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                Beatriz Cortez y Ricardo 
                    Roque Baldovinos 
                Introducción 
                California State University, Northridge y Universidad 
                  Centroamericana 
              beatriz.cortez@csun.edu 
                roque@comper.uca.edu.sv 
   En los estudios literarios latinoamericanos, Centroamérica 
                ha sido, en el mejor de los casos, una región descuidada. Con la excepción 
                de Miguel Ángel Asturias, ganador del Premio Nóbel de Literatura 
                y, en menor medida, de Ernesto Cardenal, Rigoberta Menchú, Roque Dalton 
                y acaso Salarrué o Rafael Arévalo Martínez, los autores 
                centroamericanos son raras veces leídos, comentados o antologados. Desde la década de 1980, Centroamérica ha venido 
                cobrando mayor visibilidad por sus prolongados conflictos bélicos y su 
                creciente migración a otros países, principalmente a los Estados 
                Unidos. Esta visibilidad, a nivel literario, ha estado asociada con la emergencia 
                y canonización de la literatura testimonial, expresión cultural 
                que ha sido objeto de importantes estudios y teorizaciones. Paradójicamente, 
                esta visión de Centroamérica como productora de testimonio y literatura 
                militante ha reforzado la percepción de la misma como territorio vacío 
                desde el punto de vista cultural. Según este modo de entender las cosas, 
                la cultura centroamericana habría emergido en las trincheras de batalla 
                de las décadas más recientes. Sin negar la importancia que la revolución sandinista, las guerras civiles 
                salvadoreña y guatemalteca u otros procesos insurreccionales han tenido 
                en la reconfiguración de la cultura centroamericana del siglo XX, es 
                necesario reclamar la especificidad histórica y social de la región. 
                Centroamérica es el resultado de procesos históricos complejos 
                que hunden sus raíces en el período colonial y más atrás. 
                Pero Centroamérica también es una región viva cuyo rostro 
                está en perenne modificación, no sólo como resultado de 
                los conflictos bélicos recién concluidos sino también de 
                otros procesos tales como la inmigración y su reciente inserción 
                a un mundo globalizado. Reclamar la historia propia y la diversidad intrínseca 
                de la región centroamericana, tal como se manifiesta a través 
                de la literatura y otras expresiones culturales, ha sido el objetivo de la Conferencia 
                Internacional de Literatura y Cultura Centroamericana, cuya segunda edición 
                se celebró en Northridge, California, entre los días 24 y 26 de 
                octubre de 2001. Celebrar la Conferencia en el área metropolitana de 
                los Estados Unidos con mayor concentración de población centroamericana 
                fue un acierto especial. La Conferencia fue así oportunidad de encuentro 
                de académicos especializados en la región y también de 
                reencuentro de inmigrantes centroamericanos con sus países y su región. 
                Por ello, la actividad no se limitó a la presentación de ponencias 
                y comunicaciones de especialistas, sino que también incluyó la 
                exhibición de un festival de cine y video y la programación de 
                recitales de escritores centroamericanos, residentes en sus países y 
                en el extranjero. El presente número de Istmo reproduce los textos de 
                algunas de las comunicaciones más destacadas de la Conferencia. Ellas 
                evidencian tanto el alto nivel de las intervenciones intelectuales como la diversidad 
                de enfoques desde los que se aborda la literatura y la cultura centroamericanas. En primer lugar, presentamos la charla inaugural con la que 
                dio inicio a la conferencia Nicasio Urbina. Este trabajo hace un rápido 
                recorrido por la narrativa centroamericana a través de sus cambiantes 
                formas y funciones, hasta llegar a su configuración actual. Urbina ve 
                con optimismo la oportunidad de que los autores centroamericanos se apoderen 
                de un espacio en el mercado editorial hispano. A su juicio, la consolidación 
                de un espacio para la expresión de voces y experiencias secularmente 
                silenciadas tendrá un efecto emancipador. Urbina se detiene a presentarnos 
                su lectura de cuatro obras representativas de la nueva narrativa centroamericana: 
                las novelas El arma en el hombre, del salvadoreño Horacio Castellanos 
                Moya; Cruz de olvido, del costarricense Carlos Cortés; Que me maten si
 
                del guatemalteco Rodrigo Rey Rosa; así como el relato autobiográfico 
                El país bajo mi piel, de la nicaragüense Gioconda Belli. De manera general, podríamos señalar tres grandes 
                bloques de preocupaciones que aglutinan las restantes intervenciones críticas 
                incluidas en este volumen: lecturas de la producción literaria más 
                reciente; diálogos con la rica tradición literaria de la región; 
                y, finalmente, artículos cuyo foco de interés trasciende el ámbito 
                más específico de la literatura, situándose en el campo 
                emergente de los estudios culturales centroamericanos. La literatura centroamericana está abriéndose 
                espacio y visibilidad en los circuitos editoriales internacionales y esta visibilidad 
                nos permite dar cuenta de la contemporaneidad que aparece cifrada en estas expresiones 
                culturales. A dilucidar este problema se dedica el primer grupo de ensayos que 
                aparecen en este número de Istmo. En el primer ensayo de esta sección, 
                Elías Ramos se sumerge en el universo poético de Alfonso Quijada 
                Urías y propone entender su producción poética como una 
                forma de existencia. Ramos encuentra varias constantes existencialistas en la 
                obra de Quijada Urías, incluyendo la representación de la memoria 
                como fuente productora del futuro y la contraposición dialéctica 
                del ser con el vacío. La novela es el género literario que más difusión 
                internacional ha tenido por parte de autores centroamericanos. Seis ensayos 
                se dedican a discutir críticamente obras novelísticas recientemente 
                publicadas. Seymour Menton hace una propuesta sobre la nueva novela histórica 
                en Centroamérica a partir de su análisis de la novela Margarita, 
                está linda la mar por Sergio Ramírez. Discute en detalle la inserción 
                de esta obra en la tradición de la novela histórica. A juicio 
                de Menton, aun cuando la obra de Ramírez no corresponda totalmente a 
                los cánones tradicionales del género, es la novela nicaragüense 
                más sobresaliente de la época postsandinista y una de las novelas 
                hispanoamericanas más sobresalientes de la época posrevolucionaria. Uriel Quesada nos presenta en su ensayo su lectura de la controversial novela 
                Cruz de olvido, del autor costarricense Carlos Cortés. Esta obra nos 
                revela una intensa experiencia existencial. A través de sus páginas, 
                un complejo sistema de símbolos permite leer a un país y a una 
                ciudad como personas y como formadores de identidad. Rafael Lara, por su parte, 
                analiza tanto la construcción del hablante como la del lector ideal en 
                la novela El arma en el hombre escrita por Horacio Castellanos Moya. Por su 
                anhelo de volverse obra literaria, esta novela no se agota en la denuncia. Ofrece, 
                en cambio, una reflexión sobre la manera en que la violencia afecta el 
                acto mismo de lectura e incide en la urgencia por recuperar sin contrariedad 
                experiencias ajenas. El arma en el hombre asume ese doble desafío: crítica 
                de un mundo sin esperanza y crítica del lenguaje narrativo. A continuación 
                Beatriz Cortez presenta una lectura de la más reciente novela de Jacinta 
                Escudos, El desencanto. En su estudio Cortez analiza la construcción 
                de género de Arcadia, la protagonista de la novela, y explora las posibilidades 
                liberadoras de la novela. Por otra parte, analiza las limitaciones culturales 
                que mantienen tanto a la voz narrativa de la novela como a la protagonista prisioneras 
                de sí mismas. Cortez propone que el desencanto de que es víctima 
                la protagonista del texto es un resultado necesario de su propio concepto de 
                sí misma.  Finalmente, Michael Millar examina la obra narrativa del autor 
                qanjobal Gaspar Pedro González con el propósito de 
                analizar las propuestas que estas obras hacen respecto al papel de los indígenas 
                en Guatemala a partir de la firma de los acuerdos de paz. Millar propone que 
                la nueva narrativa maya presenta propuestas específicas sobre el rol 
                indígena en la construcción de una nueva sociedad guatemalteca. 
                Entre ellas, incluye la necesidad de un movimiento social y cultural autónomo 
                para la transformación social" y la necesidad de que la paz traiga 
                consigo justicia social e implique la participación indígena en 
                el diálogo político social acerca del futuro de Guatemala. El ensayo de Ana Patricia Rodríguez explora tres textos 
                narrativos pero de índole autobiográfico. Se trata de tres libros 
                de memorias de destacados autores nicaragüenses: Adiós muchachos 
                (1999) de Sergio Ramírez, Vida perdida (1999) de Ernesto Cardenal y El 
                país bajo mi piel (2001) de Gioconda Belli. En sus autobiografías, 
                estos autores reconstruyen sus pasados personales y recuentan la historia, en 
                este caso la de Nicaragua, desde perspectivas post-narrativas alternativas. 
                El momento revolucionario, el del fulgor, queda en el pasado y el país 
                que pudo ser fue perdido como implican los títulos de los libros de Cardenal 
                y de Ramírez. Siguiendo los pasos perdidos (o más bien ya traspasados 
                por el público general) de estos reconocidos autores centroamericanos, 
                este trabajo vuelve a examinar la (re)construcción literaria de vidas 
                interiores e históricas. En segundo lugar, están aquellas ponencias que tratan 
                de ir al reencuentro de las tradiciones literarias específicas de la 
                región. El hecho que las historias de las literaturas centroamericanas 
                sean ignoradas, no quiere decir que éstas no existan, por muy complejas 
                que éstas sean y por muy marcadas que estén desde sus comienzos 
                por la experiencia del exilio y la diáspora. Esta sección da inicio 
                con el ensayo de Ann González, el cual se ocupa de la literatura costumbrista 
                de Costa Rica, particularmente del personaje Tata Mundo creado por Fabián 
                Dobles. González propone que Tata Mundo es un arquetipo nacional" 
                que eleva al campesino inculto sobre la culta oligarquía, al pobre 
                sobre el rico, al campo sobre la ciudad, lo regional sobre lo universal", 
                y considera que este personaje tiene grandes posibilidades de resurgimiento 
                a nivel intertextual en la literatura costarricense. A continuación, Yolanda Rosas se interna en la producción 
                de poesía amorosa de Roque Dalton para explorar el papel de la figura 
                de la amada. Rosas identifica tres posiciones que el hablante lírico 
                asume ante ella: la amada como amante, la amada como refugio o fuente renovadora 
                y la amada como compañera. Por su parte, Sonia Ticas explora el papel 
                que desempeñan dos mujeres poetas salvadoreñas a mediados del 
                siglo XX, mientras se establecen en el ámbito de la vida política 
                y del espacio público por medio de su poesía. Ticas analiza la 
                producción poética de Liliam Jiménez y de Mercedes Durand 
                y su rechazo de la tradicional forma de escritura femenina" para 
                definir su compromiso como portavoces elegidas de un pueblo oprimido.En el campo de la narrativa, Edith Dimo analiza la novela Cenizas de Izalco 
                escrita por Claribel Alegría y Darwin Flakoll, tomando en consideración 
                tanto la problemática posición del hablante extranjero que reconstruye 
                la historia de la matanza en El Salvador, como la compleja situación 
                de la mujer en una sociedad conservadora. Dimo pone atención tanto al 
                discurso de las diferentes voces de la novela, como a sus silencios, en particular, 
                al silencio en que queda relegada Carmen, la protagonista de la novela, un silencio 
                propiciado por su condición de mujer y finalizado por su muerte.
 El espacio literario salvadoreño toma forma durante 
                el siglo XIX. Ricardo Roque Baldovinos reconstruye en su ensayo la trayectoria 
                que éste sigue y, por medio de la investigación historiográfica 
                y de la recopilación de notas periodísticas de la época, 
                Roque Baldovinos llega a la conclusión que a través del proceso 
                de consolidación de la nación salvadoreña la literatura 
                tuvo una estrecha relación con el poder político. En su ensayo 
                identifica dos movimientos, durante una primera etapa la literatura desempeña 
                un papel propagandístico mientras que al final se establece como ámbito 
                cultural a medida que se da marcha al proceso de consolidación del corpus 
                de la literatura nacional. Martha Elena Munguía Zatarain nos presenta una fina 
                lectura de los principales procedimientos textuales de los Cuentos de barro 
                del salvadoreño Salvador Salazar Arrué, mejor conocido por su 
                nombre literario Salarrué. Munguía destaca la gran originalidad 
                de esta obra descuidada por el canon literario latinoamericano. Lejos de ubicarse 
                en el tradicional relato costumbrista, los Cuentos de barro proponen una renovación 
                radical del lenguaje narrativo y de la forma del cuento breve. Salarrué 
                propone construir el cuento como una metáfora, sintetizando así 
                los procedimientos verbales propiamente narrativos con los derivados de la poesía 
                lírica. En la década de 1940 el escritor y crítico de 
                arte guatemalteco Luis Cardoza y Aragón mantuvo en México una 
                enconada polémica con el gran muralista mexicano David Alfaro Siqueiros. 
                Eduardo Serrato revisita este debate que habría sido fundamental para 
                darle legitimidad a la experimentación vanguardista en un terreno artístico 
                dominado por la retórica populista y la estética del realismo 
                socialista. Este capítulo poco conocido de la historia cultural pone 
                en evidencia la participación activa y decisiva de este centroamericano 
                en la definición de la escena cultural de México. En tercer lugar, tenemos los trabajos que se inscriben en el 
                emergente campo de los estudios culturales. La riqueza cultural de Centroamérica 
                no se agota en su literatura. La cultura abarca también lo cotidiano, 
                lo mediático e incluso las ficciones del estado. Estos trabajos expresan 
                tanto una preocupación por estudiar la cultura centroamericana en su 
                más amplia acepción como por la inscripción de estas expresiones 
                culturales en la historia de Centroamérica. Esta sección da inicio 
                con el ensayo de Marc Zimmerman, quien presenta una reevaluación, desde 
                el punto de vista de la posguerra, de su collage épico El Salvador at 
                War. Esta colección de textos fue publicada originalmente cuando la guerra 
                todavía alimentaba la visión utópica que algunos sectores 
                de la academia estadounidense tenían entonces de la realidad centroamericana. 
                Por eso, Zimmerman explica, los textos que forman su collage son fragmentos 
                y trozos de poemas de escritores de mayor o menor reputación y calidad" 
                en un momento en que lo literario y lo estético estaba supeditado a la 
                urgencia de la guerra. El texto fue publicado en una fecha muy cercana al final 
                de la guerra salvadoreña sin lograr alcanzar reflejar la coyuntura histórica 
                que le dio vida. En este ensayo, Zimmerman recupera para la historia la importancia 
                de esta colección de textos. Otro texto publicado durante época de guerra, el testimonio 
                de Rigoberta Menchú, sigue generando controversia hasta la actualidad. 
                La publicación de la colección de ensayos críticos The 
                Rigoberta Menchú Controversy editada por Arturo Arias generó en 
                2001 un espacio para el análisis de la investigación realizada 
                por el antropólogo estadounidense David Stoll sobre el testimonio de 
                Menchú y sus implicaciones políticas y culturales. En el ensayo 
                que este número de Istmo incluye, Arias presenta sus consideraciones 
                de lo que este debate representa para el futuro de los estudios culturales latinoamericanos. Por otra parte, Carleen Sánchez examina la forma en 
                que las naciones centroamericanas, particularmente Honduras, ha excluido del 
                proyecto nacional a todos los grupos indígenas con modelos sociales y 
                políticos igualitarios, mientras que se han apropiado del pasado glorioso 
                de la civilización maya para su propio proyecto de construcción 
                de la identidad nacional porque este pasado hace eco a las actuales sociedades 
                centroamericanas con altos grados de estratificación y economías 
                de extracción. Sánchez señala el papel que los arqueólogos 
                miembros de élites extranjeras han desempañado en la construcción 
                de esta visión y la forma en que las naciones centroamericanas sistemáticamente 
                han marginado de su proyecto nacional a los actuales grupos indígenas 
                que los habitan. Nicole Caso examina dos propuestas académicas sobre 
                la construcción de la identidad indígena después de la 
                firma de los acuerdos de paz en Guatemala. Por un lado, cuestiona la posición 
                que Mario Roberto Morales toma en contra de la construcción de la categoría 
                maya". Como alternativa, Caso opta por las propuestas de Diane Nelson, 
                las cuales, toman en cuenta el carácter fluido de una identidad que se 
                encuentra en constante transformación y, además, tienen en cuenta 
                el peligro del esencialismo que, al buscar un retorno a los orígenes 
                de la tradición maya, corre el peligro de relegar a la mujer al espacio 
                privado y al silencio. El artículo de Sheila Candelario es una elocuente muestra del potencial 
                de los estudios culturales centroamericanos. A través de una perspicaz 
                lectura sintomática de una serie de crónicas periodísticas 
                publicadas en un diario salvadoreño poco antes y poco después 
                de los sucesos de 1932, desenmascara el uso de metáforas médicas 
                y sanitarias para distorsionar los complejos conflictos sociales del momento 
                y para justificar la violenta represión del movimiento indígena 
                campesino en el occidente de El Salvador ese mismo año. Finalmente, el ensayo de Douglas Carranza presenta un estudio del carácter 
                maleable y de la compleja textura de las identidades poscampesinas en El Salvador. 
                Su crítica se enfoca en el mal empleo de la categoría campesino 
                como la identidad fija de los habitantes de las áreas rurales de El Salvador. 
                Hoy, con el surgimiento de organizaciones indígenas con una diversidad 
                cultural, queda en tela de juicio el esencialismo de la categoría campesino 
                que por mucho tiempo había sido considerada como "natural". 
                Carranza propone que en la práctica los habitantes de las zonas rurales 
                están asumiendo y forjando otras identidades, que él denomina 
                "poscampesinas". Para nosotros, fue una experiencia enriquecedora organizar esta Conferencia 
                tanto por las oportunidades de compartir a nivel humano con otros investigadores 
                y creadores como por el fructífero intercambio de ideas que generó. 
                Esperamos que esta recopilación sea igualmente estimuladora para los 
                lectores.  Beatriz CortezRicardo Roque Baldovinos
  ©Beatriz Cortez 
                ©Ricardo Roque Baldovinos 
 
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               *Dirección: Associate Professor Mary Addis* *Realización: Cheryl Johnson* *Istmo@acs.wooster.edu* *Modificado 01/26/02* *? Istmo, 2001* |