Patricia Fumero Vargas

 

Las compañías y las representaciones teatrales en Nicaragua (1870-1899)

 

Universidad de Costa Rica

patricia.fumero@ucr.ac.cr

 

Nota | Bibliografía


El teatro es una actividad que se practica en Centroamérica desde la época colonial, por ejemplo, cuando el arqueólogo y diplomático estadounidense, Ephraim George Squier visitó Nicaragua en 1852, durante su estadía en León le tocó presenciar dos tipos de representaciones. Una de teatro aficionado en la Plaza de la Iglesia de el barrio El Calvario, en la cual se erigió un tablado, con divisiones de fondo separadas por varios trapos de colores para el uso de los artistas y un armazón de madera con numerosas candelas de cebo para iluminar el acto. Al frente del escenario, estaba la orquesta y el programa consistió en un poema declamado, adecuado al acto, un canto acompañado por la orquesta vocalizado por dos hombres y tres mujeres, y seguidamente un drama tomado de la Biblia, quizá un auto sacramental. Al finalizar la función, se realizó una colecta a beneficio de la Iglesia. Squier fue elocuente al definir la ocasión como “... propicia para toda suerte de lances, y pronto comencé a sospechar que durante la función habría más intrigas amorosas que cualquier otra cosa ...” (Squier, 1989: 213-214).

Varios días después de su arribo a León, llegó a la ciudad la “Compañía Española de Funámbulos”, bajo la dirección de Pedro Sarrate, quien repartió “chillonas hojas volantes” anunciando las maravillosas proezas que su compañía efectuaba. Esta última se instaló en la casa del caudillo leonés Mariano Salazar, y cobró los siguientes precios: la admisión general era de dos reales, la de los niños, un real y la de los “niñitos” medio real. Al igual que en todas las representaciones realizadas en casas particulares, cada vecino debía de llevar su propia silla, por lo que Squier vio “... pasar enjambres de criados llevando en la cabeza las sillas de sus amos; y por último a éstos, ataviados de gala ...” (Squier, 1989: 214).

Con el fin de que la función se llevara a cabo con el debido orden, se apostaron soldados en la puerta de la casa de Salazar para contener al populacho que bloqueaba la calle y trataba “... ansiosamente de ingeniárselas de mil modos para descorrer el velo del misterio que había adentro...” (Squier, 1989: 214). Squier, uno de los que sí ingresó, satisfizo su curiosidad y la nuestra:

“... la casa tenía un patio grande, sombreado por árboles altos, rodeada por un amplio corredor levantado uno o dos pies del suelo. A un lado del patio se improvisó un escenario alfombrado que también ocupaba parte de aquel. En el fondo, chillantes bambalinas de papel ocultaban el camerino de los maromeros. En fin, aquello no era una mala imitación del teatro. El corredor correspondía a los palcos, el patio a la platea, y el entejado a la galería. Pero no sé dónde ubicar a los ocupantes de los árboles ...” (Squier, 1989: 214)

La falta de infraestructura apropiada para las actividades escénicas fue lamentada casi veinte años después por el ingeniero francés Paul Lévy; quien a fines de la década de 1860 señalaba:

“... el teatro es una diversión de que se goza muy poco en Nicaragua y solamente cuando llega alguna compañía dramática española ambulante. Los cómicos, en cada ciudad, se ven obligados á instalarse en un patio, por falta de edificio especial. El repertorio de estas compañías comprende generalmente algunas comedias españolas, unas pocas zarzuelas, y un gran número de dramas franceses traducidos al español. Más frecuentemente vienen funámbulos, titiriteros ó prestidigitadores, y, en los intervalos, sucede á veces que artistas indígenas intentan dar algunas representaciones ...” (Lévy, 1873: 294)

Infraestructura

El primer teatro en construirse en Granada se basó en un principio similar al anteriormente descrito para el local de Sifuentes. A comienzos de la década de 1870, su propietario, Marcelo Lacayo Rodado, músico, violinista y compositor de farsas cómicas llamadas “Coloquios”, organizó bajo su dirección una compañía dramática y construyó en el patio de su residencia un pequeño tabladillo para representar sus obras, especialmente en las noches de diciembre y durante la celebración de los festivales relacionados con las festividades religiosas. El local se llamó Tablado Cuiscomeño y sus puestas en escena se realizaron a teatro lleno. Pío Bolaños asegura que algunos de los argumentos de los “Coloquios” eran del maestro Lacayo y estaban basados en las divertidas farsas del comediante francés Moliére, tales como “Medicin Volant” o “Jalouisie du Bourbouille.” En 1875, Saturnino Blen llegó con su compañía procedente de España, vía Costa Rica, a Nicaragua, y construyó un improvisado teatro en una casa particular en León que daba a la Calle Real, enfrente de la Iglesia de San Francisco:

“... arregló sus escenarios en el patio y en los hermosos corredores acondicionó los palcos y lunetas... las noches de la compañía Blen formaron época; a sus funciones asistía toda la aristocracia leonesa. Las damas vestían trajes de bullarengue, usaban tontillos y crinolinas de raso, llevaban abanicos de plumas de avestruz, o de marfil primorosamente calados en forma de encaje, sostenidos por el porta-abanicos, que era una cadena de oro prendida en la cintura ...” (Buitrago, 1969: 5; Arellano, 1996: 7)

A este primer teatro se le llamó Tablado de Blen, al igual que el que construyó este mismo empresario en Granada al año siguiente. En esta última ciudad, casi una década más tarde, en 1884, la misma compañía Blen se instaló en una casa en la Calle Atravesada:

“el escenario y las dos primeras filas del palco estaban techados; el lunetario y la galería, en cambio, a cielo abierto. El público de luneta tenía que acarrear sus propias sillas. La función comenzaba a las nueve de la noche y concluía a la una de la madrugada ...” (Bolaños, 1976: 90)

Las principales ciudades de Nicaragua, un sector de la elite estaba fuertemente comprometido con el desarrollo cultural local. De esta forma, en 1885, por iniciativa privada del promotor Pedro J. Alvarado, filántropo leonés y Cónsul General de Costa Rica en suelo nicaragüense y financiado por la Municipalidad, se construyó, con un capital inicial de dos mil pesos de plata el Teatro Municipal de León, de cuyas acciones Alvarado se haría adjudicatario años más tarde. Inicialmente, el teatro contaba con una capacidad para 1.474 personas. El arquitecto del inmueble fue el coronel costarricense Luis Cruz. Después de ser dañado el inmueble por un terremoto en 1898 (Falcinelli, 1898: 206), y luego de un enfrentamiento entre la corporación municipal y Alvarado, se debió volver a la costumbre de representar teatro al aire libre, en el patio interno de alguna de las casas principales.

La construcción del teatro en León, en 1885, fue a la vez una señal para Granada, ciudad que no se podía quedar atrás ante la iniciativa leonesa. El Teatro de Granada se edificó en 1889, a partir de la excitativa publicada en El Diario de Nicaragua, en marzo de 1884. En un artículo, se formuló un vehemente llamado a la sociedad, en el cual se enfatizaba en el papel moralizador e instructivo de las actividades escénicas, así como en la importancia de contar con un espacio apropiado para la promoción social:

“... si Granada aspira a merecer el título que lleva debe hacer un esfuerzo por proporcionarse las comodidades y goces que poseen los pueblos que tienen ese calificativo. Esto hará no sólo agradable la vida a los vecinos; sino que, sirviendo de atractivo para que los habitantes de otras partes la visiten, contribuirá en mucho al aumento de la población en todas las esferas de la vida. El Teatro, bien dirigido, mediante la influencia que debe ejercer la autoridad, para que las piezas que se representen sean irrepresibles bajo el aspecto moral, servirá de saludable pasto para las inteligencias, de estímulo a las buenas acciones, de escuela para el refinamiento del buen gusto literario y de centro para el cultivo y ensanche de las relaciones sociales ...” (Cabezas, 1884)

En la construcción del Teatro de Granada jugaron un papel clave el potentado granadino Santiago Morales y el General Joaquín Zavala, presidente de Nicaragua entre 1879 y 1883. Ambos invirtieron en la construcción del teatro de Granada la suma de 25.000 pesos plata. Este inmueble se construyó en el patio interior de la casa de Zavala, junto a la Plazuela de los Leones. Al igual que en Costa Rica, las temporadas que se presentaron en Granada provocaron tal entusiasmo en la juventud que se crearon compañías dramáticas de aficionados. Cuando en 1894 explotó el Cuartel de Granada, el Teatro sufrió daños tan severos que se tuvo que volver a la práctica del teatro al aire libre y en casas particulares. En 1897, se inauguró el Teatro de la Calle del Consulado, de carácter provisional, ya que fue construido por la compañía española Azuaga para llevar a cabo sus representaciones.

Managua capital de Nicaragua desde mediados del siglo XIX, tuvo que esperar al siglo XX para consolidarse como el principal eje cultural del país. La construcción de una infraestructura teatral adecuada en Managua fue impulsada por el empresario y acróbata mexicano, Estanislao Castaño, en 1896. Tal iniciativa fue apoyada por las políticas culturales del presidente José Santos Zelaya (1893-1909). Antes del Teatro Castaño, se construyó otro teatro en la década de 1880, propiedad del granadino, J. M. Izaguirre.1

En Nicaragua los poderes políticos, económicos, sociales y culturales quedaron repartidos en el eje León, Granada y Managua. Sin embargo, el espacio de sociabilidad ofrecido por el teatro sobrepasó los límites de la ciudad, e involucró a los sectores populares -especialmente urbanos- y a sujetos de otras provincias. De esta forma, el teatro respondió a las nuevas exigencias de los procesos de urbanización y de “civilización”, los cuales configuraron, a su vez, nuevas relaciones sociales acordes con la modernidad capitalista.

Al efectuar un balance de la infraestructura teatral en Nicaragua, podemos concluir que los teatros fueron un espacio clave de sociabilidad, por lo menos desde la década de 1820. Conforme avanzaba el siglo XIX, y a medida que aumentaba la población de las ciudades y se desarrollaba una cultura netamente urbana, los teatros se consolidaron. Este proceso, no obstante, se distinguió en Nicaragua por una cierta discontinuidad, dados los problemas que enfrentaron los locales construidos en León y Granada a fines del siglo XIX.

A partir de la inauguración de una infraestructura adecuada, Nicaragua, al igual que otros países en Centroamérica, empezó a ser visitada regularmente por numerosas compañías teatrales y otro tipo de sociedades artísticas: entre otras, circos, orquestas, estudiantinas, funambuleros y prestidigitadores. De la misma forma, se organizaron compañías de aficionados, las cuales se encargaron de diferentes puestas en escena, la mayoría de autores foráneos, especialmente españoles.

*

El propósito de la base de datos es brindar una cronología de las puestas en escena, por lo que la información contenida incluye el día, mes y año, el nombre de la compañía teatral, el título y el tipo de las representaciones y la fuente de donde fue tomada la información de las actividades escénicas entre 1849-1907. En algunos casos, tanto el nombre como el tipo de representación están incompletos, debido a que los periódicos se refieren a la puesta en escena, pero no especifican título o tipo de la representación.

Ponemos a disposición de los interesados en la historia social del teatro nicaragüense o centroamericano una base de datos que permitirá a otros investigadores trabajar sobre dicha temática. Es necesario advertir que por problemas relacionados con la disponibilidad de los periódicos y con la variedad y dispersión de las fuentes, hay temporadas que no están reconstruidas en su totalidad. Asimismo, los datos conservan la ortografía y la forma del original.

© Patricia Fumero Vargas


Bibliografía

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a) Periódicos

Boletín Oficial

Correo del Istmo

Diario de Nicaragua

El Ensayo

Gaceta de Nicaragua

Integridad Centroamericana

La Gaceta Oficial

Usted (Granada)

b) General

Agulhon, Maurice, 1992: “Clase obrera y sociabilidad antes de 1848”, en: Historia Social (Valencia), no. 12, invierno: 141-166.

Arellano, Jorge Eduardo, 1982: Panorama de la literatura nicaragüense. Managua: Editorial Nueva Nicaragua.

Arellano, Jorge Eduardo, 1988: Inventario teatral de Nicaragua. Managua: Biblioteca del Banco Central de Nicaragua.

Arellano, Jorge Eduardo, 1993: Un siglo de teatro en Nicaragua. Managua, Instituto Nicaragüense de Cultura.

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Blen, Adolfo, 1993: Historia del periodismo. San José: Editorial Costa Rica.

Bolaños, Pío, 1962: “La ciudad trágica. Monografía de Granada”, en: Revista Conservadora, no. 18, marzo.

Bolaños, Pío, 1976: Obras de Pío Bolaños. Managua,:Colección Cultural del Banco de Nicaragua.

Bolaños, Pío, 1976/1977: Obras de Don Pío Bolaños. Introducción y notas de Franco Cerutti. Managua: Fondo de Promoción Cultural, Banco de América.

Borges, Fernando, 1967: Historia del teatro en Costa Rica. San José: Editorial Costa Rica.

Buitrago, Berta, 1960: “De los tablados al Teatro Municipal”, en: Cuadernos Universitarios (Managua), no. 15, junio.

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Cuadra Downing, Orlando, 1967: Seudónimos y apodos nicaragüenses. Managua: Editorial Alemana.

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Squier, Ephraim George, 1989: Nicaragua. Sus gentes y paisajes. Managua: Editorial Nueva Nicaragua.

Toruño, Toribio, 1955: Ciudad dormida, León-Nicaragua. San Salvador: Ediciones Orto.


Nota

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vuelve 1. “Teatro de Managua. No pudiendo atender debidamente a la conservación y mejora de este edificio, hoy de mi propiedad. Lo vendo con su mobiliario, utiles de alumbrado y decoraciones. Para precio y condiciones entenderse, en Managua con Don Desiderio Fajardo Ortiz, y en Granada, con el que suscribe. Granada, 12 de noviembre de 1890. J. M. Izaguirre.” La Gaceta Oficial, 15 de noviembre de 1890: 1096. (Arellano, “1900-1950: Los altibajos de una tradición”, en: Arellano, 1993: 6)


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