Emiliano Coello Gutiérrez
(r)escritura(s), xénero y nación:
voces femeninas de la narrativa centroamericana actual.
Un seminario en la Universidad de Poitiers, Francia
Université de Poitiers
ecoellogutierrez@yahoo.es
El 24 de octubre de 2008 el Centro de Investigaciones Latinoamericanas de la Universidad de Poitiers (CRLA) tuvo el honor de recibir a las escritoras costarricenses Tatiana Lobo y Anacristina Rossi, que participaron, junto con académicos de diversas procedencias, en un seminario dedicado a la narrativa escrita por mujeres en América Central durante las últimas décadas.
Este encuentro de escritores y críticos literarios tuvo como finalidad seguir profundizando en las características y especificidades de una literatura que durante los últimos lustros ha transformado las tradiciones y códigos de escritura del pasado regional en lo que tiene que ver con conceptos como el de nación, el de ideología, el de género, el de marginalidad o en lo que respecta a cómo el artista de la palabra asume la propia labor creativa, entre otras cosas. Así, por ejemplo, una literatura como la centroamericana, tradicionalmente tan signada por lo social, ha ensanchado durante los últimos tiempos su visión del mundo y, sin abandonar el testimonio fiel de las lacras de sus sociedades, se ha alejado del tono político preponderante para subordinar cualquier motivación ajena a lo textual a una finalidad artística. Concepciones como la de género, ligadas aun en la época revolucionaria a una visión del mundo fundamentalmente masculina, se han metamorfoseado en la narrativa actual de las escritoras centroamericanas, mostrando los problemas en toda su complejidad múltiple que se resiste a esquematismos reductores, propios quizá de otros dominios del conocimiento, nunca de la literatura.
La escritora nicaragüense Milagros Palma analizó el relato “El hombre de la primera vez” de la colección El desencanto (2001), de Jacinta Escudos. Lo paradójico del texto es que, siendo tan actual, sigue mostrando a las claras la dependencia del orden simbólico patriarcal que aún hoy tiene la mujer centroamericana. El personaje de Arcadia se atiene al modelo secular de mujer pasiva y dependiente que la mentalidad occidental sacralizase otrora, un ser inerme e incompleto que espera la salvación de manos de un príncipe azul que simbolizaría la fuerza, la actividad, lo creativo y toda una serie de valores positivos de los que carece su contraparte. Así las cosas, no quedaría para la mujer sino la dimensión vital del sufrimiento y de una resignación mariana muy acorde con los paradigmas del pasado. Lo paradójico del cuento de Jacinta Escudos es que su tono anacrónico es precisamente el factor que multiplica su condición de denuncia.
Emiliano Coello, quien coordinó el seminario, trató de forma panorámica la obra narrativa de Tatiana Lobo, la escritora chileno-costarricense, en su ponencia “De paraísos, asaltos y laberintos: notas a la novelística de Tatiana Lobo”. Uno de los ejes medulares de la obra de esta autora es su iconoclastia para con los mitos del imaginario nacional “tico”. La leyenda de un país blanco, católico, democrático y carente desde sus inicios de contradicciones históricas y sociales ha sido deconstruida en la narrativa de Tatiana Lobo, que nos muestra en sus novelas una historia de Costa Rica mucho más similar al devenir del resto de las naciones latinoamericanas de lo que pudiera parecer en un principio. De este modo, se cuestiona el discurso oficial de la “diferencia” tica desde su primera novela, Asalto al paraíso (1992), hasta la última, Candelaria del azar (2009). La novelística de Tatiana Lobo se caracteriza de este modo por la frecuente subversión de los dogmatismos y las verdades en boga, también en lo que respecta al género. Por ejemplo, la ideología del feminismo liberal ha sido problematizada con la creación del personaje ambivalente de Sofía Medero, de El año del laberinto (2000), una mujer que denuncia su condición de víctima del machismo decimonónico, pero que no abandona nunca la clase a la que pertenece, la cual, aparte de sinsabores, le proporciona también extraordinarias seguridades, ya que se trata de la esposa de Antonio Medero, uno de los hombres más ricos de la Costa Rica del momento. De igual forma el rigor excesivo del compromiso antimachista de Yolanda, el personaje de El corazón del silencio (2004), ha sido tratado con humor. Porque la risa, desde su posición de elemento imparcial y exterior al inevitable enfrentamiento de perspectivas diferentes (“tertium datur”), ensancha la cosmovisión de los personajes. De igual manera las novelas históricas de Tatiana Lobo no suponen solamente una revisión y una denuncia de las crueldades del pasado, sino una utilización de este como cantera de aventuras y peripecias susceptibles de convertirse en materia novelable.
Fernando Moreno, catedrático de la Universidad de Poitiers y director del CRLA, presentó la ponencia titulada “Limón blues: texto, historia, utopía”, en la que analizó esta novela de Anacristina Rossi en relación con la nueva novela histórica latinoamericana en lo que esta última tiene de apropiación de la historia silenciada y marginalizada (en este caso del Caribe costarricense), en lo que respecta a la impugnación de la historia oficial que supone y en lo que atañe a la propuesta de una nueva narratividad de cuestionamiento y pesquisa, a que la nueva novela histórica da lugar. Limón blues es una novela mestiza, dinámica e inclasificable, como corresponde al modo de concebir el mundo en nuestros tiempos y a la lectura de los acontecimientos históricos que hace la narrativa última en América Central y en América Latina en general. El inglés, el español, el “patois” se entremezclan, como lo hacen las voces narrativas, y las acciones de los personajes aparecen en claroscuro. La novela se caracteriza también, según Fernando Moreno, por su incidencia en el factor metanovelesco, es decir, al tiempo que la trama se despliega, desvela los entresijos de su fabricación artística, poniendo así en entredicho la mimesis realista de la novela histórica tradicional.
Tatiana Lobo, en su intervención titulada “Razones y sinrazones de una escritora”, puso de manifiesto la ardua labor documental y de archivo que precedió a la escritura de sus novelas. La autora se refirió al desfase entre las fuentes históricas que consultó y la historia canónica de Costa Rica, y al peligro de enajenación que esta discordancia representa. También habló de las experiencias vitales de las que se nutre su literatura y de la fuerte impronta que dejó en esta su periodo de convivencia con una comunidad indígena de Talamanca. Los indígenas, tradicionalmente ninguneados por el modelo de vida occidental, le hicieron replantearse algunos conceptos antes tenidos por infalibles, como la rentabilidad del tiempo en trabajo, la idea occidental de progreso o los estándares de cantidad y de calidad que manejamos. La vida indígena observa también un equilibrio entre el individuo, la sociedad y el medio ambiente del que carece la era de la globalización. Una era, la nuestra, que difiere mucho en Centroamérica, según la autora, de la época revolucionaria, llena de causas, ilusiones y motivos por los que escribir. La literatura parece haberse contagiado del marasmo de nuestro tiempo, poco proclive a la reflexión, porque los principales discursos ideológicos, cualesquiera sea su tendencia, han sido desmantelados casi totalmente. Tatiana Lobo apeló a la compasión, que es siempre un regreso al otro, como el único modo de superar el solipsismo de la vida y de la literatura actuales.
Anacristina Rossi habló en su intervención, títulada “Escribir desde el margen”, de la actitud de desafío con que ha asumido siempre la labor creativa. María la noche (1985), una novela fundacional de la literatura de la “postmodernidad” en Centroamérica, a pesar de lo relativamente actual de su publicación, provocó un escándalo en la sociedad costarricense de aquellos días, porque iba en contra de algunos de los presupuestos que rigen una sociedad machista y, por ende, mariana, donde la figura de la madre (como en el resto de América Latina) tiene una importancia primordial. La loca de Gandoca (1991) también fue escrita en la misma actitud de reto, esta vez contra la oligarquía costarricense que fabricó el mito de que Costa Rica es un país ecologista. La obra denuncia la labor de zapa de los grandes emporios comerciales en el país, que, aliados con la clase dirigente, han depauperado una parte de la riqueza ecológica de Costa Rica. Limón blues (2002) ha recuperado otro margen, el de la cultura negra del Caribe, un patrimonio tico que ha sido olvidado en beneficio de una idea de nación que gira en torno al Valle Central, “blanco”, católico e hispanohablante. Hay toda una tradición escrita por los negros jamaicanos limonenses (en inglés) que debería formar parte del acervo cultural costarricense, tanto como la cultura indígena que ayudara a rescatar Tatiana Lobo. Y Limón reggae (2007) ha supuesto un desafío no menor, ya que aborda el tema de la sexualidad en los movimientos de izquierda del periodo de la revolución y sugiere que la liberación de la mujer también fue postergada y relegada en la práctica comunista. Esta su última novela toca también un tema extraordinariamente polémico, que sigue levantando ampollas en la Centroamérica de hoy, y es el de la criminalidad en el seno de las organizaciones guerrilleras de los años setenta y ochenta. Después de un periodo de atracción por los márgenes exteriores, la escritora hizo patente su deseo de volver a replegarse hacia su interior, como hizo en su primera novela.
La profesora Maryse Renaud, catedrática de la Universidad de Poitiers, puso en duda la especificidad de una literatura femenina, pero sí hizo énfasis en que la narrativa escrita por mujeres en la América Latina actual rehúye los binarismos simplificadores de la literatura militante, sin por ello abandonar las preocupaciones políticas, como muestra el creciente interés de la novelística por las problemáticas de la marginación y de la exclusión, que siguen vigentes en Latinoamérica. Renaud examinó el simbolismo de la falta de habla de La Muda en Asalto al paraíso, de Tatiana Lobo. Es ese silencio del sometido ante el invasor el que provoca la metamorfosis y la apertura de este ante la diferencia indígena y ante la diferencia que implica la feminidad, tema este último que vuelve a aparecer en El año del laberinto con el personaje de Sofía Medero. Maryse Renaud también hizo referencia al asunto de la marginación de la mujer en otras novelas centroamericanas como Sin fecha fija (1982), de la panameña Isis Tejeira, o La mujer habitada (1988), de la nicaragüense Gioconda Belli. Se habló también del mestizaje de Limón blues, una novela cuyos personajes “redondos” (para aludir a E.M. Forster) han logrado que prepondere la ficción por encima de la aspereza del documento histórico.
Por fin el guatamalteco Dante Barrientos, profesor de la Universidad de Aix, centró su intervención en el análisis de la colección de cuentos Mariana en la tigrera (1996), de su compatriota Ana María Rodas, un texto intertextual donde los mitos religiosos referentes a la condición femenina se reactualizan y adquieren un nuevo sentido. El libro de Ana María Rodas tiene mucho de iconoclastia también, por cuanto en él la fuerza de la sexualidad femenina es abordada sin tabúes, y el lenguaje del cuerpo se superpone en ocasiones al de la cultura. Las identidades masculinas y femeninas en este texto han perdido sus márgenes férreos y han ganado labilidad, gracias a la compleja psicología de los personajes y a lo inquietante de los contextos sociales donde estos interactúan.
En resumen, este encuentro de escritores y académicos resultó interesante a la hora de seguir ahondando en la enorme riqueza de la narrativa escrita por mujeres en la América Central de hoy, una literatura que ha recogido la herencia de rebeldía de la modernidad en la región, a la que ha añadido, para mayor gala del arte literario, el rescate de los márgenes, el antidogmatismo y la apertura mental propios de la filosofía postestructuralista y postmoderna.
Ver el informe audiovisual del seminario en:
http://uptv.univ-poitiers.fr/web/canal/61/theme/28/manif/199/index.html
© Emiliano Coello Gutiérrez
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