Escritora panameña
Pituka Ortega (Panamá, 1960)1 se inició en el cine a través de su afición por narrar historias. Durante el periodo en el que dirigió la desaparecida revista Década (1989-1994) fungió asimismo como articulista y escritora de cuentos. “Siempre quise hacer cine. Antes de entender que la literatura es la literatura y el cine es el cine y aun cuando adaptes, la literatura termina siendo superior. Siempre que escribí cuentos, escribí pensando que las cosas que yo escribía serían películas”.
Como una gran parte de las personas que pretenden hacer cine y documental, Pituka comenzó por la publicidad. Trabajando en la preproducción, donde obviamente se ubica el guión, esta panameña formada en Inmaculata College (Florida, USA, 1982), en Historia y Ciencias Políticas, trabajó entre 1983 y 1984 en reproducción publicitaria, y entre 1989 y 1994 como editora, escritora y directora de revistas.
Entrar a formar parte del Centro de Imagen y Sonido (CIMAS, Panamá) junto con Edgar Soberón Torchía y Enrique Castro, abre nuevas posibilidades que la llevan en 1994 a tomar un taller para escritura de guiones en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños (Cuba) con el escritor Gabriel García Márquez. “Fue muy duro porque tuve que dejar a mi familia y a mis hijos, pero yo no estaba yendo por capricho, si no porque yo quería saber si realmente ese era mi destino y saber si yo tenía madera para eso y en ese taller en el que García Márquez fue muy duro conmigo me di cuenta que sí, que este era mi camino. De ahí en adelante he estado trabajando en eso”.
Como parte de la estrategia de CIMAS y para lograr la aceptación y compresión de su proyecto —trabajar desde la sociedad civil la imagen de la autorepresentación—, se plantea India Dormida (1994), documental con elementos de ficción en el que Pituka es coproductora y coguionista junto con Edgar Soberón. Este corto sería, luego de su estreno, galardonado con el Premio Nacional de Video-Documental por el Instituto Nacional de Cultura. En él se plantea la dificultad que enfrentan todas aquellas personas que en Panamá tienen como meta de vida desarrollarse en las tareas del arte, sobre todo, del arte cinematográfico.
Códigos de Silencio (1995) es el resultado de una necesidad de abordar el escabroso tema de la libertad de expresión. Como guionista y coproductora de este documental, Pituka demuestra su compromiso exento de demagogia con los problemas sociales de su tiempo. Su admiración por la pintora y escultora panameña Isabel de Obaldía, la llevan a experimentar el documental-semblanza sobre la artista. En Isabel de Obaldía (1996), provista de una cámara casera de video, sigue con paciencia el trabajo creativo de la pintora, penetra en su vida hogareña, logra hacerla hablar para la cámara venciendo la habitual parquedad de la escultora y logra valiosos testimonios de quienes conviven en su mundo particular, para entregar un documento que provoca empatía en el público, con relación al trabajo de la artista. Este documental fue seleccionado entre 15 finalistas de diversos países de América Latina y presentado con éxito en el Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana ese mismo año.
Entre 1997 y 1998 Pituka dirige, escribe y produce El Mandado (corto, 16 mm). Cuenta con el apoyo de profesionales del cine, actores y actrices con experiencia y sin ella. En 20 minutos, El Mandado describe el drama de una niña que es constantemente abusada por un vecino. La familia, ubicada en las clases económicamente favorecidas, acosada por los problemas típicos de una sociedad en transición, ignora los estragos que estos cambios provocan en su parte más débil. El guión contiene más de lo que se puede decir en 20 minutos, a pesar de ello y con poco presupuesto, el trabajo logra salvar escollos y salir bien librado de estas limitaciones. “Yo siento que me di cuenta allí lo difícil que es traer algo del papel a la realización. Yo pensaba que lo tenía muy claro. Pero cuando uno esta dirigiendo, se da cuenta de cosas y por eso soy ahora menos dura cuando veo películas de otras personas, porque es muy fácil estarte preocupando por otra cosa y perder tal vez el enfoque de lo que es la historia y lo que es la actuación de las personas. La historia y convencer de lo que se está contando”.
En El Mandando hay una manera de mirar la ciudad, de reconocerla, no exenta de ternura; hay una forma de pintar los personajes, entre irónica para algunos, poética para otros, que no deja de remitirnos a sus orígenes como cuentista. Cuidada fotografía y no menos impecable edición en la mano de su incondicional amigo el cubano Nelson Rodríguez, El Mandado no tiene nada que pedir siendo como se trata de un filme primerizo. El Mandado ha sido exhibida también el Festival de Cine de La Habana, en muestras de cine latinoamericano en Estados Unidos, concretamente en el Women in the Director´s Chair Film Festival de Chicago (USA) y el Chicago Latino Film Festival; en el Women in Cinema Film Festival de Seattle (Washington, USA); en el Festival de Cine Latinoamericano de Madrid (España) y en el Festival de Cine de Cartagena (Colombia). Asimismo fue visto en el Festival de cine y video centroamericano y en el encuentro de Mujeres en las Artes (Honduras, 1999), realizado por una organización de ese país que trabaja por la visibilización de las realizaciones artísticas de las mujeres latinoamericanas. En todas sus presentaciones contó con comentarios favorables por parte de la prensa. Terminarlo no fue fácil, pues como Pituka Ortega misma cuenta, lograr credibilidad y apoyo cuando el proyecto parte de una mujer, joven y con escasos años de carrera en el oficio, le llevó una cuota de esfuerzo que los compañeros del otro sexo no hubieran requerido. A menudo, las cosas no le han sido fáciles en este sentido. “No puedo evitar pensar que es porque soy mujer. Es más, me pasa muchas veces si yo estoy trabajando con un hombre como director de fotografía, inmediatamente le ponen más caso a él. Cuando uno está hablando tienden a mirarlo a él. Después de un rato se dan cuenta que no es así. Pero, en un principio, la gente aquí, el hombre, tiende a ignorar a una mujer que está en una posición de mando”.
El filme es utilizado por distintas organizaciones e instituciones en capacitaciones y grupos de reflexión que tratan el abuso infantil en diversas comunidades. Nuevamente Pituka demuestra su compromiso personal con los problemas sociales para los que el cine y el video son una herramienta indispensable. El corazón de las mujeres de piedra (corto, video documental, 1998) cuenta la labor de asistencia legal que realiza una organización no gubernamental a mujeres en situación de discriminación o abuso. El documental, solicitado expresamente a Pituka por una organización que trabaja con mujeres, es escrito, dirigido y producido por ella. Sin exageraciones ni exceso de dramatismo, Pituka logra un documento fílmico capaz de sensibilizar sobre un problema que durante mucho tiempo formó parte de los tabúes y las cosas “que no se hablan en la calle” y acercarse así al compromiso y solidaridad entre las mujeres. Ya con El Mandado, Pituka había perdido el temor a abrir estas cajas de pandora y este video muestra soltura para contar con respeto los problemas que es menester mirar de frente para no perder su perspectiva.
El Canal de Panamá: la octava maravilla del mundo (producción para televisión por cable, 1998), una producción de Discovery Channel, cuenta con Pituka Ortega para coordinar la producción ejecutiva. La empresa, que trabaja sobre aspectos destacables y particularidades de países y culturas y que es vista por millones de personas a lo largo del mundo, solo contrata profesionales para estos trabajos de coordinación local. El trabajo trata de contar, con imágenes actuales y de archivo, la magna tarea que constituyó la construcción del Canal de Panamá, y la importancia que este ha tenido para el comercio mundial y para la formación histórico-cultural del país. “La capacidad de difundir el trabajo en el mundo global es infinita. Y veo que de aquí a 20 años va a haber una mejoría en la calidad del trabajo que se haga, porque no es necesario estudiar cine si tú eres una persona rigurosa, que se exige mucho a sí misma, que siempre estás buscando y tratando de mejorarte a tí mismo”.
Pituka Ortega ha terminado de filmar y editar su cortometraje de ficción Sacrifictum (video digital, 35 mm). La experiencia del El Mandado ha dado a Pituka las claves para contar lo estrictamente posible sin obviar lo poderosamente esencial de la historia. Filmada en su mayoría en el Centro Femenino de Resocialización (que es como se llaman ahora las cárceles de mujeres) trabaja el tema de los celos en la pareja y la solidaridad entre mujeres. Tomando como pretexto la historia de una pianista maltratada por un marido celoso en medio de una relación de amistad entre ésta y su alumna más aventajada, Pituka introduce los testimonios de dos mujeres “reales” de las cientos que conviven en este Centro. La fuerza avasalladora de estos testimonios, en los que la actriz principal también participa, ponen al espectador en una situación dilemática. No es posible levantar un juicio. Nuestros propios valores se someten al careo estricto que la realidad impone. Nos grita y nos recuerda que en las cosas humanas no hay negro y blanco. Los matices y las sombras piden un lugar en el recuento. Los villanos no entienden su villanía, las heroínas no quieren serlo. Pituka nuevamente es guionista, directora y productora ejecutiva de la totalidad del filme, terminado en 35 mm. “Sacrifictum es mucho más enfocado. Estoy más preocupada en la historia y cómo contarla, que es lo que yo he estado aprendiendo. A no preocuparme tanto de las otras cosas y a centrarme en la historia.” Este filme ha sido presentado en el Festival de Cine Latinoamericano de La Habana en su versión de 1999 y ha quedado entre los tres mejores cortos del Festival.
vuelve * Poetisa, narradora, actriz y trabajadora social. Nace en Panamá en 1957. Inicia su carrera literaria con el Primer Premio de los Juegos Florares del Colegio Nuestra Señora de Bethlehem con el poema “Dónde se busca la Patria”. En 1979 gana el Primer Premio del Concurso Literario Obrero patrocinado por el IPEL con el trabajo titulado “Y digo que amanece”. En 1994 alcanza el máximo galardón literario de Panamá, con los libros Agonía de la Reina e Inauguración de la fe. Entre sus publicaciones se encuentran: Confieso estas ternuras y estas rabias (1983), Cuentos rotos (1991) y El cuarto Edén(1995). Este artículo forma parte de un trabajo aún inédito titulado Artistas panameñas del Centenario.
vuelve 1. “Los puños de una nación” (2005), el más reciente trabajo de Pituka Ortega ha sido galardonado como Mejor documental en el Festival Iberoamericano de Cinema y Video CINESUL (2006). El documental propone un paralelismo entre la vida del boxeador Roberto “Mano de Piedra” Durán y la historia política de Panamá.
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