Iván Molina Jiménez

Del desencuentro al encuentro con Alvaro Quesada

Universidad de Costa Rica

ivanm@ns.fcs.ucr.ac.cr

Notas


 

El consejo editorial de la Revista de Historia, a finales de 1986, me solicitó un comentario sobre un libro que acababa de salir, titulado La formación de la narrativa nacional costarricense, escrito por Alvaro Quesada Soto.1 El texto que elaboré abre la sección "Debates" del número 15 de la publicación indicada, y está acompañado por dos contribuciones más, una de María Amoretti y otra de Sonia Marta Mora y Manuel Picado.2 Los editores justificaron su especial interés en la obra citada porque

"...reúne múltiples méritos, entre los cuales destaca su original enfoque pues intenta establecer vínculos entre los procesos de producción literaria y los fenómenos históricos y sociales. Como es fácil de suponer, tal perspectiva de análisis se presta a un fecundo diálogo interdisciplinario. No hace falta recordar que el contacto con otras disciplinas es benéfico para la historia, pero tal vez sea necesario apuntar que en dicho intercambio no pueden estar ausentes las ciencias literarias. En consecuencia, entendemos este debate como una invitación al diálogo entre los estudiosos de los fenómenos literarios y nosotros los historiadores."3

El número 15 salió en diciembre de 1987 y fue presentado a inicios de 1988 en una mesa redonda que se organizó en la Facultad de Letras de la Universidad de Costa Rica. Las y los críticos convocados por la Revista de Historia comparábamos puntos de vista cuando, de pronto, una figura se detuvo en el umbral de la puerta: era Alvaro Quesada, alto, muy serio, con barba y -según lo intuí en ese momento- con una cierta expresión de disgusto hacia mi persona. La verdad sea dicha, aunque sea después de casi quince años, el autor de La formación de la narrativa nacional costarricense tenía razón para estar especialmente molesto conmigo.

*

La comunidad de historiadores, que empezó a configurarse en la década de 1970, definió su identidad colectiva, diez años después, a partir de tres principios básicos: una crítica sin concesiones a las obras de los predecesores (sobre todo, las de Carlos Meléndez Chaverri y Carlos Monge Alfaro); un interés por profesionalizar, en términos teóricos, metodológicos y de fuentes, la investigación del pasado de Costa Rica en particular, y de Centroamérica en general; y un compromiso político y moral con las reivindicaciones y luchas, pretéritas y presentes, de los sectores populares.4 El carácter mesiánico de este proyecto intelectual, avivado por las ambiciones y los prejuicios de unos, y las inexperiencias y entusiasmos de otros, fácilmente podía conducirnos a transgredir los límites de la tolerancia y la justicia.

El texto que escribí sobre La formación de la narrativa no se exceptuó de los condicionantes anteriores. El énfasis de mi comentario fue, por supuesto, la "Introducción histórico-social" del libro, a la que formulé tres críticas principales: se caracterizaba la Costa Rica de comienzos del siglo XX como una sociedad de "capitalismo incipiente", algo que sonaba a herejía para historiadores que afirmábamos que una dinámica capitalista era visible en el Valle Central desde la década de 1830; se utilizaban conceptos muy vagos, ante todo el de patriarcalismo, para definir las relaciones sociales; y en cuanto a la bibliografía, no solo era evidente la ausencia de varias de las últimas novedades historiográficas, sino que ?lvaro dependía mucho de Rodrigo Facio, José Luis Vega Carballo y Samuel Stone para reconstruir el contexto socioeconómico.

Las críticas precedentes, vistas desde las alturas del 2001, deberían ser corregidas en varios sentidos. Lo primero que cabe destacar es que el origen del capitalismo era, en esa época, un debate abierto, por lo que aun entre los historiadores y científicos sociales que pertenecían o eran cercanos a la comunidad de la nueva historiografía, había algunos que compartían el punto de vista de Alvaro.5 Los conceptos de "patriarcalismo" o "relaciones patriarcales", a su vez, nos resultaban extraños o indiferentes ya que, ocupados como estábamos en investigar los fenómenos -estructurales- económicos y sociales, prestábamos poca atención a la vida cotidiana y a la esfera de lo doméstico.6

El decenio de 1990, por fortuna, nos permitió ampliar la perspectiva, gracias a una verdadera oleada de investigaciones sobre lo cotidiano, la familia y las relaciones de género, entre las cuales destacan las de Eugenia Rodríguez, Dora Cerdas y Alfonso González.7 El problema del patriarcado, en tal contexto, se configuró como un nuevo objeto de análisis histórico en Costa Rica, una tendencia a la que contribuyó, también y sin duda, un texto publicado en 1993, La casa paterna,8 de Margarita Rojas, Flora Ovares, Carlos Santander y María Elena Carballo (primera obra que incorporó, además, los aportes teóricos sobre la nación de Benedict Anderson y Steven Palmer al estudio de la literatura costarricense).9

La crítica más cuestionable que hice a La formación de la narrativa fue la atinente a la bibliografía, dado que algunas de las novedades historiográficas cuya ausencia yo le señalé a Alvaro le eran inaccesibles, ya fuera porque era muy difícil conseguirlas en Costa Rica en ese momento, como la tesis doctoral de Lowell Gudmundson, o porque -simplemente- se encontraban inéditas cuando él empezó a elaborar su libro, por ejemplo el texto de Mario Oliva sobre los artesanos y obreros del período 1880-1914.10 El reclamo anterior, visto desde la distancia del presente, expresaba ante todo una cierta angustia colectiva por la limitada circulación y difusión que tenía lo que producíamos, que en ese entonces todavía era bastante poco.

La parte final de mi comentario destacaba que el libro de Alvaro era el primero en introducir, de manera específica, directa y apoyado en fuentes (en este caso, literarias), un problema histórico esencial: cómo el modo de vida legado por la colonia había sido transformado, en el curso del siglo XIX, por el capitalismo agrario. La apropiada valoración de este aspecto de La formación de la narrativa fue facilitada por la influencia que, desde inicios de la década de 1980, tenían entre los historiadores los estudios de E. P. Thompson, en los cuales se analiza el cambio cultural que implicó el tránsito a la sociedad capitalista en la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX.11

La importante problemática avanzada por el trabajo de Alvaro fue una de las fuentes de inspiración de una obra que posteriormente edité con Steven Palmer, Héroes al gusto y libros de moda.12 El énfasis en el impacto que el tránsito al capitalismo tuvo en la vida cotidiana de los distintos grupos me impidió, sin embargo, apreciar debidamente el otro tema fundamental que La formación de la narrativa reintroducía en la agenda de la investigación literaria, social e histórica: el de la identidad nacional. El análisis de esta cuestión se convertiría, pocos años después, en uno de los ejes de los estudios producidos en el decenio de 1990.

El historiador canadiense Steven Palmer, cuyos textos contribuyeron decisivamente a renovar la problemática de la nación en los casos de Guatemala y Costa Rica, me decía recientemente, tras enterarse de la lamentable y prematura muerte de ?lvaro:

"el libro de él sobre la narrativa nacional fue la primera obra moderna que leí sobre el nacionalismo en Costa Rica, y me orientó mucho para la tesis. Además de ser un pensador muy destacado, era muy buena persona."13

*

La presentación del número 15 de la Revista de Historia se prolongó durante casi tres horas; finalizada la actividad, y luego de este primer desencuentro, no tuve mayor relación con Alvaro por varios años. La falta de contacto no me impidió, sin embargo, seguir de cerca su producción intelectual, tanto los artículos que circulaban en el Semanario Universidad (textos de tendencias jacobinas que valdría la pena recopilar y publicar), como sus nuevos libros. La voz desgarrada, que vio la luz en 1988,14 me gustó más que La formación de la narrativa, ya que -a mi juicio- él logró, gracias a la recuperación crítica que hizo de los aportes de Mario Oliva y Víctor Hugo Acuña,15 reconstruir brillantemente el contexto histórico (sobre todo el del mundo urbano) e integrarlo, muy creativamente, con el análisis de la literatura.

El crecimiento de Alvaro, en la dirección indicada, culminó con Uno y los otros, publicado en 1998.16 La gestación de esta obra, a lo largo de casi diez años, le permitió no solo recuperar, reformular y profundizar sus propios aportes previos, sino integrar la amplia y valiosa producción académica que circuló después de 1990 sobre los temas de la identidad nacional, el papel jugado por la literatura en la invención de la nación y la dinámica de los círculos intelectuales. La problemática étnica y de género, que apenas se perfilaba en sus obras anteriores, ocupa ya un lugar destacado en este libro, un énfasis acorde con las tendencias de investigación prevalecientes en la última década.

La publicación de Uno y los otros ocurrió en una época en la cual el desencuentro de 1988 ya había sido superado: en efecto, a principios de 1994, me incorporé al consejo de la Editorial de la Universidad de Costa Rica, y allí, al calor de los cafés con que Mario Murillo nos convocaba a sesión, Alvaro y yo pudimos empezar a conocernos. El, ya a finales de ese año, aceptó reseñar un nuevo libro que edité junto con Steven Palmer, El paso del cometa;17 y posteriormente tuvo la gentileza de comentar otros trabajos míos (en cuenta, una novela corta, que leyó con paciencia e indulgencia). La objetividad y generosidad de sus críticas eran otra forma de manifestar su apoyo y solidaridad, cualidades que también lo distinguieron cuando tuvo que asumir -accidentalmente- la dirección del CIICLA (unidad de investigación que desde su fundación practica, sin restricciones ni condicionamientos, el asilo político).

La última vez que asistí a una sesión del consejo editorial, en octubre de 1997 y ya al término de mi período, le comenté a ?lvaro que acababa de empezar a dirigir una nueva colección, en la Editorial Porvenir, llamada "Pasado y Presente", cuyo propósito era publicar libros de texto que sirvieran de apoyo para los estudiantes y profesores de cuarto y quinto año de colegio y primeros cursos de universidad. Le propuse, entonces, que escribiera una breve historia de la literatura costarricense. El proyecto le interesó, pero me dijo que, en ese momento, no podía emprenderlo; a inicios de 1999, volvimos a discutir el asunto y acordamos que me entregaría el manuscrito lo antes posible.

El plan original era que el libro empezara a circular en el segundo semestre del año indicado, pero diversas circunstancias demoraron su publicación, razón por la cual la Breve vio la luz en enero del 2000.18 La primera impresión, de acuerdo con los datos de la Editorial Porvenir, se vendió prácticamente toda en el curso de los próximos diez meses, ya que en noviembre quedaban en bodega unos 70 ejemplares. La cálida acogida que ha tenido no me sorprende, ya que constituye una excelente síntesis no solo de historia literaria e intelectual, sino también del pasado social y cultural de Costa Rica, escrita con un estilo preciso, elegante y ameno. La tentación de definirla como una obra menor podría justificarse al compararla con sus predecesoras; pero, en otro sentido, sería más justo considerarla, sencillamente, como un texto distinto.

*

El miércoles 17 de enero del 2001, en el CIICLA, me encontré casualmente con Alvaro, y me expresó que estaba interesado en que se realizara una edición nueva y ampliada de su último libro; en particular, deseaba incluir un capítulo adicional, el cual no se pudo incorporar en la versión original, centrado en el análisis de la literatura costarricense del período posterior a 1980.19 Le contesté que compartía su punto de vista y acordamos reunirnos el lunes 22, en la tarde, para afinar algunos detalles; sin embargo, ya no nos vimos más. La muerte, de súbito, se llevó su gran sonrisa y nos dejó, aparte del dolor por su ausencia, el desafío de cumplir -en la medida de lo posible- algunos de los proyectos y sueños que quedaron pendientes; y uno de tales es que la Breve, en breve, pueda salir otra vez en busca de lectores y lectoras. Ojalá así sea.

©Iván Molina Jiménez


Notas

arriba

vuelve 1. Quesada Soto, Alvaro, La formación de la narrativa nacional costarricense (1890-1910). Enfoque histórico social (San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1986).

vuelve 2. Molina Jiménez, Iván, "Literatura y modo de vida. Reflexiones sobre un libro de Alvaro Quesada Soto". Amoretti, María, "Contradicciones históricas y contradicciones literarias". Mora, Sonia Marta y Picado, Manuel, "Un nuevo aporte al estudio de la literatura costarricense". Revista de Historia. San José, No. 15 (enero-junio de 1987), pp. 123-151.

vuelve 3. "Literatura, historia y sociedad en Centroamérica". Revista de Historia. San José, No. 15 (enero-junio de 1987), p. 121.

vuelve 4. Para una descripción más amplia, véase: Molina Jiménez, Iván, "De un oficio antiguo y sin sentido". Edelman, Marc, et al, Ciencia social en Costa Rica. Experiencias de vida e investigación. (San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica y Editorial Universidad Nacional, 1998), pp. 97-139.

vuelve 5. Reuben, Sergio y Zúñiga, Guillermo, "Elementos para la comprensión de la crisis actual del capitalismo en Costa Rica". Trabajo. San José, No. 2 (marzo-abril de 1980), pp. 10-28. Quesada Monge, Rodrigo, "El paraíso perdido. Nueva historia y utopía en Costa Rica". Revista de Historia. San José, No. 26 (julio-diciembre de 1992), pp. 187-200. Para una crítica de este ensayo, véase: Palmer, Steven, "Comentarios sobre ?El paraíso perdido?, de Rodrigo Quesada M." Revista de Historia. San José, No. 28 (julio-diciembre de 1993), pp. 179-187.

vuelve 6. La única excepción, en este sentido, fue un capítulo de la tesis doctoral de Lowell Gudmundson, la cual tuvo una circulación muy limitada antes de su publicación en español en 1990. Véase: Gudmundson, Lowell, "Costa Rica Before Coffee: Society and Economy on the Eve of Agro-export Expansion" (Ph. D. Thesis, University of Minnesota, 1982), pp. 122-162. El enfoque de Gudmundson, sin embargo, es más estructural y demográfico que centrado en la vida cotidiana.

vuelve 7. Rodríguez Sáenz, Eugenia, Hijas, novias y esposas. Familia, matrimonio y violencia de género en el Valle Central de Costa Rica (1750-1850) (Heredia, Editorial Universidad Nacional y Plumsock Mesoamerican Studies, 2000); ídem, Entre silencios y voces. Género e historia en América Central (1750-1990) (San José, Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia, 1997). González, Alfonso, Vida cotidiana en la Costa Rica del siglo XIX (San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1997). Cerdas, Dora, "Matrimonio y vida familiar en el graben central costarricense (1851-1890)" (Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional, 1992). Para un balance más amplio, véase: Molina Jiménez, Iván, "Lo cotidiano en la investigación histórica costarricense: un balance de fin de siglo". Revista Parlamentaria. San José, 5: 3 (diciembre de 1997), pp. 349-365.

vuelve 8. Rojas, Margarita, et al, La casa paterna. Escritura y nación en Costa Rica (San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1993).

vuelve 9. Anderson, Benedict, Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism, 2a edición (Londres, Verso, 1991). Palmer, Steven, "A Liberal Discipline: Inventing Nations in Guatemala and Costa Rica, 1870-1900" (Ph. D. Thesis, Columbia University, 1990).

vuelve 10. Gudmundson, "Costa Rica Before Coffee". Oliva, Mario, "El movimiento artesano-obrero urbano costarricense. 1880-1914" (Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional, 1984).

vuelve 11. Thompson, E. P., Tradición, revuelta y consciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial, 2a. edición (Barcelona, Editorial Crítica, 1984); ídem, The Making of the English Working Class (New York, Vintage Books, 1966).

vuelve 12. Molina, Iván y Palmer, Steven, Héroes al gusto y libros de moda. Sociedad y cambio cultural en Costa Rica (1750-1900) (San José, Plumsock Mesoamerican Studies y Editorial Porvenir, 1992).

vuelve 13. Palmer, Steven, Comunicación personal, 23 de enero del 2001.

vuelve 14. Quesada Soto, Alvaro, La voz desgarrada. La crisis del discurso oligárquico y la narrativa costarricense, 1917-1919 (San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1988).

vuelve 15. Oliva, Mario, Artesanos y obreros costarricenses 1880-1914 (San José, Editorial Costa Rica, 1985). Acuña, Víctor Hugo, Los orígenes de la clase obrera en Costa Rica. Las huelgas de 1920 por la jornada de ocho horas (San José, CENAP/CEPAS, 1986).

vuelve 16. Quesada Soto, Alvaro, Uno y los otros. Identidad y literatura en Costa Rica 1890-1940 (San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1998).

vuelve 17. Quesada Soto, Alvaro, "Iván Molina y Steven Palmer, eds., El paso del cometa. Estado, política social y culturas populares en Costa Rica (1800-1950). San José, Plumsock Mesoamerican Studies y Editorial Porvenir, 1994". Mesoamérica. 16: 30 (junio de 1995), pp. 409-412.

vuelve 18. Quesada Soto, Alvaro, Breve historia de la literatura costarricense (San José, Editorial Porvenir, 2000).

vuelve 19. Quesada Soto, Alvaro, "La narrativa costarricense de fin de siglo". Tópicos del Humanismo. Heredia, No. 54 (enero del 2000), pp. 2-4; ídem, "Historia y narrativa en Costa Rica (1965-1999)". Istmo. No. 1 (enero-junio del 2001), http://www.wooster.edu/istmo/


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