Patricia Vega Jimnez1

 

Aproximndose a la historia de la lectura en Costa Rica
(1900-1930)


 

Universidad de Costa Rica

patriciavega@racsa.co.cr


No hay una sola lectura, los mtodos, las formas y las interpretaciones de los textos dependen de quien se aventure en la experiencia, por ello la historia de la lectura es la historia de cada una de las personas que leen. No se trata de una historia ajustable a una sucesin coherente de hechos que permitan obtener una explicacin sobre un fenmeno determinado. Leeres un proceso de reconstruccin desconcertante, laberntico, comn a todos los lectores y al mismo tiempo personal [por ello] su complejidad puede ser tan grande como el acto mismo de pensar [pues] el proceso de leer, como el de pensar, depende de nuestra habilidad para descifrar y hacer uso del lenguaje, del tejido de palabras que forma texto e idea.2 Dadas estas particularidades, su estudio es un reto difcil que algunos han asumido, no siempre con xito.

El historiador Robert Darnton aconseja aproximarse al complejo espacio de la historia de la lectura a travs de cinco vas: estudiando las representaciones de la lectura en la literatura contempornea: autobiografas, cartas, pinturas y otros gneros impresos a fin de descubrir algunas nociones sobre lo que la gente comn  crea y dej registro de lo que suceda al leer. En segundo trmino, es posible un acercamiento considerando los modos en que se aprende a leer; tercero, repasar las autobiografas clebres y considerar cuidadosamente las anotaciones con las que expresaron su simpata o antipata con el texto que los ocupa; cuarto, considerar y articular la investigacin histrica con las teoras literarias revelando los artificios retricos que dan direccin a la lectura sin predeterminarla  y finalmente, recurrir a la bibliografa analtica indagando la confeccin tipogrfica de las obras que tambin afecta el acto de leer.3

No se trata de privilegiar una proximidad metodolgica sobre otra, lo ideal es combinar las cinco formas a efecto de acercarse, sin pretender esclarecer cabalmente, el acto de leer. Aunque hay ejemplos exitosos de explicaciones histricas respecto a la lectura en determinados sectores sociales y en pocas especficas, no resulta una tarea fcil ni un problema resuelto.  Intentar estudiar cmo leyeron las personas hace ms de un siglo significa entender como pensaban y como entendan el mundo4. La apropiacin de lo ledo depende de la condicin socio-econmica, del entorno, de la cultura, del nivel educativo y de  los intereses individuales. Esto complica la posibilidad de establecer explicaciones generales respecto a la historia de la lectura en las primeras tres dcadas del siglo XX en Costa Rica, que es el inters de esta entrega.

Esta variedad no obstante, conduce a plantear la existencia de comunidades de interpretacin5, esto es un grupo de personas donde cada uno de ellos comparte, en relacin con lo escrito, un mismo conjunto de competencias, usos, cdigos e intereses que les permite construir el sentido de lo ledo. Adems, las prcticas de la lectura varan segn el gnero, la adhesin religiosa, las solidaridades comunitarias, la generacin a la que se pertenece, las tradiciones educativas o corporativas, el nivel socio econmico y en particular las preocupaciones individuales y colectivas que a su vez dependen de su concepcin de mundo, de la forma como lo entienden, principios de diferenciacin que pueden dar razn a las diversidades culturales.

Ya Calvallo y Chartier han advertido que el abismo entre lectores cultos y analfabetos, no agota las diferencias en la relacin con lo escrito. Todos quienes pueden leer los textos no lo hacen de la misma manera. Vara, segn la poca y los estmulos que tiene el lector. Existen tambin contrastes entre unas normas y unas convenciones de lectura que, en cada comunidad de lectores, definen unos usos legtimos del libro, unos modos de leer y unos instrumentos y unos procedimientos de interpretacin. Hay diferencia adems entre las esperanzas y los intereses tan diversos que los distintos grupos de lectores ponen en la prctica de leer.6

Esta complejidad hace que una aproximacin histrica de la lectura sea una tarea complicada y un desafo para el historiador. El reto consiste en determinar no solo el qu, el quin, el cundo y el dnde de la lectura, que no muestra mayor dificultad si se recurre a las fuentes y a la interpretacin adecuada, sino y sobre todo al por qu y al cmo. El qu, esto es identificar los textos que se ofrecen, se puede dilucidar recurriendo a las listas de las bibliotecas pblicas y privadas, a los registros de inventarios de bienes de mortuales y testamentos, a las publicaciones de las libreras y/o imprentas en los medios de comunicacin impresos. Es posible acercarse al quin, determinando las listas de suscriptores a peridicos o a bibliotecas, los dueos fallecidos de los libros inventariados, los que escriben sus apreciaciones sobre una o varias obras. Aun as, una buena cantidad de lectores que no dejan registro, deben obviarse por falta de evidencia. Igualmente, es posible considerar que el ser dueo de obras no implica que fueron ledas. Es ms viable suponer que no todo lo que se adquiere se lee y no todas las obras se leen de la misma manera, algunas se interiorizan, se vuelve sobre ellas una y otra vez y otras son solo consultadas parcialmente y algunas ni siquiera son abiertas en el transcurso de la vida. La aproximacin al quin por tanto, solo puede ser parcial.

El dnde y el cundo consiguen responderse conociendo los sitios y el momento de lectura: los clubes, los cafs, las bibliotecas, los centros de enseanza, los talleres y el refugio domstico. Estas preguntas tampoco logran comprobarse ntegramente pues dependen de los escasos registros que proporcionen los lectores o los encargados de centros de posible lectura y las referencias adicionales, siempre exiguas.  Pero acercarse al por qu y al cmo constituye el reto maysculo. Es entonces cuando se hace necesario contar con registros que permitan conocer las razones que conducen a unos a buscar un texto y a interpretarlo de una forma determinada. Las generalizaciones en estas respuestas no son posibles, dependen de cada individuo, de modo tal que solo es permisible sealar por qu y cmo ley una o varias personas que, para fortuna del historiador, dejaron alguna evidencia al respecto y se trata, obviamente, de una minora en extremo escasa.

Dadas las condiciones expuestas, el inters de este ensayo es aproximarse a la forma como leyeron los costarricenses los diversos textos: libros, folletos, peridicos, volantes, cartas, telegramas, recurriendo a los pocos registros que se logran rescatar. Los peridicos de la poca resultan tiles en tanto publicaron algunas referencias al cmo se leyeron algunos de los artculos difundidos o ciertos libros que sirven de apoyo para las argumentaciones. Las listas de libros que publicitan las imprentas y libreras, algunos mostrando los precios, son importantes para conocer lo que se ofrece al pblico. Las pocas reseas de viajeros colaboran para descubrir ciertas prcticas, los censos de poblacin que brindan informacin de primera mano sobre la cantidad de personas que saben leer, pero fundamentalmente las fuentes ms importantes las constituyen las obras literarias, especialmente autobiogrficas que dibujan con impresionante exactitud, el sentimiento que produce a los consumidores de letras, su prctica.

 

1. LA OFERTA DE LECTURAS

La oferta de lecturas tiene una tendencia creciente y diversificada conforme avanzan las primeras tres dcadas del siglo XX7. Los demandantes cuentan con peridicos nacionales y extranjeros, textos literarios y especializados en distintas materias, almanaques con informacin alimenticia, agrcola, algunos introducen secciones dedicadas exclusivamente al entretenimiento, tambin circulan volantes y hojas sueltas adems de libros escolares. La cantidad de lectores costarricenses en ese momento no es despreciable, solo en las ciudades principales de las siete provincias supera el 85% en 1927, el 66% en las Villas y el 59% en el campo;  la alfabetizacin8 aumenta gracias a las polticas gubernamentales puestas en prctica haca entonces ms de medio siglo mientras el inters por el conocimiento de diversos temas se convierte en una necesidad entre un sector importante de la poblacin, en particular de los obreros y artesanos que lo requieren para su accin sindical y organizacional. 

Los lectores tienen tres opciones para acceder a los textos: la compra, el prstamo –privado o en bibliotecas o clubes- y la lectura colectiva. Los peridicos son a su vez espacios para enterarse de los acontecimientos actuales, y escritos con la finalidad de que sean consumidos por un pblico amplio, disperso y heterogneo y adems, sitios donde en ocasiones, se reproducen obras  diversas, por entregas diarias o semanales, permitiendo al lector comn tener acceso directo a algunos textos filosficos o literarios que de otra manera no podra adquirir por la erogacin que le significara.

La primera opcin, la compra, significa una inversin econmica, escasa si se trata de novelas de bolsillo y onerosa si se pretende asirse de materiales especializados y de consulta permanente para los profesionales. Por ejemplo, en 1902, un Diccionario de la Real Academia Espaola, cuesta 16 colones, en la Librera y papelera de Padrn y Pujol, el mismo precio que tiene el Diccionario Razonado de Legislatura y Jurisprudencia y el Atlas Geogrfico  Universal.  Solo un ao antes, la Librera Espaola, propiedad de Mara Viuda de Lines, incluye en su oferta, dos calendarios: el Almanaque Sudamericano con finsimos grabados y buena literatura dirigida por Casimiro Pietro Valdez a 1,50 colones y por el mismo precio se promociona el Dietario Hispano-Americano agenda de Bufete para 1901, dirigido particularmente a las damas que gustan del arte culinario y que adems tienen la posibilidad de adquirir los ingredientes en los almacenes josefinos. A un costo de 0,50 cntimos menos, los interesados podan comprar el Almanaque Baillo Bailliere, o sea pequea enciclopedia de la vida prctica, un tomo con pasta.9 El hecho de que sea empastado y con grabados, determina el costo del texto. La pasta significa que se trata de un bien que puede ser almacenado sin temor a un deterioro prximo o exhibido, segn se prefiera, como un objeto ms en el conjunto de piezas que se tienen en casa y que adems se convierte en un smbolo de distincin y/o estatus. Como se colige de los avisos del siglo XVIII en Francia, segn refiere Darnton, los editores dan por sentado que sus clientes toman muy en cuenta la calidad en la confeccin y los acabados de los libros. Compradores y vendedores comparten por igual una conciencia tipogrfica10. Las cualidades del papel y de la pasta, al iniciar el siglo XX en Costa Rica, tambin justifican el precio de los libros, amen del contenido de los mismos.

Los lectores pueden obtener en el mercado una cuantiosa gama de novelas por un costo nfimo, 0.20 cntimos el tomo en 1916: piezas de caballera, de amor, de aventuras compuestos la mayora por autores poco conocidos. Para los avisados en diversas materias, se ofrecen libros selectos  de Juan Ruskin11 con precios que oscilan entre 1,50 y 0,60 cntimos, de Enrique Gmez Carrillo12, con pasta, a 2 colones. Los libros de Jacinto Benavente13 de Waldo Trine14 se consiguen a 1.75 cntimos y tambin con pasta; se poda adquirir Armona con el infinito a 2 colones, la Ley de la vida y Vida Nueva a 1,50 y a 0,75 El credo del caminante, El respeto a todo ser viviente y La mejor ganancia. Destacan tambin las obras del filsofo francs M. Guyau15 en 3 colones,  El mirador prspero de  Enrique Rod16 en 5 colones. Adems, estaban a la venta obras sociolgicas y polticas de Engels17, Goethe18,  a 0,60 cntimos y 1,25 respectivamente, al lado de textos de autores costarricenses como Jardn para nios de Jos Mara Zeledn ofrecido a 0,75 cntimos19.  Pero destacan adems otras obras de algunos de estos autores a una tercera parte de los precios referidos. En 1916, la imprenta y Librera Falc & Borras, tena cuadernos de 64 a 96 pginas de un solo autor a 30 cntimos ejemplar, de modo que los amantes de la lectura, con escasos recursos, podan adquirir Desde Europa, de Jos Enrique Rod, Pginas selectas de Jacinto Benavente, El prncipe Feliz, de Oscar Wilde20 y recomendaban, como extraordinario La repblica de los soviets, de Luis Araquistain21, pero por el monto de un coln la obra.

El 80% de los libros que promocionan esas libreras pertenecen a la categora de literatura ligera y menos del 1% puede ser catalogado como textos religiosos. Aunque no es posible con solo esta fuente aseverarlo, se podra suponer que el auge de la novela compens el declive de la literatura religiosa. Parece perfilarse una nueva sensibilidad literaria, la sed de lectura se nutre con populibros, hojas sueltas, avisos y cartas personales, adems de peridicos nacionales y extranjeros y un nmero importante de revistas. Solo en 1922, circulan  18 peridicos en Costa Rica22 y uno de ellos, La Nueva Prensa, tiene una venta a pregn diaria que supera los 1500 ejemplares23, amn del nmero no contabilizado que se vende por suscripcin.

Las obras de autores nacionales son promocionadas en menor porcentaje que las extranjeras. En 1907, el viajero alemn Walter Lehmann, consigue en el mercado, por un monto de cincuenta y cinco cntimos, el libro Historia de Costa Rica de Joaqun Bernardo Calvo y por cinco cntimos menos, la recoleccin de datos lingsticos elaborada por Genaro Moya24. Ambos estn ausentes en la divulgacin que hacen las libreras en los peridicos. Sin embargo, los textos literarios si reciben atencin, por ejemplo, el libro Las fantasas de Juan Silvestre cuya autora es Carmen Lira, es divulgado con asiduidad previo a su impresin25 e incluso trabajos que no tiene autor reconocido, como Aoranzas, que es el ttulo de un libro que se est imprimiendo y que es editado por el Instituto de Alajuela, conmemorativo a las fiestas centenarias de la fundacin de la Casa San Miguel, que al correr de los aos ha venido a convertirse en el Instituto de Alajuela,26merece una nota periodstica alabando su contenido e invitando a los lectores a adquirirlo.

Cuadro 1

Ttulos y precio de libros infantiles anunciados en los peridicos

por la Librera Falc & Borras 1916

Ttulo

Precio

Ttulo

Precio

Cuentos de una buena madre

1,75

El Conde Lucamor

1,25

Leyendas de Flandes

1,75

Hernn Corts

1,25

Viajes y Aventuras

1,75

Platero y yo

1,25

Cuentos de la Alambra

1,75

El Califa Cigea

1,25

Cuentos de la Isla Dorada

1,75

El hurto sabroso

0,75

Zoologa pintoresca

1,50

La voz de las campanas, Carlos Dickens

0,75

Martn Tonelero

1,50

Dios salve a la Reina!, Allen Upwar

0,75

Cuentos de Andersen

1,50

Minnie, A. Lichtenberger

0,75

Cuentos cortos de los hermanos Grimm

1,50

Casa por alquiler, Carlos Dickens

0,75

Flores y arboledas

1,50

Nerto, Federico Mistral

0,75

Fbulas de Iriarte y Samarriego

1,25

El secreto del ahorcado, Carlos Dickens

0,75

El Kreutzer

1,25

Manazana de ans, Francis Jammes

0,75

Jardn para Nios, Jos Mara Zeledn

0,75

Jacob, Joaqun Ruyra

0,75

Fbulas de Iriarte

1,25

Tom Sawyer, detective, Mark Tuain

0,75

La vida es sueo

1,25

   

Fuente: Actualidades. 14-12-1916, p.7

Los libreros apelan a diversos pblicos (vase foto 1) pero en particular hay un inters por promover la literatura infantil. Se trata de obras de escaso costo y adems escritas por autores nacionales y extranjeros (vase el Cuadro 1). Los clsicos cuentos de los hermanos Grimm, por ejemplo, tiene un valor de 1,50 mientras los textos de Dickens se consiguen a la mitad de ese precio. Son cuentos que comunican un ethos particular y una visin de mundo distinta; la recopilacin de cuentos de los hermanos Grimm especficamente, son expresiones de la experiencia en un orden social que se desarrolla en la poca del Antiguo Rgimen francs, entre el Renacimiento y la Revolucin27. Estos  libros estn al alcance de los bolsillos de una buena parte de la poblacin. Para 1920, algunos operarios de talleres de ebanistera y carpintera ganan cuatro colones diarios promedio28 mientras los peones empleados en obras pblicas reciben 1,50 por da29. En otros trminos, un libro para los hijos de estos ltimos corresponda al salario de un da de trabajo o al costo de tres cuartillos de papas o de maz en el mercado o a cinco panelas de dulce y a dos libras de lomo.30Paralelamente, la imprenta y librera Falc & Borras ofrece la Coleccin Eos, una revista quincenal dirigida por Elas Jimnez Rojas. Se trata de una publicacin que ensea y deleita al mismo tiempo: 32 pginas de selecta lectura 10 cntimos.31

Text Box: Foto 1.

Estas referencias ponen en evidencia que existe un pblico diferenciado de lectores, con intereses y perspectivas diversas pero tambin indica que hay un grupo importante de personas con una nueva sensibilidad literaria que incluye tanto los clsicos como los autores contemporneos. La oferta es cuantiosa y novedosa segn los anuncios de la Librera Espaola en 1901, propiedad de la seora Lines, pues recibe semanalmente primicias europeas y estadounidenses en incluso importa estos artculos con tal frecuencia que llegan cargas en todos los vapores32. En 1926, esa Librera que entonces ocupa un edificio de dos pisos en el corazn capitalino –avenida central Este33-  mantiene un gran surtido de obras clsicas, cientficas y teatrales y adems obtiene semanalmente, igual como lo hace un cuarto de siglo atrs, novedades literarias espaolas, ya no solo de otras naciones europeas ni de Estados Unidos, de modo que, a juzgar por tal aseveracin, ha establecido un contacto directo con casas editoriales o distribuidoras europeas34. De hecho, para entonces, Brenes y Co., quienes se anuncian como agentes comisionistas, tienen el monopolio de importacin de libros impresos provenientes de Londres35. Considerando el ingreso del fisco por importacin de libros, la mayor cantidad de volmenes proceden de Estados Unidos, seguidos lejanamente por Reino Unido y Espaa. Aunque en el mercado se venden libros en diversos idiomas, los textos en espaol son los ms promocionados, lo que podra indicar que en Estados Unidos hay empresas que actan como distribuidoras para Amrica Latina de obras espaolas y latinoamericanas (vase el Grfico 1).

Este indicador seala que se est en presencia del advenimiento de un nuevo pblico lector y ante  la posible extincin de la cultura cristiana tradicional. Los avances en el transporte y las comunicaciones con Europa y Estados Unidos, permiten un aluvin de nuevos textos que amplan las opciones de los consumidores y a su vez les facilita el trnsito de una lectura intensiva a una lectura extensiva, y simultneamente favorece el crecimiento de un pblico lector. El aumento en el nmero de negocios de venta de libros, es un indicio de este fenmeno. En 1915, el casco capitalino es sede de 9 libreras, Cartago lo es de dos, una propiedad de Alejandro Bonilla y otra de Vicente Lines, sta ltima es una sucursal de la Librera de su madre, Mara Viuda de Lines, quin tambin tiene otra dependencia en Limn, donde compite con la del ingls Federico Gordon. De las libreras capitalistas, cuatro son administradas por costarricenses: Luis Castro, Luis Calvo, Joaqun Montero y los hermanos Trejos; tres por espaoles: Mara V. de Lines, Jos Montero Terren y Ricardo Falc, ste ltimo tambin dueo del peridico La Prensa. Sauter —y su socio Antonio Lehmann— y Murria, alemn y estadounidense respectivamente, tambin tienen libreras con ventas importantes a juzgar por la cantidad de impuestos que pagan al fisco.36 Algunas de estas libreras son tambin imprentas y casas editoriales en donde se hacen trabajos de igual calidad que los europeos.37 Aunque todos diversifican su negocio al atender no solo el despacho de libros y materiales escolares sino tambin trabajos de imprenta y litografa, los socios Federico Sauter y Antonio Lehmann, son unos de los ms prsperos. Su empresa es ms que una venta de libros —de todos los idiomas, adems las ltimas publicaciones de importancia en las ciencias, las artes y la literatura as como cuantos libros y materiales se requieran para enseanza en Escuelas y colegios— tambin es papelera, venta de objetos para el culto catlico —campanas, ornamentos, rganos, vino para consagrar- de arte y adems es una imprenta, un taller de encuadernacin, una fbrica de sellos de hule y de marcos para cuadros y adicionalmente funciona como la mejor y ms grande agencia de peridicos y revistas provenientes de todo el mundo38. Para 1925, se une al negocio de las libreras,  Jos Montero, Eladio Prado y Ca, Jaime Tormo y Gell R. Hno, una referencia de que los lectores podran ir en aumento conforme la poblacin crece y se alfabetiza.

Paralelamente, las imprentas que funcionan en el pas en 1914, por ejemplo, tienen escasa produccin libresca como se expone en el Cuadro 2. En su mayora los textos que reproducen son memorias de diversas dependencias gubernamentales, documentos oficiales y reglamentos. Los libros religiosos, son editados casi en su totalidad por la imprenta de Mara v. de Lines. Los peridicos son impresos en todas los negocios de reproduccin de textos: Imprenta Nacional, Imprenta Alsina, Imprenta Lehmann, Imprenta de Mara v. de Lines,  la imprenta Moderna de Clare y Jimnez, Imprenta Trejos Hermanos  y la imprenta  Alfredo Greas. En ese momento, se editan Egoismo, Novela de Claudio Gonzlez Rucavado, Martelo sili, Novela de Ricardo Jinesta, El Espritu del Ro de Juana F. Ferraz v. de Salazar, Una polmica memorable de Dieguez y Vsquez y Vista Moreno de Ford de Jos Ast Aguilar, las dos primeras en la imprenta Alsina y las dos ltimas en la imprenta Moderna.

Cuadro 2

Distribucin de los textos de las imprentas josefinas 1914.

Categora

Nmero

Categora

Nmero

Categora

Nmero

Almanaque

1

Libro Derecho

3

Memoria

12

Anuario

1

Libro didctico

7

Memoria official

8

Directorio

2

Libro economa

1

Peridicos

18

Doc. Oficial

18

Libro geografa

2

Reglamento

11

Informacin especfica

3

Libro masonera

1

Reglamento gubernamental

10

Informe

2

Libro religioso

6

Revista

9

Informe Oficial

2

Libro turismo

1

Otros

3

Libro anlisis situacin

3

Literatura

7

   

Libro Cocina

1

Manual

1

   

Libro bailes

1

Manual oficial

3

   

Fuente: DGEC. Anuario Estadstico, 1914, pp. 136-139.

El prstamo, que es la otra forma de acceder a los textos, se logra en las bibliotecas pblicas, algunas ubicadas en los cantones principales; incluso hay un inters evidente de los legisladores por promover la creacin de este tipo de espacios pblicos en diversas reas del pas. En junio de 1922, los congresistas acogen un proyecto presentado a la Cmara de Diputados que tiene como fin la creacin de una Biblioteca pblica en cada una de las cabeceras cantonales de la provincia de Guanacaste  que estara a cargo de una Junta compuesta por tres miembros y cuyo sostn econmico se lograra a travs de la fijacin de una renta de dos colones por cada puesto de licores y veinticinco cntimos por cada boleta de destace, en los respectivos cantones.39 El proyecto finalmente no se concreta, pero la Biblioteca Nacional haca paralelamente un importante esfuerzo por aumentar las obras ltimamente editadas y que hacen mucha falta, ya que generalmente las personas que a ese lugar concurren son quienes con deseo de estar al tanto de los ltimos adelantos en las ciencias y de los libros de literatura, no pueden darse el lujo de comprarlos.40 En 1914 cuando el estudiante estadounidense Dana Garner visita con frecuencia la Biblioteca Nacional, le resulta un lugar escasamente adecuado. En su opinin, la coleccin de libros carece de un criterio de seleccin formal y en su lugar, est compuesta de bibliotecas privadas que haban donado al gobierno en diferentes pocas sus existencias. Observa adems que aunque es un recinto capaz de albergar unos 20 lectores raramente haba ms de uno o dos a mi lado; en cambio haba cinco o seis empleados que pasaban el tiempo fumando cigarrillos, escupiendo en el piso y hablndose en vos alta y lo que termina haciendo del local un lugar inapropiado, es la abundancia de moscas que revolotean en cantidad, alterando la concentracin de los Text Box: Biblioteca Nacional, 1922.
Fuente: Gmez Miralles, Manuel. Costa Rica en fotografas antiguas. San Jos: Jadine, 2004, p. 44.
Foto 2.
usuarios41.

La apreciacin de  Garner no hace justicia al esfuerzo que se realiza 5 aos antes y que culmina con la construccin de un edificio de dos plantas (vase foto 2), especialmente diseado para conservar debidamente las colecciones y adems dar servicio al pblico de 12 medio da a las 9 de la noche, de lunes a viernes, aparte de contar con salones de lectura y salas exclusivas para las publicaciones periodsticas nacionales y extranjeras e incluso asignar al cubano Adolfo Blen la tarea de organizar y formar catlogos de modo que permitiese una bsqueda ms expedita y  un ordenamiento adecuado42.  De hecho el crecimiento en el nmero de volmenes aumenta rpidamente: en 1905 tiene 30.000 ejemplares43, once aos despus cuenta con 42.00044 y en 1922 hay 80.000 volmenes para ofrecer al pblico, lo que podra indicar un crecimiento en la cuanta de usuarios o un incremento en las donaciones o bien, un inters de los encargados por mejorar el servicio.

Los educadores entre tanto, tienen su propia biblioteca, denominada Biblioteca Pedaggica con su museo respectivo para uso especial del personal docente45, paralelamente funcionan las bibliotecas de la Escuela de Derecho y la  Episcopal; sta ltima cuenta en 1915 con toda clase de obras de cultura general y muy especialmente escolsticas y est abierta al pblico, a diferencia de la Biblioteca de la Escuela de Derecho; all tenan un selecto cmulo de obras y publicaciones cientficas, filosficas, jurdicas, etc., [pero exclusivamente] para consulta y estudio de los estudiantes de Derecho.46

Los maestros y otros acadmicos o asiduos lectores, se convierten en fuentes de prstamos de libros a sus estudiantes, por eso no sera de extraar la referencia de Carlos Luis Fallas en su novela Mi madrina, al rememorar que durante sus primeros aos de escuela, el director,  de nombre don Rafael, a quien complaca la desmedida aficin por la lectura de Juan Ramn –el protagonista- no solo le prestara libros sencillos de cuentos y de aventuras sino que tambin procuraba ordenar [sus] lecturas para que fueran provechosas.47

Los clubes de lectura, las cafeteras, las asociaciones de trabajadores e incluso las casas de particulares, en especial de intelectuales de la poca, son sitios donde es posible adquirir, leer o escuchar referencias sobre el contenido de diversos libros, revistas y peridicos. En 1890 el Club Internacional tiene, a disposicin de sus asociados, buena cantidad de literatura, entre ellos peridicos nacionales y extranjeros que pueden revisarse acompaados de una taza de caf. En ese ao, segn informa John Schroeder,  en un folleto que publica con el objetivo de atraer inmigrantes al pas, existen en San Jos por lo menos tres clubes exclusivos para los seores principales; el ms destacado es El Club Internacional, asociacin que comprende la mayor parte de la sociedad costarricense, es el establecimiento recreativo ms respetable del pas. Ocupa un local espacioso y bien distribuido, tiene muy buenos salones de recibo y de lectura. En l se encuentran peridicos en distintos idiomas y una biblioteca con 5000 volmenes escogidos entre las mejores obras literarias y cientficas, escritas en alemn, ingls, francs, italiano y espaol.48 Las cafeteras, se convierten, conforme avanza el siglo XX, en espacios por excelencia para las tertulias, la lectura de diversos textos pero en particular para la lectura, discusin y escritura de peridicos.49 Las cafeteras Roy y La Floralia, lo mismo que en El Pato Cojo, propiedad del tres veces Presidente de la Repblica, Ricardo Jimnez Oreamuno, son sitios donde, al caer la tarde, se renen poetas, periodistas –Joaqun Vargas Coto, Jos Mara Pinaud, Otilio Ulate, entre otros- dramaturgos como Julin Marchena, Rafael Cardona, Francisco Soler, Miguel Obregn y Camilo Santos. All se leen, discuten y analizan los acontecimientos que divulgan los peridicos nacionales y extranjeros, se comenta la literatura de moda e incluso, los escritores de peridicos, aprovechan las tertulias como fuentes para alimentar las notas que divulgan al siguiente da en los diarios50.

Los sectores obreros y artesanos, por su parte, poseen salones de cultura donde poda leer un libro, el peridico o escuchar lecturas en voz alta, ocasionalmente pedan a sus compaeros en el taller que les leyera las noticias o un artculo51.  La importancia de estas salas es tal que en el Primer Congreso Centroamericano celebrado en 1911 en El Salvador, se plantea como una de las metas prioritarias, el establecimiento de este tipo de espacios en los lugares de trabajo52. En esos salones de lectura, los sectores obreros y artesanales, nutren su conciencia gremial a travs de la novelstica social de la poca: Sue53, Vctor Hugo54, Dumas55, Flammarion56, Balzac57, Scout58, Len Tolstoi59 y Fredor Dostoievski60 entre otros. En particular stos ltimos, tienen una influencia significativa en el movimiento obrero-artesanal costarricense, de ellos se desprende la corriente antiautoritaria y pacifista[todos los escritores referidos] favorecieron y ayudaron en mucho a la crtica de las instituciones sociales y la injusticia social.61

Las veladas en casas de particulares, frecuentes desde la primera mitad del siglo XIX en Costa Rica, son espacios donde se mezcla msica, lectura, discusin de temas diversos y representaciones escnicas –veladas lrico-dramticas-62  son tambin ambientes para compartir la lectura o escuchar las poesas, memorizadas por las damas, en su mayora, para el deleite de los asistentes. La sala destinada a la biblioteca particular del Licenciado Mauro Fernndez, fue al finalizar el siglo XIX, un lugar de encuentro diario de al menos una decena de personas, jvenes y adultos; all se formaban discusiones sobre temas de la poca: poltica, finanzas, agricultura, ganadera, enseanza cuando no haba fiesta ni tertulia, nos reunamos en el comedor a contar cuentos.63

Lo que resulta sin discusin es que se lee de manera distinta entre diversos grupos sociales y en diferentes pocas. Hombres y mujeres han ledo para salvar su alma, para educar sus modales y maneras, para reparar mquinas, para cortejar a un ser querido, para enterarse de los sucesos de actualidad y tambin por pura diversin.

 

2. LECTURA SILENCIOSA

En 1889, el escritor nacional, Leonidas Pacheco remite un artculo a la revista literaria Costa Rica Ilustrada con el propsito de hacer una crtica de la obra La Dama de las Camelias que se presenta en el teatro Varits de Pars en ese ao. Para iniciar su intervencin rememora el efecto que le causa la lectura de esta novela de Alejandro Dumas en sus aos adolescentes.

Tendra yo diez y siete aos cuando cay en mis manos el libro La Dama de las Camelias’. Vi que su autor era Dumas, nombre que sublevaba mis temores religiosos pues se me haba dicho que la Iglesia prohiba la lectura de sus obras pero que tentaba fuertemente mi curiosidad por el atractivo de lo prohibido.64

La tentacin vence a la negativa de sus maestros y se intern en la lectura. En ella, Dumas relata con excepcional encanto, el romance entre un noble francs y una prostituta parisina, de nombre Margarita, quien al final, por intervencin de su suegro, ella rechaza a su amado y muere de tuberculosis en un tabuco escondido. Leonidas Pacheco se apropia del texto de la  manera como un joven suele hacerlo.

Yo no poda tomar de aquella obra ms que el encantador veneno de su sentimental historia: yo no poda ver en ella ms que la idealizacin del amor mundano: la conversin del barro en estatua de oro.65

La lectura para Pacheco fue ms que un acto de entretenimiento, l interioriza lo ledo, lo vive, lo suea, lo practica. Solo as es posible explicarse la bsqueda presurosa de su Margarita en las calles josefinas.

...por la excitacin terrible que cay mi alma y agitado el fuego juvenil que mi vida de Colegio me haba provisto, me fui a buscar all en San Jos una nueva Margarita. Mis ojos no vieron ms en nuestras muchachas galantes que las hijas del amor, capaces de redimirse por el amor. Borr de mi memoria los duros nombres con que se las seala y las llam desgraciadas. Todas ellas en mi concepto, deban tener un diario de vida y morir tsicas.66

El hallazgo se concreta,  solo que a diferencia de la protagonista de Dumas, esta cortesana es madre de 7 nios. Aun as Pacheco mantiene una relacin amorosa, hasta que el idilio se trunca sin mayores tropiezos ni sacrificios ni muertes por amor.

Habra creado el mismo efecto la lectura si se hubiese realizado siete aos despus? La lectura vara segn la edad y el nivel educativo. Cuando Pacheco recuerda los efectos que  Dumas produce en su vida adolescente lo hace reflexionando la calidad de la obra, desde otro mbito, desde el espacio del lector experto, del estudioso. )Es un caso tpico de la Costa Rica de finales del siglo decimonnico? Probablemente no, pero si es coincidente con la forma en que el escritor Carlos Gagini lo hace.

Gagini lee en soledad, en privado,  para lograr una interiorizacin del texto con el yo, y as lo atestigua su alusin a la lectura de la novela El Voyage de William Willoughby escrita por el Doctor Gustavo Michaud67: Ya en mi cuarto y mientras abra las hojas del tomo con la plegadera, no pude menos que admirar nuevamente la excesiva modestia del autor...68

“El libro es devorado de una sola vez, sin detenerse para no perder el hilo de la trama: A...una vez que se comienza el libro no es posible dejarle de la mano. Yo lo le de una tirada...69

En el ocaso de su vida, el Licenciado Mauro Fernndez acrecienta su prctica diaria por la lectura. Igual que los referidos, lo hace en soledad, en su Sancta Sanctorum como l llama a su biblioteca dentro de casa. Permaneca en este aposento durante muchas horas rodeado de sus estantes de libros muy pocas personan entraban all En los ltimos diez aos don Mauro haba adquirido una nueva costumbre: despus de la comida, invariablemente se acostaba [tres horas despus se presentaba en la sala, comparta poco con los presentes y] a las 10 se iba a su cuarto de estudio [por dos o tres horas, donde] lea revistas y libros sobre educacin, filosofa y derecho. Tambin escriba el silencio de la noche le atraa para la lectura y el estudio.70

A diferencia de Gagini y de Fernndez, el novelista Carlos Luis Fallas, crece en el seno de una familia econmicamente desposeda en los linderos de la provincia de Alajuela a principios del siglo XX. A pesar de su extraccin social y a su escasa preparacin en el sistema educativo formal, se convierte en un insigne lector, pues segn confiesa, ms que aficin a la lectura, yo adquir por ese tiempo el vicio de la lectura.71 Recuerda entonces que terminando tan solo el tercer grado escolar, se encontraba pasando sus vacaciones en casa de sus abuelos, en El Llano de Alajuela, cuando

cay all en mis manos una novelucha sentimental que resuma la vida y los amores de una tal condesa Blanca, muy bella e infiel, atormentada y perseguida por su marido, el terrible y celoso conde Len. Una tarde, mis tos y un amigo de ellos, reunidos en el corredor que daba al patio, hacan gemir en las cuerdas del violn, de la bandurria y la guitarra un viejo y melanclico pasillo. Y recuerdo que yo, encerrado en el cuarto, lea y lloraba amargamente, conmovido por aquella msica y por la angustiosa desesperacin de la condesa Blanca, a quien el terrible conde Len acababa de encerrar en un oscuro stano, precisamente cuando la pobre, temblando de felicidad, iba a salir en busca de consuelo que de tanto en tanto le brindaba el regazo carioso de su ltimo querido.72

Fallas lee, igual que Mauro Fernndez y Gagini, preferiblemente en soledad, en su dormitorio, por las noches hasta que el alba le arrebataba el encanto de su concentracin pero tambin,  lea en la mesa, a la hora de comer, buscndome la boca a tientas con la cuchara; lea en el excusado, largas horas, hasta que mi madre intervena furiosa; y la costumbre hizo que pudiera leer perfectamente y caminar al mismo tiempo, sin tropezar con nadie, por las calles ms concurridas de la capital.73

Es evidente que no se trata de un lector comn, sino de un ciudadano excepcional cuya aficin por la lectura lo conduce a visitar con frecuencia la Biblioteca Nacional y a consumir una literatura diversa, contenidos que eran considerados por Fallas como verdades absolutas e irrefutables aunque, ms tarde segn confiesa, tendra que ver hacerse polvo muchas de las verdades absolutas que aprend en aquellos libros.74 

Cmo surge esta pasin en un joven de tan reducida escolaridad y proveniente de un hogar campesino rural? entiendo que la hered de mi madre. Ella, que apenas cursara el primer grado, lea muy bien y con mucha frecuencia; y siempre encontraba tiempo para hacerlo, a pesar de sus muchas ocupaciones. Recuerdo que a m, desde muy pequeo me gustaba mucho orla leer en alta voz.75

Cuntas mujeres siguen este ejemplo? desafortunadamente las fuentes no proporcionan datos suficientes para hacer generalizaciones certeras. Quiz la mayora de las mujeres no se interesan por leer pues sus mltiples ocupaciones domsticas consumen ms all de su tiempo disponible y es probable que la apreciacin del Dr. Moritz Wagner en 1853 sea veraz al observar que a los maridos no les agrada que su esposa se ocupe de otra cosa ms que de los oficios domsticos o el cuidado de los nios, no quiere que lea novelas o peridicos o que trate con algn extranjero culto.76

Sin embargo, en el ocaso del siglo XIX, Elena Jimnez, esposa del novelista Jenaro Cardona y madre de los poetas Rafael y Alfredo, disfruta en demasa las novelas del siglo de oro espaol y los clsicos ingleses. Admite no obstante, que su marido result ser un estupendo lazarillo en su primera aproximacin al Quijote, pues muchas palabras y locuciones me obligaban a solicitarle ayuda a Jenaro. La reelectura fue un placer enorme77.

Admira las pginas de Bernal Daz del Castillo78 y las del Inca Garcilaso de la Vega79, ...qu herosmo me exiga yo para abandonar Los comentarios Reales.80 Con igual emocin devora los escritos de, Shakespeare81, Whitman82, Sarmiento83, Mart84, Daro85, etc.

Si para 1854 al decir del alemn Moritz Wagner la lectura de los clsicos espaoles parece en toda Centroamrica, fuera de moda y ni siquiera las traducciones de Sue y Dumas atraen en San Jos y la lectura de peridicos no despierta tampoco el ms mnimo inters86, evidentemente medio siglo despus las cosas han variado de manera radical, por lo menos en un crculo reducido de intelectuales sedientos de textos que deleitan su espritu.

Este apetito encuentra su asidero en el desarrollo educativo; no cabe duda de que el surgimiento de nuevos centros de aprendizaje multiplica la demanda de libros y un uso distinto de los mismos. Esto explica el inters que despierta la lectura en la joven estudiante de La Escuela Normal, Luisa Gonzlez en 1913. Para entonces, intelectuales como Omar Dengo, Joaqun Garca Monge y Mara Isabel Carvajal, introducen una inyeccin importante de literatura latinoamericana que alimenta las mentes de los jvenes que tienen la oportunidad de acercarse a las aulas de la secundaria y de la Escuela Normal.  De esta manera, Luisa Gonzlez evoca que Omar Dengo puso en mis manos la Edad de Oro de Mart, cuyos relatos histricos sobre el padre Las Casas, Bolvar y el Cura Hidalgo, enardecan hasta el frenes, mi corazn de muchacha apasionada que iniciaba sus fervores por las luchas que han librado todos los pueblos del mundo por conquistar su independencia y liberacin.87

Ella pertenece a una familia de artesanos: costureras, zapateros, cocineras. Ninguno tiene ms escolaridad que la experiencia de vida lo que la conduce a convertirse en la vocera de las lecturas que llegan a sus manos.  La familia aprovecha el reposo nocturno para escuchar la lectura liviana que Luisa elige, en la que participan grandes y chicos, as los cuentos   Los Zapatitos de Rosa y Los dos prncipes eran escuchados  ...con respeto y admiracin por los nios y por mi ta Chana y el to Daniel.88  Las leyendas de El Prncipe Feliz y el Cumpleaos de la Infanta del literato Oscar Wilde, afloraba la emocin de los presente, pues, segn Luisa Gonzlez ... yo lea con infalible dramatismo a mis hermanillos y primos hasta hacerlos llorar, acurrucados en un camn duro y desvencijado.89

La lectura que realiza Luisa Gonzlez es compartida pero tambin disfruta de ella en soledad. Igual que Fallas, su dormitorio es el refugio ideal para interiorizar los pensamientos que emanan de los autores que ocupan entonces la atencin de los estudiosos costarricenses: Tolstoi, Emerson90, Carlyle91, Tagore92, Ruskin, Dickens93, Daro, Wilde, Mistral94, Rod, Fray Luis de Len95....96 De la mano de estos escritores, el alma de Luisa Gonzlez se despej para siempre, al conjuro de aquellos versos inmortales que fueron desde entonces mi nuevo evangelio, seguido con pasin y candor inefables.97

Cierto es que distinto a Carlos Luis Fallas, a Gagini o a Leonidas Pacheco, su lectura es dirigida por sus maestros de la Escuela Normal, discutida y analizada en grupo. A travs de esa prctica las apreciaciones se formaron y nuevas y distintas condiciones simblicas se crean en su mente y contribuyen a forjar su pensamiento.

Las condiciones econmicas de la familia le impiden hacerse de una biblioteca, pero ella logra tener contacto con una literatura diversa gracias a que libritos diminutos, en ediciones finsimas, de los grandes autores universales, clsicos y modernos, caan en mis manos cuando algn profesor o compaero amigo me los prestaba. Yo deseaba ardientemente tener dinero para comprar al menos Platero y Yo, de Juan Ramn Jimnez, cuya lectura en las lecciones de castellano, me llenaban de ternura y de amor por el burrito inmortal.98

Por otro lado, la lectura no siempre es completa. Dependiendo de la obra se hace selectiva, se elige dentro del texto aquello que alimenta el deseo de vivir el desenlace o los puntos que interesan particularmente al consumidor del texto. Esta afirmacin la constata la alusin de Gagini sobre la lectura que l hace, de la novela La Isla Misteriosa. Al respecto advierte:

El autor de la Isla Misteriosa, en efecto, no siempre consigue su objeto: en algunas de sus obras consagra captulos enteros determinados puntos cientficos, cuya enseanza es el fin principal de la obra; de suerte que el lector, impaciente por reanudar el hilo de la accin, salta estas disertaciones puramente didcticas y defrauda as los designios del novelista.99

Las referencias previas evidencian que la asociacin de los libros con sus lectores es a todas luces distinta de la que pueden establecer los usuarios con otros objetos: herramientas, muebles, ropa, etc. Estas ltimas tienen una funcin simblica, pero los libros imponen a sus lectores un simbolismo mucho ms complejo que el de un simple utensilio. La mera posesin de libros implica una determinada categora social y cierta riqueza intelectual.100

La lectura de textos en las primeras tres dcadas del siglo XX es intercalada por la presencia de dos nuevos medios de comunicacin: el cine y la radio. En la dcada de 1890, la aparicin del cine colabora con el cambio en el como de la lectura. El proyectmetro de Edison  no permite la emisin de pelculas sonoras, los espectadores  deben seguir el hilo de la trama a travs de varios lenguajes: visual, escrito y musical. El stimo arte, que surge estrechamente ligado al teatro, cambia la estructura urbana al convertirse en muy corto tiempo, en el espacio de entretenimiento por excelencia. Al finalizar el primer decenio del siglo XX, ya el cine se ha convertido en un medio complementario a los peridicos de la poca., como ocurrir con la radio en la dcada de 1920 y con la televisin, cuarenta aos despus. En1909, Amando Cspedes, el primer fotgrafo profesional en el pas y quien adems se convertir en el pionero de la radiodifusin, es contratado en el teatro Variedades para hacer un noticiero semanal (Path-Journal), cuya fuente bsica de datos son los peridicos nacionales que circulan en ese momento.101

 

3. LA LECTURA DE PERIDICOS

Los peridicos tienen un inters informativo, su objetivo es exponer la actualidad que los periodistas detectan, la fraccin de la realidad que ellos consideran destacable. Por tanto, quienes se aproximan a los peridicos lo hacen con el inters de enterarse de su entorno inmediato, nacional o internacional, o para entretenerse o bien, para mantener la fidelidad con un credo poltico o religioso, como lo hace don Gregorio Lpez, en el cuento El estreno de Ricardo Fernndez Guardia; su objetivo al comprar nicamente el peridico La Unin Catlica, es sentirse buen catlico y  devoto a su Iglesia. Se trata de un juez, con formacin en materia de Derecho, por tanto, no es un individuo del comn. Para disponerse a leer el peridico La Unin Catlica, ɜnico que penetraba en su casa, don Gregorio se instala con toda comodidad en una mecedora desde donde disfruta de una vista hacia la calle principal, en el corazn de San Jos. Igual como ocurre con los lectores de peridicos, elige una de las notas para consumirla con lentitud, se trata de un artculo del padre Birot contra los protestantes empeados en conquistar almas con biblias baratas y cnticos inarmnicos.102 Don Gregorio es un conservador solapado que utiliza el peridico para acrecentar su ira contra los liberales, actitud que, por prudencia o por temor, no muestra abiertamente en sociedad.

El peridico se compra y se lee para estar enterado del acontecer, para colaborar con un credo o posicin poltica y calmar la conciencia, o para responder, tambin por escrito, en caso de que el lector considere necesaria su intervencin. El dialogismo resulta ms espordico de lo que se podra esperar; son pocos los que acuden a la prensa para externar sus opiniones, esta minora que lo hace, tiene como objetivo aclarar o exponer puntos de vista distintos a los publicados en nmeros anteriores. En abril de 1922, una nota rubricada por Alejandro Aguilar advierte que ha ledo con mucho gusto y con el inters que todo lo suyo refirindose al editorial del peridico La Nacin me despierta, la brillante carta que a usted dirige con fecha de ayer, el seor Lic. Don Ernesto Martn, sobre la evolucin poltica del 2 de septiembre de 1922. A rengln seguido seala, debo no obstante, hacer algunas rectificaciones a la citada carta ya que ello se impone para restablecer la absoluta verdad de los hechos a fin de ejemplarizar a las generaciones del futuro y de inmediato detalla pormenores del asunto.103

Los peridicos tambin se convierten en espacios para la divulgacin de interpretaciones sobre diversas obras literarias. Con la rbrica de  Reclus, un admirador del escritor salvadoreo Alberto Mansferrer, sale al encuentro de un clrigo, cuyo nombre no revela, que public en el diario La Prensa, una crtica destructiva de la obra La salud de Cristo del autor mencionado. Advierte Reclus que impugna

el excesivo celo religioso del apreciable sacerdote, porque no encontramos en los espirituales conceptos de Masferrer la hereja que alude el seor presbtero. Si es por la franca y lgica alusin que el ameno escritor hace al referirse a la hechura del cuerpo fsico de Jess, que fue un brote feliz de un hombre y una mujer sanos; limpios y puros; equilibrados, vigorosos y alegres como tan propiamente lo dice Masferrer, el asunto desde luego, resulta impo para muchos; pero espontneo y natural para el que contemple el caso a la luz de la Ciencia, o lo coloque bajo el generoso y sabio equilibrio de la Ley. .. todas las enseanzas de este devoto de la Filosofa traen aroma de sndalo, traen luz y consuelo, porque es un analizador profundo; que sabe guiar y dirigir su mundo interno; y hace ver con claridad los hechos. As, pues, no hay por qu extraarse que el maestro Masferrer se explique el nacimiento de Jess sencilla y llanamente, y que luego se extase cantando la salud fsica y espiritual del mismo104

La lectura de Vicente Alberto Masferrer Mnico que efecta Eliseo Reclus es evidentemente profana; considerndose que Reclus es un importante inspirador del sindicalismo y de la organizacin obrera costarricense en 1913,105 toma del pensador salvadoreo, los elementos bsicos de ste, su lucha por una verdadera democracia social, econmica y poltica en El Salvador.  Ciertamente las ideas reformistas Masferrer, su tono mesinico y su participacin en la poltica, han desatado encontradas pasiones. Su pensamiento se sintetiza en un concepto: el "vitalismo". Significa que cada individuo tiene el derecho a un "mnimum vital" en lo que respecta a vivienda, alimentacin, trabajo y educacin.106 Es claro que las ideas de Masferrer, no eran coincidentes con las tradicionales formas de pensar de la Iglesia Catlica. Las siguientes palabras definen su idealismo: "luchar contra todas las injusticias; declarar la guerra a la miseria y a la ignorancia; meter el hombro a las clases desheredadas sin humillar a las desfavorecidas; consagrar todo nuestro esfuerzo al triunfo de la verdad y de la virtud; es noble consigna que debemos cumplir cuando deseamos el mejoramiento de la humanidad. Considerado de esta manera, el socialismo es la ms santa de las doctrinas: es el cristianismo en sus ms avanzadas consecuencias. En este sentido, nuestra literatura debe ser socialista.107

Adems de defender o condenar tesis de pensadores extranjeros, los peridicos tambin resultan tiles para expresar las opiniones en torno a textos elaborados por intelectuales nacionales.  En febrero de 1913,  el Licenciado Alejandro Aguilar Machado le enva a su colega Hernn Zamora Elizondo un folleto de su autora titulado La Conferencia Internacional Americana y Renovacin Pblica, a efecto de recibir las impresiones del escrito.  La respuesta la remite el Lic. Zamora a travs de una carta abierta en el peridico La Nueva Prensa. Adems de considerar que se trata de un escrito con un lgico desarrollo y amensima presentacin literaria discrepa en asuntos de fondo, por ejemplo advierte que estoy contigo en que la mejor defensa de un pueblo esta en su prestigio internacional, pero no en que el nico recurso de los pueblos dbiles sean los principios y prcticas internacionales, los cuales los considero  de gran eficacia como medios de propaganda pero nunca como causas inmediatas del desarrollo y prosperidad de un pueblo.  La lectura de la segunda parte del folleto es tan minuciosa como la primera. En esta seala su discrepancia respecto a los medios para lograr la renovacin pblica, en su juicio, y siguiendo las frases de Abraham Lincoln, refiere su conviccin de que la juventud debe trabajar por el pas y para el pas y as obtener prestigio por su eficiencia, y no tratar de obtener previo prestigio para luego servir al pas. Haciendo referencia a sus lecturas de El Quijote, concluye de seguido: lo primero es alzarse sobre los propios pies en suelo firme, lo segundo es cabalgar en rocinante de cartn sobre arenas movedizas.108

Ciertamente no es un lector comn de peridicos, se trata de un profesional con lectura previa lo que le permite analizar, concluir y proponer alternativas al escrito presentado.

De igual manera, es frecuente que la direccin de los peridicos reaccione ante argumentaciones impresas en su diario o en otro. Por ejemplo, en setiembre de 1922, el Director de La Nueva Prensa alaba la intervencin de Elas Jimnez Rojas en La Tribuna con un artculo denominado El absurdo oficial.  Se trata de un ensayo respecto a la verdad, la filosofa y la inteligencia que debe aplicarse para solucionar los problemas sociales, econmicos y polticos de los pueblos. De modo que el editorialista propone entender la verdad como la de querer el hombre ordenar su vida, la de aspirar a una sociedad mejor organizada, la de vivir la libertad, no en menos principios, sino en hechos de esa manera exhorta al Presidente de la Repblica, aplicando las palabras de Jimnez, para que busque el sentido de verdad en la humilde aspiracin del obrero por tener hogar propio y sano y busque igual sentido de verdad, en el pueblo que desea un camino para transportar los productos de su trabajo, y bsquelo en el maestro que se afana por encontrar una frmula fecunda de educar hombres, y bsquelo en el hombre de trabajo que anda ansioso de hallar estmulos para su accin. En este punto recurre al filsofo griego Scrates sealando que este pensador que pasa por el creador de un sistema, sac sus mejores lecciones de las necesidades de las gentes humildes de Atenas, cuyos hogares o talleres visitaba, porque, indudablemente, para un hombre que tena a la verdad no como negocio sobrenatural, sino como negocio profundamente humano, la verdad la impone la vida misma y es ms real en el modesto taller de un zapatero, de un labriego, de un maestro, de escuela, que en la cabeza jupiterina de un Presidente.109 Es evidente una discrepancia poltica con la accin gubernamental del Presidente de entonces, no obstante, llama la atencin la bsqueda de autoridades acadmicas, como Scrates, para reforzar sus argumentos.

Lo que parece desprenderse de estos ejemplos es que al iniciarse el siglo XX, los peridicos son ledos con frecuencia por los acadmicos y profesionales y en particular por los polticos en tanto son los protagonistas de la mayora de las informaciones. El Licenciado Mauro Fernndez, por ejemplo, mantena en el corredor de su casa un rincn dedicado a los peridicos y revistas que permanecen en una mesa para volver sobre ellos cuando lo considera necesario. La hora ideal para leer los peridicos es la maana, despus del bao, antes de iniciar su da.

Sin embargo, los peridicos son consumidos con asiduidad por los sectores obreros y artesanales de la poblacin. Por lo menos en los talleres de zapatera, que agrupaban por lo general una decena de individuos, la mayora compraban el peridico todas las maanas, camino del taller, para leerlo de cabo a rabo, en voz alta muchas veces, antes de comenzar a trabajar. Y luego, mientras mojaban los avos para iniciar la labor, iniciaban tambin los comentarios sobre esta o aquella noticia, o sobre tal y cual artculo ledo; e inmediatamente surgan las discusiones, con frecuencia muy interesantes. Siempre discutan apasionadamente, ya se tratara de cuestiones artsticas o de problemas cientficos que ninguno poda digerir del todo; ya de poltica internacional o de candentes problemas de carcter nacional. En ese sentido, el taller resultaba una escuela para todos.110

No solo en el crculo de los zapateros las informaciones periodsticas suscitan exaltacin. Las notas poltico-partidistas o de vapuleo a la gestin gubernamental, segn observa el estadounidense Dana Garner cuando visita el pas en 1914, provocan acaloradas discusiones polticas en las principales esquinas de la calle central de la capital111, aunque no deja evidencia, las informaciones periodsticas posiblemente se leen en colectivo. Llama tambin su atencin el hecho de que los peridicos son ledos y la gente por lo general est bien informada sobre los temas de actualidad, a pesar de que los impresos abusan en sus crticas difamatorias. La cuanta de lectores se la atribuye al alto nivel de alfabetizacin de los habitantes, lo que tambin explica, a su juicio la amplia circulacin de peridicos en las distintas zonas del pas112.

Igual como ocurre con los libros, las cualidades tipogrficas de un peridico tambin son importantes para los oferentes. La Nueva Prensa en junio de 1924, informa en una columna, dirigida a sus favorecedores, refirindose tanto a los lectores como a sus anunciantes,  que realizaron una serie de mejoras con el fin de dar ms amplio y eficaz servicio al pblico. Entre los progresos destaca la cantidad de lectura (seis columnas por plana,) la buena seleccin del material, la esmerada presentacin tipogrfica, la variedad de noticias e informes verdicos que se proporcionan, la extensa circulacin del peridico y las mdicas tarifas de suscricin sic, anuncios y publicidad113 De modo que a ms de la cantidad cualitativa de informaciones, el formato mismo es un requisito importante para vender el peridico.

 

4. La lectura en voz alta

Es  ms frecuente la lectura en voz alta al finalizar el siglo XIX y al principiar el XX, que la lectura silenciosa de libros, peridicos y otros textos? Probablemente lo es, por lo menos en el caso de los libros, Luisa Gonzlez lo documenta, pero en los peridicos no existe evidencia clara de esta prctica. El Heraldo, es un diario editado entre 1892 y 1901 y considerado el ms importante de su poca. Su lectura se realiza en tertulias frecuentes donde los participantes discuten y analizan lo escuchado.

En estas reuniones nace una identificacin entre los miembros del grupo, comparten el inters por lo que se expone y crean entre ellos lazos de relacin que van ms all del contenido del peridico mismo. Se congregan casi a diario,  se convierte en costumbre y necesidad, donde los presentes empiezan a ensayar experiencias, ideas, actitudes, hasta constituir una comunidad de interpretacin.

En las memorias de Mario Sancho, se expone con detalle lo descrito:

La tertulia que se origin de esta costumbre lleg a ser tan nutrida que don Valerio dispuso para ella un cuarto, especie de sancta sanctorum a que no tenan acceso sino los tertlianos. Todas las noches se conversaba all de los ms variados tpicos: de la cosecha de caf, de los negocios transados el ltimo jueves en la plaza de ganado, de la poltica local y nacional, y hasta de las cosas que ocurran en el resto del mundo, o al menos de aquellas de que informaba El Heraldo.114

Se deduce de tal descripcin que no se trata de una institucin abierta a todo pblico sino por el contrario, es un sitio selecto donde participan nicamente los escogidos y aceptados por la colectividad.

Quin o quines ejecutan la tarea de exponer en voz alta el texto? Probablemente el privilegio lo tiene don Valerio, dueo del establecimiento o quiz cada uno de los presentes participa en distintos momentos.

La librera propiedad de Ricardo Falc, con el sugerente nombre de La lectura barata, rene,  a la intelectualidad josefina del primer decenio del siglo XX, donde, a pesar del reducido espacio del local, los asistentes, por turnos, podan conversar a sus anchas acerca de los nuevos libros que llegaban y cambiar impresiones.115

Como los clubes y las libreras, otros centros de tertulia y posiblemente de lectura y discusin colectiva son los polifacticos negocios de las barberas y posiblemente los talleres de imprenta. En estos ltimos en particular, a diferencia de otros oficios, los operarios tienen como requisito obligatorio para laborar, el saber leer y escribir y adems, estn en contacto directo con los escritos, aun antes de que sean publicados, de modo que tales lecturas podran haber generado opiniones dispares y discusiones que no estn documentadas.

Ya avanzado el siglo XX, la lectura colectiva sigue siendo una prctica constante. El escritor Carlos Luis Fallas recuerda como previo a la huelga de 1934116 de los zapateros, los boletines, manifiestos y peridicos son ledos en voz alta en el taller, se discuten en grupo y se toman decisiones en conjunto. Un ejemplo de tal accin se recoge en el siguiente prrafo:

Efectivamente, en horas de la tarde lleg al taller un manifiesto que enviaban de la capital. Habra manifestacin. Los obreros desafiaban la prohibicin del Gobierno. Cachamba, sentado all en su banco de trabajo, escochaba embelesado la lectura del manifiesto y cuando Monsn termin de leerlo, l coment alegremente, frotndose las manos: —Ser una cosa hermosa...! No importa que nos apaln!117

La lectura en voz alta en los talleres y fbricas no es una prctica nueva en Amrica Latina. La experiencia se inicia en Cuba en la sexta dcada del siglo XIX.  El gestor de esta prctica es Saturnino Martnez, cigarrero y poeta quin, buscando saldar el obstculo del analfabetismo que afecta decididamente la difusin de su peridico obrero La Aurora, emprende la tarea de buscar lectores en los centros de trabajo. La labor consiste en leer en voz alta durante horas mientras los obreros efectan sus tareas. El lector reciba una paga adicional que sale de los bolsillos de los mismos trabajadores. El material de lectura pronto rebas La Aurora, abarcaba desde opsculos polticos y libros de historia a novelas y colecciones de poesa tanto modernas como clsicas,118 y trascendi hasta ms all del siglo XXI. 

En 1965, Elena Jimnez, entonces de 72 aos, expoliando su memoria, describe la angustia que produce en ella y en sus amigas, un artculo publicado en uno de los diarios de finales de siglo referente al delicado y espinoso tema del anticristo yo me acuerdo haberme espeluznado y haber visto lgrimas y temblores en mis amigas.119

Se trata de una lectura colectiva? Posiblemente lo es, pero lo cierto es que pblica o privada, el contenido de los peridicos es la materia prima de las conversaciones. La seora Jimnez recuerda que La Estrella de Panam llega al pas cada mes y que a ms de servir de fuente de informaciones extranjeras para los peridicos nacionales todo el mundo la sorba para los comentarios en el hogar, en la calle o en cualquier otro sitio pblico.120

No cabe duda de que la lectura en voz alta puede inducir al oyente a distintas interpretaciones del texto segn la forma en que el mismo es ledo y de la discusin que genere. Una ayuda segura para exhortar un significado al texto es sin duda la articulacin voclica del lector: la sucesin de las palabras, los altos y bajos segn su intencionalidad, las pausas... Para finales del siglo XIX, por lo menos en la mayora de los escritos periodsticos no hay una diferencia clara entre la palabra escrita y la oralidad. Se escribe como se habla y los signos de puntuacin son antojadizos. Un ejemplo de tal afirmacin se encuentra en las crnicas que cada semana publica El Preludio, semanario que circula durante los aos de 1878 y 1879; la cronista de Puntarenas Anglica Baus empieza su intervencin publicada en febrero de 1879, de la siguiente forma:

V mi segunda crnica. Ahora que los quehaceres del hogar me permiten una pequea huelga, paso con gusto a referir a Ud. lo que aqu pasa.

Esta misin de cronista es respetable y tiene sus pelillos; porque veces se toman sus narraciones como referencias personales; pero yo digo como un clebre: Ahago pinturas y no retratos.121

Esta caracterstica conduce con mayor posibilidad a que el hablante seleccione a travs de la forma en que se expresa, la manera como desea que el oyente comprenda y asimile las palabras. Adems, los signos ortogrficos o de puntuacin son funcionales no tanto para la interpretacin lgica sino ms bien para la estructuracin retrica de lo escrito y tienen como objeto sealar pausas de respiracin y de ritmo para la lectura en voz alta. Al no usarlos sistemticamente y carecer de valor invariable como en la actualidad, la entonacin y el nfasis quedan a criterio del lector/conductor del proceso de comprensin y apropiacin del texto.

En sntesis, leer en voz alta implica compartir la lectura, deliberadamente o no, definitivamente no es un acto privado. Un pasaje difcil del autor puede aumentar las preguntas en la mente del escucha atento y el lector se ve preciso a explicar el significado o argumentar alguno de los puntos obtusos. Pero, en la lectura silenciosa, el lector establece una relacin irrestricta entre el texto y su mente. No requiere de tiempo para pronunciar las palabras, stas existen en un espacio interior. En su pensamiento el lector las inspecciona sin prisa, dibujando y creando nuevas nociones de ellas, concediendo comparaciones de memoria o de otros textos en una lectura simultnea. El texto llega a ser una posesin del lector, para su conocimiento ntimo, sin intrusos.122


Conclusin

La prctica de la lectura en Costa Rica durante los primeros tres decenios del siglo XX, est relacionada con diversas evoluciones histricas: la alfabetizacin, la apertura religiosa, los ritmos de proletarizacin de la poblacin y con ello el surgimiento y consolidacin de la organizacin gremial, el surgimiento de nuevos espacios de entretenimiento y de medios de comunicacin, los regmenes de censura, la actividad editorial, el comercio librero y el mercado del libro, los avances tcnicos en materia de impresin y con ello, la reproduccin de textos de bajo costo que pone a disposicin de una masa importante de lectores, un cmulo nada despreciable de opciones de textos de diversas calidades y temticas.

El incremento general de la alfabetizacin y el contacto cada vez ms gil con epicentros de modernizacin, permite el ingreso a la cultura impresa de nuevos grupos de lectores –mujeres, nios, obreros, artesanos- y la diversificacin de las opciones de lectura, conoce una gran dispersin de modelos de lectura. Las normas escolares que tienden a definir un ideal nico, controlado y codificado de la lectura legtima, contrasta con la extrema diversidad de prcticas propias de cada comunidad de lectores. Los obreros y artesanos recurren la lectura y al comentario colectivo de temas que ataen a su situacin laboral y gremial; los acadmicos, se esfuerzan por analizar textos que alimentan sus aspiraciones y preocupaciones y lo hacen en silencio, en su intimidad, viviendo cada frase y disfrutando a cada autor. Los nios, vuelan su imaginacin hacia tiempos y lugares lejanos de reyes, madrastras, intrigas y hambrunas.

A Costa Rica ingresan textos diversos en demasa y circulan casi simultneamente cuando lo hacen en los epicentros de la modernidad. La oferta es cuantiosa cuantitativa y cualitativamente. Se lee en los centros de enseanza, en la casa, en el taller, en el parque, en las cafeteras, en los clubes, en las barberas, en las iglesias, a travs del sacerdote o del pastor. Las maanas son particularmente apropiadas para la lectura de peridicos, igual que el final de la tarde, pero para la lectura de textos literarios se prefiere la soledad de la noche.

Cmo y por qu se lee? Las distintas comunidades de interpretacin tienen una respuesta distinta. Se recurre a la lectura para aprender, a travs de la gua de maestros y eruditos, para conocimiento de Dios y para la salvacin del alma y para entretenerse. Los acadmicos y profesionales en general, lo hacen para ampliar su conocimiento, para argumentar sus tesis o posiciones, para estar enterados del acontecer inmediato. Los nios para entretenerse, los obreros y artesanos para alimentar su organizacin gremial y para buscar mejoras en sus condiciones de vida.  Se lee en colectivo, en voz alta, comentando cada trozo, discutiendo y aprendiendo de los otros, discrepando y formndose opinin en funcin del colectivo. La lectura en voz alta tiene una doble funcin: comunicar lo escrito a quienes no pueden descifrarlo y fomentar formas de sociabilidad en la intimidad familiar, la convivencia mundana y entre cultos. La comunidad de lectores expertos, lee en silencio, en soledad. La lectura silenciosa, deudora de la escolstica –rapidez, inteligibilidad123- de la cuanta de textos disponibles, parece ser el fruto de una innovacin cualitativa en la actitud respecto de lo escrito. Cada texto se interioriza, se medita, se vive, se practica. La lectura es una prctica y una vivencia.



1 Doctora en Historia y Licenciada en Ciencias de la Comunicacin Colectiva. Docente e investigadora de la Escuela de Ciencias de la Comunicacin Colectiva de la Universidad de Costa Rica. Catedrtica. Autora de diversos libros y artculos sobre la historia de la comunicacin social y el consumo en Costa Rica. Destaca su ltimo libro Con sabor a tertulia. Historia del consumo del caf en Costa Rica 1840-1940.

2. Manguel, Alberto. Una historia de la lectura. Madrid: Alianza Editorial, 2005, p. 65.

3. Darnton, Robert. El lector como misterio. http://www.fractal.com.mx/F2darn.html

4. Darnton, Robert. La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1986, p. 217.

5. Este trmino se le debe a Cavallo Guglielmo y Chartier, Roger. Historia de la lectura en el mundo occidental. En: http://www.lander.es/lmisa./histlect.html

6. Cavallo,  Gublielmo y Chartier, Roger. Historia de la lectura en el mundo occidental. Espaa: Santillana, S.A.Taurus, 1998, p. 13.

7. Para un anlisis detallado de la oferta libresca en Costa Rica durante el siglo XIX y principios del XX, vase, Molina, Ivn. El que quiera divertirse. Libros y sociedad en Costa Rica (1750-1914). San Jos: EUNA, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1995.

8. El porcentaje de alfabetas urbanos en Costa Rica en 1927era superior al de los rurales. Para ampliar sobre la evolucin del proceso de alfabetizacin en Costa Rica, vase: Molina, Ivn y Palmer, Steven. Educando a Costa Rica. Alfabetizacin popular, formacin docente y gnero (1880-1950). San Jos: EUNED, 2003, p. 15.

9. El Pas. 01-02-1901, p.2.

10. Darnton, 1995, op., cit.

11. El escritor ingls John Ruskin fue uno de los primeros en observar crticamente las consecuencias sociales de la industrializacin inglesa en el siglo XIX sobre la poblacin obrera y que l pretenda mejorar mediante reformas sociales y renunciando al trabajo con mquina. Ample detalles en: http://www.monografiass.com/Historia/more2.shtml

12. Novelista y ensayista guatemalteco. Mezcla en sus obras lo religioso y lo heroico. Para ampliar detalles, vase: http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1770

13. Poeta crtico y dramaturgo espaol, obtuvo el Premio Novel de Literatura en 1922. Para ampliar vase: http://es.encarta.msn.com/encyclopedia_761563629/Jacinto_Benavente.html

14. Ralph Waldo Trine, filsofo, mstico y autor de numerosos libros de auto superacin, naci en 1866 en Illinois, USA. Public En armona con el infinito en 1887, alcanzando pronto unas ventas superiores a los 2 millones de ejemplares. Para ampliar detalles, vase: http://www.agapea.com/EN-ARMONiA-CON-EL-INFINITO-n168766i.htm

15. Filsofo anarquista francs Jean-Marie Guyau (1854-1888). Para ampliar, http://www.inventati.org/ingobernables/textos/anarcorigen.htm

16. Escritor uruguayo, maestro de la prosa modernista Latinoamericana. http://www.uruguaytotal.com/03_cultura/jose_enrique_rodo.htm

17. Filsofo, poltico y economista alemn (Barmen, 1820- Londres 5 de agosto 1895),
fundador de las bases del pensamiento socialista terico. www.artehistoria.com/historia/personajes/6528.htm

18. Johann Wolfgang Von Goethe. Poeta, novelista, dramaturgo y cientfico alemn. La poesa de Goethe expresa una nueva concepcin de las relaciones de la humanidad con la naturaleza, la historia y la sociedad; sus dramas y sus novelas reflejan un profundo conocimiento de la individualidad humana. En: http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1765.

19. La Linterna. 12-08-1916, p. 4.

20. Poeta, dramaturgo, novelista, crtico literario y ensayista irlands. Es uno de los escritores ms brillantes de la poca victoriana y de la literatura universal. http://www.booksfactory.com/writers/wilde_es.htm

21. Poltico y filsofo espaol. Militante del Partido Socialista Espaol. www.upo.es/depa/webdhuma/ areas/filosofia/FILOSOFIAYEXILIO.doc

22. Vega, Patricia. La prensa costarricense en momentos de cambio 1900-1930. En: Revista de Ciencias Sociales. San Jos (Costa Rica). En Prensa.

23. La Nueva Prensa. 12-06-1922, p.2.

24. Quesada Pacheco, Miguel Angel. Entre silladas y rejoyas. Viajeros por Costa Rica de 1850 a 1950. San Jos: Editorial Tecnolgica de Costa Rica, 2001, p. 484.

25. La Linterna. 19-08-1916, p.1.

26 . La Nueva Prensa. 29-09-1922, p.1.

27 . Para un anlisis del surgimiento y desarrollo de los cuentos y sus vnculos con la cultura, vase: Darnton, Robert. La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa. Op., cit., 1987.

28 . Diario de Costa Rica. 27-01-1920, Acua, Vctor Hugo. Los orgenes de la clase obrera en Costa Rica. Las Huelgas de 1020 por la jornada de ocho horas. San Jos: CENAP CEPAS, 1986, P.40.

29 . Ibid,. P.46.

30 . La Nueva Prensa. 14-07-1922, p.3.

31 . La Linterna. 12-08-1916, p.3.

32 . El Amigo del Pueblo. 15-09-1908, p.1. El Pas, 01-02-1901, p.3.

33 . Peralta, Genaro.  Gua directorio de la ciudad de San Jos. San Jos: Imprenta y Librera de Antonio Lehmann, 1905, p. 88.

34 . De Hoyos, Luis. Costa Rica en la mano. San Jos, spi., 1926, p. 147.

35 . Ibid, p.36.

36 . Direccin General de Estadstica y Censos. Anuario Estadstico de Costa Rica. 1915, p. 264.

37 . De Hoyos, Luis, op., cit.,  p. 160.

38 . Costa Rica Costa Rica. Libro azul de Costa Rica. San Jos: Imprenta Alsina, 1916, p. 158.

39 . La Nueva Prensa. 02-06-1922, p.3.

40 . La Nueva Prensa. 12-01-1923, p.3.

41 . Quesada, op., cit., p. 633.

42 . Costa Rica. Libro azul de Costa Rica., op., cit., pp. 97-98.

43 . Peralta, Genaro, op., cit., p.35.

44 . Costa Rica, Libro azul de Costa Rica, op., cit., p. 633.

45 . De Hoyos, Luis,  op., cit., , p. 159.

46 . Ibid., p. 166.

47 . Fallas, Carlos Luis. Mi madrina. San Jos: Editorial Costa Rica, 1972, p. 88.

48. Schroeder, John. Directorio de la ciudad de San Jos. Un folleto sobre inmigracin. San Jos, Imprenta Nacional, 1890, p.13.

49 . Vega Jimnez, Patricia. Con sabor a tertulia. Historia del consumo del caf en Costa Rica, 1840-1940. San Jos: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2004. 

50 . Sobre este tpico, vase, Vega, op., cit. Bonilla, Abelardo. Historia de la literatura costarricense. San Jos: Editorial Costa Rica, 1967, p. 188.

51 . Oliva, Mario. Artesanos y obreros costarricenses 1880-1914. San Jos: Editorial Costa Rica, 1985, p. 146.

52 . Ibid., p. 167.

53. Sue, Eugne. (Marie-Joseph Sue, Pars, 1804-Annecy, 1857) Escritor francs. Entre sus obras ms clebres destaca De stas la ms clebre fue el "Juif errant"(Judo errante) de Eugne Sue (1844), que pronto se convirti en el libro anti-jesuita ms popular jams impreso. www.biografiasyvidas.com/biografia/s/sue.htm

54. Escritor francs 1802-1885. Demostrar siempre en sus novelas sus sentimientos y sus tendencias polticas desde "La prface de Cromwell".en 1830, la doble victoria poltica de la revolucin de Julio y literaria por su xito con "Hernani", se harn notar en sus tres objetivos buscados y obtenidos en sus novelas: el carcter poltico, el carcter sociohistrico y el carcter literario. http://www.ricochet-jeunes.org/es/biblio/base9/hugo.html

55. Suponemos que se refiere a Alejandro Dumas hijo, Dramaturgo y novelista francs. Naci en Pars, hijo natural del escritor Alejandro Dumas.  ste ltimo fue un escritor muy prolfico, a pesar de su vida irregular y caprichosa, produjo doscientos cincuenta y siete tomos de novelas, memorias y otros relatos, y veinticinco volmenes de piezas teatrales.

56. Camilla Flammarion fue un cientfico, espiritista y astrnomo francs del siglo XIX. Su postura es polmica: el espiritismo no es una religin sino una ciencia, una ciencia de la que conocemos apenas el ABC. La Naturaleza abraza a lo Humano; y Dios mismo no puede ser considerado ms que como un espritu de la Naturaleza. http://www.espiritismo.cc/modules.php?name=News&file=article&sid=178

57 . Honor de Balzac, escritor francs, el conjunto de sus obras abarca todos los aspectos cotidianos de la vida en la ciudad, en el campo, el mbito militar, poltico, etc. Gracias a este proyecto es posible descubrir una visin global de la sociedad francesa en el periodo de la Restauracin. http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/personajes/6504.htm

58 . Walter Scott naci en Edimburgo en 1771. Se dedic, a recorrer los ms remotos rincones de Escocia y recoger baladas del folklore local, que reflej en sus obras Autor con una extensa obra muri en Abboostford en 1832. http://www.albaeditorial.es/listacoleccion.asp?idCol=1&idSubCol=1

59.Len Tolstoi (1828-1910): Fue un gran novelista ruso, profundo pensador social y moral, y uno de los ms grandes autores del realismo de todos los tiempos.  http://www.angelfire.com/ok3/fermiV04/mipag3.html

60 . En toda su obra mostr Dostoievski un inmenso inters por el hombre de su tiempo. Por ello sus obras no abordan temas histricos sino actuales. El hombre en la superficie de la tierra no tiene derecho a dar la espalda y a ignorar lo que sucede en el mundo, y para ello existen causas morales supremas", deca. Y su realismo no se detuvo ante las facetas ms oscuras del espritu humano. http://www.luventicus.org/articulos/03V001/dostoievski.html

61 . Loc., cit., p. 158.

62 . Vargas Cullel, Mara Clara. De las fanfarrias a las salas de conciertos. Msica en Costa Rica 1840-1940. San Jos: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2004, p.87.

63 . Tristn, Tristn, Fidel. Baratijas de antao. San Jos: Editorial Costa Rica, 1966, p. 67.

64. Costa Rica Ilustrada. No. 2, 20-7-1890, p. 19.

65. Loc., cit.

66. Loc., cit.

67 . El profesor Gustavo Michaud es un cientfico suizo que lleg a Costa Rica en 1887 y tuvo gran influencia en el desarrollo de la educacin. El 10 de junio de 1916, el Profesor Gustavo Michaud - antiguo Jefe de la Oficina Tcnica de Consultas Agrcolas del Departamento de Agricultura - realiz exitosamente la primera comunicacin inalmbrica en el Valle Central, entre la Escuela Normal ( Heredia ) y el Colegio Superior de Seoritas ( San Jos ).  Para ampliar vase: Naranjo Gutirrez, Carlos. La enseanza agrcola en Costa Rica. 1885-1840. En: Dilogos: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/articulos/ensagra-na.htm

68. Costa Rica Ilustrada. No. 2. 10-8-1890, p. 25.

69. Ibid., p. 26.

70 . Tristn, Fidel., op., cit.,  p. 63.

71.. Fallas, Carlos Luis. Marcos Ramrez. San Jos: Editorial Costa Rica, 1995, p. 137.

72. Ibid., p. 138.

73. Loc., cit.

74. Ibid., p. 139.

75. Loc., cit.

76. Wagner, Moritz y Scherzer, Carl. La Repblica de Costa Rica en Centro Amrica. San Jos: imprenta Lehmann, 1944, p.128.

77. Ramos, Lilia. Jbilo y pena del recuerdo. San Jos: Editorial Costa Rica, 1965, p. 126.

78. Cronista espaol quien viaj a Amrica acompaado de Pedrarias Dvila y tom parte de las expediciones de Francisco Hernndez de Crdoba y Juan de Grijalva. Particip con Hernn Corts en la conquista de Nueva Espaa, Yucatn, Guatemala y Honduras. http://www.uweb.ucsb.edu/~jce2/bernal.htm

79. Naci en Toledo en 1501 y muri en Niza en 1536. Despus de una vida de perfecto "cortesano" del Renacimiento, combati con las tropas del emperador Carlos V, fue herido en Frejus y muri en Niza. Su obra se compone de Sonetos, Canciones, Elegas y sobre todo tres admirables glogas, de inspiracin virgiliana y de factura perfecta.
http://rehue.csociales.uchile.cl/rehuehome/facultad/publicaciones/autores/garcilaso/garci0.htm

80. Ramos, Lilia, op., cit.,  p. 127.

81 . Dramaturgo, poeta y actor ingles. http://www.booksfactory.com/writers/shakespeare_es.htm

82 Poeta estadounidense cuya obra afirma claramente la importancia y la unicidad de todos los seres humanos. Su valiente ruptura con la potica tradicional, tanto en el plano de los contenidos como en el del estilo, marc un camino que siguieron posteriores generaciones de poetas de su pas. http://perso.wanadoo.es/josemarg/page40.html

83.Domingo Faustino Sarmiento es un ilustre prcer que lleg a ser, desde su multifactica obra, un gran luchador y una de las figuras ms importantes de la historia latinoamericana: fue maestro, subteniente de milicias, escritor, periodista, senador, ministro, director general de escuelas, socilogo, diplomtico, gobernador, hasta convertirse en presidente de la Argentina.
http://www.me.gov.ar/efeme/sarmiento/biografia.html

84.Jos Mart.  Pensador cubano cuyas ideas sociales y polticas  muestran sus profticas advertencias sobre las nefastas consecuencias de un dominio imperialista de los Estados Unidos de Norteamrica sobre Cuba y la Amrica hispana en general, con sus repetidas condenaciones de toda suerte de sistema dictatorial y militarista, con su negacin incondicional del racismo y de las desmedidas desigualdades sociales, con su rigor y purismo moral y con su constante afirmacin de los valores autctonos de esa Amrica que l entraablemente llamaba "Nuestra Amrica", contiene todo un programa de liberacin poltica y cultural de sorprendente actualidad para los pueblos oprimidos del subcontinente americano y del tercer mundo en general. http://www.ensayistas.org/filosofos/cuba/marti/marti2.htm

85.Rubn Daro, poeta nicaragense, se transform en el centro de gravitacin del modernismo hispanoamericano. http://www.ibw.com.ni/~ivanp/dario.html#datosdario

86. Wagner, op., cit., p. 123.

87.Gonzlez, Luisa. A ras del suelo. San Jos: Editorial Costa Rica, 1994, p. 80.

88.Ibid., p. 80.

89.Ibid., p. 86.

90.Ralph Wlado Emerson, Ensayista y poeta estadounidense, primer autor angloamericano que influy en el pensamiento europeo.  Su libro Naturaleza es su obra ms original e importante, en la que brinda la esencia de su potica del transcendentalismo, que es una sntesis entre la religiosidad puritana y el idealismo romntico. http://www.epdlp.com/escritor.php?id=2418

91.Thomas Carlyle, Ensayista e historiador escocs, adems de influyente crtico social, muy preocupado por las condiciones de vida de los trabajadores britnicos. http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1550

92.Rabindranath Tagore, fue poeta y filsofo indio que se esmer por lograr una mejor interpretacin  entre las civilizaciones occidental e hind, pues entenda que el este y el oeste no son enemigos y que pueden entenderse. http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/LiteraturaAsiatica/Tagore/index.asp

93. Charles Dickens es un famoso novelista ingls y uno de los ms conocidos de la literatura universal, quien supo manejar con maestra el gnero narrativo, el humor, el sentimiento trgico de la vida, la irona, con una aguda y lgida  crtica social as como las descripciones de gentes y lugares, tanto reales como imaginarios. http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/OtrosAutoresdelaLiteraturaUniversal/dickens/index.asp

94.Lucila Godoy, llamada Gabriela Mistral (conocida mejor como Gabriela Mistral), escritora chilena. http://www.los-poetas.com/e/biomist.htm

95.Fray Luis de Len, humanista, maestro y poeta espaol del siglo XVI. http://www.google.co.cr/search?hl=es&safe=vss&domains=www.racsa.co.cr&q=Fray+Luis+de+Le%C3%B3n&btnG=B%C3%BAsqueda&sitesearch=&meta=lr%3Dlang_es

96.Gonzlez, Luisa. A ras del suelo. San Jos: Editorial Costa Rica, 1994, p. 85.

97.Ibid., p. 87.

98.Ibid., p. 81.

99.Wagner, op., cit., p. 123.

100 . Manguel, op., cit., p. 299.

101. Corts, Mara Lourdes. El espejo imposible. Un siglo de cine en Costa Rica. San Jos: Ediciones Farben, 2002,  pp.21-67.

102. Fernndez Guardia, Ricardo. El Estreno.  En: Cuentos Ticos. San Jos: UNED, 2004, pp. 7 y 8.

103. La Nueva Prensa. 25-04-1922, p.6.

104. La Nueva Prensa. 05-02-1923, p. 4.

105. Oliva, op., cit., p. 180.

106. http://www.cuscatla.com/alberto_masferrer.htm

107. http://www.crefal.edu.mx/biblioteca_digital/enlaces/educadores_latinoamericanos/elsalvador/masferrer.htm

108 . La Nueva Prensa. 28-02-1923, p.2.

109 . La Nueva Prensa. 17-09-1922, p.1.

110 . Fallas, Carlos Luis. Tres cuentos. San Jos: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1973, p. 64.

111. Gardner Munro, Dana. Las cinco repblicas de Centroamrica. Desarrollo poltico econmico y relaciones con Estados Unidos. San Jos: Editorial de la Universidad de Costa Rica, Plumscock Mesoamerican Studies, 2003, p.186.

112 . Ibid., 196.

113 . La Nueva Prensa. 17-06-1924, p.3.

114. Sancho, Mario. Memorias. San Jos: Editorial Costa Rica, 1961, p. 46-47.

115 . Ovares, Flora. Literatura de kiosco. Revistas literarias de Costa Rica 1890-1930. San Jos: EUNA, 1995, p.221.

116.Acua, Vctor Hugo y Molina, Ivn.  Historia econmica y social de Costa Rica (1750-1950). San Jos: Editorial Porvenir, 1991, p. 186.

117. Fallas, Carlos Luis. Tres Cuentos, op., cit., pp. 112-113.  Sobre la lectura en grupo vase: Olivas, op., cit.,  p. 137. Seala textualmente. La lectura en voz alta en los talleres, es una de las luchas annimas del naciente proletariado...

118 . Manguel, op., cit., p. 165.

119. Ramos, Lilia., op., cit., p. 126.

120. Loc. ,cit.

121. El Preludio.  No. 7. 7-2-1879, p. 28.

122. Manguel, Alberto. A History of Reading. New York: Viking, 1996. http://www.stanford.edu/class/history34q/readings/Manguel/Silent_Readers.html, p. 30.

123. La escolstica demostr ser un mtodo til para conciliar los preceptos de la fe religiosa con los argumentos de la razn, dando como resultado una Concordia discordantium o armona entre distintas opiniones que poda despus utilizarse como punto de argumentacin Esencialmente, el mtodo escolstico consista en poco ms que en adiestrar a los estudiantes a considerar un texto de acuerdo con ciertos criterios preestablecidos y oficialmente aprobados, que se les inculcaban cuidadosamente y con gran esfuerzo. Manguel, op., citl, p. 112.