sola pieza, aunque nacido en Costa Rica, agrego gustosísimo.

Si hoy cayó, tal vez, ya no se levantará jamás; pero la decadencia de Inglaterra será completa algún día no muy lejano, porque las naciones, como los individuos, tienen adolescencia y mocedad y decrepitud: se anda por la mañana á cuatro pies, al medio día en dos y por la tarde en tres, que decía la Esfinge.

Don Junípero

Por la copia

Francisco Gil Mayorga

Las Noticias, Año I, N? 30, 9 de julio de 1904, p. 4.

©Iván Molina Jiménez & Verónica Ríos Quesada


Notas

Arriba

vuelve * Costarricense. Catedrático de la Escuela de Historia e investigador del CIICLA, Universidad de Costa Rica.

vuelve ** Estudiante de la Maestría en Literatura de la Universidad de Costa Rica.

vuelve *** La investigación de base para este trabajo fue financiada por la Vicerrectoría de Investigación y se realizó en el Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas (CIICLA) de la Universidad de Costa Rica.

vuelve 1. Soto Hall, Máximo, El problema (San José, Lines, 1899).

vuelve 2. Vela, David, Literatura guatemalteca (Guatemala, Tipografía Nacional, 1944), p. 398.

vuelve 3. Menton, Seymour, Historia crítica de la novela guatemalteca (Guatemala, Editorial Universitaria, 1960), p. 124; Ramón Luis, La novela centroamericana (desde el Popol-Vuh hasta los umbrales de la novela actual) (Río Piedras, Editorial Universitaria, 1982), pp. 75-76; Meyer-Minnemann, Klaus, La novela hispanoamericana de fin de siglo (México, Fondo de Cultura Económica, 1991), pp. 169-170. La edición original en alemán de esta última obra es de 1979.

vuelve 4. Quesada Soto, Álvaro, "El problema primera novela antiimperialista". Aportes. San José, No. 21 (septiembre-octubre de 1984), pp. 32-33; ídem, "El problema en el contexto costarricense". Soto Hall, Máximo, El problema (San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1992), pp. 7-29; Durán Luzio, Juan, "Estados Unidos versus Hispanoamérica: en torno a la novela del 98". Casa de las Américas. La Habana, 26: 153 (1985), pp. 121-127; Quesada Monge, Rodrigo, "‘El problema’ del antiimperialismo en Máximo Soto Hall". Letras. Heredia, Nos. 25-26 (1992), pp. 41-59; Sancho-Dobles, Leonardo, "El problema y/o el engaño". Acta Académica. San José, No. 12 (mayo de 1993), pp. 63-69; Chaves, José Ricardo, "Problematizando ‘El problema’. (En torno a una novela de M. Soto Hall)." Acta Académica. San José, No. 14 (mayo de 1994), pp. 83-87; ídem, "Una novela problemática". La Nación, 13 de marzo de 1994, p. 15 A.

vuelve 5. Para un examen de esos temas, véase: Molina Jiménez, Iván, "El escritor guatemalteco Máximo Soto Hall y los problemas de su novela, El problema (1899)" (en prensa)

vuelve 6. Un análisis de este material se encuentra en: Ríos Quesada, Verónica, "El impacto de la novela El problema de Máximo Soto Hall en 1899. Primera aproximación". Ríos Quesada se encargó de la transcripción de esa documentación.

vuelve 7. Daeciez, Néstor, "El examen de un libro I". La República. Diario de la Mañana, Año XIV, N? 4.805, 4 de octubre de 1899, p. 3.

vuelve 8. "Revista de la Prensa". La Prensa Libre. Diario de la Mañana, Año XI, N? 3.051, 7 de noviembre de 1899, p. 2.

vuelve 9. El texto de Gil Mayorga fue transcrito por Gabriela Villalobos y revisado por Paulina Malavassi, y se publicó originalmente en: Molina Jiménez, Iván, "El primer estudio crítico de la novela El problema, de Máximo Soto Hall. Una contribución documental". Revista de Filosofía. San José, XXXIX: 97 (enero-junio, 2001), pp. 147-154.

vuelve 10. Para un estudio de la composición social del barrio Hospital y de los pacientes ingresados al Asilo Chapui, véase: Briceño, César, et al., "Pobreza urbana en Costa Rica (1890-1930). El caso de la ciudad de San José", t. I (Memoria de la Licenciatura en Historia, Universidad de Costa Rica, 1998), pp. 105-108, y 185-216.


Obras citadas

  • Chase, Cida, 1999: "Imágenes reiteradas en la poética de Roque Dalton", en Otros Roques. La poética múltiple de Roque Dalton, eds. Rafael Lara Martinéz y Dennis Seager, University Press of the South, 64-81.
  • Eliade, Mircea, 1972: Tratado de las religiones, México: Ediciones Era.
  • Jiménez. Luis A., 1994-95: "Máscaras y retratos en Nieve de Julián del Casal", en Explicación de textos literarios, Vol. 23.2, 31-38.
  • En la humedad del secreto. Antología poética de Roque Dalton, 1994: ed. Rafael Lara Martínez, San Salvador: Dirección de Publicaciones e Impresos: 1994.
  • Roque Baldovinos, Ricardo, 1998: "Compromiso y libertad creativa: Roque Dalton bajo el signo de las vanguardias", Cultura, 82, 77-94.
  • Volek, Emil, 1999: "Las muertes de Roque Dalton: Meditaciones primaverales cuando aún los muertos se ponen inquietos, indóciles, irónicos, y preguntan", en Otros Roques. La poética múltiple de Roque Dalton, ed. Rafael Lara Martínez y Dennis Seager, University Press of the South, 153-166.

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