Arturo Monterroso

 

Franz

 

Escritor guatemalteco


La realidad más inmediata que tenemos los escritores es el lenguaje.

Franz Galich

 

Conocí a Franz Galich en la Universidad de San Carlos, cuando estudiaba literatura. Nunca tuvimos una relación cercana pero conversamos algunas veces sobre lo que estábamos escribiendo y sobre la situación política; tema obligado en aquellos tiempos en los que la revolución armada parecía el único camino para salvarnos del capitalismo, de las dictaduras militares y de la pobreza. Alto, colorado, sonriente; lo veo todavía en uno de los corredores de la Facultad de Humanidades, moviéndose con una tranquilidad que siempre me pareció envidiable. Después la represión lo obligó al exilio y no lo vi en mucho tiempo. Ahora no recuerdo si la última vez que conversamos fue en la Managua delirante de los poemas en las vallas y la gigantesca imagen de Sandino en el antiguo Bank of America; en una casa de refugiados políticos, en San José, adonde fui a buscarlo sólo por el gusto de sentarme a platicar con él y adonde me llevaron por un camino tortuoso, cambiando buses y dando rodeos para que no recordara la dirección; o cuando alguna vez regresó a Guatemala, lejanos ya los tiempos de las revoluciones heroicas. Seguramente hablamos de muchas cosas: de los sandinistas, de El ratero, su cuento insignia, y de Amatitlán, del lago que parecía condenado a morir sin remedio y de los dulces empacados en cajas de colores, de la misma forma como uno empaca la nostalgia cuando se ve obligado a vivir lejos del lugar que ama.

La noticia de su muerte me dejó un tanto desconcertado. No ignoraba que había estado enfermo, pero este hombre grande y afable era demasiado joven, y tenía mucho que escribir aún como para precipitarse en la nada. O en otra dimensión donde quizá exista el paraíso, es decir, un lugar donde sea posible la vida sin las limitaciones de la estupidez humana. Y esto me hace recordar aquellos versos que Cardoza le escribió a Gómez Carrillo: “¡Que la juventud se vaya / como agua en las manos, / y no darla estéril a la muerte …” En el supermercado, en el lugar más insípido del mundo, me encontré la foto de Franz que me miraba desde su libro, Managua, Salsa City. No había leído nada de él en mucho tiempo, así que lo compré y lo leí de un tirón esa misma noche. No le hice caso al hecho de que en la horrorosa portada de la editorial Géminis se anuncie que se trata del Premio Centroamericano de Literatura “Rogelio Sinán”. No quería que nada me influyera sino descubrir qué era lo que había estado escribiendo Franz en los últimos tiempos. Me gustó desde las primeras frases y luego fue fácil hacerse cómplice de los personajes de esta historia escrita a ritmo de salsa, como una imagen del fuego que consume la vida de los seres marginales en una Managua postsandinista y desencantada, de la supervivencia que a ratos adquiere un aire vertiginoso y a veces una cadencia lúdica, pero que nunca deja de moverse; y de la inmediatez, como la única manera de agarrarse a una existencia frágil, donde no hay muchos asideros, excepto quizá el licor, las drogas y el sexo comprado, pero donde se ha perdido toda esperanza.

Managua, Salsa City es una novela construida a partir del lenguaje de la gente que vive en el vasto submundo de la pobreza. Y Franz, como lo hizo Cabrera Infante en su día, logra trasladar al papel las voces de la gente como si uno las estuviera oyendo; un acierto porque es una de las cosas más difíciles de lograr. Uno se divierte pero nunca deja de sentir el sabor amargo de una realidad que es también la nuestra. “Definitivamente soy un escritor escindido que vive en dos mundos, en dos realidades –dijo Franz recientemente en una entrevista–. Eso posiblemente me lleva a vivir dos vidas, la de la realidad real y la de la realidad añorada.” Y parece como si Luis Alfredo Arango le contestara: “Ya perdimos la cuenta de los atardeceres que han caído allá, donde nacimos. Y lo más triste es que han caído sin nosotros, sin que vos y yo los miremos. Han tocado silenciosamente y con los dedos temblorosos, aquel cielo tan puro, mientras nosotros estábamos aquí, fumándonos el humo dísel de las camionetas urbanas, en alguna esquina …”

© Arturo Monterroso


*Istmo*

*¿Por qué existe Istmo? *¿Qué es Istmo? *¿Quiénes hacen la revista? *¿Cómo publicar en Istmo?*

*Consejo Editorial *Redacción *Artículos y Ensayos *Proyectos *Reseñas*

*Noticias *Foro Debate *Buscar *Archivo *Enlaces*

 

*Dirección: Associate Professor Mary Addis*

*Realización: Cheryl Johnson*

*Modificado 08/10/07*

*Istmo@wooster.edu*

*© Istmo, 2007*

Web Design SWS CR © Istmo - 2000-2010