Historiografía y crítica literaria.
Relectura de ensayos histórico-literarios guatemaltecos del siglo XX:
La modernidad (Cardoza, Martínez, Payeras)
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. México
I. Introducción
La crítica de la cultura en América Latina ha elaborado múltiples y disímiles respuestas al tema del conflicto entre tradición y modernidad. Conflicto ciertamente fundamental que refiere inevitablemente en esta región a temas históricos como la conquista, el coloniaje y la nación, así como al tema de la o las culturas, el sujeto, el poder, y el tiempo o la temporalidad en la historia. Se trata a fin de cuentas de la búsqueda de una perspectiva histórica para los problemas de la sociedad y la cultura, con miras a la definición de las particularidades de la región y de su relación con el mundo. Pedro Henríquez Ureña y José Carlos Mariátegui son ejemplos significativos en la primera mitad del siglo XX de la elaboración de una crítica cultural autónoma que se propuso dar respuesta a los dilemas de pensar la realidad latinoamericana y sus producciones culturales en el contexto de dicha temática. Ambos consiguieron elaborar una certera síntesis del proceso de la cultura particular latinoamericana insertándola en la universal, donde “particularidad” y “universalidad” eran entendidas como ejes de aquel conflicto. Luis Cardoza y Aragón fue un continuador de esos propósitos. Muchos de los temas que aquellos trataron, como la relación entre “imaginación artística y la imaginación social”, la estética y la política, la estética y el nacionalismo cultural, el tema indígena, lo cosmopolita y lo nacional son retomados por Cardoza en toda su obra, de la cual aquí se retoma Guatemala, las líneas de su mano (1955). Más adelante otros autores guatemaltecos han abordado estos problemas desarrollándolos siempre desde la perspectiva de una sociedad compleja y una nación inacabada. Entre ellos, Severo Martínez con La Patria del Criollo (1970), y Mario Payeras con el conjunto de su obra, pero especialmente con Latitud de la flor y el granizo (1988), son ejemplo de los cambios de perspectiva y de forma en el tratamiento político y literario de los mismos. Las tres obras señaladas ofrecieron soluciones políticas distintas al dilema planteado por los nacionalismos y los indigenismos de sus respectivos tiempos, y además, respondieron en el plano literario no solo a éstos, sino también, en una perspectiva más amplia, a la necesidad de elaborar una historia literaria y de la cultura en la cual ellas mismas se insertan. Bajo esta consideración, los tres ensayos, correspondientes a la segunda mitad del siglo XX, por sus contenidos específicos sobre el tema del conflicto tradición/modernidad y las soluciones políticas e ideológicas que proponen; y también por su forma y soluciones estéticas, son capaces de articular historia, historiografía y crítica de la cultura, por lo que su lectura obliga a realizar un examen igualmente múltiple y articulador. Para avanzar en dicho examen se hará una revisión de las propuestas que hacen los tres ensayos en términos de crítica a la racionalidad burguesa y europea, que es una forma en que se presenta la crítica a la modernidad, fundamentalmente a partir del aporte precursor de Mariátegui. Se hará posteriormente una revisión de las propuestas que las obras hacen en el plano formal literario respecto al mismo tema, a fin de contrastar y poner en evidencia las contradicciones que surgen entre propuestas políticas y estéticas. Dichas contradicciones no se proponen como incoherencias de los autores y sus obras, sino como tensiones constitutivas a las respuestas que se dan desde América Latina al problema histórico y cultural del conflicto tradición/modernidad.
II. La modernidad en Cardoza, Martínez y Payeras
Se ha mencionado a Pedro Henríquez Ureña y José Carlos Mariátegui porque representan con sus obras y sus ideas dos perspectivas fundadoras de la crítica de la cultura como reflexión y praxis latinoamericana, por lo que subyacen como referencias antecedentes, reconocidas o no, en las obras guatemaltecas mencionadas. Luis Cardoza y Aragón los retoma explícitamente y busca la reunión del humanismo del peruano, cuyas fuentes abrevan en el marxismo, el socialismo y en la vanguardia; y la vocación pedagógica y erudita del crítico latinoamericanista dominicano. Las dos perspectivas reaparecen de modo menos explícito en Martínez y Payeras, y reaparece también la búsqueda de soluciones unificadoras en lo político, estético y formal como expresión de las profundas motivaciones histórico-sociales de las reflexiones que los tres ensayistas hicieron. Cardoza, más cercano generacional e ideológicamente a Mariátegui, concuerda con éste en los temas del papel del intelectual y artista en la sociedad latinoamericana, sosteniendo, sin embargo, la diferenciación de los discursos estéticos y políticos. Coincide también en la idea de la vanguardia como movimiento estético y la vanguardia política como esferas vinculadas, aunque con campos de acción separados por límites precisos. Como el peruano, también Cardoza distingue en el movimiento vanguardista distintos proyectos y reconoce en algunos de ellos espíritu decadente o institucionalización burguesa, y con similar conciencia crítica, reconoce en el surrealismo un gran poder de subversión política. Aunque no puede encontrarse la sofisticación de la crítica a la razón burguesa que realizó Mariátegui, está presente en Guatemala, las líneas de su mano un importante componente de ésta como es el mito en la idea de la historia. El mito como articulador del yo profundo del hombre, cuya raíz encuentra, al igual que el peruano, en la cultura prehispánica.
Severo Martínez, más racionalista y cientificista, tiene una concepción del marxismo que Mariátegui criticó en los social demócratas de su tiempo y Cardoza en los comunistas del suyo. No obstante hace un cuestionamiento de la racionalidad como eje explicativo suficiente del accionar de los seres humanos, e introduce la dimensión irracional por la vía de la psiquis y el inconsciente, planteando con ello una crítica que, de cualquier manera, se queda lejos de la radicalidad implícita en las cualidades transhistóricas y transculturales del mito tal como lo plantean Mariátegui y Cardoza. Lejos también, aparentemente, del reconocimiento en éste de potencialidades revolucionarias. Sin embargo, como se verá, surgen contradicciones. En La Patria del Criollo (1970) hay algunas reflexiones sobre estética, arte y política; sobre la significación ideológica de la composición artística, la noción de la representación no como copia de la realidad, sino como un discurso con leyes propias; así como juicios sobre la relación entre alta cultura y cultura popular, explícitamente sobre la relación entre cultura y política. De hecho, la obra expone un proyecto en el que se articulan lo literario, lo histórico y lo ideológico. La obra realiza la revisión y discusión de un texto fundacional de la cultura y la historia nacionales relacionándola con el presente y con un proyecto de sociedad futura. Aunque no sea fácil percibirlo a primera vista por entre las interpretaciones a veces rígidas, en el discurso hay también un espacio abierto a la heterodoxia. Con precaución, y a veces con una suerte de autocontención, afloran en las páginas de La Patria del Criollo, las ideas y la sensibilidad ecléctica de un intelectual nutrido de variadas corrientes filosóficas poco frecuentes en la interpretación del marxismo de entonces. Por ese espacio abierto se filtra el psicoanálisis, la interpretación psicológica y el valor cognitivo de la metáfora en el relato del historiador, cumpliendo todo ello la función que cumple el mito en la propuesta estética, política, histórica y cultural del precursor Mariátegui, y la posterior de Cardoza y Aragón.
Por su parte, Latitud de la flor y el granizo (1988), el ensayo de Payeras que aquí se propone para el análisis, se ofrece entre otras, a una lectura que lo descubre como territorio de lógicas en pugna. En el texto la posibilidad de narrar “la realidad reciente” se funda en la articulación del discurso científico (“la palabra precisa”) y el poético (“escalas de flor y coordenadas de pájaro”), a partir de la apropiación y resignificación de tradiciones intelectuales europeas y americanas, así como con la proposición de una idea de la filosofía y de la historia que articula teoría y praxis, pasado y presente, historia y ficción. Así también, con el establecimiento de un principio ético y político que retoma la idea del equilibrio entre naturaleza y cultura, que no rechaza la modernidad pero sí su fundamento en la lógica capitalista1 De esta forma el texto es fiel a la opción de Payeras por los principios dialécticos de Theodor W. Adorno, los cuales prefieren enfatizar el potencial crítico (o negativo) de la dialéctica y rechazar la dialéctica en cuanto sistema y en cuanto síntesis y conciliación. Además, es clara su filiación con el principio crítico de Adorno sobre el sentido de “progreso” en la historia y de los peligros que entraña.. Su propuesta política y cultural, de la que puede intuirse una raíz en Mariátegui, es asumir la perspectiva de la civilización prehispánica, americana. La barbarie está “allá”, en ese lugar/tiempo de “ellos”, los conquistadores que desde entonces, con nombres cambiantes, explotan y depredan. Se trata también de periodizar con enfoque distinto, a partir de una nueva temporalización de la historia: un pasado armónico del cual algo queda que puede ser rescatado para el futuro; un presente que se refunde con pasados de oprobio ; y finalmente un futuro cuyas claves están ya en aquellos núcleos de pasado remoto que sobreviven. La propuesta epistemológica es aprehender el mundo como totalidad siguiendo la huella de filósofos y pensadores y de modo muy cercano, el concepto moderno de “geografía física” de Alejandro de Humboldt..
El ensayo, género elegido en los tres casos se define por su provisionalidad y carácter no definido de tentativa. Sin embargo, en estos no se asume claramente esta opción y los textos oscilan entre estructuras diferentes y hasta opuestas que, sin embargo, son integradas en su organización: al carácter provisorio y abierto se integran otros géneros de características opuestas: el discurso científico por ejemplo, o el historiográfico, que aspiran a la “verdad” y a dar versiones definitivas, o el ficcional y el poético que constituye su propio régimen de verdad. En Cardoza y Aragón esta poética de de la unidad e integración de lo disperso se expresa en la propuesta de reunir “realidad” y “expresión”, es decir, comprensión simultánea de lo histórico-social y lo estético-cultural; historia y poesía. Por su parte, en Martínez se expresa en la reunión de discurso científico y relato; historicismo marxista e historicismo diltheyano, historiografía moderna y tradición cronística. En Payeras, este fundamento organizativo que orienta políticamente, pero también formal y estéticamente las obras analizadas, se expresa en la fusión de tradiciones intelectuales y en la búsqueda de una epistemología que permita reunir la perspectiva científica e ilustrada de Europa y la perspectiva de los saberes acumulados por la tradición prehispánica americana; narración histórica y filosofía de la historia; relato de viaje científico y crónica. En los tres, la intención totalizante responde a la necesidad política de elaborar conceptual y lingüísticamente un espacio o mapa y un tiempo histórico que hagan posible la nación.
La Patria del Criollo afronta explícitamente el problema de la modernidad entendiéndola como un tiempo de progreso que se opone al tiempo de la perduración, la cual lleva implícita la noción del pasado en el presente como atraso. La obra opta por ésta a costa de la tradición. La ruptura cultural que ello supone en un país como Guatemala se resuelve en términos de una supuesta homogeneización social que se realizará en la clase, superando así el conflicto centrado en la etnia. Esta se realizará a partir de la memoria o la “repetición en la conciencia” de la revolución democrática-nacionalista de 1944 con la que se inicia la ruptura con la perduración del pasado colonial, es decir, un tiempo nuevo. Un gesto que recuerda la invocación que hace Mariátegui del mito de la revolución en los indígenas como fuerza movilizadora. Hay entonces, entreverado y sin reconocimiento explícito, una invocación al mito en la memoria popular. El rechazo de Martínez a la autoctonía en favor de una propuesta de modernización económica y social de carácter “universal”. Su concepto de universalidad está ligado a una noción del tiempo histórico y no a una espacialidad concreta. Efectivamente se trata de un tiempo histórico de progreso tecnológico, científico y político, pero no limitado a su versión presente en un espacio y tiempo específicos; sino concebido como una posibilidad histórica futura abierta a tiempos y espacios por construir y en ese sentido, el texto es paradójico. La paradoja resulta de contrastar este discurso moderno del futuro y el tiempo nuevo con la forma del texto, sus estructuras internas y sus relaciones con la historia literaria y de la cultura, las cuales, se organizan en función y a partir de la crónica colonial y el discurso criollo que, de hecho constituyen estructuras profundas de significación.
En Cardoza y Aragón, el concepto de “universalidad” no está asociado necesariamente al de modernidad o modernización como tiempo opuesto al de la tradición. Su carácter es doble o dual. La “universalidad” es por una parte el progreso, la tecnología y la cultura letrada, lo europeo; pero, en pie de igualdad, es también lo ancestral, lo originario americano. La síntesis de la intemporalidad y multiespacialidad de lo “universal” queda fincada en el mito como clave del conocimiento y comprensión de lo fundamental en y de ambas nociones históricas y culturales. La solución del conflicto encarna entonces como fusión de lo diverso. La modernidad en la obra de Cardoza no es más que la conciencia de un tiempo múltiple y simultáneo. A lo largo de Guatemala, las líneas de su mano, es evidente y reiterada la intención de acudir a las más diversas referencias culturales para definir a su país; de tal manera que tanto le dice a Cardoza Europa y su cultura como la antigüedad maya y la suya, siguiendo en ello las propuestas de universalidad americana ajena a nacionalismos que desarrollaron Henríquez Ureña y Mariátegui. A pesar o precisamente por el equilibrio que en todo momento busca y reitera, el tema del libro es, además de Guatemala como particularidad, Europa y el mundo. El relativismo adoptado no evita sin embargo que la perspectiva de la voz se sitúe casi siempre desde fuera del mundo narrado. El arte maya, el mundo indígena, el paisaje, son objeto del discurso; objetos que es necesario “descubrir”, lo que a la postre resulta ser un inevitable gesto de afirmación, duda y confrontación frente al problema de una identidad personal y social compleja y heterogénea. La voz narra recurrentemente desde espacios distintos al descrito. El procedimiento mismo de la descripción que se elige en el texto reitera la distancia. En Guatemala, las líneas de su mano, la conciencia de un tiempo múltiple y fragmentario corresponde a la sensibilidad moderna que cuaja en la estructura de estampas de viaje, mural o fotografía aérea con que se organiza el texto. No obstante, esta modernidad abiertamente asumida se enmarca en líneas poéticas recesivas: el mito, el viaje, la circularidad, el retorno, la recurrente narración de los temas de la tradición: la provincia, la casa familiar, la genealogía literaria.
En Latitud de la flor y el granizo -el breve ensayo de Payeras, que reelabora el mapa y reescribe la historia nacional-, puede verse que el texto amplía el diálogo inicial entre tradiciones europeas y americanas, a la historiografía marxista guatemalteca (Martínez) y la novela nacional (Asturias), desarrollando así la articulación de lo local a lo “universal” en la misma línea que sigue Cardoza. El género elegido, -el ensayo-, posibilita una mirada de totalidad que libera el tránsito entre la historia y la ficción para aprehender el mundo. Realizar este esfuerzo totalizante ofrece dificultades que quedan de manifiesto en la estructura de la obra — que se capta solamente al final— en tres capítulos que con cierta autonomía parecen representar justamente, una tesis, una antítesis y una síntesis abierta, expresada en un tiempo potencial e indeterminado de verbos en infinitivo, mediante la cual se arriba a la tan ansiada totalidad compleja del mundo del que se quiere dar cuenta. En el ensayo de Payeras la trascendencia y el significado del papel jugado por la obra de Humboldt en la creación del proyecto científico, político y filosófico moderno opera como modelo epistemológico que, mediante superaciones del pasado, remite a la construcción de un tiempo nuevo. Al retomar el modelo de Humboldt adopta también este significado inaugural ligado a la conciencia moderna acerca del tiempo histórico y la revolución. Esta recuperación de los conceptos de la modernidad se realiza también en los aspectos formales del texto, al incorporar en el abordaje temático la deliberada conjunción de los lenguajes científico y poético recuperando y superando al mismo tiempo tradiciones anteriores en ese mismo sentido; y se realiza también en el significado hermenéutico de las imágenes y las voces. De este modo, Latitud de la flor y el granizo, siguiendo el esquema de la renovación epistémica que llevaba adelante el científico alemán impulsado por las ideas del romanticismo y el iluminismo, realiza la conversión al lenguaje científico de su época de temas, preguntas y objetos que ocuparon antes que al propio Humboldt, a los cronistas en el siglo XVI: las migraciones y características de especies vegetales y animales, las causas de los vientos alisios, las corrientes pelágicas, las costumbres de los pueblos. Su actualización cumple la función, junto al discurso historiográfico, que es igualmente sustantivo en la organización del texto, de contribuir a la elaboración de un modelo descriptivo y narrativo total de carácter “nacional”: geografía, clima, historia, estructura social, inventario natural, a fin de establecer un espacio/tiempo alternativo, más urgente en el imaginario y la memoria colectivos cuanto inevitable el cierre coyuntural del ciclo temporal de la revolución popular.
Cardoza y Aragón, Luis, Guatemala, las líneas de su mano, Editorial Universitaria, Universidad de San Carlos, Guatemala, 1997. Primera edición, Fondo de Cultura Económica, México DF
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vuelve 1. Las ideas del autor respecto a estos temas se encuentran dispersas en sus ensayos, testimonios y entrevistas. Sin embargo, una síntesis de ellas está expuesta en los textos “Filosofía y Naturaleza”, “Moby Dick: poesía y filosofía” y en la entrevista “Mario Payeras: literatura y revolución” de Claudio Albertani; todos en la compilación Fragmentos sobre poesía, las ballenas y la música (Guatemala: Artemis Edinter, 2000) Págs 77-90; 101-113 y 125-136 respectivamente.
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