La pedagogía de la burla:
Entre los binarios históricos en El estrecho dudoso
Indiana University
De manera juguetona y pedagógica Ernesto Cardenal reinterpreta la historia tradicional de la conquista de Centroamérica en su poema épico El estrecho dudoso (1966). Intercalando citas de fuentes primarias con su propio verso, el poema cuestiona la narrativa del descubrimiento reemplazándola por un relato de encuentro y desencuentro violento. El poema también nos conduce a pensar en el papel del cronista al marcar continuamente la diferencia entre dos sentidos de la palabra “historia”. Esta palabra se suele definir de dos maneras: por un lado, como “un conjunto de sucesos o acontecimientos pasados”, y por otro, como “la narración o exposición de acontecimientos pasados y hechos memorables”1. Al marcar el conflicto entre estos dos sentidos de la palabra “historia”, Cardenal logra problematizar cualquier noción de “verdadera historia” y así destaca su propia versión de la historia, la cual consiste en el encuentro y desencuentro de binarios resuelto e irresuelto no tanto por una denuncia de la injusticia sino por una serie de burlas y una innovación poética que combina.
El presente trabajo pretende contemplar El estrecho dudoso bajo un marco de oposiciones propuestas por el poema, tales como el español y el indio, la imagen y la realidad, la dominación y la resistencia, el pasado y el presente, la verdadera historia y la falsa. La fuerza ética que impulsa el poema es la auto-ridiculización de los personajes, los cuales son desmentidos por sus propias palabras, oportunamente citadas por Cardenal. De este modo, la auto-ridiculización funciona como el ardid pedagógico que imparte las lecciones históricas surgidas del relato de las múltiples tragedias que implica la conquista. En los intersticios de los binarios grandes (el encuentro / desencuentro y los dos sentidos de la palabra historia) se particularizan varios problemas perennes de carácter epistemológico, histórico, y ético.
Encuentro-desencuentro
“El país es bello”
le había dicho a Colón Toscanelli.2
Se inicia el poema con estas palabras descriptivas dichas por Paolo Toscanelli (1397-1482) a Cristóbal Colón antes de que éste hiciera su viaje. En esta pequeña cita se da, desde el comienzo del épico, dos estructuras que gobiernan la problemática de esta obra literaria: por un lado, está el relato, o sea, Toscanelli le cuenta a Colón algo que éste no ha visto ni ha experimentado y, por otro lado, se encuentra una imagen que motiva la búsqueda siguiente. Colón confía en la bella imagen que ha sembrado Toscanelli (una representación, por cierto, que ya se encontraba esparcida en el imaginario europeo del siglo XV y que sería abonada aún más por cronistas y otros escritores después del “descubrimiento” de América). Pero, ¿a qué país (o continente) se refiere Toscanelli en su frase?
En este poema, que cuestiona el papel del cronista/historiador, Toscanelli no sólo es el primer cuentista, sino también el primer personaje en impartir una imagen que luego terminará chocando con la realidad. Por lo tanto:
Hallarían Zaitón,
uno de los más hermosos y famosos puertos de Levante,
lleno de barcos cargados de especierías.
Son los reinos del Gran Can
que reside ordinariamente en Catay.
Donde están las doscientas ciudades con puentes de mármol.3
Los aventureros desplegaron las velas en búsqueda de una nueva ruta al oriente que les permitiera tener acceso a las especies de esa región tan apetecidas en la Europa del siglo XV. A pesar de que los europeos estaban equivocados en cuanto a la identificación de las tierras a las que habían llegado, fue este acto de imaginación combinado con deseos materiales y mercantiles lo que impulsó la histórica y fatídica excursión. La novedad del poema es subrayar el error por medio de la construcción poética de binarios. De hecho, los conquistadores venían en búsqueda de la especiería (2, 30, 72, 88), creían que iban a encontrar “un paraíso terrenal” (68, 144) pensaban que su “llegada causaría gran alegría” (2), y murieron creyendo que habían arribado a la India. Al contrastar la imaginación española de la conquista con la realidad encontrada por los conquistadores en las Américas, el poema utiliza una estética de ridiculización para recrear una nueva narrativa de la conquista.
Por consiguiente Cardenal, como escritor, está presente también como cronista moderno, yuxtaponiendo imágenes (creadas por cronistas en otras épocas) con realidades inesperadas y apenas reconocidas por los sujetos históricos tratados en su poema. Por ejemplo, “En Cariay andaban desnudos, pintados como berberiscos, cubiertas sus vergüenzas con corteza de árboles. [….] Y a 10 jornadas de Ciguare estaba el río Ganges”.4 No hace falta mencionar que Colón no estaba en Asia, que las personas extrañas no eran indios, y que el río no era el famoso Ganges. Sin embargo, el chiste está en que sólo el lector reconoce lo absurdo de las imágenes y las actuaciones de los personajes de la narrativa histórica mientras que éstos continúan ignorando la gravedad de sus actos. De esta manera, en el poema el equívoco (y la autoburla) cumple una función heurística que implica, por lo menos, una revisión histórica y el inicio de una revalorización de lo autóctono (de lo americano, de lo indígena).
En ese sentido, el poema mantiene la misma estructura binaria cuando construye la contraposición del encuentro-desencuentro de los españoles con los indígenas del Nuevo Mundo. Es importante notar que en el presente ensayo la palabra “encuentro” no debe entenderse como un eufemismo para ocultar la barbarie de la conquista sino para enfatizar la idea de que dos culturas con distintas cosmovisiones se encontraron de múltiples maneras, tanto violentas, devastadoras y de explotación como de colaboración e integración. Esta postura es consistente con lo que la lógica de El estrecho dudoso permite, dado que el poema pone mucho énfasis sobre los conflictos internos que se presentan tanto en el grupo de conquistadores como en los distintos grupos de indígenas.
Habiendo destacado ya la tendencia a idealizar lo desconocido por parte de los españoles durante la época de la conquista, continuemos con el tema del desencuentro. En el canto IV, “Panquiaco, el hijo mayor del cacique Comadre” invierte la dicotomía entre civilización y barbarie cuando este regaña a los españoles colonizadores:
“Si hubiera sabido que por mi oro reñiríais
no os lo hubiera dado!
Me maravillo que deshagáis las joyas bien labradas
para hacer unas barras. Más os valiera estar en vuestra tierra
que tan lejos de aquí está
si hay allí tan sabia y pulida gente como afirmáis
que venir a reñir en la ajena, donde vivimos contentos
los groseros y bárbaros hombres que llamáis”.5
Si el discurso del hijo del cacique terminara así, tendríamos una especie de la vieja chufla de Mahatma Gandhi. De hecho, cuando le preguntaron a Gandhi qué le parecía la civilización occidental, él les contestó que era una buena idea. Asimismo Panquiaco, en cuanto éste revela las contradicciones entre las palabras de los conquistadores y su comportamiento, desenmascara la violencia simbólica que designa a los indígenas como “bárbaros”. Pero el mundo del Estrecho dudoso no es tan nítido. A continuación, Panquiaco les dice a los conquistadores:
“Pero si tanta sed de oro tenéis
que querráis desasosegar y aun matar a los que lo tienen
yo os mostraré una tierra donde saciaréis esa sed”.6
Así, la problemática de los conflictos internos en las poblaciones aborígenes se expresa a través de la imagen de un indígena perteneciente a la elite, que entrega a otro grupo indígena a los codiciosos buscadores de oro. Además, la diferencia entre grupos étnicos y sus respectivas cosmovisiones siempre está demarcada: “Y tienen artífices del oro que hacen joyas, pues nosotros no estimamos de oro sin labrar más que si fuera una pelota de barro”.7
El canto VIII es, por tanto, un microcosmos del poema entero, presentando la búsqueda que termina trágicamente y enfatizando el encuentro-desencuentro entre los españoles y los indígenas así como las múltiples luchas fratricidas cometidas por ambos grupos. Se nota, primero, la jerarquía (Cortés fue a Honduras en búsqueda de una nueva ruta a la especería “con sus capitanes y con frailes franciscanos y tres mil indios tlascaltecas….”8), y luego el desconcierto, ya que al perderse en unas cuantas ciénagas descubren el estrecho dudoso que es Centroamérica (“Nubes de zopilotes seguían al ejército. Cortés iba a pie, con una pica al hombro, esforzando a los que quedaban vivos”9). Es notable la violencia física impuesta sobre los aborígenes, mediante la cual Cortés domina a tres mil indios. Al mismo tiempo, se nota la resistencia y la insubordinación de los indígenas (“A donde llegaban las casas estaban quemadas, y las milpas quemadas”10). Además, este canto presenta la única conversación entre indígenas que podemos encontrar en esta obra.
El episodio ocurre en medio de la selva, en Acalán, cuando celebran carnaval.
Y los Reyes estaban bromeando entre ellos
(mirando desde lejos a los españoles enmascarados)
Cuauhtémoc, y Coanacoch, señor de Texcoco
Y Tetlepanquetzal, señor de Tlacopan;
bromeaban como si todavía fueran reyes.11
A propósito se especifica que los españoles andaban “enmascarados” mientras que los reyes indígenas “bromeaban” sobre su caída del poder. El nuevo dominio de los enmascarados es marcado por ellos mismos, “POR AQUÍ PASÓ CORTÉS”.12 Pero en lugar de esencializar y homogenizar “lo indígena”, el poema lo retrata con jerarquías y distinciones entre sus reyes quienes terminan actuando de una manera parecida a la de los conquistadores poderosos:
Y dijo bromeando Coanacoch, el chichimeca, a Cuauhtémoc:
“Señor: la provincia que vamos a conquistar
Será para mí…..” [….]
Y respondió el Rey Cuauhtémoc, también bromeando:
“En esos tiempos, Señor, nuestros ejércitos iban solos,
Y entonces esa provincia hubiera sido de V.A.
Y estaba bien que así fuese
Porque Texcoco es nuestra antigua patria
De donde procede nuestra estirpe y linaje.13
La conversación humorística entre las elites indígenas es polivalente. Por un lado, Coanacoch imita a los españoles en su afán por planear una conquista de una provincia y declararse el dueño y amo de la misma. A la vez, al burlarse de la actitud y avaricia de los conquistadores, él mismo se pone en ridículo por haber perdido su señorío. Por otro lado, en el diálogo entre Cuauhtémoc, Coanacoch, y Tetlepanquetzal se manifiesta una manera de organizar las relaciones sociales —por estirpe y linaje— que es distinta a la española.
Más aún, si el poema ridiculiza a los españoles hundidos en una ciénaga centroamericana, los reyes difuntos también se burlan de ellos mismos. Y es precisamente en éste momento que se presenta no sólo la burla de los conquistadores, ineptos e inconcientes de su maldad, sino la meta-burla, o sea la contemplación de la burla en sí misma. Vale la pena una larga cita para captar este episodio clave en el poema:
Y habló Temilotizin, el tlaquetactl
poniéndose serio y suspirando: “¡Ah, Señores!
¡Ah, Señores!
¡Cómo se burlan VV. AA.
De la gallina que lleva el codicioso lobo
y que no hay cazador que se la quite!
O del pequeño pollo que se lo arrebata el engañoso halcón
cuando no está allí el pastor,
por más que lo defienda su madre,
como lo ha hecho mi Señor, el Rey Cuauhtémoc…”
[….]
Y Cortés había visto desde lejos a los señores contentos
y pensó mal. Porque había visto que los reyes se reían.
Y les envió a decir con intérprete que “le parecía mal
que entre nobles y príncipes se burlaran unos con otros”.
Y ellos contestaron: “Que no hacían bromas
ni recitaban versos para darle pesadumbre
sino por holgarse y olvidar sus sufrimientos.”14
Aunque todo el resto del texto constituya una burla significativa, en este episodio se hace explícito el acto de burlarse, lo cual Cortés interpreta correctamente como una amenaza y una falta de respeto. En efecto, la burla procedente de los reyes está cargada de una fuerte concientización de su propia destitución: VV. AA. (los mismos reyes indígenas) lamentan que ningún cazador (o sea, ninguno de ellos) puede proteger la gallina (los indígenas comuneros) del lobo codicioso (los conquistadores). Otro detalle importante es que Cortés mandó un “intérprete” para hablar con los tres reyes indígenas (los cuales constipen una clase de “intérpretes” entre los españoles y sus plebeyos indígenas), un hecho que resalta la diferencia cultural y lingüística que existe entre ambos grupos. Entonces, la respuesta que le dan a Cortés, por medio de un traductor, es que bromean para olvidar sus sufrimientos. El engranaje de los binarios en esta escena se establece a través de la burla conciente e intencional que no resuelve la tensión—entre indígena-conquistador, cacique-plebeyo, encuentro-desencuentro, imagen-realidad, búsqueda-tragedia—pero, como el mismo “intérprete”, permite que los varios horizontes de perspectivas se topen en un momento de intersubjetividad. Así como opera la burla en esta conversación entre los reyes indígenas, igualmente funciona en el poema creando un espacio de intersubjetividad entre el lector y la narración en el cuál los personajes no pueden entrar para alterar su chifladura. Es decir, la burla funciona como un secreto entre el lector y la obra y, aunque los conquistadores y sus cronistas actúan, no se dan cuenta de su estatus disminuido ante su “audiencia” de lectores y Cuauhtémoc, Coanacoch, y Tetlepanquetzal.
Historia1-Historia215
Para ampliar este análisis de El estrecho dudoso, se vincula el marco de los binarios y la burla con dos temas subyacentes en este texto: la historia y su función pedagógica en el poema de Cardenal. Así, una última cita extensa nos permite pensar en la relación entre los dos sentidos de la palabra “historia” —que se define, por un lado, como “los acontecimientos pasados” y, por el otro, como “la narración de esos acontecimientos pasados”.
Sólo del Marqués Cortés hablan esos libros.
El fue el único que descubrió y conquistó todo,
Y todos los demás capitanes no cuentan para nada.Por eso comenzó a escribir la “Verdadera Historia”.
Las cosas que él vio y oyó, y las batallas
En las que él estuvo peleando. Tal vez se alabe mucho…
[….]El Viejo ha vuelto a leer otra vez esas crónicas
y ve que no cuentan nada de lo que pasó en Nueva España.
Están llenas de mentiras. Ensalzan a unos capitanes
y rebajan a otros. Dicen que estuvieron en las conquistas
los que no estuvieron en ellas. Entonces coge la pluma
y empieza otra vez a escribir, sin elegancia,
sin policía, sin razones hermoseadas ni retórica,
según el común hablar de Castilla la Vieja.Porque el agraciado componer es decir la verdad.
Aunque tal vez no haga sino gastar papel y tinta…
Porque él nunca había escrito. Él es sólo un soldado.
Pero escribe también para sus hijos y sus nietos,
para que sepan que él vino a conquistar estas tierras.
Su historia si se imprime verán que es verdadera.
¡Y ahora que lo escribe se le representa todo
delante de los ojos como si fuera ayer que pasó!16
En este trozo, el soldado-cronista (Bernál Díaz del Castillo) lamenta que las contribuciones de la gran mayoría de los conquistadores vayan a ser olvidadas o atribuidas a un solo héroe. Entonces: ¿qué pasa cuando nos olvidamos de las contribuciones de los conquistadores pobres, cuyas voces, oprimidas por un silencio histórico, son casi irrecuperables? La ironía en las palabras citadas de Bernál —su esfuerzo de escribir la “Verdadera Historia”17 de la conquista sin problematizar la conquista misma— es precisamente lo que conduce al lector a otras preguntas más urgentes: ¿qué pasó con los que fueron conquistados? y ¿por qué la historia no está relatada desde este otro punto de vista? De este modo, El estrecho dudoso es una reinterpretación histórica que implica cierta filosofía de la historia y valoriza, hasta un cierto punto, el papel tanto de los marginados como del cronista que construye su relato.
Ahora bien, desde una perspectiva de la historia cultural, hoy en día se podría criticar el poema de Cardenal. La crítica sería la siguiente: a pesar del intento de revisar la narrativa tradicional de la historia colonial de Centroamérica, El estrecho dudoso no logra resaltar la subjetividad del hombre común. Aunque el poema sí logra poner en duda la representación tradicional de los conquistadores y de los colonizadores españoles, el cuestionamiento sólo reemplaza un héroe por otro (Cortés o Pedrarias Dávila reemplazados por Antonio de Valdivieso o Bartolomé de las Casas o, quizás, por Lempira y Chilam Balam18), dejándole al lector la misma queja expresada por Bernál Díaz del Castillo:
Sólo del Marqués Cortés hablan esos libros.
El fue el único que descubrió y conquistó todo,
Y todos los demás capitanes no cuentan para nada.
La similitud entre Cortés y Cardenal es que éste último, en su veneración de algunos pocos defensores del los indios, disminuye el protagonismo de los millones de pobres olvidados que se sacrificaron luchando en contra de la injusticia y de tantos males introducidos por invasores extranjeros.19 O sea, para generalizar el asunto, Cortés mató a los indios en el primer sentido de la palabra “historia” y Cardenal los deja muertos en el segundo sentido de esa palabra. Por lo tanto, el poema puede relacionarse con la crítica literaria marxista al lograr aislar los mecanismos (económicos, políticos y culturales) de la explotación colonial y relacionarlos con la explotación del sistema capitalista-mundial pero sin poder rescatar algo de la subjetividad de aquéllos marginados por ese sistema.20 Sin embargo, este punto no es pertinente por ser anacrónico al pedirle a Cardenal una historia de los subalternos.21 Además, el espíritu de este trabajo es entender el texto en su contexto respectivo, tal como se hace a continuación.
Aún así, la burla del ¨mrginado¨ soldado-cronista resalta la problemática epistemológica de la historia presente en este poema. Es decir que todo conocimiento del pasado nos llega mediado por un sinfín de procesos selectivos. Para ilustrar de manera simplista: a nivel del individuo se presentan los límites intelectuales, prejuicios e idiosincrasias del cronista, mientras a nivel del estado existen diferentes grados y tipos de censura y varias tecnologías y enlaces socioeconómicos que sirven para disciplinar a los cronistas y demás comentadores.22 Al proponerse escribir la “Verdadera Historia”, Díaz del Castillo afirma que los cronistas oficiales de la corona española “Manejan la pluma como él [nuestro soldado-cronista] manejaba la espada”.23 Como si este condimento meta-histórico fuera poco, a continuación, en una carta firmada por Las Casas y Valdivieso, al flujo dudoso de información se le une la lucha por la justicia y la libertad: “de manera que si no fuese lo que el enviava a españa / otra cosa no avia de salir de la tierra”.24 De esta manera el poema va construyendo una crítica del acto de escribir la historia bajo un régimen de dictadura, sugiriendo a su vez una relación entre el pasado y el presente.
Escrito en plena dictadura somocista, El estrecho dudoso vincula la conquista de los siglos XV y XVI con las nuevas “conquistas” (exógenas y endógenas) del siglo XX. Con la herramienta narrativa de la burla pedagógica, este texto educa para la autodefensa del pueblo ante una conquista que continúa bajo nuevas formas y reformas en el presente. El poema presenta un doble relato que refiere implícitamente a la Nicaragua somocista y explícitamente al discurso de la historia colonial. La referencia más obvia de este doble relato —aquélla que vincula el nivel explícito y el implícito— es la búsqueda del estrecho dudoso entre el Océano Pacífico y el Atlántico.
¡El Canal de Nicaragua!
[….]
¡El Canal para la Especería!
El Canal de Panamá—
¿En eso acabaron todos los sueños
de la Especería?
La pregunta, además de retórica, es aguda. Nos recuerda (otra vez) que Cristóbal Colón, mientras buscaba una nueva ruta hacia la India, se chocó accidentalmente con América. De tal manera, el poema emparenta los avaros motivos de la primera generación de conquistadores (españoles, portugueses), con los no menos avaros móviles que impulsaron la segunda (ingleses y estadounidenses). A la vez el poema advierte el saqueo interno por una serie de conquistadores-gobernadores (Diego de Nicuesa y Alonso de Hojeda [canto III], Gil González Dávila [canto VI], Bernál Díaz [canto VIII], Francisco Hernández de Córdoba [canto IX], Francisco Pizarro [canto XV], y Pedrarias Dávila, su hijo Rodrigo de Contreras, y sus dos hijos Hernando y Pedro de Contreras [cantos V, IX, XXIII, XXIV]). No hace falta señalar la similitud entre la dinastía de Pedrarias y la de Anastasio Somoza García y sus dos hijos, Luis y Anastasio Somoza Debayle. Llegando más al grano de nuestro argumento, son muchos los detalles que vinculan al pasado con el presente de una manera que es a la vez sutil y exclamativa, lo cual queda en evidencia en los comentarios hechos entre paréntesis a lo largo del poema. Por ejemplo, una estrofa que explica los mecanismos empleados por Rodrigo de Contreras en la usurpación de tierras y haciendas particulares termina así: (Véase COLECCIÓN SOMOZA). Resulta que historiar bajo condiciones políticas represivas es lo que une el soldado-cronista, Díaz del Castillo, con el sacerdote-poeta-cronista, Ernesto Cardenal.
Pero en cuanto a lucha por la justicia, obviamente Cardenal tiene más en común con Las Casas y Valdivieso que con Córtes y Pedrarias. En ambos casos, los que ruegan por la justicia se frustran y enfrentan al dictador y a la privación de libertades políticas.
Escribe en duplicado, en la misma nao,
por la censura… Porque hay censura en Nicaragua.
Interceptan las cartas… Espionaje, etc.
La provincia es pobre, no por falta de riquezas
(dice) sino de buen gobierno.
Por los que han gobernado desasosegando la tierra
(pobladores i conquistadores por igual)
Tiene (rrodrigo de contreras)
la tercera parte de los pueblos25
Enfatizamos la especificidad de las afirmaciones sobre la censura en Nicaragua y la explotación exógena y endógena. Al mismo tiempo, subrayamos estas declaraciones ya que existe una ambigüedad total con respecto a la época histórica tratada en esta porción del poema. En suma, en lugar de burlarse de los desgraciados conquistadores, este apartado cambia el tono de la narración y por eso no constituye una burla, sino una denuncia que insinúa y facilita la comparación entre la época colonial y la Nicaragua somocista.
¿Por qué se pasa de la burla sutil y pedagógica a la denuncia apasionada? Nos atrevemos a sugerir dos razones. Por un lado, este es el colmo del poema y permite un remate explícito de sus temas principales que, hasta el momento, estaban implícitos. Por otro lado, suele pasar que los cronistas logran mantener cierta distancia “objetiva” o desapasionada en cuanto se alejan de su propio contexto cultural e histórico, dado que no tiene sentido denunciar aquello sobre lo cual uno no puede influir, tal como la conquista española del siglo XV (mientras que en el presente y dentro de nuestro propio contexto cultural nos presentan muchas oportunidades de elegir un futuro distinto). Por eso afirmamos que el poema es un intento de intervención política por parte de Cardenal, quizá la única posible a la que el autor puede acceder bajo el régimen dictatorial somocista.
Entrando más en el tema de la estética política presente en El estrecho dudoso se descubren las raíces de la emergente praxis de la teología de la liberación en América Latina. Por medio de Fray Antonio Episcopus de Nicaragua se da a entender que un religioso tiene, además de sus tareas espirituales, responsabilidades éticas en este mundo y si no las puede cumplir no le queda otra opción que renunciar a su puesto.
Los indios cada día son más oprimidos
Y el obispo no es sólo para tener mitra y renta
(dice él). También para remediar las opresiones
Y suplica la autoridad para defenderlos. Si no
que el rey no haga cuenta que las ha dado obispo.
Si no, suplica licencia para renunciar al obispado.26
¿Es acaso Cardenal ventrílocuo y quizás profeta? De hecho, tal como ocurre con el personaje de Fray Antonio en julio de 1545, en la Nicaragua de 1983 Cardenal se confronta con el Papa cuando este le reprocha sus actividades políticas con el gobierno revolucionario del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
A pesar de la visión ética que emerge del protagonismo de Las Casas, Valdivieso y Fray Antonio, a nivel del segundo sentido de la palabra “historia”, o sea, como narración de acontecimientos pasados, El estrecho dudoso no logra problematizar el papel de ellos como agentes de la conquista. Queda señalado que el poema yuxtapone el bien (Las Casas) y el mal (Pedrarias).27 Sin embargo, el protagonismo de los religiosos no fue tan sencillo en la realidad como lo expone el poema, así que se desarrolla este tema a continuación.
Hubo un colapso demográfico en las comunidades indígenas (“La isla de Cuba quedó yerma, hecha una soledad, y antes estaba llena de mansísimos corderos.”).28 Como respuesta a la destrucción del pueblo indígena, el Rey español y los administradores de la colonia empiezan a prestar atención a las súplicas de los defensores de los indios, como el mismo Las Casas. Intentan otra práctica que requeriría años para poder refinarla: la evangelización.
“Tierra de Guerra”.
A esta Provincia se ofreció ir Fr. Bartolomé de las Casas.
A sujetar los indios sin armas ni soldados
sino solamente con la palabra de Dios.29
Poco a poco los indios se van integrando a la “santa fe católica” con la muy sabia ayuda de los frailes quienes “hicieron trovas, o versos, en quiché”.30 Si aceptamos la tesis de Michel Foucault de que la dominación es más sofisticada en la medida en que ejerce su gobierno/control desde dentro de los individuos, entonces los religiosos conquistaban de una manera más sutil, empleando una tecnología de poder no sólo física sino también microfísica: es decir, capaz de introducir la dominación en el propio cuerpo..31 Por lo tanto, los prosélitos aceptan las apropiaciones bastardas32 de los indios como aproximaciones a la verdad de su religión (o, en términos de Foucault, ven en el sincretismo religioso un modo de gobernar el discurso de poder). Pero este no es el punto de vista que se destaca en El estrecho dudoso. El poema valoriza el papel de algunos religiosos (y, en grado menor, de los líderes de la resistencia indígena) que lucharon en favor de los indígenas; sin embargo, no problematiza las contribuciones de estos religiosos a la conquista y la colonización.
En resumen, como todos comprendemos, cada broma que no entendemos trae implícito un potencial subversivo. (¿Estarán burlándose de mí?) Al ridiculizar al conquistador español, El estrecho dudoso participa en un proceso de rescate histórico que intenta revalorar lo autóctono, lo latinoamericano, lo indígena. Lo hace por medio de un juego de oposiciones en las cuales el lector (y los reyes indígenas) comparten un espacio de intersubjetividad que es inaccesible para los conquistadores y sus cronistas (incluso el soldado-cronista que pretende escribir la “Verdadera Historia”). Mientras tanto, en cuanto se acerca el pasado al presente, la burla se transforma en una denuncia de la injusticia y en un imperativo para defender a los pobres. Contextualizar el poema en la Nicaragua somocista nos permite entender, además del doble relato histórico, el impulso pedagógico de la narración y su llamado a la acción libertaria. Desde luego el poema representa mucho más que una contribución historiográfica (aunque sí lo es) y mucho más que un panfleto político (aunque sí educa para desenmascarar la dictadura somocista y además promover una plataforma libertaria); El estrecho dudoso contiene un profundo discurso meta-histórico vinculado con una estética y una ética que expresan y, a la vez, trascienden su época
Burkhart, Louise M., 1996: Holy Wednesday: A Nahua Drama from Early Colonial Mexico. Philadelphia: Univesity of Pennsylvannia Press.
Cardenal, Ernesto, 1995: El estrecho dudoso. Bloomington: Indiana University Press.
Carr, Edward Hallett, 1961: What is History? New York: Vintage Books.
Foucault, Michel, 1977: Discipline and Punish: The Birth of the Prison. (Trans. Alan Sheridan.) New York: Vintage Books.
Galeano, Eduardo, 1985: Las venas abiertas de América Latina. México: Siglo Veintiuno Editores.
Gruzinski, Serge, 1993: The Conquest of Mexico: The Incorporation of Indian Societies into the Western World, 16th—18th Centuries. (Trans. Eileen Corrigan.) Cambridge: Polity Press.
vuelve 1. Estas son dos definiciones de la palabra “historia,” tomadas de Clave: diccionario de uso del español actual (EDiciones SM: Madrid, 2000). El énfasis es mío.
vuelve 2. Ernesto Cardenal, El estrecho dudoso (Indiana University Press: Bloomington, 1995), p. 2. De aquí en adelante se hace referencia a este texto como ED.
vuelve 3. ED, p. 2.
vuelve 4. ED, p. 4. Énfasis en el original.
vuelve 5. ED, p. 16.
vuelve 6. ED, p. 16.
vuelve 7. ED, p. 16.
vuelve 8. ED, p. 38.
vuelve 9. ED, p. 40.
vuelve 10. ED, p. 40.
vuelve 11. ED, p. 42.
vuelve 12. ED, p. 42.
vuelve 13. ED, p. 44.
vuelve 14. ED, p. 44.
vuelve 15. Debemos esta designación, “Historia1-Historia2”, y la distinción entre los dos sentidos de la palabra “historia” a nuestro profesor de la filosofia de la historia, Peter Kosso.
vuelve 16. ED, pp. 134, 140-142.
vuelve 17. ED, p. 134.
vuelve 18. Todos los mencionados son personajes históricos centrales en el poema de Cardenal.
vuelve 19. ED, p. 134.
vuelve 20. Con respecto a la crítica literaria marxista se debe hacer una salvedad ya que este tipo de literatura apareció en Centroamérica desde principios del siglo XX, anticipando los temas que posteriormente analizaría la historiografía del istmo. En ese sentido, a nivel continental la síntesis histórica marxista más leída debe ser Las venas abiertas de América Latina (Siglo veintiuno Editores: México, 1985) de Eduardo Galeano.
vuelve 21. Le agradezco al compañero Sebastián Carassai por este comentario crítico.
vuelve 22. De una bibliografía extensa, se podría mencionar dos meditaciones clásicas sobre dichos problemas: What is History? de Edward Hallett Carr (Vintage Books: New Cork, 1961) y Discipline and Punish: The Birth of the Prison de Michel Foucault (Vintage Books: New York, 1977) Trans. Alan Sheridan.
vuelve 23. ED, p. 134.
vuelve 24. ED, p. 152.
vuelve 25. ED, p. 160. El énfasis es mío.
vuelve 26. ED, p. 160.
vuelve 27. Tamara Williams apunta: “Ultimately, the central struggle in the text is between those seeking justice and those circumventing it.” Introdución del ED, p. xvi.
vuelve 28. ED, p. 112.
vuelve 29. ED, p. 116.
vuelve 30. ED, p. 116.
vuelve 31. Foucault (1977).
vuelve 32. Utilizamos estos términos para caracterizar la forma de pensar de los religiosos que participaron en la evangelización y conquista en la época tratada en este poema. De manera más directa, el llamado “sincretismo” era más un producto de los criollos colonos que de los indígenas (Veáse el comentario de Carl Good en el primer borrador del presente trabajo). Dos estudios históricos que analizan los encuentros violentos de diferentes cosmovisiones y el sincretismo que resultaba de estos choques son: Louise M. Burkhart, Holy Wednesday: A Nahua Drama from Early Colonial Mexico (Philidelphia: Univesity of Pennsylvannia Press, 1996) y Serge Gruzinski, The Conquest of Mexico: The Incorporation of Indian Societies into the Western World, 16th—18th Centurias, trans. Eileen Corrigan. (Cambridge: Polity Press, 1993).
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