José Domingo Carrillo

 

Entre la historia y la memoria
Entrevista y revolución: Estudio de las elites políticas revolucionarias en Guatemala, 1960-19961

 

Universidad Autónoma de Aguascalientes, México

jcarrill@correo.uaa.com.mx

Notas*Bibliografía

 

Introducción

La idea de escribir sobre las elites revolucionarias tiene diversas motivaciones, la primera, es la que surge de las vivencias personales que corren paralelas al interés por estudiar, sobre episodios de la historia en los cuales el autor ha sido contemporáneo.2

Cuando inicié mis estudios de historia en 1978 en la Universidad de San Carlos de Guatemala, la efervescencia revolucionaria tocaba a las puertas de las aulas y las movilizaciones populares creaban las condiciones, para que los estudiantes de aquella época mirásemos a la sociedad guatemalteca como una quimera, donde era posible realizar todos los sueños. Los acontecimientos muchas veces opacaban la posibilidad de un análisis sereno de la coyuntura, precipitando a veces, la acción colectiva. De aquellos sueños impregnados de ideas de cambio social despertamos aturdidos por la violencia y la guerra. Obnubilados por el horror, los estudiantes de aquella época tomamos diferentes caminos, tal vez por ello, al retornar por la senda de la historia mi intención sea recordar rostros olvidados, lugares y tiempos, olores y colores que tuvieron un significado en nuestras historias de vida.

El otro estímulo por aprender sobre la revolución, proviene de un curso tomado en la Universidad de Costa Rica, impartido por el Dr. Victor Hugo Acuña, la temática de aquella materia giró en torno a la teoría de las clases sociales y de los movimientos sociales, acercándome a la tarea por el medio académico, interesado por encontrar una respuesta a las m?ltiples interrogantes que nos planteábamos los historiadores centroamericanos, por los sucesos vívidos por la región durante aquellos años.

Finalmente, bajo la dirección del Dr. Richard N. Adams, he delimitado el argumento y he dirigido la mirada hacia el conocimiento de las elites revolucionarias, cuyo papel en la historia de Guatemala ha sido determinante. Esta comunicación tiene como propósito presentar algunos aspectos sobre el estado de la cuestión, algunos de carácter metodológico y, un primer ejercicio en la sistematización e interpretación de la evidencia empírica, obtenida en tres entrevistas realizadas, una en México D.F. y otras dos en la ciudad de Guatemala.3

A. Breve Estado del Arte

En los ?ltimos años la moda por escribir testimonios, relatos de vida y memorias, ha invadido con éxito el mercado editorial guatemalteco y centroamericano, el interés quizá se explique por dos razones: la primera de naturaleza histórica, es decir, la recuperación de un pasado trágico cuyo amargo recordatorio debe servirnos para no volver a él jamás. En esta línea de investigación ubicaría los informes de la Comisión del Esclarecimiento Histórico y el informe REMHI, cuya fuente básica de información es el testimonio; la segunda razón sería de naturaleza coyuntural, por la importancia que tiene conocer y proceder a "desmontar" la institucionalización de la contrainsurgencia, y la creación de un Estado de Derecho con plenas garantías ciudadanas para todos los guatemaltecos.4

En mi opinión, estas dos razones admiten el interés mostrado por algunos autores que publican aspectos poco conocidos, que ayudan a esclarecer capítulos de la historia reciente del país. Es innegable que los libros hasta ahora publicados hacen hincapié en los caudillos, cuya impronta en esos episodios es cardinal; sin embargo, este proyecto toma una distancia de aquellos textos, en tanto que mi intención es reconstruir a través de entrevistas a profundidad, una biografía colectiva de la elite revolucionaria que pretendió dirigir el cambio social.

Pero ¿que es una elite revolucionaria? Algunas precisiones conceptuales, nos ayudarán a comprender teóricamente el comportamiento de los actores sociales, objeto de mi estudio.

La elite, es un grupo selecto de personas que se re?ne para trabajar en equipo, son individuos representantes de diversos sectores sociales o de grupos de personas que ocupan puestos estratégicos en organizaciones poderosas que tienen poder y que toman decisiones. Es en el momento en que se re?nen y trabajan colectivamente, cuando se consolidan como elite, construyendo a partir de determinadas prácticas políticas, de la creencia generalizada en ciertos valores y en la estipulación de reglas, que legitiman su poder, su status y privilegios frente a los subordinados.5

No utilizo el concepto de vanguardia revolucionaria porque tiene una connotación política, enfatizando en aspectos ideológicos, mientras que el de elite es suficientemente flexible para incluir a grupos de personas, que disputan frente a otras elites los recursos disponibles.

El énfasis de esta investigación está dirigido a encontrar en los relatos obtenidos por medio de las entrevistas, los aspectos significativos de la revolución que los informantes sientan y expresen que afectaron sus vidas. Qué fue lo importante para estas elites en su vida individual y colectiva de la revolución guatemalteca.

B. Los estudios específicos sobre el tema por investigar

En Guatemala existen algunos acercamientos que pretenden hacer balances de lo escrito, aun cuando son parciales e incompletos6, son también los testimonios y las memorias los textos que se ocupan de estas cuestiones, como por ejemplo, Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia (1989), Rigoberta Menchú la nieta de los mayas (1998); de Víctor Montejo, Testimonio: muerte de una comunidad indígena en Guatemala (1993); las memorias de José Manuel Fortuny (1994). Las testificaciones de antiguos guerrilleros, como las de Julio Cesar Macías, Mi camino: La guerrilla (1998); la historia de la lucha armada urbana escrita por Miguel Angel Sandoval (1997) y referida a los años sesenta y setenta; la contribución de Mario Payeras, en El trueno en la ciudad. Episodios de la lucha armada urbana de 1981 en Guatemala (1987) y de este mismo autor, una versión sobre los orígenes de la guerrilla en su segunda etapa intitulada Los días de la selva; Las redes de la memoria, de Roberto Díaz Castillo (1998); las memorias de Alfonso Bauer Paiz (1996); y ?ltimamente, la publicación de balances críticos sobre el experimento revolucionario en Nicaragua -que a?n falta por escribir para Guatemala-, el libro de Sergio Ramírez Mercado (1999) Adiós muchachos. Una memoria de la revolución sandinista.

Los problemas históricos planteados por estos autores son analizados desde una vivencia personal, utilizando el testimonio como fuente de información principal, los resultados han sido un ajuste de cuentas individual con la historia vívida, una catarsis que en algunas ocasiones ha servido para expresar las desavenencias y las críticas hacia otros líderes. El com?n denominador de estos libros es que los personajes principales son los caudillos, los comandantes guerrilleros o las luchadoras sociales. Tal como afirma Lorena Carrillo, en el género de la novela testimonial, en las biografías y en las historias de vida -agregaría yo- el énfasis se expresa en el protagonismo del propio autor.7

 

C. El contexto de las entrevistas

I

La primera entrevista que realicé fue en la ciudad de México, iniciando a las 9:45 a.m. y finalizando a las 2:00 p.m., cinco horas de conversación con César Montes, durante las cuales hubo varias interrupciones debido a que estábamos en un hotel, sede del evento político en el cual mi informante era invitado. César Montes es un hombre de cincuentaiocho años, no muy alto, delgado, aparenta la edad que tiene pero en general se conserva en buena forma. Usa anteojos y es de buen apetito, es un buen conversador y le agrada fumar.8

Cuando nos retiramos al lobby del hotel mi duda fue la siguiente: ¿Qué preguntarle a un líder de la antigua guerrilla guatemalteca que ha escrito sus experiencias? Decidí seguir el orden de la entrevista a partir de un tema: el libro en el cual narra sus vivencias en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, formulando preguntas espontáneas durante la conversación, pero con la anticipación de un tema: el libro, pero siendo flexible para que César Montes expresara sus ideas sin ning?n tipo de limitación.9 Fueron en total diez y seis preguntas abiertas las cuales "proporcionan al informante la libertad para escoger su respuesta. Puede escoger los temas de información que desea proporcionar, y omitir aquellos que no desea dar a conocer".10 De esa larga entrevista surgió un tema, entre otros, por demás interesante con el cual quisiera iniciar este artículo.

César Montes me planteó la doble identidad que había desarrollado en la vida clandestina y su identidad como Julio César Macías, su verdadera identidad. El me dijo que:

"Escribí un libro que en El Salvador se llamó Epitafio de César Montes, en Nicaragua se le puso como subtítulo La guerrilla fue mi camino Epitafio de César Montes, y resulto que no se murió el canijo....(pausa) ¡más vivió! entonces ya nadie me dice mi nombre, yo trate como de recuperar mi nombre, cómo fue que nació Cesar Montes, como producto de la lucha y de una decisión, y resulta con que ya como que es un...(pausa) como diría la Gioconda Belli La mujer habitada pues aquí es un hombre habitado que tiene adentro de si otro hombre, que es algo así como una especie de segunda piel, que resulta con que conocen más a Cesar Montes que a César Macías. Y resulta con que a veces pues cuando me hacen cheques, me los hacen a nombre de César Montes, o cuando llego a alg?n lugar preguntan por César Macías nadie me conoce, y cuando preguntan por César Montes si me conoce todo mundo y entonces este ...(pausa y sonríe) pues ya no le hago bronca a eso verdad, entonces es...(pausa) como que la vida de...(pausa) un día en la vida en ese ser humano, es un día en la vida que uno tiene que estar este...(pausa) cohabitando con un personaje ficticio que resulta más real que la chingada."11

Esa doble vida ¿obligó a estos hombres a llevar una doble identidad? La lectura del testimonio escrito por Montes, nos presenta una vida familiar desarticulada, el mismo perdió a un hermano y a su esposa; el instinto de sobre vivencia obligaba a cambiar los hábitos cotidianos, transitar de una a otra identidad resultaba una práctica cultural habitual. Pero, ¿Qué pasó con Cesar Montes al firmarse los acuerdos de Paz? ¿murió el personaje, el seudónimo, y nació Cesar Macías?

La pertinencia de esta metodología en la investigación histórica se basa en que nos hace posible conocer al ego del entrevistado, un yo ideal al cual se recurre para encontrar un sentido a la narración y a la historia vivida. Esta manera de presentarse ante la mirada inquisidora del entrevistador le provee al informante la seguridad de que su versión es verídica y para el historiador este viaje simbólico por el pasado constituye la materia prima para interpretar.

Dividir la identidad individual y cohabitar, como lo señala mi informante, con un personaje que algunas veces rebasa al verdadero actor nos lleva a los enmarañados caminos de la vida privada de los informantes, lo que aparece en nuestra entrevista pero que no es dicho, tal vez nada más insinuado. ¿Quién expresa sentimientos? El personaje mítico creado por la revolución o el hombre com?n y corriente, ¿o quizás ambos?

II

En la segunda entrevista, realizada en Guatemala, mi informante fue Gabriel Aguilera, académico y activo militante de la vida política. El asunto de la identidad para él tomó otro matiz, significó una experiencia interesante transitar de la oposición a la administración p?blica y desde ahí realizar tareas a su juicio importantes para el gobierno, el país y para su desenvolvimiento profesional, enfatizando en su respuesta los relevos generacionales:

JDC: Y tu experiencia como una persona que opinaba en términos de la oposición democrática hacia el Estado autoritario y luego tu gestión en la administración p?blica del gobierno guatemalteco cómo la eval?as

GA: Bueno, muy interesante porque yo hice gestión p?blica en el terreno de la política exterior del Estado, yo estoy muy satisfecho de la gestión de la política exterior que hizo el Estado cuando a mí me tocó estar particularmente porque desde ahí se contribuyó, primero al proceso de paz, y después se contribuyó al cumplimiento de los acuerdos. Una cosa que a mí me satisface particularmente fue haber manejado las relaciones con Cuba y también haber sacado a Guatemala del banquillo de los acusados de los países violadores de los derechos humanos, y haber logrado el reconocimiento de la comunidad internacional de que este país había cambiado, que a raíz de la Paz había cambiado y que era un país diferente, de manera que fue muy satisfactorio.

JDC: ¿Repetirías la experiencia de volver a la administración p?blica?

GA: Es posible, depende nuevamente de las circunstancias, uno tiene que estar en guardia en esto, las generaciones te preceden, no vas a estar eternamente t? de protagonista en todo, el tiempo pasa (se ríe) y hay que dejar el paso también a los jóvenes."12

III

Mi tercera entrevista fue realizada en ciudad de Guatemala, en un hotel céntrico y muy temprano debido a los compromisos laborales de mi informante. Ella es una mujer joven, profesionista y con un amplio pasado revolucionario, comunicativa y firme en sus ideas. Me pidió guardar el anonimato. Con ella el tema de la identidad surgió desde la experiencia que deja el exilio:

JDC: ¿Qué significó para vos el exilio?
IA: Es una experiencia dolorosa que sigo sin superar por las circunstancias mismas. Yo pues perdí a mi compañero, ni siquiera tuve posibilidades de participar en su sepelio, y no fue la única pérdida que tuve, las consecuencias de ese hecho afectaron profundamente a un familiar cercano...(pausa) no se ha estudiado a profundidad el exilio como parte del proyecto contrainsurgente, el exilio es...(pausa) se vuelve una enfermedad difícilmente de superar. Uno se exilia y a partir de ese momento se vuelve un desarraigado de su tierra, pero al volver uno sigue siendo un desarraigado, uno no deja de ser un desarraigado. Porque en mi caso, pasé en México bastante tiempo, y México significó para mí pues el país que te permitió sobrevivir, una sociedad que te abrió el espacio con todo y las dificultades que haya podido haber, pero uno estableció vínculos afectivos con el país, con la sociedad, con la gente sin embargo llegó a México y a los dos días estoy...(pausa) como si temiera volver a pasar lo mismo y no voy a poder regresar necesito regresar de nuevo, y a veces aquí mismo uno encuentra dificultades de relación con la gente, uno aprende otros modos culturales y de alguna manera uno se alimenta de eso, otras formas de ver la vida, otras formas de actuar, y no necesariamente encaja con los patrones que ya existen aquí dentro de la sociedad, me marcó de por vida, y las marcas que el exilio me hizo cuando me tuve que ir, no se borraron con el regreso.


JDC: ¿y cómo se vive exiliada en su propio país?
IA: A veces hay cosas que no entiendo de los guatemaltecos, a veces me chocan cosas aparentemente que son muy de cultura, para darte un ejemplo, yo toda mi vida me eduque en un concepto de puntualidad muy importante y como me desarrolée en un medio donde la puntualidad más o menos era la norma, a mí sí me chocaba...(pausa) yo sí me peleé con los cuates cuando eran impuntuales y la puntualidad muchas veces me salvo la vida, entonces a mí me revienta la impuntualidad y no solo porque te llegan tarde. Pasa a todos los niveles, puede ser un profesional con el que firmas contrato para hacer una consultoría y no te entrega el material a tiempo y a veces ya ni te lo entrega, o un sastre que contratas para que te haga un saco y vos llegás y "fíjese que no está", vivir con eso para mí es difícil. Me choca la forma mojigata con que se ven muchas cosas, o las relaciones entre la gente, el darle vuelta a las cosas y cuando la gente no va directo al grano, uno se acostumbra al "pan, pan y al vino, vino" ¡cómo se desarraiga uno...! aquí te dicen que te van a dar algo y resulta que sólo te lo están diciendo para no decirte que no, sin pensar que vos sos capaz de entender que te digan que no, entonces resulta que al final no te lo dan. Entonces eso me hace sentirme fuera de contexto muchas veces, desarraigada".13

¿Cuál identidad se preserva? ¿Cuál identidad permite vivir en un medio hostil? ¿la que fue o la qué es? Aún existe un vacío en la bibliografía guatemalteca sobre el exilio y el choque cultural que significa volver al país y readaptarse a la cultura que se dejó atrás. Volver, para el expatriado significa reconocer hábitos usados por los nativos, para quienes el recién llegado se ha vuelto un extraño. Aprenderlos nuevamente implica una conmoción en la mentalidad de cualquier individuo, particularmente cuando se trata de un entorno castigado por la violencia y que ha obligado a sus miembros a adquirir nuevos hábitos para sobrevivir, es decir los medios necesarios para resolver problemas cotidianos, nuevos y viejos, y que por tanto algunos de ellos pueden ser desconocidos por el desarraigado. Ese nuevo contexto tal vez explique el sentimiento de rechazo de los nativos, quienes consideran al retornado como un advenedizo que perdió su lugar por haberse ido.14

El uso del tiempo en las entrevistas me parece importante de señalar, en las tres entrevistas el tiempo pasa imperturbable y relega al actor social al anonimato. La muerte simbólica del guerrillero clandestino nos muestra al hombre común y corriente, con aspiraciones, virtudes y defectos, por eso el anhelo secreto por revivir al personaje ficticio, aquel que dio vida al hombre verdadero. También el tiempo relega a las generaciones anteriores, sucumben aun cuando guarden el prestigio que les otorga la edad, no obstante como dice Gabriel Aguilera "hay que estar en guardia" puesto que en el escenario siempre aparecen los relevos de nuevas generaciones que ineludiblemente desplazan y hasta olvidan a los relegados.

La informante anónima sugiere una concepción del tiempo diferente, que no pasa, que se gasta y que durante la vida clandestina determinaba quien vivía y quien moría. En la vida legal y profesionista la eficiencia en la entrega del trabajo se mide por la puntualidad, por la entrega a tiempo. Un tiempo que además, detiene el presente y le permite viajar a su historia personal, al país que la recibió en el exilio y que añora.

Las referencias a marcos geográficos específicos son claras en las entrevistas –aun cuando en este texto ofrezco extractos escuetos- los recuerdos remiten a México, al área rural de Guatemala, -la selva-, y a la capital del país, espacios donde se vivió aquello que conmigo recordaron. Sin embargo no aparecen en sus relatos sonidos, colores ni referencias a vestigios materiales que nos describan el escenario, son no-lugares los contextos donde se recrea el relato de vida, espacios donde las relaciones sociales entre las personas y con el entorno están reguladas por normas de clandestinidad, por jerarquías militares o burocráticas, ello obnubila la mirada y el mundo circundante es visto a través de la lente de la revolución o del Estado.

D. Identidad individual, identidad colectiva

Otra dimensión de la identidad es la colectiva, la del país, cuya definición provoca un profundo debate y las más apasionadas reacciones en tanto que implica la toma de posición personal frente al otro. Para dos de los entrevistados no existe un acuerdo entre los conceptos de maya y de ladino para referirse a cada uno de los dos sectores mayoritarios de la población guatemalteca. César Montes expresa claramente la angustia que experimenta el ladino frente al maya, quien reclama un espacio propio y que se asume como tal aún y cuando los ladinos continúen utilizando sus propias taxonomías para clasificarlos.15

"Es un problema –el del de las tensiones entre mayas y ladinos- que debe verse a la luz de la lucha de clases, lo que nos divide no es lo étnico sino lo de las clases sociales, nos une más con los indígenas la explotación que lo que nos divide a los indígenas de los ladinos. La discusión interna sobre el papel revolucionario de los indígenas por serlo, está superada, hubo mucha mitificación de eso y la situación actual demuestra que eso era absurdo. Ahorita los que votaron por Ríos Montt, ochenta por ciento, son indígenas y son de las zonas de conflicto. Estas exclusiones y esto que existe pero que no es el parte aguas que hay en Guatemala, los mayas por un lado y los mestizos por el otro. Yo me niego a aceptar que se autodenominen mayas, porque no son mayas, en todo caso de origen maya, o son mayences o que se denominen naturales, ¿o tu eres artificial o qué diablos eres?, o sea, soy natural por que soy nativo de aquí, yo también soy natural, nativo de aquí, no nací en Suiza o Chihuahua, tan natural soy yo como tu, y nos ponen en la madre los ricos y los terratenientes, y la represión nos agarra parejo a todos, entonces yo creo que hay que entender sus especificidades, su peso que tiene en la sociedad pero no sobre la base de hacer ya la división entre mayas y mestizos".16

Pero así como el ladino tiene dificultad para observar los múltiples rostros que tiene la población guatemalteca, también asume con dificultad la propia descripción. Cómo definirse así mismo si no ha sido posible aceptar la presencia del maya en la sociedad ladina. El debate se torna aún más apasionado cuando se plantea la discusión entre liderazgo ladino revolucionario y la presencia maya. Para mi informante anónima del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), no tiene utilidad el término de "ladino" para referirse a la población guatemalteca no maya:


JDC: ¿Vos crees que parte del fracaso, que tuvo el proyecto revolucionario se explique por una dirigencia ladina y una población esencialmente maya y qué nunca hubo un discurso que uniformara las ideas, los conceptos, y qué eso explique en parte, el derrumbe del proyecto de la revolución?

IA: La verdad que no, yo no creo que ese haya sido digamos...(pausa), planteado así, la presencia de una dirigencia mestiza...(pausa), a mí me choca utilizar el concepto ladino, lo creo igualmente racista y despectivo, entiendo que si fue un factor determinante la ausencia de la consideración del carácter del país, del carácter de la nación dentro del proyecto revolucionario, entonces no lo veo digamos estructuralmente en el sentido de cómo se componía, cómo se conformaba la revolución, sería como decir no hubo una conducción esencialmente proletaria y por eso fracasó el movimiento comunista en el país y si hubiese sido solamente proletaria o hubo predominio del campesinado y por eso fracasó, creo que plantearlo...(pausa), es decir...(pausa), analizarlo dentro de los elementos de la ausencia de éxitos del proyecto revolucionario solamente desde la óptica étnica creo que para mí es limitar y sesgar de manera unilateral la visión de lo acontecido.

JDC: ¿Por qué no te gusta el concepto ladino?

IA: ¡Te lo dije ya!, lo considero sobre todo a partir del último período dentro de la concepción política en el ambiente social y político guatemalteco de una manera a veces tan despectiva, equiparable a la postura racista que el mestizo o ladino-mestizo tuvo...(pausa) ha sostenido en contra de las comunidades o del pueblo maya en Guatemala, para mí es ofensivo y es peyorativo, y muchos lo asumen incluso de una manera de cargar o de vivir auto culpas de una manera innecesarias o mal entendidas.17

Una de las causas que explican el fracaso del proyecto comunista en Guatemala, es la escasa presencia de militantes de origen obrero cuya ausencia era notoria desde la década de los años sesenta, como lo narra José Manuel Fortuny.18 Entre los veinte comunistas, aproximadamente, que se encontraban exiliados en Costa Rica en la década de los años ochenta, únicamente dos eran de procedencia social obrera.19

La conducción de las organizaciones revolucionarias no estuvo en manos de aquellos por los cuales se luchaba y las elites no conocían su opinión sobre qué tipo de cambio deseaban, hacia qué dirección y cuánta cantidad de cambio era necesaria para construir una sociedad mejor, y fundamentalmente, cuál sería el costo del sueño revolucionario.

En Guatemala existe un debate en torno a la utilización de términos como ladino, mestizo, indio, indígena, maya y otros, que expresan no exclusivamente diferencias semánticas sino más importantes aún, culturales. Es necesario subrayar que así como el maya autodefine a un conglomerado humano, es imprescindible sostener la utilidad del concepto ladino porque a partir de esa realidad cultural e histórica se construye una parte de la identidad y de la cultura dominante de la nación guatemalteca sin cuya presencia no se explica completamente la evolución social de país.

¿Cuál fue entonces el papel de las mujeres, de los trabajadores y de los mayas en las estructuras de mando de las organizaciones rebeldes, súbditos o aliados? La polémica desatada a partir de la firma de los acuerdos de Paz en 1996 que busca reinterpretar la historia contemporánea de Guatemala, no cesa de indagar acerca de una pregunta básica: ¿por qué la revolución fracasó en su meta original que era la toma del poder? Carol Smith (1989) se pregunta ¿por qué el revés que tuvieron los guerrilleros guatemaltecos en movilizar a los mayas? Ella responde suponiendo, a partir de un estudio de caso, que en el departamento de Totonicapán la sociedad no estaba dividida en clases sociales y que por esa razón la violencia rural asumía más bien características étnicas. El resultado fue un rechazo hacia las fuerzas guerrilleras y un ingreso a la modernidad capitalista sin renunciar a la identidad étnica.20

La autora hace énfasis también, en la incapacidad insurgente por encontrar un vínculo adecuado con los grupos mayas, entre ellos Smith señala la permanencia de la identidad étnica a pesar de los trastornos ocasionados por la modernización capitalista; la segunda, el error de los revolucionarios de querer imponer categorías marxistas ajenas a la realidad política; la tercera, no tomar en cuenta la historia de la nación guatemalteca, impidiendo el desarrollo de un proyecto revolucionario acorde con las necesidades particulares del país; y por último, la falta de sensibilidad de los revolucionarios ladinos hacia lo que significa ser indígena.

El argumento académico es útil contrastarlo con los testimonios escritos por antiguos guerrilleros, quienes señalan la presencia de militantes achíes en la conducción de algunos regionales de la guerrilla, específicamente la "Región D" en Baja Verapaz, a cargo de Emilio Román López (Pascual). Miguel Ángel Sandoval (1997) incluye en su libro la fotografía de Julián de la etnia achí y uno de los fundadores del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP).21

Según Yvon le Bot (1997), entre los quince hombres –no había mujeres- que fundaron el EGP, habían cuatro achíes pero ninguno ocupaba cargo directivo alguno, ausencia importante en una organización que se instala y declara la necesidad de la guerra en un marco geográfico esencialmente maya.

La presencia de algunos mayas también forma parte de la historia del PGT, Fortuny señala que desde 1956 había comunistas mayas en las filas del Partido.22 A pesar de la incorporación masiva de los mayas a la guerra en Guatemala, la mayor parte de los líderes eran ladinos. Susan Jonas (1994)) afirma que la diferencia notable del esfuerzo revolucionario de los años setenta y ochenta, frente a la primera experiencia armada de los años sesenta, fue la incorporación de población indígena "como miembros y como líderes de nivel medio"23; no obstante, César Montes declara que en las dos experiencias que a él le correspondió vivir, en ambas hubo presencia de mayas, aun cuando en sus orígenes la guerrilla sea totalmente urbana y ladina, veamos la descripción que hace el entrevistado:

"En Guatemala durante toda una época, el despertar de la integración a la vida política de los mayas se hizo a través de la insurgencia revolucionaria. Porque los primeros fundadores del Frente Guerrillero "Edgar Ibarra", fueron sobre todo indígenas. Nosotros irrumpimos junto a los indígenas en la vida política nacional; y fuimos guerrilla precisamente porque estaban los achíes ahí con nosotros. Uno de los jefes guerrilleros después de Turcios, era Emilio Román López, (a) Pascual, que era achí, de Rabinal, entonces cuando ya regresamos a fundar el EGP (Ejército Guerrillero de los Pobres) en 1972...(pausa) nosotros no fuimos a la zona ixil, a nosotros nos llevaron a la zona ixil, a nosotros nos fueron a buscar a la selva y nos condujeron ellos como guías, y nos exigieron que subiéramos a su zona, entonces yo creo que eso no hay que dejarlo de tener en cuenta, que participan y se hacen presentes como sujeto de la historia ya no como objetos en la insurgencia guerrillera. Claro, y se convierten en el objetivo a destruir en la guerra esta de tierra arrasada que aplicó Ríos Montt y que se aplicó en la época de Lucas, una guerra etnocida; a toda la etnia ixil la consideraron enemiga, era considerado el objeto a destruir. Después de eso, cuando ocurren errores en la dirección que están consignados en el libro, el abandono de la guerrilla de sus bases sociales indígenas, el conducirlos ellos mismos para el exilio, lleva a que haya una frustración y una ruptura entre la articulación de la guerrilla y de las etnias, a pesar de que sobreviven y se mantienen sectores indígenas en los movimientos insurgentes, si, ya existe una ...(pausa) un divorcio entre la dirección revolucionaria y los indígenas".24

Gabriel Aguilera tuvo otra percepción del tema, para él debe observarse a la revolución guatemalteca como un proceso a través del tiempo, siendo sensible el observador a los cambios que ocurren en su dinámica con el paso de los años y a su adaptación a las cambiantes coyunturas del país,

JDC: ¿Crees tú que una de las posibles explicaciones del fracaso del proyecto revolucionario en Guatemala se base en la presencia de un liderazgo ladino y una amplia participación maya en la base?

GA: Yo no lo dudo, en primer lugar recordemos que es un proceso muy largo, de treintaises años, entonces no es el mismo proyecto, sino que el proyecto surgió y se fue metamorfoseando en el camino, entonces las elites revolucionarias cambiaron...(pausa) originalmente eran ladinas, sin embargo hay que recordar que en ese momento no existía el grado de conciencia que hay ahora de la composición del pueblo guatemalteco...(pausa) entonces yo me recuerdo que no preocupaba demasiado, porque no se miraba como problema la ausencia de indígenas en las primeras fuerzas revolucionarias, ahora en perspectiva se entiende que eso hizo fracasar la primera fase del proyecto revolucionario 1960-1970 ya que es conocido la concentración en el mundo ladino en el oriente del país...(pausa) la cuestión de clase, la pequeña burguesía rural apoyando rápidamente y yo comparto con los que sostienen que, haber girado hacia el grupo maya del pueblo guatemalteco en la segunda fase del proyecto revolucionario después de 1970, y el haber cambiado un programa muy centrado en la visión ladina de la revolución, haberle incorporado no sé con qué profundidad, pero haber incorporado o haber recogido un elemento de la reivindicación étnica en el nuevo programa, para mí eso explica que la primera fase fue muy débil y que la segunda fue muy fuerte. Ahora, una parte de la pregunta es ¿cambió la elite realmente?, porque cuando uno ve nombres de comandantes, pues uno tiene la impresión de que siguieron predominando los ladinos entre la dirigencia nacional revolucionaria, con presencia maya por supuesto pero, te pongo un ejemplo, los cuatro comandantes son ladinos, ¿en dónde encontramos los comandantes mayas? ya en segundo rango eso dice algo, pero no cabe duda de que sí hubo una incorporación en algunos movimientos más que otros.

JDC: Habrá tenido algún impacto ese segundo nivel de mando que tuvieron los mayas a pesar de que sobre ellos recaía buena parte de la lucha, el hecho de que no tuvieran acceso a la toma de decisiones...

GA: No sabemos si tenían o no, eso es algo que solo podemos esclarecer con más trabajo de campo porque en las organizaciones te dirían que sí había consulta y procesos ¿será cierto?, pues lo ignoramos. Sí podemos identificar a algunos mayas muy relevantes que fueron comandantes de campo, condujeron la guerra y algunos aparecían también en las delegaciones negociatorias, (sic) sin embargo, las delegaciones negociatorias (sic) eran los cuatro comandantes ladinos y también los asesores, casi diría que todos eran ladinos...(pausa) no recuerdo al momento el nombre de alguno de los asesores mayas. Uno cree que...(pausa) en principio podríamos decir que no cambió el contenido del movimiento revolucionario, cambió su programa, pero, preguntémonos sí cambió la elite o no, no lo sé.

Existen estudios que permiten reconstruir algunas evidencias del procedimiento empleado por las organizaciones revolucionarias para tomar las decisiones. Para Yvon le Bot (1997), en el Ejército Guerrillero de los Pobres "... no eran consultadas ni la población ni los simples combatientes. La centralización del poder en la organización constituyó un principio que ocultaba mal la debilidad de la dirección, pero que servía para justificar la imposición de la voluntad de los jefes, pequeños y grandes."25

La evidencia encontrada en las fuentes escritas nos conducen a conjeturar que progresivamente las organizaciones revolucionarias se iban transformando en organizaciones elitistas en los niveles de mando. A pesar de la incorporación masiva de militantes de base y de colaboradores, la cúpula se iba restringiendo, ello podría explicarse a partir de las condiciones de clandestinidad y secretividad, empero, los mismos actores señalan la concentración de la toma de decisiones y de prácticas políticas ajenas a un código de conducta democrática26 que expresara un consenso entre las elites políticas, que desde diferentes organizaciones conducían el proceso revolucionario guatemalteco.

De igual forma las mujeres eran parte de los grupos marginales en la dirección del movimiento revolucionario, tal como lo dice la informante anónima,

JDC: Volviendo a lo que platicábamos...pero no sucedía lo mismo con las mujeres, será que el liderazgo revolucionario era inclinado hacia el varón, y menos hacia la mujer, menos hacia los mayas?

IA: Reproducía exactamente la situación que se vivía en la sociedad, exactamente, y en ese momento siento yo que los elementos de reivindicación trascendían elementos en el ámbito étnico, de género, incluso en el ámbito generacional en cierto momento, entonces querer entender lo acontecido durante el periodo del alzamiento revolucionario, incluso quererlos analizar con la misma visión en sus distintas épocas ,yo creo que lejos de ampliar reduce la visión y las posibilidades de interpretación en profundidad de la historia y de la experiencia vivida, entonces ¿estuvo ausente la temática de género? Pero y... (pausa) ¿Cuándo surge incluso a nivel a mundial y a profundidad la temática de género? Es decir, y eso no significa que no haya habido mujeres presentes, yo diría con mayor fuerza dentro del movimiento popular más que dentro del movimiento revolucionario, ahí si era obvio la falta de participación, la falta de oportunidades respondía a una visión machista y eso es innegable, arraigada profundamente dentro de toda la sociedad y el movimiento revolucionario no era ajeno a eso y la temática de género tampoco en ese momento formaba parte, no lo formaba tampoco la temática de la niñez, ahora se habla de los derechos del niño, se habla de la situación de género y eso empieza a ser un concepto también incorporado a la temática revolucionaria, hoy ya en los plenos de organizaciones revolucionarias guatemaltecas en los noventa ya veías la temática de género incorporada, antes no.

JDC: Pero...entonces se sacrificaba algo individual por el espíritu colectivo, las mujeres debieron ceder...

IA: Mucho, yo creo que mucho...(pausa)

JDC: ¿Y vos cómo te abrías campo?
IA: (aclara la voz) Yo no siento de mi propia experiencia haber tenido, hasta determinado momento, dentro de lo que fue mi participación revolucionaria digamos, limitaciones por haber sido mujer, no lo sentí, no sé si hubo, y si las hubo fueron muy clandestinamente planteadas, no lo viví, creo que gané un espacio a pulso a distinto nivel. Excepción diría yo también de muchos casos de, a veces por encima de algunos compañeros, siento que si hubo dificultades de relación en algunos momentos porque no era muy agradable internamente ser conducido por una mujer, pero no fue la tónica cotidiana, no fue problema, las veces que yo tuve dificultades serias que me sentí excluida mi comprensión de esa exclusión es que esa exclusión no se producía por mi condición de mujer sino por mi postura de disidencia compartida también por otros compañeros varones, y el proceso de disidencia gestado por hombres y por mujeres, no era un asunto de género, un asunto de visión de lo que sucedía y de ser, de encontrar quién pagara los platos de decisiones en un momento determinado.

En otras organizaciones revolucionarias las mujeres ocuparon cargos administrativos y de conducción de la guerra en mandos medios y bajos. Le Bot (1997) afirma que las mujeres indígenas incorporadas al Ejército Guerrillero de los Pobres lo hicieron como combatientes y más a menudo en puestos de intendencia, de logística o de relaciones públicas. Las funciones dirigentes las seguirían ejerciendo en exclusividad los varones.27

Cuando Piero Gleijeses (1997) evalúa la bibliografía que intenta explicar lo que pasó en Guatemala, cómo pasó y por qué pasó, se refiere a la coyuntura de 1981 cuando la insurgencia desató una ofensiva militar en las tierras altas de Guatemala sin tener el apoyo logístico adecuado. Gleijeses, interesado en escudriñar sobre el tema recurre a una informante, oficial medio, de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), quien únicamente respondió al académico que ella no tenía la respuesta, que los grupos revolucionarios como ORPA y FAR no había sido consultados y que la decisión había sido tomada unilateralmente por el EGP y que por tanto ellos tendrían la respuesta.28

E. Motivaciones individuales, imágenes del pasado

Al escribir estas líneas recuerdo la pregunta de John Tutino cuando estudia las rebeliones rurales en México ¿por qué se rebela la gente? ¿por qué existen personas dispuestas a dar la vida y a seguir a los líderes?29 La respuesta a estas interrogantes no son sencillas de responder, César Montes me expresaba que "Esto ha servido para una redefinición de muchas gentes, algunos estuvieron en la lucha armada, en riesgo de su vida y no estaban ideológicamente con la revolución. Es algo para algunos sorprendente pero así es, hay gente que lo acompaña a uno, hay gente que quizás murió y realmente no estaba absolutamente identificado con los principios...".30

Sostener los principios revolucionarios se vuelve en los tiempos presentes ya no una decisión para la sobre vivencia en la clandestinidad, sino un referente que le da sentido a una vida de sacrificio que al paso del tiempo percibe con terrible resignación que el costo social que pagó Guatemala fue muy alto, y los beneficios muy pocos:

"(...) pues ahí estamos nuevamente identificados los que estamos en la lucha, los que continuamos, los que tenemos una identidad ideológica política firme y se separan de nosotros, hay una auto depuración, (...) yo creo que se redefine toda una serie de cosas que a lo mejor pensamos que eran para toda la vida y para toda la vida lo único que es, es la lucha revolucionaria para los que son consecuentes".31

Para César Montes las motivaciones que lo llevaron a tomar la decisión de cambiar de vida, de identidad y luchar por la revolución en Centroamérica fueron los sucesos de 1954 que como a muchos guatemaltecos les trastornó el mundo de la "pequeña y limpia" –capital de- Guatemala de aquellos años.32

"Ahí esta un poco el relato de cómo el cincuenta y cuatro nos grabó a todos, que éramos niños en aquella época, yo tenía doce años. Ahí se relata cómo fui expulsado de una academia de mecanografía por comunista a los doce años. Cuando estaba estudiando mecanografía me pidieron que pasara la denuncia de un simple ciudadano que fue a poner a un juzgado, y le dijeron que tenía que llevarlo por escrito, a máquina y en papel sellado, que le estaba robando un pedacito de tierra su vecino, que son cosas del diario que ocurren en Guatemala desde hace cien años y van a seguir existiendo. Pero la obsesión que había, creada por toda esa polarización de la lucha anticomunista del cincuenta y cuatro, escribir un...(pausa) transcribir, ni siquiera escribir, transcribir a máquina una denuncia de una usurpación de tierras era considerado comunismo, socialismo, o apoyo a un movimiento social, o qué se yo...(pausa) pues fui expulsado de ahí, ahí se vislumbran algunas cosas".33

Para los hombres y mujeres de esa generación, los sucesos de 1954 contribuyeron a fomentar el descontento ante lo que se consideraba una ruptura que comenzó con el derrocamiento del gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán (1951-1954). Después de la década revolucionaria (1944-1954) la desobediencia y las movilizaciones sociales fueron la tónica de la vida política en Guatemala. Fue ese el detonante que movilizó a muchos guatemaltecos hacia diferentes opciones organizativas que animaron la oposición hacia los regímenes instaurados después de 1954.

Gabriel Aguilera rememoró su vida estudiantil como la experiencia más importante que despertó en él, las inquietudes políticas necesarias para que emergiera un espíritu crítico y de oposición.

JDC: ¿Cómo ves esa trayectoria en tu vida que comienza en el Frente Estudiantil Social Cristiano, cuál fue el "mito fundador", de dónde surgió tu interés por la vida política de Guatemala?

GA: Eso fue en mi vida estudiantil, que yo creo que es bastante clásico para los que hemos estado en la vida política de la Universidad, y que uno comienza haciendo movimientos estudiantiles y sin duda que en el caso mío pues fue la motivación por la ciencia social, en esa época la Democracia Cristiana (DC) tenía una corriente que ahora llamaríamos de izquierda muy fuerte, y que se interesaba por esos temas.

JDC: Y la situación de aquellos años era violenta y empujaba a los jóvenes de aquella época a las filas de la oposición.

GA: Fueron los años en que comenzó la terrible experiencia autoritaria en el país, comenzó el terror, era un ambiente... (pausa) venía la generación mía de una experiencia terrible muy cercana que era el derrocamiento de Arbenz, tenía poco tiempo de haber sucedido eso...(pausa).

JDC: ¿Qué edad tenías?

GA: Yo en esa época era niño no participé en el movimiento de Arbenz, pero digamos que la generación...(pausa) cuando yo era estudiante universitario había conciencia de lo que había sucedido en el país, que era la pérdida de la democracia, y que había esa rebeldía , después viene el autoritarismo no se le podía pedir a lo jóvenes otra cosa a menos que dejaras de ser joven, y que se fueran a la lucha como hicieron muchos.

Pero, para las generaciones posteriores de revolucionarios, la gesta democrática y su derrocamiento en 1954 era un episodio histórico remoto, aprendido en los libros de historia, los hombres y mujeres nacidos después de Arbenz no apelaron a sucesos que no vivieron, para ellos los incidentes derivados de 1954 eran vividos por los padres, y transmitidos en el hogar en los comentarios de sobremesa, cuando la calma de la vida familiar permitía a los mayores –padres y hermanos- comentar sobre los disturbios acaecidos ese día. Fueron esos relatos transmitidos y escuchados en casa, los que les mostraron la beligerancia de los movimientos sociales en la lucha por buscar las cuotas de libertad, justicia social y democracia que la llamada contrarrevolución había restringido después del derrocamiento de Jacobo Arbenz en 1954. La informante anónima refiere que fueron los acontecimientos de la década de los setenta los que motivaron su disposición para la participación política:

JDC: Entonces, cuál fue tu experiencia fundadora, el mito fundador que te sensibilizó, que te despertó a los problemas del país?

IA: Yo lo mamé, para decírtelo en dos palabras, en mi familia, somos una familia democrática para usar un término más o menos englobador, entonces yo crecí en un ambiente...(pausa) de mis recuerdos de infancia, en una familia bastante solidaria, bastante preocupada de las cosas que sucedían, yo te diré, para las jornadas de marzo y abril del sesenta y dos, las pláticas que se escuchaban en mi casa de lo que vivían mis padres, en mi casa pasó cualquier cantidad de gente que fue refugiada y protegida por nosotros, y gente que nosotros veíamos de acuerdo al concepto que se nos había inculcado de lo que era ser bueno, de lo que era ser una persona honorable, honrada, que a veces no volvía a ver y que encajaba en ese concepto. Entonces te digo, desde muy temprana edad y yo creo que después mi pobre padre se arrepintió de habernos abierto...(pausa) porque siento que de alguna manera mi padre, mi madre, mi abuela, mis tíos, siento que de alguna manera que nosotros...o yo di un paso más, mucho más allá de lo que ellos estaban dispuestos ha hacer, y sobretodo no tanto porque no se hiciera, que lo hicieran otros pero no su hija y los temores que nunca han dejado de sentir, mis padres, hay "cuentazos" aquí por cualquier cosa y están llamando preguntando cómo estamos "miren ¡no salgan no hagan, no vayan!" Es decir, es un temor que nos compramos y que no dejamos de vivir cotidianamente en mi familia, entonces, yo diría que fue eso, participé por ejemplo sin estar organizada absolutamente en nada por pura inercia, en el movimiento estudiantil de apoyo magisterial a la huelga de maestros de 1972-1973, ya cuando entré a la Universidad, yo entré a la Universidad esperando en que momento me invitaban a participar, ya entré yo realmente eso sí...(pausa) y no te voy a decir que entré con mucho valor tampoco era así...(pausa) sabía que se iba a dar, me costó mucho aceptar, participar, pero cuando lo hice, lo hice como todo lo que hago en mi vida, totalmente.

Los motivos para luchar provienen de una mezcla abigarrada de mitos, de recuerdos, de tradiciones familiares, es la "leche materna" que se aprende y que la informante rememora como el líquido vital que protege y crea los anticuerpos para que los agentes externos no destruyan a aquella que se amamanta en el hogar, en la religión y en las aulas, lugares donde se construyen parcelas de la realidad plagadas de símbolos, de metáforas, del imaginario colectivo que George Rudé (1981) llama la ideología inherente, que se basa en las ideas sencillas del pueblo llano, pero que forman parte de la cosmovisión de los grupos subalternos que no necesitan de los enciclopedistas –como les llama Guerra Borges– para buscar y encontrar las herramientas conceptuales que les explique la naturaleza de la sociedad en la que viven. Mientras que su opuesto sería la ideología derivada, conjuntos de ideas sistematizadas provenientes de fuera de las masas, generalmente transmitidas por grupos superiores y que al combinarse es una de las causas que explican la movilización para la revolución.34

¿Cuál es la ideología de mis informantes? Cesar Montes respondió que: "Creo que fui formado muy religiosamente, siempre creo que hasta que, el hecho de que haya hasta cambiado de religión demostraría que hubo una búsqueda de la verdad por todos lados, y creo que este...(pausa) lo único que descubrí fue que no hay más cielo que el que nosotros construyamos aquí en la tierra." No obstante, en el testimonio escrito, César Montes refleja con mayor claridad la ideología de los grupos rebeldes de los años sesenta, cuyo imaginario colectivo estaba imbuido de un nacionalismo mezclado con el marxismo y el "ferviente catolicismo de Turcios Lima".

Es interesante recordar aquí, los pasajes del testimonio de Miguel Ángel Sandoval (1997), quien narra su paso por la "escuelita" del PGT, en la cual todos los participantes utilizaban un seudónimo tomado de los doce apóstoles, "El único inconveniente venía cuando se trataba de compañeras mujeres, pues para ellas los apóstoles no funcionaban. Entonces, éstas resolvían el asunto acudiendo a sus conocimientos bíblicos y de esa forma todo el mundo quedaba satisfecho".35 En la ciudad los temas que estudiaban los comunistas enclaustrados en la "escuelita" iban, según Sandoval desde los problemas del desarrollo del partido hasta "El neocolonialismo y el caso de Guatemala". Mientras que en la montaña la enseñanza se inclinaba por otros temas, "En los campamentos del Frente Guerrillero "Alaric Benet" se enseñaba a los campesinos ladinos pobres charlas políticas muy sencillas: combatir a los ricos y a las empresas monopolistas extranjeras, luchar por la tierra y por la patria."36

El encuentro entre estos dos mundos, el del guerrillero (ladinos, ex-militares, estudiantes, etc.) con el mundo maya de la montaña, impregnado de paisajes intelectuales diferentes fue en parte el detonante que provocó la hecatombe de violencia que experimentó Guatemala tras las sucesivas oleadas revolucionarias.37

La mujer a la que entrevisté me respondió que:

JDC: Te considerabas una mujer marxista, ¿siempre te has considerado una mujer marxista?

IA:

Según Figueroa Ibarra, en Centroamérica la matriz marxista que sustentaba la ideología del movimiento revolucionario –con sus matices– se construyó sobre la base de la experiencia soviética y cubana.38 Es decir que a las filas de los revolucionarios llega la versión desnaturalizada y dogmatizada del marxismo, basada en manuales que difundían no solamente la crítica al capitalismo, sino versiones legitimadoras del nuevo sistema aparecido o por aparecer, dando lugar al aprendizaje y reproducción de la escolástica marxista.39

¿Qué nos expresan los testimonios recogidos? ¿Cuál es el método ideal para interpretar un conjunto de experiencias y puntos de vista que afloran cuanto más indagamos sobre el tema?

Reconstruir el mundo mental de los actores de la guerra en Guatemala me obliga a detenerme en esos asuntos, al significado que tuvo y tiene para los informantes seleccionados una materia tan compleja para Guatemala. Esto me conduce a precisar el perfil de los entrevistados, en tanto que a partir de este criterio de selección puedo esperar un cierto tipo de información.

F. ¿Quiénes son los informantes?

Las personas que he decidido entrevistar son hombres y mujeres de edad madura y mayor, con un rango que oscila entre los cuarenta y cinco y los sesenta y cinco años aproximadamente que ocuparon u ocupan posiciones estratégicas en organizaciones revolucionarias y que tenían o tienen poder y acceso a la toma de decisiones y que, se reunían para trabajar en equipo. Son mayas y ladinos asentados en la capital de Guatemala y algunos que vivan en el interior del país y/o en el extranjero, de manera que obtenga en la recolección de la información una mirada diferente sobre un mismo proceso social. Otro atributo de los informantes es su militancia en las organizaciones revolucionarias de Guatemala, armadas o no; me interesa cubrir un amplio espectro que no esté limitado por las acciones bélicas, conocer cómo se establecían la definición de roles al interior de la organización y el peso que tenía para ello el origen étnico, la clase social o el género.

Como afirma Graciela de Garay (1999), la información obtenida a través de la historia oral nos permite corregir, o aclarar las interpretaciones historiográficas cuando se refieren a un orden temático, en este caso me interesaba conversar con mis informantes a partir de un tópico importante para mi investigación: la mirada que tienen de aquellos sucesos. No es la intención de este artículo, ni del proyecto como tal, ser juez y emitir juicios sobre la historia reciente de Guatemala, tal vez nunca logre adentrarme en el contexto etnográfico del entrevistado –como afirman Schwartz y Jacobs-, es decir, el contexto según el cual el informante decide qué es lo que debe decir al entrevistador, así como el sentido y el significado preciso de lo que dice. Ese contexto es la historia de su propia vida, el concepto que tiene de si mismo y sus propósitos dentro de la entrevista.40

Sin negar que entre ellos y yo se estableció una comunicación llena de distorsión y subjetividad que está implícita en toda conversación,41 pero que me permitía sobreponerme a la desventaja señalada por los autores arriba citados: yo no era un extraño de la historia sobre la cual platicábamos, a pesar de la diferencia de edad y de la trayectoria distinta de cada uno establecimos un puente sostenido por dos bases fundamentalmente: la primera, por ser familiar para ellos y para mí el contexto histórico sobre el cual platicábamos; la segunda, por que cada quien, en diferentes circunstancias vive los episodios de la guerra en Guatemala.

Al recordar junto a mis informantes pasajes de la vida personal y colectiva nos adentramos en esa zona de sombra entre la historia y la memoria,42 esa región de nuestra vida y de la vida social plagada de recuerdos y de la historia escrita, zona establecida entre la memoria individual y la historiografía que recrea los sucesos colectivos en los cuales se enmarca nuestra individualidad. Ese encuentro de vidas y relatos, enlazados por formar parte de una generación de hombres y mujeres herederos de la guerra y sus secuelas fue una cita con el espejo de la historia.43

José Domingo Carrillo


Notas

arriba

vuelve 1. Este artículo es un avance preliminar del proyecto intitulado La sedición frente al espejo. Estudio de las elites revolucionarias de fin de siglo, Guatemala (1960-1996) inscrito en el Doctorado en Historia de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. Deseo expresar mi reconocimiento al Dr. Richard N. Adams, quien ha dirigido hasta el momento dicho proyecto; a César Montes, al Dr. Gabriel Aguilera y a una informante anónima por su tiempo y disposición para las entrevistas. A Consuelo, quien me acompaña en esta compleja tarea que me he propuesto. El presente artículo fue presentado en el V Congreso Centroamericano de Historia, El Salvador,18-21 de Julio 2000.

vuelve 2. Skocpol, Theda, 1984: Los Estados y las revoluciones sociales, México: FCE, p.1

vuelve 3. Una ponencia intitulada "Cultura, identidad e historias de vida, Guatemala (1960-1996)", fue presentada en el II Taller de Historia Oral del Centro Occidente de México, abril 2000, Universidad Autónoma de Aguascalientes.

vuelve 4. "Tras 18 años regresa a su hogar una guatemalteca para dar testimonio de las atrocidades de la guerra." En El sol del centro. 10-06-00 Aguascalientes, México, Sección, B p. 2

vuelve 5. Lowell/Higley, 1980; Higles/Gunter, 1992; Hertz/Imber, 1995

vuelve 6. Torres-Rivas, Edelberto, 1993: La sociedad: la dinámica poblacional, efectos sociales de la crisis, aspectos culturales y étnico, En Historia General de Centroamérica. Madrid: Sociedad Estatal Quinto Centenario, FLACSO, pp .190-200, tomo VI; una versión actualizada se encuentra en la Historia General de Guatemala, específicamente en el capítulo de Cultura. (CD versión para Windows)

vuelve 7. Carrillo, 1998, p.20

vuelve 8. Los datos biográficos se encuentran en Macias, Julio César, 1998: Mi camino: la guerrilla. México: Editorial Planeta

vuelve 9. Los tipos de entrevista están definidos en Howard, Schwartz/ Jacobs, Jerry, 1984: Sociología cualitativa. Método para la reconstrucción de la realidad. México, Editorial Trillas, pp. 61-65; De Garay, Graciela, 1999: Las fuentes orales. En Reflexiones sobre el oficio del historiador, México: Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 147-153; Adams, 1964, pp. 315-346

vuelve 10. Adams, 1964, Introducción, p.31

vuelve 11. Entrevista a César Montes, México, D.F. 16-02-00

vuelve 12. Entrevista a Gabriel Aguilera, Guatemala 26-05-00

vuelve 13. Entrevista a informante anónimo, Guatemala 02-05-00

vuelve 14. Adams, 1964, Introducción, pp. 80 y ss.

vuelve 15. Richard N. Adams afirma que "hasta los años 1950, los mayas generalmente se identificaban a sí mismos en términos de la comunidad en que habían nacido, por ejemplo, 'sampedranos', 'maxeños' o 'magdaleños'. En la actualidad, algunos mayas políticamente conscientes prefieren identificarse como miembros de un grupo lingüístico como quiché, cakchiquel, mam, etcétera. Ahora, sobre todo entre los intelectuales mayas, prefieren el término 'maya', que tiene un sentido más amplio. Como las definiciones internas sólo pueden hacerlas los miembros del grupo, los no miembros las aprenden de forma indirecta y, por lo tanto, continúan usando sus propias definiciones externas. La autodefinición de los mayas varía según los rasgos particulares que deseen enfatizar. El traje y el idioma son algunas de las variables utilizadas para autodefinirse, aunque no necesariamente indispensables. " En Historia General de Guatemala (Versión para Windows, 1999)

vuelve 16. Entrevista a Cesar Montes

vuelve 17. Entrevista a informante anónima. Véase para una defensa de la "ladinidad" el sugerente y polémico artículo de Morales, Mario Roberto, 1999: Esencialismo "maya", mestizaje ladino y nación intercultural. Los discursos en debate. En Bianchi, Clara Arenas/Hale, Charles R./Palma Murga, Gustavo, 1999: ¿Racismo en Guatemala? Abriendo el debate sobre un tema tabú, Guatemala: AVANCSO. En el mismo texto se incluye la versión maya: CojtíÍ Cuxil, Demetrio: Heterofobia y racismo guatemalteco. Perfil y estado actua,. pp. 193-216; del mismo Cojtí véase Configuración del pensamiento político del pueblo maya. Guatemala: Talleres de "El Estudiante", 1991.

vuelve 18. Flores, Marco Antonio, 1994: Fortuny: un comunista guatemalteco. Memorias, Guatemala: Editorial Oscar de León Palacios, Palo de Hormigo y Editorial Universitaria, Colección Cincuentenario de la Revolución de Octubre, p. 326

vuelve 19. Información personal.

vuelve 20. Smith, Carol, 1989: Cultura y comunidad. El lenguaje de clase en Guatemala. En Revista de Historia, Universidad de Costa Rica, No.20, pp. 33-64; Richard N. Adams afirma que desde los años sesenta existía esta reflexión entre los mayas: "Adrián Inés Chávez, fundador de la Academia de la Lengua Quiché, en Quetzaltenango, a principios de los años 60, y quien era una persona capaz de reelaborar los códigos simbólicos de las viejas tradiciones, a fin de crear una visión del mundo que hiciera posible entrar en la modernidad sin añadir contradicciones y desintegración interna a la comunidad indígena. El surgimiento de la identidad maya." En Historia General de Guatemala (Versión para Windows, 1999)

vuelve 21. Sandoval, Miguel Ángel, 1997: Los años de la resistencia, Guatemala: Editorial Oscar de León Palacios, p. 89

vuelve 22. Flores, 1994, pp. 259 y 294

vuelve 23. Jonas, Susan 1994: La batalla por Guatemala, Guatemala: FLACSO-Editorial Nueva Sociedad, p. 155

vuelve 24. Entrevista a César Montes.

vuelve 25. Le Bot, Yvon, 1997: La guerra en tierras mayas. Comunidad, violencia y modernidad en Guatemala (1970-1992), México: FCE, p. 249

vuelve 26. Sandoval ejemplifica con la llamada "fuerza moral" de algunos combatientes que dió lugar a la creación de una elite al interior del insurgencia armada, op. cit., p.31; Fortuny lo señala también para el PGT, véanse los mecanismos de elección entre los comunistas: Flores, 1994, p. 334; en páginas anteriores Fortuny afirma que el fracaso de los comunistas se explica porque son partidos de elites, no de masas (p. 313).

vuelve 27. Le Bot, 1997, véase la nota al pie en la página 111 de la obra citada.

vuelve 28. Gleijeses, Piero 1997: Grappling with Guatemala's horror, En LARR, Vol. 32, No. 1, p. 231

vuelve 29. Tutino, John, 1986: De la insurrección a la revolución en México. Las bases sociales de la violencia agraria 1750-1940, México: Editorial ERA, pp. 9-44. Ha sido de mucha ayuda la discusión de estos temas con los estudiantes de décimo semestre del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Aguascalientes en la materia Modernidad, identidad y movimientos sociales en el siglo XX: América Central el cual impartí entre enero y junio del año 2000.

vuelve 30. Entrevista de J.D.C. a César Montes.

vuelve 31. Entrevista de J.D.C. a César Montes.

vuelve 32. Una imagen idílica de la ciudad de Guatemala se encuentra en Díaz Castillo, Roberto, 1994: Las redes de la memoria, Guatemala: FLACSO, pp. 25-26; para una mirada sociológica véase Gellert, Gisela: Ciudad de Guatemala. El proceso de expansión metropolitana. En Historia General de Guatemala. (Versión para Windows).

vuelve 33. Entrevista de J.D.C. a César Montes.

vuelve 34. Rude, George, 1981: Revuelta popular y conciencia de clase. Barcelona: Editorial Crítica

vuelve 35. Sandoval, 1997, p. 58 y ss. Las negritas son del autor.

vuelve 36. Julio César Macías, op. cit., p. 33

vuelve 37. Este tema está tratado en la obra de Yvon le Bot ya citada, específicamente en las páginas 111-133

vuelve 38. Figueroa Ibarra, Carlos, 1997: Centroamérica. El marxismo que nos dejo la guerra fría. En Anuario de Ciencias Sociales, Universidad Autónoma de Aguascalientes, tomo II, p. 46

vuelve 39. Fontana, Josep, 1982: Historia análisis del pasado y proyecto social. Barcelona: Editorial Crítica, pp. 214-229

vuelve 40. Schwartz y Jacobs, op. cit., p. 67.

vuelve 41. Carrillo, Norma Natalia, 1995: Mujeres, autoimágen e identidad en el oriente de Guatemala. En Anuario de Ciencias Sociales, Universdiad Autónoma de Aguascalientes, tomo I, p. 231

vuelve 42. Hobsbawm, Eric, 1998: La era del imperio, 1875-1914, Buenos Aires: Editorial Crítica, p. 11

vuelve 43. Me inspiro por el título y el sentido de la frase en el libro de Donghi, Tulio Halperin, 1987: El espejo de la historia. Problemas argentinos y perspectivas latinoamericanas, Buenos Aires: Editorial Sudamericana


Bibliografía
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