Héctor M. Leyva

 

Una red de estudios literarios y culturales centroamericanos*

 

Universidad Nacional Autónoma de Honduras

hleyva90@hotmail.com

Nota


En primer lugar quiero agradecer la asistencia de todos Ustedes que dan calor a este evento y que ponen de manifiesto que los que nos ocupamos de investigar la literatura cada vez hacemos una comunidad mayor. Todos sabemos de la importancia para nuestras sociedades de ir conformando comunidades críticas (no sólo respecto de los hechos literarios sino de los hechos sociales en general) que permitan cobrar conciencia y arrojar luces con respecto a ese acaecer más bien tumultuoso que caracteriza el desenvolvimiento de nuestras sociedades.

De una comunidad crítica o de una micro-comunidad crítica (para ser más exactos) es de lo que se trata este evento en el que se presentan estos libros. Esto en el sentido de que son el resultado de una red académica regional que está consiguiendo extender su alcance entre investigadores y auditorios en los distintos países centroamericanos, y que además está consiguiendo ofrecer ciertos aportes como estos.

La red integra un número variable de 20 a 100 investigadores, dependiendo de las actividades, que proceden de países de la región y de fuera de ella, que se reúnen periódicamente en distintos foros y que están consiguiendo publicar el resultado de sus trabajos conjuntos de distintas maneras. Lo más próximo a una sede, si acaso la hay porque la red tiene un cierto carácter nómada, la ofrece el Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas de la Universidad de Costa Rica, donde se realizan talleres y conferencias anualmente en torno al Programa Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas. Igualmente la red se reúne y presenta trabajos de investigación en otros foros académicos: en los Congresos Centroamericanos de Historia que se celebran bianualmente en un país diferente de la región, en los Congresos Internacionales de Literatura Centroamericana que se realizan anualmente dentro y fuera de la región, y en los congresos de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA) organizados bianualmente por la academia norteamericana en distintos países del continente.

Puede decirse que el Programa Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas ofrece la plataforma más estable y el proyecto más coherente y de largo plazo de la red, en el sentido de que nos ha mantenido trabajando por varios años y el producto será una obra de considerable magnitud. En los otros foros los participantes en la red desarrollan de forma independiente sus investigaciones, que pueden coincidir o no con las líneas del Programa de Historia pero que ofrecen la oportunidad de ir afianzándolo (pues se realizan minitalleres sobre asuntos puntuales paralelamente a las conferencias de los congresos). En este sentido la red busca provocar la convergencia de los trabajos de investigación al mismo tiempo que promueve su diversificación y su ampliación hacia distintas áreas. Un caso de los resultados colaterales de esta red es el libro de Historia y ficción en la novela centroamericana contemporánea que aquí se presenta, en el sentido de que se desprendió de la Mesa de Historia y Literatura que la red ha mantenido en los Congresos Centroamericanos de Historia y que ha permitido en este caso ocuparse con detalle de un corpus particular de la narrativa centroamericana contemporánea.

Esto de las redes es una de las modalidades de interconexión entre personas y colectivos que parecen habernos traído los nuevos tiempos de la globalización. A pesar del recelo fundado con respecto a las modas que todos tenemos, no puedo menos que afirmar desde mi experiencia particular sus efectos positivos y su necesidad en los tiempos que corren. Como sostiene la teoría de las redes, éstas favorecen el intercambio de información y conocimiento y potencian la participación en el debate público, y esto no solamente en asuntos académicos sino políticos y sociales en general.

Mucho tienen que ver sin duda las redes, con el auge de la Internet, que por sí misma es una herramienta inédita de interconexión que está rompiendo distintas formas de aislamiento que han prevalecido especialmente en regiones del tercer mundo como las nuestras. De hecho, buena parte del trabajo de esta red de estudios literarios se hace vía electrónica cotidianamente. Pero me parece a mí que el dinamismo y el rendimiento de estas redes, especialmente en el campo de las ciencias y las artes, tiene que ver también con un cambio en el modelo de trabajo intelectual.

De la práctica del autor individual que formula y ejecuta un proyecto particular, y que depende de su solo trabajo y recursos para lograrlo, se pasa a una forma de creación colectiva en la que se consensúan fines y procedimientos y se aportan las capacidades diversas de distintos individuos y los recursos de distintas fuentes e instituciones. En principio el trabajo en equipo permite formularse objetivos más ambiciosos y lograrlos con moderadas aportaciones de esfuerzo individual, en contraste con los esfuerzos titánicos que objetivos más modestos demandan a los autores de proyectos individuales.

Para sólo referirnos al caso de los estudios literarios, un buen ejemplo de esto que digo lo ofrecen las historias de la literatura nacionales (la historia de la literatura de Guatemala, Costa Rica, El Salvador, etc.) que requirieron de un gran esfuerzo de autores individuales en cada país durante varias décadas, en comparación con este proyecto de la historia regional de las literaturas centroamericanas que se concluirá en algo más de una década con contribuciones puntuales de muchos investigadores sobre unos corpus textuales mucho más amplios y que tendrá una aportación teórica y reflexiva mucho mayor, si bien quizás algo más limitada en su aportación de datos.

Por supuesto que el trabajo en redes supone el relevo del modelo de intelectual como héroe cultural, al más modesto de equipos y grupos de trabajo en el que las individualidades se colocan en un eje horizontal (sin que por eso se borren los nombres o las cualidades personales propias de cada uno y de cada trabajo). E igualmente el trabajo en equipos supone la caída de colgaduras en torno a la mesa de trabajo (me refiero a que en el gabinete del autor individual podía ocurrir toda suerte de magia en el manejo de los datos, lo que no puede ocurrir en el trabajo en equipo en el que se concierta un método y procedimientos).

Quizás este sea el requisito más difícil para el trabajo en redes por cuanto supone contar con la opinión de otras personas sobre el propio trabajo, ceder algunas perspectivas personales a favor de un punto de vista o dirección colectivos y colaborar en procesos y tareas de interés común ajenas al trabajo personal. En pocas palabras, las redes requieren de un manejo diferente de los egos y quizás de la claudicación del culto a la personalidad y el individualismo del modelo liberal de las artes y las ciencias.

Cuando he querido ofrecer una imagen ilustrativa de lo que supone para mí el trabajo en la red, lo que se me ha venido a la mente es aquel juego infantil llamado Spirograph. Si Ustedes lo conocen se trata de un juego de lápiz y papel en el que se dispone de distintas plantillas o reglas con las que se puede rayar a libertad y crear una gran diversidad de figuras y dibujos. Lo simpático de este juego es que cuantas más rayas se trazan en el papel siguiendo las distintas plantillas, más complejos y sorprendentes resultan los dibujos. Debe decirse que la mayoría de los dibujos resultantes son fantásticos en el sentido de que no parecen corresponderse con nada en la realidad aunque quizás su encanto se derive precisamente de no ser figurativos sino sugestivos. Pues algo parecido me viene a resultar el trabajo intelectual en la red, en el sentido de que supone también un juego en el que se concensúan ciertas reglas y procedimientos para abordar un objeto (en nuestro caso la literatura de la región) que procedemos a representarlo mediante los discursos críticos de distintos investigadores. Igual que en el Spirograph la historia que escribimos sobre las literaturas de la región se enriquece con la multiplicación de discursos críticos individuales que el programa consigue hacer converger en la tarea común. También como en el Spirograph se corre el riesgo de que el dibujo o representación resultante de la convergencia de discursos críticos venga a ser un garabato fantástico difícil de entender, como igualmente es posible que se tenga la suerte de proponer dibujos-representaciones suficientemente sugestivos que consigan dar buena cuenta de la rica complejidad del objeto que nos ocupa.

Si se consideran las publicaciones de la red, en cuenta los libros que ahora presentamos, su organización se parece menos a la de una cuadrícula que organizara en compartimentos de  nítidas demarcaciones su objeto, que a la de múltiples círculos y elipsis que entrecruzándose y desencontrándose buscaran cubrir un amplio espacio desde distintos ángulos.

La comparación también me sirve para ilustrar el entendimiento menos grandilocuente de la actividad científica que se ha echado a andar en esta red. Los juegos como la ciencia se someten a reglas, pero mientras para los primeros lo principal es la actividad misma (el jugar que divierte desarrollando las capacidades físicas e intelectuales de los jugadores), para la segunda lo más importante son los resultados (aquel conocimiento cierto de su objeto que habrá de ser una contribución a la sociedad). La red es rigurosa en cuanto a los marcos conceptuales, los procedimientos y objetivos que persigue (de hecho el primer tomo como se ha visto responde a una petición de principios teórico metodológicos para el ejercicio de la historia literaria), y en eso ha conseguido traspasar la frontera del saber impresionista, archivístico o cronológico de los estudios literarios precedentes hacia los ámbitos de un saber científico al día con las corrientes mundiales más recientes en estos estudios. Pero lejos de la confianza positivista en la ciencia que hasta hace poco permitía envanecerse a los académicos, aquí no se tiene la pretensión del conocimiento absoluto, ni siquiera de uno exhaustivo o largamente duradero. No se cree que sea posible escribir de una vez y para siempre la historia literaria (como ninguna otra historia) pues el conocimiento no se escribe sobre la piedra sino sobre las arenas movedizas de las subjetividades y del tiempo histórico. Por el contrario se tiene consciencia de las limitaciones de esta historia y de su carácter provisional. (Algunos colegas nos dicen que tratándose la historia literaria de un proceso que se renueva con cada obra que se publica, tenemos que darnos prisa porque de lo contrario nunca la vamos a alcanzar). De forma que sabemos que buena parte de nuestro trabajo será pronto rebasado por los hechos o relevado por nuevos estudios que consigan hacer ver nuevas dimensiones de la historia literaria. Pero en lugar de que la consciencia de la provisionalidad nos paralice, como ha paralizado numerosas iniciativas intelectuales que por pretender el absoluto no consiguen ni siquiera una parte, nosotros hemos encontrado en ella un estímulo para la creación en libertad y para la exploración arriesgada. En este sentido, no se pierde de vista que tan importante como los resultados (llegar a la meta que es la obra de cinco tomos de la historia literaria) lo es el proceso, la actividad que está interconectando a los investigadores y que es generadora de desarrollos imprevisibles desde nuestra circunstancia actual, desarrollos insospechados que a la larga es posible que sean los más importantes. Ya sea dentro o fuera de la red es de esperar que nuevas investigaciones motivadas o respaldadas por esa red alcancen mejores y más duraderas contribuciones. Y en este sentido el juego mismo que propicia ese espacio de interacciones entre investigadores viene a ser uno de sus lados más productivos y gratificantes, independientemente de sus logros por sí mismos también valiosos.

He querido hablar del significado de la red en estos trabajos porque me parece que es replicable en distintos campos y que contribuye a hacer avanzar los modos de actividad científica en países relativamente distanciados entre sí y siempre escasos de recursos como son los nuestros. Pero lo dicho con respecto a que la red ha producido representaciones tan ricas como complejas de los fenómenos literarios centroamericanos vale igualmente para referirse a los libros que ahora presentamos.

El libro Intersecciones y transgresiones: Propuestas para una historiografía literaria en Centroamérica lleva en su mismo título esa idea de que los discursos críticos de los distintos investigadores convocados se entrecruzan y traspasan buscando dar cuenta de realidades ellas mismas traslapadas y vulneradas en sus fronteras. En lugar de un discurso monológico, en ese libro podrá encontrarse una polifonía de voces que hacen encontrarse distintas tradiciones teóricas y metodológicas para discutir sobre los problemas de historiar la literatura, desde la definición misma de la literariedad y la historicidad, pasando por el debate sobre los géneros, la evolución de los estilos o la demarcación de períodos, hasta los que tienen que ver con la relación entre literatura, poder y nación, o lo que podemos entender por Centroamérica como región geográfica, social, política y cultural.

En determinados nudos centrales, los ensayos de este libro se encuentran para comunicar cierta coherencia programática al proyecto. Así, en el de superar la visión lineal de la historia literaria que ha prevalecido hasta hace poco centrada en la identificación de autores y la caracterización de estilos, en la que se ha visto asociada su evolución a un discutible progreso y a la consolidación de un sujeto nacional homogéneo. En su lugar los ensayos coinciden en proponer comprender los fenómenos literarios como formas de enunciación y representación que participan de modo dinámico en las complejas formaciones discursivas y sociales de la región, inmersas en procesos de permanente confrontación de propuestas simbólicas y discursivas provenientes de distintos sujetos sociales, y esto en correspondencia con sociedades ellas mismas heterogéneas y en conflicto.

Igualmente, el otro libro de Historia y ficción en la novela centroamericana contemporánea consigue trazar los perfiles de la nueva novela histórica centroamericana haciendo confluir distintas líneas de análisis y reflexión. Ciertas líneas siguen obras y conjuntos de obras concretas de un autor o de un país o afines por sus enfoques o temáticas al tiempo que otras discuten los límites y los umbrales de ese subgénero narrativo. El libro se pregunta por la procedencia de ese extraordinariamente renovado interés por la historia de la última novelística centroamericana. Como puede apreciarse en el libro, la narrativa de Sergio Ramírez, que es uno de los autores más destacados de la región, ha estado dominada por este tipo de preocupaciones (Sombras nada  más, Margarita está linda la mar, Castigo Divino, etc.). Tan solo en lo que se refiere a Honduras el libro hace ver el peso de la novela histórica desde Argentina Díaz Lozano con novelas como Mayapán hasta los más recientes autores como Julio Escoto en Rey del Albor Madrugada o Roberto Castillo en La guerra mortal de los sentidos. ¿Tal atracción por la historia es una fuga nostálgica del presente hacia las fuentes de la identidad en tiempos de confusión y de crisis? ¿Procede esta escritura ficcional motivada por una carencia, por las limitaciones de una historiografía local escasamente desarrollada? ¿O por el contrario tiene que ver con un intenso compromiso con el presente en el sentido de pretender revelar la historia no contada de regiones, sujetos y experiencias sociales invisibilizadas por la historia oficial o por las prácticas rutinarias de la disciplina? ¿O es una discusión del presente en el sentido de que la rememoración del pasado constituye un alegato sobre el devenir, en tanto que meditar sobre lo que en el pasado fue encierra las claves sobre lo que el futuro podría ser?

Una constatación recorre el libro y es el del desvanecimiento de la frontera antes tenida por firme entre la narración historiográfica y la narración ficcional de la historia. Es la evidencia de que el historiador como el novelista fraguan versiones del pasado, que los hechos no se dan en una exterioridad transparente como antes se creía sino que, en su intelección, tanto se recortan los hechos como se les modela e impone un sentido. De forma que si el novelista inventa el pasado, también lo hace el historiador y esto como parte de un debate mayor sobre la interpretación de las sociedades y sus trayectorias que podría encontrarse a la base del renovado interés por la historia en la literatura.

Como se ha dicho, estos dos libros son productos concretos de la red que estamos seguros que se convertirán en punto de referencia para los estudios literarios de la región. Pero otros productos paralelos no son menos importantes y hacia ellos quisiera llamar la atención antes de terminar estas palabras.

Además de estos trabajos, la red mantiene una publicación periódica en Internet: Istmo. Revista de estudios literarios y culturales centroamericanos que se publica desde el año 2000 y que va por su número 18. Muchas de las ponencias y debates que la red ha llevado a los foros y conferencias académicas se han publicado en esta revista, lo mismo que ensayos independientes y números monográficos sobre autores, temáticas o tendencias literarias, artísticas y culturales. El último número de la revista y los anteriores pueden accederse en línea y son efectivamente una fuente de consulta para investigadores y estudiantes de literatura centroamericana.

Finalmente, la red se ha embarcado en otro proyecto igualmente importante como lo es la celebración de un Congreso Centroamericano de Estudios Culturales cada dos años. El objetivo de estos congresos es incentivar una convergencia interdisciplinaria de los estudios literarios y artísticos con los estudios antropológicos, sociológicos, de la comunicación y de la historia social e intelectual que hagan posible colocar a Centroamérica como horizonte de un pensamiento crítico. Se trata de un proyecto que nos lleva lejos de la propuesta inicial de escribir una historia literaria hacia otras esferas de la contribución de las ciencias de la cultura al porvenir de la región. El primero de estos congresos se celebró en San Salvador el año 2007 donde se presentaron más de 70 ponencias de investigadores centroamericanos y de otros países, tanto como de escritores y artistas, y se desarrolló un ciclo de cine latinoamericano. El segundo congreso de esta serie se realizará en Tegucigalpa del 22 al 24 de julio del próximo año y esperamos que tenga tanto o más éxito que el anterior.

No quisiera dejar una idea simplemente laudatoria de esta red (aunque evidentemente me complacen sus resultados) sino como he dicho antes llamar la atención sobre las posibilidades que ofrece este modelo de trabajo. Si los modelos del trabajo intelectual han de ir cambiando, me parece que está es una alternativa positiva que merece la pena ponerla en práctica

 

© Héctor M. Leyva


Nota

arriba

vuelve * Conferencia leída en la presentación de los libros Mackenbach, Werner (ed.): Intersecciones y transgresiones: Propuestas para una historiografía literaria en Centroamérica, Guatemala: F&G Editores, 2008, y Mackenbach, Werner/Sierra Fonseca, Rolando/Zavala, Magda (eds.): Historia y ficción en la novela centroamericana contemporánea, Tegucigalpa: Ediciones Subirana, 2008, realizada en la Antigua Casa Presidencial (CDIHH) en Tegucigalpa, el 28 de octubre de 2008.


*Istmo*

*¿Por qué existe Istmo? *¿Qué es Istmo? *¿Quiénes hacen la revista? *¿Cómo publicar en Istmo?*

*Consejo Editorial *Redacción *Artículos y Ensayos *Proyectos *Reseñas*

*Noticias *Foro Debate *Buscar *Archivo *Enlaces*

 

*Dirección: Associate Professor Mary Addis*

*Realización: Cheryl Johnson*

*Modificado 02/03/09*

*Istmo@wooster.edu*

*© Istmo, 2009*

Web Design SWS CR © Istmo - 2000-2010