Miguel Antonio Barahona
A propósito del viaje.
Analogía y subjetividad en
Exploraciones y Aventuras en Honduras
de William Vincent Wells
Universidad Tecnológica Centroamericana, Tegucigalpa
miguelantoniobarahonarodriguez@yahoo.es
Notas* Bibliografía
La literatura de viaje1 es un subgénero dentro de la narrativa que ha existido a lo largo de los siglos y que ha ido evolucionando. A través de este subgénero literario, se puede conocer, desde variados puntos de vista, la geografía, la cultura y la historia de los países; así también la personalidad del autor en conjunto con los datos autobiográficos.
El vínculo que existe entre el viaje y la aventura hace que esta literatura siempre haya sido recibida con beneplácito por el público lector en diferentes épocas. De esta forma las diferentes modas, sucesos históricos, descubrimientos de distintas culturas se daban a conocer desde el punto de vista del viajero.
Aproximadamente a la mitad del siglo XIX, aparecen ciertos viajeros —entre los que sobresalen políticos, comerciantes, militares y aventureros— quienes se lanzan a recorrer los países centroamericanos, en busca de oportunidades comerciales, de inversiones y el establecimiento de relaciones diplomáticas bilaterales. Es indudable que a estos viajeros les favorecían los vientos post independistas vigentes, esto se debe a que la región2 estaba cambiando considerablemente, de esta forma sucedían cambios en la economía, en la sociedad; sumado a lo anterior la debilidad en la organización política y administrativa en las cinco naciones del istmo, debido a diversos enfrentamientos ideológicos que dan lugar a guerras intestinas entre los bandos que estaban a favor y en contra de la Federación Centroamericana.
Un interés por conocer todo lo referente al viaje y a su intertextualización en la época decimonónica, es lo que ha dado a pie a la realización de este artículo sobre el viajero norteamericano William Vincent Wells3, quien visita el territorio hondureño en el año 1854 y después de una estancia por tierras nicaragüenses publica el libro Explorations and adventures in Honduras, comprising sketches of travel in the gold regions of Olancho and review of the history and general resources of Central America. (Wells, 1857).
Esta propuesta de trabajo intentará contestar a tres aspectos fundamentales: El primero, pretende realizar un panorama sobre la configuración del viaje como una búsqueda asociada con la figura del viajero junto con el propósito de la travesía. En segundo lugar abordaremos al viajero, donde el autor va a narrar y referir los aspectos más llamativos que encuentra dentro de la sociedad visitada. Al final, desde una perspectiva de la descripción auto referencial, se van a identificar ciertos textos donde William Wells acoge una amplia gama de comentarios y comparaciones a partir de la crítica a la sociedad hondureña, desde una óptica particular donde prevalece la ideología moral y religiosa cultivada en la sociedad de donde es originario el autor viajero.
El viaje como descubrimiento
Una de las características esenciales de los viajeros decimonónicos es su inquietud por la curiosidad universal de explorar, conocer y convivir a su manera; dentro de la cultura visitada. Por lo cual a medida avanzamos en el texto de Exploraciones y aventuras en Honduras (Wells: 1960) se encontrará a un autor que va narrando una serie de episodios con un orden cronológico muy definido, con un itinerario y la presencia de descripciones geográficas, que servirán de marco general a todo el relato. De esta forma, Julio Peñate, indica la existencia de una serie de operaciones macrodiscursivas4 al interior de la literatura de viajeros, que se encuentran dentro del plano del contenido (Peñate Rivero, 2004:24-26), de las cuales van a sobresalir en el escrito de Wells, las siguientes:
La existencia de un desplazamiento físico
El desplazamiento realizado por el protagonista que supone un cambio por diversas etapas (espacio y/o situaciones). A continuación unos ejemplos extraídos del libro Exploraciones y Aventuras en Honduras:
“Con vistazos ocasionales hacia la costa, ora deslazándose a la vera de borrosos perfiles de las montañas del interior ya bordeando los promontorios de México y Guatemala, entramos al décimo tercer día de navegación en el pequeño puerto de San Juan del sur, siendo una tormenta borrascosa nuestra primera experiencia de las peculiaridades del clima centroamericano, significativo preludio de lo que podía esperar en el futuro.” (6). “Dejamos el pequeño valle y subimos por las colinas que rodean la montaña chispeando aquí y allá…” (139)
El Proyecto (destino y fines)
El viaje surge como un elemento dinamizador, que tiene una sola finalidad.
“A principios de 1854 salí de San Francisco, California, para visitar Centro América con el propósito de obtener ciertas concesiones mineras y comerciales del Gobierno de Honduras…La empresa, que surgió de un comerciante de Nueva York, había pasado de mano en mano , hasta que los papeles y los documentos relacionados con la misma fueron a parar a california …Se consideraba la oportunidad como peculiarmente favorable a una feliz negociación con el pueblo de Centro América, y especialmente con el de Honduras.” (5-6)
Los medios de transportes usados y sus posibles implicaciones
Estos medios de transportación son descritos de acuerdo al momento de su utilización:
El viaje por el mar:
“ [… ] con esas cartas y una deficiente información que pude obtener de los pocos libros realtivos a Centroamérica en aquel entonces asequibles en California, me embarque en el vapor “Cortez”…salimos del puerto y luego surcábamos por las aguas azules del Pacífico”.
“Impulsados por la fresca brisa, la tripulación diseminada en el bongo y abandonada a la libertad de la hora cantaba algunas tonadas típicas del país” (94)
El viaje por tierra:
“El cayuco era una mera piragua, pero en él nos metimos con todo el equipaje y, dejando las mulas al cuidadote nuestros sirvientes nos echamos al río…” (196)
“Al dejar la pequeña aldea continuamos con nuestro rumbo al noroeste y después de viajar dos leguas, a través de un aparentemente interminable laberinto de montañas empinadas llegamos al Río Grande…El paso de las mulas ha hecho una serie de gradas tan regularmente marcadas, como si hubieran sido marcadas artísticamente. Desde su cima contemplamos más allá las “montañas de los Ranchito” hacia el Este, con sus cumbres bastantes delineadas perfectamente contar el éter azul. (217)
Recurso a fuentes informativas diversas
El viajero recurre a diferentes fuentes de información acerca de la región que va a visitar o que en su momento recorre, esto con la finalidad de obtener datos y referencias para tener éxito en el proyecto:
“Durante mis vistas a Tegucigalpa y sus alrededores, en la que gasté casi dos meses, hice de de gran acopio de notas y extractos de las obras españolas y guatemaltecas relacionadas con la historia de las minas de plata y la condición política del pueblo.” (160) ”Con este propósito, antes de mi partida de California me había preparado, consultando cartas geográficas” (245) “Con estos datos, completados en la conversación que tuve con los nativos mejor informados que pude encontrar, hice los preparativos para dejar la ciudad […] ”(211). “ […] pero mis sencillos informantes muy pronto me dijeron que no sólo el Guayape era el único río que arrastra oro en Olancho […] ” (232).
El viajero como protagonista
“Siempre que nos acercamos al hombre, para comprender , aunque sea las más pequeña parcela de su vida —escribió Gómez Arboleya— advertimosque en ella se moviliza, tácita y calladamente , su realidad última y constitutiva” (1952:42). Lo anterior fundamenta los principios del viajero y los elementos del desplazamiento, que le permitirán conocer en ese nuevo territorio que recorre, una realidad que se despliega a través de múltiples observaciones y comparaciones. De esta manera el viajero va creciendo en su itinerario, desarrollando todas esas posibilidades de pensamiento y de acción.
Wells, como autor narrador va a entregar una experiencia al lector, por un lado un viaje físico con un itinerario real y por otro lado va a presentar una completa exploración de ese nuevo territorio, en dos categorías: la social y la cultural.
En este viaje físico, el autor acoge una amplia serie de consideraciones, como por ejemplo los apartados temáticos sobre la secuencia del recorrido, por lo que es trascendental señalar los diferentes aspectos graduales según la marcha, así por ejemplo aparecen diferentes aproximaciones de tiempo transcurrido, y eso lo hace mediante la indicación de una avance cronológico que es medido en horas:
“Después de media hora de estar así, el dueño de la casa […] ” (181).
En días:
“tres días permanecimos en la hacienda de el Quebracho y durante ese lapso me inicié en los misterios de la caza y la pesca […] ”(325).
Asimismo lo mide en semanas y meses:
“Varias semanas después de mi llegada a Juticalpa” (307) “Al pasar por la hacienda dos meses después [ [ [...] ] ] (247).
Y al final, en años:
“Un año después, al navegar por esta bahía…aproximé mi bote a la orilla oeste […] ”(95).
Las distancias descritas en diferentes medidas y los parámetros geográficos que se incorporan acertadamente como componente responsable de la vertebración informativa del avance que hace el viajero dentro del territorio:
“Como a dos leguas de Lepaguare, cruzamos un pequeño río(.261). “ De Lepaguare a Juticalpa hay una distancia de más o menos treinta millas […] ”( 273). “El vasto llano se pierde en el horizonte aunque esta limitado por montañas boscosas que apenas alcanzamos a divisar, se extiende hacia el Este y el Norte […] ”(277). “ El camino lleva una dirección casi hacia el Este y va sobre dos o tres serranías [ [ [...] ] ] (350).
Así; al considerar lo que dice Luis Alburquerque “Si la narración consiste en relatar con palabras los sucesos que los seres llevan a cabo, la descripción, por el contrario, trata de “pintar” con palabras de manera que el receptor pueda ver mentalmente la realidad descrita. Así la descripción se suele reunir en tres fases: observación, reflexión y expresión adecuada” (Alburquerque, 2006:79). De igual forma, en el recorrido por Honduras, Wells, muestra a los lectores abundantes descripciones5 de espacios y territorios de grandes extensiones de valles con elementos de relieve con un sinnúmero de tópicos de vegetación y topónimos:
“Estas características se repitieron en las sierras del departamento de Olancho , en donde la región de los pinares se extiende más baja que la del pacífico …los bosques de Honduras son de escaso crecimiento, los árboles se yerguen varias yardas aparte y, por lo común se ahogan en la maleza…Del vado seguimos nuestra ruta al Noroeste y pasando por la hacienda San Juan, también propiedad de los Zelaya, encontramos un extenso llano rodeado por una serranía de montañas conocido como el Valle de Lepaguare. Es como un parque que florece de un suelo muy rico, suficientemente amplio para sustentar a la población de un Estado comercial agrícola. Hacia el norte esta situada la hacienda de Lepaguare [ [...] ] La hacienda estaba enzacatada pero dejaba de frente un extenso espacio abierto, por donde avanzaba nuestra pequeña cabalgata…Grupos de árboles se sucedían a corta distancia, diseminados en el valle; el bramido del ganado llegaba débil con el viento de la tarde; voces casi pérdidas en la lejanía, venían de la hacienda y en el llano los hombres a caballos aparecían como pequeñas manchas.” (212-213)
El viaje conlleva una serie de recorridos, que hacen al aventurero contemplar la naturaleza y la sociedad que se presentan a su paso. De esta forma, Wells toma conciencia de cada lugar donde habitan diferentes asentamientos humanos, cuyas costumbres reflejadas en los habitantes, hacen reflexionar al viajero, al mismo tiempo que describe diferentes cuadros pictóricos:
“A las nueve de la mañana llegamos a un pequeño grupo de cabañas que se llama Cofradía. Nuestra ruta desde Río Abajo era casi hacia el N.E y siempre en ascenso gradual [ [ [...] ] ] (219). El viajero asimismo da cuenta de otros poblados, diferentes a los primeros (aldeas y caseríos) y nos describe la ciudad con datos de elementos y relieve es decir la situación los edificios, la antigüedad, los habitantes famosos, leyes costumbres dando atención a la geometría, los colores, los movimientos: “Llegamos y cruzamos por el puente de piedra que atraviesa el río a la entrada de la ciudad. El Río Grande aumentado con las aguas del Guacerique y las del río Chiquito […] El puente tiene diez arcos y los estribos terminan en filo para desviar las fuerzas de las aguas […] Entramos por una calle pavimentada bordeada de casas bonitas de piedra y adobe rebocado, y las paredes pintadas de azul, rojo, crema o blanco según el gusto de sus propietarios. Los balcones con rejas ;estrechas y herbosas las aceras; los techos entejados, los patios empedrados, el estilo peculiar y sencillo de la arquitectura , el grito de los vendedores ambulantes , el despliegue ecuestre y los rostros de ojos negros, con mantilla que contemplan indiferentes desde las residencias frías como prisiones…Todas las calles de Tegucigalpa tienen nombre, y la ciudad me impresionó a primera vista como una excepción de las consabidas ciudades centroamericanas, arruinadas y de apariencia desierta […] ”(153)
El encuentro con el territorio hace que el autor interactúe como un filtro de experiencia de lo que ha observado y vivido, así de esta forma el escrito se convierte en un componente informativo. Wells escribe lo que ha conocido, lo que sabe, convirtiendo ambas cosas en una experiencia que va a textualizar después. El autor trata de transmitir al lector6 por medio de la descripción7, esa realidad observada y ajustará a su posición de observador y en buena medida a su propia perspectiva, en este sentido va a prestar atención a los individuos, la sociedad, la cultura como una constante. Va a entregar detalles acerca de los habitantes, comercio, leyes y costumbres. William Wells, describe personas de varios niveles sociales, diferenciando no sólo su estrato social, sino que también un nivel jerárquico y de género, entregando información detallada:
“Las mujeres del mercado permanecen alrededor en grupos, y pasan su tiempo platicando unas con otras, o a menudo riendo a carcajadas con los soldados o con los holgazanes que siempre se encuentran congregados bajos los aleros.” (164)
“las indias de plácida apariencia, empeñadas en sus quehaceres nos observaban […] ” (242)
Más explícitamente, el viajero norteamericano describe el comercio que observa en Tegucigalpa, haciendo diferencia entre el mercado y las tiendas de abastos:
"El mercado está pletórico de frutas durante la mañana y temprano de la tarde. Estas consisten, en parte, de limas, naranjas, nísperos, papayas, cocos, limones, bananos, jochotes, higos, piñas y melones que se despliegan en tentadora profusión sobre grandes lienzos de tela, en cueros o canastas, a lo largo del vestíbulo de las barracas que se encuentran al lado de la plaza de la parroquia. Con un medio de plata (seis centavos de oro) se puede comprar toda la fruta [ [ [...] ] ] " (163-164) Los establecimientos comerciales de las ciudades más importantes de Honduras, están provistos todos de los mismos artículos; con unas pocas diferencias en cuanto a su tamaño y disposición, es describirlas a todos. Rodean el establecimiento sendos estantes y en el centro, detrás del mostrador, se halla el señor o a menudo la señora, tranquilamente sentados [ [ [...] ] ] Las mercaderías que se exhiben para la venta no son suntuosos ni caros, y consisten en su mayor parte de ropa para el uso tal cómo géneros de algodón, "osnaburgs", mantas, calzados y los artículos corrientes…Casi todos combinan mercaderías de boticario, comerciantes de géneros, abarrotero, sombrerero, vendedor de calzado, talabartalero, librero, confitero y artículos de escritorio, pero con una provisión extremadamente limitada de cada una de éstas líneas [ [ [...] ] ] "( 198)
También Wells menciona y describe sobre algunas leyes y castigos observados en Honduras
“El castigo más severo que ahora puede aplicarse por un crimen, es el de 500 azotes…se coloca al hombre abrazado a un árbol del diámetro justo para que las muñecas se encuentren en el lado opuesto y puedan ser sujetadas firmemente. Los pies se aseguran con lazos cerca de la raíz. Entonces se desnuda al culpable hasta la cintura. El instrumento de castigo consiste en una vara pesada, flexible y resistente. El verdugo también desnudo a la cintura, se coloca a tal distancia del prisionero y en posición que le permitan descargar todas sus fuerzas en cada golpe. Dada la señal, la vara desciende sobre la espalda del condenado [ [...] ] la apaleada se hace entre dos o tres verdugos, los cuales se relevan entre sí al quedar agotados con el esfuerzo [ [ [...] ] ] “ (202-203)
La descripción etnográfica como distinción, significa que el autor entrega información compleja al lector, de todos esos seres que pertenecen a esa sociedad que conoce durante su viaje. Willam Wells, aporta datos específicos de los habitantes por medio de diversos tópicos. A continuación el texto va a mostrar como son los hombres de Honduras a mediados del siglo XIX:
“Yo no sé de un cuadro más admirable que un olanchano de familia distinguida cuando monta en uno de estos fuertes y bien enjaezados caballos [ [ [...] ] ] su cuerpo erguido en la silla como si fuera una estatua, la punta de los pies descansados ligeramente en los estribos, su sarape de a colores echado correctamente sobre sus hombros, su rostro broncíneo chispeando orgullo bajo su sombrero alón colocado vistosamente” (260-261).
Lo anterior contrasta al comparar los hombres del campo con los hombres de la ciudad:
“Los caballeros hondureños visten a la usanza norteamericana, pero de vez en cuando aparecen modas anticuadas que lo hacen a uno sonreir ante los esfuerzos imitadores de Beu Brummel de las grandes ciudades.” (201)
“Los hombres mas amanerados que yo he encontrado en el mundo lo vi entre las personas educadas en Honduras. Sus caracteres más sobresalientes son en una buena crianza, la urbanidad y el deseo de ser agradables en las reuniones […] ” (188-189)
En relación con la descripción de las mujeres, el narrador va a distinguir con mucha agudeza los distintos estamentos sociales que la van a definir. Wells evoca diferentes aportaciones que conforman al género femenino dentro de la sociedad hondureña, como por ejemplo sus cualidades, sus acciones, y sus vestidos:
“ […] en las damas refinadas aquellas que fui presentado se hallaban muy a menudo ataviadas con tal refinamiento como se puede imaginar un extranjero. En toda época del año los vestidos blancos o color rosa pálido o de gaza diáfana celeste son los que predominan […] ”( 189-200) “El vestido de la mujer humilde de Honduras es de un material ordinario tal como la guinga o la zaraza […] En la calle siempre lleva mantilla y no es sino de reciente el uso de la sombrilla” (186). “Las mujeres, limpiamente vestidas con chales de colores chillantes, se hincaban dando el rostro hacia el altar y murmurando muy quedo sus rezos” (298).
Asimismo Wells hace acopio del carácter y la manera de ser de la mujer hondureña:
“Creo que todo viajero atestiguará el carácter generoso y el noble corazón de las mujeres […] por lo general reúnen cualidades de dulzura, buen carácter y sinceridad […] ” (189).
Además el propio autor va a entregar aspectos físicos sobresalientes de las mujeres:
“Las manos, los brazos bonitos son demasiados comunes para ser tomados como marcas distintivas de elegancia. Sin embargo en varias ocasiones observé que las damitas se tomaban el trabajo especial para exhibir esas ventajas…La cabellera se lleva preferentemente en moño trenzado […] ” (200).
Desde el punto de vista descriptivo etnográfico, conforme a su posición de viajero observador, Wells tratará de reproducir en el texto, la descripción de personajes importantes de la época, a través de la etopeya:
(El presidente José Trinidad) “Cabañas en este tiempo tenía cincuenta y dos años. Sus compatriotas siempre han tenido una inconmovible confianza en su gestión pública, a la que aún sus peores enemigos de su política liberal, nada le pueden tachar ya que inspira los más sanos propósitos. Cuando le agradecí sus gentiles expresiones de bienvenida tan “antiespañolas”en su evidente sinceridad, sentí que cuando menos estaba frente a un hombre cuya carrera pública no había sido manchada por una sola crueldad o rebajada por un solo acto traicionero o indigno” (156).
El autor de igual forma utiliza en su descripción la prosopografía:
“Don Francisco Zelaya, Don Chico, es monarca “de todo lo que explora”. Es alto, delgado, con un porte y aspectos dominantes, ojos azules, frente amplia y cabellos rizados, vigorosos y de color de acero […] ” (242)
¿Qué elementos son los que constituyen en una nación extranjera, los tópicos de la sociedad? Las costumbres, la cultura, las conductas sociales y la religión, entre otros. Estos elementos el autor los incluye dentro de la perspectiva de las costumbres sociales y los va a señalar con cada una de las características del lugar, de esta manera Wells, va a conquistar el interés del lector con las descripciones representan una imagen particular de la cultura:
“Todas las divisiones sociales se olvidan a la puerta de la iglesia, ricos y pobres se arrodillan de lado a lado […] Esta gente me parecía a mi menos camandulera que las otras secciones de Centro América que había visto, fieles observadores de los ritos pero no esclavos de la iglesia […] ” (298).
El autor abre los ojos al lector, al entregar las típicas costumbres de peleas de gallos y corrida de toros que observa en Honduras:
“Los juegos de gallos comienzan con la pascua el 25 de diciembre y, por lo común, continúan hasta los últimos días de Marzo […]este deporte no es considerado ofensivo a la dignidad de los más altos oficiales, y hasta los curas en sotana se les puede ver apostando un puñado de pesos […] (189). “A las diez de la mañana el primer toro fue soltado en la plaza, donde estaban dos picadores e igual número de hombres a caballo con lanzas […] la fuerte barrera de roble construida para la ocasión estaba abarrotada de gente, que se encaramaba en todo lugar concebible para poder ver desde allí el desarrollo de los eventos. Los toros habían estado vendados y sin alimento desde el día anterior y se hallaban bramando de furia …los toreros estaban en guardia [ [ [...] ] ] ( 299).
Auto-referencialidad cultural confrontada con la realidad
Una auto referencialidad cultural surge de la evocación emotiva donde el código de escritura por parte del autor va entregando una imagen al lector. Se trata de un código de lectura híbrido que se relaciona estrechamente con la sociedad de donde proviene el viajero, así en una lectura superficial se va a identificar como el autor textual se va transformando dentro de varios procesos a través del texto. Primero el autor narrador se ubica socialmente como un observador y después, paradójicamente se pasa de la ética del viajero explorador al del viajero con el compromiso histórico social, que identifica a la sociedad norteamericana como el modelo de transformación. Así el autor se convierte de inmediato en el sujeto que traslada un nuevo tipo de cultura, con la idea de cambiar las normas de la sociedad visitada; para fundar una nueva.
Wells lleva implícita la idea de cambio, de intromisión, y comparación:
“Recurren los hispano-americanos a la finesse y a la lisonja para llevar a cabo sus propósitos, especialmente hacia los extranjeros. Uno debe por consiguiente, agarrar a don fulano por el lado flaco y combatirle por sus propias armas. El amor a su país no es menos que el que tienen los norteamericanos por el suyo. Para él los picos pelones de sus montañas y sus cielos azules, el profuso verdor de sus tierras bajas o la vegetación raquítica de sus serranías, son tan queridos como para nosotros las estimadas instituciones de nuestra patria.” (131-132)
Cuando observamos el discurso de Wells a lo largo del libro, se denota un gran deseo del autor, de fomentar una inmigración de compatriotas para lograr cambiar a la sociedad de Honduras:
“ […] es mi convicción que en Olancho, el problema de la colonización por ciudadanos industriosos del norte, será pacífica y felizmente resuelta […] ( 282).
Sofía Carrizo explica porque sucede este fenómeno de la comparación y autorreferencialidad en los relatos de viaje: “contamos pues, en principio, con una serie de información acerca de una sociedades decir que se constata la presencia de nivel documental. Pero los elementos seleccionados para estas informaciones responden a dos modalidades. En los casos en que se reflejan la realidad, son acompañados con expresiones de desdén, a mostrarlos como signos de inferioridad […] ” (Carrizo Rueda, 1997:41)
Veamos en los siguientes textos el proceso de cooperación narrativa donde el interpretante autor nos va suscitando un estereotipo cultural, el cual va requiriendo de un sentido y por ello de un sistema de valores que lo afiance en la mente del lector. De esta manara la escritura la hace desde un sujeto interpretante que esta definido en el texto:
“En Centro América nadie puede comprender el objeto de las preguntas que uno hace y la respuestas en general para todo es universal: Por supuesto! Muchas veces se ocupa una hora de hábiles preguntas y un mundo de paciencia a fin de averiguar un hecho tan sencillo tal, por ejemplo, la época en que se debe sembrar la yuca, o la profundidad de un río en determinada estación. Desgraciado aquel que interroga si pierde su paciencia o muestra la menor petulancia ante las respuestas tardías o inesperadas a sus indagaciones.” (159)
El autor va a presentar y a transmitir una identidad particular. Pero no responde el texto únicamente a la lógica del autor, básicamente por que no vemos desarrollarse una completa descripción siendo ello substituido por un difuso, aunque no por ello menos auténtico, intento de acceder a interpretar todo el ser de la cultura. Es por medio de atisbos descriptivos etnográficos donde la reflexión se une a las obsesiones del autor:
“Todo el mundo es cortés, no sólo entre las más altas sino entre las más bajas clases sociales. El más sucio vagabundo sin zapatos, emplea un lenguaje comedido cuando se dirige a uno y parece imbuido de un sentido innato de fineza. […] Las reyertas y disputas en la sociedad son casi desconocidas, y si una nueva persona llega a una reunión, todo el mundo se pone de pie y lo saluda.” (188-189)
Frente al sujeto, el autor opta por verter una serie de pequeños detalles de la identificación básica, todos estos detalles provienen de una caracterización personal radical de espectador y haciendo así posible una visión sectaria y por lo general transmite esa idea particular aplicada a la sociedad en general:
“En cuanto a la salud y robustez de las personas, el nativo de Honduras, aunque por lo general de buenas carnes y bien formado, no esta físicamente capacitado para soportar los efectos agobiantes del clima, como bajo las mismas circunstancias lo estaría un norteamericano. Esto proviene de la dieta de frutas y aguachirre de las clases más pobres.” (170)
El contacto con ese “otro”, genera una profunda reflexión por parte de Wells y esto posibilita la generación de discurso textual con soltura y conciencia. La experiencia involucra los pensamientos más íntimos del autor, al observar una propia emotividad del sujeto observado, es decir, aquello que suele ser totalmente ajeno pero por otro lado será extrañamente familiar y cotidiano. Wells define esta cuasi experiencia antropológica como la búsqueda de la experiencia absoluta. A continuación unos extractos textuales donde el autor retrata a la mujer8 hondureña en general:
“Creo que todo viajero en Centro América atestiguará el carácter generoso y el noble corazón de las mujeres hospitalarias, gentiles y sufridas, sobre ellas recae una gran parte del trabajo que se hace en los cinco estados. Alguien ha observado que bien puede decirse de la mujer centroamericana: ‘Crío, hizo tortillas y murió.’ Esto desde luego no se aplica a las familias de mujeres acomodadas. Las mujeres de las clases pobres son, de hecho, las esclavas en el país. En Tegucigalpa el agua que se emplea en los diarios menesteres es acarreada por ellas desde el río, de una distancia de cien pies, cuesta arriba, donde a menudo observé su afanosa marcha y su fatigada respiración. Con la excepción de la política y de la guerra que han arruinado Centro América, las mujeres soportan la mayor parte de las cargas de la vida, pero alegres y felices, se hallan siempre conformes con su condición social. No recuerdo jamás haber oído una palabra descompuesta o procaz de ninguna mujer de Honduras. Su índole es franca y alegre […] ”(188)
En este marco general, el autor inserta los aspectos educacionales de las mujeres en el área centroamericana:
“En el país falta educación para la mujer 9, a la que poco se le enseña y cuando una damita puede tocar el piano o la guitarra, bailar y bien aparecer ‘a la mode’ en sociedad es segura candidata al altar; es entonces cuando comienzan sus deberes como matrona […] Pero aún con las pocas o ninguna ventajas que otorgan los países instruidos, las mujeres centroamericanas nunca dejan de interesar al viajero, por su gentileza característica y la dignidad de su porte tanto como por su talento innato y por su receptividad a la cultura.” (201)
El modo en que Wells enfrenta la construcción de su textualidad viene dado por la superposición de un pensamiento cultural unido al deseo de dar cuenta del”otro” desde el yo. Esa experiencia antropológica no puede ser restringida al relato de la forma en que vemos a ese”otro” sino como el”otro” se construye desde la subjetividad del autor observador y se forma en un texto. El viajero autor intenta comprender y transmitir al lector:
“Para ese tiempo las ceremonias de la iglesia habían comenzado y todo el que no podía entrar al templo se quedaba en la plaza con la cabeza descubierta, respondiendo con fervor y persignándose a intervalos […] Esta gente me parecía a mí menos camandulera que las de otra secciones de Centro América que había visto; fieles observadores de los ritos, pero no esclavos de los mandatos de la iglesia.” (298)
A continuación presentamos un fragmento del escrito de Wells, donde el autor clasifica los hechos observados dentro de una óptica cultural propia. Este fragmento es un claro ejemplo de la comparación entre las razas. Llama la atención cómo el autor también nos describe sus puntos de vista de los “errores” sobre mezcla étnica.
“El sistema de mezclar las sangres se ha introducido en Honduras durante los últimos treinta años casi ha borrado la línea divisoria entre los blancos y los negros. Esto es quizás, la mayor desgracia que ha podido sobrevenirle al país .La mezcla de los vástagos del negro, del blanco y del indio ha perpetuado en esa república una raza que recorre la gama de colores del chocolate a la crema. Se puede ver en raras ocasiones un blanco entre los descendientes de las viejas familias aristocráticas de España que, celosamente, han evitado matrimonio con indios o con negros, pero en estos casos excepcionales y con el actual aumento numérico de las otras razas, pareciera que se contempla la exterminación eventual de la raza caucásica con un resinado desaliento […] Como todos los españoles o mestizos españoles, son grandes tahúres, y si muchos se han arruinado por este vicio, pocos escapan de su influencia Esto les viene de sus ancestros; y en relación con los hábitos de pereza en un gran sector de la clase media […] En descargo de Honduras debemos decir que el juego que se lleva a cabo allí no es una pizca más del que se practica en las otras repúblicas de Centro América.” (169 -176)
A continuación se hace evidente la descripción del autor sobre personas y lugares, donde se puede apreciar de forma inmediata, un ejemplo con un atisbo etnográfico, por medio de la «representación y descripción», donde el autor pretende caracterizar todo un modo del ser cultural, en este caso la vida cotidiana:
“Muchas personas se aventuran ahora a salir de sus casas y vagar sin rumbo por las calles con el paso típico que no se ven sino en las regiones españolas e italianas o en las de sus descendientes, deteniéndose a conversar un momento con un conocido dispuesto como ellos a comentar el chisme del día o a cambiar noticias sobre la revolución, o son algún viejo decrépito, a través de los barrotes de la ventana de la calle. Grupo de chicos panzones, algunos con solo la camisa y otros en estado de completa desnudez, de piel brillante como lustrosa caoba, saltan en la calle, mientras un grupo de espigadas y bien formadas mujeres encienden sus cigarros y, pausadamente, murmuran con la señora de la posada. De pronto la hora de la oración suena en la torre de La Parroquia. Al instante se acalla toda voz; los niños cesan en sus juegos como por instinto; un súbito silencio se impone y el movimiento de los labios con el murmullo rápido y mecánico de las formas acostumbradas para orar, se oye entre el grupo de las personas descubiertas. Una corta pausa y las campanas resuenan de nuevo en un alegre repicar; las conversaciones y juego se reanudan donde habían cesado, la noche avanza; una tras otra las puertas y ventanas se cierran y se atrancan; las calles se tornan desiertas […] ” (57)
Para finalizar se puede determinar que en los diferentes textos, donde Wells manifiesta una descripción etnográfica, esta suele ser de tipo fragmentario. Así, el lector percibe una totalidad a partir de fragmentos de la experiencia de la observación, los cuales están directamente condicionados de manera histórica, social y, por supuesto cultural, desde el punto de vista del autor .Esto tiene que ver con la pretensión de quien escribe, que captura un todo cultural a través de una imagen.
©Miguel Antonio Barahona
Bibliografía
Arriba
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Pérez Brignoli, Héctor, 1990: Breve Historia de Centroamérica, Madrid: Alianza Editorial
Pérez Priego, Miguel Angel, 1984: “Estudios literarios de los libros de viajes medievales”en Epos I, Revista de Filología / Universidad Nacional de Educación a Distancia, Facultad de Filología Románica, 1984, 217-230
Wells, William V, 1857: Explorations and adventures in Honduras, comprising sketches of travel in the gold regions of Olancho and review of the history and general resources of Central America, New York: Harper & Brothers publishers
Wells, William V, 1960: Exploraciones y aventuras en Honduras, Tegucigalpa: Edición del Banco Central de Honduras.
Notas
Arriba
vuelve 1. Miguel Ángel Pérez Priego (1984:217-230)quien ha sido uno de los primeros impulsores del inusitado interés por la literatura de viajes, va a definir las constantes de este género en los siguientes puntos: a) Los relatos de viaje se articulan sobre el trazado y el recorrido del itinerario. b) Dicho trazado se ordena a partir de una cronología que indique el desarrollo del viaje. c) La descripción será el elemento principal en todos los relatos de viaje. d) La existencia de discreciones, que se presentan en especial cuando estas se enfocan a la descripción de la mirabilia.
vuelve 2. Héctor Pérez Brignoli (1985:90-92) señala que para esta época, en el istmo habían ocurrido tres importantes acontecimientos históricos: la independencia de España (15 de septiembre 1821), la posterior anexión de los estados de Centroamérica a México y la ruptura de la misma en julio de 1823 ; finalmente la desintegración de la Federación Centroamericana, acaecida en el año de 1840.
vuelve 3. Wells, William Vincent, author, born in Boston, Massachusetts, (2 January, 1826- 1876) He was educated in the common schools of his native city, and became a sailor and then an officer in the merchant marine. Afterward he engaged in mining and commercial enterprises, and was an agent for American capitalists in obtaining grants from foreign governments. In these capacities he has travelled since boyhood in various parts of the world, and has been four times shipwrecked. He went to California in 1849, where he built and commanded the first steamboat in that state, and he was afterward consul-general of Honduras in the United States. Mr. Wells has owned and edited several newspapers in San Francisco, has corresponded with various journals from different parts of the globe, and is the author of a narrative of "Walker's Expedition to Nicaragua, a History of the Central American War" (New York, 1856) ; " Explorations and Adventures in Honduras" (1857) ; and the "Life and Public Services" of his great-grandfather, Samuel Adams, with extracts from his correspondence, state papers, and political essays (3 vols., Boston, 1865). http://www.famousamericans.net/williamvincentwells/consultada el 14 de junio 2006.
vuelve 4. Suelen concentrarse en un punto particular de dicho protagonista, sus motivaciones u objetivos, y más bien a la hora de empezar el viaje que al terminarlo.(Peñate Rivero, 2004: 24).
vuelve 5. Miriam Alvarez indica que “El autor tiene que observar previamente lo que pretende describir. Así pues, la observación parece ser una de las cualidades que debe ejercitarse para describir.” (Avarez, 1993:39)
vuelve 6. José Da Silva, aporta ciertos aspectos que se deben reflexionar como lectores, al instante de interpretar esa “realidad” que muestra el viajero al momento de transmitir sus descripciones, muy propias de ese universo que esta recorriendo : “Arrebatados ao contexto que lhes conferia significado sociológico, os factos recolhidos pelos viajantes foram confiados a leitores que os assimilaram, reinterpretaram e, por vezes rejeitaram sumariamente.O nosso conhecimiento das sociedades “diferentes” começa por ser o resultadote efeitos refracçao, de um processo de selecçao e metarmofose que as subordina aos imperativos do nosso olhar.” (Gomes Da Silva, 1989: 39)
vuelve 7. “la descripción o écfrasis es el enunciado que describe vivamente —que pone ante los ojos— la realidad mediante la enumeración de sus características reales o ficticias más destacadas.” (García Barrientos, 1998: 70)
vuelve 8. Pratt, explica que en el siglo XIX fue especialmente limitante respecto a la representación de las mujeres en los discursos oficiales de construcción de la nación, y en configuración de imaginarios culturales. Definidas desde una óptica anodina, por su capacidad reproductiva, las mujeres fueron excluidas del ejercicio de la ciudadanía, al mismo tiempo que sus cuerpos se convirtieron en sitios propicios para múltiples formas de intervención y apropiación. Cfr, Mary Louise Pratt, Woman,literatura, and National Brotherhood, en VV.AA.,Women,Culture, and Politics in Latin America, Berkeley and Los Angeles, University of California press, 1990, p. 49-52.
vuelve 9. Resulta evidente que el autor contrasta con la ideología de la época. Eva Figes retrata la educación de la mujer en esta época de la siguiente manera: “La insípida vida de la mujer de sociedad a pesar de la educación que se les daba a las muchachas, estaba limitada a las artes necesarias para conquistar un eventual marido, como podían ser la música, el baile […] ” (Figes, 1970: 8).
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