Juan Carlos Martínez-Hofmann

 

Memoria, historia y poesía

Un comentario acerca de Ernesto Cardenal y Roque Dalton

Mount Allison University, Canadá

jmartinez@mta.ca

Bibliografía


Frei Betto ha dicho “Olvidar es la peor forma de hacer desaparecer. Aquello de lo que nadie habla, escribe, canta o celebra en sus ritos ... deja de existir.” Si recordamos algunas cosas podemos decir que hace 400 años el castellano salió a cabalgar y no se ha detenido hasta hoy. En 1895 muere Martí combatiendo por la independencia de Cuba. 60 años atrás una mujer, de nuestro continente mestizo, recibió el premio Nobel de Literatura. Este año, Ernesto Cardenal celebró sus 80 años de vida, pero también debemos recordar a Roque Dalton que nació en 1935 y murió, trágicamente, en 1975. Como cada año, nosotros, los del continente debemos recordar.

Es por eso que la literatura de la llamada América Latina está llena de recuerdos y la de América Central es un claro ejemplo. Años de destrucción de sus escritos, de desaparición de cultura, guerras civiles, más recientemente, que crearon otras visiones de mundo, revoluciones que triunfaron y luego desaparecieron. Sufrimiento pero también esperanza se entrelazan en la literatura, poetas que han estregado su vida por un mundo mejor y poetas que nos han estregado, a través de sus escritos, la visión de un futuro posible.

En el presente número de Istmo diferentes estudiosos nos entregan sus pensamiento sobre Ernesto Cardenal y Roque Dalton, dos poetas que son ampliamente reconocidos como escritores que no solamente los conocemos, o recordamos, por sus escritos sino también por su accionar socio-político. En ambos casos ellos han demostrado que el escritor, en general, no solo está para entregarnos su visión estética del mundo sino también, en el caso de nuestro continente, muchos han entregado hasta su vida por lo que creen. Como una vez lo dijera García Márquez:

Yo creo que la gran contribución política del escritor es no evadirse ni de sus convicciones ni de la realidad, sino ayudar a que a través de su obra, el lector entienda mejor cuál es la realidad política y social de su país o de su continente, de su sociedad y creo que ésa es una labor política positiva e importante y creo que ésa es la función política del escritor. (Ellis, 1987: 51)

Los trabajos de los poetas aquí estudiados siempre tienen como objetivo el cuestionarse su sociedad, recordemos el epígrafe anticipatorio de Dalton a su Pobrecito poeta que era yo: “es una obligación de todo patriota odiar a su país de una manera creadora”, así vemos que el cuestionamiento los lleva a una reinterpretación y reflexión crítica de su momento histórico, al mismo tiempo que los hace hurgar en historias censuradas o relegadas por la visión oficial de cada región. Son ellos los que nos invitan a re-plantearnos el ahora, el pasado y buscar un posible futuro. A través de sus escritos sus lectores nos encontramos con nuevos horizontes de búsqueda. Podemos decir que sus escritos se insertan en el “ver-juzgar-actuar” de que hablan Casaldáliga y Vigil en su obra “Espiritualidad de la liberación”. Del escritor debemos esperar esta misma actitud, primero debería ser importante el “ver” que se da en la actitud de cada día, en empaparse de lo que lo rodea y dolerse de los que sufren. La segunda parte sería asumir una actitud no pasiva y ser crítico aún de sus propias acciones o actividades, recordemos las críticas que tanto Cardenal como Dalton hicieron a sus organizaciones y, tercero, después “actuar,” la historia personal de los poetas nos ha demostrado esta parte. Si pensamos en esto veremos que los escritores nos están mostrando un mundo en el cual, como lectores, nosotros debemos reflexionar ya que seríamos partícipes de una tradición compartida de la cual no podemos sustraernos, así los lectores debiéramos, también, tener la misma actitud ya que los textos poéticos, en nuestro caso, nos integran a una red de historias, memorias y re-interpretaciones que nos conducen a una reflexión del entorno histórico-cultural presentado. Los poetas nos conducen a través de sus propios pensamientos, mostrándonos su visión ideológica del mundo, y nos invitan a ser parte de un nosotros que no está conforme con la realidad y busca cambiarla. Es por ello que vemos dentro de sus escritos gritos de esperanza, gritos de una sociedad mejor, la búsqueda indignada de un futuro donde las grandes mayorías dadas a conocer en los textos puedan expresarse y desarrollar sus propios mundos. Los poetas partiendo de una realidad enajenada buscan la posibilidad de lo aún-no-existente, de lo que se intuye, de lo que se puede crear o re-crear, de lo que permita terminar con la exclusión de millones de seres que la sociedad ha desplazado de sus propias esperanzas. Los dos poetas nos muestran una posibilidad de mundo mejor, Cardenal directamente en sus escritos, la utopía permanente y, Dalton con su quehacer revolucionario concreto y sus escritos.

Dentro de los poemarios vemos que la re-interpretación del que hacer socio-político siempre está presente ya que la historia oficial siempre ha desplazado la participación ciudadana, la historia oficial ha inventado un mundo que no es posible donde unos pocos tienen el derecho sobre millones, donde los colonizadores han impuesto su historia hasta nuestros días, desde esa perspectiva los poetas intentan mostrarnos la otra cara posible, o la “otra verdad” de los subalternos, de lo no reconocido, de los “otros” que no existen pero que encontramos en cada pueblo, esquina de la geografía. El mundo del colonizador ha tratado de borrar los rostros y huellas, ha tratado de dejar sin historia y cultura.

Los dos poetas trabajan en sus textos con la re-escritura de la historia, re-escritura que es esencial para reconocerse como territorio, para formar una identidad donde poder asentarse. Los dos trabajan textos que les permite re-organizar la visión impuesta desde afuera, desde la metrópolis, desde el poder que sólo significaron el despojo tanto de los elementos materiales como culturales de la región, así ellos quieren romper con la visión eurocéntrica que tiene como:

[u]no de sus propósitos fundamentales [...] vaciar las culturas de los países coloniales de todo contenido mientras pretende conservar la forma de esas culturas. De allí la preferencia de los colonialistas por los aspectos pintorescos, más bien susceptibles de explotación turística, de una cultura nacional oprimida. Se trata de escamotear la compleja realidad sociohistórica que ha servido para amasar formas y contenidos que expresan la cultura de unos pueblos mediante la reducción de toda esa complejidad al nivel de simples estereotipos. Así, Tarzán emerge, todopoderoso, frente a unos africanos que no pueden valerse por sí mismos. Así, el único indio bueno es un indio muerto y la milenaria sabiduría oriental se torna [...] en la taimada astucia de unos pueblos condenados de antemano al inmovilismo y la esterilidad. (Maldonado-Denis: 171)

Es por estas realidades impuestas que la reacción a ellas se hace parte esencial del discurso lírico. Romper con los estereotipos para dar a conocer la “otra realidad,” la realidad de los vencidos hace más de 500 años. En los poemas de nuestros autores, Tarzán queda reducido a lo que es: un William Walker, un Pedro de Alvarado o una bananera. Pero lo más importante es que los escritos nos dejan entrever que es posible otra historia, es posible romper el presente opresor cargado de derrotas. Los poetas saben y “[e]l imperialismo sabe mejor que nadie –a veces mejor que el propio artista– que si bien el arte por sí solo no derriba tiranías ni cambia estructuras, ha sido, sin embargo, a través de la historia un elemento nada despreciable en cuanto a su capacidad de convertir en imágenes, en color, en certero pensamiento, ciertos principios rectores de los pueblos” (Benedetti: 133). Los escritos de Dalton y Cardenal están llenos de imágenes, colores y certeros pensamientos, llenos de historia y cultura, lo que Martí señaló en 1891:

la historia de América, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. (Martí, 1963: 18)

Nuestra historia es la que nos es imprescindible, y cultura, si queremos o hacemos un deber entender que en nuestro continente mestizo:

la cultura es no sólo una de las más ricas fuentes de resistencia al colonialismo, sino frecuentemente el último y más inexpugnable reducto de esta lucha.” (Maldonado-Denis: 172)

Es por estos motivos que nos es necesario recordar, nos es necesario no quedarnos callados frente a los incesantes embates de la “realidad.” Los trabajos que siguen nos hablan de que la memoria y las palabras son un arma cargada de futuro.

© Juan Carlos Martínez-Hofmann


Bibliografía

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Benedetti, Mario, “La cultura del hombre de acción y la creación intelectual”, en: Cultura y creación intelectual en América Latina, coordinador Pablo González Casanova. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, sin fecha de publicación

Casaldáliga, Pedro y José María Vigil, “Espiritualidad de la libreración” en: http://www.servicioskoinonia.org

Ellis, Keith, 1987: Nicolás Guillén: poesía e ideología, La Habana: Ediciones Unión

Frei Betto, “Jamás Olvidar” en: Logos, http://www.servicioskoinonia.org/logos/articulo.php?num=018

Maldonado-Denis, Manuel, “El colonialismo, la cultura y la creación intelectual”,en: Cultura y creación intelectual en América Latina, coordinador Pablo González Casanova, sin fecha de publicación.

Martí, José, 1963 “Nuestra América” en: Obras Completas. Nuestra América. Tomo, La Habana: Editorial Nacional de Cuba, 15-23.


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