Franz Galich

 

Notas para una posible teoría de la novela en Centro América

Universidad Politécnica, Nicaragua

fgalich@yahoo.es

 

Bibliografía


1. Reflexionar y hacer propuestas sobre el tema, puede parecer pretencioso. Puede pensarse como un intento aislacionista y reduccionista geográfica, histórica, cultural y literariamente hablando; excesivamente fundamentalista. Sin embargo, me parece que la novela en Centroamérica ha alcanzado un nivel de calidad tal que bien merece la pena y esfuerzo de estudiarla desde sus orígenes hasta ulteriores desarrollos.

2. Cada día son más evidentes las regionalizaciones a que está siendo sometido el planeta y sus habitantes: Norte-Sur, Unión Europea; Sudeste asiático, Oriente Medio, etc. Obviamente, estas recomposiciones tienen fines y componentes más económicos y políticos que culturales. Ahora bien, se dice que para poder sobrevivir a la ola global, sólo se logrará estando unidos y regionalizados: TLC, CAFTA, MERCOSUR, etc. Por supuesto que este re-ordenamiento del mundo está dirigido por los grandes capitales de los países que se alzaron con el triunfo en la contienda con el comunismo soviético. A la cabeza de estas naciones se encuentra Estados Unidos, con todas sus glorias y miserias. ¿Por qué, entonces, no contraponer a esta tendencia hegemónica, una contra parte cultural?

3. No olvidar que, por lo menos, durante unos trescientos años anteriores a la Conquista de América, en la región que continuamos llamando Mesoamérica, dio inicio un proceso, un tanto desigual, en lo político, cultural, económico y lingüístico conocido como aztequización o nahuatlización. Algo parecido a la helenización, a la latinización, la arabización, etc., movimientos que dejaron su impronta en la cultura occidental. Entonces ¿por qué no poder hablar en términos semejantes para la región mesoamericana y centroamericana? Aunque acá se hable de Centroamérica únicamente, dado que los procesos culturales con México se fueron diferenciando paulatinamente por diferentes causas.

Este proceso se desarrolló en formas sucesivas creando centros culturales hegemónicos, los cuales fueron aprovechados después por los españoles conquistadores. Como consecuencia hubo zonas periféricas que si bien no alcanzaron el desarrollo material de los centros, sí lo tuvieron en lo cultural. Muestra de ello es, sobre todo, la escultura y la cerámica, noasíla escritura, que como es bien sabido, no alcanzó el desarrollo alfabético.

4. Sorprendente resulta que en la zona que hoy es Centroamérica, concretamente en la Guatemala actual, de alguna manera periferia del centro hegemónico azteca, se haya creado una cantidad de obras que deben ser consideradas como fundacionales. Me refiero al Popol Vuh, los Anales de los cakchidqueles o Memorial de Tecpán Atitlán, o a los Anales de los Xahil de los indios Cakchiqueles, amén del Rabinal Achí, la única obra de teatro precolombino que se conserva completa.

Por otro lado, tenemos la curiosa obra de teatro (comedia bailete) El Güegüense, producida en la actual Nicaragua, muy probablemente en el siglo XVII, considerada la primera de una posterior producción mestiza, también de carácter anónimo, como las anteriormente mencionadas, con un fuerte sustrato nahua.

5. No es, pues, remoto, que se pueda demostrar –como lo intentaré aquí– que estas obras son la célula o el gen que posteriormente originó buena parte de la narrativa centroamericana y mesoamericana. Es más, la más auténtica y valiosa producción narrativa, hunde sus raíces en la producción precolonial.

6. Señalar autores modernos que han utilizado intertextualmente estas obras no es tarea complicada. Demostrar que los textos canónicos al ser invisibilizados por los poetas que los habían memorizado y que en un momento dado, y por razones que no conocemos bien aún, decidieron “mostrarlos” a los cronistas, ora españoles o de otras nacionalidades, y que de los destinos de los textos, que como sabemos casi todos fueron publicados en el extranjero, en lenguas casi siempre desconocidas por los criollos y mestizos, lograron filtrarse al imaginario popular, primero, y después al de los escritores que los utilizarían en muchas de sus obras, consciente o inconscientemente.

7. Al proponer esta teoría, no pretendo invalidar, mucho menos obviar el otro proceso que también siguió la novela en Centroamérica, similar al de la América Latina, es decir, sus raíces europeas. Por ello propongo que el origen de la novela en Centro América, debe verse en una doble vía, la indígena, que aportó textos de talla universal, sobre todo el Popol Vuh, comparable con La Ilíada, o con poemas como Gilgamesh, y epopeya como el Panchatantra, y la europea, como ya se ha dicho. Que esta origen fue trasladado de manera oral al inconsciente colectivo y posteriormente afloró en los textos novelísticos a partir del siglo XIX.

8. La manera como puede trazarse el camino señalado anteriormente es utilizando la comparatística ya que este método nos permite movernos diacrónica y sincrónicamente a través de los textos antiguos y los modernos. Pero, ojo, no pretendemos creer, mucho menos demostrar, la superioridad de una literatura (la europea, en este caso) sobre otra, la centroamericana. Tampoco a la inversa. Simplemente lo pensamos “como un diálogo transcultural, calcado en la aceptación de las diferencias”, tal como lo expone Eduardo F. Coutinho (1996: 67-73). Todo ello con el fin de señalar nuestra particular diferencia inserta en la universalidad.

9. Posiblemente sea Bajtín (1895-1975) el teórico moderno que más y mejor se ha ocupado de establecer los problemas de los orígenes de la novela en Europa. Sus teorías son de mucha utilidad a nuestras ideas respecto al origen de la novela en Centroamérica. Bajtin menciona los estudios existentes sobre los orígenes y problemas de la novela europea. De más está señalar el carácter eurocentrista de la teoría, además de que históricamente es correcta. Es decir la novela, estrictamente como tal, es una creación occidental. En la América pre-colonial sólo cabría hablar de elementos novelescos (como se señalarán después), pero que pasaron por la vía del inconsciente al imaginario centroamericano. Para Bajtin, los orígenes de la novela son anteriores a la escritura:

Estas variadas formas prepararon la novela mucho antes de su aparición. La palabra novelística tuvo una larga prehistoria que se remonta a lo profundo de los siglos y mileños. Ella se formó y maduró en los aún poco estudiados géneros familiares de la lengua conversacional popular, y también en algunos géneros literarios y folklóricos y menores. En el proceso de su seguimiento y desarrollo primitivo, la palabra novelística reflejó la antigua lucha de las tribus, pueblos, culturas y lenguas, estaba llena de ecos de esa lucha. (Bajtin, 1986: 480)

Debe advertirse que este es un trabajo que Bajtin publicó en 1940. Esto nos señala que, mientras el teórico ruso trabajaba intensamente tratando de explicar el surgimiento de la novela, en América Latina se pugnaba por apropiarse de una voz propia.

10. En Centroamérica sucedía algo parecido aunque con los retrasos de siempre, “los anacronismos” como le llama Fernando Morán, citado por Ramón Luis Acevedo, (Acevedo, 1982: 5). En la “Introducción” a su imprescindible libro La novela centroamericana, desde El Popol Vuh hasta los umbrales de la novela actual, señala que:

La escasa atención crítica que ha recibido la literatura centroamericana en general no se puede justificar como resultado de su supuesta falta de valor literario. Se debe simplemente al desconocimiento […] y la exigüidad de la crítica seria y metódica. Los críticos literarios también son escritores y, en la medida que lo son, se ven afectados adversamente por todos los factores que ya hemos señalado. (Acevedo, 1982: 13)

De modo que si la novela estaba luchando por posesionarse de una voz propia, no se podía esperar que existiera una crítica “seria y metódica”. Sin embargo ya existían algunos autores que estaban o habían trabajado en el terreno de la exégesis de los textos precolombinos tal los casos del Dr. Carl Sherzer, quien visitó Guatemala en 1854, el abate Brasser de Bourbourg, Juan y Francisco Navarrete, el Dr. Daniel G. Brinton, el licenciado José Antonio Villacorta, Adrían Recinos y más recientemente Adrían Chavez, el primer traductor indígena., fundador de la Academia de la Lengua Maya y otros jóvenes investigadores mayas. Ellos abarcan un siglo y medio de estudios y publicaciones. Pero casi todos se centran más que todo en las visiones antropológicas, etnológicas e históricas, excepto “la traducción de Edmonson, (que) es una contribución especial por captar el estilo literario del libro” (Carmack, 1983: V, citado por Zavala/Araya, 2002: 79 ss.).

Por ello resultan interesantes las palabras de Bajtin en su ensayo, “De la prehistoria de la palabra de la novela”:

El Clasicismo de los siglos XVII y XVIII no reconocía a la novela como genéro poético independiente y lo refería a géneros mixtos […] En la segunda mitad del siglo XIX comienza a existir un aguzado interés por la teoría de la novela como el principal género europeo.

Pero el estudio se concreta casi exclusivamente en las cuestiones de la composición y la temática, las cuestiones de la estilística se tocaban sólo de pasada y se trataban de una manera totalmente carente de principios. (Bajtín, 1986: 469)

11. Mientras esto sucedía en Europa, América Latina iniciaba su vida “independiente” y en Centro América las cosas se complicaban más por las luchas internas y el divisionismo. Los textos indígenas habían sido destruidos unos, puesto al resguardo –los menos–, por sus productores y guardadores. Investigadores, viajeros y diplomáticos empezaron a conocer y dar a conocer –en sus países e idiomas–, gracias a alguna simpatía que los productores de aquellos textos desarrollaron hacia estos científicos. Es posible que lo hayan hecho como una forma de insurgencia cultural tendiente a la resistencia, dentro del marco de la “independencia”. En esta acción hay que ver una clara toma de conciencia del yo y la alteridad del español de quien siempre se desconfió; tres siglos de colonato expoliador lo justificaba.

12. En este momento, cuando los criollos hacen su aparición y de algún modo empieza a haber un trato menos desigual, es que se empiezan a “filtrar” las historias intertextualizadas verbalmente, de los naturales. Indudablemente, la riqueza imaginativa de los narradores orales tuvo casi el mismo efecto que entre los españoles ante el descubrimiento de América. A esto, a ese asombro por la realidad nueva es lo que Alejo Carpentier llamó lo real maravilloso, superando así, el mundo de encantamientos de las novelas de caballería. Mientras que para los indígenas lo real era mágico. De ahí el realismo mágico. Dos formas totalmente diferentes de ver –y concebir el mundo (En otro trabajo estableceré las diferencias entre ambas categorías).

13. El fenómeno de la colonia trajo consigo, también, la novela española, primero, y francesa e inglesa después, y, como gran influencia final, antes de la gran eclosión, de la novela estadounidense.

14. Los primeros intentos, novelísticos en Centroamérica se dieron en … Bogotá. Se debieron a la pluma de Antonio José de Irisarri (1786-1868), quien escribió el Cristiano Errante, publicada por entregas en Bogotá, entre el 8 de Agosto de 1846 y el 6 de marzo de 1847. Su otra obra, más novelesca, según Seymour Menton es Historia del perínclitoEpaminondas del Cauca, publicada en 1863. Sin embargo, para el crítico norteamericano estas no son novelas. Son intentos, sobre todo la segunda, precursora –siempre según Menton–, de la novela romántica, anterior a María del colombiano Jorge Isaac. (Albizurez Palma/Barrios y Barrios, 1982: 222)

15. Es necesario destacar e insistir sobre el carácter periférico de Centroamérica respecto del México colonial (y pre-hispánico), entre El Periquillo Sarniento (1816) de Lizardi y las novelas de Irisarri, distan 47 años. ¡Casi medio siglo! Tampoco debe pasarse por alto la industria editorial, que en Centroamérica era incipiente. Además, el carácter trotamundesco y político polémico del “Guatemalteco de América”, como le han llamado a Irisarri.

16. Es hasta con José Milla y Vidaurre –Pepe Milla–, (1822 -1882) que se va a lograr lo que podríamos llamar el desarrollo pleno de la novela, –histórica-, para ser más exacto en el Istmo.

17. Es, pues, notoria la asimetría del desarrollo de la novela en Centroamérica, no sólo entre Europa e Hispanoamérica, sino dentro de ésta y Centroamérica y para mayor precisión entre México (y Colombia posiblemente) y el Istmo. Asimetría que se mantendrá, de manera casi constante, hasta la década del 60, con la notable excepción Asturias.

18. Ahora, la pregunta es: ¿fue así, realmente? ¡Claro que no! En la región ya existían otros notables novelistas (rescatados posteriormente por otros estudios), los cuales habrá que sistematizar. Por ejemplo, en Nicaragua, en 1878, por entregas, en El diario El termómetro entre el 15 de febrero y el 15 de junio José Dolores Gámez, publicó una novelita Amor yConstancia rescatada por el investigador Franco Cerutti y publicada en 1997 por Jorge Eduardo Arellano. Debe, insisto, investigarse más a fondo la producción novelística en el resto de países centroamericanos, como El Salvador, Honduras y Costa Rica. Los casos de Panamá y Belice son diferentes dado que sus independencias se gestaron hasta en el siglo XX .

19. Sin embargo, la critica corría una suerte distinta. En el terreno de la crítica la situación ha sido muy diferente. Según Roberto Fernández Retamar “la Teoría Literaria es de aparición tardía […]” y su primer ejemplo se debe, por cierto, a un autor extranjero, el norteamericano Alfredo Coester: Literary History of Spanish America (Nueva York 1916; traducción al español de Rómulo Tovar, Madrid 1929).

Parece que el primer intento orgánico de teoría literaria en nuestras tierras es el folleto del costarricense Roberto Brenes Mesén: Las categorías literarias (San José, Costa Rica, 1923). Al final de cuyas ochenta y siete páginas se lee:

Capítulo Primero de una obra de mayor consideración; se edita por separado para servir a un propósito literario del autor. Los otros capítulos, que sepamos, no vieron nunca la luz. (Fernández Retamar, 1984: 35)

En 1944, Alfonso Reyes hizo otro intento importante pero también quedó inconcluso. Me refiero al Deslinde: Prolegómenos a la teoría literaria. En 1945, el cubano José Antonio Portuondo dio a conocer en México su Concepto de poesía la tesis que defendió cuatro años antes y en la que se leía como subtítulo: Introducción a lateoría de la literatura.

20. Casi todos los textos que se han ocupado de examinar el fenómeno literario en la América Latina inician sus exámenes a partir del descubrimiento. Nadie se ocupa, hasta donde yo sé, del estudio literario de los textos precolombinos, salvo la ya señalada del Edmonton (que) “es una contribución especial por captar el estilo literario del Popol Vuh”. Los que lo ha hecho han sido antropólogos, historiadores y etnólogos: Villacorta y Recinos, entre otros.

Sin embargo, y no sin cierta timidez, los estudios de la literatura centroamericana ya han comenzado a meterle el diente a tan arduo problema. Albizurez Palma, Acevedo, Magda Zavala y Seidy Araya, Arias y Liano, entre otros pocos, aunque ellas lo han realizado con mucha mayor propiedad. Debe mencionarse, sin embargo, las diferentes contribuciones que se han venido realizando por los estudiosos de las diferentes etnias indígenas, sobre todo en Guatemala. (cf. Varios, 1999: Literatura indígena de América, Primer Congreso, Asociación cultural B´eyb´al, Guatemala)

21. De manera que la dinámica literaria realizada entre, por lo menos unos quinientos años antes del descubrimiento (si no es que mucho antes, como veremos detalladamente adelante), se podría resumir así: primero, un florecimiento antes de la llegada de los españoles (que bien podría llamarse la Edad Heroica), que se encuentran patentizado en las obras que poseemos en la actualidad;; segundo, un período de destrucción y oscurantismo en el que estos textos fueron soterrados (muy probablemente en el momento de las luchas intestinas y la conquista), una tercera etapa de resurgimiento (probablemente inmediatamente después de la “independencia”), para alcanzar, en una cuarta etapa, la síntesis; es decir, el mestizaje, y una quinta que puede ser tipificada como de madurez. Debe hacerse, sí, la aclaración que posteriormente, después de la firma de Los acuerdos paz en Guatemala, ha habido una eclosión de las culturas autóctonas desde los propios protagonista, al grado que se puede hablar, sin temor a equivocarnos, de una academia indígena, la cual, por supuesto, ha dado sus frutos, no sólo desde la creación sino desde la investigación y la crítica.

22. Necesario es, pues, que se trace el camino a seguir en la exposición. Primero se hará una fundamentación de los problemas, inéditos casi todos, que encara el estudio de la novela,; luego de sentar las bases teóricas del carácter oral del origen de la novela, se procederá a demostrarlo, siguiendo el estudio de Los poemas de Homero, de Kirk, para posteriormente, ir comparando los textos precolombinos con algunos otros occidentales y del Oriente Medio.

23. Creo, pues, que este es el primer intento por demostrar lo que otros teóricos, como Acevedo y Albizures ya han planteado hipotéticamente: que las raíces más remotas de la narrativa Mesoamericana y por ende Centroamericana, están en el Popol Vuh, y agrego yo, en Los anales de los Cakchiqueles y otros textos menos conocidos.

24. En su trabajo “La épica y la novela (sobre una metodología de investigación de la novela)” Bajtín dice que

El estudio de la novela como género se caracteriza por presentar dificultades especiales. Esto está condicionado por la peculiaridad del objeto mismo: la novela es el único género en formación y no acabado aún […] la base genérica de la novela aún no se ha consolidado totalmente, y todavía no podemos prever todas las posibilidades plásticas (Bajtín, 1986: 513)

El teórico ruso señala cómo todos los géneros los conocemos de una forma ya terminada. Que los procesos de formación de los mismos está históricamente documentada. Que “la epopeya la hallamos como un género no sólo hace mucho acabado, sino también ya profundamente envejecido”:

Lo mismo se pude decir, con algunas reservas, de los otros géneros, fundamentalmente, incluso de la tragedia. [...]

Todos estos géneros o, en todo caso, sus elementos básicos, son mucho más antiguos que la escritura y el libro, y su naturaleza oral y sonora original la conserva en mayor o menor grado incluso hasta el día de hoy. De los géneros mayores, sólo la novela es más joven que la escritura y el libro, y sólo ella se adapta orgánicamente a las formas de percepción muda, o sea a la lectura. [...]

El estudio de los otros es análogo al estudio de las lenguas muertas; el de la novela en cambio, es análogo al de las lenguas vivas, por cierto, jóvenes. (Bajtín, 1986: 513-514)

25. Aquí debemos hacer una digresión: las opiniones de Bajtín no se contradicen con sus anteriores ideas ya citadas arriba: (“Esas variadas formas prepararon la novela mucho antes de su aparición. La palabra novelística tuvo una larga prehistoria que se remonta a lo profundo de los siglos y milenios”); ni con mi hipótesis. Asimismo, hay que señalar que el idioma quiché es una lengua viva, por tanto joven, según palabras de Bajtín, y que en él se escribió o se creó memorísticamente, para ser contado y cantado el Popol Vuh. Lo mismo puede decirse para los Anales kakchiqueles, el Chilan Balam y otros textos pre-colombinos.

No olvidar que en el proceso de la escritura maya y la quiché, no se llegó a un desarrollo alfabético. Que al pueblo se le transmitía de forma oral, similar a lo que se ha hecho con la Biblia, desde la Edad Media hasta, prácticamente, nuestros días. Dice Bajtín al respecto:

En algunas épocas –en el período clásico de la literatura griega, en el siglo de oro de la romana, en la época del clasicismo–, en la gran literatura (o sea, en la literatura de los grupos sociales dominantes) todos los géneros en una amplia medida se complementan armónicamente […] pero la característica es que la novela nunca entra en este conjunto, no participa en la armonía de los géneros.

En dichas épocas, la novela lleva una existencia no oficial, fuera de la gran literatura. (ibid.: 514)

Dicho de otra forma, si en algún momento se pudo haber dado algunas condiciones para que se evolucionara a la creación de un género que fuera algo parecido a la novela, no tuvo una existencia oficial. No obstante, en estos textos estuvieron sus inicios.

26. De forma independiente pero paralela, otros investigadores exploraban terrenos que tenían que ver con los orígenes y desarrollo de los géneros narrativos. Vladimir Propp, hacia 1920, trabajaba en la morfología del cuento maravilloso (como llama al folklórico) y sus transformaciones. Mientras G.S Kirk en su obra Los Poemas homéricos cita a varios precursores de los estudios homéricos y de la literatura oral. (Kirk, 1985: 71) Kirk, como ya anoté, cita a los autores por él mencionados y hace una síntesis de sus investigaciones, aportando, a la vez, nuevos datos. Me parece, pues, que si es aceptado, generalmente, que las raíces de la novela europea bien se pueden ubicar en las epopeyas homéricas, ¿por qué no poder pensarse lo mismo, de la epopeya mesoamericana?

Tanto la obra homérica como la mesoamericana, guardan una serie de paralelísmos históricos y de creación, por ejemplo, la oralidad. Veamos. Gaspar Pedro González, el novelista y académico maya en su exposición “La literatura maya contemporánea: como base la oralidad”, retoma el tema de la oralidad aplicada a la literatura maya actual.

En el capítulo 4 de Los Poemas de Homero, Kirk inicia diciendo quién es un poeta oral:

El verdadero poeta oral […] es el que transmite y compone poesía sin la ayuda de la escritura, asimila con facilidad las canciones que oye a otro y las elabora en improvisación sin ayuda de guiones y apuntes en cuadernos, y las reproduce a pedido valiéndose de un vocabulario fijado y de una poderosa memoria, extremadamente ejercitada. Presenta sus poemas al auditorio verbalmente, no los publica en libros: es lo que quiere decir el adjetivo “oral”, aunque en lo que respecta al proceso de creación, significa también que este tipo de poesía se aprende y compone, auditivamente, mediante el oído. (Kirk, 1985: 69)

27. No es remoto, por tanto, que en los inicios de las civilizaciones paleo-americanas hayan existido ya este tipo de poetas que paulatinamente fueron evolucionando hasta producir, tras miles de síntesis y expansiones, como un organismo latente, el Popol Vuh y los otros textos mencionados. Kirk, al enfrentarse a los textos homéricos para demostrar su total carácter histórico y artístico, descendió a las raíces del problema, es decir, a los orígenes. Para ello transitó también, por varios caminos. Inició por definir lo que es un poeta oral. Para demostrarlo se vale de apreciaciones modernas que subsisten milenariamente en cantidades de pueblos, como los poetas orales de Yugoeslavia, a los que pone como ejemplo.

Nosotros, en Centro América, poseemos varias muestras de poetas orales aunque en el campo de la dramaturgia y los cuentos de caminos, muchos de ellos recopilados y publicados por Celso Lara, en Guatemala, o El Baile de la conquista, fijadas varias versiones por Matilde Montoya (Montoya, 1970) o los textos parateatrales fijados por Francisco Pérez Estrada, en Nicaragua, entre los que se encuentra una versión de El Güegüense (Pérez Estrada, 1970).

Después se cruza al terreno de la psicología y la pedagogía cuando se refiere a las capacidades del cerebro para recordar y aprender. Dice Kirk:

ya es un truismo afirmar que la letra escrita debilita la memoria. En las sociedades pre letradas, aun en las que carecen absolutamente de refinamiento, el don de la memoria verbal se halla mucho más desarrollado que en la nuestra, a causa de la constante necesidad y de la práctica. (Kirk, 1985: 69)

Luego, pasa a ocuparse del poeta oral, con la clara intención de fundamentar sus teorías:

Los poetas orales han surgido, siempre, sin duda, de una minoría excepcional […] sin embargo, para el poeta oral excepcionalmente dotado, perteneciente a una comunidad en gran medida o totalmente iletrada, no constituye una hazaña imposible de asimilar un poema épico de varios miles de versos, o elaborar una composición más breve de modo que alcance esas dimensiones, mediante, sus propios agregados o con transposiciones tomadas de otros cantos, como puede ilustrarse con ejemplos específicos de Yugoeslavia y del sur de Rusia. El estudioso moderno de Homero puede sentirse sorprendido ante tales capacidades, pero no debe ser demasiado incrédulo. (Kirk, 1985: 69)

28. Por ello propongo la teoría de que anónimos poetas orales indígenas conservaron y trasmitieron el legado que hoy poseemos. Esto para contradecir la idea muy generalizada del estado bárbaro de antes y de ahora, de las culturas aborígenes de la región (y de otras, por supuesto), que les impidió crear una literatura más refinada; que sus alcances llegaron más allá de la meramente ritual. Propongo, pues, que tuvieron, por lo menos, dos intenciones fundamentales: entretener y enseñar para consolidar el poder en una misma clase, y que era difundida entre la población por el o los poetas orales, consciente o inconscientemente.

¿No hicieron o se valieron de los mismos recursos los misioneros con el teatro de los autos sacramentales? Kirk anota que:

El poeta narrativo oral canta hechos de héroes, habitualmente héroes del pasado, y a veces también de dioses, gigantes o personajes de los cuentos tradicionales. (Kirk, 1985: 70)

¿No es, acaso, esto lo que se canta en los textos estudiados en varias de sus partes?

No es forzoso que los poemas cantados de memoria sean solamente narrativos, aunque a menudo tenemos pocas o ninguna prueba de la existencia de otras categorías [...]

No obstante –continúa Kirk–, todos los tipos de poema oral presentan dos rasgos en común: se les componía y recordaba sin ayuda de la escritura y se les cantaba o salmodiaba, habitualmente con acompañamiento musical. (Kirk, 1985: 70)

En el Popol Vuh se menciona a Hunbatz y Hunchouen, hijos de Hun-Hunapú,

estos dos hijos, por su naturaleza, eran grandes sabios y grande era su sabiduría; eran adivinos aquí en la tierra, de buena índole y buenas costumbres. Todas las artes les fueron enseñadas a Humbatz y Honchouen, los hijos de Hun-Hunapú. Eran flautistas, cantores, tiradores con cerbatana, pintores, escultores, joyeros, plateros: esto eran Humbatz y Hunchoven. (Anónimo; Recinos, 1990: 49; el subrayado el mío)

Ahora la pregunta obligada es, ¿en algún momento se recitaron estas historias, como la Ilíada y otros poemas?. ¿Se recitaron acompañados de música? ¿Qué tipo de instrumento o instrumentos? Es muy probable, si se toma en cuenta la lógica estética (si se me permite el término). Pero escuchemos lo que dice Kirk:

Resulta extraño que grandes poemas narrativos heroicos, de estructuras y contenidos de ideas comparables, hayan surgido en períodos y lugares diferentes de Europa […]. (Kirk, 1985: 70.)

Cita a continuación una serie de poemas narrativos de Europa, Asia y Oriente Medio; y América Central, agrego yo. La similitud entre estos productos se explica porque “surgieron de cultura básicamente similares; cada una de ellas deriva de una Edad heroica o de la inmediatamente siguiente”. Y continúa Kirk elaborando su teoría, la cual guarda una asombrosa similitud con los dos libros funtamentales: El Popol Vuh y los Anales:

Los principales elementos componentes de tal edad, que tienden a presentarse en el desarrollo de muchas naciones diferentes, parecen consistir en una Penchant hacia la guerra y la aventura. Una nobleza poderosa, y una cultura material simple pero temporalmente adecuada, que no posee un gran refinamiento estético. En tales condiciones, las virtudes heroicas del honor y del coraje marcial dominan a todas las otras, y ejercen en última instancia efectos depresivos sobre la estabilidad y prosperidad sociales. La elaboración poética de hechos gloriosos suelen alcanzar su clímax durante el período siguiente de declinación, cuando esos hechos ya yacen en el pasado (el subrayado es mío); no obstante, los cantos narrativos constituyen la recreación favorita del guerrero fatigado durante todo el período heroico. (Kirk, 1985: 71)

A continuación Kirk nos proporciona otro dato sumamente interesante en la elaboración de su teoría y para la nuestra:

La épica homérica, desarrollada en su forma monumental alrededor del año 700 A.C., es un producto de la Edad heroica del período micénico reciente, época que resulta típica en muchos aspectos; esa edad había terminado ya, históricamente hablando, en el año 1100. (ibid.)

Entonces, de acuerdo con investigaciones y descubrimientos recientes en la mayística, se ha establecido que la datación Maya debe ser re-elaborada tomando en cuenta los nuevos métodos de datación:

[…] se creía que la cultura Maya había llegado a su florecimiento en el período clásico, de 300 d. C. a 900 d. C. En período pre-clásico 1500 a C. a 300 d. C. […] Sin embargo, los estudios preliminares en El mirador indican que la gigantesca arquitectura ceremonial y la población proto-urbana pueden haberse alcanzado en una fecha temprana en el pre-clásico tardío, siglos antes de lo que se imaginaba. (Demarest,. 1984: 5)

[...] conclusiones que tal vez requerirán una modificación sustancial de nuestras reconstrucciones de la evolución general de la antigua civilización Maya (Demarest, 1984: 13).

Más adelante Kirk nos presenta una de sus conclusiones respecto a la Edad heroica que me parece útil:

Pese a estas y otras diferencias que existen entre una nación y otra, el concepto de Edad heroica como fenómeno recurrente en el desarrollo de las culturas, especialmente en Europa, es válido y útil. (Kirk, 1985: 71)

Pero la formulación de sus ideas no estarían completas sin la explicación de la actividad –el cómo lo hacía- del poeta que cantaba las largas narraciones (El aidos o Poeta profesional): “Sin embargo, el concepto de poeta cortesano de la Edad heroica debe ser matizado mediante el estudio del poeta popular o de plaza pública”. Y agrega: “Esta es la clase que sobrevive más tenazmente cuanto termina la edad heroica y las casas de los nobles son divididas o abandonadas” (ibid.).

¿Acaso no hay un paralelismo entre las palabras de Kirk y algunos cronistas, tanto indígenas como españoles? ¿Acaso no encontraron divididas las casas de los nobles en MesoAmérica? El paso y la relación que existió entre el poeta cortesano y el popular deben ser considerados con precaución, pues así como hay muchos puntos en común también los hay en diferencia. Dice Kirk, refiriéndose al cantor cortesano:

Su auditorio debe haber incluido patronos y nobles comparativamente ricos, pero también, el pueblo en general reunido en diversas ocasiones. La poesía heroica se dirige tanto al pueblo como a los héroes y sus descendientes; y los poetas orales de los cuales tenemos un conocimiento más completo, o sea de la Yuguoeslavia moderna, fueron durante largo tiempo poetas populares que cantaron en los cafés, no poetas cortesanos. Sin embargo, los temas de sus canciones son por lo general heroicos y aristocráticos. (Kirk, 1985: 72).

Como podrá notar el conocedor de los textos indígenas, se dará cuenta de las similitudes que existen entre éstos y los textos homéricos estudiados por Kirk.

29. Elementos novelescos del Popol Vuh y los Anales de los Cakchiqueles. Posiblemente sea Ramón Luis Acevedo en su libro ya mencionado quien primero haya llamado la atención sobre ciertos aspectos novelescos en el Popol Vuh. Dice Acevedo:

Nos hemos detenido en el resumen del Popol Vuh por considerarlo un claro antecedente de la novela centroamericana y una obra fundamental para entender algunos de los aspectos más valiosos y originales de la novelística centroamericana contemporánea” […]

Generalmente se ha considerado a El Libro del Consejo como una colección de mitos y leyendas con escasa o ninguna vinculación entre sí. Se han señalado como defectos las interrupciones frecuentes del desarrollo narrativo y las interpolaciones y repeticiones innecesarias. Mc Clear demuestra, por el contrario, que se trata de una obra concebida como una unidad y que los supuestos “defectos” son en realidad sofisticados recursos estructurales que elevan al Popol Vuh al rango de la mejor literatura. Curiosamente, estos recursos son los mismos a los que nos tiene ya acostumbrados la novela contemporánea. (Acevedo, 1982: 26-27)

Por su lado Francisco Albizurez Palma, en la Historia de la Literatura Guatemalteca, intuye esta posible conexión entre el texto precolombino y los escritores contemporáneos centroamericanos.

Cita Albizurez el pasaje donde el escritor del Popol Vuh enumera una serie de apelativos para los héroes según los creadores: “El señor de la esmeralda … El señor de los platos, El señor de la verde jícara …” Entonces, pregunta Albizurez Palma, con la señalada intuición: ¿Surgiría de aquí El Señor de los Topacios, de Rafael Arévalo Martínez? (Albizurez Palma, 1984: 34)

Más adelante, ya dueño de sus armas criticas hace una valoración de una claridez estéticas del texto indígena y en el numeral 7 señala que:

En la configuración de relatos en donde la proeza, la lucha, el enfrentamiento van siendo narrados, a la vez, con gradual desarrollo de la intriga, con progresivo desarrollo de la emoción, y la parca pero evidente alabanza de aquellos “Héroes” en quienes el texto Maya-Quiché encarna a personajes dignos de admiración. (Albizurez Palma, 1985: 38)

Por varias razones que no viene al caso examinar acá, el estudio de los Anales de losCakchiqueles, se ha visto postergando. Más aún en sus aspectos puramente literarios. Complicado resulta extraer citas novelescas, dado el carácter más histórico que literario del texto. La aventura de Gagavitz, uno de “nuestros primeros Padres” y sobreviviente de otras, junto con Zaquitzunún, para capturar el fuego y entregarlo a los mortales, tomado del volcán Gakxanul, “El Volcán Desnudo”, el actual Santa María (Anónimo: 69, 70), puede ser presentado como una auténtica acción novelesca. Pero más importante me parece, es señalar el carácter epopéico de las guerras intestinas entre los quichés y kakchiqueles. Del mismo modo, con la épica resistencia (previa equivocación), a los conquistadores castellanos.

Pertinente resulta plantear, como posibilidad, del mismo modo que Albizurez Palma respecto de Arévalo Martínez, que uno de los títulos más famosos de la literatura centroamericana (y latinoamericana) haya sido tomado del Memorial de Sololá: El Señor Presidente. Efectivamente, en la página 152, de la edición de EDUCA, se lee: “ ... llegó el Señor Presidente Mantunalo” (sic.)

30. A manera de conclusiones preliminares podemos decir que:

a) Si bien es cierto que la novela, como el más moderno género literario surgió en la Europa renacentista, también es cierto, como lo ha demostrado Bajtin y otros científicos, que esta hunde sus raíces en culturas mucho más antiguas, las cuales desbrozaron el camino para el desarrollo del más versátil de los géneros literarios.

b) Del mismo modo puede plantearse que en la Mesoamérica pre-colonial se estaban sentando las primitivas bases para un posible desarrollo de un género novelesco.

c) Que el proceso de Conquista, con su cauda de destrucción interrumpió dicho desarrollo.

d) Interrupción que no implicó, necesariamente, soterramiento u olvido.

e) Este proceso, iniciado desde la tradición oral y fijado en un momento no establecido, en el Popol Vuh fundamentalmente, se almacenó en el inconsciente colectivo de los pueblos.

f) Que al fijarse el texto en forma escrita, paulatinamente pasó al dominio de los futuros escritores, aportando su respectivo grano al enriquecimiento del género en Centroamérica.

g) Que al igual que el Popol Vuh, existen otras obras precolombinas que contribuyeron al enriquecimiento del género.

© Franz Galich


Bibliografía

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