Linda J. Craft

La traducción de El siglo de o(g)ro de Manlio Argueta: Teoría y Praxis1

 

North Park University, Chicago

lcraft@Northpark.edu

Notas*Obras citadas

En el famoso capítulo del escrutinio de la librería de don Quijote, el cura, el barbero, la sobrina y el ama -censores autoproclamados-echan con gusto las traducciones al castigo del fuego. De los traductores, observa el cura, "por mucho cuidado que pongan y habilidad que muestren, jamás llegarán al punto que ellos tienen en su primer nacimiento" (70). La traductora o "lengua" de Hernán Cortés, doña Marina - o La Malinche como se conoce desdeñosamente, simboliza la traidora, cuyo acto interpretativo resultó en la violación de su pueblo. Por cierto, la traducción ha sido llamada muchas cosas: violenta, colonizadora, manipuladora, explotadora, escandalosa, canibalizante, algo que lleva a la domesticación. Por eso, y para contribuir más a su mala reputación, la consideración crítica del trabajo que debe construir puentes entre las diferencias ha sido tradicionalmente relegada a los remansos académicos. (En mi opinión, es curiosa esta marginalización de la traducción en vista de los poderes atribuidos a ella.) En los últimos veinte años, sin embargo, se han emprendido trabajos para teorizar la traducción y ligarla a los estudios culturales. Es a esta teoría que acudo en mi propio proyecto de traducción de la "bio-novela" de Manlio Argueta, El siglo de o(g)ro.

¿Por qué hacer traducciones si el acto y el resultado son tan transgresivos? Susan Bassnett y André Lefevere descartan la imposibilidad de traducir, preguntando, "¿por qué se quiere aprobar o desaprobar la posibilidad de algo que se ha estado haciendo en casi todas partes del mundo por más de cuatro mil años?" (1998: 1) Tal vez, contestan, tenemos que examinar las prácticas tradicionales de la traducción y explorar nuevas entradas y expectativas. Ellos y otros teóricos de la traducción, como Lawrence Venuti, ponen en duda las tradicionales ideas de la originalidad, autenticidad, equivalencia y fidelidad. Llamando esta noción "el modelo de Jerónimo, según el traductor de la Biblia (c.331-c.420AD), Bassnett y Lefevere señalan la reducción por este modelo de la traducción a solamente una operación lingüística en que la adherencia fiel al texto original (en este caso un texto sagrado) es de suma importancia (2-3). En este proceso, la traducción parece ser transparente, siempre volviéndose hacia el original y fuera de sí misma y privilegiando la función comunicativa/informativa. El objeto siempre se ha percibido como lo que llama Derrida "el borrar" o "el tachón" del lenguaje (Venuti: 91-92), y lo que Venuti ve como la eliminación de los marcadores culturales, los elementos formales y un discurso traductor (145-147). El resultado es una oposición binaria: el original es el texto auténtico y la traducción el derivado y secundario (mucho como el cura de Cervantes declaró). Además, el original es la propiedad de su autor/dueño, mientras la traducción es una copia nada más.

Hay dos problemas aquí. Uno, según el modelo de Jerónimo, es que los textos traducidos son inferiores ya que "siempre se pierde algo en la traducción". El otro problema es que el puente que se mencionó antes es un puente de sentido más o menos único. Bassnet y Trivedi escriben que "se consideraba a Europa como el Gran Original, el punto de partida; las colonias eran por lo tanto copias o 'traducciones' de Europa, que aquéllas debían duplicar" (4). La metáfora de la antropofagia es apropiada para los sujetos pos-colonialistas, gente de la periferia que devora textos de la metrópoli para hacerse copias del patrón. El inglés, ahora hegemónico, es la lengua más traducida del mundo, pero una de las menos acogedoras para los textos de otros idiomas. (Venuti: 10) Tal posición es culturalmente narcisista y complaciente, dice Venuti, y revela una falta de respeto por lo extranjero "que sólo puede empobrecer la cultura británica y norteamericana y crear valores y políticas basadas en la desigualdad y la explotación" (88-89). Maria Tymoczko explica que en las culturas y lenguas que gozan de mayor prestigio, las traducciones desde culturas de menor prestigio pierden mucho de su sabor y sus características singulares en un esfuerzo de hacerse "transparentes", fácilmente comprendidas y asimiladas por los lectores de la prestigiosa cultura receptora. (30) Lo inverso normalmente no ocurre. Las investigaciones corrientes en la traducción tratan de deconstruir tal americano- y euro-centrismo.

Están haciendo preguntas que tienen que ver con las relaciones del poder y los procesos manipulativos en la producción de textos: ¿Quién decide lo que se traduce o no? ¿A quién se le dirige la traducción? ¿Qué papel tiene el traductor, el editor o el librero? ¿Qué estrategias va a seguir el traductor? ¿Bajo qué restricciones trabaja él/ella? ¿Cuáles son los contextos históricos y culturales? ¿Cuál es la función de una traducción? ¿Es informativa, persuasiva, de entretenimiento, o tiene un "capital cultural"? (Bassnett/Lefevere: 41, 123).2 Los teóricos nos recuerdan que los traductores siempre han tenido, y siguen teniendo, opciones. Venuti propone que el traductor haga un esfuerzo concienzudo para ponerse a horcajadas, con un pie en la cultura doméstica y el otro en la extranjera. (87) Re-dirigiendo el movimiento etnocéntrico de la traducción, el traductor puede enfocarse en lo que se llama "el residuo", lo que se queda, los elementos de lo extranjero que se resisten a la asimilación y la equivalencia, y frustran la comunicación.3

Primero, será necesario traducir más textos al inglés. Una vez que se hubiera iniciado ese proceso, una buena traducción seguiría el modelo horaciano de negociación, trayendo al lector al texto y el texto al lector, finalmente integrando el modelo de Schleiermacher que demanda la preservación de algunos elementos de la diferencia cultural. Como escriben Bassnett y Lefevere, "el lector debería adivinar el español detrás de una traducción del español, y el griego detrás de una traducción del griego (...) Se niega la posición privilegiada de la lengua o cultura receptora, y la y se debe preservar la alteridad del texto-fuente." (7) Más aún, el traductor no debe quedarse invisible. Bassnett y Lefevere proponen que éste incluya una larga introducción para situar el texto histórica y culturalmente y para explicarle al lector cómo funciona el texto "en sus propios términos (...) en vez de decirles a los lectores a qué se parece el texto en sus propias culturas" (11). También, quieren que el traductor explore varias maneras respetuosas y no-invasivas de traducir el capital cultural, "sin producir traducciones a que falte valor como entretenimiento o que atraigan solamente a profesionales" (11). Bassnett y Lefevere no tienen ninguna ilusión de poder efectuar una transferencia perfecta del capital cultural. En realidad, no es el punto. La transferencia perfecta no dejaría ningún "remainder" (ningún residuo), nada que no haya sido asimilado o domesticado.

Tratando de aumentar el prestigio de la traducción, Bassnett y Lefevere nos recuerdan que los "re-escritores" y los traductores manejan mucha responsabilidad y poder, ya que "son las personas que en realidad construyen las culturas en un nivel básico hoy en día" (10) En vez de ver las traducciones como meras copias de un original sagrado, siguen a Derrida y Benjamín, quienes celebran la traducción como "el más allá del primer texto, su modo de sobrevir, de reencarnarse" (25).

Volvemos al punto de partida. El cura de Cervantes era culpable de privilegiar el primer texto, la palabra original, algo que el mismo Cervantes se empeña de deconstruir a lo largo de El Quijote. Después de descubrir capa tras capa de varios narradores - desde Cide Hamete Benengeli, el moro poco fiable, a los traductores desconocidos, a los muchos lectores que individualmente descifran un cuento o manuscrito como mejor pueden, sólo para darselo a otro lector u oyente, empezamos a sospechar que ninguna versión es definitiva y que el acto de traducir es uno de perspectiva y que nunca es completamente "fiel" a lo que interpreta. Aún dudamos que la versión de Cide sea la primera ya que él menciona otras fuentes. Lo que no es dudoso es la presencia del traductor/narrador dentro del texto junto con los cuentos que quiere comunicar.

Manlio Argueta

El futuro poeta/narrador nació en la ciudad provincial de San Miguel, El Salvador, en 1935, tres años después de la Matanza, una masacre por el gobierno de más de 30.000 campesinos, recordada sólo en los susurros callados de la tradición oral. Se había borrado toda referencia al evento de la historia oficial, lo que estableció el tono de los siguientes sesenta años de dictadura militar. Fue en ese clima que creció Manlio, aunque el hecho de que lo rodeaban las mujeres -madre, abuela, tías, primas, hermanas, amigas- atenuó el impacto de la hostilidad y la violencia del militarismo de su niñez.

Manlio se matriculó en la facultad de derecho de San Salvador donde se encontró con otros estudiantes que compartían su creciente desconfianza en el sistema político autoritario de su país, su conciencia social y sus sueños por la justicia. En 1956 fundaron el Círculo Literario Universitario, grupo de escritores comprometidos a la revolución tanto en la poesía como en la política. Los miembros incluían a su amigo, el gran poeta Roque Dalton (quien se moriría en 1975, asesinado por una facción disidente de su propio partido después de que él se había juntado con la insurrección armada), Otto René Castillo, Roberto Cea, Italo López Vallecillos, y Roberto Armijo, entre otros. Se conoce este grupo ahora como "La Generación Comprometida", por sus ideas de la renovación literaria en que combinaban la experimentación estética con la ética social y política. La mayoría de los escritores del grupo empezaron como poetas pero optaron por la narrativa cuando querían explorar el significado de ser salvadoreño y expresar las realidades más complejas de El Salvador, lo que Manlio llama "el problema de la nación". Manlio fue inspirado especialmente por la poesía de Pablo Neruda y César Vallejo, las novelas de John Dos Passos, Carlos Fuentes, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa, y los cuentos del salvadoreño Salarrué.

Cuando escribió Un día en la vida (1980) y su secuela, Cuzcatlán donde bate la mar del sur (1986), ya había adoptado un estilo más directo, había trasportado a sus personajes al campo, mezclado la historia y la ficción, e incorporado dentro del texto las voces "testimoniales" -con todas sus texturas ricas y telúricas- de los campesinos involucrados en o testigos de los acontecimientos que se narraban. Manlio quiso capturar algunas de las tradiciones orales que circulaban entre sus compatriotas, muy distintas de las historias oficiales. Después de las dos novelas testimoniales, él eligió un discurso más lírico y mágico para evocar las luchas cotidianas en la vida de una familia de mujeres salvadoreñas, Milagro de la Paz (1996). Siempre presente en el fondo, sin embargo, está una atmósfera de terror y violencia. Manlio pagó un precio alto por su activismo político y literario: pasó las décadas de los setenta y ochenta en exilio en Costa Rica, regresando a El Salvador en 1992 sólo después de que se firmaron los acuerdos de paz que pusieron fin al largo conflicto civil.

Manlio ha recibido varios premios incluso el del Consejo Universitario Centroamericano para El valle de las hamacas, el premio Casa de las Américas para Caperucita en la zona roja y el Premio Nacional 1980 de UCA (Universidad Centroamericana) Editores para la mejor novela, Un día en la vida. Más importante, su propio país celebró la obra de Manlio en un Homenaje Oficial en la primavera de 2000, nombrándolo el escritor vivo más distinguido del país. Un día en la vida, una vez proscrito, ahora es lectura requerida en las escuelas públicas de El Salvador. Su obra ha sido traducida más allá de las fronteras de la nación, un honor que comparte sólo con Dalton, Claribel Alegría y Mario Bencastro. Modern Library ha colocado Un día en la vida entre las cinco novelas latinoamericanas más importantes del siglo XX.

Otro de los intereses corrientes de Manlio es la educación de los salvadoreños, desplazados por la guerra y/o en busca de mejores oportunidades, quienes viven en la diáspora. El escritor quiere ayudarles a recuperar o descubrir su herencia cultural. El publicó un libro bilingüe ilustrado, Los perros mágicos del volcán, cuento tradicional; su poesía acompaña la colección de fotografías sobre la guerra, El Salvador (1990), por Adam Kufeld. Manlio está sumamente interesado en los niños salvadoreños que viven fuera del país. Manlio y yo presentamos dos lecturas bilingües de El siglo de o(g)ro para grupos de salvadoreños adoptados repatriados para conocer la cultura de su nacimiento.

Actualmente, además de su trabajo como escritor, Manlio es el bibliotecario de la Universidad Centroamericana (UCA), la prestigiosa institución jesuita en San Salvador. Su libro más reciente es Los poetas del mal, novela basada sobre las experiencias tempranas con su círculo literario y la Generación Comprometida.

El siglo de o(g)ro

La primera edición, la que me sirve para esta traducción, fue publicada en otoño de 1997 por Dirección de Publicaciones e Impresos en San Salvador. Dándose prisa para enviarme un ejemplar -yo necesitaba el libro antes de la Navidad para un proyecto que estaba escribiendo- Manlio me explicó que era una lástima que no pudiera esperar la imprenta subsiguiente ya que la primera tenía varios errores, el menor de los cuales no era el mismo título. Faltaba la mitad a la portada - el secundario "Bio-no-vela circular", que no obstante aparece en el frontispicio. Enteramente ausentes estaban los paréntesis alrededor de la "g" en "ogro", omisión significante que elimina el juego de palabras clave al entendimiento de esta memoria novelizada. Tendré más que decir sobre esta idea en seguida. El otro error notorio estaba en la portada del dorso donde la información biográfica dio una fecha de nacimiento de 1953.

Mi primer interés en el libro fue por razones académicas. He sido una estudiante de la literatura centroamericana por más de diez años y he investigado la obra de Manlio como parte de mi propio libro, Novels of Testimony and Resistance from Central America. El siglo de o(g)ro salió después de la publicación de ése y muy diferente de lo que yo había analizado antes - tenía muchas ganas de leerlo. Como su predecesor, Milagro de la Paz, Siglo de o(g)ro es más introspectivo y lírico, menos abiertamente político, señalando tal vez el fin del período de emergencia política en El Salvador. Me cautivaron por completo el encanto y la nostalgia dorada de la memoria. Sin embargo, no fue hasta el año 2000 que decidí traducirlo. Estaba esperando por consideración a lo demás que otra persona de CILCA (Congreso Internacional de Literatura Centroamericana), el grupo de académicos organizado por el Profesor Jorge Román-Lagunas, hiciera la traducción. Puesto que nadie se ofreció voluntariamente -la única otra traducción en progreso a mi saber era una versión en alemán- decidí que quizá me tocaba a mí. Creo que la mayoría de nosotros que traducimos a Manlio somos motivados por los mismos intereses y preocupaciones: nos gusta genuinamente lo que leemos, vemos la necesidad de traducir obras de alta calidad que son marginadas, y queremos atraer la atención de un público más amplio a algunas joyas pasadas por alto. Tal vez deseamos ayudar a corregir el "desquilibrio" en traducciones - el fluir unidireccional del inglés a otros idiomas.

Mi filosofía de la traducción ha sido hacerles lo más accesible el texto a los lectores norteamericanos como posible sin sacrificar su singularidad estilístico y algo de su sabor "extranjero" o su diferencia - el "residuo" de Venuti. Consciente de eso, he retenido algunos de los términos salvadoreños para la flora y la fauna y otros rasgos locales que no se puede traducir, agregando explicaciones (discretas con esperanza) dentro del texto y en un glosario al final. He mantenido los cambios temporales de los verbos, que ocurren de improviso entre el presente y el pasado, y los cambios de sujeto (tercera/primera personas), ya que caracterizan bien el estilo de la nueva narrativa de Manlio, y, en este caso, aumentan el ambiente onírico de mucho del material. Sus estrategias exigen la atención de un lector activo.

Para explicar el título, que se resiste a la traducción4, empiezo primero con la segunda parte. Como muchos escritores de la literatura posmoderna, Manlio juega con varios géneros. En el subtítulo, él llama este texto una "bio-no-vela circular", combinación de ficción y biografía que en ciertos aspectos recuerda la mezcla de ficción, historia y observaciones por testigos en sus novelas testimoniales. Se puede considerar "circular" la estructura de la memoria en que el autor/narrador vuelve a casa después de años de exilio y redescubre sus raíces como poeta. La fragmentación de la palabra "bio-no-vela" juega con la metáfora de navegación que se encuentra en su dedicación; "vela" es un sustantivo (en inglés, "a sail") y también una forma conjugada del verbo "velar" (en inglés, "to sail"). El espera que sus hijos puedan navegar este libro en sus imaginaciones.

La primera mitad del título resume dos imágenes contradictorias: si lo leemos como "El siglo de ogro", nos imaginamos a los monstruos, el horror y la violencia que, a lo largo del texto, se refieren a las atrocidades en gran escala que afligieron tanto a El Salvador (la Matanza de 1932 y la guerra civil de los 1980) como el resto del mundo (dos guerras mundiales) en el siglo veinte. La ilustración en la portada de la primera edición, "Los sobrevivientes", es de Käthe Kollwitz (1867-1945), una activista antiguerra alemana. Esta fue denunciada por los nazis a causa de su trabajo de la representación de los pobres y las clases obreras. Los ogros son invenciones de imaginaciones muy activas de la niñez, otra interpretación válida de este título. Si en vez de eso leemos "El siglo de oro", nos acordamos del Siglo de Oro español, el imperio de España en su cumbre, el florecimiento de su cultura, la edad de Cervantes, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Tirso de Molina, Santa Teresa de Avila, San Ignacio de Loyola, El Greco y Velázquez. El siglo de o(g)ro es un libro sobre los libros, un libro sobre la educación y civilización de un muchacho salvadoreño. Pensamos en La vida es sueño de Calderón cuando leemos de la vida temprana de este muchacho, Alfonso, y los sueños e ilusiones de que eventualmente se despierta en un espíritu de desengaño español, desilusión nacida de la conciencia del pecado y del mal.

La educación del joven, específicamente el joven escritor, es un tema familiar en las autobiografías canónicas de América Latina. La memoria de Argueta comparte territorio con ese género, sobre todo cuando subraya el acto de leer. La profesora Sylvia Molloy observa que el autobiógrafo hispanoamericano tradicional "nunca se encontraría carente, culturalmente desarmado, un simplón intelectual en los ojos de lo demás; así, la preferencia ostentosa por 'los clásicos'" (22).5 Alfonso nos dice que es un lector voraz, digeriendo todo desde Rousseau y Twain hasta Hugo y Dostoievski. El leer, para el nino, es una actividad "casi religiosa" que tiene sus propios rituales y su lugar especial, según Molloy. (18) Alfonso no es para nada diferente. Las mujeres como cuentistas, especialmente la madre y la abuela como custodios y transmisores de la memoria y la cultura -el "linaje mnemotécnico" de Molloy (9) - también figuran marcadamente en la "auto-escritura" hispanoamericana, y ésa es también la verdad en la familia de Alfonso.6 A diferencia de los grandes pensadores/autobiógrafos del siglo XIX, el sujeto del estudio de Molloy, Manlio/Alfonso es menos pretencioso y más tentativo. Admite que ha leído mucha literatura local además de las indispensables "grandes obras" y que goza también de los cuentos folclóricos salvadoreños que a las mujeres de su familia les encanta narrar con mucho humor y lozanía. Argueta ha incorporado en su libro muchos de los cuentos queridos por los salvadoreños -la Siguanaba, Chinchintora la Culebra, Teodora la Coyote- algunos de éstos personalizados o adoptados por las mujeres según las circunstancias.

El hecho de que El siglo de o(g)ro no sea técnicamente una autobiografía sino una memoria novelizada nos puede explicar por qué el nombre del protagonista es Alfonso y no Manlio. En completo, es algo irónico: Alfonso Trece Duque es un nombre largo y presuntuoso para un joven de una familia pobre. Duque es el apellido; Alfonso XIII se referiría al rey de España que se huyó en exilio en 1931 cuando sus sujetos votaron por la república y contra la monarquía. De los dos temas aquí evocados -exilio y majestad real- se entiende fácilmente lo apropiado del primero; sin embargo, no hay ninguna gota de sangre real en las venas de Alfonso. Riéndose, sus mujeres describen el "trono" de Alfonso en la copa del árbol o en la letrina, sus lugares favoritos para leer. Es su único reino.

El texto, el espacio de la novela, es una manera de abrirse camino por la memoria, de encontrarse con un pasado nostálgico, de volver a conocer sus raíces poéticas después de años de exilio fuera de la poesía, de la patría, y del lujo de soñar. Al mismo tiempo, leemos la historia de un Alfonso que se madura, despertándose a la violenta realidad del siglo veinte y perdiendo sus ilusiones. El único paraíso que se queda está dentro del texto.

Ejemplo 1

23.
MIGUEL DUERME EN su canasto mientras Margó se suma llevando hormigas negras furiosas a las hormigas leones para ver cómo éstas las derrotan tirándoles polvo, aturdiéndolas con sus tenazas que usan como palas para lanzar polvo, inyectándole a la víctima el veneno que las paraliza. Los detalles los sé por lo que me dice mi madre, que me explica las fotografías de la revista.

El hijo de Herminia sigue dormido y ni cuenta nos damos de su presencia, tal es la carnicería que se está dando en los agujeros de polvo. Gana siempre la hormiga león, aunque la hormiga común trata de defenderse hasta el final. Pienso que algún día la hormiga va a hacer uso de algún recurso especial y desquitarse de los tanques de guerra carnívoros. Claro, nunca sucederá. Pareciera que los tanques de guerra son invencibles.

Cuando nos aburrimos de ver la misma pelea reparamos en Miguel, a quien se le han comenzado a subir las hormigas rojas marabuntas, pero quizás no lo muerden pues no llora. Margó dice lo contrario: que quizás lo han dormido, como hacen las hormigas leones. Quizás Miguel está paralizado que para nosotros es estar muerto. Nos acercamos y mi prima me dice que no cabe duda, Miguel se murió, como se había muerto varios días antes su hermano Jorge. Le pregunto si se murió por las mordidas de las hormigas; si nosotros somos culpables, y qué podemos hacer. Llorando.

No hay remedio, una vez que la gente muere descansa en paz, gime Margó repitiendo las palabras de su abuela, quien tiene como nieta preferida a mi prima.

Me preocupa lo que pensará abuela, ella me responsabilizó de cuidar a Miguel; además, qué dirá Herminia cuando regrese con Crista de donde don Chepe Batarsé, el árabe bonachón y simpático que provee de telas, al crédito, a la madre. Margó parece menos preocupada, quizás porque ella no estaba cuando la abuela hizo las recomendaciones sobre Miguel. Me dice que para todo hay remedio hasta para un muerto. Los dos estamos sollozando.

De pronto, mi prima dice que quizás si lo enterramos no se van a dar cuenta. De todas maneras no respira. Yo me aflijo, intuyo que si está muerto ya no lo vamos a seguir viendo. Claro que no, lo importante es adelantarnos y lo enterremos nosotros mismos para que no lo descubra la abuela y antes que regrese Herminia, quien moriría de perder a dos hijos en menos de un mes.

24.

DÍAS ANTES LA abuela había estado abriendo agujeros para sembrar unas cepas de guineo, de manera que el trabajo de excavar la tierra no tendríamos que hacerlo nosotros.

-¿Y la caja de dónde la sacamos? -pregunto a Margó.

Se responde a sí misma que las mantillas y pañales servirán de caja. Yo le sigo la idea pues al ser mayor que yo tiene más imaginación. Lo cubrimos no sin antes quitarle todas las hormigas que prendían a su piel, lo movemos, arrastrando el canasto hacia uno de los agujeros destinados a la siembra de guineos. "Miguel has died," I say. "We already buried him," while my grandmother keeps on turning from one side to the other until she discovers the grave where Miguel lies, in a little ditch surrounded by catarinas. He is visible in the dirt. "The poor boy is dead," I sob.

-¿A qué horas comenzamos a llorar? -pregunto; la iniciativa de mi prima me ha tranquilizado.

Margó dice que le cubramos la cara para que no le caiga tierra en los ojos ni en ninguna parte del cuerpo, pues los angelitos del cielo son limpios. Lo metemos al agujero, pero no podemos acostarlo, de manera que casi queda de pie, con la cabeza hacia arriba. Comenzamos a cubrirlo de tierra. Margó ordena que espere, que va a cortar unas flores de catarinas. El patio está pintado de catarinas de todos colores: blancas, amarillas, azules, moradas, una especie de margaritas silvestres. Debo esperar a que ella regrese con un ramillete de flores. Me dan ganas de llorar pero recuerdo que Herrninia me ha dicho que los hombres no lloran.

-Vos no tenés que llorar, por ser mujer eso me toca a mí -se cubre la cara con el delantalcito hecho por Crista con retazos de tela.

25.
CUBIERTO CASI TODO el cuerpo, Miguel no da señales de que podria estar vivo, a lo menos si lanzara un grito seria distinto. Sigo pensando lo que dirá abuela al encontrarse con una tumba. No sé por qué no pienso en Herminia, su madre.

-No nos preocupemos -dice Margó-, Herminia puede hacer otro hijo.

-Yo quiero a Miguel -le reclamo, como si ella lo hubiese matado.

Cuando le hemos echado tierra hasta el pecho, vemos aparecer a la abuela por la puerta que da al patio. Desde ahí grita si hemos cuidado a Miguel. Nosotros buscamos un escondrijo en las matas de guineo.

-¿Qué han hecho al muchachito, niños traviesos? -Nadie le responde. Nos grita de nuevo qué hemos hecho a Miguel.

-Muchachitos del carajo, les voy a quemar las manos -como si adivinara que hemos enterrado a

Miguel; veo desde mi escondite que se saca el tabaco de sus labios.

Margó se deja ver, tiene un ramo de catarinas en sus manos. Le dice que Miguel está conmigo. La abuela no me ve pues yo sigo oculto entre las hojas secas colgantes de los guineos.

-Ya lo enterramos, afirma feliz mi prima. Y la abuela abre sus ojos de miedo. Se murió, se lo comieron las hormigas.

-?Dios mío! dame paciencia -mientra da vueltas buscando a Miguel, con el tabaco en las manos con el que nos va a quemar-. ¿Y el otro puñetero dónde está? -dice refiriéndose a mí.

De pronto, la abuela pega un grito cuando me descubre detrás de las hojas.

-Se murió Miguel -digo- ya lo enterramos mientras la abuela sigue dando vueltas de un lado a otro hasta descubrir la tumba donde yace Miguel, circulado el pequeño foso por flores de catarinas. El asoma entre la tierra-. Muerto el pobrecito -sollozo.

(English Translation)

23.
Miguel is asleep in his basket as Margo appears, carrying furious black ants to the lion ants who will defeat them by throwing dirt, confusing them with their pincers which they use like shovels to sling the dust, and injecting their victim with poison to paralyze it. I know these details because of what my mother tells me, explaining the photographs in the magazine.

Herminia's son is fast asleep, and we're completely oblivious to his presence, so gory is the butchery taking place in the dirt holes. The lion ant always wins although the common ant defends himself to the end. I think one day the little ant will find some special recourse to retaliate against the meat-eating tanks of war. This will never happen though, I know. It seems as if the tanks of war are invincible.

When we get bored watching the same battle, we return to Miguel, whom the red marabunta ants have begun to scale, but perhaps they're not biting him since he's not crying. Margo says just the opposite: that maybe they've made him fall asleep, as lion ants do. Maybe Miguel is paralyzed, which for us is the same as being dead. We come closer, and my cousin tells me that without a doubt Miguel has died, just as his brother Jorge had died several days earlier. I ask her whether he died from the ant bites, if we are guilty, and what we can do. Crying.

There is nothing we can do. Once someone dies they rest in peace, moans Margo, repeating the words of her grandmother, for whom my cousin is the favorite grandchild.

What will my grandmother think? I worry. She gave me the responsibility of watching Miguel. And what will Herminia say when she returns with Crista from Chepe Batarsé's, the good-natured and kind Arab who sells my mother fabric on credit? Margo appears less preoccupied, maybe because she wasn't there when my grandmother gave me instructions for Miguel. She tells me there's a solution for everything but death. Both of us are sobbing.

Suddenly, my cousin tells me that maybe if we bury him, the others won't notice. Anyway, he's not breathing. I become despondent, feeling that if he's dead, we'll never see him again. Of course not, the important thing is to go forward. We should bury him ourselves so my grandmother won't find out and before Herminia comes back. She would just die, losing two sons in less than a month.

24.
Several days before, my grandmother had been digging holes to plant some banana stumps so we wouldn't have to do all the work of excavating the earth ourselves.

"So where do we get a coffin?" I ask Margo.

She mutters to herself that mantillas and diapers will do. I follow her lead since, being older, she has more imagination than I. We cover him up but not without first removing all the ants that are stuck to his skin, and we move him, dragging the basket toward one of the holes intended for planting the bananas.

"What time do we start crying?" I ask. My cousin's initiative has calmed me down.

Margo says we should cover his face so that dirt doesn't fall in his eyes or on any part of his body, since little angels in heaven are clean. We place him in the hole, but we can't lay him down. He's practically standing up with his head sticking out. We begin to cover him with dirt. Margo orders me to wait; she says she's going to cut some catarina flowers. The patio is painted with catarinas of many colors: white, yellow, blue, purple, a type of wild daisy. I have to wait for her to come back with a bunch of them. I want to cry but remember that Herminia has told me men don't cry.

"You musn't cry. That's my job since I'm a woman." She covers her face with a little apron that Crista made with remnants of fabric.

25.
Covered almost completely, Miguel doesn't show any sign of life. If he were to scream, at least things would be clear. I keep thinking about what Grandma will say when she finds his grave. I don't know why I don't think of Herminia, his mother.

"Let's not worry," says Margo. "Herminia can make another son."

"I love Miguel," I offer in opposition, as if she had killed him.

When we've thrown dirt in up to his chest, we notice my grandmother appear through the door that goes out to the patio. From there she shouts, asking us if we've taken care of Miguel. We look for a place to hide in the brush of the banana tree.

"What have you done to the little one, you naughty children?" -Nobody answers. She shrieks at us again what have we done to Miguel!

"Damn kids, I'm going to burn your hands," as if she guessed we had buried Miguel. I watch from my hiding place as she removes the tobacco from her lips.

Margo emerges, holding her bouquet of catarinas in both hands. She says Miguel is with me. My grandmother doesn't see me since I'm hidden among the dry leaves clinging to the bananas.

"We already buried him," affirms my cousin happily. And Grandmother opens her eyes wide with fright. "He died, the ants ate him up."

"My God! Give me patience!"-while she goes round and round looking for Miguel with the tobacco in the hands that are going to burn us-. "And the little shit? Where's he?" she demands, referring to me.

All of a sudden, my grandmother lets out a scream when she spies me behind the leaves.

Exemplo 2: La Síguanaba I

Sihuehuet, también es conocida como Siguanaba, una princesa casada con el príncipe Cipitl; los dos tenían la cualidad de no envejecer, que habían heredado de sus padres y por herencia se transmite a los hijos. Cuando vino la conquista a unos les tocó salir huyendo y a otros hacer la guerra en condiciones difíciles.

Sibuehuet se escondió en las montañas con su hijo Cipitillo. Cipitl, por su parte, excelente tirador de flechas había alcanzado la posibilidad de volar a baja altura por medio de un par de alas adheridas a su cuerpo con cera de abeja. Con esas cualidades, a los españoles les sería difícil alcanzarlo con sus arcabuces.

Con todo, los indígenas fueron vencidos por los españoles, y en una las batallas más cruentas, en Acaxual, Cipitl quedó aislado pero logró contactarse con su padre quien por ser un anciano se había salvado aunque sometido a esclavitud. Este le informó que todas las mujeres habían huido hacia el oriente, cruzando el río Lempa, más allá de donde se veía el volcán Chichontepec hasta llegar al Chaparrastique. El joven guerrero salió en búsqueda de su mujer y su hijo. "No vueles tan alto porque se te pueden derretir las alas", fueron las últimas palabras que escuchó de su padre.

Pero la Siguanaba se había extraviado entre los ríos y lagunas de San Míguel de la Frontera y para subsistir en las condiciones difíciles también se había separado de su hijo, el Cipitillo, para defenderse cada quien a como diese lugar.

Recordó a su esposo Cipitl: "Cuando quieras puedes convertirte en una mujer fea". Iba a quedar sola y necesitaba defenderse de los hombres dioses que quisieran seducirla. Porque la Siguanaba es de una belleza extraña: joven eterna, de ritmo como del arco y nerviosa como la flecha y el venado. Viste falda y blusa de cristal líquido. Su pelo, que cae en cascada de sombras, luce una corona de flores silvestres.

Desde un principio se dio cuenta que su belleza era una desventaja frente a los hombres. Caminar sola era un grave peligro; como mujer, no podían dejar de acosarla. Con su olor a jazmines y flores del campo, nadie se resiste y los hombres pretenden que todo debe terminar en acoso y seducción.

Pasaron los años buscándose hasta que ambos supusieron que tenían que estar muertos.

Así fue para Cipitl. De él sólo le quedaron las últimas palabras. "Cuida a mi hijo y cuídate de los hombres invasores, vas a ser bella en tu larga vida, cuando quieras defenderte transfórmate en mujer fea". Ahora el príncipe estaba en otro mundo. Por volar alto para eludir las flechas de las ballestas, el sol había derretido sus alas.

La Siguanaba lo supo cuando se lo anunció su corazón, y se sintió triste para siempre. Y el Cipitillo se quedó viviendo en los montarrascales, pero siempre cerca de los ranchos pobres, donde obtiene comida, o cerca de los ojos de agua.

(English translation)

Once upon a time lived a princess Sihuehuet, better known as Siguanaba. She was married to the Prince Cipitl. The two never aged, a quality they had inherited from their ancestors and passed on to their children. When the Spanish conquistadores came, some of the family fled while others waged war.

Sihuehuet went to the mountains to hide with her son Cipitillo. As for Cipitl, who was an excellent archer, he had achieved the great feat of flying at low altitudes after putting on a pair of wings with beeswax. Because of these qualities, it would be hard for the Spaniards to hit him with their cannons.

But in the end, the Indians were defeated by the Spaniards, and in some very brutal battles in Acaxual, Cipitl ended up all alone. He was finally able to contact his father who, because he was so old, managed to survive the Conquest although he now lived in slavery. His father told Cipitl that all the women had fled to the east, crossing the River Lempa beyond the volcano Chichontepec, until they arrived at Chaparrastique. The young warrior left in search of his wife and son. "Don't fly too high because your wings might melt." These were the last words he ever heard his father say.

But Sihuehuet-Siguanaba had lost her way between the rivers and lakes of San Miguel-of-the-Frontier, and in order to survive in the rugged conditions, she had parted ways with her son, el Cipitillo, each one to fend for himself the best he could.

She remembered the words of her husband Cipitl: "Whenever you wish, you can change into an ugly old hag." Siguanaba would be alone and needed to defend herself from the male gods who wanted to seduce her because she was extraordinarily beautiful and eternally young, with a rhythm like the chord of a bow and the wind, nervous like an arrow and a deer. She wore a skirt and blouse of liquid crystal. Her hair, which fell in a cascade of shadows, shone like a crown of mountain wildflowers.

From the beginning, she knew her beauty would be a problem when it came to men. Going out alone to take a walk was very dangerous. They wouldn't stop pursuing her. With her aroma of jasmine and wildflowers, she was irresistible, and men fantasized about making love to her.

They spent years looking for each other until they finally concluded that the other must be dead.

And so it was with Cipitl. All that remains of him are his last words: "Take care of my son and protect yourself from the invaders. You are going to be very beautiful in your long life, so when you need to protect yourself, become an ugly woman." By now, the prince was in the other world. For flying so high to avoid the enemy fire, the sun had melted his wings.

Siguanaba knew this because her heart told her so, and she was sad everafter. And the Cipitillo was left to live in the wild underbrush, but always near some poor ranch where he could find food or near a spring of fresh water.

Ejemplo 3: La Siguanaba II

Ella sueña: Un día al regresar de sus búsquedas, se encontró con el cadáver de Cipitl, se le acercó para verlo sólo para darse cuenta que miles de mariposas se habían pegado a los restos de su amado, quiso espantarlas, pero estaban totalmente pegadas al cuerpo del príncipe. Las mariposas ante las embestidas de la Siguanaba para espantarlas comenzaron a levantar el cuerpo y se lo llevaron volando.

Triste y desilusionada pensó que era suficiente su fidelidad, debía dejar los sueños. Por muchos años había vivido para Cipitl y ahora necesitaba encontrar compañero, debía acicalarse, ponerse bonita. Fue por primera vez a verse en un espejo de agua. Seguía bella después de doscientos y más años. Se lavó para ver si era producto de su imaginación pero siguió viendo la misma imagen. Sin darse cuenta, el tiempo y el amor la habían hecho eterna.

Decidió juntarse con un hombre sólo por amor y no por cubrir su larga soledad; pero si quería encontrar compañero no debía rehuir el asedio, por el contrario buscaría a los hombres, con su arma lista para la burla: hacerse fea a su discreción para defenderse de un abuso. Así comienza sus correrías.

Con todo y ser bella, la Siguanaba nunca encuentra amor, la desean para satisfacer caprichos animales. Para su suerte, la transformación opera cuando ella lo decide y los hombres se zurran ahí mismo en los pantalones, quedan adormilados por mucho tiempo y con fiebre mortal.

La Siguanaba les pregunta si quieren acompañarlo de por vida, que estuvo casada con un príncipe y si son capaces de amar. Los hombres ponen sonrisa de perro, es decir, cinismo, sorna y malicia; le responden que claro, por supuesto, soy capaz de morir por vos. Ella les termina su historia: que estuvo casada con un príncipe, que es viuda y que tiene un hijo extraviado. Los hombres dicen que sí, sí, sin vacilar pero primero quieren una prueba de amor. La Siguanaba les sigue la corriente pues todos son iguales y ni siquiera cambian el disco rayado, sabe lo que significa la prueba, pero su belleza será sólo de quien quiera amarla.

Siempre es lo mismo: "Venite, vámonos a ese monte y me das la prueba de tu amor". Ella los sigue y nota cuando el hombre está desorbitado ya, por lo fácil que le parece la seducción. Ellos le dicen: "Qué lindo pelo, qué lindos ojos, qué linda boquita, qué lindas chichitas, qué lindas nalguitas". El acoso es gradual.

La Siguanaba responde: "Sí, pero mirá mis uñitas". Y salen los grandes garfios de cientos de años. Ahí mismo se caga el seductor.

Su cuerpo se transforma: pelo desgreñado, piel flácida y uñas de pico de escorpión. Su vestido de cristal líquido se deslía y se vuelve raído, sucio; pierde la tersura de su piel, las flores del pelo se convierten en ramas secas cubiertas de alimañas. El hombre cagado y hediondo se desmaya agonizante. Ya no será el mismo. Si se salva quedará convertido en bobo e idiota.

La Siguanaba piensa que algún día va a encontrar el amor y dejará de transformarse. Si es necesario seguirá buscando por los siglos, hasta encontrar al sustituto merecedor de Cipitl, alas de pluma de faisán. Ni ella se agota en la búsqueda ni los hombres de asediarla, no obstante que la historia de una mujer que se transforma en esperpento es tan conocida por toda la población. Al fin y al cabo una mujer bella es un gran reto y mostrar virilidad está sobre todas las cosas.

(English translation)

She dreamt that one day she returned from her search and came upon Cipitl's body. As she drew closer to him, she noticed that thousands of butterflies had landed on the remains of her beloved. She tried to scare them off, but they were completely stuck to the prince's body. While she was trying to shoo them away, the butterflies lifted up his body and flew off with it.

Sad and disillusioned, she thought her faithfulness had been enough, but she had to abandon her dreams. For years she had lived only for Cipitl, and now she needed to find a companion, fix herself up, and make herself pretty. For the first time she looked at herself in the mirror of water. She was still beautiful after more than two hundred years. She washed her face to see if the image was a product of her imagination, but it didn't change. Without her realizing it, time and love had made her eternal.

She decided she needed a man only for affection, not for the relief of her loneliness. So if she wanted to find a companion, she wouldn't refuse his advances, rather she would encourage him, but with her secret weapon always ready for the trick: she would become ugly at her own discretion to protect herself from abuse. And so began her escapades.

In spite of her beauty, Siguanaba never found true love. Men desired her just to satisfy their animal lust. She was lucky because her transformation worked when she needed it. Men would shit their pants right then and there and later fall asleep for a long time with a mortal fever.

Siguanaba would ask them if they would be her companion for life and, since she had been married to a prince, if they were capable of truly loving her. The men would put on their smiles like little dogs - cynical and malicious. But they answered oh sure, why of course, I would gladly die for you. She would then finish her story: she had been married to a prince, she was now a widow, and she had a lost son. The men would always say yes, yes, without hesitating, but that they just wanted a little sample of her love. Siguanaba followed their drift, well you know, all men are the same, they all sounded like broken records, she sure knew what "a little sample" meant, but her beauty would only go to the man who would truly love her.

Well, it was always the same story: "Come, come, let's go to the woods and you can give me a little sample of your love." She would follow them and notice how wild and crazy they were getting and how easy they thought this conquest was going to be. They would say to her: "What lovely hair...What lovely eyes...What a lovely little mouth...What lovely little chichitas...What a lovely little butt." The come-on was gradual.

Siguanaba answered: "Oh yes, but look at my lovely fingernails." Then all of a sudden there appeared on her fingers the claws of centuries. And there at that very moment the seducer would fill his pants.

Her body changed: her hair was disheveled, her skin flabby, and her fingernails like the beak of a scorpion. Her dress of liquid crystal slid off, all torn and dirty; her skin lost its softness; the flowers in her hair turned into dried branches covered with bugs. The man, by now stinking to high heaven, would pass out in agony. And he would never ever be the same again. If he happened to survive, he would be forever changed into a babbling idiot.

Siguanaba thought that some day she would find love and stop having to transform herself. If it was necessary, she would keep on looking for centuries until she discovered a worthy substitute for Cipitl, the hero with the wings of pheasant feathers. She never tired of looking nor did men tire of pursuing her, and to this day the story of the woman who transformed herself into a living nightmare is well-known by all the people. When all is said and done, a beautiful woman is a great challenge, and proving yourself a macho man is the most important priority of all.


Notas

arriba

vuelve1. El siguiente trabajo fue una ponencia dictada ante el Congreso Internacional de Literatura Centroamericana en marzo de 2001 en Belize City, Belize. Será modificado para servir de introducción a la traducción al inglés de El siglo de o(g)ro.

vuelve2. Otros académicos que hacen interesantes investigaciones de las traducciones siguiendo teorías de la posmodernidad y el pos-estructuralismo incluyen a Rosemary Arrojo, "The Revision of the Traditional Gap between Theory & Practice & the Empowerment of Translation in Postmodern Times", en: The Translator 4.1 (1998): 25-48; y a Douglas Robinson, The Translator's Turn, Baltimore: Johns Hopkins Press, 1991.

vuelve3. Venuti define el residuo, o el "remainder", según Lecercle: "Any language use is thus a site of power relationships because a language, at any historical moment, is a specific conjuncture of a major form holding sway over minor variables (...) the 'remainder." The linguistic variations released by the remainder do not merely exceed any communicative act, but frustrate any effort to formulate systematic rules. The remainder subverts the major form by revealing it to be socially and historically situated, by staging the return within language of the contradictions and struggles that make up the 'social' and by containing as well 'the anticipation of future ones'." (10)

vuelve4. En este momento, no he traducido el título, esperando llegar a una decisión una vez que se termine todo el proyecto de la traducción.

vuelve5. La traducción es mía.

vuelve6. Para una discusión más completa de estas ideas, véase mi artículo, "Ex libris: Childhood, Memory and Literature in Manlio Argueta's El siglo de o(g)ro," Antípodas X (1998): 129-140.


Obras citadas
arriba
 

*Istmo*

*¿Por qué existe Istmo? *¿Qué es Istmo? *¿Quiénes hacen la revista? *¿Cómo publicar en Istmo?*

*Consejo Editorial *Redacción *Artículos y Ensayos *Proyectos *Reseñas*

*Noticias *Foro Debate *Buscar *Archivo *Enlaces*

 

*Dirección: Associate Professor Mary Addis*

*Realización: Cheryl Johnson*

*Istmo@acs.wooster.edu*

*Modificado 06/26/01*

*© Istmo, 2001*