Las escrituras del yo.

La construcción de la subjetividad en las literaturas centroamericanas

Introducción

 


¿Por qué un dossier sobre las escrituras del yo? De más está decir que un llamado a reflexionar críticamente sobre la construcción de la subjetividad en las literaturas centroamericanas invita a justificar nuestro interés por medio de una escritura voluntariamente subjetiva y autocrítica de los motivos y razones que le han dado origen.

Esto es fundamental en tanto y en cuanto –como lo señala Sylvia Molloy– la autobiografía, es decir la escritura de sí, es tanto un modo es escribir como un modo de leer.

Nuestra propuesta es, entonces, hacer una lectura transversal de las literaturas centroamericanas que dé cuenta de las formas específicas en las cuales en diversos contextos histórico-sociales se han construido distintas formas de subjetividad colectiva o individual a través de los más disímiles géneros literarios.

Dos premisas y una sospecha fundamentan nuestra curiosidad por rastrear las articulaciones literarias de la subjetividad, o dicho de otro modo, por (re)leer textos literarios con la atención puesta en la construcción de sí que los mismos llevan a cabo.

La primer premisa se refiere al hecho de que la escritura del yo no tiene lugar de modo exclusivo (o privilegiado) en la autobiografía, ni –como se ha afirmado para el caso centroamericano– en el testimonio, sino que –por el contrario– las escrituras poéticas o ficcionales constituyen lugares desde los cuales afirmar la identidad personal (en relación o no con un colectivo). Una vez más encontramos un paralelo con la perspectiva de Sylvia Molloy, quien insiste en el hecho de que las escrituras autobiográficas están marcadas por distintas intenciones: ficcionales, históricas, testimoniales, memorialistas. La preeminencia de una u otra intención determinará el tipo de representación de sí, es decir el modo autobiográfico (autoficción, autobiografía, una combinación de ambos) y el género (poesía, novela, testimonio), así como el lugar de la enunciación: yo, nosotros, él o ella.

En efecto, y como lo señala Karen Poe en su trabajo para el presente número, las escrituras autobiográficas no necesariamente se expresan en primera persona. Así, resulta altamente interesante mostrar, como lo hace Ricardo Roque Baldovinos en su análisis de Los días de la selva, de qué manera la elección (o la supresión) de una persona particular como lugar de la enunciación afecta la construcción de la subjetividad. Del mismo modo, la construcción del yo no necesariamente debe recurrir a la prosa como lo demuestra la tradición de la escritura lírica, recordemos, para citar un ejemplo, los poemas de la izquierdaerótica de Ana María Rodas. Desafortunadamente en el presente dossier no hemos tenido oportunidad de explorar esa veta de invención del yo, tan importante en el contexto de las rupturas estéticas y las nuevas propuestas de los años setenta en la literatura centroamericana.

Nuestra segunda premisa es que la viabilidad de la escritura literaria como espacio para afirmar o contestar construcciones hegemónicas del sujeto, para objetivar la propia experiencia en el papel, para proponer subjetividades ideales o modélicas, en una palabra para negociar quién es uno/a y cómo uno se siente (o no) parte de una comunidad o representado (o no) por el discurso nacional o regional que lo determina socialmente y el discurso imperante de la subjetividad en el sentido foucaultiano. En otras palabras, las construcciones de la subjetividad, no por referirse al ámbito íntimo y personal se dan fuera de un espacio de diálogo y conflicto con los discursos sociales que la determinan y posibilitan. Aún en aquellos casos en que la inscripción se da en condiciones de soledad y aislamiento, como el referido por el ensayo de Julia Medina sobre los diarios de Enrique Guzmán, hay una interacción con los espacios discursivos relevantes para el yo en construcción.

Finalmente, sin quitarle importancia a la necesidad de entender el testimonio y la novela testimonial en su especificidad genérica y sobre todo de reconocer el lugar central que ocupa en el espectro de las literaturas centroamericanas, tenemos la sospecha de que si queremos reflexionar sobre la negociación de la subjetividad (quienes son o somos los sujetos viables o deseados) desde la literatura es imprescindible releer las autobiografías y memorias letradas a la par de los testimonios/novelas testimonio y viceversa. Así también queremos mostrar que ya en el siglo XIX existía una intención testimonial, en el caso de un oscuro texto rescatado de las páginas de un periódico de la época que reproducimos como documento de este dossier, donde un autor letrado, Miguel Plácido Peña, recrea los recuerdos de un combatiente de fila, el sargento Hernández, para darle legitimidad a la interpretación del proyecto liberal del bando político al que se adscribe, en ese caso, el régimen del General Francisco Menéndez y sus intentos por sentar las bases de una democracia formal en El Salvador entre 1885 y 1890.

De manera similar, nuestra aproximación a las escrituras autobiográficas parte de un concepto amplio de autobiografía –como modo de escritura y de lectura– a partir del cual es posible cuestionar la dicotomía entre ficción-no ficción en la representación del yo. Nuestra perspectiva quiere dar cuenta de las relaciones entre recordar (memoria), imaginar (ficción) y representar (historia) en aquellos textos en los cuales la construcción de la subjetividad ocupa un lugar central, independientemente de la adspcripción genérica de dicho texto a la novela, la autobiografía, el testimonio o la poesía.

En su ensayo sobre las escrituras autobiográficas, Karen Poe parte de la constatación del lugar central que el modo autobiográfico ha ocupado en las letras centroamericanas desde el siglo XIX en adelante para luego adentrarse en una lectura histórico-crítica de las llamadas literaturas íntimas que culmina en una problematización de las principales teorizaciones de la autobiografía. Como resultado de esta revisión de los conceptos teóricos que han definido dicho género, esta crítica propone una conceptualización del mismo a partir de la tensión entre la confesión y la invención de sí. Así, Poe plantea que la autobiografía funciona como un lugar privilegiado en el cual los sujetos pueden intentar escapar de la culpa y el autorreproche confesionales para vivir en el texto, ficcionalmente, lo que no han podido experimentar en la vida real. Por último, su lectura de las escrituras autobiográficas sugiere que las mismas suelen funcionar como mecanismos de duelo. En otras palabras, el impulso autobiográfico responde –según Karen Poe– al trastorno causado por la pérdida.

La decisión de incluir un ensayo teórico tiene que ver con nuestro interés de articular la reflexión teórico-crítica sobre la construcción de las subjetividades en la escritura autobiográfica con el anáisis crítico de textos literarios centroamericanos en los cuales se construye una subjetividad específica ya sea a partir de las premisas más tradicionales de la escritura autobiográfica letrada, ya sea en una exploración de otros modos de articulación de la subjetividad, como la escritura testimonial, o las novelas autoficcionales.

Julia Medina, en su estudio sobre el Diario Íntimo que redactara entre 1876 y 1911 Enrique Guzmán –figura “menor” de la literatura nicaragüense–, pone especial atención al período que abarca los últimos meses de 1897, período en el cual el autor se refugia en las serranías a raíz de sus tensiones con el gobierno de José Santos Zelaya. Este momento de exilio rural es importante porque revela lo que queda del “yo” letrado nicaragüense/centroamericano, fuera de su contexto urbano. Para relacionarse con este espacio, el sujeto intelectual abandona su medio urbano y la red social que parecía absorberlo. Esta narración decimonónica de un “yo truncado” anticipa las narraciones posteriores testimoniales de las guerrillas. En estos relatos, los sujetos letrados centroamericanos se presentan fuera de su contexto urbano, en la clandestinidad de la montaña, de la sierra, o de la selva para organizar la resistencia. La narración de estas estancias rurales cumple la función de cristalizar una supuesta transformación ideológica, que de cierta manera depende de este enfrentamiento entre la subjetividad letrada y el campo.

Leonel Delgado ofrece una lectura del singular texto Rápido tránsito: al ritmo de Norteamérica (1953), del poeta vanguardista nicaragüense José Coronel Urtecho. Más que ofrecer una descripción detallada de esta obra, este ensayista considera sus gestos retóricos fundamentales, especialmente los modos en los cuales la postvanguardia centroamericana replantea la relación entre elaboración literaria y temporalidad, y dentro de esta, la relación de la temporalidad con la sensibilidad individual y el relato autobiográfico. Delgado considera la transición postvanguardista como un cuestionamiento de las temporalidades replanteadas por los presupuestos vanguardistas, destacando en el caso de Coronel un asunto político básico: la identificación del relato nacional con una pretendida temporalidad colonial. Es decir que la lectura de Delgado revela el intento de Coronel de llevar a cabo una colonización de la historia nacional, en un doble sentido: tomar la Colonia como época cultural modélica (rechazando conceptos fundamentales de la modernidad política, como la democracia y la información), y, por medio de una reescritura de la historia nacional y centroamericana, “colonizar” el sentido interpretativo de la misma.

El presente dossier incluye dos ensayos, uno a cargo de Héctor Leyva y el otro de Ricardo Roque Baldovinos, que discuten la articulación de la subjetividad así como los dispositivos retóricos de disciplinamiento de los sujetos ligados al mandato de formación de una identidad modélica revolucionaria que han tenido lugar, respectivamente, en dos textos testimoniales centroamericanos: La montañaes algo más que una inmensa estepa verde (1982) del nicaragüense Omar Cabezas y Los días de la selva (1979) del guatemalteco Mario Payeras.

Por un lado, Héctor Leyva propone una lectura del testimonio de Omar Cabezas que explica las tentativas de un sujeto periférico de reconocerse en modelos de subjetividad globales, así como las fricciones y resistencias que generan este tipo de procesos y del consecuente resultado de dispersión de una globalidad negativa. En su testimonio, Cabezas habla de la experiencia de forjar su subjetividad en el modelo de un sujeto revolucionario: narra la desarticulación de su identidad de sujeto “pequeño burgués” y da cuenta de la interiorización del modelo del “hombre nuevo” del Che Guevara concebido en la disciplina e identificado con el proyecto de construcción de una sociedad socialista. Leyva muestra en este trabajo la forma en la que el impulso inicial emancipatorio se transforma en un ejercicio de fuerza, y el modo en el que la intención de ofrecer la verdad se trastoca en interpretación subjetiva.

Por su parte, Ricardo Roque Baldovinos destaca cómo en la construcción del canon “testimonial” de la literatura latinoamericana se ha tendido a confundir los textos que pretenden dar voz a subjetividades subalternas con aquéllos que son portadores de la voz de los intelectuales revolucionarios. El estatuto testimonial de estos escritos es, en cierto sentido, problemático pues no se trata de una voz silenciada, sino de una voz plenamente autorizada, investida de un poder político y cultural: el poder que la vanguardia revolucionaria se asigna en el proceso de construcción de una nueva hegemonía. Los días de la selva de Mario Payeras es un relato narrado desde la experiencia de un dirigente, el cual ha asumido plenamente la autoridad que conlleva pertenecer a la vanguardia revolucionaria, y desde esta posición vigila y disciplina al nuevo sujeto que se forja en el proceso de la lucha armada. En el presente ensayo, Roque Baldovinos explora algunos dispositivos retóricos y poéticos de los que se vale el texto para constituir un sujeto revolucionario, que no es un sujeto popular-nacional, sino algo muy distinto, y menos notado por la teoría testimonial, una modalidad de super yo que se manifiesta en un punto cero: la mirada que encarna una disciplina férrea que habrá de construir la revolución y, sólo posteriormente, articular el sujeto popular-nacional.

Finalmente, el dossier incluye tres ensayos sobre novelas de reciente publicación en Centroamérica, todas las cuales desde diferentes ópticas y con objetivos disímiles exploran modos autobiográficos de escritura para, usando la categorización de Karen Poe, articular una construcción de la subjetividad más cerca de la invención de sí que de la autoconfesión. Todas estas novelas se mueven entre varios géneros narrativos (novela histórica, novela de aprendizaje, novela sentimental, memorias, autobiografía, novela de artista), compartiendo un claro alejamiento de la retórica testimonial así como de toda pretensión de objetividad. La construcción de la subjetividad en la escritura se halla en el centro de estas novelas, las cuales recurren a registros intimistas e introspectivos de la enunciación como el monólogo interior, el género epistolar o el diálogo.

La lectura de Claudia García de Esto no es una pipa, Saturno (2003) de Eduardo Halfon propone que dicha novela cuestiona varias certitudes de la modernidad: la existencia de una subjetividad unívoca y de un referente real de la obra artísitica/literaria, así como la autonomía y la unidad de dicha obra. Según García, Halfon, en un gesto posmoderno, se vale de procedimientos vanguardistas para cuestionar por un lado las categorías de sujeto (de la enunciación) y de tiempo, mientras por el otro se embarca en una reflexión sobre la (auto)representación y la (auto)referencia. La novela, señala García, además de proveer un panorama del campo artístico y literario en Guatemala a fines y a comienzos del siglo XX, es un estudio crítico y provocador sobre el lugar del artista y del intelectual en Guatemala en dichas épocas. Como parte de esta reflexión la novela se embarca en un gesto biográfico que describe la formación de escritores y pintores suicidas, por lo que el suicidio se constituye –como señala Karen Poe para la autobiografía– en la marca que da pie al gesto del biógrafo.

Julie Marchio, en su análisis de El pergamino de la seducción (2003) de Gioconda Belli, resalta los modos en los cuales esta novela se inscribe en una corriente de la literatura que recurre a la autorrepresentación como estrategia de afirmación de la propia identidad y que desarrolla por tanto una estética de la subjetividad. Marchio explica que mediante una escritura introspectiva y reflexiva El pergamino de la seducción narra la vida de Juana de Castilla a contrapunto con la historia de Lucía, una muchacha latinoamericana que vive en España durante la dictadura franquista. Así, la subjetividad de estas dos mujeres –y la forma en la cual la segunda (re)construye la subjetividad de la primera como una forma de afirmar su propia identidad constituyen el meollo de la novela. La lectura de Marchio, que se centra en el diálogo entre Historia e intimidad de la novela, propone que la trayectoria existencial de Juana de Castilla es develada por un proceso que oscila entre la identificación, la representación y la narración.

Finalmente, Valeria Grinberg Pla discute El corazón del silencio (2004) de Tatiana Lobo y ConPasión Absoluta (2005) de Carol Zardetto, dos novelas que comparten una búsqueda de la identidad personal por medio de una revisión de la historia personal estrechamente ligada a la historia de los países de origen de las protagonistas (y las autoras) de dichas novelas. Esta crítica sostiene que ambas autoras recurren a las técnicas de la autobiografía para articular construcciones ficcionales de sujetos femeninos y de este modo darle un lugar central a la experiencia femenina no sólo como objeto de la narración sino como sujeto que se construye por medio del discurso. Así, Grinberg Pla demuestra que la reflexión sobre la oralidad y la escritura en tanto modos discursivos de la memoria juega un papel central en estas novelas. Lobo y Zardetto sitúan a sus personajes en el presente y si bien recurren a técnicas y preceptos de la autobiografía, construyen personajes de ficción –artefactos y artificios de la escritura. Por su anclaje en el presente y en la memoria personal y subjetiva de las protagonistas, Grinberg Pla concluye que estas novelas han dado un giro subjetivo en el tratamiento del pasado que las aleja de la estética de la novela histórica y las acerca a las escrituras que se centran en la construcción de la identidad.

Sin pretender abarcar todo el espectro histórico, regional y genérico de las representaciones del yo en las literaturas centroamericanas (lo cual es imposible en un espacio tan limitado), estamos proponiendo un muestrario lo más abarcador posible para dar cuenta de la riqueza y diversidad de la práctica autobiográfica en Centroamérica. De más está decir que esperamos que nuestra curiosidad y nuestro modo de lectura autobiográfico despierten el interés en este enfoque, y en las posibilidades de reflexión que nos abre, en otros críticos literarios y culturales que aporten nuevas perspectivas sobre los modos en los cuales se ha construido la subjetividad individual y colectiva en las letras centroamericanas.

Valeria Grinberg Pla y Ricardo Roque Baldovinos

Bowling Green y San Salvador

Abril de 2008


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