Horacio Castellanos Moya: La fuerza de la sobrevivencia*
Universidad de Costa Rica/Universidad de Potsdam, Alemania
alexandraortiz@gmx.net
“Es un melancólico y escribe como si viviera en el fondo de alguno de los muchos volcanes de su país. Esta frase suena a realismo mágico. Sin embargo no hay nada mágico en sus libros, salvo tal vez su voluntad de estilo. Es un superviviente, pero no escribe como un superviviente.” Con estas palabras cierra Roberto Bolaño un texto dedicado a Horacio Castellanos Moya incluido en Entre paréntesis (Anagrama, 2005). Y con estas palabras hemos querido iniciar esta conversación con el escritor.
Horacio Castellanos Moya nace en 1957 en Tegucigalpa, Honduras, y crece en San Salvador, El Salvador. Castellanos Moya es un escritor que ha pasado gran parte de su vida en movimiento. Así, los diversos exilios –voluntarios e involuntarios- a los que se ha enfrentado lo llevan a vivir a Costa Rica, Canadá, México, España y Guatemala. Desde agosto del 2004 reside en Frankfurt am Main, Alemania, en el marco del Programa Internacional “Ciudades refugio”, apoyado por la Feria Internacional del Libro y el gobierno de esa ciudad. Castellanos Moya es uno de los autores contemporáneos hispanoamericanos más importantes, destacándose de su obra publicada lo que Bolaño describe como “su voluntad de estilo”. Ha publicado cinco libros de relatos, siete novelas, dos compilaciones de ensayos y numerosos artículos y críticas en revistas y periódicos internacionales.
A lo largo de su estadía europea, varias de sus novelas han sido traducidas al francés, alemán e italiano. Especialmente las traducciones al francés publicadas en Les Allusifs y Éditions 10/18 como Le dégoût (Les Allusifs 2003; Éditions 10/18 2005), La mort d`Olga María (Les Allusifs 2004; Éditions 10/18 2006), L’homme en arme (2005) y Déraison (2006) han colocado su obra en un lugar ampliamente reconocido por la crítica. En cuanto a su recepción en Alemania, tres de sus novelas han sido publicadas hasta hoy en alemán: La diabla en el espejo (2000; tr. de Jan Weiz Die Spiegelbeichte, Rotpunktverlag 2003), El arma en el hombre (TusQuets 2001; tr. de Jan Weiz Der Waffengänger, Rotpunktverlag 2003), y recientemente Donde no estén ustedes (TusQuets 2003; tr. de Stefanie Gerhold Aragóns Abgang Rotpunktverlag 2005). A propósito de la publicación de Aragóns Abgang coincidimos con el autor en Berlín.
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AOW: Al hablar de la literatura latinoamericana contemporánea, suele ser inevitable volver la mirada sobre algunos temas, entre los cuales creo que hay dos cuya presencia es muy fuerte: la cuestión de la identidad y la del exilio. ¿Cómo se construye una identidad si se vive en constante movimiento? ¿Existe un lugar donde esta pueda residir? ¿Te considerás un escritor que escribe “literatura del exilio”? ¿Sos un escritor que pertenece a una tradición literaria? ¿A quiénes lee Horacio Castellanos Moya?
HCM: Un escritor de ficciones se propone construir una obra, no una identidad; ésta se expresará en todo caso a través de esa obra, con sus riquezas y limitaciones, con sus movimientos y estancamientos. Mi identidad como escritor reside en mi obra; lo demás es anécdota.
Me gusta pensar que soy un apátrida y, por tanto, no considero escribir una “literatura del exilio”. Pero hay que desconfiar de las definiciones, mucho más de las que los hombres hacen de sí mismos. Por lo demás, si esa llamada “literatura del exilio” se refiere a las obras escritas por autores que no residen en su país de origen, a ella pertenecerían desde las Tristes de Ovidio, pasando por la Divina Comedia de Dante, hasta el Ulisses de Joyce. En el caso centroamericano, los dos principales autores de esa región, Rubén Darío y Miguel Ángel Asturias, escribieron lo mejor de su obra en Buenos Aires y París, por lo que también sería literatura del exilio. En lo personal, el concepto de “literatura del exilio” me parece una vaguedad, un lugar común que nada me dice, porque son demasiados los escritores en todas las lenguas y en todos los tiempos que han escrito su obra fuera de su país de origen, ya sea porque han sido obligados (como en los casos de Ovidio y de Dante) o porque prefieren vivir fuera de su país de origen (como en los casos de Darío, Joyce, Beckett, Cortázar y tantos otros).
En lo que respecta a la tradición literaria, te puedo decir que mi formación autodidacta me ha permitido abrevar en distintas fuentes. Y no me gusta considerarme como un escritor que pertenece a una tradición particular, sino a una lengua, la lengua castellana. Por supuesto que no puedo renegar de mis orígenes locales. Es más: parte de mi obra puede considerarse una conversación con Roque Dalton, el único escritor salvadoreño que me hace reaccionar y de quien heredé directamente el humor (la jodedera), y quisiera creer que cierta rebeldía, que a veces se expresa en mi obra.
AOW: Donde no estén ustedes es tu sexta novela. Y, como sucede con otras de tus novelas, los lectores nos reencontramos con algunos personajes, regresamos a ciertos lugares, completamos historias. La experiencia de la lectura se asemeja a la disposición de un gran mosaico que representa la historia reciente de una sociedad, de una región, de un continente.
HCM: La verdad es que yo he escrito bastante a ciegas, he ido construyendo mi mundo narrativo a tientas, sin la idea de ese gran mosaico al que te refieres. Yo mismo voy descubriendo las andanzas de esos personajes, sus coincidencias. Por ejemplo, te puedo decir que quedé maravillado cuando descubrí que a quienes Alberto Aragón detecta con temor en la cantina, y que luego lo siguen hasta la entrada del metro y lo ayudan a recuperarse de su desmayo, eran Calamandraca y su banda. No sé cómo aparecieron ahí; de igual manera que no sé cómo aparecieron por primera vez en el cuento Hipertenso. Son circuitos subterráneos que a mí también me intrigan.
He de confesarte que cuando terminé la primera parte de Donde no estén ustedes no sabía si habría segunda parte, mucho menos cómo sería esa segunda parte. Y entonces apareció Pepe Pindonga, con la típica actitud del borracho sediento que exige que le abran un espacio en la mesa. Era un personaje que venía de Con la congoja de la pasada tormenta, había aparecido brevemente en La diabla en el espejo y de súbito comenzó a perorar en mi cabeza de una manera incontenible. Así sucedió y no tuve más opción que contar su historia.
AOW: El crítico español Javier Goñi del suplemento cultural “Babelia”, del periódico madrileño El País, escribe sobre Donde no estén ustedes lo siguiente: “Hay libros que entretienen, otros que hacen sentirse bien y otros que perturban. De esos libros es esta sorprendente y estremecedora obra”. A lo que uno podría agregar un aire de sobrevivencia que se respira en las dos partes. Por un lado, en la agonía de Alberto Aragón, en su viaje hacia México, que es un viaje en el cual se va desfigurando su persona, lo que fue, lo que representó; por otro lado, el viaje de Pepe Pindonga que va a seguir los últimos pasos de Aragón. ¿Es una voluntad de sobrevivencia que se niega a sí misma?
HCM: Tengo un amigo guatemalteco que cada vez que habla de la capacidad de sobrevivencia de alguien la llama “el gene guanaco”, es decir, el gene salvadoreño. La capacidad de sobrevivencia es quizá una de las principales virtudes de la idiosincrasia nacional. Sin esa capacidad no hubiera habido el tipo de guerra revolucionaria que se realizó, ni la masiva migración a Estados Unidos; ambas en condiciones extremadamente adversas. No sé si esa voluntad se niega a sí misma, como vos afirmás, si corre paralela a una fuerza autodestructiva. No me extrañaría. Lo que sí sé es que esa voluntad de sobrevivencia se refleja en algunos de mis personajes; destaca sobre todo en “Robocop”, quien lleva la voluntad de sobrevivencia a umbrales nietzscheanos, no por una elaboración teórica, que ese personaje no piensa, sino por su capacidad de ir hacia adelante y sobreponerse a todo.
AOW: Uno podría pensar tus narraciones como la simultaneidad de fuerzas, como una coexistencia, pues se trata de textos acelerados y reposados, transparentes y a la vez atractivamente sombríos -no porque muestren crímenes, miseria, violencia, abandono, traiciones- sino por lo que dejan a la imaginación del lector, porque creo que abren un espacio para reflexionar sobre una sola frase.
HCM: Considero tu comentario un elogio. Pero es que creo que en el ser humano coinciden esas fuerzas simultáneas, esas contradicciones, ese vaivén de corrientes polarizadas. Por más simple que parezca un hombre, en su interior encontrarás una compleja gama de pensamientos y emociones, desconocidos quizá para él mismo, que cohabitan pacíficamente en apariencia, aunque muchas veces sean enemigos y busquen aniquilarse los unos a los otros.
AOW: La construcción y el uso del lenguaje coloquial son una presencia muy fuerte en tus narraciones. ¿Por qué tienen un papel protagónico?
HCM: Me parece que hay dos tipos de escritores: los visuales y los auditivos. Yo me ubicaría en este segundo grupo, donde lo más importante es el tono, el ritmo y la intensidad de la voz narrativa, la estructura y la velocidad de la prosa, antes que la capacidad para describir espacios o caracteres. No me siento a escribir si no he escuchado e interiorizado la voz que cuenta, ya sea en primera o en tercera persona. Y la voz que cuenta al principio es apenas una intuición, luego un balbuceo con destello, y en seguida un tono y un ritmo precisos. Una vez que esa prosa comienza a andar, la acción y la aventura tienen que cabalgar sobre ella.
AOW: La presencia del espacio urbano es fundamental para acompañar a los personajes en sus desplazamientos. Pienso en el caso del ex-embajador Alberto Aragón, protagonista de Donde no estén ustedes, y su recorrido hacia México.
HCM: No es extraño que un narrador latinoamericano, que comienza a publicar en las últimas dos décadas del siglo XX, construya un espacio narrativo urbano. Yo viví 13 años de mi vida adulta en la Ciudad de México, la más poblada del planeta. Ello influye por supuesto en mi obra. La diáspora, mi primera novela, sucede en su mayor parte en esa ciudad. De la misma manera, los principales escenarios de Donde no estén ustedes pertenecen a áreas céntricas de la Ciudad de México; un espacio que me seduce y me repugna.
AOW: En Donde no estén ustedes Henry Highmont, uno de los personajes, expresa la siguiente frase: “la memoria es una tirana implacable”. ¿Qué papel juega la memoria en esta novela? ¿Es un rasgo constante en tu literatura?
HCM: Escribió Roque Dalton en Taberna un verso memorable: “Sólo el olvido es fuente de perfección”. Y claro, la literatura es el profundo espejo donde se refleja la imperfección del hombre, de ahí que sea la memoria el suelo sobre el que edifico mis ficciones. Tanto Henry Highmont, como Alberto Aragón y Pepe Pindonga, son personajes perseguidos, lacerados más bien por su memoria, en especial por la memoria de la derrota, de la traición, del abandono. No hay escape posible, como no sea la muerte. A eso quizá se refiera Henry con la frase que mencionas.
AOW: ¿Existiría en estos personajes un espacio para la nostalgia?
HCM: La nostalgia requiere cierto sosiego. Mis personajes son bastante desasosegados. Y la nostalgia se expresa más bien como sucedánea de la derrota, tal es el caso de Alberto Aragón, quien rememora su pasado porque el presente lo desgarra y carece de futuro. La nostalgia, en su caso, es la antesala de la muerte. El mismo Pepe Pindonga, quien sí tiene futuro y una vida por delante, quiere escapar a toda costa del pasado que significa el abandono amoroso de Rita Mena, no quiere pensar en ello, por eso se sumergió en la droga y por eso trata de aferrase desesperadamente a la hija de Henry Highmont. La nostalgia, para él, sería dolor, y no hay nada de lo que el hombre quiera huir más que del dolor.
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Obra literaria de Horacio Castellanos Moya
Novelas
Castellanos Moya, Horacio, 1988: La diáspora. San Salvador: UCA Editores.
Castellanos Moya, Horacio, 1996: Baile con serpientes. San Salvador: Dirección de Publicaciones e Impresos, Colección Ficciones.
Castellanos Moya, Horacio, 1997: El asco. Thomas Bernhard en San Salvador. San Salvador: Editorial Arcoiris.
Castellanos Moya, Horacio, 2000: La diabla en el espejo. Madrid: Ediciones Linteo.
Castellanos Moya, Horacio, 2001: El arma en el hombre. México: TusQuets.
Castellanos Moya, 2002: Baile con serpientes. 2ª ed. México: TusQuets.
Castellanos Moya, Horacio, 2003: La diáspora. 2ª ed. San Salvador: Dirección de Publicaciones e Impresos, Colección Ficciones.
Castellanos Moya, Horacio, 2003: Donde no estén ustedes. México: TusQuets.
Castellanos Moya, Horacio, 2004: Insensatez. Madrid: TusQuets.
Colecciones de cuentos
Castellanos Moya, Horacio, 1981: ¿Qué signo es usted, niña Berta? Tegucigalpa: Editorial Guaymuras.
Castellanos Moya, Horacio, 1987: Perfil de prófugo. México: Claves Latinoamericanas.
Castellanos Moya, Horacio, 1993: El gran masturbador. San Salvador: Ediciones Arcoiris.
Castellanos Moya, Horacio, 1995: Con la congoja de la pasada tormenta. San Salvador: Ediciones Tendencias.
Castellanos Moya, Horacio, 2004: Indolencia. Guatemala: Ediciones del Pensativo.
Ensayos
Castellanos Moya, Horacio y Gabriela Yanes, 1985: Mirrors of War: literature and revolution in El Salvador. Transl. Keith Ellis. New York: Monthly Review.
Castellanos Moya, Horacio, 1993: Recuento de incertidumbres. Cultura y transición en El Salvador. San Salvador: Ediciones Tendencias.vuelve * Una versión anterior de esta entrevista fue publicada en primavera del 2006 con el título «Überlebenskraft ist ein “Guanako-Gen”» en la revista LiteraturNachrichten, Vol.23, Nr. 88, pp. 7-9.
*Dirección: Associate Professor Mary Addis*
*Realización: Cheryl Johnson*
*Modificado 04/10/06*
*© Istmo, 2006*