Alexandra Ortiz Wallner y Beatriz Cortez

 

Entrevista con Jorge Dalton

 

Director y productor de cine y video, El Salvador

herido_desombras@yahoo.es

 

Filmografía


Sobre Jorge Dalton

AOW y BC: En tus documentales, hay un interés en el talento artístico y en la producción artística que se lleva a cabo bajo circunstancias difíciles, a veces extremas. También hay mucho de tu sentido del humor. ¿Te parece que tu obra, en términos generales, a pesar de retratar a muchos otros talentos, tiene rasgos autobiográficos?

JD: He creado un estilo propio en que se mezclan diferentes maneras de decir las cosas. Nunca me crucé de brazos esperando que vinieran los grandes recursos. Mi fórmula es decir mucho con poco, es algo que aprendí de mis maestros en Cuba, país donde me formé y viví largos e intensos años.

Aprendí a trabajar con lo que había, aun continúo trabajando así. Por ejemplo, en El Salvador no existe el cine, pudiéramos hablar de un pasado con intentos significativos, pero esos intentos o esfuerzos, no llegan a conformar lo que pudiésemos denominar una cinematografía nacional, aunque Héctor Ismael Sermeño, se empeñe en demostrar en un fatal libro titulado La otra mirada, todo lo contrario.

Podemos hablar de antecedentes importantes como el que se dio durante la guerra, por mencionar el de mayor renombre internacional, donde el documental salvadoreño fue el género más destacado, valorado y premiado por la crítica especializada en reconocidos festivales de cine. No se puede contar la historia del cine latinoamericano, sin mencionar los documentales salvadoreños durante la guerra. Pero desgraciadamente ese movimiento documentalista se interrumpió con la llegada de los acuerdos de paz. Siempre he dicho que los acuerdos de paz acabaron con la guerra, pero también acabaron con el incipiente cine salvadoreño.

Unas de las razones que motivó su desaparición, fue el papel propagandístico que el cine jugaba en ese momento, sobre todo en el bando alzado en armas. Las verdaderas funciones del séptimo arte, habían quedado relegadas a un segundo plano. El cine salvadoreño durante la guerra, dependía de las decisiones de las comandancias generales de las organizaciones que conformaron el FMLN, los cineastas eran considerados combatientes y no cineastas, la cámara de cine era vista como una prolongación del fusil.

Una vez terminada las hostilidades, el cine, valorado incluso por Lenin, como el medio más eficaz y completo que existe, no les interesó para nada, lo echaron por la borda, como sucedió con muchos otros proyectos valiosos y espacios que el FMLN ya había conquistado con mucho sacrificio.

La poca visión de la dirigencia de izquierda, terminó por cederle todos los espacios a la derecha. Hoy en día, los salvadoreños hemos pagado muy caro la ineficiencia de la izquierda, que no cuenta con ningún espacio propio en los medios escritos y audiovisuales, porque no supo pelear por ellos. Ahora ya parece ser demasiado tarde.

La izquierda tradicional salvadoreña, le sigue apostando al viejo discurso proveniente de una maquinaria caduca, oxidada, desvencijada y corrupta que es hoy Fidel Castro, el cual se consume en una cama de hospital secreto en Cuba. Prefieren apostarle a eso que iniciar la construcción de una izquierda democrática, moderna, inteligente y abierta al mundo.  

Para seguir en lo que estábamos, los protagonistas de ese movimiento cinematográfico, no tuvieron más remedio que sobrevivir de otro modo, en la publicidad, en la televisión comercial, volverse comerciantes o dueños de restaurantes o simplemente, abandonaron el país como es el caso de Guillermo Escalón y Manuel Sorto.

Me atrevo a decir en otro aspecto, que El Salvador sigue siendo uno de los países en el mundo con menos tradición cinematográfica. Existe mucha ignorancia sobre el séptimo arte, más que en Haití, Santo Domingo o países africanos que cuentan con antecedentes cinematográficos mucho más sólidos. Por lo tanto, el cine salvadoreño habrá que inventarlo, ojalá se invente en este siglo.

Siempre fui muy irónico y directo, creo que fue una de las mejores herencias que me dejó Cuba y mi padre y eso está presente en todos mis trabajos. Por supuesto, muchas de las cosas que están en mi obra tienen que ver con personajes y situaciones que he ido descubriendo en mis largas caminatas por este mundo, porque soy un gran caminador y caminando he ido reuniendo esos personajes raros, que pareciera que sólo yo los veo.

Me considero afortunado por tener esa mirada privilegiada. Desde niño fui curioso, observador y metido en lo que no me importa, cuando descubrí el placer de mirar por un hueco, decidí hacerme cineasta.

Mis trabajos están poblados por personajes en su mayoría, urbanos, que transitan en una cuerda floja, entre la dicha y la tiniebla o entre la cumbre y el abismo, como mi padre, a quien no dejo de ver como un personaje lleno de vida, pero al mismo tiempo, trágico. Mis personajes en su mayoría son anónimos, como si estuvieran esperando que alguien los descubriera, son reales y aparecen según la disposición de esa mirada. El privilegio de la mirada ha sido imprescindible para construir mis documentales.

La pasión es algo que también está. No hago nada si no siento pasión por una historia. Es algo que adquirí también en Cuba, donde la cultura y el conocimiento se adquieren con pasión, tuve maestros apasionados por el cine pero que también poseían una formación sólida en las otras ramas del arte, eran grandes conocedores de las artes plásticas, el teatro, la música y la literatura.

 

Sobre regresarte a trabajar a El Salvador

AOW y BC: ¿Por qué? ¿Cuál fue tu motivación?

JD: No hubo ninguna motivación. Yo vine a El Salvador por un asunto puramente casual. Yo había salido de El Salvador con mi familia en el año 1965 con casi 4 años y antes de 1998, luego de salir de Cuba en 1993, yo vivía en México con mi esposa Susy. Primero en el Distrito Federal un aproximado de 3 años. Después de la devaluación nos fuimos a Cancún un año y por último, a Isla Mujeres, una pequeña isla de 8 km. cuadrados en el Caribe mexicano, donde había un gobernador que, por desgracia, también se llamaba Fidel.

En esa isla, nos habíamos apartado del mundo, no veíamos televisión, radio, ni periódicos. Tampoco había cine ni video, no sabíamos que era un celular, tarjetas de crédito y menos un carro y una computadora. Yo había decidido apartarme de todo lo que tuviese que ver con mi profesión y de muchas cosas agobiantes en esta vida. Durante dos años nadie sabía de nosotros, no pensamos en comprar ropa, ni nada, ya que con un short, un par de chancletas, una bicicleta, nuestra vida estaba resuelta en esa parte del planeta, con esa arena y ese mar azul cristalino.

Trabajábamos en un restaurante de comida cubana, a pocos metros del mar, yo era el barman y me había convertido en un especialista en la elaboración de tragos y cócteles. Mi esposa administraba y servía las mesas. Ana, la dueña, una bella gorda cubana, era la cocinera. A las 7 de la noche, comenzaba a sonar la música al compás de mi coctelería, a las 8 ya no cabía un alma, era un sitio de éxito donde yo atendía sin zapatos y sin camisa, esa era nuestra vida en esos momentos, condenados a una libertad absoluta.

Tan entretenidos estábamos que no me percaté que mis papeles se habían vencido y las autoridades mexicanas me echaron de México, quedándome varado en la frontera con Belice. Mi esposa por suerte, se había quedado del lado de México. Fue en ese instante cuando pensé que lo más cerca que me quedaba era El Salvador. Estaba equivocado pues mi travesía para llegar al Pulgarcito de América, duró más de 4 días.

El Salvador fue mi tabla de salvación pues yo no tenía pensado venir. Incluso, nunca utilicé el término “regreso” porque sentía que era un mundo que nada tenía que ver conmigo. Además, mi resentimiento por la muerte de mi padre y mi hermano mayor, me hacían pensar así en ese momento.

Yo vine con el objetivo de pedir la visa para regresarme a México lo más pronto posible pues Susy se había quedado ahí, pero mi hermano Juan José me fue convenciendo que estudiara la posibilidad de hacer algo en el país.

AOW y BC: Desde tu llegada a El Salvador has estado trabajando en la construcción de espacios para la producción y muestra de cine en el país, incluyendo el Festival Universitario de Cine Salvadoreño. ¿Podrías hablarnos de algunos de los proyectos que has llevado a cabo?

JD: No, nunca he tenido nada que ver con el Festival Universitario de Cine Salvadoreño.

En un principio, fui contratado por la Universidad Tecnológica, para hacerme cargo de una unidad de Audiovisuales y aunque fue por poco tiempo, me ayudó a ver el país. Susy llegó a los pocos meses. Inmediatamente me acerqué a CONCULTURA que en ese tiempo estaba de presidente Roberto Galicia, le quedaba poco en el cargo y le convencí de organizar la I Muestra de Cine Iberoamericano que fue todo un éxito pues pude traer 14 producciones iberoamericanas de largometraje que se exhibieron a teatro lleno, en un cine comercial (Los cines Beethoven).

Mi intención era ir creando interés en El Salvador por un cine con historias y similares situaciones a las nuestras. Recuerdo que le hicimos un homenaje al cineasta salvadoreño Baltazar Polío, fallecido hace bastantes años. Por primera vez el público salvadoreño pudo apreciar sus películas en una sala de cine. Yo me sentía en deuda con él. El fue el primer cineasta salvadoreño que conocí en Cuba en 1978 cuando yo apenas era un adolescente. La muerte de Baltazar fue una gran pérdida, era un tipo con talento que hubiese hecho mucho por el cine en el país.

El Centro Cultural de España organizó una muestra de mis trabajos cinematográficos y videográficos y comencé a sentir cierto compromiso con ese público que abarrotó la sala esas dos noches.

En el 2000 recibí una invitación para participar en el Festival Internacional de Biarritz, Francia con Herido de Sombras, un documental que hice en Cuba, con el que obtuve un premio Coral, pero del que logré hacer una mejor versión en El Salvador, con ayuda de David Pinto. Con Herido de Sombras gané en el 2000 el premio RAL (Red de Televisoras de América Latina) en Río de Janeiro y Punta del Este y entonces sentí que mi labor podría abrir algunas puertas para El Salvador en eventos internacionales en materia de cine y video. Para ese año ya me había comprometido en ofrecer dos talleres de capacitación, surgió la iniciativa del Primer Encuentro de Directores y Productores de Centroamérica en Granada, Nicaragua, no había manera de echarme para atrás y decidí permanecer en el país.

Comencé a pensar en serio en la producción independiente y ese mismo año produje con la Universidad Centroamericanas (UCA) un documental sobre la obra del destacado pintor salvadoreño César Menéndez con el que participé en varios festivales internacionales. Un año más tarde, produje otro documental Me Arte en la pared y así por el estilo, no he dejado de producir año tras año.

En 2003 tuve la iniciativa de crear con el auspicio de CONCULTURA el Certamen Nacional de Video y la Muestra Internacional de Video con el objetivo de ir creando las bases para el surgimiento de nuevas generaciones de videastas y cineastas salvadoreños. Este evento competitivo e inédito en el país, abrió una nueva puerta al audiovisual. Se presentaron 30 trabajos en concurso, de los cuales, 4 resultaron ganadores. Por primera vez 4 jóvenes eran premiados por obras producidas en El Salvador. Este año, en junio del 2006 hemos celebrado la segunda edición del Certamen superando en cantidad y calidad al primero.

Todo esto lo he hecho sin dejar de producir, creando en 2004 “With A Little Help from My Friends Producciones”, productora independiente, con la cual he producido entre 2004 y 2006 cinco documentales, entre ellos Cuando yo soñaba un mundo al revés, ganando mención especial del jurado en Cádiz, España y otro de largometraje titulado Entre los muertos, proyecto premiado por CINERGIA (Fondo para el fomento audiovisual para Centroamérica y Cuba) con sede en Costa Rica. Este documental ha sido seleccionado para la competencia oficial del Festival Internacional de Biarritz, Francia 2006. He escrito dos nuevos proyectos, uno de ficción y otro documental para 2007.

AOW y BC: Hacer cine en un país como El Salvador, que carece de la infraestructura necesaria y que no tiene un Instituto Nacional de Cine, es sumamente complicado. Sin embargo, has trabajado en varios proyectos, entre ellos, un documental sobre el artista salvadoreño Pedro Portillo, el documental Mearte en la pared, y Cuando yo soñaba el mundo al revés, con el que participaste en el Festival Internacional de Chicago, de Málaga, de Casa de América en Madrid y en el Festival de Cine de Cádiz, España. Nos has mencionado también que tenés varios proyectos en los que estás trabajando ahora, como un documental sobre el músico hondureño Guillermo Anderson. ¿Cómo has hecho posibles todos estos documentales? ¿De qué forma has logrado construir para tu obra un cierto espacio de independencia y de posibilidad de ser aquí en El Salvador?

JD: Los proyectos que mencionan ya están concluidos, a pesar de las dificultades, he logrado producirlos y colocarlos en eventos de prestigio, es una labor bastante compleja pero es muy importante llevar el producto nacional a estos eventos donde El Salvador ha estado ausente durante décadas.

Yo era más conocido internacionalmente por mis trabajos en Cuba y ahora colocar trabajos con temas de El Salvador, ha sido un reto para mí. En octubre de 2005 fui invitado a Casa de América de Madrid, a ofrecer una muestra de mis trabajos pero aproveché para incluir en el programa otros documentales y cortos salvadoreños de jóvenes realizadores. Salimos airosos pues el público asistió a la sala los tres días seguidos, interesándose en otros temas salvadoreños que no precisamente eran la guerra y las pandillas. Es una experiencia que me gustaría repetir en Los Ángeles, Washington o Canadá, lugares donde la comunidad salvadoreña es muy fuerte.

Este año mis películas han estado en Cartagena, Festival Latino de Chicago, ya están inscritas en el Festival de La Habana, Festival Internacional de Málaga, España, ÍCARO en Guatemala, y Cuando yo soñaba un mundo al revés inaugurará la Muestra de Cinema Abstracto en Roma, Italia en septiembre próximo.

Hace sólo 15 días he regresado de presentar en la sala Tower de la ciudad de Miami, mis dos últimos trabajos, entre ellos Entre los muertos, un tema muy salvadoreño. Me impactó la respuesta del público que reía a mares con situaciones muy propias de El Salvador.

Como pueden ver he recorrido un camino desde que me vi solo en la frontera con Belice. Yo soy muy insistente y como les decía al principio, no me siento a esperar por los grandes recursos, soy algo impaciente y prefiero morir en el intento que pasarme años y años hablando de una película que nunca hice ni haré. Algo muy marcado en el panorama cultural salvadoreño.

Desde que llegué aquí, me encontré con miles de proyectos y planes cinematográficos, “Universidades de cine”, “fundaciones”, “cinematecas”, en boca de varias gentes. Han pasado 8 años y aun esa gente sigue con los mismos proyectos o ya ni siquiera hablan de ellos, teniendo incluso mucho más recursos de los que yo pudiera tener.

Yo nunca he confiado en las personas que dicen tener un proyecto y lo divulgan en todas las esquinas, cuando ni siquiera lo han escrito. Me da vergüenza ver a otros que pasan 8 o más años con un proyecto documental obteniendo fondos e involucrando a todo un equipo de gente, al cabo de 10 años, te anuncian tranquilamente que el proyecto no se hizo, pues no obtuvieron los fondos suficientes, eso para mi es inconcebible e intolerable.

Siempre he tenido el temor de hablar de algo sin estar seguro que lo podré hacer y he notado con qué facilidad algunos hablan hasta en la prensa de proyectos monumentales a punto de realizarse, pero que nunca se concretan.

Eso ha sido muy dañino para la cultura salvadoreña, la falsa pretensión, uno de los símbolos más sobresalientes del subdesarrollo, algo muy ligado a la mediocridad. Y yo le tengo más miedo a la mediocridad que a la vejez.

En alguna medida, eso ha generado mucha desconfianza a la hora de plantear proyectos nacionales por la inconsistencia de los mismos y por la falsedad de quienes los impulsan. Ha sido uno de los grandes obstáculos para la producción nacional audiovisual.

Soy muy severo con las actitudes mediocres y más aun con los que desperdician su tiempo soñando con las alfombras rojas. Esa manera de pensar la adquirí con los músicos cubanos, más que con cineastas, yo me formé entre los músicos cubanos, que son gente muy rigurosa y exigente. No es necesario tener un armario lleno de sacos y corbatas de marca, para llegar ser un buen músico, me decía Ramón Valle uno de los pianistas más renombrados de Cuba. Nunca he podido olvidar la humildad de Gonzalito Ruvalcaba, caminando por las calles de su barrio en La Habana, un músico que está a la altura de Chick Corea, Charlie Haden o Michael Camilo.

En El Salvador, le he apostado a apoyar a los jóvenes e incentivarlos por medio de las iniciativas anteriormente planteadas. Los jóvenes son menos viciados, sin ataduras políticas, ese lastre que tanto daño hace. Mi equipo de trabajo lo he conformado con gente joven, alegre, disciplinada y con deseos de aprender, como el caso de David Gallardo, Francisco Morales y Carlos Funes, que fueron parte del equipo de producción de Entre los muertos. Yo no tengo nada que perder enseñando a esos jóvenes. Técnicamente me nutro de ellos pues tienen más facilidad para la tecnología. No se olviden que los niños y los jóvenes de hoy, serán los cineastas del mañana.

Preferí aparte de los “grandes cineastas salvadoreños” que sueñan con el Oscar, el Emmy o el Grammy, sueños que nada aportan y, más bien, se transforman en pesadillas. No me interesa ser el gran cineasta salvadoreño. Quiero ser un cineasta, simplemente, con eso tengo suficiente carga y responsabilidad, lo mismo aquí en Cuba o en Honduras. Por eso ahora estoy impulsando un proyecto con Guillermo Anderson, un excepcional músico hondureño, de la costa del Caribe. Yo me he enamorado de esa zona, de su música y de su gente, la cual considero mía. Tal vez me gusta más la idea de ser un cineasta centroamericano, me siento más cómodo así.

 

Sobre los documentales

AOW y BC: ¿Por qué hacer documentales? ¿Qué te atrae o vincula a este lenguaje cinematográfico en particular?

JD: El documental es un género muy propio del cine, nació con él. Las primeras vistas de los hermanos Lumiere, a finales del Siglo XIX, con las que se inició el cine, fueron los antecedentes del documental. Tomás Alva Edison, al filmar los acontecimientos de la Guerra Hispano-Cubana-Americana, sin plantearse una estructura, creó uno de los primeros proyectos documentales de la historia del cine. El documental ha sido un género muy atractivo y complejo dentro del cine y que la gran industria trato de marginar por muchos años, por el asunto del “Star System”.

En el documental todo el peso lo lleva el cineasta, no hay actrices ni galanes como en el cine de ficción, pero no por eso, deja de ser importante y trascendental y no por eso también, deja de ser costoso. Para que Oliver Stone hiciera JFK o Platoon, tuvo que haber tenido un conocimiento enorme de cómo hacer un documental, si no, hubiese sido imposible. Serguei Eisenstein, el gran maestro del montaje y del cine soviético, era a su vez un gran documentalista. El cine soviético y alemán están llenos de verdaderas obras maestras en cuanto a cine documental. El Neorrealismo italiano tiene mucha relación con este género, incluso el cine de Buñuel.

Orson Welles en el El ciudadano Kane, utiliza el lenguaje del documental para contar parte de su historia. Los más importantes directores latinoamericanos como Tomás Gutiérrez Alea, Miguel Litín, Fernando Birri, Jorge Sanjinés, Nelson Pereira dos Santos, Glauber Rocha, no hubiesen sido nada sin el documental.

Otros grandes cineastas como Néstor Almendros, Wim Wenders, Emir Costurica, han incursionado en el documental de manera exitosa y hay que ver los aportes del documental en el cine mexicano, como los aportes al cine mundial de la llamada Escuela de Cine Documental Cubano, escuela de donde yo procedo, teniendo de maestro a Santiago Álvarez, el padre del documental periodístico y hermanado con el holandés Joris Ivens, uno de los documentalistas más importantes del siglo XX.

Ahora bien, creando mi propio estilo, he roto con ese documental didáctico o tradicional. Soy un documentalista que jamás utiliza locutor o narración. Trato que la imagen o los protagonistas sean el hilo conductor. Aprovecho hasta los créditos para decir cosas.

Durante mi estancia en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba en 1987, pude encontrar el camino adecuado para romper con la manera tradicional de plantearse un documental. Mis compañeros de escuela hicieron lo mismo, creando proyectos novedosos y renovadores dentro del cine cubano. Creo que fuimos iniciadores y creadores de un nuevo estilo documentalista. Me siento afortunado de haber sido parte de esa nueva generación de documentalistas cubanos a finales de la década de los 80.

AOW y BC: ¿Es el documental una forma artística más democrática en cuanto a su relación con el espectador/el público?

JD: No entiendo bien su pregunta pero el documental es un género cinematográfico que debe concebirse con alto nivel artístico. Debes tener una sólida formación como cualquier cineasta. En Europa, por ejemplo, el público está educado y acostumbrado a consumir documentales, igualmente sucede en Cuba, Argentina, Brasil o en México, por ser países con gran tradición cinematográfica. Yo noto que en Centroamérica es un género que aun no logra entenderse. Hay dudas incluso si tiene relación con el cine, pero es producto de todo un desconocimiento por casi un siglo.

AOW y BC: Tu documental Cuando yo soñaba un mundo al revés recibió una mención honorífica en el Festival de Cine de Cádiz, de acuerdo con el jurado, “por su aportación experimental” y “por abrir nuevos caminos al lenguaje del cine documental”. ¿Te parece que has ido transformando tus proyectos documentales, así como también propuestas estéticas sobre el cine en general?

JD: Por supuesto, mi intención siempre ha sido precisamente abrir nuevos caminos al lenguaje. Mis trabajos tienen una estética que yo mismo he creado pero es el resultado también de muchas influencias. Me tomo el atrevimiento de utilizar varios géneros en uno como es el caso de Cuando yo soñaba un mundo al revés, donde empleo el lenguaje del cine mudo, el video clip, video art, animación con técnica McLaren y por ultimo el lenguaje propio del documental. Me tomo toda la libertad para crear ese caleidoscopio. Esa libertad de creación ha sido posible también a partir de que me he propuesto ser un hombre libre, algo que no me ha sido fácil, producto de las sociedades en que me ha tocado vivir.

AOW y BC: ¿Te parece que las limitaciones para un artista que produce cine en El Salvador te han llevado a experimentar con mayor profundidad con el cine artesanal?

JD: Yo no me considero un cineasta experimental. El primer trabajo experimental que he realizado es Cuando yo soñaba un mundo al revés. Siempre estoy en la búsqueda de nuevos lenguajes y estéticas, esté en el lugar donde esté. Hay que tener mucho cuidado con los términos artesanal, obstáculos o limitaciones, no son justificación para hacer malas obras. Estoy consciente que vivo y trabajo en un país sumamente pobre pero eso no quiere decir que nuestro cine tenga que ser mediocre. Debemos aspirar a concebir obras de calidad en contenido y forma, ya sea en cine, video o televisión.

Todos los días en nuestras salas de cine y la programación de cable pasan basuras con millonarios presupuestos. De qué te vale tener 7 millones de dólares si el resultado de tu película es indeseable. El reto es hacer mucho con poco, una fórmula compleja pero posible. Hay ejemplos recientes de cine en América Latina, producidos con muy bajo presupuesto y con tecnología barata como es el caso de Secuestro Express, La vendedora de rosas, La virgen de los sicarios o Amores Perros. Creando nuevos estilos y teniendo en cuenta nuestras limitaciones y necesidades, no estaría mal pensar en producir un cine similar a ese. Pero creo que aun queda un poco de camino por recorrer.

AOW y BC: ¿A qué estrategias debe recurrir un documentalista para poder trabajar en un lugar, un país, una región, que aun no cuenta con una política cultural consecuente para el apoyo de proyectos culturales?

JD: Mi estrategia ha sido producir y buscar un reconocimiento fuera del país. Gasto mejor mis energías en mostrar mi película en eventos y países donde mi obra será apreciada. Una vez cumplido este propósito, trato de mostrarla en el país. Hay que ir domado al toro para no sufrir más de la cuenta.

El estado no cuenta con una política cultural consecuente para el apoyo a la cultura. Pero también soy del criterio que los artistas debemos ser consecuentes primero con nuestra obra artística y tener claro nuestro papel en la sociedad, somos nosotros los que tenemos que forzar al estado a impulsar una diversidad de proyectos culturales.

Yo me he acercado al estado porque estoy convencido que el estado tiene la obligación de atenderme como ciudadano y como artista que quiere ofrecer su talento en aras del desarrollo cultural del país. Pero también tengo la obligación de demostrar por medio de un proyecto cultural que lo que estoy planteando es válido por su calidad y que se ajusta a las necesidades del país. Es en ese sentido es que he logrado impulsar con el auspicio de CONCULTURA varios proyectos. No puedo decir que estoy del todo conforme, pero algo se ha hecho y tengo la confianza de que lograremos llevar adelante otras iniciativas.

En el plano regional ha surgido CINERGIA, Fondo para el fomento audiovisual para Centroamérica y Cuba, con sede en Costa Rica. En estos momentos es la iniciativa más importante para apoyar proyectos audiovisuales en la región. CINERGIA a su vez constituye un buen punto de partida para que Centroamérica se convierta en una región generadora de proyectos audiovisuales de envergadura. Es algo que desde hace mucho tiempo estábamos necesitando. Nuestro deber como cineastas del Istmo, es apoyar esta iniciativa y no dejarla morir, siendo capaces de crear proyectos cinematográficos, videográficos y televisivos de alto nivel competitivo.

AOW y BC: ¿Por qué correr el riesgo? ¿Cuáles son los temas que mueven a Jorge Dalton el documentalista?

JD: Son muchos los temas que he descubierto aquí en El Salvador, es un país donde hay muchas historias por ser contadas. Uno de los temas que me impactó fue como los salvadoreños conviven con la muerte. De eso se trata Entre los muertos, documental de largometraje que terminé en febrero de este año.

 

Entre los muertos

AOW y BC: Tu documental Entre los Muertos ha sido seleccionado recientemente para competir por el premio Unión Latina en la categoría de mejor documental en el Festival Internacional de Cine de Biarritz, Francia. Entre los Muertos es una producción de 60 minutos filmada en video digital, que aborda el tema de la muerte y su cotidianidad desde la visión que tienen los salvadoreños de la muerte en el El Salvador de hoy. ¿Cuál fue la génesis, las motivaciones o preguntas que te llevaron al proyecto de Entre los Muertos?

JD: Tiene mucho que ver con eso de la mirada que les hablaba al principio. Mi película está realizada casi toda cámara en mano, dando la sensación de una cámara fisgona, que quiere mostrarle al espectador todo eso que fue apareciendo ante mis ojos. Para serles honesto, yo nunca tuve la intención de hacer una película sobre la muerte. Incluso tuve ganas de abandonar el proyecto varias veces.

Todo comenzó un día buscando a un carpintero por Antiguo Cuscatlán. Alguien me recomendó que en el cementerio había uno muy bueno, eso fue a mediados del 2002.

En un principio pensé que el carpintero podría ser el celador del cementerio pero cuando llegué ahí me encontré con toda una comunidad viviendo en el camposanto y, además, que existe desde mediados del siglo XX. Efectivamente, el carpintero llamado Wil tenía su taller ahí. Me llamó la atención que para ir al baño, debías pasar por encima de una tumba.

Así por el estilo, todos los pobladores han construido sus casas encima de las tumbas. Los niños juegan fútbol y celebran piñatas teniendo la muerte a pocos pasos. Es toda una convivencia con la muerte como nunca había visto. En ese cementerio han nacido varias generaciones, también hay perros y aves de corral. Comencé a visitar el cementerio de manera seguida con el objetivo de hacer un documental, pero a medida que fue pasando el tiempo fui descubriendo otros temas relacionados con la muerte en otras partes de El Salvador y decidí que la comunidad del cementerio de Antiguo Cuscatlán fuese sólo un capítulo de mi película.

AOW y BC: La presencia de una cultura de la violencia en El Salvador, pero también en el resto de los países centroamericanos, es palpable en las más diversas manifestaciones artísticas contemporáneas, desde las literaturas hasta las artes plásticas, los performances, el video-arte ¿Pensás en esta cultura de la muerte como un fenómeno propio de nuestra época? ¿Ves una estetización de la violencia?

JD: En mi caso particular no soy una persona que le guste mucho el juego y la estética de la muerte tan arraigada en países como México y Centroamérica. No me gusta el culto a la muerte, más bien estoy por el culto a la vida.

Yo no acostumbro a ir a velorios ni entierros ni veo esquelas. Lo primero que hacía mi abuela Carmen, al comenzar el día, aunque en el mundo hubiese estallado la peor de las guerras, era ver quién se había muerto. Yo vi a mi abuela enemistarse con amigas de años, por no haberla invitado a un velorio. Mi abuela disfrutaba en los velorios reencontrándose con viejas amistades, comiendo cuanta cosa hubiese y al llegar a casa decía muy satisfecha: “Este velorio sí estuvo bueno”.

Yo no me adapto a esa convivencia con la muerte, ya sea cultural o de índole social. Yo me formé en una cultura distinta. En el Caribe y, sobre todo en Cuba, la muerte se interpreta como algo definitivo. Como muchos cubanos, yo me acostumbré a pensar que con la muerte, se termina todo. Si te mueres te jodiste, no puedes ir a la playa, ir a bailar, ni hacer el amor, no puedes oír música ni ir al cine, se acabó todo. Más claro y directo no puede ser.

No hay vida después de la muerte y es por eso que los velorios cubanos son los más tétricos y lagrimosos que existen. A nadie se le ocurriría comer o cantar en un velorio en Cuba.

Es la primera vez que toco el tema de la muerte en mi trabajo y te puedo asegurar luego de haber filmado más de 20 horas de material, que lo peor que te puede suceder en esta vida, es morirte, estoy más convencido que antes.

La violencia en nuestro país tiene muchas vertientes y creo que no es un fenómeno reciente. Yo recuerdo que mi padre se vivía preguntando cómo era posible que en El Salvador, para matar a una persona, había que meterle 40 machetazos. Eso sucedía a diario en épocas pasadas, mucho antes de la guerra y sigue sucediendo en la actualidad. Les estoy hablando en los años 40, 50 y 60. Los sucesos del año 1932 te demuestran cuan violentos han sido los salvadoreños. 30,000 muertos en menos de una semana es una cifra demasiado elevada. Me parece que la violencia en este país es un fenómeno que tiene sus raíces muchos años atrás.

He llegado a la conclusión de que los salvadoreños son irresponsables no sólo socialmente, como dice el escritor Miguel Huezo Mixco, son también irresponsables con la vida porque hay un pensamiento muy arraigado de que morirte puede no ser tan malo. Es por eso que la gente maneja en un estado de inconciencia, arrasando con todo a su paso. Las muertes por accidentes son alarmantes. Es muy común ver un bus cargado de gente irse por un barranco y morirse en el instante por la irresponsabilidad del chofer, 40 o 30 personas, y siempre hay alguien que dice: “Pasaron a mejor vida”. Yo no puedo concebir ni tolerar eso, no me hace ninguna gracia.

Si la gente tuviese la conciencia de cuán valiosa es la vida, las muertes por violencia fueran mucho menores. También me pregunto qué papel juegan las iglesias por evitar esta carnicería humana. He visto que entre más iglesias surgen en el país, los índices de violencia van en aumento. Hemos llegado a la cifra espeluznante de 3,000 muertos al año por hechos de violencia. ¿Dónde están las campañas que el Ministerio de Educación debe implementar en las escuelas para cambiar esta mentalidad criminal? Esto se viene a unir a la ineficiencia de las autoridades por terminar con este fenómeno que ha convertido a El Salvador en uno de los sitios más inseguros del planeta.

Es grotesco y aberrante que se haya creado una manera y un estilo de matar muy propio. Aquí se mata con saña y existe hasta placer por matar, descuartizar y desollar. El asesinato de niños producto de venganzas y rencillas familiares, no tiene parangón en la historia.

Acabar con la vida de otro, es la vía que muchos salvadoreños utilizan para resolver sus problemas. La violencia en este país es un asunto generalizado y no es sólo patrimonio de los pobres. La violencia ha penetrado y envenenado a todas las esferas de la sociedad.

AOW y BC: Jorge, ¡muchas gracias por esta entrevista!


Filmografía de Jorge Dalton

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Documentales

1994: El General Edisón. Documental en video. 15 min. Betacam SP. Canal 4 Televisa/Universidad de Guadalajara.

1994: Cada quién su lucha. Documental en video. 15 min. Betacam SP. Canal 4 Televisa/Universidad de Guadalajara.

1994-1999: Herido de Sombras. Documental en video. 27 min. Betacam SP. Taller de los Inundados Cuba/Universidad de Guadalajara/Valle Films.

2001: César Menéndez, el cazador de fantasías. Documental en video. 27min. Betacam SP. Taller de los Inundados/Audiovisuales UCA/Valle Films.

2003: Me Arte en la pared. Documental. 10 min. Betacam SP. With A Little Help from My Friends Producciones.

2003: Y si vivo cien años, cien años pienso en ti. Documental en video. 10 min. Betacam SP. Taller de los inundados Cuba/With A Little Help from My Friends Producciones.

2003: Coopere con el artista cubano. Documental en video. 30 min. Betacam SP. Taller de los Inundados/With A Little Help from My Friends Producciones.

2004: Cuando yo soñaba un mundo al revés. Documental. 25 min. 35mm, 16mm y video Betacam SP. With A Little Help from My Friends Producciones.

2004: Te estoy cazando. Documental. 5 min. With A Little Help from My Friends Producciones.

2005: Paraísos perdidos. Documental. Video. 30 min. DVCAM. Patricia López y Pedro Portillo Producciones.

2006: Entre los muertos. Documental. 60 min. DVCAM. Producciones Raíces SL Málaga, España/Jorge Dalton El Salvador.

 

Televisión

1987: Memoria. Serie documental de 20 capítulos de 27 min c/u producido por la Televisión Cubana.

1990-1992: A Capella GD. Programa musical habitual de 27 min c/u producido por la Televisión Cubana.

1994-1995: En Guadalajara fue. Serie para la televisión 10 capítulos producida por Berta Navarro/Canal 4 Televisa/Universidad de Guadalajara.

1999: Reflexiones. Programa de opinión producido por Universidad Tecnológica/Canal 21 El Salvador.

 

Especiales

1990: Carlos Varela en Vivo en el teatro Karl Marx de La Habana. Programa de una hora. Betacam SP. Producido por Canal 6 TV Cubana/Taller de los Inundados, Cuba.

1991: Homenaje a los grandes músicos cubanos. Programa de una hora. Betacam SP. Producido por Canal 6 TV Cubana/Taller de los Inundados, Cuba.

1992: Los cuentos del tío Laco. Programa de una hora. Betacam SP. Taller de los Inundados, Cuba.

1999: Free Jazz Festival. Programa de una hora. Betacam SP. Producción El Salvador-Costa Rica.

 

Video Clip

1991: El enigma del árbol. Carlos Varela. 16mm. Betacam SP. Taller de los Inundados Cuba.

1991: Ahora que los mapas están cambiando de color. Carlos Varela. Betacam SP. Taller de los Inundados, Cuba.

1992: La resurrección. Silvio Rodríguez. 16mm-Betacam SP. Taller de los Inundados, Cuba.

1992: La danza de los milagros. Fernando Acosta. Betacam SP. Taller de los Inundados-PN Record, Cuba.

1996: La jinetera. Co-dirección con Ernesto Fundora /Willy Chirino. 16mm-Betacam SP. Sony Music, México.

1996: Novus Aer. Novus Aer. Betacam SP. Universidad de Guadalajara.

1999: Ruinas sofocadas. La Pepa. Betacam SP. El Salvador.

2004: Foto de familia. Carlos Varela/With A Little Help from My Friends Producciones. El Salvador.

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