Cuerpo e identidades en la poesía contemporánea
escrita por mujeres centroamericanas
Universidad Nacional Autónoma de Honduras, UNAH
Hablar de Centroamérica refiere casi siempre a una utopía o una metáfora de la dispersión, la pobreza, corrupción y dependencia; el puente de interés geopolítico de una economía mundializada y globalizada; y, a pesar de muchos olvidos, también se le asocia con la poesía: Centroamérica, tierra de poetas.
La poesía y sus poetas -mujeres y hombres- se han desarrollado inmersos en un contexto socio-económico limitante que impide una adecuada divulgación de sus producciones literarias; no obstante, poco a poco se han ido rompiendo las fronteras, poco a poco América Central se ha convertido en una región con nombre propio y de interés académico y cultural para los estudios post estructuralistas, sobre todo a partir de la década de los años ochenta. Este tipo de estudios, alimentado de las teorías feministas y post feministas, psicoanalíticas, de la subalternidad, entre otras, ha contribuido a la visibilidad de los aportes literarios de las mujeres, que han sido los más negados y marginados por el canon literario, tanto regional como latinoamericano en general.
En este breve artículo me interesa detenerme un poco sobre las maneras en que se inscriben las identidades del sujeto femenino en la poesía más reciente escrita por mujeres de esta región de América; o mejor dicho, ¿Qué identidades del sujeto femenino están representando las poetas en su poesía publicada entre 1990 y 2004?, ¿Qué están diciendo las mujeres acerca/ a través de un Yo femenino, que habla en primera persona?
Tradicionalmente la mujer ha sido la musa, el objeto del deseo, la proyección de las fantasías, fantasmas y miedos masculinos en los escritos de los poetas, pero desde los años sesenta y setenta la situación ha cambiado notablemente (de manera excepcional lo hicieron desde antes algunas poetas, como la hondureña Clementina Suárez o la costarricense Eunice Odio), las mujeres se autorrepresentan como sujetos deseantes, ya no sólo como objetos del deseo del Otro; son voces de mujeres que se han apropiado o buscan apropiarse de sus cuerpos, de su sexualidad, de sus afectos; hablan por ellas mismas y no quieren ser descritas sólo desde el imaginario del otro; sus malestares, ideales, identidades de género, clase, etnia, son dichos en primera persona.
Estamos frente a generaciones de mujeres conscientes de su ser femenino, de la diferencia (sexual) como marca indeleble de las diferencias de asignaciones y valoraciones sociales en función de su género. Son mujeres en un complejo proceso de construcción de identidades, muchas veces ambivalentes, fragmentadas como realmente lo es todo sujeto social, como también lo es toda identidad. porque no existe identidad fija ni para siempre.
En fin, hablo de poemas que expresan las vivencias y emociones de las mujeres en un período de posguerra, de transición de fin de siglo XX y principios del XXI; mujeres transgresoras, que se rebelan a ser encasilladas o moldeadas en lo que se espera que sean las mujeres en tanto sujeto subalterno.En la poesía es común encontrar un yo enunciando la historia, pero no siempre es fácil sorprenderlo diciendo de manera explícita “yo soy” , “nosotras [o nosotros] somos”, suele hacerse más desde la tercera persona, un ella, un él, que sin embargo dice mucho del yo. Para el presente trabajo, y después de revisar antologías o libros individuales a los cuales tuve acceso, encontré varios poemas de autorretrato en primera persona y seleccioné la muestra1 siguiente:
Juana Pavón (Honduras: 1945)
En el poema “Nosotras esas sujetos”, que pertenece al poemario Yo soy esa sujeto (1994), habla un Yo femenino en plural, unido e identificado por su género y por las funciones asignadas por las leyes patriarcales. Aquí, las mujeres son el equivalente de la patria amada, respetada, despreciada, incomprendida, ocupada (militarmente), como la patria de la poeta: “Nosotras somos esa –a la que se nos vende(...) ¡somos patria¡/ yo siempre he pensado/ que Honduras tiene nombre de mujer/”
NOSOTRAS ESAS SUJETO
Una, dos, cien, miles/ así vamos las mujeres por aquí/ aquí donde nos tocó pernoctar para siempre./
no importa lugar ni apellido/ definimos nuestra situación/ desde hace mucho tiempo./ (...) /
porque siendo mujeres/ tenemos que aceptarlo/ porque son leyes para mujeres/ hechas por hombres. /
(...)/ Hemos aceptado el papel que nos corresponde/ no importa el estatus./ (...)/ médicas, tortilleras/
maestras, campesinas/ teatristas, pintoras/ esposas, amantes/ primera dama/ o última dama/.
Un vientre nos une a todas por igual (...)/ ¡Somos patria! (...)/2
Yadira Eguiguren (Honduras, 1971)
En esta poeta encontramos un Yo que se compara con una casa: “Mujer-casa”, una voz en primera persona que se dirige a una segunda, que instruye a un Tú, posible aspirante a huésped, de cómo poder habitarla. Es una casa oscura, vacía, que no puede ni quiere ser habitada en cualquier momento o de cualquier manera, sino como ella lo indique. Sólo bajo sus condiciones y requisitos puede ser encendida, caso contrario, esta mujer-casa señala que prefiere seguir vacía, oscura y con el techo remendado:
Soy mujer/ (...)/ Soy casa/ refugio de una pena./ Tengo antesalas, cortineros/ (que uso y desuso en cada caso)./
Un techo remendado/ y un cuadro colgado en la memoria/ Habítame en los cuartos de luna/ (...)/
cuando no sea suficiente:/ sentarse y leer./ Cuando no veas más allá de tus noches/ sin tiempo, ni espacio./
Habítame y enciende esta oscuridad./3
Regina José Galindo (Guatemala, 1974)
Si fuera José4/ -solo José-/ no tendría este pene atrofiado/mis tetas se hundirían/ me llenaría de pelos./
No me las cogería a la fuerza/ ni me cuidaría las nalgas./ Si fuera José/ sería igual de vulgar/
y no me enamoraría de Regina./Algún día/ el hombre donará/ el himen de la mujer/ a una iglesia/
Lo colocarán en un altar/ -con velas e incienso-/ y se hincará frente a él/ a rogar/
por la santa imagen de la virginidad/
En este poema, el Yo juega con los nombres de la escritora, Regina José: ”si yo fuera José/ sólo José”. José/ hombre, Regina/ mujer, entonces, si el “yo” fuera hombre, y no mujer, rompería (o no) con algunas de las características del estereotipo masculino: con pene, violador de mujeres, lleno de pelos, descuidado con su cuerpo/ nalgas, lo contrario de lo que se supone ser mujer: con tetas, sin pene (pene atrofiado), sin pelos y cuidadora de su cuerpo/ nalgas.
Aquí se denuncia la apropiación metonímica de la mujer a través de su himen, por el cual es valorada o despreciada, de ahí la desmitificación de la inmaculada concepción de María y propone sustituirlo por el himen, símbolo de la represión sexual impuesta a las mujeres. Hombre e iglesia aliados (y acusados) en las imposiciones mutiladoras para las mujeres, obligadas a rescatar su himen/cuerpo como instancia que les pertenece solamente a ellas.
Maya Cú (Guatemala, 1968)
Vivo/ desanclada/ de una mitad de alma/ anduve esquivando el reojo/
y mi espíritu creció temeroso/ de mundos ajenos/ mi casa/
fue cueva que escondía/ milenios que de a poco/ fueron sorbidos en mi tarde/
me fui tostando junto a mi madre/ y me hice doblemente mujer/ cargada de vergüenza/ de culpa/ de lenguas/
en mí/ navega una doble identidad/ soy india sin idioma y sin vestido/ soy ladina sin piel sin refinamiento/ 5
Aquí, el Yo también se asocia con la casa; discurre sobre la fragmentación de la identidad preasignada por su género, su etnia y el color de la piel, fragmentación/ desanclaje a dos mitades que se ha construido entre mundos propios y “mundos ajenos”; autorretrata un sujeto femenino en conflicto con la imposición identitaria; un Yo con mirada bizca, “doble”, con vergüenza, quizá, por no tener una sola identidad, fija y definida en un mundo ambivalente y racista en el que se ha construido, pero a la vez es un yo insurgente, asumiendo la dificultad de la síntesis e hibridez de su “doble identidad”, exorcizando las culpas de no cumplir con las expectativas que de ella esperaban ambos mundos: “Soy india... soy ladina”.
Silvia Ethel Matus (El Salvador, 1950)
EL ESPEJO
¿Soy yo?/ ¿O alguien que desde allí me mira?/ Alguna vez me bautizaron Mujer/
Y resumieron en mi nombre/ [...]/ tonos pálidos/ otros me nombraron,/
soy conjuro/ invocación/oración contrita/ blasfemia./ ¿Soy yo?/
¿O alguien que desde ahí me llama?/ Senos/ Canal vaginal/ Brazos/
Mirada-que-cuida-de-otros./ Trataron de expropiar mis orgasmos/ Risas/ Fantasías/
¿Soy yo?/ ¿O alguien que desde allí me engaña?/ Deambulo histérica/
Con camisa de fuerza/ Impuesta por sotanas, maridos o políticos/ (da lo mismo)./
desearía iniciarme en lo prohibido/ descubrir por mí misma qué hay detrás/
de puertas/ poderes/ espejos/ leyes y palabras/ seguro encontraría escondido en un lugar/
mi ombligo/
[...]/ la propiedad absoluta e intransferible de mi cuerpo/ el derecho a gozar y ser gozada/
la posibilidad de romper esquemas y rutinas/ así podría responderme/ ¡Soy yo!/6
Aquí, la poeta utiliza un Yo consciente de su ser genérico y desvalorizado por el estereotipo sexual, que se rebela ante los patrones culturales que lo han mirado, nombrado y engañado; es un Yo femenino, conocedor de ser un sujeto que puede tener la mirada del Otro, capaz de poner en sospecha su propio reflejo especular al decir que no es su imagen la que ve proyectada, sino la fantasía del otro que la nombra y la ha despojado de su cuerpo y placer, sea ese otro el marido, la iglesia, los políticos. Todos en ellos en alianzas han atentado en contra de las mujeres durante siglos y siglos y han construido una Mujer que este Yo desea desconstituir, descubrir y autonombrar a partir de su experiencia, y no de la que otros quieren que ella acepte sin cuestionamientos.
Silvia Elena Regalado (El Salvador, 1961)
QUÉ ALIVIO CONFESARME
Qué alivio confesarme,/ despintarte el absurdo de mis venganzas,/
tener la libertad de revelarte/ que soy ave/ pero que tantas veces repto/
y me consume la pequeñez humana/ de mi pequeño infierno./
Qué alivio no falsificarte la apariencia/ [...]/ Que no esté la soledad para escucharme, /
y que vos me abracés y me besés la frente./7
Estamos ante a un Yo conectado con su género y espiritualidad, con su deseo de esperanza, aunque esta tenga olor a agonía, y necesitado de un Vos que lo escuche y valore como persona en su ambivalencia de ave que toca el cielo con su vuelo/ libertad, pero a la vez reptil que se arrastra por el suelo. Reconoce su inter-dependencia con respecto de ese Vos que la abraza, y de quien espera ser aceptado con todo y sus pequeñeces, en tanto humana con rebeldías e incertidumbres por los papeles pre –asignados al sujeto femenino en el orden simbólico patriarcal.
Yolanda Blanco (Nicaragua, 1954)
COSAS DE MUJER
Fui de niña feliz/ creciendo silvestre en mi sexo/ sin envidias de penes/ sin electras en mi espalda/
pero hube de crecer/ y supe de “cosas de mujeres”,/ tacitas de café, miedos, no debes/
pañuelos y bordados/ y aprendí a llorar y eché nalgas./ “Haz hijos pero no libros – se me dijo-/
Cría en vez de crear”/ Supe entonces que “mujer que sabe latín/ ni consigue marido/ ni tiene buen fin”.
Y asentí. Y aquí estoy/ dando vida sin vivir/ entre buenos días mi amor/ libretas de taquigrafía y/
trastes sucios en la cocina/ Madre satisfecha aquí estoy/ sorda a las miles de abortantes/
que mueren en el país./ Cumplida ciudadana/ escupo a los niños que sólo llevan/ el apellido de la madre.
En fin/ soy la entumecida/ dejándome hablar/ a cambio de hablarles/ y ser./ 8
En “ Cosas de mujer” hay un eco ventrílocuo que le da voz a un sujeto femenino sumiso, alienado completamente por las jerarquías e instituciones sociales, políticas y jurídicas que marginan, desprecian, juzgan a otras mujeres que no pudieron o no quisieron cumplir con las expectativas del sistema patriarcal burgués. Este sería el autorretrato de la mujer víctima- cómplice del mantenimiento y reproducción de estructuras injustas en la convivencia entre mujeres y hombres. También hace una crítica a la ancestral prohibición de que las mujeres sean escritoras, creadoras, para que se dediquen exclusivamente a procrear y criar.
Marianela Corriols (Nicaragua,1965)
GEOMETRÍA DE LA MUJER
Soy mujer/ redonda como el universo/ pirámide que desconoce sus secretos/
triangular en algunas partes/ con hipotenusas perfectas/ y calculables/ por cualquiera de mis lados/
Soy mujer/ cuadrada y terca cuando de vos se trata/ pentagonal cuando planeo/ la más secretas de mis armas/
Soy mujer-Lineal/ la distancia más corta/ entre tu todo y tu nada/Soy mujer- punto/ tal vez de tusreferencias/9
Tradicionalmente se ha asociado a la mujer/ su cuerpo con las formas geométricas. En este poema el Yo femenino recupera el estereotipo, lo descodifica y nos lo devuelve para decir que no existe la Mujer única, universal; para recordarnos que en un mismo género, en un mismo ser también existe la diversidad. Apela a un ser femenino multiforme, mímesis, camuflaje como mecanismo de supervivencia,. Mujer diversa, camaleón, de muchas formas en una misma.
María Montero10 (Francia,1970)
SOY
Soy la gran Virginia Grütter, [...]/
soy Marguerite Duras con su joven amante/ y su vida refinada y alcohólica/
Soy Simone de Beauvoir con todo y su/ Jean Paul Sartre
y su intelecto y su feminismo y su academia./
Soy la imbécil femme que desde este pueblo/ polvoriento/
habla del erotismo francés/ frente a un auditorio de subnormales./
Soy la puta más puta que arrastran de los pelos[...] /que no tiene un centímetro de cerebro/ [...] /
que camina como idiota esperando/ que el padre de sus hijos/ o el cura/ le de una limosna./
(...)/ la que ya no puede hablar de amor tan fácilmente11
“Soy” es el verbo/verso con que irrumpe y se desarrolla el Yo en este poema. Yo (soy) se identifica en varios espejos que le devuelven imágenes fragmentadas en su construcción: intelectual, gran escritora, académica, iconoclasta, pero “femme imbécil”, “puta ... asquerosa”, “sin un centímetro de cerebro”, ¿quizá porque confió en el Padre (de sus hijos), en la iglesia, en los mitos? O ¿porque sólo después de estas experiencias de pérdidas, desengaños, caída de los mitos, va tomando consciencia de su ser genérico, de que la pobreza es particularmente femenina, del horror de la dependencia económica, del concepto ambivalente que sobre la maternidad tiene la sociedad, de la paternidad irresponsable que caracteriza a nuestros países latinoamericanos?
Sea como sea, es un Yo capaz de acusar y burlarse de las normas predeterminadas y de una parte de sí mismo; desmitificador de la patria idílica (pueblo polvoriento, [con] un auditorio de subnormales [que no entiende] del erotismo francés). Posee un lenguaje irreverente, irónico, disconforme, con cierto cinismo donde atisba la mano suicida.
Laura Fuentes (Costa Rica,1978)
SOY ESA OTRA
Soy esa otra/ la que huele a hierba y manantial/(...)/ Soy terremoto, / guerra,/ animal convulso de la historia./ Costilla ineludible/ de la lluvia,/ (...)/ Soy campana/ y tumba de la vida./(...)/
Hoy he conjurado/ mi propio enigma/ yo soy esa otra,/ la hembra primitiva.12/
¿Quién soy yo? “Yo soy esa otra” [y no la que dicen que soy]. El sujeto femenino en sus procesos de construcción ha descubierto que necesita desvelar los mitos para autonombrarse; uno de ellos, quizá el más importante en la cultura occidental por su carácter religioso fundacional judeocristiano, es el mito del génesis: Eva, la mujer, nombrada por el otro, nacida para el otro, de la costilla del otro y no del polvo original divino; Eva, la mujer, tentadora y maldecida, la culpable de la expulsión del paraíso. En este poema el Yo femenino se rebela y subvierte el mito: Yo, la mujer, soy costilla pero de la lluvia, soy dadora de vida y de muerte, huelo a manantial pero también soy guerra y terremoto, por fin he desenterrado lo escondido, yo soy la otra (¿la otra Eva o Lilith?); Yo soy la que yo digo que soy: Hoy he conjurado/ mi propio enigma/ yo soy esa otra/.
YOLANDA J. HACKSHAW M. (Panamá)
AUTORRETRATO
Yo/ vuelta menos que cosa/ arrastro/ la culpa de ser humana./ Yo,/ llena de heridas/ de ti (...)/ Yo (...)/
ala que nada vale/ la que debió cerrar sus puertas,/ la que sucumbió/ en la casa del espanto/ de tu amor a medias./ Un día/ próximo/ o lejano/ enterraré/ tu amor/en el foso profundo/ de mi indiferencia.13
El amor, los sentimientos, son el lazo principal de las ataduras del sujeto femenino hablante en el poema anterior. Se podría pensar erróneamente que sólo los bajos niveles de ingreso económico o de escolaridad son los factores que coartan la libertad y realización femenina; pero no debemos olvidar que las mujeres también están atadas por una ideología del amor y de las formas de amar que impera con doble moral, una para los hombres y otra para las mujeres. De eso trata aquí el Yo femenino que no obstante se aferra a la esperanza del desapego y renuncia de un afecto que provocaba miedos y baja autoestima.
Moravia Ochoa (Panamá, 1944)
SI SE REBELA EL TIEMPO, DONDE YO?14
Si se rebela el tiempo/ si vuela el horizonte arriba de la nube/ (...)/ si se rebela el tiempo/
y la canción no se tarda/ y la ternura es obediente/ y florece igual que ayer/
y se regresa la muchacha aquella que yo fui/ (...)/ Oh Nostradamus, oh profecías/
escribirías mi nombre y mi destino/ en el corazón de esta galaxia/ que yo soy./
“Esta galaxia que yo soy”. Versos finales, pero punto de partida en la definición de un sujeto femenino que conoce su valor, que sabe que el horizonte es movible y que depende de la perspectiva desde donde se le mire. Aquí el Yo mira desde la posibilidad de la rebelión del tiempo, del regreso y capacidad de la muchacha para instalarse y convivir en el presente a pesar de la ceguera de los profetas que olvidaron escribir su nombre, y excluyeron de las profecías el destino del sujeto femenino que no es un punto negro sobre una piedra negra localizada desde las nubes, sino una galaxia inmensa, entera, como la Vía Láctea.
A manera de conclusión
En este breve recorrido por la poesía escrita por poetas centroamericanas en la década de los años noventa y principios del nuevo siglo es innegable que las mujeres están recurriendo al recurso (capacidad y riqueza) femenino del mirar de reojo, o “la mirada bizca”, como lo ha llamado Sigrid Weigel15; están descodificando los mitos, recuperando su cuerpo, placer y sexualidad, para la desconstrucción / construcción de las identidades de un sujeto femenino en transición.
vuelve 1. Esta muestra poética no incluye poetas de Belice debido a lo inaccesible de su literatura y la incomunicación que padecemos en Centroamérica.
vuelve 2. Este poema está fechado en 1986. Hay que recordar que para ese entonces Centroamérica se debatía en plena guerra civil; en Honduras los movimientos sociales exigían la clausura de la base militar estadounidense en su suelo patrio, y “Nosotras esas sujeto” se volvió parte ineludible de la agenda callejera.
vuelve 3. Aparece en Pineda, Adaluz: Honduras: Mujer y poesía. Antología de poesía escrita por mujeres 1865-1998. Tegucigalpa: Guardabarranco. 1998. Pág.547. . Es importante decir que en el poema aparece un epígrafe de la poeta panameña Bertalicia Peralta: “La única mujer que puede ser/ es la que sabe que el sol para/ su vida comienza ahora...”.
vuelve 4. En Estrada Búcaro, Rossana y Romeo Miguel Estrada (compiladores.): Voces de posguerra (Antología poética de Guatemala). pág. 100.
vuelve 5. Ídem. OP. Cit. Pág. 63.
vuelve 6. Poema escrito en 1990, publicado en Mathus, Silvia Ethel. Insumisa primavera. San Salvador: Universidad Tecnológica de El Salvador. 2002. pág. 23-24.
vuelve 7. En Regalado, Silvia Elena. Izquierda que aún palpitas. San Salvador: Universidad Tecnológica de El Salvador. 2002. pág. 33.
vuelve 8. En Zamora, Daisy: La mujer nicaragüense en la poesía. Antología. Managua: Editorial Nueva Nicaragua, 1992. pág. 436-437.
vuelve 9. Op. Cit. pág. 460.
vuelve 10. Costarricense nacida en Francia.
vuelve 11. En Montero, María: La mano suicida. San José: Ediciones Perro Azul. 2000. pág. 25-26.
vuelve 12. En Revista Istmica, Núm. 7, 2002, de la Facultad de Filosofía y Letras, universidad Nacional de Costa Rica. Págs. 379-380.
vuelve 13. En Hackshaw M., Yolanda: De mar a mar. Panamá: Fundación cultural signos, 2001.
vuelve 14. Poema inédito.
vuelve 15. En Ecker, Gisela: Estética feminista. Barcelona: Icaria, 1986. Pág. 86).
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