José Eduardo
Serrato Córdova
Luis Cardoza y la escuela mexicana de pintura:
la querella con los muralistas
Universidad Nacional Autónoma de México
jesc@servidor.unam.mx
Notas *Obras
citadas
En 1948, Luis Cardoza y Aragón publicó en la
revista México en el Arte1 el ensayo "Nuevas notas sobre
David Alfaro Siqueiros" (1948a), artículo que motivó que
el pintor respondiera, en la misma publicación, con el escrito "La
crítica del arte como pretexto literario, o el monóculo del artepurismo
de París en México" (Alfaro: 1948). La querella se originó
porque Cardoza en su texto criticó la vigencia del muralismo como "arte
para el pueblo" y consideró que la obra de Rufino Tamayo estaba
al nivel de la de Orozco, Siqueiros y Rivera. Siqueiros, ofendido en su integridad
muralista y marxista, respondió como sólo un coronelazo podría
hacerlo. Lo que a continuación relato es la historia de esta disputa.
Los antecedentes de las diferencias entre Cardoza y Siqueiros
los podemos rastrear en dos obras del guatemalteco, La nube y el reloj (1938) y los ensayos reunidos en el volumen Apolo y Coatlicue. Ensayos
mexicanos de espina y flor (1944). Cardoza en estas obras entronca con la
escritura y la estética de los ensayos sobre crítica del arte
que tanto Xavier Villaurrutia como Jorge Cuesta habían publicado en diversas
revistas. En las dos obras arriba mencionadas Cardoza se propuso describir e
interpretar lo esencial del arte mexicano. Cardoza encuentra que la plástica
nacional está animada por un espíritu indígena:
Qué espectáculo nos han dado algunos europeos, ignorantes a
fuerza de erudición, al acercarse con una tradición rígida,
de la letra y no del espíritu (indígena de tal nombre), al mundo
primitivo de Anáhuac o a lo contemporáneo, precisamente a lo
mejor del México de hoy, animado no por una academia de lo precortesiano,
sino por una pasión y concepción semejantes.
[...]Debemos ver lo americano en las expresiones ajenas a la imitación
europea, o por sus afirmaciones aun dentro de tal imitación. (1944:
48)
La intención de Cardoza en todo el volumen es revalorizar
el sustrato indígena en el arte mexicano, actitud que muchas veces cae
en el exceso mexicanista o incluso en la simplicidad del folclorismo. Lo que
importa es que Cardoza por su actitud y sinceridad crítica comete un
grave desacato para los ojos de los zares del muralismo, Siqueiros y Rivera.
Incorpora a la escuela mexicana de pintura, como una de sus figuras destacadas
a Rufino Tamayo. Esto sucedió en 1944, para 1948 las cosas se empiezan
a poner color de hormiga. Cardoza desde el libro La nube y el reloj había
señalado que la crítica del arte en México no era más
que un ejercicio de la complacencia y el elogio gratuito y señaló
la necesidad de escribir una crítica rigurosa que se sustentara en un
sólido conocimiento del arte universal. Fiel a esta consigna escribe
el artículo "Rufino Tamayo. Un nuevo ciclo de la pintura de México"
(Cardoza, 1948b), en donde comete varias herejías. La primera es poner
al lado de los tres muralista supremos a Tamayo, que ni siquiera hablo
de 1948 era muralista. Las otras, más graves, tienen que ver con
su opinión sobre el agotamiento de la escuela muralista y con la actitud
estética de David Alfaro Siqueiros. Sobre este último, el guatemalteco
escribió que:
Es indispensable que se sepa dentro y fuera de México, ahora que la
pintura mural ha empezado a cerrar su ciclo y que no se percibe posibilidad
de superación entre sus grandes artistas, que una nueva creación,
no sólo diferente sino opuesta, se ha abierto camino y continúa
la tradición de la mejor manera: no tal postrera marejada de un movimiento,
como séquito moribundo que marcha por inercia, sino como fuerza nueva
y potente, animada y dirigida por sus propias alas. (Cardoza, 1983: 101)
Lo que Cardoza postula y ofende al pintor, no es tanto el posible
agotamiento del muralismo, sino el surgimiento de un nuevo movimiento independiente
del muralismo, encabezado por Tamayo y que implica también un camino
ideológicamente diferente, en cuanto a sus postulados ideológicos,
al de Siqueiros. Cardoza desarrolla su idea de que la pintura debe buscar nuevas
formas y alejarse del catecismo social, porque: "Los límites de
tal orientación son patentes cuando, con rigidez que no puede ocultar
ni la más brillante dialéctica, quiere erigirse en infalible norma,
cerrando la ruta a algo más revolucionario y, por ende, eternamente válido:
la búsqueda y constante investigación de la verdad" (1948a:
s/p). Y en este nuevo camino, diverso y revolucionario, no sólo se encuentra
Tamayo, también están Leopoldo Méndez, Alfredo Zalce, José
Chávez Morado y Raúl Anguiano, pero, remata Cardoza, lo nuevo,
lo diferente, opuesto a la pintura mural es el arte de Rufino Tamayo.
Una vez definido el nuevo arte plástico mexicano, Cardoza
hace un round de sombra con el marxismo de Siqueiros. El guatemalteco
es preciso en su crítica, Siqueiros es un gran artista, tan grande como
Orozco, pero como teórico de la plástica está confundido
y su interpretación del arte es limitada, y sus limitaciones y confusiones
provienen de la misma fuente, considerar al marxismo como un sistema y no tomarlo
como un método. Califica que la supuesta teoría del arte revolucionario
de Siqueiros es sólo una forma de "arcadismo", que según
el comunista italiano Elio Vittorini es una forma conformista del arte que raya
en lo conservador. Cardoza acusa a Siqueiros, y de refilón a Rivera,
de tomar la revolución mexicana y sus poses marxistas como una retórica
vacía de significado verdaderamente revolucionario:
Cuando pintan dentro de tal clima -clima perfectamente artificial- hacen
lirismo o 'arcadismo' y, sobre todo, pintan lo que no existe, fantasía
o aspiraciones secretas: hacen mal surrealismo, como pésimo surrealismo
es, y no marxismo, exigir la persistencia de una obra en ambiente que ya ni
existe, porque han cambiado radicalmente las condiciones históricas.
(1983: 104)
Cardoza, en octubre del mismo año, 1948, lanza otro
golpe en su artículo "Nuevas notas sobre Alfaro Siqueiros".
En este nuevo ensayo acusa al muralismo de tradicionalista y conservador. Sus
primeras líneas empiezan así: "En sus caracteres intrínsecos,
la pintura mexicana contemporánea es conservadora, no sólo la
mural, la de temática revolucionaria, la de temática política,
sino el resto de ella" (1948a, s/p). De Siqueiros dice: "Es desigual
tanto o más que Orozco, que oscila a veces con increíble amplitud.
En ocasiones es un descubridor de mediterráneos y un espíritu
dogmático, cerrado dentro de su doctrina política y su correspondiente
artística, de tal manera cerrado, que nos parece un 'mocho'
de su pasión" (1948a, s/p). Pero Cardoza va más allá.
Le dice a Siqueiros que lo realmente valioso de su obra está en sus cuadros
de caballete y no en su proyectos monumentales recordemos que estamos
en 1948, y que Siqueiros pintaría sus grandes murales posteriormente.
Sus nuevos materiales no se comparan con lo que ha logrado con el óleo,
continúa Cardoza, para qué seguir con la mentira de que el muralismo
es un arte para el pueblo. La gente ni siquiera mira las pinturas en las calles,
y mucho menos los murales han contribuido al mejoramiento del gusto estético
del pueblo, prueba de ello es que muchos identifican con facilidad la arquitectura
del Empire State pero ni siquiera saben donde está Uxmal. Es más,
dentro de pocos años, el muralismo tendrá que pelear el espacio
urbano con los anuncios de Coca-Cola y perderá su efecto estético.
Cardoza le recomienda a Siqueiros que siga con los cuadros de caballete, que
con ellos sí podrá llegar al pueblo, pues con los nuevos medios
de reproducción mecánica llegará el momento en que en el
hogar más humilde, en lugar de colgar de la pared un rústico almanaque,
el obrero o el campesino tendrá una reproducción fiel de algún
cuadro de Siqueiros, Tamayo o Modigliani.
Naturalmente, el coronelazo montó en cólera.
Alfaro Siquieros contesta en el mismo número de México en el
Arte con el ensayo "La crítica del arte como pretexto literario,
o el monóculo del artepurismo de París en México"
(1948). El pintor en su ira se pelea no sólo con Cardoza sino que arremete
contra los ensayos de Xavier Villaurrutia y la pintura de Rufino Tamayo y Carlos
Mérida. La acusación más grave de Siqueiros a los dos poetas
es la de formalistas subordinados a la escuela de París. Nótese
que ya por lo menos no se ataca a los poetas relacionados con la revista Contemporáneos con la recriminación machista de los años veinte a la manera estridentista.
Siqueiros critica concretamente tres ensayos de Cardoza, La
nube y el reloj (1938), Ensayos de espina y flor (1940) y "Rufino
Tamayo. Un nuevo ciclo de la pintura mexicana", publicado en Cuadernos
Americanos en agosto de 1948. A Villaurrutia le comenta sarcásticamente
los excesos líricos de su artículo "Rufino Tamayo",
publicado en el número 2 de México en el Arte del mismo
año de 1948. Los lirismo críticos de ambos poetas los hace pedazos,
aunque hay que aclarar que no hay mucho que defender porque Cardoza tiraba metáforas
a discreción. Muchas daban en el blanco y muchas erraban de manera penosa.
Van dos ejemplos. En su escrito sobre Tamayo, Cardoza tiene la mala ocurrencia
de comparar la pintura del oaxaqueño con la poesía de Federico
García Lorca y concluir que la nueva pintura es como las "...alas
y espumas reverberantes en Matisse con la sutilísima gracia decorativa;
pie firme y tezontle o jade en Tamayo con exquisita fortaleza plástica[...]"
para rematar con un sublime "pensamos que la mejor pintura francesa de
nuestros días asoma [en la pintura de Tamayo] como una flor entre los
labios de un ídolo" (1948b: s/p). Naturalmente, el coronelazo fue
implacable con estas metáforas. Acusa a Cardoza y a Villaurrutia de no
saber ni siquiera la diferencia entre lo que es un fresco y un mural2 y de no
saber lo más elemental de los nuevos materiales con que se hace la pintura
monumental contemporánea y de suplir su ignorancia con frases poco afortunadas.
Por ejemplo, a Villaurritia no lo baja de ignorante emocionado:
Villaurrutia en su antes referido artículo de México en
el Arte [dice]: 'Mallarmé decía, justamente, que los
poemas no se hacen con ideas sino con ... palabras'. ¿Y
por qué no [preguta Siqueiros] también la crítica del
arte, la crítica sobre pintura? He ahí su filosofía estética,
su ética social en el campo del arte y su método crítico.
¡Para juzgar la belleza funcional de un exquisito sombrero de dama no
hace falta gran profundidad!; ¡basta con la emoción estética!
Y, ¿qué otra cosa son el arte ligero y los bibelots plásticos
de las tendencias formalistas de París? Muy diferente, desde luego,
tiene que ser el fondo del juicio funcional de una obra también funcional
de escala social, de escala griega, de escala bizantina, de escala gótica,
de escala pre-hispánica de América, de escala Renacentista...
esto es, de la escala plástico-integral que el movimiento funcionalista
o nuevo realista de México -aunque aún en el período
de los traspiés infantiles- le está entregando al mundo moderno.
(Alfaro 1948: s/p)
A las ideas de Cardoza y Villaurrutia contrapone su teoría
estética denominada, "funcionalismo o los embriones de un nuevo
realismo en México ", que es consecuencia, continuación
y defensa del mercado pictórico que abriera el muralismo y que Siqueiros
y Rivera explotaran tan exquisitamente. A la aseveración de Cardoza respecto
a que el muralismo es una corriente conservadora y un tanto agotada, el pintor
responde que por el contrario, el muralismo está a penas en sus inicios
y que incluso los extranjeros llaman a los artistas para pintar alguna obra
o dictar cursos. Y concluye: "[...] no me cabe la menor duda de que nuestra
práctica mexicana en la vía de un funcionalismo y nuevo-realismo
en el arte de la pintura, puede llegar a ser magnífico elemento complementario
a los exactos conceptos soviéticos sobre realismo socialista "
(Alfaro 1948: s/p).
Para acabar su réplica, por supuesto Siqueiros excomulga del marxismo
científico a Cardoza y le pide que si quiere hacer una verdadera crítica
de arte, se ponga a la altura de las obras: "De todas maneras, lo que los
pintores necesitamos y reclamamos de nuestros 'inspectores y guía
teóricos', del campo de la crítica del arte, es que nos digan
con términos de herrero, cuando se habla de herrería, cómo
se forja tal o cual metal... con mayor o menor refinamiento" (Alfaro 1948:
s/p).
Si revisamos la crítica de Cardoza sobre el muralismo
notamos que el poeta afina su puntería y mejora tanto su lirismo crítico
como su aparato histórico. Lo que nunca acepta es hacer de su crítica
un "sistema" como le reclama Siqueiros. La querella entre Cardoza
y el muralismo desembocará en septiembre de 1949 cuando Diego Rivera
en el Congreso de Partidarios por la Paz lo acusa de ser agente del imperialismo.
La acusación no pasó de ser un alarde más de Rivera y Siqueiros.
Incluso Pablo Neruda en carta enviada el 23 de noviembre de 1949, le comenta
a Luis Cardoza que no se preocupe, que los comunistas mexicanos son así
y que lo apoya de manera personal, pero que acatará la decisión
del Comité Central. Cardoza guarda la calma y sigue escribiendo sobre
pintura y reconoce los grandes méritos de la nueva pintura de Siqueiros
aunque sin olvidar las obras de los artistas que no siguieron la escuela muralista.
Pero en su libro de 1950, Pintura contemporánea de México,
en el apartado dedicado a Siqueiros, Cardoza le dedica esta joya lírica
como prueba de su irreprimible espíritu afrancesado: "La crítica
de arte es la Venus de Milo llevando en sus manos la cabeza de la Victoria de
Samotracia" (1970: 98).
Cardoza en 1954 abandona México para incorporarse a
la Guatemala democrática de Arbenz, allí seguirá batallando
contra el dogmatismo de izquierda. Pocos años después regresará
a México, donde por elementales motivos de sobrevivencia se incorpora
al sistema cultural de la revolución institucionalizada, aunque sin renegar
de sus ideas marxistas. Seguirá ejerciendo la crítica radical
en sus textos y tendrá otra querella más, ahora por el surrealismo.
El detonante será su libro André Breton atisbado sin la mesa
parlante. El contrincante, tan feroz como Siqueiros, será Octavio
Paz.
©José Eduardo Serrato Córdova
Notas
Arriba
vuelve 1. Esta revista carece
de paginación, por lo tanto las citas de Cardoza y Alfaro Siqueiros aparecen
indicadas con s/p. Las citas de los artículos de Cardoza en esta revista
que tienen numeración han sido tomadas de la recopilación Guatemala
con una piedra adentro (Cardoza, 1983).
vuelve 2. El humorismo de Siqueiros
en lo referente a las diferencias entre fresco y mural bien vale citarlo textualmente:
"Este crítico del arte [se refiere a Cardoza], como todos los críticos
nada o poco enterados sobre problemas de pintura monumental en los Estados Unidos
y en Europa, donde no se han producido movimientos contemporáneos importantes
de pintura mural, emplea el término fresco en un sentido genérico.
Algo así como llamar ford a todos los automóviles. La actitud
de una dama turista de los Estados Unidos que llama invariablemente 'fresco
painters' a todos los pintores de murales." (Alfaro 1948: s/p).
Obras citadas
- Alfaro Siqueiros, David, 1948: "La crítica del arte como pretexto
literario, o el monóculo del artepurismo de París en México",
en México en el Arte, 4.
- Cardoza y Aragón, Luis, 1948a: "Nuevas notas sobre David Alfaro
Siqueiros" en México en el Arte, 4.
- Cardoza y Aragón, Luis, 1948b: "Rufino Tamayo. Un nuevo ciclo
de la pintura de México", en Cuadernos Americanos, jul-ago,
250-260.
- Cardoza y Aragón, Luis, 1974 (1950): Pintura contemporánea
de México, México: Era.
- Cardoza y Aragón, Luis, 1983: Guatemala con una piedra adentro,
Prólogo de Luis Miguel Aguilar, México: CEESTEM, Nueva Imagen.
- Cardoza y Aragón, Luis, 1940 (1938): La nube y el reloj, México:
UNAM.
- Cardoza y Aragón, Luis, 1944: Apolo y Coatlicue. Ensayos mexicanos
de espina y flor, México: Serpiente Emplumada.
- Cardoza y Aragón, Luis, 1982: André Breton atisbado sin
la mesa parlante, México: UNAM.
- Villaurrutia, Xavier, 1948: "Rufino Tamayo" en México
en el arte, 2.
*Istmo*
*¿Por qué existe Istmo? *¿Qué es Istmo? *¿Quiénes hacen la revista? *¿Cómo publicar en Istmo?*
*Consejo Editorial *Redacción *Artículos y Ensayos *Proyectos *Reseñas*
*Noticias *Foro Debate *Buscar *Archivo *Enlaces*
*Dirección: Associate Professor Mary Addis*
*Realización: Cheryl Johnson*
*Istmo@acs.wooster.edu*
*Modificado 01/31/02*
*? Istmo, 2001*
|