Jorge Mario Cabrera Valverde

 

Los derechos humanos y la Ilustración en el ensayo “América” y en otros escritos de José Cecilio del Valle

 

Consejo Nacional de Rectores (CONARE), Costa Rica

jcabrera@conare.ac.cr

 

Notas*Bibliografía


Abstract: Mucho se ha escrito de la influencia de la Ilustración en los próceres de la Independencia y en las enseñanzas de la Universidad de San Carlos de Guatemala de finales del siglo XVIII. La ponencia pretende mostrar la acción de otros factores, poco estudiados, en obras de José Cecilio del Valle, especialmente relacionados con los derechos humanos, y la actuación de la influencia de algunos allegados a su persona. También se menciona la ambientación cultural de aquella época en la capital de la Capitanía General.

 

Los Derechos Humanos y la Ilustración en el ensayo América y en otros escritos de José Cecilio del Valle

 

Introducción

José Cecilio del Valle fue uno de los primeros escritores hispanoamericanos que tuvo la visión del panamericanismo y de la aplicación de los derechos humanos universales como fundamento de las garantías individuales y sociales de los pueblos americanos.

Este estudio pretende dar una pequeña aportación al enfoque del ensayo América y de algunos escritos previos a la Independencia de Centroamérica, a partir de los derechos humanos y de la influencia de la Ilustración.

1. Semblanza de Valle
Valle nació en Choluteca, Honduras, el 22 de noviembre de 1777, hijo legítimo de José Antonio Díaz del Valle y de Ana Gertrudis Díaz del Valle (Meléndez, 1985: 21)1.

En aquel entonces, Choluteca era la villa más importante que tenía Honduras en la región sur, por sus haciendas de ganado, sus cultivos y sus minas (Tobar, 1961: 13).

A pesar de su importancia, la educación pública estaba en abandono, y los padres de Valle —provenientes de una familia acomodada— decidieron trasladarse a Guatemala para cuidar la educación del hijo. El viaje se realizó en 1786.

La ciudad de Guatemala tenía apenas diez años de construida, pues, en 1776, se había trasladado del Valle de Panchoy a su actual asentamiento en el Valle de la Virgen.

Según su biógrafo Ramón Rosa, Valle estudió en la escuela de Belén, de primeras letras, cuando la ciudad —de veinte mil habitantes— sólo tenía una escuela con 400 alumnos (Meléndez, 1985: 24).

La educación media la recibió Valle en el Colegio Tridentino, antes de entrar a la Universidad de San Carlos de Guatemala, en el año 1790.

En la Universidad, Valle vivió el ambiente de la Ilustración, especialmente aprendido de su maestro fray José Antonio Liendo y Goicoechea (Tobar, 1961: 16)2, quien emprendió una reforma de lo que se enseñaba en la Universidad para incorporar las ciencias experimentales.

Valle aprendió idiomas como el inglés, francés e italiano, y pudo leer a los científicos en su propia lengua.

En diciembre de 1794, Valle se graduó como Bachiller en Filosofía, en la Universidad de San Carlos (Tobar, 1961: 19). Posteriormente, en julio de 1799, obtuvo el Bachillerato en Derecho Civil y Canónico (Tobar, 1961: 19) y, en 1803, se graduó como Abogado.

Tobar resume así la posición de Valle al graduarse: “Después de su graduación y de los títulos adquiridos, se consagró por completo a una vida de estudio y de observación, veía al individuo como célula del grupo social, buscando en sus más mínimas manifestaciones el alma de sus problemas, con un amplio sentido sociológico buscaba en las comunidades rurales ese agitar económico que consume a los individuos, se indignaba muchas veces de tanta miseria nadando en la riqueza. Comprendía el mal, sabía de sus orígenes, pero no se rebelaba su espíritu, condenando esa situación por el extorsionismo con que la corona española sujetaba a las colonias” (Tobar,1961: 20). A su graduación siguen varios cargos públicos. Su desempeño tan correcto en cargos desagradables, lo llevó a veces a enfrentarse a “la familia”, la casa de los Aycinena. Según Meléndez (1985: 48), las críticas de “la familia” a Valle hicieron que se tuviera una idea equivocada de este último y que se le enfocara de manera deforme3.

En 1810, luego de la invasión francesa a España, empieza a haber movimientos autonomistas en América (por ejemplo, en México)4. En 1811, hay una insurrección en El Salvador y, más tarde, en Nicaragua, sofocadas por el Capitán General José Bustamante y Guerra. Después sigue la conspiración de las juntas de Belén, en Guatemala, en 1813.

En 1814, Fernando VII restaura el absolutismo, y Bustamante gana más poder. En ese mismo año muere Liendo y Goicoechea.

Ya en 1812, Valle había contraído matrimonio con Josefa Valero, proveniente de Comayagua. Su posición provinciana frente a los capitalinos se nota incluso en este hecho (Meléndez, 1985: 48). Es también en este año, cuando Valle asume la cátedra de Economía Política en la Sociedad Económica de Guatemala, y la de Filosofía en la Universidad de San Carlos.

En 1818, Bustamante cesa en el cargo, y lo toma Carlos Urrutia y Montoya, partidario de “la familia”.

Pérez Cadalso comenta: “Los criollos fueron los verdaderos autores de la independencia. Criollos eran Bolívar, San Martín, Valle, Iturbide y casi todos los directores de la revolución manumisora. Su sangre hispana era el pasaporte para ilustrarse en universidades tanto europeas como americanas, habiendo ganado la mayor parte de ellos una sólida cultura humanística” (Pérez, 1969: 18-19). Sin embargo, “José Cecilio del Valle no figura entre los patriotas que promovieron movimientos sediciosos, porque él era hombre de estudio y no demagogo, y porque como sujeto de reflexión, conocedor de las leyes que regulara las transformaciones de la sociedad, comprendía que dichos movimientos estaban condenados a abortar por la ausencia de lógica en los planes y la falta de preparación intelectual de sus autores” (Pérez, 1969: 24).

En 1820, Rafael del Riego, en España, restablece la Constitución de Cádiz de 1812. Con la libertad de prensa aparece el periódico El Editor Constitucional, dirigido por Pedro Molina, de ideología independentista. Poco después, Valle publica El Amigo de la Patria, de tendencia más moderada y doctrinal5.

Se hacen elecciones para miembros de la diputación provincial y ganan los de Valle, de tendencia oficial (Tobar, 1961: 36). A mediados de 1820, Urrutia deja el cargo a Gabino Gaínza, quien lo toma en marzo de 1821.

Es en El Amigo de la Patria en donde Valle publica sus Diálogos entre Rousseau y Colón, entre Montesquieu y Hernán Cortés, entre Carlos I y Carlos III, entre Filántropo y Palemón. Estos Diálogos son verdaderos estudios de sociología, economía, filosofía de la historia, basados en los derechos humanos6. Los Diálogos tienen por temas: lo inhumano de la conquista de América, el maltrato de los indígenas, la Ilustración7, la Independencia de América.

Valle procura ir poniendo los cimientos para la Independencia o, más bien, para el desarrollo de la nueva República: debía haber un nuevo Derecho, una independencia económica (no sólo política), dirigentes que supieran gobernar y administrar, debía consultarse a las otras provincias, etc., medidas todas ellas de prudencia. Pide conocer bien al país que se va a gobernar, en su geografía, en su población, en su producción, en su educación, en su comercio; de lo contrario se gobernará a ciegas.

Así las cosas, llegó el 15 de setiembre de 1821. Habían arribado noticias a Guatemala del plan de Iguala o de las tres garantías, que Agustín de Iturbide hizo con Vicente Guerrero en México. Chiapas se pronunció por este plan en unión con México. La información llegó a Guatemala el 14 de setiembre. Gaínza reunió al Cabildo por la tarde. La sesión se continuó el 15 de setiembre. Valle estaba a favor de la Independencia; pero, pedía que se esperara a las otras provincias y que se dilatara su proclamación. El pueblo se mezcló con el Cabildo y presionó hasta que se escribió el Acta de Independencia, cuya redacción se debe a Valle.

La Declaración de Independencia quedaba sujeta a un Congreso regional que se reuniría el 1º de marzo de 1822. Mas ya había otros intereses: en octubre de 1821, Gaínza recibió una carta de Iturbide en la cual les pedía que se aliaran al Imperio Mexicano, pues Centro América no estaba preparada para repeler una reconquista (Pérez, 1969: 40), y enviaba un ejército al mando de Vicente Filísola para protegerla.

Los Ayuntamientos fueron los que votaron sobre la Anexión. La Junta Provisional Consultiva —contra el voto de Valle— decidió la Anexión el 5 de enero de 1822.

En marzo, Valle es elegido diputado por Tegucigalpa para ir al Congreso mexicano, del cual queda como Vicepresidente.

A fines de agosto de 1822, Iturbide da un golpe de Estado, y Valle es encarcelado en un convento. Más adelante, el mismo Iturbide ordena su excarcelación y lo nombra ministro de Estado, el 22 de febrero de 1823. Finalmente, el Congreso se vuelve a reunir, Iturbide renuncia y se le destierra a Italia en marzo de 1823.

Valle vuelve al Congreso y plantea la separación de Centro América, pues se había unido a México bajo las condiciones del Plan de Iguala, y el Congreso ya no lo aceptaba. El gobierno reconoce la separación en octubre de 1823 y, en noviembre, Valle regresa a Guatemala, llegando en enero de 1824.

En noviembre de 1824, entra en vigencia la Constitución Federal de Centro América. En abril de 1825, Valle empieza a escribir en el periódico El Redactor General.

Se hacen elecciones y, a pesar de tener mayoría Valle, el Congreso elige a Manuel José Arce como primer Presidente de la República Federal del Centro de América. A Valle le ofrecen la Vicepresidencia y no la acepta.

Nueve años más tarde, Valle consigue los votos para la Presidencia de la República Federal; pero, fallece8 cuando va en camino hacia la ciudad de Guatemala (Meléndez, 1985: 219-222).

 

2. El ensayo América

El ensayo América9 fue escrito a principios de 1821 y apareció en El Amigo de la Patria.

Para Meléndez, Valle “busca presentar un cuadro lo más acabado posible acerca de este nuestro Nuevo Mundo, y a la vez ir sentando las bases justificativas del gran acontecimiento que vino a ser la Independencia de estos países” (Meléndez, 1985: 201).

 

2.1 El ensayo América y los derechos humanos

Muy pocos escritores antes y después de Valle, en el siglo XIX, basaron sus escritos sobre América en los derechos humanos. Algo menciona Bolívar en su Carta de Jamaica; pero, Valle los usa de fundamento a su argumentación.

Al ir desarrollando el texto de Valle, agregaremos los artículos correspondientes a la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano (1789).

Para Valle, los hombres de Europa y los de América eran libres, iguales (Art. 1º), “y señores de las propiedades que poseian” (Valle, 1969: II, 172; Art. 17º).

“El color no es titulo de superioridad ò esclavitud. Cobriso, moreno ò blancos eres hombre, americano infeliz; y la esencia de hombre te dá derechos imprescriptibles” (Valle, 1969: II, 173)10 (Art. 1º). “La mano de la arbitrariedad no tiene derecho para oprimirte” (Valle, 1969: II, 173)11 (Art. 2º).

Apoyado en que “la fuerza no es derecho” (Valle, 1969: II, 173; Art. 3º), Valle argumenta que las personas sabias (los españoles) deben o debían enseñar a los ignorantes (los indios), no conquistarlos (Valle, 1969: II, 174).

Cuando Bonaparte intentó dar una Constitución a España, los españoles reclamaron: “Los representantes de los pueblos son los que deben formar su constitucion: solo ellos tienen este derecho: solo ellos pueden decretar leyes” (Valle, 1969: II, 174-175; Arts. 3º y 6º). Pero, no existe derecho para destruir un despotismo e implantar otro (Valle, 1969: II, 175).

Tampoco era excusa difundir una religión para sojuzgar a un pueblo. “Su Autor divino no mandó que se conquistase el mundo” (Valle, 1969: II, 175; Arts. 3º y 10º).

Valle no “encuentra tìtulo legitimo para la conquista de la América. El cañon fue el que la sometió; y la fuerza del cañon ha sido siempre fuerza y jamás derecho” (Valle, 1969: 176).

Valle sigue comentando que los españoles eliminaron los gobiernos indígenas y se reservaron los poderes, no permitieron relaciones más que entre ellos, separaron a los mismos americanos y aislaron a América (Valle, 1969: II, 176; Arts. 5º y 11º).

En los pueblos se separaban indios, ladinos y españoles. Los indios debían vivir aislados (Valle, 1969: II, 176; Arts. 1º y 11º). Los ladinos también debían vivir alejados de las otras clases: no podían acceder a la carrera militar, ni a las universidades, ni a colegios (Valle, 1969: II, 176; Arts., 1º y 11º). “Ni los indios, ni los ladinos, ni los blancos podian tener otras opiniones que las que inspiraba la educacion española, las que dictaba el Gobierno de España, o enseñaban libros escritos en la peninsula” (Valle, 1969: II, 177; Arts. 1º, 4º y 10º).

Los españoles dictaban las leyes, imponían contribuciones, proveían empleados, formaban los poderes legislativo y ejecutivo, eran virreyes, administraban justicia, mandaban tropas, eran Magistrados (Valle, 1969: II, 177; Arts. 1º, 3º y 6º).

Valle acota: “El derecho de hablar es natural como el de andar; y el de escribir es lo mismo que el de hablar. Pero no era permitido este derecho de la naturaleza. No habia libertad de hablar: era coartada la de leer: se prohivia la de escribir; y no se conocia la de imprenta” (Valle, 1969: II, 177; Arts. 2º, 4º, 5º, 10º y 11º).

Más adelante, Valle hace un recorrido por distintos países que se han independizado, como Holanda y Portugal, o que han luchado por mantener sus derechos como Inglaterra o Suecia. Norte América fue la primera en declararse independiente dando una lección a México, Guatemala, Chile y Buenos Aires. A Francia le correspondió en 1789, y a España en 1808 contra Francia. En la Constitución de España escribieron: “La soberanía reside en la nacion” (Valle, 1969: II, 181)12 (Art. 3º). El movimiento pasó del antiguo al nuevo continente.

Muy posiblemente, la mejor fundamentación de los derechos humanos —hecha por Valle— basada en el Derecho natural, esté en los siguientes párrafos: “Yo tambien soy hombre, dixo al fin el modesto y sensible americano. Yo tambien he recibido de la naturaleza los derechos que ha sabido defender el europeo [...]. Pero el hombre es uno en todos los paralelos [...]. Pero el madrileño no tiene mas derechos que el guatimalano” (Valle, 1969: II, 181; Art. 1º). Valle continúa: “Todos somos individuos de una mísma especie; iguales y libres por naturaleza [Art 1º] [...]: si unos y otros han creido imposible ser bien regidos por un Gobierno distante de sus hogares, los Americanos tenemos iguales derechos para dar el mismo grito y publicar la misma opinion [Arts. 1º, 3º y 6º]. La voluntad es la base de los pactos que someten â un hombre al poder de otro hombre; y jamas ha debido suponerse en los Americanos la de estar sugetos a un Gobierno tan lejano [...] [Arts. 3º y 6º]. La Constitucion de España, declarando la Soberania de la nacion, declaró que el Soberano moral eran todos los pueblos que formaban la monarquìa [...]. Sabedlo, hombres de todos los climas. La ley misma de España es la que ha declarado la independencia de America: ella es la que confesando la Soberania de la nacion mandó respetar la mayoría de esta misma nacion [Arts. 3º y 6º]” (Valle, 1969: II, 181-182).
Valle concluye este párrafo diciendo: “La Amèrica es mi patria, y todo ciudadano debe amar la que tenga. Si el Castellano no ofende à sus hijos sosteniendo la causa de Castilla, el Americano no agravia à sus padres defendiendo la causa de Amèrica” (Valle, 1969: II, 183).
Luego de una frase visionaria sobre lo que Valle espera que será América, continúa con los derechos humanos: “No hollarán los unos los derechos de los otros [Art. 4º]: el hombre se respetará à sí mismo en sus semejantes; y la moralidad, que es el respeto mutuo de los derechos de todos, brillará” (Valle, 1969: II, 188).

También censura la esclavitud: no deben venir negros a América porque es un comercio que ofende la razón: “no venderá el hombre à sus semejantes” (Valle, 1969: II, 188; Arts. 1º y 2º).

Veamos ahora su noción de justicia: “La Justicia es en cahos tan grande el laso único que puede ligar intereses tan contrarios; y Justicia en lo político es el mayor bien posible del mayor numero posible” (Valle, 1969: II, 190). El concepto de justicia de Valle se aproxima al de bien común en la corriente liberal. En cambio, dentro de la concepción tradicional, bien común es el conjunto de cosas y acciones que debe realizar un gobierno para que cada uno de los miembros de la sociedad civil alcance la perfección. Además, tradicionalmente, justicia es dar a cada uno lo que le corresponde.

Por último, unas referencias a las leyes: los delitos deben ser sólo los que violan los derechos del hombre (Valle, 1969: II, 190; Arts. 4º, 5º, 7º y 8º), y las leyes deben provenir de la voluntad general de los pueblos pronunciada por sus representantes (Valle, 1969: II, 190; Art. 6º).

Hasta aquí la relación del ensayo América con los derechos humanos.

 

3. La Ilustración en el ensayo América y en otros escritos de Valle

Entenderemos por Ilustración el “Movimiento filosófico y literario imperante en el siglo XVIII europeo y americano, caracterizado por la extremada confianza del hombre en la capacidad de su razón natural para resolver todos los problemas de la vida humana”13.

Ampliando un poco lo dicho, nos dice Valjavec:

“La Ilustración parte de su firme confianza en poder emitir un juicio favorable de las facultades intelectuales del hombre en general y de su propio tiempo en particular. Cree estar en posesión de un amplio saber que le descubre y comunica todas las verdades fundamentales; cree haber desvelado los misterios esenciales del mundo visible y del invisible, y se siente muy superior al estado de las ciencias en el pasado. Desconoce toda inseguridad intelectual y toda inquietud interior. El círculo cerrado del nuevo saber humano es el cobijo en que el hombre se siente protegido. De aquí se deriva, en contraposición con las épocas anteriores, la negación de los antiguos ideales y de la tradición como norma del orden en absoluto. Se deriva, igualmente, una confianza en la ciencia y una dependencia de ella como no las habían conocido épocas anteriores. El ‘cientificismo’ de la actualidad nació en el siglo filosófico. Es cierto que en un principio lograron reprimirlo las repercusiones de la antigua metafísica. Pero desde el siglo XVIII hasta nuestros días la fe en la ciencia sigue sin interrupción una línea ascendente. Esta fe constituye uno de los caracteres esenciales de nuestra actual situación intelectual” (Valjavec, 1964: 20).

En su ideología, Valle tiene detrás la corriente liberal aunque muchas veces presenta matices fuertes de ley natural y de Derecho natural; esto es, el Derecho que promueve la moral cristiana basada en la naturaleza humana.

Los matices liberales y algunas de las lagunas que presentan, han sido señalados en el apartado anterior, por ello, también aparecen en la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano. Valle tiene una visión más integral del hombre. Hay que mencionar que Valle se declara católico en el ensayo América (Valle, 1969: II, 182)14 y que era graduado en Derecho canónico, por lo que no sólo tenía una formación cristiana, sino que conocía bien el Derecho de la Iglesia Católica. Por otra parte, primero había obtenido el grado de Bachiller en Filosofía, por lo cual las fundamentaciones a sus argumentos son sólidas.

 

3.1 La diosa Razón y el progreso

Una de las características de la Ilustración del siglo XVIII fue encumbrar la razón y el progreso15. Valle sigue los lineamientos y la terminología iluministas. Así, en el Prospecto de El Amigo de la Patria dice: “LA ILUSTRACION es la fuente de donde fluye la riqueza: el primer bello de las sociedades políticas: el ornamento mas grande de los pueblos” (Valle, 1969: I, 1).

Valle favorece notablemente la educación, pues, lleva al progreso: “Para conocer las riquezas que produce, ò es capaz de producir la naturaleza, es necesario estudiarla: es preciso saber sus leyes, y observar sus fenómenos” (Valle, 1969: I, 1).

La riqueza natural debe ser protegida y trabajada para que se acreciente: “Para que la riqueza, producida por la naturaleza y el hombre, no sea sofocada en su orígen ni detenida en su marcha, el Gobierno debe ser protector suyo” (Valle, 1969, I, 2).

Valle elogia a la persona sabia, a los grandes científicos e investigadores de la época y a aquellos que consiguen aplicaciones prácticas (Valle, 1969, I, 2)16.

La instrucción que se dé, pública o privadamente, también contiene, en Valle, esa visión ilustrada:

“Inclinar al estudio de la naturaleza: enseñar el mètodo de observarla: publicar los descubrimientos mas útiles: comunicar los experimentos ò ensayos de mas provecho, es concurrir al descubrimiento de nuevas riquezas.

Dar conocimientos al labrador, al artesano y al comerciante: manifestarles sus intereses: presentarles las observaciones que mas les convengan: estimularlos à la adquisición de las luces que mas les importan, es hacer el servicio mas distinguido à los hombres útiles y ciudadanos productores” (Valle, 1969: I, 3).

La moral que defiende Valle es la moral universal:

“No temais, hombres de seso. El Amigo de la Patria no ofenderá á los individuos que la componen. La Moral es de todas las épocas, de todos los siglos y paises. Se revocan las leyes: se mudan los sistemas legislativos: caen unos imperios, y se levantan otros: deparece Roma, y se eleva Albion. Pero en medio de las revoluciones, sobre los escombros de los estados, y en el esplendor del poder la moral es una; y esta moral prohive la calumnia, la ofensa y la personalidad. ¿Si el hombre era respetable antes de la Constitucion, habrá cesado de serlo despues que esta ley grande lo ha elevado y sancionado sus derechos?” (Valle, 1969: I, 3-4).

Ya a partir del primer número de El Amigo de la Patria, Valle da muestras de un humanismo ilustrado; es decir, no teocéntrico, sino antropocéntrico. Además, pone sus esperanzas en la razón, en las ciencias, en la sabiduría:

“En la escala de los séres, el hombre es el primero. En la escala de los hombres, el Sàbio es el mas grande.
El Sàbio es el que mas se aproxîma à la Divinidad: el que dá honor à la especie, y luces à la tierra.
El nacimiento de otros hombres es suceso ordinario que no influye en las sociedades. El nacimiento de un Sàbio es época en la historia del genero humano […].
[El Sabio es] el que ha de iluminar la obscuridal del Africa, ilustrar la India, y derramar luces sobre nuestra patria” (Valle, 1969: I, 5).

El siguiente párrafo es toda una alabanza a la Ilustración y a los que la honran:

“En el santuario de la sabiduría [el Sabio] hace el juramento grande. Oidlo, hombres de todas clases. Jura sacrificara la ilustracion general todos los momentos de su existencia: reunir todo lo que se ha pensado desde que hay ciencias en el mundo: añadir à la suma de pensamientos creados en los siglos preteritos los que èl mismo ha de crear en el de su vida: difundirlos por los quatro quartos del globo: aumentar las luces en unos puntos, disipar las tinieblas en otros” (Valle, 1969: I, 6).

En un determinismo, propio de la Ilustración, a Valle le parece que el Sabio puede ver y pronosticar el futuro:

“Alli medita el Sàbio: alli desenvuelve succesivamente todos los siglos, vé en el que procede el gérmen del que sigue, exámina o presente, y se lanza à lo futuro: alli observa la marcha de las sociedades, calcula su movimiento, y pronostica su termino: alli abrasa la naturaleza entera, y humilde primero en la acumulacion de detalles, es sublime despues en la teoria general del universo” (Valle, 1969: I, 7).

Es más, Valle deifica al Sabio17:

“El idioma del Sàbio es augusto; sus palabras parecen de un Dios” (Valle, 1969: I, 8).

En cuanto hombre, el Sabio es un individuo lleno de virtudes:

“En las nomenclaturas, de la vanidad no hay tîtulo de igual precio. El solo, sin bandas ni medallas, sin oro ni diamantes, manifiesta la grandeza de quien lo merece: el solo es el timbre de su mayor gloria.

Lejos del turbillon de los hombres, distante de la sociedad en la misma sociedad, sin ambicion de empleos, ni deseo de riquezas, ocupado en las ciencias, fijo solamente en ellas el Sàbio es un ser de paz que ignora las artes de la íntriga, detesta el mal, y quiere el bien [...].

Trabaja dia y noche para no errar: se sacrifica à la meditacion, al càlculo, y à la observacion: consume en las ciencias la vida entera de su ser: desea otras vidas para dedicarlas à las ciencias […].

La verdad es el objeto grande de sus inquisiciones. Solo verdades quisiera presentar. Las busca en la naturaleza entera, en las regiones altas, y en los abismos hondos. No encuentra todas las que busca a pesar de trabajos, sacrificios y penas” (Valle, 1969: I, 9).

Según Valle, los Sabios, la Ilustración y el progreso marchan juntos. Por ello, se anima a proponer a los jóvenes a los Sabios como modelo:

“Todo es respetable en el Sàbio. Son inmensas sus tareas: sublimes sus obras; heroicos sus triunfos.

Si entre los humanos hay seres que merezcan himnos, ¿no es el Sàbio à quien deben cantarse? ¿No es à los pies de su Estatua donde debe oírse la voz del afecto, el acento de la gratitud?

Jòvenes, ved aqui la carrera grande de la gloria. Los cuerpos políticos necesitan almas; y las almas de estos cuerpos deben ser los Sàbios. El patriotismo ilustrado avanza la causa de la patria: el patriotismo que no lo es, lo arrasa y entorpece. Cultivad las ciencias: trabajad para ser Sàbios […]. Si en la misma meditacion se ve de repente iluminado lo que àntes era tenebroso: si contemplando un objeto se descubren teorias nuevas, ò pensamientos originales, entonces… O jovenes! No es posible explicar estos momentos de delicias. Afectan todo el ser. Newton queda arrobado; y Arquimedes sale por las calles publicando su descubrimiento. Las ciencias os llaman, jòvenes dignos de ellas. Sed sobrios: sed justos: observad primero: reunid hechos: meditad despues: escribid al fin; y presentad à la patria las luces à que tiene derecho” (Valle, 1969: I, 10-11).

Reforzando lo dicho en El Amigo de la Patria, Valle compuso un artículo titulado Ilustración18. En este último, Valle acude a una forma expresiva de tipo negativo:

“La misma desgracia sufren y a igual suerte están condenados los pueblos ignorantes. Viven en climas felices, fecundos en talentos, y no saben sus individuos desarrollar los que tienen, ignoran las ciencias y artes que descubren los gérmenes de riqueza y enseñan a desarrollarlos; tienen los elementos o materias primeras, y no saben darles las formas de lo útil o bello; son pobres sobre un suelo fértil, lleno de vida y metales preciosos; no tienen el poder de la ilustración, el más hermoso de los poderes, ni el de la riqueza ni el de la fuerza disciplinada y bien dirigida. Su existencia es precaria, dependiente del fuerte que quiera subyugarlos o del charlatán que quiera seducirlos.

[…]. Pero hay gobiernos que empeñan todo su celo en la civilización de los pueblos, y gobiernos que la temen o descuidan; hay padres que se interesan en la educación de sus hijos, y padres que la olvidan o desprecian. He aquí uno de los orígenes más grandes de las desgracias del género humano. No hay igualdad entre los individuos ni entre los pueblos. Los hombres educados son dueños de los incultos; los pueblos ilustrados dominan a los ignorantes. Son raras entonces las virtudes, porque es difícil que las haya en señores y esclavos. El hombre que siente la superioridad de su poder se inclina a abusar de él, conoce que puede hacer todo lo que quiere, y esta triste conciencia le arrastra muchas veces a querer aun lo que no puede”.

 

3.2 El sabio Goicoechea

Valle dedicó un elogio fúnebre bastante extenso al Dr. Fray José Antonio Liendo y Goicoechea. Este autor no sólo fue importante en la provincia de Costa Rica o en Guatemala, sino en toda la Capitanía General. Valle lo considera su maestro y, además, estuvo formado en la Ilustración19. Constantino Láscaris anota una breve reseña de él:

“Nació en Cartago, Provincia de Costa Rica, en 1735. Huérfano de padre, a los doce años entró en la Orden Franciscana, en Guatemala. En la Universidad de San Carlos se doctoró en Cánones. De 1765 a 1767 permaneció en España. A su regreso a Guatemala, explicó Filosofía, Física y Matemáticas en el Convento de su orden, y Filosofía y luego Teología en la Universidad, reemplazando a los profesores jesuitas, expulsados en aquel año. Desempeñó amplia actividad en la Sociedad Económica. Propició la reforma de los planes y métodos de estudio en la Universidad. Colaboró en la Gaceta de Guatemala sobre temas variados. Murió en 1814” (Láscaris, 1983: 26).

Más adelante se menciona que cimentó la cátedra de Derecho Natural, entre cuyos autores citó a Hugo Grocio, Heinecio y al jurista español Covarrubias (Láscaris, 1983: 28-29) y que “como típico enciclopedista dominó en él la preocupación social: remediar las causas de la pobreza y mejorar la condición de los indios” (Láscaris, 1983: 29).

Su elogio fúnebre aparece publicado por El Amigo de la Patria, aunque siete años después de su muerte, porque “en el prospecto ofrecimos hacer el elogio de los Sàbios; y lo fué muy benemérito en nuestra provincia” (Valle, 1969: I, 205)20.

Valle menciona cómo Goicoechea, influido por la Ilustración, fue dejando la escolástica y asumió la ciencia experimental y otras disciplinas:

“Si tu alma, fundador benèfico de esta sociedad, se complacia en abrirse à la mia sin ocultar misterios ò esconder secretos (a) : si tu mano poderosa fué la que rompió las cadenas con que el escolasticismo filosòfico tenia oprimida la razon de nuestros mayores: si tu larga y laboriosa vida fué utilmente empleada en formar el espiritu de la juventud, yo sensible á tu fiel amistad, sensible al bien de la patria seré el eco de la voz universal que se oye en toda la provincia: uniré mis votos à los del pueblo, à las bendiciones del pobre, à los afectos tiernos de esa juventud amable que reconoce en tí el reformador de sus estudios. Pero celebrando tu memoria no olvidaré tu maxîma. La adulacion, objeto de tus risas, no será jamas el alma de mis discursos. Si un elogio sincero debe tener forma distinta de las demostraciones del Geometra, hasta cierto punto debe ser como ellas el càlculo del valor positivo de un hombre grande: la medida justa de sus talentos: la estimacion exâcta de sus servicios.

Para numerar los del P. Goicoechea recordaré primero el estado de nuestros estudios antes de su nacimiento: manifestaré despues el grado à que se elevaron por la fuerza de sus talentos: hablaré seguidamente de la instruccion que dió à Guatemala; y para que sus servicios no sean los últimos, concluiré indicando una de tantas medidas felices para multiplicar esa clase útil de hombres ilustrados” (Valle, 1969: I, 206-207).

Podemos apreciar algunos elementos más en el elogio de Valle: Goicoechea era un hombre ilustrado y merece ser alabado. La estructura del discurso piensa hacerla Valle al modo de la Geometría, como en una ciencia. Goicoechea modificó los estudios en la Universidad de San Carlos introduciendo disciplinas científico-experimentales promovidas por la Ilustración.

Valle informa también de cuáles eran las doctrinas que se enseñaban en la Universidad de San Carlos y de lo que se perdían los alumnos por no aprender ciencias:

“No era su mas sàbia doctrina, ni la de los filosofos de la antigüedad la que formaba nuestro sistema de estudios. El escolasticismo era infelizmente el que lo regía: el que influyó en las constituciones de nuestra Universidad: el que hizo de esta respetable casa una habitacion obscura donde no penetraba la luz sino envuelta en nieblas, ò confundida con exhalaciones pútridas: el que entreteniendo à nuestros mayores en sutilezas inútiles les alexaba de las ciencias provechosas que aumentan los brazos del hombre inventando màquinas, mejoran los instrumentos de las artes, señalan las fuentes de riqueza pública, descubren la de nuestro suelo, manifiestan las plantas útiles que hermosean su superficie, y abren los tesoros ocultos en el seno de la naturaleza” (Valle, 1969: I, 208).

Según Valle, el escolasticismo había llevado a complicar la lógica y a empantanarse en temas y en modos de razonar que no eran adecuados:

“El arte grande de saber discurrir: este arte, alma de todas las ciencias, que en las audiencias y juzgados decide nuestra suerte, era entonces un sistema mal organizado de abstracciones inutiles, un diccionario barbaro de voces obscuras y sutiles. Las ciencias naturales que deben levantarse sobre la observacion razonada de la naturaleza eran romances menos ingeniosos que los de Descartes, formados por el delirio de las sectas que dividian el escolasticismo. Las lineas del Geometra y las equaciones del algebra parecian cifras de màgia, ò caracteres de aquella filosofía theurgica que se ocupaba en misterios y encantos. Las familias eran espantadas por duendes: los jueces seriamente ocupados en procesar brujos; y las escuelas de filosofía convertidas en torneos de caballeros que se batian por el ente de razon y otras hermosuras imaginarias” (Valle, 1969: I, 209).

Para Valle, la metafísica había terminado por enredarse en argumentaciones refinadas que no aportaban nada, y el escolasticismo parecía exigir que no se le contradijera o pusiera en duda:

“Los que se llamaban filosofos eran entonces unas cabezas llenas de universales, de categorias y sutilezas metafisicas; y estos eran los sàbios que en las catedras daban lecciones à la juventud.

El escolasticismo no solo la formaba en este sistema de errores. Le impedia tambien salir de él: le prohivia aun el derecho de dudar que exîge la debilidad de nuestra constitucion fisica; y aun en lo que no era dogmatico se ordenaba la fè que solo es debida à nuestra religion” (Valle, 1969: I, 210).

De esta manera, Valle consideraba que ese tipo de enseñanza atrofiaba la razón:

“Fé ciega en la dialectica: fé ciega en la metaficica: fé ciega en la jurisprudencia. La razon era victima de lo que se llamaba filosofía. Y lo que diste para pensar como el don mas precioso de tu bondad, Ser eterno amigo del hombre: lo que nos eleva sobre todos los sères: lo que dìstingue al filosofo que sube al sublime de las ciencias del insecto que se arrastra por el suelo: la razon, esa emanacion luminosa de tu sabiduría, era un presente inutil que solo servia para repetir las inepcias de los glosadores de Aristoteles y llenar cursos largos y penosos de nadas y pequeñeces” (Valle, 1969: I, 210).

De aquí que Goicoechea haya venido a iluminar un poco esa situación académica:

“En tiempos tan infelices nació à 400 leguas de esta capital el que debia dar alguna luz à este cahos tenebroso” (Valle, 1969: I, 211).

Lo notable de Goicoechea fue que, habiendo sido formado dentro del escolasticismo, supo aprovechar lo que le brindaban la Ilustración y las nuevas ciencias:

“Distinguido por dotes tan brillantes fuè à pesar de ellas discipulo del escotismo por que esta fué la primera doctrina que se le enseñó; por que sus talentos no eran aun desarrollados, por que la niñez es inocente y no tiene copia abundante de hechos para entrar en comparaciones” (Valle, 1969: I, 212).

Valle considera que Goicoechea siguió la duda metódica de Descartes y que, luego, aplicó su razón para desechar lo malo o para aceptar lo que era conveniente:

“Descartes elevandose à la altura à que sube un filosofo: considerando, dice un autor que lo era, las opiniones de los hombres: viendo tanta contrariedad de ideas, tanta oposicion de sentimientos tanta variédad de abusos y costumbres. He aquí, dixo, lo que es la razon de los pueblos.

Goicoechea observando los sistemas de las sectas, la contradiccion de sus pensamientos, el furor con que se batian, la confianza con que se creia cada una posesora exclusiva de la verdad dudó de todas, y decidido à cultivar sus talentos en la soledad, concibió la idea grande, orìgen de nuestros progresos, de no seguir otra guia que la que nos ha dado el creador de nuestra especie.
“[…] sometía à la severidad del analisis la doctrina decisiva de sus lectores: juzgaba à sus mismos maestros” (Valle, 1969: I, 212).

Goicoechea sigue un proceso evolutivo: primero, va dejando el escolasticismo; a continuación, se interesa por las ciencias, empezando por las matemáticas. Luego, sigue a las ciencias experimentales, especialmente la física o ciencia de la naturaleza:

“Su genio, siempre pronto à descubrir ridiculeces, le hizo ver todas las del escolasticismo; y su alma sintió la necesidad de otros estudios, diversos en el todo de los que habia hecho.

Las matematicas puras que son siempre el recurso del filosofo en aquellas situaciones de tormento en que solo puede contentar lo que es verdadera demostracion, le presentaron el mètodo de exactitud, necesario para un alma melindrosa que burlada por el escolasticismo sospechaba ya de las demas ciencias.

Hubo tiempo en que solo las exâctas llenaban los deseos de su alma: hubo tiempo en que solo los números y líneas escapaban à la risa de su genio. Pero cansado al fin de tantas abstracciones volvió los ojos al campo de la naturaleza, à esos jardines que deleitaban à Newton despues de los trabajos complicados de càlculo” (Valle, 1969: I, 213).

Goicoechea supo, además, aplicar esa actualización a las materias humanísticas, tales como el derecho y la teología21. Por otra parte, dio su lugar al Magisterio de la Iglesia y a la Sagrada Escritura:

“El gusto que tomó por ella [la Física] y el espiritu de exactitud que se habia formado le hicieron sentir los defectos del sistema con que habian sido tratadas las demas ciencias: la jurisprudencia sobre todo que debe ser clara y sencilla por que debe ser una ciencia popular; y la de la religion donde las equivocaciones son de tanta trascendencia.

Si la ley es sancionada para el bien universal de los pueblos, el càlculo ò comparacion exâcta de los bienes y males que puede producir debe ser la guia de la jurisprudencia; y si la religion se estableció y dilató por el mundo enseñando las verdades sublimes de la Biblia expuestas por el juicio de la Iglesia, la autoridad de esta y la escritura deben ser la luz de la ciencia” (Valle, 1969: I, 213).

En forma de resumen, Valle comenta:

“Estos raciocinios le fixaron por último en el medio sàbio à que no se llega sino despues de haber pasado por extremos. Discipulo del Escotismo al principio: esceptico despues en lo que no era dogmatico, conoció al fin que las ciencias no lo serían si no tuviera principios incontestables: que en las exâctas la demostracion: en las naturales los experimentos: en la legislativa el bien de los pueblos, y en la de nuestra religion la biblia y la iglesia deben ser la guia de sus estudios” (Valle, 1969: I, 214).

Goicoechea tuvo que viajar a España y recorrió varias de sus principales ciudades en calidad de observador o investigador. De allí trajo a América varios de los nuevos inventos:

“Espectador de objetos tan grandes, capaces de ocupar el alma en su totalidad, no olvidó lo que debia à esta provincia donde habia nacido. Regresó à Guatemala lleno de riquezas literarias, de conocimientos, de globos, de tablas y libros, raros aun en la Còrte de donde venia” (Valle, 1969: I, 216).

Salazar amplía un poco más lo mencionado por Valle:

“Visitó en Madrid escuelas y museos, y conoció a los hombres eminentes que operaban por ese tiempo el renacimiento de las letras españolas en el benéfico reinado de Carlos III.

A su vuelta trajo máquinas y aparatos de física experimental, libros […].

Además de todo lo indicado, el sabio fraile se hizo de globos geográficos, esfera armilar, sistema planetario, mapas, cartas hidrográficas, tablas de longitudes y latitudes y una meridiana que tenía colocada en el centro de un jardincito que cultivaba con sus manos” (Salazar, 1951: I, 104).

Goicoechea no fue inventor, ni descubridor, ni un escritor original; pero, supo comunicar lo que iba aprendiendo y conociendo, lo cual fue muy provechoso para la Universidad y para la Capitanía:

“No hizo en las ciencias aquellos descubrimientos que las hacen progresar à pasos largos: no formó sistemas como Buffon, ni fué como Newton inventor de la teoria sencilla del Universo. Pero pudo impugnar los sistemas de Buffon; y fuè capaz de entender las obras de Newton que aun entre los hombres de letras encuentran pocos lectores.

En el seno mismo de los escotistas: en la edad de los errores, supo elegir los libros mas sublimes de las ciencias à que fué dedicado: apropiarse los conocimientos mas grandes: darles las gracias de su genio, y comunicarlos à nosotros y à nuestros mayores. Ved aqui su justo valor. Fue lo que Fontenelle dice de un filosofo: el Prometeo de la fàbula que robó el fuego â los Dioses para comunicarlos á los hombres” (Valle, 1969: I, 217).

Valle agrega que mientras Jovellanos decía en España que las Universidades no progresaban mientras no dieran ciencias experimentales, “èl [Goicoechea] habia ya combatido la tiranía escolastica: preparado una revolucion feliz de ideas: dado lecciones de fisica experimental, y leido un curso de Aritmetica y Geometrìa” (Valle, 1969: I, 218).

La preocupación social de Goicoechea es comparada por Valle con Dioses que enseñan a los hombres:

“En Agalta fundó dos pequeñas poblaciones: interesó en su beneficio la atención del gobierno; y dando à los indios lecciones de religion, de fisica rural y de sociedad, recordaba la pintura de aquellos Dioses que bajaron del cielo para enseñar à los salvages de Grecia la justicia, el manejo del arado y el uso del trigo” (Valle, 1969: I, 219).

Valle sabe que el cambio en lo que se enseña, en el modo de enseñar y de aprender no se consigue rápidamente. Goicoechea tuvo detractores que, durante un tiempo, consiguieron sus propósitos de que fuera objeto de discordia. Al final, fue reconocida su contribución:

“Serca de treinta años ocupó en dar lecciones como catedratico de filosofía y teología; y estas lecciones son las que influyeron para que se mudase el aspecto de nuestros estudios. En ellas fué donde hizo conocer à la juventud que el pensamiento sofocado por el escolasticismo es el acto mas grande de la naturaleza humana: donde haciendo comparaciones felices de la exâctitud de la geometria y la algaravia de los escolasticos inspiró gusto por las matematicas, y comenzó à formar el espiritu geometrico, mas útil que la misma geometria: donde manifestando las amenidades de la naturaleza comunicó à los jòvenes el entusiasmo con que se habla siempre de los objetos que se aman: donde dió los principios sublimes del gusto y trabajó en la destruccion del que habia en aquella edad: donde desenvolviendo la teoria grande del enlace de los idiomas con el arte de pensar hizo conocer la necesidad de progresar en los unos para adelantar en el otro.

[…] La verdad fue desenvolviendo sus bellezas. La juventud siempre la primera en sentirlas comenzó á tomar gusto por ella. Cesó el vertigo; y se hizo justicia à quien era digno de ella” (Valle, 1969: I, 219-220).

Un poco antes de terminar, Valle se dirige a Goicoechea como si todavía estuviera en vida:

“Pero tú, hombre superior à la edad en que viviste: tu has llenado el lugar donde fuiste colocado. Perfeccionaste tu espiritu. Mejoraste el espiritu público de Guatemala. Enseñaste verdades útiles. No hiciste mal; y si erraste, tus errores fueron de buena fe” (Valle, 1969: I, 221).

En la parte final del elogio, se puede apreciar, con mayor claridad, cómo pensaba Valle respecto a la Ilustración, pues cita numerosas características de ese movimiento y periodo:

“V. SS. han perdido un ilustrado y activo compañero; y yo he quedado sin un buen amigo.

Para reponerle y llenar su vacio es preciso duplicar los esfuerzos. Sirvanse V. SS. trabajar en el cultivo de los talentos nacientes de la juventud dandole direccion recta por que acaso, en ellos hay alguno semejante à los del hombre que lloramos: sirvanse formar su gusto, por que el gusto es el tacto ò instinto del hombre de letras y el primer paso que debe darse para la ilustracion. Sirvanse fundar una academia de bellas letras por que las bellas letras son el precursor feliz de las ciencias útiles y el garante mas cierto de sus progresos. Si se unen los hombres para ocuparse en conversaciones insipidas ò para verse unos à otros, fumar y bostesar, unanse V. SS. para cultivar las ciencias comensando por donde debe principiarse. Todo origen es pequeño. Las Academias que ahora son la luz mas hermosa de la razon fueron obscuras en su principio; y à la fecha de su ereccion muchos paises donde se establecieron tenian menos conocimientos que Guatemala. Si dura siglos, se extenderá el bien que promete à las ultimas generaciones; y si es un establecimiento momentaneo, lo gozará al menos la presente. La Academia del Cimento solo duró diez años; y sus descubrimientos serán eternamente memorables en la historia de las ciencias experimentales.

Que se dé principio á la obra, Señores. Esto perpetuará la memoria de la Sociedad: creará genios como el del individuo que hemos perdido; y abrirá à las ciencias el camino por donde deben ser dirigidas” (Valle, 1969: I, 221-222).


Conclusiones

Respecto a los derechos humanos:

Respecto a la Ilustración:

© Jorge Mario Cabrera Valverde


Bibliografía

arriba

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Valle, Rafael Heliodoro, 1982: Pensamiento vivo de José Cecilio del Valle, 3ª ed., San José, C. R.: Editorial EDUCA.

Notas

arriba

vuelve 1. Otros biógrafos como Pedro Tobar Cruz y Eliseo Pérez Cadalso situaban su nacimiento en 1980, hasta que su fe de bautismo dio la fecha correcta.

vuelve 2. Tobar llama a Goicoechea, positivista, lo cual podría ser un anacronismo, porque el positivismo como tal se desarrolló a mediados del siglo XIX.

vuelve 3. Un ejemplo de esto es la obra de  López Jiménez (1968).

vuelve 4. Meléndez habla aquí de un tercer período, una fase política de la Ilustración: “La tercera corresponde a los años 1808 y llega más allá de la Independencia, digamos básicamente hasta 1830. En esta etapa cobra una mayor vigencia la forma política, sobre las restantes ramas de la Ilustración. En cierto sentido se perfila a su vez como la etapa de las realizaciones, por cuanto no se depende del Viejo Continente, para resolver nuestros propios problemas, sino que más bien se procura alcanzarlos mediante el esfuerzo de los criollos sobre todo. Esta última etapa de la Ilustración, cabría llamarla como «fase política».” (1974: 22).

vuelve 5. Araya Solano nos dice: “Restablecido Fernando VII en el trono español es anulada la Constitución de Cádiz y se recrudece la represión en las colonias. En 1820 el General Rafael Riego eliminó mediante pronunciamiento el absolutismo de Fernando VII. Se puso en vigencia de nuevo la Constitución de 1812 y con ella la libertad de imprenta” (2001: 25).

vuelve 6. Es notable el paralelismo de los argumentos de Valle con la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, del 26 de agosto de 1789, que se incluyen a continuación, pues serán la base de la segunda parte de este estudio:

“Art. 1º: Los hombres nacen libres e iguales en derechos y las distinciones sociales no pueden fundarse más que en la utilidad común.

Art. 2º: El objeto de toda sociedad política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Estos derechos son la libertad, la seguridad y la resistencia a la opresión.

Art. 3º: El principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación. Ningún individuo ni corporación puede ejercitar autoridad que no emane expresamente de ella.

Art. 4º: La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no daña a otro: por tanto, el ejercicio de los derechos naturales del hombre no tiene otros límites que aquellos que aseguran a los demás miembros de la sociedad el goce de los mismos derechos. Estos límites sólo pueden ser determinados por la ley.

Art. 5º: La ley no tiene el derecho de prohibir sino las acciones nocivas a la sociedad. Todo lo que no está vedado por la ley no puede ser impedido y nadie puede ser constreñido a ejecutar lo que ella no ordena.

Art. 6º: La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen el derecho de concurrir a su formación personalmente o por representantes. Debe ser la misma para todos, sea que proteja o sea que castigue. Todos los ciudadanos, siendo iguales a sus ojos, son igualmente admisibles a todas las dignidades, cargos y empleos públicos, según su capacidad, sin otra distinción que la de su virtud o su talento.

Art. 7º: Ningún hombre puede ser acusado, arrestado ni detenido sino en los casos determinados en la ley y con las formalidades prescritas por ella. Aquellos que soliciten, expidan o hagan ejecutar órdenes arbitrarias deben ser castigados; pero todo ciudadano llamado o arrestado por la ley debe obedecer al instante y si resiste, se hace culpable.

Art. 8º: La ley no debe establecer más penas que las estricta y evidentemente necesarias, y nadie puede ser castigado sino en virtud de una ley establecida anteriormente al delito y legalmente aplicada.

Art. 9º: Debiendo todo hombre presumirse inocente mientras no sea declarado culpable, si se juzga indispensable arrestarlo, todo rigor innecesario para apoderarse de su persona debe ser severamente reprimido por la ley.

Art. 10º: Nadie debe ser molestado por sus opiniones, aunque sean religiosas, con tal de que su manifestación no turbe el orden público establecido por la ley.

Art. 11º: La libre comunicación de las opiniones y de los pareceres es un derecho de los más preciosos del hombre: todo ciudadano puede, por tanto, hablar, escribir y estampar libremente, salvo la responsabilidad por el abuso de esta libertad en los casos determinados en la ley.

Art. 12º: La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita una fuerza pública; esta fuerza es, por tanto, instituida en beneficio de todos y no para la utilidad particular de aquellos a quienes es confiada.

Art. 13º: Para el mantenimiento de la fuerza y para los gastos de la administración, es indispensable una contribución común que debe ser repartida entre todos los ciudadanos en razón de sus medios.

Art. 14º: Todos los ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o mediante sus representantes, la necesidad de la contribución pública, de consentirla libremente, seguir su empleo y determinar la cualidad, la cuota, el método de cobro y la duración.

Art. 15º: La sociedad tiene derecho a pedir cuenta de su administración a todos los empleados públicos.

Art. 16º: Toda sociedad en la cual la garantía de los derechos no está asegurada, ni determinada la separación de los poderes, carece de Constitución.

Art. 17º: Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de ella sino cuando la necesidad pública, legalmente justificada, lo exija evidentemente y a condición de una justa y previa indemnización”.

(Tomado de Diccionario Enciclopédico UTEHA, 1953: III, 1172-1173). Esta declaración fue aprobada por la Asamblea Nacional entre los días 20 a 26 de agosto de 1789. Luis XVI la firmó el 5 de octubre de 1789 y se incluyó en la Constitución de 1791.

vuelve 7. “El pensamiento filosófico-político de la Revolución Francesa, de la que es producto la Declaración de Derechos de 1789, está influido por el iluminismo, por el iusnaturalismo racionalista —naturalista, laico y antihistórico— y por las corrientes utilitaristas y empiristas de la filosofía inglesa. Montesquieu y Rousseau fueron los dos pensadores de mayor relieve, pero hay otros de segunda fila que tuvieron una gran influencia (Voltaire, Diderot, Condorcet, etc.). Las líneas maestras de esta declaración (reflejo de las corrientes que en ella influyen) son: a) búsqueda de la certeza del Derecho, dando primacía absoluta a la ley […]. b) La distinción entre estado natural y estado de sociedad. c) La concepción de la ley como expresión de la razón natural (o de las leyes naturales que, al igual que el resto del universo, rigen al hombre, según los fisiócratas) […]. d) El liberalismo. e) El constitucionalismo. f) El deseo de profundas reformas que, si bien estuvieron viciadas por los errores de las corrientes filosóficas de fondo, respondían en muchos casos a verdaderos anhelos de libertad y justicia” (Hervada/Zumaquero, 1992: I, 38-39).

vuelve 8. García Laguardia nos conserva un comentario: “Ramón Rosa nos cuenta cómo en el momento de su muerte —de vuelta de su hacienda a la capital— deliraba afirmando que traería a los sabios del mundo para que le ayudaran en su malograda gestión presidencial” (Valle, 1982: XVIII).

vuelve 9. El texto que usaremos será José Cecilio del Valle. "América", en Valle, 1969: El Amigo de la Patria, Num. 18 y 19, Folios 140 a 154 del 30 de noviembre de 1821. Tomo II. Por no coincidir el número de los folios del periódico con los del libro impreso, utilizaremos la numeración de las páginas del libro (172 a 192). Se conserva la ortografía original.

vuelve 10. Valle da la fundamentación de los derechos humanos: el derecho natural. Como los seres humanos tienen la misma naturaleza (esencia en cuanto principio de actuación), de ella derivan los derechos naturales, que no dependen del color de la piel ni del origen.

vuelve 11. Para la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano no hay más que tres derechos naturales e imprescriptibles: la libertad, la seguridad y la resistencia a la opresión. Valle da las bases para un mayor número de derechos naturales.

vuelve 12. La Declaración de derechos del hombre y del ciudadano más que en el Derecho natural, se basa en la corriente liberal. Por eso, definiciones como la de libertad (Art. 4º), la de ley (Art. 6º), la restricción de derechos naturales (Art. 2º), no coinciden con las definiciones derivadas de la naturaleza humana.

vuelve 13. Medardo Mejía, “José Cecilio del Valle. Gran Precursor del Movimiento de Liberación Nacional de la América Latina” (Sosa, 2002: 168).

vuelve 14. “Españoles eran los que me comunicaron la vida: los que me enseñaron la religión santa que profeso”.

vuelve 15. Plebe nos dice sobre el progreso ilustrado: “Si es la inquietud (la uneasiness, símbolo transparente del anticonformismo) el origen psicológico del impulso progresista de los ilustrados, el primer objetivo de dicho impulso hacia el progreso es el contenido en el término «ilustración»; es decir, el prevalecimiento progresivo de la claridad sobre la oscuridad y la ambigüedad, que son siempre aliadas de los defensores de la tradición. El hombre de cultura debe, ante todo, conquistar el valor y la capacidad de mirar claramente lo que le rodea, y de expresar con claridad lo que ve. Este propósito de claridad proviene sobre todo de los científicos” (1971: 28).

vuelve 16. “Hacer el elogio de los Sábios: inspirar el entusiasmo noble de las ciencias: presentar metodos ùtiles para su estudio: descubrir las causas que embarazan su marcha: indicar lo que puede influir en sus progresos: cooperar á la formacion de los Bienhechores mas grandes de la humanidad”.

vuelve 17. Meléndez Chaverri comenta: “Quizás una de sus páginas más vehemente y vigorosas es la que dedica a ‘El sabio’, a quien acerca a la Divinidad. Es el hombre iluminado que engrandece la especie humana; es el hombre ilustrado que se eleva por sobre sus semejantes en procura del bien más universal y duradero. ‘La civilización, lo sublime, lo bello y lo útil, ha sido formado o perfeccionado por el sabio’, nos dice, para de seguido exaltar algunos sabios de los más representativos. Y más adelante expresa con verdadero arranque de sinceridad: ‘Todo es expectable en el sabio. Son inmensas sus tareas; sublimes sus obras; heroicos sus triunfos’. Y el mensaje no puede menos que dirigirse a los jóvenes, para que imiten a quienes son el soporte de la humanidad. Y por ello les dice: trabajad para ser sabios” (Valle, 1988: 23).

vuelve 18. El artículo aparece en Rómulo E. Durón (comp.), 1914: Obras de don José Cecilio del Valle, Tegucigalpa, pp. 257-259. El texto que se cita está publicado en Oquelí/Meléndez (1981: 72-73).

vuelve 19. Según la división que sigue Meléndez, a Goicoechea le habría tocado el segundo periodo de la Ilustración: “Un segundo período, que va de 1750 a 1808, se caracteriza por la aparición de formas verdaderamente ilustradas, en ocasiones individualizadas, en otras típicamente corporativas, como es el caso de las Sociedades Económicas. Esta es, pues, la «fase auténticamente ilustrada».” (1974: 22).

vuelve 20. Lo firma J. R. de B. V. de L.

vuelve 21. Goicoechea pudo introducir los estudios científicos gracias a la libertad de cátedra que había en la Universidad de San Carlos: “Lección elocuente e ininterrumpida era la amplia libertad de cátedra, que treinta años antes de 1821 llega a nunca imaginada fecundidad coexistiendo simultáneamente hasta cinco cátedras de ideología diferente en la facultad fundamental de Filosofía, que entonces cursaron los luego héroes y próceres más destacados de la Independencia del Reino de Guatemala. La libertad de cátedra era otro pregón de independencia que enarbolaba la Universidad de San Carlos” (Meléndez, 1971: 187).


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