Jeff Browitt

 

Hacia una nueva historia literaria centroamericana

 

Institute for International Studies
University of Technology, Sydney

Jeffrey.Browitt@uts.edu.au


Esta intervención está mayormente en forma de una serie de preguntas para invitar a la reflexión.

La parte innovadora del proyecto va ser su postura epistemológica auto-reflexiva. Así, una nueva historia literaria debe comenzar con una genealogía de términos claves como “literatura”, “historia”, “historia literaria”, “nación”, “región”, etc., además de la teorización del regionalismo, la oralidad, la marginalidad, la postcolonialidad. De manera similar, tiene que investigar como paso previo, la relación entre la literatura y la historia, la verdad y la ficción, es decir, la verdad de narrativas históricas (las “aserveraciones de verdad”, “truth-telling claims”). Dicho de otra manera, ¿cómo se establece la “autoridad” narrativa de cualquier historia literaria? El proyecto se sitúa dentro de la categoría más amplia de tradiciones “inventadas”, que incluye la problemática de la formación de cánones alternativos. ¿Excluye una visión regional, inconscientemente, otras visiones o acercamientos transculturales? ¿Hay problemas al estructurar el proyecto en términos binarios?: regional/nacional; natural/artifical; complejo/simple; unidad en diversidad/ fracaso nacional; flows/ fronteras; inclusividad/exclusividad; desarrollo/ subdesarrollo; etc.

Ninguna historia literaria puede divorciarse de los contextos culturales y socio-históricos que generaron sus “eventos”, es decir, los textos que forman su corpus,pero tampoco éstos pueden reducirse a meros reflejos de aquéllos. Tenemos que mantener un balance entre los dos términos —“historia” y “literaria”— en una relación dialéctica. Además, hay que atender a no sólo la historia diacrónica de géneros y movimientos, sino también la “espesura” del momento sincrónico, en otras palabras, la imbricación de textos con las instituciones socio-políticas y culturales de su momento de génesis: academias, ateneos, editoriales, periódicos, salones, la iglesia, el estado, etc. A pesar de las conexiones lógicas entre una historia literaria y una nación y una lengua dominante, hay que considerar dicha historia literaria comparativamente —con los países vecinos y con la literatura mundial. Una nueva historia literaria centroamericana problematizará: fronteras nacionales; literaturas regionales y sub-regionales, sistemas lingüísticos, tradiciones culturales, géneros orales, géneros proto-literarios (ensayos, periodismo, crónicas, memorias, manifiestos, diarios de viaje, textos religiosos, discursos filosóficos, crítica literaria, etc). Incluirá una investigación de los temas, topoi, y de los escenarios predilectos en Centroamérica. Para dichos propósitos, una nueva historia literaria centroamericana podría aprovechar unos conceptos y puntos de referencia útiles, a saber: “formación discursiva” (Foucault), “campo literario” (Bourdieu), “ciudad letrada” (Rama), “esfera pública” (Habermas). Además, hay que enfocarse en la “teoría de la recepción” y “la historia de la lectura”. Pero, ¿será el proyecto dominado por marcos euro-norteamericanos que interpetan el campo dentro de los parámetros de un modelo “desarrollista”?

La literatura no existe aislada de la cultura más englobante, ni en su momento de producción ni en su momento de recepción. Necesariamente, cualquier historia literaria habla desde el presente sobre el pasado. Pero dicho pasado histórico no es único. Entonces, ¿es posible escribir “una” historia literaria y dejarla suficientemente abierta para dejar espacio para todo, incluso para las obras venideras, puesto que una historia literaria centroamericana no termina nunca, o por lo menos no terminará hasta que termine Centroamérica? ¿Es Centroamérica una unidad reconocible? ¿En qué sentido? Si es una unidad, ¿cómo vamos a describirla? Cualquier historia literaria presupone una coherencia por descubrir, un ordenamiento narrativo no problemático —“una” historia. ¿Pero existe de veras dicha historia unívoca? Y si no se construye una “historia” literaria, entonces, ¿qué se construye? ¿ Una mera colección de todo lo que se puede encontrar? Es decir, ¿cuál va a ser el hilo conductor de una historia literaria que nunca puede ser única? Habrá más de una narrativa en dicho proyecto? La cuestión de “cierre” narrativo: cualquier historia, como “acto de narrativización”, implica un proceso de selección de eventos (tanto reales como “textuales”) al que le infunde significación, tanto en sí por ser seleccionados como parte de una cadena narrativa. ¿Cuáles van a ser los principios de inclusión y exclusión? Hay que buscar un balance entre la inclusión no crítica de todo (la historia tiene que ser manejable) y una selección demasiado discriminadora que revela intereses ideológicos demasiado estrechos. Hay que buscar un balance entre criticar las historias literarias existentes y desarrollar una nueva.

Una visión coherente y bien argumentada de un historia literaria tiene que hacer resaltar su propios “intereses” —su agenda política y pedagógica— ya que ninguna historia literaria es “inocente” o está fuera del ámbito de la ideología. En este sentido, la propuesta de una nueva historia literaria es también un proyecto “político-pedagógico”: es una intervención en la política al nivel de la cultura que enseña sobre la historia y es una manera alternativa de contar dicha historia: la cuestión de la legitimización cultural de Centroamérica “como región” a través de una historia literaria regional. El proyecto se orienta, en parte, como reacción al fracaso de proyectos puramente “nacionales” en Centroamérica. Una nueva historia literaria es también política en su deseo de reivindicar las literaturas marginalizadas por enfoques demasiado nacionalistas, masculinistas, individualistas, sexistas, racistas, homofóbicos, eurocéntricos, etc. Se busca edificar algo verdaderamente representativo.

En cuanto a la exhaustividad de una historia literaria “completa”: ¿Se puede incluir todo, incluso las obras de “mala calidad?” ¿Y quién va a decidir qué es la literatura buena y qué es la mala, y con cuáles criterios? ¿Los de la tradición canónica contra la cual se establece dicha nueva historia literaria o en la cual se pide entrada? No obstante, tarde o temprano hay que juzgar. Por otra parte, una historia literaria exhaustiva por lo menos tiene el valor de recuperar obras que, aunque en su época fueran despreciadas y aunque todavía lo sean, más tarde pueden cobrar valor cuando sean “descubiertas”.

¿El ocaso de la ciudad letrada problematiza historias literarias? ¿En qué sentido?

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