Friedhelm Schmidt-Welle

 

Acerca de Literary Cultures of Latin America. A Comparative History de Mario J. Valdés y Djelal Kadir (eds.)

Instituto Iberoamericano de Berlín, Alemania

Schmidt-Welle@iai.spk-berlin.de


Desde hace décadas, la historia literaria —y no solamente la latinoamericana— es un género en crisis permanente. Debido al creciente corpus de la literatura y a la creciente especialización de los investigadores, ya casi se volvió imposible publicar una historia literaria nacional, y menos una continental, de la autoría de una sola persona y con un enfoque más o menos homogéneo. No es una casualidad, entonces, que hace más de tres décadas, Jean Franco anunciara el carácter introductorio de su historia de la literatura hispanoamericana llamándola An Introduction to Spanish-American Literature (1969). Franco al menos intentó liberarse de la simple aplicación de la periodización tradicional de algunas literaturas europeas (romanticismo, realismo, naturalismo, etc.) a la literatura hispanoamericana. Otras historias literarias publicadas más tarde, como la Historia de la literatura hispanoamericana de Giuseppe Bellini (2ª ed. 1985), o la Historia de la literatura hispanoamericana en dos tomos coordinada por Luis Íñigo Madrigal (1982/1987), en cambio, aplican esta periodización tradicional a la literatura hispanoamericana. Además, en estas historias literarias, la literatura hispanoamericana a partir de la conquista se reduce a los autores canonizados de la literatura escrita en español y a la literatura “culta”. Pero los problemas de la historia literaria no se limitan a la cantidad, la clasificación y la canonización del material. Los postestructuralistas y los deconstructivistas criticaron su hermenéutica interpretativa negando la posibilidad de escribir una historia de la literatura. A pesar de todas estas críticas, la historia literaria sigue siendo un género que se cultiva en el campo de las literaturas latinoamericanas —aunque quizá más por razones pedagógicas que para abrir nuevos caminos a la investigación—. Así lo demuestran las historias más recientes, como la Lateinamerikanische Literaturgeschichte, editada por Michael Rössner (2ª ed. 2002), un intento de presentar una historia literaria cronológica escrita por varios autores, que tiene cierta homogeneidad debido (seguramente) a un trabajo tremendo de redacción, y The Cambridge History of Latin American Literature en tres volúmenes (1996), editada por Roberto González Echevarría y Enrique Pupo-Walker, historia literaria que opta por una subdivisión en capítulos sobre distintos géneros (poesía, cuento, novela, ensayo, teatro, literatura popular) presentados por los respectivos especialistas.

¿Qué motivos puede haber para publicar otra historia literaria en esta situación sumamente difícil de la historia literaria como género? En primer lugar, tendría que ser “otra” y no simplemente una más. La historia literaria latinoamericana más reciente, editada por Mario Valdés y Djelal Kadir, declara el intento de escribir “otra” historia literaria en su título: no quiere ser una historia literaria, sino una historia de las culturas literarias. En este sentido, va más allá de la historia literaria, como indica Valdés en su introducción general, “Beyond Literary History”. No se inscribe en la tradición de las historias literarias mencionadas antes, sino explícitamente en la de la crítica cultural latinoamericana, sobre todo en la de Pedro Henríquez Ureña. De cierta manera, se comunica también con el proyecto parecido de A History of Literature in the Caribbean, editada por James A. Arnold (3 Vols. 1994-2001). Además, los editores ya no pretenden homogeneizar las distintas tradiciones literarias del subcontinente (las culturas europea, indígena y africana), sino que las perciben como un “flujo heterogéneo”. Por esto quieren presentar “una historia de la heterogeneidad cultural” en América Latina (Vol. 1, p. xvii).

Aunque la escritura de una historia comparada de las culturas literarias en América Latina más allá de los espacios nacionales no es tan innovadora como sugiere Valdés en su introducción, son notables los intentos de superar las perspectivas nacionales en la mayoría de los artículos que forman esta historia. Más importante, sin embargo, me parece el hecho de que sean considerados los saberes de otras disciplinas (sociología, historia de las ideas, lingüística, geografía cultural, etc.). Literary Cultures of Latin America da especial importancia al imaginario cultural. Y la literatura (en el sentido muy amplio en que se emplea el término en esta historia) es uno de los elementos claves de este imaginario, sobre todo en el contexto de la ciudad letrada en América Latina. Sólo a partir de la década de los setenta del siglo xx se ha reconocido la importancia de rituales y celebraciones de las culturas orales y populares (o de las performances en general) y la de los medios masivos (sobre todo de la televisión) para este imaginario. Además, esta historia contextualiza la literatura en su ámbito socio-cultural, político y socio-económico, y pone énfasis en su base material y la literatura como proceso. En este sentido, considera la tradición del pensamiento culturalista latinoamericano, que parece haber sido demolido por los trabajos del deconstructivismo con su anclaje a las textualidades o literariedades. Al mismo tiempo, se abre a los estudios culturales que tratan de redefinir el lugar y la importancia de lo literario en el contexto de la producción de otras representaciones simbólicas. Y, por último, retoma la idea de escribir una historia literaria “latinoamericana”, que se manifestó en los intentos fracasados de los años ochenta del siglo pasado y cuyos prolegómenos se publicaron en varios tomos coordinados por Ana Pizarro.

El primer volumen de Literary Cultures of Latin America, “Configurations of Literary Culture”, abarca en su primera parte las condiciones geográficas, los desarrollos demográficos, la diversidad lingüística, la historia de la fundación de las culturas literarias coloniales y, finalmente, las posibilidades de acceso y participación en las culturas literarias tanto por el lado de la producción de literatura como de su recepción. Todos estos temas se tratan por regiones tal como habían sido definidas en la crítica cultural latinoamericana de la década de los setenta del siglo xx, entre otros por Alejandro Losada. En la segunda parte, se analizan o se rescatan en lo posible los textos de las autoras y los autores que no pertenecen al grupo de los hombres blancos católicos heterosexuales de la clase media o alta, es decir, las literaturas hasta ahora marginales o marginadas, y las voces de los Otros. Aunque considero muy importante dar lugar a estas voces, los criterios para subordinar ciertos grupos bajo el denominador común de la “alteridad” me parece anclado más en los debates multiculturalistas de los Estados Unidos que en los debates sobre adscripciones culturales en América Latina. Incluso el criterio biologista de “hombre blanco católico heterosexual de la clase media o alta” muchas veces no coincide con la canonización real de autores latinoamericanos mestizos, por ejemplo. En la tercera parte, “Plurality of Discourse in Latin American Culture”, se tratan los diferentes discursos, textos en el sentido más amplio de la palabra, y las formas de representación simbólica, incluidas las performativas. Se analizan las retóricas del nacionalismo, la ciudadanía, las identidades, los discursos religiosos y científicos, las literaturas orales, el teatro y otros performances teatrales (fiestas, etc.). La cuarta sección de esta parte está dedicada al análisis de las culturas populares, lamentablemente sin una distinción concreta entre cultura popular, cultura de masas e industria cultural. En la quinta y última sección, se analiza la historia del cine en América Latina. Todas estas representaciones culturales no solamente se analizan en su calidad de “textos”, sino que se relacionan con la literatura para mostrar las referencias intertextuales de esta última.

El segundo volumen, Institutional Modes and Cultural Modalities, se dedica en su primera parte a un tema poco tratado en la historiografía literaria latinoamericana: la institucionalización de la literatura y su carácter de institución (en el sentido en que lo había definido Peter Bürger). Orienta el enfoque hacia la base material de la literatura analizando la historia del libro y la formación del público lector, el periodismo, la traducción, las instituciones de la educación normal y superior, las sociedades literarias, los festivales, las bibliotecas, los museos, la promoción y la censura estatales. Falta en esta parte una historia de las editoriales y la de las demás instituciones que llevan a cabo eventos literarios como los centros culturales, por ejemplo. En la segunda parte de este volumen, se analizan los modos y la historia de las formas de distintos géneros (poesía, novela, testimonio, autobiografía, epistolario, y ensayo). La tercera parte presenta los centros culturales más importantes de América Latina, en su gran mayoría las capitales, pero también los centros regionales del interior o de las fronteras en que se formó una vida cultural paralela a la de las metrópolis. La historia de estos centros muestra el funcionamiento de la ciudad letrada y las relaciones de poder en el interior de las sociedades latinoamericanas, pero también los cambios en la formación de estos centros debido a los procesos de migración.

El tercer volumen, Latin American Literary Culture: Subject to History, inscribe la(s) literatura(s) en un contexto amplio de discursos y constelaciones cognitivas que predominan en la crítica literaria y cultural latinoamericana. Además, se discute la función de la literatura en cuanto agencia de discursos hegemónicos y de resistencia cultural, y se la reinscribe en el contexto político e histórico de América Latina para abrir perspectivas de revivir la historiografía literaria más allá de sus esquemas tradicionales. Se muestra la multiplicidad de los lugares de enunciación, y se deconstruyen los discursos monológicos dominantes en la construcción de identidades culturales. En sus tres partes, se discuten, entre otros, los encuentros y desencuentros de las culturas confrontadas en la colonia, los discursos de la melancolía, de la modernidad y de la construcción de la identidad nacional, las narrativas de legitimación del Estado, los procesos de transculturación e hibridación, la construcción de nuevas identidades regionales y locales de latinoamericanos o latinos en y fuera de América Latina, la relación entre modernidad y posmodernidad, las formas de inclusión y exclusión política y cultural por los exilios y las migraciones. Creo que la categoría de la transculturación se sobreestima en comparación con otras de la crítica cultural y los estudios culturales latinoamericanos, pero este es uno de los pocos puntos de discrepancia con respecto a la concepción del volumen. Sin querer menospreciar los méritos de los otros volúmenes de Literary Cultures of Latin America —que son muchos— considero que este volumen es el más importante porque abre nuevas perspectivas para la historiografía literaria y contribuye al revivir de un género casi muerto de la crítica literaria y cultural.

Los tres volúmenes de esta historia de las culturas literarias de América Latina tienen también ciertas omisiones (como la poca consideración de las literaturas del Caribe escritas en lenguas no latinas) y desniveles —no podría ser de otra manera ante la cantidad del material y de la magnitud del proyecto—. Pero esta historia nos abre un sinnúmero de nuevos caminos en la investigación de las culturas literarias (y no solamente de las literarias). La concepción de esta historia comparada supera en gran medida la de las historias literarias tradicionales. Se abre a los estudios culturales y a la inter y transdisciplinariedad, que en muchos otros casos no fue más que una etiqueta de moda, y niega explícitamente la posibilidad de una historia cultural totalizante u homogeneizadora. Por todo esto, constituye un hito en la historiografía cultural latinoamericana y una lectura indispensable para todos los investigadores de las culturas de América Latina. Esperamos que sea traducida —o “re-traducida”, porque gran parte de los artículos son traducciones del español y del portugués— a la mayor brevedad posible al menos al español y al portugués para hacerla más accesible en América Latina, donde hace falta una historia comparada de sus culturas literarias.

Mario J. Valdés/Djelal Kadir (eds.): Literary Cultures of Latin America. A Comparative History. 3 Vols. New York/Oxford: Oxford University Press 2004. Vol. 1: Configurations of Literary Culture. XIII, 667 páginas. Vol. 2: Institutional Modes and Cultural Modalities. XIX, 716 páginas. Vol. 3: Latin American Literary Culture: Subject to History. XIX, 753 páginas.

 

(Esta reseña fue publicada en: Iberoamericana. América Latina — España — Portugal, Año V, no. 20 (2005), en la sección Notas. Reseñas iberoamericanas, pp. 247-250.)

© Friedhelm Schmidt-Welle


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