Mariantonia Bermúdez

Entrevista a Günther Schmigalle

 

Universidad de Barcelona

coyotepelt@yahoo.es

 


El movimiento modernista que deslumbró a las sociedades hispanoamericanas de fin de siglo con la belleza de sus formas y el domino esteticista de un lenguaje renovador, es hoy por hoy una época desconocida en una gran parte de sus vertientes. Hasta hace poco tiempo se han comenzado a estudiar las vinculaciones de Rubén Darío y el grupo bonaerense de pintores y promotores de la cultura ateneísta en esa ciudad; todavía están por delimitar las implicaciones políticas y sobretodo las peculiaridades que el estilo manifestó en los diferentes países y en autores tan diversos como Leopoldo Lugones, Amado Nervo, José Martí, Horacio Quiroga o Gutiérrez Nájera, sólo por mencionar pocos ejemplos. Precisamente para determinar la influencia estética que Darío ejerció sobre la opinión pública argentina desde su labor periodística es que estos días ve la luz la edición crítica de las Crónicas desconocidas de Rubén Darío publicadas en La Nación de Buenos Aires entre 1901-1906 y seleccionadas por el investigador alemán Günther Schmigalle.

Las primeras investigaciones sobre literatura nicaragüense publicadas por Schmigalle aparecen en 1994 cuando publica el estudio crítico de General Pancho Cabuya y otras aventuras centroamericanas de Gonzalo Rivas Novoa (Ge Erre Ene), ya en 1998 sale la edición de “Dichoso el asno que es apenas comprensivo”. Ge Erre Ene y sus parodias de Rubén Darío. A mediados de los noventa incursiona en las crónicas periodísticas de Darío y eso da como resultado en el 2001 Rubén Darío en Costa Rica. Con textos desconocidos de Rubén Darío, Francisco Gavidia y Mariano de Cavia. Después de esta experiencia se dedica de lleno a la realización crítica de La caravana pasa, colección de crónicas publicada por Darío en La Nación cuando era corresponsal de este periódico en París, entre 1901 y 1902, presentando cinco libros en cuatro volúmenes, con un total de 2024 notas a pie de página.

MAB: Después de tus estudios sobre Ge Erre Ene, ¿cómo es el tránsito hacia las crónicas de Darío? ¿Por qué te interesas en su actividad periodística?

GS: Yo llegué a Nicaragua bajo el signo de la Revolución, me identifiqué con muchas costumbres del pueblo, y me chocó la gran distancia que observé entre el lenguaje poético de Darío y el habla popular nicaragüense. Justamente, este es el tema de las parodias de Ge Erre Ene, quien, en su libro Morado, traduce los poemas más famosos de Darío al lenguaje del pueblo. Creo, como me lo dijo Pablo Antonio Cuadra una vez, que Darío mismo hubiera disfrutado esas parodias. Un poco más tarde, cuando Julio Valle me prestó su ejemplar del libro La caravana pasa, me dí cuenta de que existen textos de Darío que son elegantes y accesibles, y hasta cierto punto populares, sin dejar de ser profundas y complejas cuando se les estudia más a fondo. Así fue como comencé a interesarme por las crónicas de Darío, que con los años se convirtieron en una verdadera pasión y fascinación para mí.

MAB: Teniendo en cuenta el nivel de las crónicas es obligado preguntar ¿en qué contexto escribía Darío sus crónicas y a qué público iban dirigidas? Asimismo y para situarnos en el momento y en el lugar donde son escritas, ¿cuál era la importancia de Francia en el contexto mundial, tanto en lo que se refiere a lo sociopolítico como a lo artístico?

GS: La mayor parte de las crónicas de Darío fueron escritas para La Nación y para otros periódicos de Buenos Aires. Su público más importante fue la elite social de la Argentina, que en aquel tiempo fue un país en pleno auge económico, social y cultural, con la ambición de competir con los Estados Unidos de Norte América. Francia, por su parte, se consideraba como el país que había alcanzado el desarrollo cultural más elevado entre todos los países del mundo. Fue también, junto con Suiza, la única República en Europa; y si fue imperialista, en tiempos de Darío ya no lo fue en América sino en otros continentes. Era, en la mente de Darío y de muchos modernistas, el país más avanzado tanto en el aspecto político como en lo artístico y literario.

MAB: En el curso que impartiste en la Universidad de Costa Rica Rubén Darío y la cultura europea y después de tus estudios sobre La caravana pasa afirmas que existió en Darío más que una admiración ciega por la cultura europea una asimilación crítica…

GS: La admiración de Darío por Europa, y sobre todo por Francia, fue muy grande, pero efectivamente nunca fue ciega, y se hizo más crítica a partir del año 1900, cuando él se trasladó a vivir a Francia. En La caravana pasa, justamente, Darío logró un gran equilibrio entre la admiración y la crítica.

MAB: ¿Crees que Angel Rama acertó cuando dijo que Darío era un “pesimista irremediable”?

GS: Sí, acertó. Yo también lo soy. Pienso, como Arthur Schopenhauer, que, en el plano filosófico, el optimismo es una visión del mundo no sólo errónea, sino propiamente infame, una burla acerca de los innumerables sufrimientos de la humanidad.

MAB: ¿Cómo son esas técnicas de “alusión y de evocación muy complejas” que advertís en las crónicas de La caravana pasa? ¿Es igual la tendencia en las Desconocidas?

GS: Esas técnicas se observan más en La caravana pasa y en otros libros como Peregrinaciones, Parisiana, etc., donde las crónicas, escogidas y reunidas por el propio Darío, son verdaderos poemas en prosa. Estos textos funcionan como música, pero no como una música de sonidos sino de asociaciones y de reminiscencias. En las Crónicas desconocidas encontramos por lo general textos más sencillos, piezas de tipo conversacional, entrevistas, reseñas de libros, etc. Basándonos en ellas podemos hacernos una idea de cómo era Darío en la vida y en la conversación de todos los días. Hay mucha influencia de los amigos, también. Darío trata temas que al mismo tiempo trataron también otros cronistas latinoamericanos que vivían en Europa, como Enrique Gómez Carrillo, Amado Nervo, Rufino Blanco Fombona, Manuel Ugarte. Hay muchas similitudes que subrayo en mis notas. Se ve que tuvieron un intercambio casi diario, asistieron a los mismos eventos, se daban buenos consejos, compitieron que quién trataba cierto tema de la manera más elegante, etc.

MAB: ¿Se podría establecer un sistema de correspondencias a través de las crónicas darianas que de como resultado el establecimiento de un hilo conductor entre el pensamiento del autor de Cantos de vida y esperanza, las mismas crónicasy su obra poética?

GS: Claro que sí. Hay crónicas que expresan la exaltación vital, la pura alegría de vivir y en eso se parecen, por ejemplo, al poema “Aleluya”. Hay otras donde encontramos las angustias existenciales y morales de “Lo fatal”. Hay crónicas que son protestas contra el imperialismo norteamericano, parecidas al poema “A Roosevelt”, y otras donde se cultiva la ilusión del panamericanismo como en “Salutación al Aguila”. Hay crónicas que expresan un festivo humor irónico, recordando el poema “Aviso del porvenir”. Partiendo de esos paralelismos, se podría establecer una comparación sistemática entre el pensamiento en prosa y el pensamiento poético de Darío.

MAB: ¿Cuál es la visión que Darío tenía de los europeos? ¿Varió con los años?

GS: Veamos los dos países donde Darío residió, España y Francia. Al principio, desde lejos, Darío rechaza una gran parte de la anquilosada cultura española; pero cuando llega a vivir en España, encuentra una abundancia de amigos y de admiradores, y se siente feliz. En Francia le pasa lo contrario. Desde América, profesa una admiración sin límites para la cultura y literatura francesa; pero cuando reside en Francia, nadie, o casi nadie, le hace caso. No logra hacerse aceptar por la intelectualidad francesa, y se siente profundamente frustrado. Nadie que conoce a los intelectuales franceses, sobre todo los de la capital, se sorprenderá por ello. Con los años, una buena dosis de rencor se mezcla a la admiración que Darío le profesa a Francia. Y sin embargo, cuando estalla la guerra del 1914, Darío está plenamente a favor de Francia, y en contra de Alemania. Estaba claro de que la cultura alemana de aquel tiempo era brutalmente militarista y reaccionaria, y lo siguió siendo todavía por muchos años más.

MAB: Valorando como un gran hallazgo su descubrimiento, es obligado preguntarte ¿cómo fue que te encontraste las Crónicas desconocidas? ¿Cuántas más existen sin publicar?

GS: Yo buscaba, en La Nación de Buenos Aires, los artículos originales que Darío escogió para compilar La caravana pasa. De esa manera me dí cuenta de que existen, en La Nación, muchas crónicas que nunca se han incluido en ningún libro, ni en los que publicó Darío mismo ni en aquellos que editaron Pedro Luis Barcia y otros compiladores posteriores. El volumen actual de Crónicas desconocidas abarca todas las crónicas que encontré en La Nación en los años 1901-1906, es decir, no se trata de una selección sino de una compilación completa para esas fechas. Tengo 50 más que abarcan los años 1907-1911, y que publicaré un día, si Dios quiere and with a little help from my friends.

MAB: ¿Por qué al hablar de las crónicas de Darío, en general, decís que son pasmosamente actuales? A pesar de ser una afirmación halagüeña hacia Darío, no es muy alentador pensar que más o menos seguimos con los mismos problemas que hace un siglo y que el “novecento” no ha valido para mucho en lo que se refiere al progreso espiritual.

GS: Estoy muy de acuerdo con lo que dices. Estamos sobresaturados de progresos económicos y tecnológicos, y sin embargo se siente en todas partes un hambre espiritual y emocional que nada ni nadie puede satisfacer. Darío observó los primeros síntomas de este desequilibrio, de esta enfermedad, que él llama “exceso de civilización”. Nosotros la vemos en pleno desarrollo.

MAB: ¿Nos encontraremos en las Desconocidas la misma tónica en cuanto a su opinión acerca de las dulces frivolidades de París y los parisinos?

GS: No hay mucha frivolidad en las Crónicas desconocidas. Darío se entregó a la dolce vita parisiense sobre todo durante su primera visita, en el verano de 1893, cuando conoció a la actriz Marion De Lorme y observó de cerca la rebelión estudiantil de aquel año. Cuando reside en París a partir del año 1900, lo hace en compañía de Francisca Sánchez, y lleva una vida bastante respetable. No se le conocen aventuras amorosas mayores. Disfruta, de lejos, a actrices y bailarinas como la japonesa Sada Yacco, la francesa Sarah Berhardt, la danesa Charlotte Wiehe, la norteamericana Isadora Duncan. No creo que haya tenido algún contacto personal con Ranavalona, la reina de Madagascar, quien llegó a París muy bien vigilada por la policía política francesa. Si la buscaba, podían expulsarlo de Francia.

MAB: Existe una postura paradójica en Darío frente al progreso, por un lado en Viaje a Nicaragua publicado, publicado en 1907, alaba la capacidad de progreso del gobierno de Zelaya y desdeña el atraso de las repúblicas centroamericanas y por otro en Tierras solares rechaza el progreso porque no deja vestigio de la originalidad de los sitios donde se da –si paseara por las actuales ciudades europeas se horrorizaría. ¿Crees que tenía su propia concepción del progreso? ¿Se puede rastrear esta idea en sus crónicas?

GS: El concepto del progreso aparece, de manera explícita, en una crónica desconocida que se llama “La catástrofe del Metropolitano”, donde se narra la muerte de 90 viajeros por causa de un incendio que se declaró en el recién construido tren subterráneo de París. Reflexionando que en Buenos Aires también se está planificando la construcción de un “metropolitano”, Darío comenta: “Si el progreso ha de venir así, mejor que no venga.” Podemos interpretar que Darío estaba consciente de que cada progreso tiene un precio, y que este precio puede ser alto, muy alto, demasiado alto, sobre todo cuando se buscan progresos exagerados, inútiles, perversos.

MAB: El modernismo en Francia y en Gran Bretaña fue un movimiento de artes decorativas, plásticas y de arquitectura. En España se vincula a lo que se conoce como la Generación del noventa y ocho, aunque en Catalunya es donde mayor acogida tuvo y se hace extensivo a todas las artes, el teatro, la escultura, la pintura y la arquitectura, de la cual seguramente lo que más se conoce en Nicaragua sean los inclasificables edificios de Gaudí, todo esto gracias a la influencia de Rubén Darío y a las relaciones que tuvo con Santiago Russinyol; no obstante en América Latina el modernismo es un movimiento poético que se inicia con una manifiesta pasión hacia el decadentismo que después se hizo extensiva al simbolismo. ¿Hay alguna relación entre el modernismo y el simbolismo en Francia? ¿Se puede llegar a considerar el modernismo literario como una clase de vanguardia?

GS: El modernismo de Rubén Darío se inspiró en varias corrientes literarias europeas como el prerrafaelismo, el parnasianismo, el decadentismo, y el simbolismo que ejerció tal vez la influencia más fuerte. Pero Darío vivió también el impacto del naturalismo y de la literatura social. Esta influencia se observa en algunos textos famosos de Azul…, y sobre todo en sus crónicas, tanto en las conocidas como en las desconocidas, donde se abordan muchos temas político-sociales, desde el anarquismo español hasta el genocidio de los armenios en Turquía. Los movimientos de vanguardia comienzan después de la muerte de Darío; el concepto mismo de vanguardia se hizo popular por la Revolución de octubre de 1917. El prototipo de los movimientos de vanguardia fue el surrealismo francés. André Bretón y otros surrealistas simpatizaron con Freud, con Lenin, con Trotsky. Un movimiento de vanguardia apostólico, católico y romano, tal como existió en Nicaragua, es un fenómeno muy sui generis. El modernismo fue un precursor de los movimientos de vanguardia, igual como el simbolismo lo fue del modernismo. La ilusión de “marchar en la primera fila del progreso”, típica del vanguardismo, todavía no existe entre los modernistas. Ellos quieren adaptar la poesía a las necesidades de los tiempos modernos, objetivo mucho más limitado y por eso más alcanzable.

MAB: Paralelamente a las ediciones críticas de las crónicas has publicado dos artículos sobre personajes cercanos a Darío como el Dr. Herman Prowe o Marion De Lorme. También hace algún tiempo Alfonso García Morales publicó un estudio sobre Darío y su relación con el pintor argentino Eduardo Schiaffino, parece que hay un interés creciente por los personajes que lo rodearon…

GS: Una buena biografía tiene que transmitir la imagen viva, no solamente de su protagonista principal, sino también de los personajes que lo rodearon: padres, familiares, esposas, hijos, amantes, amigos, enemigos… Lee la biografía de Hemingway escrita por K. S. Lynn, la de Truman Capote escrita por Gerald Clarke, o la de Freud escrita por Louis Breger. En el caso de Darío eso no se ha logrado todavía, ni siquiera en la mejor de sus biografías, que sigue siendo la de Edelberto Torres. Los personajes secundarios entran y salen como títeres, en la medida en que influyeron en la vida de Darío, pero no cobran vida propia. Esto es lo que los biógrafos del futuro deberían intentar, y no solamente con los personajes limpios y positivos, sino también, y quizás más, con los turbios, con los problemáticos, como Rosario Murillo, con un amigo como Alejandro Bermúdez, con un personaje como Andrés Murillo. ¿Por qué no existe todavía una biografía, por modesta que fuera, de Andrés Murillo? Lo único que hay son unos artículos humorísticos sobre el cuñado de Darío, “general que le dicen, actual Ministro del Distrito Nacional y candidato de los usureros y prestamistas a la Presidencia de la República” (Chepe Chico Borgen, “De cuando Andrés Murillo fue diplomático”, Los Lunes de la Nueva Prensa, 10 de junio de 1946). Sobre Rosario Murillo existe un excelente, aunque incompleto artículo de Edgardo Prado, quien falleció hace poco en la ciudad de Miami, a la edad de 95 años. Este señor sabía muchas cosas; lástima que ya no se le podrá entrevistar. Me pregunto también qué pasó con las cartas de Darío que Rosario Murillo regaló al Dr. Manuel Zurita. A lo mejor, los descendientes de Zurita todavía las guardan en algún lugar.

MAB: ¿Cómo valoras los estudios darianos en la actualidad? ¿Crees que hay suficiente fluidez en la relación entre investigadores de ambos lados del océano como para conocer lo que se estudia en América Latina, sobretodo en Argentina y en Europa y Estados Unidos?

GS: La fluidez se podría y se debería mejorar, pero me dan mucha alegría y esperanza eventos como el Simposio Internacional Rubén Darío que se está realizando todos los años en la ciudad de León, y las recientes publicaciones colectivas editadas por Alberto Acereda, Nicasio Urbina y otros. Existe también en la Universidad de Buenos Aires un proyecto de edición de las Obras Completas de Darío, dirigido por la profesora Susana Zanetti, que promete dar muy buenos resultados. Y en varios países hay asociaciones dedicadas al culto de Darío, que organizan reuniones sociales y facilitan los contactos y la convivencia alegre. La cooperación internacional es muy importante cuando se trata de un autor tan cosmopolita como lo fue Darío. En mi edición de las Crónicas desconocidas me ayudaron amigos nicaragüenses, costarricenses, cubanos, españoles, norteamericanos, franceses, ingleses, chinos, japoneses y hasta un alemán.


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