Jeff Browitt
Exorcizando los fantasmas del
pasado nacional: Got seif de Cuin! de David Ruiz y Margarita, está
linda la mar de Sergio Ramírez
Monash University
Jeffrey.browitt@arts.monash.edu.au
*Obras citadas
"¡Extraño capricho del pueblo! Exige su
historia de la
mano del poeta y no del historiador."
Heinrich Heine
La ocasión para la observación de Heine fue la
influencia de las novelas históricas de Walter Scott sobre la imaginación
popular en la Europa del siglo XIX. Scott combinó un poderoso retrato
de la cultura popular escocesa con una explicación compasiva del ocaso
de la vida de los clanes escoceses. Era capaz de capturar el interés
del público mejor que cualquier historiador o filósofo de la época.
Los temas que Scott trató se cruzaban con cuestiones nacionales de tipo
escocés como la resistencia de los clanes, y más tarde de tipo
inglés, cuando Inglaterra empezó a extender su hegemonía
capitalista en Gran Bretaña. Entonces, desde el comienzo de la novela
histórica moderna, a fines del siglo XVIII, el público lector
se ha interesado en la ficción como historia "intensificada",
especialmente cuando el tema ha contribuido a la creación de un sentimiento
creciente de conciencia nacional. Ya para los años 60 del siglo pasado,
más de ciento sesenta años más tarde, la misma fascinación
por novelas históricas con una temática nacional, continuaba atrayendo
a lectores entusiastas, ahora un público lector global. Una instancia
obvia es la explosión de interés en las novelas del llamado "boom".
Muchas de las novelas centroamericanas han continuado esta tradición
en busca de una identidad nacional estable. El propósito primordial de
este ensayo es analizar la manera en que el referente histórico es modelado
por el discurso estético tanto en Got seif de Cuin! como en Margarita,
está linda la mar y cómo ambos textos recurren a un estilo cómico-paródico
al intentar arrojar luz sobre las accidentadas historias nacionales de Belice
y Nicaragua.
Considero ambos textos novelas históricas, aunque no son históricas
según la ya conocida tipología que bosquejó Seymour Menton
en La nueva novela histórica de la América Latina (1993). Según
Menton, una novela es histórica si se ubica en un pasado no experiementado
por el autor (Menton, 1993: 32). Tampoco llenan los requisitos de Menton
para ser incluídas en la nueva novela histórica por no exhibir
las características típicas de dicha clasificación: no
son exageraciones o distorsiones de la historia, tampoco presentan ideas filosóficas,
ya que ambos relatos se presentan mayormente desde la perspectiva de la cultura
popular. Además, la intertextualidad, presente en casi cualquier novela
de una forma u otra, no resalta en ellas y, finalmente, aunque en ambas novelas
los eventos principales y las escenificaciones donde transcurren los eventos
se basan en datos reales, sólo Margarita presenta personajes principales
que se basan en una ficcionalización de personajes reales. Si hay un
punto en el cual una de las novelas cumple uno de los requisitos de la taxonomía
de Menton, es en la calidad metaficcional de Margarita al usar una voz narrativa
intrusa que se dirige regularmente al lector y al escenificar la escritura de
la vida "real" del Darío ficcional dentro de la novela misma.
Este último aspecto de la novela tiene cierta resonancia política
que exploraremos más adelante. ¿Hasta qué punto ambas novelas
comparten una perspectiva similar y en qué medida son diferentes? Es
una cuestión que este artículo intentará dilucidar. Finalmente,
este estudio es también una oportunidad para combinar dos novelas de
distintos extremos del istmo centroamericano, además de combinar un autor
ya consagrado con uno más joven y que apenas está comenzando.
Esta decisión tiene un propósito claramente ideológico:
el de contribuir, en espíritu por lo menos, a la unificiación
de la producción literaria centroamericana.
Got seif de Cuin!
Publicado en 1995, Got seif de Cuin! es una novela corta de
apenas ochenta páginas y el goce del autor al escribirla es palpable.
Con un lenguaje sencillo con toques de folklor, cuenta la historia de un pueblo
hispanohablante sin nombre, de descendencia maya, en la región de Río
Viejo (Belice). Cuando don Justo, el último eslabón directo entre
los antepasados mayas y el pueblo, muere, la narración nos relata a través
de la conciencia popular sus orígenes encantados:
Don Justo había sido el único alcalde desde muchos, muchos
años atrás. Todos sabían que él era el único
de los sobrevivientes de la mística ciudad del Tipú, perdida
en el tiempo, donde crecían mazorcas con granos de oro y donde Chaac
bajaba a regar las siembras con gotas cristalinas de jade imperial (Ruiz Puga,
1995: 12).
Relatada desde la perspectiva de los beliceños hispanohablantes,
la historia recupera una historia sumergida y hace resaltar los problemas de
un pueblo marginalizado en el transcurso de los eventos claves de la historia
colonial y nacional beliceña, pero que de todos modos sufre de la misma
serie de revueltas políticas a través de ciento cincuenta años
de dominación colonial. Got seif de Cuin! debe situarse entonces dentro
de la dinámica del movimiento nacionalista en Belice, o más específicamente,
lo que Ruiz mismo, en su artículo, "Panorama del texto literario
en Belice", llama "la política cultural de la nueva sociedad
multiétnica" (Ruiz Puga, 2001: 3).
Ruiz utiliza la oralidad y la cultura popular como recursos para recrear el
ambiente desde el punto de vista del pueblo, es decir, las clases bajas, y su
incomprensión ante los sucesos de la historia nacional. Hay similitudes
con Macondo: un pueblo que sufre las patologías de la modernidad, pero
no los beneficios y que vive una serie de agitaciones políticas que los
habitantes no entienden muy bien. Hay un viejo, don Enrique, que funciona como
focalizador principal para enlazar los episodios, como Aureliano Buendía.
La historia se relata desde la perspectiva limitada del pueblo que tiene que
acostumbrarse a los forasteros que un día llegan y que cambian la vida
tradicional e involucran al pueblo en los asuntos nacionales. Al igual que en
Cien años, se narra la trayectoria del pueblo con abundante humor e ironía,
quizás la mejor manera de aproximarse a la historia nacional, pero con
un toque más ligero: la acción no ocurre dentro de un marco trágico
englobante ni se proyecta una visión pesimista de la historia, hecho
que la distancia de Cien años y las novelas del "boom" en general.
En Cien años presenciamos el ascenso y luego la caída de una comunidad
idealista y el movimiento es del Génesis al Edén y entonces al
Apocalipsis; Got seif de Cuin! narra el ascenso lento y triunfal y el movimiento
es sólo del Edén (los recuerdos del pasado indígena) a
una modernidad sobria. Y esto dice mucho en cuanto al balance histórico
en Belice después de independizarse, en comparación con otros
países como Colombia o Nicaragua.
La novela parece empezar a mediados del siglo XIX cuando Belice era una colonia
de Honduras Británica. Con frecuencia la novela registra, con una fuerte
dosis de humor, el asombro de la gente del pueblo ante el cambio de líderes
políticos y fronteras nacionales, al parecer sin razón. Como en
Cien años, hay un salto hacia atrás al principio cuando el moribundo
don Enrique recuerda el día en que llegó al pueblo un cura británico
para establecer una escuela para enseñarles inglés a los súbditos
de la Corona británica:
Un día sombrío y gris ... llegó al pueblo un cura de
ojos azules y nariz respingada, quien dijo venía a establecer una escuela
para enseñarles a todos el idioma en que Su Majestad deseaba que sus
súbditos se comunicaran. Cuando don Enrique, el "prioste"
de la Iglesia, le preguntó al cura a qué monarca se refería,
éste respondió con enfado que hablaba nada menos que de la Reina
Victoria, Soberana y Emperatriz de la India. Todos se quedaron boquiabiertos.
"¡Ya nos llevó putas! ¡Ya nos vendieron a la India!"
pensó el mayordomo rascándose la cabeza. Apretó las mandíbulas
y se dirigió pensativamente hacia la iglesia de guano, para descolgar
el retrato del Rey de España. El mayordomo era el único que
decía conocer lo que era el mundo, pues poseía el único
mapa, dibujado muchos años atrás, por un gigantesco hombre blanco
que había llegado, montado sobre una bestia negra, a traer la civilización
en nombre de Su Majestad, dueño absoluto de la Nueva España.
Los aldeanos se hincaron para recibir la bendición del cura, mientras
miraban de reojo la nariz del misionero, que apuntaba hacia el cielo como
un dedo pulgar. Pero todos se negaron a hablar el nuevo idioma. La verdad
era que se les trababa la lengua, como sucedió cuando llegó
mucha gente de pueblos lejanos diciendo que eran extirpe de la nobleza de
los reinos de Iberia. La situación se agudizó cuando el cura
blanco, de nariz respingada, trajo monjas alemanas a enseñar en su
escuela. Cuenta mi madre, que le contaba su abuelo, que le decía su
padre que en aquel entonces, se armó una confusión tal, que
los niños salieron hablando "Ispamal" mezcla de inglés,
español, maya yucateco y alemán; suficiente razón para
que aquel Gobernador que tuvo el valor de visitar el poblado escribiera en
los anales de la Colonia:
He oído a monjas alemanas tratando de enseñar a niños
mayas de un libro escrito en inglés que tenían que explicar
en español ...
Así el pueblo se fue aislando más y más del resto del
mundo (9-10).
Como se ve, el fragmento presenta en microcosmo la situación
político-cultural que viene a complicar la vida del pueblo a través
de toda su historia, la historia colonial de Belice. La estupefacción
del pueblo ante la llegada de forasteros se basa tanto en un choque lingüístico
como político y cultural, aun hasta en las diferencias físicas.
Se hace referencia al mapa dibujado por los españoles, y como se sabe,
los mapas también son armas culturales: dan una visualización
concreta del imperio que ayuda a centrar la conciencia de los llamados "súbditos".
Después de la muerte del viejo alcalde, don Justo, don Enrique se autonombra
alcalde del pueblo. Viene otra situación divertida cuando un día
llega la noticia al pueblo de que el hombre blanco, "el de la nariz respingada",
iba a hacer una visita otra vez. El pueblo entero se preparó para recibir
al señor con honores, pero después de vestir las calles de gala
y tocar música en las marimbas toda la mañana, el hombre no apareció.
La gente ya empezaba a dispersarse cuando de repente, don Enrique
alzó la cara y vio a las pocas personas a su lado petrificadas, con
la quijada colgando, viendo para arriba. Don Enrique volteó los ojos
y se encontró cara a cara con un gigantesco caballo, sobre el cual
estaba un hombre, negro como el carbón e inmenso como las chatonas
que bailaban en las fiestas de la Virgen ... El alcalde ... sintió
que la saliva no le pasaba por el gaznate, al ver a semejante hombre en uniforme
blanco de militar. Emitió un ronquido nervioso tratando de decir algo
que descongelara el ambiente. Dio dos pasos hacia atrás y dándole
una mirada cortés al negro de guantes blancos, se inclinó y
dijo: "¡Viva África!" (16).
La situación se vuelve más ridícula todavía
cuando don Enrique acompaña al oficial negro al Cabildo, sin saber que
ha habido un cambio de monarca:
Don Enrique se sorprendió aún más, cuando en el Cabildo,
el oficial moreno sacó la fotografía de la Reina Victoria del
marco de madera y la reemplazó con una de un hombre pelón con
una mirada altanera. El alcalde se rascó la cabeza sin entender lo
que pasaba. Estaba a punto de dar nuevamente el saludo que brindó por
la matanza, cuando notó que el señor de botas negras de la fotografía
lucía el mismo color de banda que la Reina Victoria.
El anciano dio un suspiro de alivio y levantando su bastón al aire,
saludó al oficial exclamando: "Got seif de Cuin!".
El oficial ... sonrió. Le devolvió el saludo al alcalde, que
se parecía a uno de los duendes que rondaban los callejones del pueblo,
y con voz autoritaria que sacudió las paredes de lodo del Cabildo,
exclamó: "God save the King!" (19-20).
Hay una serie de estos cambios se muere el rey Eduardo
y lo reemplaza otro Eduardo y cambios de fronteras se prohibe lo
que ha sido históricamente una tradición de libre tránsito
entre Fayabón (Guatemala) y Río Viejo. Estos cambios artificiales
dejan al pueblo aturdido y son burlados cómicamente, enfatizando la distancia
entre la vida diaria y los eventos políticos nacionales, igual que en Cien años de soledad cuando se pintan las paredes de las casas azules
y luego rojas y luego azules otra vez. A lo largo de la historia, a medida que
el pueblo va entrando en la modernidad, se forma una diferencia de perspectivas
entre los pueblerinos y los políticos ingleses e incluso los nacionales:
por un lado, los de herencia indígena no estaban acostumbrados a los
legalismos europeos, los contratos escritos y la conciencia de propiedad privada:
Don Enrique no pudo conciliar el sueño esa noche. Le había
llegado las dos de la madrugada dando vueltas en la cama. No podía
entender por qué el negro de ojos color de miel había dicho
que la tierra no era de ellos. Desde que tenía el uso de la razón,
todo mundo sembraba milpa o hacía su casa de palos donde se le daba
la gana. Nunca hubo disgustos sobre terrenos en el pueblo, salvo cuando llegó
don Felipe diciendo que se había convertido en dueño absoluto
de las tierras a la orilla del río, comprobándolo con un documento
que tenía en mano, en el cual un tal General Pech de la tribu Icaiché
había puesto su sello del dedo pulgar. El viejo apretó las quijadas
desdentadas y se acordó de aquel día (39).
El resto del libro consta del movimiento inexorable hacia la
independencia. Hay intentos por dividir la oposición revolucionaria para
luego ligar a Río Viejo a Fayabón (Guatemala), pero a pesar de
lo ajeno de la noción de un estado moderno para el pueblo, al fin la
mejor opción es optar por la independencia según el modelo de
nación-estado europea. Al terminar la novela, en una escena onírica,
se resuscita el viejo don Justo, el primer alcalde del pueblo, que junto con
el moribundo don Enrique, sale a celebrar el autogobierno cedido por los ingleses,
el primer paso legal hacia la independencia. Así se unen en la figura
de don Justo los 150 años de lucha que van desde la independencia de
Centroamérica de España hasta el momento en que Río Viejo,
Belice, se libra del yugo del colonialismo inglés y se une al resto de
Centroamérica en la independencia. En términos globales, la novela
cuenta la historia de un pueblo que, después de una historia de colonialismo,
encuentra un camino apropiado para el futuro. La actitud ante la historia es
la de una marcha triunfal hacia la independencia, aunque con una identidad plural
y multiétnica.
Margarita, está linda la mar
En Margarita, está linda la mar se encuentra
la misma problemática de la historia e identidad nacionales que se encuentra
en Got seif de Cuin! Pero mientras Got seif de Cuin! es una novela
que exhibe la idea de un nacionalismo atravesado por múltiples perspectivas
culturales y la lucha contra un país vecino, el trasfondo histórico-político
de Margarita es la lucha para liberar a Nicaragua del legado del imperialismo
norteamericano en la forma de uno de sus títeres, el dictador Anastasio
Somoza. En este sentido Margarita es una suerte de novela del "boom",
pero con treinta años de retraso: la historia del fracaso nacional. Pero
a la vez la novela se sitúa en el llamado "post-boom" ya que se distancia
de la fase "heroica" del nacionalismo izquierdista de los años sesentas
y setentas. Se podría decir también que es una novela muy de hombres:
los chistes sexuales a expensas de los personajes femeninos a través
de la novela (hay incluso el clisé de la viuda con un apetito sexual
desenfrenado), los chistes masculinos sobre la homosexualidad, los testículos
del asesino-héroe como símbolo del valor y de la regeneración,
etc. No obstante, hay una meditación ficcional muy interesante sobre
la trayectoria de la historia nacional nicaragüense que nos ocupa.
En una mezcla de historia, memoria personal e invención
novelística, el autor rememora pasados cercanos con un grado de ironía
e incluso parodia más que una reconstrucción fiel a los eventos
históricos reales. La mayoría de los personajes, los eventos principales
y las escenificaciones donde transcurren los eventos se basan en datos reales,
pero la novela mezcla la historia y la psicología, algo que la historia
no puede hacer sin recurrir a un estilo ajeno a su disciplina. Margarita crea un efecto totalizador sin ser totalizante, es decir, abarca un período
de 50 años muy importantes en la vida nacional, pero sin dar una respuesta
o una "explicación" didáctica y global de este período
problemático en la historia nacional nicaragüense. Ramírez
mismo resume la trama en una descripción muy sucinta:
Estuve muchos años jugando en mi cabeza con estas imágenes
donde se montan realmente dos historias: la del regreso de Rubén Darío
a Nicaragua en 1907 y la del complot que puso fin a la vida de Anastasio Somoza
García, el fundador de la dinastía. Alguna vez creí que
estas dos historias podrían ser novelas separadas pero luego me convencí
de que eran una sola. Así nace Margarita, está linda la mar.
Las dos historias - el regreso de Darío en 1907 y el atentado para
matar a Somoza 50 años después, en 1956 - ocurren en un mismo
escenario, la ciudad de León, donde estudié la carrera de Derecho,
y que además es escenario de mi novela Castigo divino.
El empuje político de la novela es evidente y hay que
recordar que fue escrita después de que Ramírez oficialmente cortó
sus lazos políticos con la fracción dominante del sandinismo.
Partamos de la hipótesis de que debe haber ecos de este evento en la
novela, por escondidos que estén ya que típicamente las novelas
son respuestas estéticas a contradicciones en la vida real. Hay indicios
de esto en la forma de la novela. Aunque la novela no es una tragedia estrictamente
hablando, acusa elementos trágicos y es, como argumentamos, una parodia
en forma de tragedia simulada: el abundante uso del humor aligera la naturaleza
trágica de la historia nacional e indica un distanciamiento irónico
frente a ella. ¿Cómo se crea este marco trágico?
En su novela de 1988, Castigo divino, fastidia leer
tantas referencias a la cultura europea aristocrática o burguesa la
música, la mueblería, la indumentaria. Aunque tienen su función
al hacer resaltar las pretensiones de la burguesía nicaragüense
rancia, su descripción es excesiva. Pero en Margarita, la mayoría
de las referencias son nicaragüenses, y cuando no lo son, son referencias
de la cultura popular caribeña o mexicana, por ejemplo, La Sonora Matancera,
Jorge Negrete, María Félix, Agustín Lara, o referencias
al béisbol y la lucha libre. Hay abundantes referencias a la cultura
europea aristocrática también, por ejemplo, cuando el autor mismo
imita el estilo modernista o narra la vida del Darío ficcional o cuando
se alude a las culturas griega y romana. Pero todas estas referencias tienen
un propósito estructural que nos ocupará a continuación.
Hay una cita de Aristófanes al principio, también hay referencias
repetidas al destino y coincidencias providenciales, y títulos que tienen
sabor griego, como la siguiente que es una cita de Darío mismo: "Que
púberes canéforas te brinden el acanto". Se puede hipotetizar
que estas referencias a la cultura griega, específicamente a lo teatral
de la historia y los mitos griegos, indican una postura politíca-ideológica:
la de enmarcar la historia nacional dentro de un drama tragicómico como
una manera de aceptar o adaptarse a ella. Alusiones al mundo antiguo clásico
abundan. Enumeremos algunas:
Margarita es una crónica de una muerte anunciada,
la de Somoza, anunciada a través de la novela por la cercanía
del planeta Marte, cuyo nombre es el del dios romano de la guerra. Es decir,
la condena de Somoza es cósmica y presdestinada:
¡Marte se acerca de nuevo a la Tierra! gritó. (51).
¡Tiembla en tu trono, tiembla en tu madriguera! ¡Ya se acerca
Marte, el de la corona de sangre, vengador de los cielos! ¡Tus días,
sátrapa, están contados! Amén (54-5).
Marte se acerca otra vez a la Tierra ... Y el tirano será
castigado (148).
Tanto el Darío ficcional como otros personajes hacen
alusiones a la Grecia antigua en sus parlamentos:
¿Qué quiere decir furor domini ? le pregunta
Quirón. Nunca antes había escuchado su voz, que suena como un
caramillo lejano entre las frondas del bosque de Pan.
La furia de Dios. Cuando Dios se arrecha, le manda a los pueblos un
criador de chanchos. Y los criadores de chanchos no entienden de poetas, sólo
lo de manteca y de tocino. Las musas, Quirón, nada tienen que ver con
los chicharrones" (68-9).
¡El viejo y juicioso Quirón, maestro de Aquiles! exclamó
Lucio Ranucci.
No se ha fijado en el nombre de mi camioneta le dijo el chofer-propietario
de El Pegaso Viajero (115).
El cortejo en honor del difunto Darío es toda una recreación
helénica hábilmente combinada por Ramírez con imágenes
de orgullo nacional, que a la vez recalca lo teatral de la vida nacional:
Ya había caído la noche y en cada esquina la procesión
fúnebre volvía a detenerse para dejar oír a los oradores
desde lo alto de los balcones adornados con el pabellón nacional enlutado
... Canéforas de túnica de gasa y sandalias doradas, las bocas
pintadas de bermellón, abrían la marcha formadas en dos filas,
y regaban rosas de los cestos de mimbre que cargaban al hombro. El cadáver,
vestido de peplo blanco y coronado de mirtos, iba conducido en andas descubiertas
por directivos del Ateneo de León... (315).
Los epítetos de algunos de los protagonistas recuerdan La Iliada :
La Bella Cupida, La Caimana, El Dragón Colosal, El León de
Nemea, El bigote que canta, La Rosa Niña, La Luz Terrenal, La Tigresa
de Bengala, Nuestra señora de los campos, a así sucesivamente.
Durante un diálogo entre el Capitán Prío
y Erwin, se refiere otra vez a lo teatral del relato:
Y eso del nacimiento a la misma hora, y el cielo encendido con los
juegos
pirotécnicos, ya es ópera dijo Erwin.
Así se cruzan los destinos, en medio de berridos y grandes algazaras
dijo
Norberto. (202)."
Sobre las mesas del comedor del hotel donde va a celebrarse
el desayuno de bienvenida a Darío, cuando éste vuelve a Nicaragua,
hay
floreros de porcelana pintados con escenas de caza, Diana desnuda y sus lebreles
surgiendo de un boscaje umbrío (26).
Esta imagen, encontrada en las urnas griegas, atrapa a los
griegos en la eternidad, en un teatro que se repite, en una caza repetida. Dada
la época en que se escribió la novela, cuando ya habían
aparecido divisiones irreconciliables entre los sandinistas, y el proyecto socialista
había fracasado en gran medida, esta imagen petrificada tiene resonancia
en el nivel político-ideológico. Refleja la manera en que el autor
mismo tomó distancia irónica frente a la historia nacional y la
incapacidad de armonizar los fragmentos de la nación. La decepción
de Ramírez frente al intransigencia de cierta sección de los sandinistas
es bien conocida: admite que el sandinismo "dejó de ser la fuerza
renovadora con que insurgió, para convertirse en un partido más
con todas las mañas de las viejas políticas"; "Los mecanismos
del poder son siempre los mismos desde hace cinco mil años" (Ramírez
1998b); "Ha vuelto la falsificación política par ir imponiendo
poco a poco una forma de autoritarismo que el país ya padeció
en le pasado" (Ramírez, 2000: 139). Y es esta pérdida de
fe en el proyecto de los sandinistas posrevolucionarios que lo lleva a declarar:
"En Nicaragua la historia sigue mordiéndose la cola, condenada para
siempre a la repetición" (Ramírez, 2001b). La imagen en el
florero, entonces, paraleliza el drama de la novela y la caza eterna de la redención
nacional. En fin, aunque se teatraliza la Historia, todas las referencias a
la cultura griega sirven para encerrar la historia dentro de un marco trágico.
Esta idea de la teatralidad de la historia nacional, sus cualidades
estéticas ("la historia de Nicaragua siempre la he leído como
un novela que sólo necesita retoques", Ramírez, 2000: 135), se
refleja también en la narración intrusa que llama atención
a lo artificioso de la historia. Los saltos temporales se anuncian al dirigirse
el narrador directamente al lector: "Pasemos a la mesa"; "Yo, si me perdonan,
tengo que dejar a Rigoberto para encontrarlo después en el Hotel América";
"Rigoberto había hecho una estación en la casa de Rosaura en el
barrio San Juan, no prevista para mí, y por eso hasta ahora puedo darles
cuenta"; "Escuchen este lastimero pito del tren", etc. Además, se utilizan
los clisés cinematográficos que recuerdan el estilo paródico
de las novelas de Manuel Puig, por ejemplo en Boquitas pintadas :
Por tanto, dejo que el rostro de la Primera Dama, maquillado sin piedad y
avejentado con menos piedad, se mire por su cuenta en el veloz espejo de las
aguas del tiempo; que el caer invisible de una piedra agite en ondas la transparente
superficie para que ella recobre en el fondo la imagen en temblor de la niña
de diez años...(17).
permítanme que yo haga volar las hojas del calendario en raudo torbellino;
dispongo de un auxilio eficaz para este efecto (que ustedes luego podrán
conocer) de manera que no nos retrasemos en llegar a la noche del 7 de abril
de 1908, muy próxima ya la partida de Rubén, de regreso a Europa
(93).
Esta técnica recuerda los complicados saltos formales
de la prosa vanguardista, pero en Margarita son anunciados por un narrador
intruso al estilo realista y la combinación es feliz. Crea el efecto
de predestinación al dejarnos ver incidentes o eventos no conexos combinarse
en un transcurso histórico inexorable; inexorable por ser una historia
ya conocida, en este caso, la muerte prematura de Darío y el asesinato
de Somoza, y asimismo refuerza la forma cuasi-novelística de la historia
nacional. Además de esto y de la misma manera que en la obra de Puig,
se hace resaltar la cursilería de los mensajes culturales masificados
de los años 40 y 50 y su manipulación de la conciencia del pueblo,
los mismos recursos, recordemos, utilizados también por la maquinaria
publicitaria del estado al servicio de los dictadores.
El marco trágico se construye también a través de unas
yuxtaposiciones significativas. Por ejemplo, hay un contraste clave entre la
estética y la política, entre la temática del modernismo
en su fase temprana y la América Latina contemporánea de la época
en que vivía Darío. Por un lado, hay referencias al mundo antiguo
y eterno de Europa evocado en los preciocismos de los poemas de Darío
y las descripciones de sus estancias en Europa, y por otro, los logros de la
modernidad europea y estadounidense que han llegado a América Latina
parcialmente y muchas veces en forma patológica. Esta yuxtaposición
se da temprano en la novela en las imágenes de suntuosidad, lujo y refinamiento
a bordo el buque transatlántico, que luego son contrastadas con la llegada
de Darío al puerto de Colón en Panamá:
Qué diferencia el viaje entre Cherbourg y New York en el imponente
buque La Provence de la Compagnie Générale Transatlantique,
el valet napolitano atento tras sus pasos, la mesa del gentil capitán,
monsieur Daumier, donde todas las noches tuvo un puesto de honor, vinos del
Rhône y de Chinon, cosecha soberbia de 1903, la orquesta de cámara
desde la tarde en el proscenio del comedor estucado de guarniciones frutales,
los imponentes bodegones flamencos en los paneles tapizados de rica seda florentina
y las arañas de cristal de Bohème que multiplicaban en sus guindajos
se esplendor ebúrneo, el discreto tráfago femenino, sartas de
perlas de Bassora cayendo entre los rizos sobre las frentes marmóreas,
un golpe mágico y distraído de los abanicos en los labios para
invitar al flirt ..." (22).
Y en la página siguiente:
luego el puerto de Colón en Panamá, las grúas de las
obras del canal contra el cielo de pizarra, los campamentos que bullían
de razas, chinos y negros en mezcolanza, mosquitos incubados en las miasmas,
calor de brea y olor a creosota, toilet-rooms para blancos y para negros por
aparte: el progreso yanki, la sabiduría aséptica. Y finalmente
los horrores del Pacific Mail (23 - El Pacific Mail es el buque en el cual
Darío está viajando en este momento, sin las comodidades del
otro).
Esta yuxtaposición concuerda con el escepticismo de
los modernistas de la primera generación horrorizados por los procesos
de desintegración tanto personal como social traídos por la modernidad.
A esto se yuxtaponen lo eterno, un mundo de cultura y orden fuera del tiempo,
de la Grecia clásica que les proveyó a los modernistas una morada
cultural. Más adelante en la narrativa, se presenta la misma yuxtaposición
de otra manera. Mientras escribe en los abanicos de las mujeres en la fiesta
de despedida, Darío les cuenta de las invenciones europeas en exhibición
en la Feria Universal de París en 1900. Luego, el narrador hace desfilar
en la mente de su Darío una serie de imágenes contrastantes de
América Latina. La escena resalta la irrealidad suscitada por la distancia
entre el mundo desarrollado y América Latina:
Invenciones de la edad veloz, frente a aquellas otras, fabricadas para mitigar
la desolación en las comarcas del olvido... recuerda su primer viaje
a Chile en junio de 1886, el puerto de Chimbote en la costa árida del
Perú donde nunca llueve, las casa de la ribera adornadas con bambalinas
y telones que simulaban arboledas y boscajes, una bizarra escenografía
teatral... (127).
Y este contraste tan perverso y llamativo, entre la cultura
de abundancia y refinamiento accesible a la burguesía y el mundo de degradación
que es la suerte de la gente pobre, sostiene el proyecto revolucionario de Sandino
y más tarde los sandinistas de los setenta.
Pero el Darío ficcional vehicula otro discurso también: la desmitificación
de las figuras nacionales. Cuando los contertulios discuten un evento en el
cual el Darío ficcional se encuentra en la cama con una mujer, es ocasión
para burlarse no sólo de la imagen intachable del héroe nacional,
ya impotente por el alcoholismo que se ha apoderado de su cuerpo, sino también
del proceso mismo de escribir historia:
Todo es correcto dice el Capitán Prío. Había
en el aposento una cama de hierro negro, con su baldaquín. Y el incienso
y la mirra se ponían en pebeteros para ahuyentar los zancudos.
El dedo manchado de sangre, me parece de muy mal gusto dice el
orfebre Segismundo. ¿No puede quitar eso, mi querido poeta?
¿Cómo se le ocurre que voy a alterar los hechos históricos?
le dice Rigoberto.
Sí, mejor quitarlo. Y peor si es sangre menstrual, como asegura
Eulalia en la última escena dice Norberto.
¿Qué escena? No se trata de ninguna escena dice
Rigoberto. ¿Acaso es teatro? (101).
Pero en todo esto, y hacemos hincapié, no se ve una desconstrucción
de Darío, afirmación que concuerda con la opinión del propio
autor. Dijo en una entrevista que su propósito no fue el de "tumbar
la imagen" de Darío, sino rescatar lo esencial del "hombre
de carne y hueso": "Debo decir que siempre me ha interesado el lado
oculto de los personajes de la historia. Por lo general, uno tiende a reducir
al personaje público a la efigie de los billetes de banco, de las estampillas
de correo o de las estatuas..." (Ramírez, 1998b). Parece haber en
esta cita una crítica codificada de la complicidad del pueblo mismo al
elevar a las figuras nacionales a un estatus exagerado, algo que se comprueba
con el desdén con el cual el Darío ficcional mismo insulta y se
mofa de las adulaciones exageradas de sus admiradores. Cuando el barco en el
cual viaja Darío atraca en el puerto, el poeta es bajado en una jaula
al muelle:
Las mujeres le disparan puñados de flores que rebotan en los barrotes
antes de caer al agua. El sabio Debayle logra atrapar la jaula en unas de
sus vueltas, y destrabando el cerrojo lo ayuda a resbalar por la borda de
la barca capitana. Las flores encuentran ahora su blanco y lo golpean, tersas
y leves, en el pecho y en la barba (20).
Se ve en el acto todo un ritual idólatra. Es una danza
para dos, una dialéctica si se quiere, entre el pueblo y la persona mitificada:
ambos se necesitan. Tampoco hay una desconstrucción de Somoza. ¿Cómo
se va a desconstruir a un hombre que era falso desde el principio y que no logró
engañar a nadie, sino que tuvo que recurrir a poderes dictatoriales para
mantenerse en el poder? No hay necesidad de desconstruir lo ya desconstruido.
Más bien Ramírez trata de presentarlo como un producto "natural"
del ambiente socio-político e histórico de la Nicaragua del siglo
XX. Pero sí, las deudas se pagan y hay una suerte de venganza de Darío
sobre Somoza: un desplazamiento metonímico de la presencia de Darío
a tanto Quirón, el mudo en el cual Darío ficcional inspira el
amor por la poesía y que jugará un papel en el asesinato del tirano,
como a Margarita Debayle a través del poema que le escribió Darío
en su abanico. La presencia de Margarita en la novela, más allá
de la fase de su niñez, es nula, pero su bella juventud simboliza la
esperanza y funciona como contrapeso a la trayectoria de la arpía de
su hermana, casada con el dictador. Así se revelan las dos caras de un
mismo país: la belleza y la fealdad, la esperanza y el fracaso, la creatividad
y la destrucción. En fin, ambas figuras nacionales, Darío y Somoza,
son víctimas de sus propios mitos. Empiezan a remedar sus propias imágenes
míticas hasta no ser capaces, aparentemente, de distinguirlas de la realidad,
y las consecuencias son trágicas: la destrucción de un poeta que
estaba todavía el la flor de su vida artística, y de la tragedia
del pueblo nicargüense bajo Somoza, ni hablar.
¿Pero entonces, cómo podemos conciliar la afirmación
según la cual Margarita presenta elementos trágicos con
la fuerte dosis de humor a través de la novela? Cuando los contertulios
se mofan del sargento que les revisa los papeles, el resultado es hilarante:
Predico por toda la selva de Chamalecón, desde San Juan de Ulúa
hasta Chaltenango. Por penitencia, sólo me alimento de miel silvestre.
¿Miel silvestre? Yo te siento tufo a guaro le dijo el sargento
Domitilo Paniagua, olisqueándolo.
Miel silvestre fermentada dijo Rigoberto (77).
Tengo una cría de zopilotes de raza, que son caros dijo
Cordelio. Además, de la miel silvestre, me gusta comer zopilote.
Eso sí es una gran cochinada dijo el sargento Domitilo
Paniagua, poniendo cara de asco.
Si uno deja que los zopilotes coman animales muertos, sargento. Pero
si uno los cría desde chiquitos, y les da su maicito en el piquito,
es una carne muy aseada Dijo Cordelio (81).
Al contrario de Got seif de Cuin!, en Margarita el humor se restringe a las digresiones de la narrativa, más que a los
sucesos principales: por ejemplo, las conversaciones entre los miembros del
grupo de teatro, las descripciones de las borracheras de Darío y los
recuerdos de miembros del complot cuando discuten la biografía de Darío.
Es decir, esas porciones de la novela sirven como un alivio o descanso de la
acción principal. En Got seif de Cuin!, el humor brota de los
momentos más decisivos en el transcurrir de la historia nacional e incluso
de la pomposidad del protagonista central, don Enrique. El humor en Margarita,
en contraste, es más verde y más visceral: las funciones del cuerpo,
la fornicación, la descripción de la operación para sacarle
el cerebro a Darío, la operación para cambiarle el sexo a La Caimana,
la situación cómica de un Darío ya impotente en la cama
con una mujer, y así sucesivamente. Se puede conciliar este humor con
el marco trágico de la misma manera como lo hace Cien años
de soledad. La visión que se desprende de Cien años es trágica y una versión pesimista de la historia: Macondo es
un pueblo destinado a desaparecer de la tierra. El humor, entonces, funciona
para distanciar a García Márquez de esta tragedia, verla como
una historia inauténtica, risible, tragicómica en comparación
con la Revolución Cubana que acababa de demostrar, en la época
cuando García Márquez la estaba escribiendo, que era posible que
una nación latinoamericana hiciera frente al imperialismo norteamericano.
Pero Margarita fue escrita en otra época, después de la
derrota electoral de los sandinistas, después de la ruptura entre los
sandinistas mismos, y la subsiguiente entrega del país a las corporaciones
multinacionales, el FMI y los ajustes financieros, como Ramírez mismo
ha señalado en sus entrevistas. Entonces para el autor (y para el lector),
el saldo histórico para Nicaragua es más amargo todavía.
algo que se refleja en la escena grotesca de doble sentido al final del relato.
Después de la captura de los miembros del complot y la castración
de Rigoberto López, el autor del atentado contra Somoza, entra Quirón
a robar el frasco que contiene los testículos. Quirón provee un
lazo con Darío y la inspiración artística y así
con la esperanza de un renacer de Nicaragua, de lo mejor del país: cuando
era niño, Darío le tomó la cabeza en las manos y supuestamente
le traspasó "el numen de las musas" (32), hecho que lo convirtió
en aficionado perdido de la poesía, igual que Rigoberto López.
Es Quirón que rescata el cerebro de Darío. Más tarde, se
vuelve mudo después de recibir una golpiza dura por parte de los marinos
norteamericanos por haber atestiguado en su contra después de que éstos
habían violado a unas jóvenes después de una borrachera.
Termina trabajando en un prostíbulo y de hecho guarda la pistola que
pondría fin a la vida del tirano. Después de robar el frasco con
los testículos huye
a galope por las largas cuadras de puertas cerradas... contra su pecho la
medusa de los testículos, otra medusa como aquella otra de hace tiempo,
que se mueve, despierta, animosa ... hacia el prostíbulo desierto,
hacia la fuente de noche y de olvido, hacia la nada (369).
Sugerimos que este acto de Quirón deja al lector con
por lo menos dos desenlaces simbólicos posibles: Quirón mantendrá
intacto el hilo conductor de rebelión, memoria y esperanza que va desde
Darío, pasando por Sandino y Rigoberto Pérez y, por qué
no, Ramírez mismo, a través de los dos "amuletos" el
cerebro de Darío (la inteligencia) y los testículos de Rigoberto
López (el valor/el poder regenerador) o este acto simboliza la
continua obsesión del pueblo con los grandes mitos nacionales, las figuras
carismáticas? De hecho la novela es muy abierta y se presta a una multitud
de interpretaciones. Sin embargo, la oración final es sumamente pesimista:
"hacia el prostíbulo desierto, hacia la fuente de noche y de olvido,
hacia la nada". Entonces, el que huye al final, ¿será el
autor mismo? La melancolía es palpable.
Conclusión
Las dos obras analizadas tienen tanto en común con el
llamado "post-boom" y la relativización y la carnavalización
de la historia nacional, como con las obras del "boom" y la preocupación
con la historia e identidad nacionales. Pero difícilmente podemos clasificar
las obras dentro de una problemática postestructuralista y la relativización
exagerada de todo conocimiento. Al contrario de otros teóricos de la
nueva novela histórica, vemos este cambio de enfoque o esta nueva actitud
hacia la historia nacional menos como un reflejo del impacto del discurso postestructuralista
o postmodernista (como si los novelistas primero midieran los vientos teóricos
predominantes antes de escribir), que el resultado o el balance de dos siglos
de intentos fracasados al intentar fundar naciones igualitarias y democráticas.
Las novelas no cuestionan el progreso histórico en sí ni rechazan
la posibilidad de una verdad histórica, sino que se contentan con burlarse
de los eventos trágicómicos de la historia nacional suya como
manera de adaptarse a ella. Ambas novelas demuestran que una nación viene
a ser, no su propia visión de su destino, sino la suma de todo lo que
le ha acontecido en el camino hacia dicho destino utópico, nada más
ni nada menos. Como dice Ramírez: "Quizás nuestra identidad
latinoamericana esté en el hecho mismo de buscarla".
Recordemos que Margarita empieza con una cita de la
obra de teatro, Las aves, de Aristófanes, en la cual se proclama una
recompensa por el que mate al tirano Diágoras o al gorrionero cruel,
Filócrates. La intertextualidad con Margarita, está linda la
mar está cargada de paralelismos llamativos: la obra de Aristófanes
fue presentada por primera vez en 414AC en vísperas de una guerra ruinosa,
la Guerra del Peloponeso, la cual enfrentó a Esparta y Atenas por el
control sobre el mundo griego. Fue la guerra famosamente narrada por Tucídides,
la que eventualmente acabó con el imperio de Atenas. Las aves cuenta la historia de un ciudadano de Atenas, Peisetaerus, que busca un lugar
tranquilo donde vivir el resto de sus días. Para tal propósito,
decide crear un nuevo reino basado en la ética fraternal de las aves.
Al igual que Margarita, Las aves fusiona la tragedia y comedia y escenifica
la aspiración a una nueva y purificada Atenas, lejos de la política,
el militarismo, los oráculos falsos y el control de los dioses del Olimpo.
En este sentido es una alegoría apropiada para la dictadura somocista
y el deseo histórico del pueblo nicaragüense de fundar una cultura
democrática verdadera, un territorio soberano para contrarrestar una
historia de injusticia, explotación y sojuzgamiento. Desgraciadamente,
después de que las aves han derrocado a Zeus, Peisetaerus se convierte
en otro Zeus, otro tirano. Así la intertextualidad de Las aves refuerza
las intervenciones públicas de Ramírez: "Los mecanismos del poder
son siempre los mismos desde hace cinco mil años" (Ramírez 1998b).
Paradójicamente y a pesar de tales aseveraciones tan fatalistas y sombrías,
el autor nicaragüense reafirma su fe en un posible futuro mejor: "[N]o
debemos nunca dejar de volver los ojos a las arcadias perdidas, como anuncios
de las utopías del futuro. No podemos quedarnos sin utopías" (Sergio
Ramírez: 2001a). Y ésta es la situación en la cual nos
encontramos hoy en día: cómo mantener abiertos los caminos hacia
un futuro más igualitario en el contexto del decaimiento del impacto
de los proyectos izquierdistas emancipatorios. Refugiarse en la estética
es un consuelo, pero no una solución.
Y ustedes que vuelan con los alciones
Sobre el oleaje de las honduras,
Vengan a escuchar las últimas noticias,
Porque aquí reunimos a todas las tribus
De las aves de cuello largo.
Ya llegó un hombre viejo y sagaz,
de mente rebelde,
dedicado a hazañas novedosas.
Vengan a escuchar su plan.
Vengan, vengan, vengan.
(Aristophanes 1987: The Birds. Traducción mía de la
versión inglesa).
©Jeff Browitt
Bibliografía
- Aristophanes, 1987: The Birds, trans. A.H. Sommerstein, Warminster,
Wiltshire (Eng.): Aris & Phillips
- Menton, Seymour, 1993: La nueva novela histórica de la América
Latina, Austin: University of Texas Press
- Ramírez Mercado, Sergio, 2001a: "La operación perfecta", La
jornada, miércoles, 26 de septiembre
- __ 2001b: "La serpiente que se muerde la cola", Iberoamércia virtual,
enero http://www.lainsignia.org/2001/enero/ibe_065.htm
- __ 2000: "Reencuentro habanero con Sergio Ramírez", Casa de las
Américas, 219.
- __ 1999: Adiós muchachos. Una memoria de la revolución
sandinista, México, D.F.: Aguilar.
- __ 1998a: Margarita, está linda la mar, Madrid: Alfaguara
- __ 1998b: "Literatura y el lado oculto de la historia", Claudia Pérez
Salinas, revista virtual SIEMPRE, Sección Cultura, Número:
2353: Julio 23. www.m3w3.com.mx/SIEMPRE/2353/Cultura/Cultura3.html
- __ 1988: Castigo divino, La Habana: Casa de las Américas,
1988.
- __ 1987: Las armas del futuro, La Habana: Editorial Ciencias Sociales
- Ruiz Puga, David, 1995: ¡Got Seif de Cuin!, Guatemala: Nueva
Narrativa
- __ 2000: "Panorama del texto literario en Belice, de tiempos coloniales
a tiempos post-coloniales", Istmo 1, enero - junio.
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