Arturo Arias
¿Hacia
dónde nos dirigimos desde aquí?
Consecuencias teóricas de la actitud de Stoll para los estudios culturales
centroamericanos.
Universidad de Redlands
arturo_arias@redlands.edu
Notas*Obras
citadas
En este trabajo, empezaré por referirme a la manera
particular acerca de como la nueva defensa que hace David Stoll --en el artículo
titulado "La batalla de Rigoberta," publicado en el libro La controversia
en torno a Rigoberta Menchú (2001)--, acerca de su ya conocido y
controversial libro Rigoberta Menchú y todos los pobres de Guatemala, 1 no es sino la continuación de una obstinación por leerle a Menchú
"fuera de contexto" a un público estadounidense desinformado.
Es tan solo cuando reconectamos una lectura subalterna del texto de Menchú
con la problemática guatemalteca e insertamos ambas dentro de un contexto
histórico que podemos comprender lo que la voz de Menchú significa
para los estudios culturales latinoamericanos. De hecho, podemos reclamar que
la controversia en torno a Rigoberta Menchú no es acerca de lo que Menchú
dijo; eso no es sino un acto imaginario. En vez de ello, es más bien
una lesión (y lección) simbólica acerca de la falta de
voluntad de los intelectuales hegemónicos por escuchar efectivamente
a los subalternos. Por ello, quisiera concluir extrayendo lecciones de índole
teórica que emergen del mare magnum de la prsente controversia.
En "La batalla por Rigoberta" David Stoll afirma
que continúa fuertemente convencido de que la historia de Menchú
no es sino la versión de los hechos del Ejército Guerrillero de
los Pobres (EGP). Se inscribe así un prejuicio a priori dentro
de su estrategia retórica; que como mujer subalternizada, Menchú
podía ser fácilmente convencida de mimetizar la línea del
EGP con el mismo grado de inocencia con el cual su padre, Vicente Menchú,
mimetizó las consignas de los estudiantes en en la víspera de
su muerte entre las llamas que consumieron la embajada de España en Ciudad
Guatemala.2 Esta, por lo menos, es la manera como Stoll representa a Vicente
Menchú en su controvertido libro. En el artículo que ahora criticamos,
dice:
La historia que ella contó y que Elisabeth Burgos convirtió
en libro fue en vez, una respuesta a la pregunta: ¿Por qué debería
importarnos? ¿Otro conflicto distante en el cual gente que no conocemos
está siendo asesinada por razones que no comprendemos? (2001: 392;
mi traducción)3
En esta cita queda claro que los guatemaltecos, e incluso muchos
estadounidenses que no son blancos anglosajones, no pueden conectar con términos
imperiales tales como "importarnos" "conocemos" "comprendemos."
Son términos carentes de inclusividad, en los cuales todos aquellos para
quienes el guatemalteco no es "otro conflicto" sino uno trágicamente
cercano a nuestra experiencia, y ciertamente no es "distante," no
tienen cabida.4 Lo anterior pasaría, quizás, en un artículo
periodístico, pero es completamente inaceptable en una publicación
académica.
Dado que Stoll brinca de la cita a la cual hacemos referencia
a una pregunta retórica en donde se pregunta a sí mismo si la
versión de Menchú era la respuesta inevitable de todos los pobres
de Guatemala a los síntomas de opresión, podemos asumir con seguridad
que su interés radica más bien en minar la narrativa del EGP,
la cual él lee como diciendo que sí, que la violencia era la única
respuesta posible a décadas de dictadura militar, explotación,
opresión y discriminación en contra de la mayoría de los
ciudadanos de la nación. Es desde esta perspectiva que debemos leer su
crítica. Reitera las tesis que ya había presentado en su segundo
libro, Entre dos ejércitos (1993)5, en donde argumentaba que los
ixiles que apoyaron a los revolucionarios guatemaltecos a principios de los
ochentas lo hicieron porque quedaron atrapados enmedio del fuego entre las guerrillas
y el ejército, y no porque la violencia revolucionaria expresara la cólera
o las aspiraciones de su comunidad.6 En su artículo, Stoll lo presenta
así:
Si usted toma este libro (el de Menchú) en su sentido
literal, como el recuento de un testigo que observó los hechos narrados,
usted probablemente concluirá que la guerra de guerrillas en Guatemala
surgió de la necesidad de los campesinos por defenderse de condiciones
intolerables.
Debido a las diferentes historias que escuché de varios
campesinos, esto es lo que se convirtió en lo más importante
para mí: ¿Era la respuesta del Ejército Guerrillero de
los Pobres (EGP) al cual se unió Rigoberta, y cuya versión de
los hechos nos presentó en 1982, una respuesta inevitable de los pobres
a la opresión? ?Debería entenderse el conflicto primariamente
en términos sociales, como el resultado inevitable de siglos de opresión
sufrida por la población guatemalteca? ?O bien, es mejor explicarlo
a nivel político, como el resultado de decisiones particulares tomadas
por grupos particulares incluyendo el gobierno de los Estados Unidos, la oligarquía
guatemalteca, el ejército guatemalteco, y los grupos de oposición
que decidieron combatir de vuelta por medio de la guerrra de guerrillas? (2001:
393, mi traducción) 7
Este es un fragmento largo, complejo y contradictorio, así
que debemos examinarlo con cuidado. Primero, Stoll nos asegura que fue por medio
del testimonio de Menchú que los estadounidenses creyeron que la guerra
de guerrillas fue necesaria en nuestro país. Segundo, que fue la versión
del EGP la que reprodujo Menchú en su testimonio de 1982. Ya que reiterará
estos detalles más de una vez, agregando algunas páginas más
adelante que "la historia de Rigoberta fue la narrativa moral que simplificó
las complejidades del conflicto guatemalteco para atraer simpatía internacional"
(Stoll, 2001: 399),8 tenemos qué preguntarnos: ¿Son verdad estas
afirmaciones? En cuanto a la primera, me consta que los comités de solidaridad
en los Estados Unidos durante los ochentas no lo entendieron de esta manera.
Yo mismo fui uno de los conferencistas que realizó giras en los Estados
Unidos en 1983, 1984 y 1985. Ya sea que fueran éstas reuniones a puertas
cerradas, o bien abiertas al público y a la prensa en general, la simplista
posición política descrita por Stoll no fue nunca una que yo hubiera
defendido.9 Al contrario, siempre presenté un análisis que seguía
la línea de lo que yo mismo ya había publicado para esas fechas,
concretamente, que la crisis de finales de los setentas en Guatemala era el
resultado de un acelerado proceso de modernización, en vez del resultado
inevitable de siglos de opresión, como, por medio de sus preguntas retóricas,
Stoll implica que afirmaba el EGP.10
Al continuar leyendo el artículo del antropólogo
en defensa de su posición, descubrimos que repite los mismos recursos
retóricos, manipulando a sus lectores potenciales a entender la problemática
en términos de blanco y negro. Se pregunta si debemos entender la situación
de Guatemala social o políticamente. Esto implicaría que Menchú,
el EGP y la URNG organizaciones que Stoll funde en una sola, convenientemente
ignoraron las abundantes polémicas que se dieron entre las diferentes
organizaciones de izquierda tanto dentro como fuera de la URNG, y ofrecieron
tan sólo un análisis "social" de la crisis. En realidad,
el EGP no ofreció una explicación sociológica del conflicto
antes de 1984.11 Además,
los discursos politicos rara vez son monológicos.
Menos aún, en el caso de las heterogéneas organizaciones de izquierda
de Guatemala. Precisamente, cada organización revolucionaria cita diferentes
razones para justificar su propia existencia, hecho que es más revelador
acerca de la naturaleza de las organizaciones mismas que del conflicto como
tal. En este espíritu, también podemos preguntarnos: ¿Por
qué tenemos qué concederle a un estadounidense blanco, ignorante
de los debates íntimos o secretos, de los conflictos o disidencias dentro
de cada una de las organizaciones revolucionarias de este período, crédito
por explicar las implicaciones orgánicas de un conflicto político
entre guatemaltecos? Cuidado, no estoy cayendo en racismo al revés aquí.
Hay muchos estadounidenses distinguidos que han dedicado toda su vida al estudio
del conflicto político guatemalteco, y no los ubicaría en el mismo
plano que a David Stoll. Lo que me preocupa aquí, a cambio, son las consecuencias
de que Stoll manipule los hechos como si él estuviera colocado al nivel
más alto de arbitraje o autoridad sobre el tema, algo que ningún
otro experto norteamericano en la situación política del país
se ha atrevido a hacer.12
Es crucial tener en cuenta que el discurso de Menchú
no ha sido atacado porque ella es maya o guatemalteca, sino por ser pretendidamente
una militante del EGP; es decir, de una organización revolucionaria que,
dentro del marco occidentalista de la política, es considerada radical.
En otras palabras, el problema no es la etnicidad o bien la autenticidad étnica.
Más bien es que, al occidentalizarse, ella escogió un conjunto
de signos equivocado para insertarse dentro de un protocolo aceptable para los
Estados Unidos. Es decir, en vez de abrazar el capitalismo o bien el partido
republicano, Menchú escogió su otredad. Como esa otredad era el
espectro de los fantasmas "radical," "marxista,"
"guerrillero," "revolucionario" del cual abjuraban
los conservadores, su palabra quedó sujeta a un fuerte escrutinio, la
candidata perfecta para una "corrección de pensamiento."
El argumento fundamental de Stoll contra el EGP es que llevaron
la guerra al territorio maya. El se presenta indignadamente como el único
que ha afirmado que algunos mayas tenían reservas para incorporarse al
esfuerzo guerrillero, que las guerrillas fueron en muchos casos los primeros
hombres armados que visitaron aldeas mayas, o bien que la incorporación
a la guerrilla sólo creció como respuesta a la opresión
de esas mismas aldeas que los guerrilleros habían visitado. También
insinúa que la gente de izquierda intentó de alguna manera evitar
que esta historia saliera:
Mis libros son controvertidos porque... desafían la creencia de que
la insurgencia de finales de los setentas y principios de los ochentas fue
una reacción inevitable de los mayas a la opresión. Que los
mayas tuvieran sentimientos ambiguos sobre las guerrillas no es un descubrimiento
que yo haya hecho. Aunque el EGP era más fuerte en la región
de Rigoberta... una larga lista de etnógrafos... han tenido dudas acerca
de la profundidad del apoyo que el EGP recibía, como lo han tenido
también Yvon Le Bot (1995) y Carol Smith. (Stoll, 2001: 396) 13
En este fragmento, introduce una nota, la numero dos, luego
de su admisión de que no fuera él quien descubrió los sentimientos
contrariados de los mayas acerca de las guerrillas, y le atribuye parte del
descubrimiento a los artículos publicados por Víctor Montejo y
Duncan Earle en este mismo volumen, La controversia en torno a Rigoberta Menchú.
Esto sugiere desde luego que la información en estos artículos
es posterior a la publicación de su propio libro sobre Menchú,
y por lo tanto alude indirectamente a su propia originalidad, atribuyéndose
el crédito de manera indirecta.
Sin embargo, en su bibliografía en la página
409, los primeros artículos listados son míos, en español
de 1985, y en inglés de 1990.14 ¿Y, qué digo yo en esos
artículos? Que los mayas titubeaban acerca de su incorporación
al esfuerzo guerrillero, que las guerrillas fueron muchas veces los primeros
hombres armados que entraron a visitar muchas aldeas mayas, y que la incorporación
a la guerrilla sólo creció luego que la represión del ejército
comenzó en contra de aquellas aldeas visitadas por la guerrilla. Pero
esas ideas ni siquiera son mías, y yo cito mis propias fuentes en las
notas a mis artículos. Esas ideas habían venido siendo discutidas
en Guatemala desde principios de los setentas, y ya habían sido publicadas
tanto por Ricardo Falla como por Gustavo Porras en 1978, en la revista ECA.
Yo simplemente cité sus argumentos en mi artículo de 1985, originalmente
presentado en un encuentro organizado por FLACSO en San José, Costa Rica,
en 1983. Entre las cosas que allí menciono se incluyen las siguientes:
Esta información, como se indica en la nota al pie de
la página, proviene del Documento de Marzo de 1967 de Ricardo
Ramírez. Ricardo Ramírez se convirtió con el tiempo en
el comandante en jefe del EGP bajo el seudónimo de Rolando Morán,
y el documento en cuestión expresa la propia explicación de Ramírez
por el fracaso de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) en la primera mitad de
los sesentas. Había sido publicado en 1967, cerca de treinta años
antes de que Stoll expresara argumentos similares. En la misma página
de mi artículo, cito a Pedro Chamix explicando como "el nuevo concepto
de lucha de clases... dentro de la izquierda guatemalteca...fue el resultado,
por un lado, del análisis del fracaso del movimiento revolucionario (en
los años sesenta) y, por el otro, una consecuencia del debate acerca
de la problemática indígena a principios de los setentas"
(Arias, 1985: 72). Esta cita proviene de Polémica, una revista
social-demócrata editada en Costa Rica que le dedicó todo su número
de enero-febrero de 1982 a este tema, y de la cual cité extensivamente
en mi artículo. Ninguna de estas fuentes son reconocidas por Stoll, quien
lee español, a pesar de incluir mis propios artículos en su bibliografía.
En otras partes de este mismo artículo hablo de cómo
el movimiento maya empezó a conformarse a principios de los setentas,
como resultado de los esfuerzos organizativos de Acción Catolica en la
década previa, del acceso que muchos jóvenes mayas tuvieron al
sistema educativo en esos mismos años, y el crecimiento acelerado que
vivió el país en su conjunto durante los sesentas, que también
generó inflación y dislocó a los campesinos indígenas
al "semi-proletarizarse" (Arias, 1985: 78). Podríamos ahora
estar en desacuerdo con el tenor marxista del artículo, pero no podemos
ignorar los hechos.
Menciono también al referirme al alcalde ixil de Nebaj
Sebastián Guzmán, que la primera vez que un grupo de mayas fuera
acusado de "comunistas" en 1973, esta acusación provino de
otros mayas (Arias, 1985: 87),15 el resultado de que la comunidad maya, previamente
cerrada sobre sí, comenzaba a desarticularse en consecuencia del rápido
desarrollo de los sesentas. En la página 96 menciono cómo la violencia
en la región ixil fue iniciada por el EGP cuando ejecutó a Luis
Arenas, conocido como el "Tigre de Ixcán," el 7 de julio de
1975, y cómo la aldea vecina de Ilom celebró su ejecución
tocando marimba por dos días consecutivos.16 En las páginas 97
y 98 cito al padre Fidel Hernández de la orden del Sagrado Corazón,
diciendo que en febrero de 1979, 84 líderes del norte del Quiché,
región ixil, le pidieron armas para proteger al pueblo del ejército.
El trató de calmarlos ya que no todos los mayas se identificaban en ese
momento con la lucha armada, y agrego en la página 99 que muchos se estaban
alejando de la misma y moviéndose en dirección de organizaciones
marcadamente étnicas, proveyendo una lista de nombres de las organizaciones
de esta índole que se fundaron tan sólo en 1979.
Estas afirmaciones fueron reformuladas en 1990 al publicarse
en inglés este mismo artículo, en una versión más
sintética de la publicada en español, y que saliera en Guatemalan
Indians and the State, 1540 to 1988, editado por Carol Smith. En esta versión,
repito los hechos acerca de la modernización acelerada de los sesenta,
y cito un nuevo documento maya escrito por el colectivo Ja CAmabal Ib,
trabajo presentado a la Sub-Comisión para Minorías Etnicas de
Naciones Unidas en Ginebra, en agosto de 1984 (Arias, 1990: 232). Este documento
deja claro que la opción por la lucha armada de un segmento de la población
maya fue el resultado de una modernización acelerada y no de siglos de
estancamiento en condiciones de probreza. En esta versión, también
señalo claramente las raíces de la confrontación:
A finales de 1973, el Mercado Común Centramericano...fue
sobrecogido por una crisis monetaria.... Esto cortó muchos de los procesos
de desarrollo, cerrando así las posibilidades y expectativas que se habían
generado desde principios de los sesentas. El país una vez más
comenzó a polarizarse política y socialmente (Arias, 1990: 240).
Al aumentar las diferencias de clase entre las comunidades
(mayas), la crisis de valores se profundió y se volvió más
pronunciada. La estructura tradicional de autoridad fue básicamente minada...
...Se formaron (entre los mayas) grupos de estudios, con temas tales como
derechos campesinos y derechos de todos los ciudadanos guatemaltecos. Estudiaron
la constitución del país para saber lo que decía y contrastar
lo que estaba escrito con la realidad. Esto, a su vez, levantó el tema
de los derechos humanos, y las discusiones se volvieron más explícitamente
políticas. (Arias: 1990: 241)
En la versión en inglés agregué a su vez
la información acerca de los avances políticos de los mayas en
los sententas, con la elección de Tetzahuic Tohón como diputado
del departamento de Sololá, y Pedro Verona Cúmez de Chimaltenango
(Arias, 1990: 242), como prueba de cómo los mayas estaban quitándole
el control del poder local a los ladinos en los setentas. Esta información
proviene del artículo de Ricardo Falla de 1978 titulado "El movimiento
indígena," que aparece en la bibliografía del libro y no
fue citado en la versión original de 1985. Finalmente, volví a
referirme al argumento de Porras, al respecto de que la crisis revolucionaria
resultó de los esfuerzos modernizantes iniciados por el estado (Arias,
1990: 255-56).
El artículo de Porras desde luego que aparece también
en la bibliografía del libro, como todas mis otras fuentes. Entonces,
cuando Stoll pregunta retóricamente si no sería mejor explicar
políticamente la crisis revolucionaria en Guatemala, es para morirse
de risa. Por encima de lo que significa hacer tamaña afirmación,
está haciendo suyas conclusiones publicadas varias décadas antes
por académicos guatemaltecos, militantes, y críticos de la izquierda
desde la misma izquierda, como si todo esto fuera poco. Cuando afirma que "si
se le pudiera creer al EGP, los ixiles estaban tan oprimidos que no tenían
otra alternativa que unirse a la insurgencia"
(Stoll, 2001: 393-94),17 o bien que "los ixiles pre-EGP no estaban confrontando una represión
intensa. A pesar de los problemas con los patronos, estaban avanzando en el
control de los gobiernos locales frente a los ladinos"
(Stoll, 2001: 394),18 uno sólo puede concluir que, o bien está intentando desinformar
a sus lectores ignorantes al no reconocer fuentes guatemaltecas (que aparecen
en su bibliografía), o bien, se refiere a documentos del EGP que ninguno
de nosotros conocemos. Personalmente, nunca he visto un documento del EGP afirmando
que los ixiles estaban oprimidos. De hecho, el EGP sólo una vez publicó
un artículo oficial sobre la llamada "cuestión étnica."
Fue escrito por Mario Payeras pero publicado anónimamente en la revista
oficial de la organización, Compañero, en
1982.19 Todos
los otros documentos que tocan tangencialmente estos temas, o bien se refieren
a las consecuencias de la modernización acelerada, o bien explican en
términos militares que el inicio de operaciones en la selva del Ixcán
y luego el ascenso de las montañas hacia la región ixil no se
llevó a cabo para llevar la guerra a las aldeas mayas, sino por razones
de logística militar: era más fácil implantar columnas
guerrilleras y que éstas sobrevivieran y lograran construirse una base
de apoyo donde no existía mayor presencia militar "del enemigo."
Payeras menciona esto último de manera explicita en Los días
de la selva (1980). En este texto, el primer testimonio en salir de Guatemala
que cobrara fama internacional y ganara el premio Casa de las Américas,
Payeras, uno de los fundadores del EGP y durante esos años el número
dos en el mando de la organización, y miembro de la Comisión Ejecutiva
de la Dirección Nacional, traza los orígenes de la misma desde
su entrada a la selva del Ixcán de territorio mexicano el 19 de enero
de 1972. En el testimonio habla explícitamente de las primeras incursiones
en la selva del Ixcán, y detalla el debate que se desarrolló en
torno a la necesidad de entrar a las aldeas con armas por razones de propaganda
armada. Payeras también menciona la dificultad para reclutar mayas en
las primeras etapas de la
organización.20 En las
últimas páginas,
se refiere poéticamente al día en que la columna guerrillera logrará
por fin operar en territorio ixil.
Hemos, al argumentar nuestro caso, establecido una genealogía
en la cual el proto-EGP21 mismo, en voz de Ramírez, inicia una crítica
del paradigma revolucionario/ indígena en 1967. Este tema adquiere vuelo
y se convierte en todo un debate académico en la Universidad de San Carlos
a principios de los setentas, en el cual participaron importantes figuras tales
como Carlos Guzmán Bockler, Mario Solórzano Foppa y Severo Martínez.
El resultado del diálogo establecido por el debate llevó a repensar
la problemática indígena entre los intelectuales de izquierda.
Los debates en cuestión fueron publicados en el curso de los setentas,
varios de ellos en forma de libro.22 También fueron publicados artículos
sobre las movilizaciones indígenas como resultado de la modernización,
tanto por el jesuita Ricardo Falla como por Gustavo Porras en la revista ECA en 1978. Ese mismo año, Falla publicó Quiché Rebelde,
un libro que surgió de su tesis de doctorado y que problematiza todos
estos hechos en un sitio particular de la zona mencionada. Falla redactó
su tesis, dirigida por Richard N. Adams, en el departamento de antropología
de la Universidad de Texas en Austin. Al año siguiente, Carlos Cabarrús,
también sacerdote católico, publicó otro texto de igual
importancia, La cosmovisión kekchí en proceso de cambio.
La primera masacre en contra de una comunidad maya tuvo lugar en mayo de 1978
en Panzós, pueblo que no se encuentra en la zona ixil sino en territorio
Kekchí, región que no estaba organizada por el EGP en ese
momento. Para 1979, habían ya condicciones insurreccionales espontáneas
en todo el macizo montañoso noroccidental, zona maya, que condujeron
a nuevas masacres en dichas áreas. Un grupo de campesinos indígenas
ocupa la embajada de España para protestar las mismas, y es masacrado
el 31 de enero de 1980. Entre ellos se encontraba Vicente Menchú. A principios
de 1982, la revista Polémica le dedicó un número
entero al paradigma indígena/ revolucionario, y yo cité buena
parte de sus conclusiones en mi trabajo de 1983, publicado en español
en 1985, y luego retrabajado, reducido y publicado en inglés en 1990.
Por encima de todo esto, vasto material fue publicado en la segunda mitad de
los ochentas, incluyendo el boletín de Opinión Política,
y otros libros de Mario Payeras. Los noventas ofrecieron muchísimo más
material para analizar la naturaleza de la violencia política en Guatemala,
y los mecanismos de poder de gestión de la población maya.
Si hemos de creerle a la bibliografía de Stoll, el autor
estaba familiarizado con documentos escritos en español y publicados
desde los setentas. ¿Por qué, entonces, presenta su propio material
de la forma como lo hace? En su lectura reductiva, explota la ignorancia tradicional
que los estadounidenses tienen de Guatemala y le vende un fraude a un público
no especializado. Insinúa que Menchú pudiera ser todavía,
secretamente, miembro del EGP, que la izquierda todavía piensa como lo
hacía a principios de los ochentas, que ningún guatemalteco había
publicado o bien una crítica de la izquierda, o bien una serie de análisis
de las condiciones que llevaron a la guerra entre 1954 y 1980. De esta manera,
él puede reclamar que, a) desenmascaró a Menchú como miembro
del EGP; b) expuso la falsedad del EGP y, por extensión, de la estrategia
guerrillera de la URNG en su sentido más amplio; c) le explicó
tanto a los estadounidense como a los guatemaltecos (que, según él,
nunca entendieron su propia historia) en dónde se habían equivocado
estos últimos; y d) finalmente, y posiblemente lo que más saboreó,
probó que la representación de Menchú como icono de una
pobrecita mujer de color, elaborada por la propia izquierda intelectual de su
país, estaba equivocada.
Desafortunadamente, en su esquema no contó con otro
factor: que así como ni Menchú ni el EGP pueden esconder su pasado,
tampoco Stoll puede esconder la historia política de Guatemala, la historia
de la izquierda revolucionaria, y la larga lista de publicaciones que recoge
a ambas. Tal vez tampoco calculó que algunas personas que vivieron estos
hechos no como una aventura distante o exótica, sino como un compromiso
ético de su propia vida ( aún cuando con el tiempo descubrieran
que algunos de los caminos escogidos eran equivocados), y perdieron en el proceso
seres queridos, amigos cercanos, parientes, sus propias ilusiones y su juventud,
no verían con ninguna simpatía su cínica representación
de ellos mismos como izquierdistas de color exóticos e ineptos.
Para concluir, podríamos afirmar que la emergencia del
sujeto subalterno como un "igual" de los sujetos hegemónicos
es siempre un fenómeno ambivalente acompañado por
ansiedad.23 En una lectura como la ejemplificada por Stoll, vemos claramente este rechazo
del mundo hegemónico para escuchar los elementos contextuales e intertextuales
del intercambio comunicacinal, ya que su deseo consiste en la negación
llana y simple de la presencia del subalterno en su medio. Como resultado, la
discursividad de Menchú nunca es verdaderamente el problema. El escudo
interpretativo construido alrededor de su elocución desliza pérfidamente
el sentido de su enunciación hacia una voluntad de preservar el estereotipo
del subalterno como "foráneo" o "extranjero," a manera
de mejor remover su presencia de la zona hegemónica de comfort.
Estos términos enmarcan sus respuestas de tal manera
que las mismas quedan descalificadas a priori, ya que los sujetos hegemónicos
saben intuitivamente que toda habla es una exigencia verbalizada en contra de
sus propios intereses. Por lo tanto, lo que viene de la Otredad siempre será
un llamado que amenace con borrar el orden establecido por ellos. En términos
lacanianos, el deseo es un efecto perpetuo de la articulación simbólica.
Es esencialmente ex-céntrico, y es siempre insaciable. Por eso mismo,
tanto las necesidades del subalterno por ser escuchado, así como la necesidad
hegemónica de evacuar al subalterno de su comunidad imaginaria, nunca
pueden ser satisfechas. Lacan argumenta que esta problemática se termina
asociando no con el sujeto que pueda satisfacerla, sino más bien con
el que causa el malestar. En este caso, es Menchú quien termina fetichizada
como la causante del mal.
Las cortas genealogías que presenté en este trabajo,
hacen asimismo evidente que necesitaremos re-vistar más historiografía
latinoamericana en análisis contemporáneos. De hecho, una de las
lecciones de la controversia es la necesidad de incluir investigaciones latinoamericanas
en los trabajos norteamericanos, dada la singularidad de que la mayoría
de los investigadores sociales al norte del Río Bravo no suelen emplear
bibliografías producidas al sur, a la hora de presentar sus resultados.
¿Prejuicios o preconceptos acerca de su calidad, según trasnochadas
nociones positivistas de lo que es la ciencia? Quizás. Pero también
tenemos qué reconocer que en nuestros propios campos de trabajo, incluidos
los estudios culturales (entendiéndolos aquí en su ascepción
más amplia) también somos culpables de intentar una suerte de tabula rasa que suele ignorar siglos de investigación pacientemente
sopesada en español, y que se ha elaborado en la propia América
Latina, por una innumerable cantidad de predecesores. Esta actitud no sólo
puede tener connotaciones malinchistas o imperialistas, sino que también
ha contribuido a la realización de lecturas reductivas de la textualidad
latinoamericana, que a su vez han llevado a interpretaciones simplistas, que
ahora nos molestan porque son manifestadas por los enemigos de las propias posicionalidades
latinoamericanas. Finalmente, para mejor entender en una era de globalización
cómo los discursos subalternos operan simultáneamente en diferentes
planos y rompen las simetrías espaciales tradicionales, un análsis
a futuro tendrá también qué conceptualizar entre
otras cosas una serie de problemáticas que incluyen la cuestión
de la identidad, dentro de lo cual se enmarca el problema de la subalternidad
y del sujeto indígena; la cuestión del agenciamiento, o la gestión
de poder; la cuestión de la ubicación, sitios discursivos, translocalidades,
estrategias enunciativas, el problema de la performatividad, el de la autenticidad
y verdad, el efecto de verdad en la discursividad subalterna, las consecuentes
suturas en la representación, la relación de fuentes y efectos,
así como la normalización predicada sobre lo anómalo. Dentro
de todo este montaje conceptual, será necesario enfatizar tanto la naturaleza
de la migración guatemalteca a los Estados Unidos, así como la
problemática de cómo su creciente presencia de este lado de la
frontera, genera un nuevo entendimiento del fenómeno Menchú dentro
de este espacio topológico. En otras palabras, la investigación
por hacerse podría informarnos cómo la migración también
condiciona las lecturas norteamericanas de cierta textualidad subalterna, y
cómo ésta tiene implicaciones directas para la propia composición
demográfica y prácticas cotidianas de los propios Estados Unidos.
©Arturo Arias
Notas
Arriba
vuelve 1. El libro aun no ha
sido editado en español. El título original en inglés es Rigoberta Menchú and the Story of All Poor Guatemalans.
vuelve 2. Ver el capítulo
seis de Rigoberta Menchú and the Story of All Poor Guatemalans,
titulado "The Massacre at the Spanish Embassy." Sobra decir que Stoll
presenta una versión muy parcial de los trágicos hechos acaecidos
en Ciudad Guatemala el 31 de enero de 1980. En esa fecha fue quemada la embajada
de España en este país, muriendo 36 personas en el acto, y uno
más (torturado por fuerzas paramilitares) después.
vuelve 3. El inglés
original dice: "The story that she told and Elisabeth Burgos turned into
a book was instead an answer to the question: Why should we care? About another
far-off conflict in which people we dont know are being killed for reasons
we dont understand."
vuelve 4. En pocas palabras,
Stoll ratifica aquí una retórica monológica de exclusión,
un protocolo que vuelve todo dialogismo imposible. Mina la articulación
de cualquier posición subjetiva que no se reconozca dentro del marco
esencializante centrado en la mirada del hombre blanco estadounidense.
vuelve 5. Este libro tampoco
ha sido editado en español. El título original en inglés
es Between Two Armies in the Ixil Towns of Guatemala.
vuelve 6. Podemos asumir aquí
tentativamente que, molesto por la indiferente recepción que este libro
tuvo tanto entre académicos como entre el publico en general, Stoll disfrazó,
carnavalizó, las premisas expresadas en el mismo al apuntarle al testimonio
de Menchú. Sabía bien que éste sería un mecanismo
captador de atención que le garantizaría un público cautivo.
Contrario a lo que deseaba, sin embargo, el debate ulterior se centró
en torno a la veracidad de las palabras explícitas de Menchú,
en vez de en torno a la problemática que él consideraba clave.
vuelve 7. El inglés
original dice: "If you take the book (i.e., Menchú?s book) at face
value, as an eyewitness account, you will probably conclude that guerrilla warfare
in Guatemala grew out of peasants? need to defend themselves from intolerable
conditions.
Because of the different story I heard from many peasants, this is what became
the most important issue for me: Was the Guerrilla Army of the Poor (EGP) that
Rigoberta joined, and whose version of events she gave us in 1982, an inevitable
response by the poor to oppression? Should the conflict be understood primarily
in social terms, as the inevitable outcome of centuries of oppression suffered
by Guatemala?s indigenous population? Or is it better explained on the political
level, as the result of particular decisions made by particular groups including
the U.S. government, the Guatemalan oligarchy, the Guatemalan army, and the
opposition groups that decided to fight back with guerrilla warfare?"
vuelve 8. El inglés
original dice: "Rigobertas story was a moral narrative that simplified
the complexities of the Guatemalan conflict in order to engage foreign sympathies."
vuelve 9. Alguien podría
argumentar que otros conferenciastas invitados a los comités de solidaridad
de los Estados Unidos presentaron versiones más simplistas que las mías.
Esto sólo constituiría evidencia de que la línea internacional
de la URNG era contradictoria en el mejor de los casos, ciertamente inconsistente,
y que la abilidad de explicar la posición de cada una de las organizaciones
que la integraban quedaba en manos de personas heterogéneas con diferentes
trayectorias, niveles educativos, comprensión de la coyuntura, etc. Finalmente,
esto probaría que ningún conferencista se limitó a mimetizar
una explicación revolucionaria fija. Al contrario, ellos yellas interpretaron
su particular entendimiento de lo que sucedía en su país, basado
en circunstancias subjetivas por medio de las cuales ellos mismos participaban
en el conflicto (ya sea que fueran mayas, intelectuales de clase media, ricos,
pobres, etc.), así como en base a su capacidad para interpretar las necesidades
del propio público estadounidense.
vuelve 10. Evidencia de estas
conferencias sobrevive en recortes de prensa y en una larga entrevista publicada
por Jonathan Fried en 1984.
vuelve 11. Yo fui parte de
un grupo de compañeros que por diferencias de índole estratégico,
optamos con salir del EGP en enero de 1984. Tengo, por lo tanto, menos familiaridad
con las explicaciones de coyuntura que el EGP pudo ofrecer internacionalmente
posterior a esa fecha. Sin embargo, este hecho no debería afectar la
presente discusión, dado que Menchú está acusada de reproducir
la posición del EGP en enero de 1982 cuando el libro suyo fue grabado
originalmente. En ese momento, yo no sólo conocía íntimamente
la producción del EGP, sino que me encontraba en casa de Arturo Taracena
en París, sitio que compartíamos con Menchú mientras ella
grababa su historia en casa de Burgos-Debray.
vuelve 12. En este sentido,
la actitud de Stoll sólo es posible dentro de las tradicionales premisas
del discurso eurocéntrico empleado por académicos conservadores
en los Estados Unidos, para quienes "Maya" o "Guatemala"
no son sino exóticos tropos para denotar los límites del conocimiento
textual, la marginalidad de la marginalidad, esos hoyos negros en los límites
de la racionalidad donde el pretencioso patrioterismo cargado de complejos de
superioridad cuenta más que la investigación cuidadosa.
vuelve 13. El inglés
original dice: "My books are controversial because they... challenge the
assumption that the insurgency of the late 1970s and early 1980s was an inevitable
Mayan reaction to oppression. That Mayas had very mixed feelings about the guerrillas
is not a discovery made by myself. Although the EGP was stronger in Rigobertas
region...a string of ethnographers... have had doubts about the depth of its
support, as have Yvon Le Bot (1995) and Carol Smith."
vuelve 14. Shifts in Indian
Identity: Guatemala's Violent Transition to Modernity" en Carol Smith (ed.) Guatemalan Indians and the State, 1521 - 1988, Austin, University of
Texas Press, 1990, e "Historia del Movimiento Indígena en Guatemala,
1970-1983". Rafael Menjívar and Daniel Camacho, eds. Movimientos
Populares en America Central. San José: EDUCA, 1985.
vuelve 15. A mediados de
los noventas David Stoll me telefoneó a casa para confirmar este dato.
Yo le afirmé que el artículo titulado "Sebastián Guzmán,
principal de principales" que circuló anónimamente entre
las filas de la izquierda revolucionaria a principios de los ochentas fue escrito
por el padre Javier Gurriarán de la orden del Sagrado Corazón.
Stoll sospechaba que lo había escrito Mario Payeras, ya que encajaba
dentro de su plan de una vasta conspiración del EGP. Lamentó que
no le confirmara su sospecha. No le dije en esa ocasión que Marcie Mersky
me había contado personalmente que el padre Gurriarán le había
contado a ella cómo había escrito el artículo en cuestión.
vuelve 16. Beatriz Manz documenta
como el ejército entró poco después en la región
para combatir al EGP, asesinando a Rosa Aguayo, una maestra que militaba en
un grupo de jóvenes cristianos (Manz 77).
vuelve 17. En el inglés
original, "if the EGP was to be believed, the Ixils were so oppressed that
they had no choice but to join the insurgency."
vuelve 18. En el inglés
original, "the pre-EGP Ixils were not facing intense repression. Despite
patronal backlashes, they were regaining control of local government from ladinos."
vuelve 19. Compañero
5:17-26. Payeras mismo me ofreció esta información luego de su
ruptura con el EGP en 1984. Dos artículos importantes sobre la "cuestión
étnica" escritos por militantes del EGP polemizando con su propia
dirección nacional, también circularon en esta época. Son
"Etnia y clase en la revolución guatemalteca" (1981) de Manuela
Ocampo de la Paz, seudónimo de Mercedes Olivera, y "Guatemala: contrainsurgencia
y guerra de exterminio" (1982) de Aura Marina Arreola.
vuelve 20. Juguemos un poco
con mi nota. Stoll sí menciona a Payeras, pero exclusivamente en una
cita atribuida a Carol Smith a quien él está refutando: "Tanto
Payeras como Gaspar Ilóm... han discutido que tan dificil era reclutar
mayas... (397). El reconocimiento a la contribución de Payeras, sin embargo,
no se encuentra por ninguna parte. A pesar de que posteriormente criticara la
estrategia del EGP, ni siquiera sus libros posteriores tales como El trueno
en la ciudad (1987) o Los fusiles de octubre (1991) aparecen en la
bibliografía de Stoll.
vuelve 21. El EGP se llamó
de esta manera luego de la realización de la primera conferencia guerrillera
en 1974. Antes de eso, se le conoció tan sólo como Nueva Organización
Revolucionaria de Combate (NORC).
vuelve 22. Los más
destacados de entre ellos fueron La patria del criollo de Severo Martínez
Peláez, y Guatemala, una interpretación histórico-social de Carlos Guzmán Bockler y Jean-Loup Hebert. Ambos libros contribuyeron
decididamente a las posiciones de la izquierda revolucionaria en torno a la
"cuestión indigena."
vuelve 23. A este respecto,
ayudaría el examinar aquella vieja entrevista que Mijail Bajtín
le dio a la revista Novy Mir en 1970. En ella, decía:
In the realm of culture, outsideness is a most powerful factor in
understanding. It is only in the eyes of another culture that foreign
culture reveals itself fully and profoundly... A meaning only reveals its depths
once it has encountered and come into contact with another, foreign meaning:
They engage in a kind of dialogue, which surmounts the closedness and one-sidedness
of these particular meanings, these cultures. We raise new questions for a foreign
culture, ones that it did not raise itself; we seek answers to our own questions
in it; and the foreign culture responds to us by revealing to us its new aspects
and new semantic depths. Without ones own questions one cannot
creatively understand anything other or foreign (but, of course, the questions
must be serious and sincere). Such a dialogic encounter of two cultures does
not result in merging or mixing. Each retains its own unity and open totality,
but they are mutually enriched. (7)
Me preocupan de esto dos aspectos. Primero, la cláusula en paréntesis:
¿Fueron las preguntas lanzadas contra Menchú "serious and sincere"?
Y si no, ¿por qué no? Segundo, la problemática del contacto
y sus implicaciones, dada su relación con el concepto de poder en un mundo
pluricultural.
Obras citadas
- Anonónimo, 1982: "La problemática étnico-nacional
en Guatemala", en Compañero 5:17-26.
- Arias, Arturo, 1985: "El movimiento indígena en Guatemala: 1970-1983",
en Movimientos populares en Centroamérica, ed. Rafael Menjívar
and Daniel Camacho. San José: EDUCA.
- Arias, Arturo, 1990: "Shifts in Indian Identity: Guatemala's Violent
Transition to Modernity", en Guatemalan Indians and the State, 1521
- 1988, ed. Carol Smith. Austin: U of Texas P.
- Arias, Arturo, 2001: The Rigoberta Menchú Controversy. Minneapolis:
U of Minnesota P.
- Burgos-Debray, Elisabeth, 1983: Me llamo Rigoberta Menchú y así
me nació la conciencia. La Habana: Casa de las Américas.
- Cabarrús, Carlos Rafael, 1979: La cosmovisión kekchi
en proceso de cambio. San Salvador: UCA Editores.
- Carmack, Robert M., 1988: "The Story of Santa Cruz Quiché", Harvest of Violence: The Maya Indians and the Guatemalan Crisis, ed.
Robert M. Carmack. U of Oklahoma P.
- Chamix, Pedro, 1982: "La importancia revolucionaria de conocer los
movimientos indígenas", Polémica 3: 47-57.
- Falla, Ricardo, 1978: Quiché Rebelde: Estudio de un movimiento
de conversión religiosa, rebelde a las creencias tradicionales en San
Antonio Ilotenango. Guatemala: Editorial Universitaria de Guatemala.
- Falla, Ricardo, 1978: "El movimiento indígena", ECA 353: 438-461.
- Guzmán Bockler, Carlos y Herbert, Jean-Loup, 1970: Guatemala:
una interpretación histórico-social. Mexico: Siglo XXI.
- Ja Camabal Ib., 1984: "La primera gran confrontación:
El movimiento campesino indígena del altiplano guatemalteco",
análisis presentado a la sub-comisión de minorías étnicas
de Naciones Unidas. Ginebra.
- Jonas, Susanne, 1991: The Battle for Guatemala: Rebels, Death Squads,
and U.S. Power. Boulder: Westview Press.
- Martínez Peláez, Severo, 1971: La patria del criollo: ensayo
de interpretación de la realidad colonial guatemalteca. Guatemala:
Editorial Universitaria.
- Payeras, Mario, 1980: Los días de la selva. La Habana: Casa
de las Américas.
- Payeras, Mario, 1987: El trueno en la ciudad: Episodios de la lucha armada
urbana de 1981 en Guatemala. Mexico D.F.: Juan Pablos.
- Payeras, Mario, 1991: Los fusiles de octubre. Mexico D.F.: Juan Pablos.
- Porras, Gustavo, 1978: "Guatemala: La profundización de las
relaciones capitalistas", ECA 353:374-406.
- Ramírez, Ricardo, 1967: Documento de marzo de 1967. Guatemala
City. Mimeo.
- Solórzano Foppa, Mario, 1982: "El nacionalismo indígena:
una ideología burguesa", en Polémica 3: 44-46.
- Stoll, David, 1993: Between Two Armies in the Ixil Towns of Guatemala.
New York: Columbia UP.
- Stoll, David, 1998: Rigoberta Menchú and the Story of all Poor
Guatemalans. Boulder: Westview.
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