Valeria Grinberg Pla

Estudio crítico de The Cambridge History of Latin American Literature

Universidad de Frankfurt/Alemania

V.Grinberg@em.uni-frankfurt.de

Notas*Bibliografía

1. Introducción

El presente trabajo tiene por objeto discutir críticamente los lineamientos generales de una historia de las literaturas latinoamericanas de publicación relativamente reciente: The Cambridge History of Latin American Literature (1996) editada por Roberto González Echevarría y Enrique Pupo-Walker. Estoy convencida de que una lectura crítica de esta historia literaria nos permitirá ver más allá de los contenidos incluidos (o no) en ella. En efecto, la manera en que la literatura es abordada en una determinada obra de carácter historiográfico es también un indicador del concepto de literatura que la subyace.

El hecho de encontrarnos frente a una historia literaria acabada nos permite por tanto ver en concreto cómo incide un concepto de literatura determinado en la configuración literaria de – en este caso – América Latina desde una perspectiva diacrónica.

Este modesto estudio forma parte de una iniciativa mayor, cuyo objeto es incentivar y promover los estudios regionales y comparados de las literaturas centroamericanas en su dimensión histórica. Así, los historiadores y estudiosos de la literatura que estamos trabajando en el marco del Programa de Investigación “Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas” nos hemos propuesto investigar no sólo la producción literaria del istmo, sino también la historia literaria centroamericana.

Dado que hasta la fecha no existe una historia regional de las literaturas centroamericanas, pero sí diversas historias regionales de las literaturas latinoamericanas en su conjunto, nos parece necesario tener en cuenta la tradición historiográfica que se ha esforzado en construir la historia literaria de América Latina.

A la hora de concebir una posible configuración de América Central como región cultural y literaria desde una perspectiva historiográfica, no debemos dejar de lado el valiosísimo aporte de nuestros predecesores en el campo de la historia de las literaturas centro y latinoamericanas. Visualizar los logros y las limitaciones, así como las consecuencias éticas e ideológicas de los criterios de selección y periodización puestos en práctica por otros historiadores de las literaturas es a nuestro juicio el único punto de partida posible para toda nueva propuesta de cómo historizar las literaturas centroamericanas.

2. Las premisas generales de la obra

La Cambridge History consta de tres volúmenes. El primero de ellos abarca el período que va desde 1492 hasta finales del siglo XIX y se titula Discovery to Modernism. El segundo volumen – titulado The Twentieth Century – está enteramente dedicado a la producción literaria de dicho siglo. El tercer volumen (Brazilian Literature; Bibliographies), finalmente, se ocupa de la literatura brasileña (también desde la conquista hasta la actualidad). Este último tomo incluye además una extensa sección bibliográfica correspondiente a la totalidad de los estudios incluidos en los tres tomos de la historia.

Ya en la estructura de la obra podemos leer algunas de las decisiones tomadas por González Echevarría y Pupo-Walker a la hora de concebir su historia literaria:

Estas cuatro decisiones que acabo de enumerar corresponen, como explicaré a continuación, a premisas teóricas de diversa índole.

La primera decisión se refiere a la relación de la historia de la literatura con el presente literario. Es decir que concierne a la perspectiva desde la cual se busca entender y construir la historia literaria del subcontinente latinoamericano. La priorización espacial de las literaturas del siglo XX muestra una gran preocupación por entender el presente y una visión no anticuaria del pasado literario, comparable a la perspectiva adoptada por los autores de la Historia General de Centro América (Madrid 1993)1 para aproximadamente la misma época. De manera que Héctor Pérez Brignoli,2 al explicar los motivos que llevaron a los realizadores de la Historia General de Centro América a dedicar, de los seis tomos de la obra, los últimos tres a los períodos 1870-1945, 1945-1979 y 1979-1990 respectivamente y tan sólo un tomo a la historia prehispánica y un tomo a más de dos siglos de historia colonial, sostuvo que esta peculiar periodización responde a una necesidad de querer comprender el presente histórico de la región a principios de los años noventa.3

La segunda decisión, de no comenzar una historia de la literatura latinoamericana con las literaturas precolombinas, es – por ponerle algún nombre – delicada y atañe a la idea de cuál es el origen (hablando narrativamente) o cuál es la condición de posibilidad (desde el punto de vista sociológico) de la literatura latinoamericana. Así, Pupo-Walker y González Echevarría están planteando que la constitución de una literatura latinoamericana sólo es pensable desde la marca de la conquista.

En efecto, en el segundo volumen, el segundo capítulo – titulado “Cultures in contact: Mesoamerica, the Andes, and the European written tradition” y a cargo de Rolena Adorno – está dedicado a la producción textual de los nativos americanos después de la llegada de los españoles. Esa producción textual es – según Adorno – una respuesta de las culturas americanas a la conquista (véase Adorno, 1996: 33).4 Además, esta autora aclara que las manifestaciones culturales indígenas fueron escritas en el alfabeto traído a América por los colonizadores:

Without colonialism from Europe, there would not exist this corpus of cultural productions, “written down” in alphabetic script in various languages. (1996: 33)

Es entonces en doble sentido – creo yo – que hay que entender el concepto de ‘marca’, referido a la irrupción de la cultura europea en América como el punto de partida de la literatura latinoamericana que propone la historia literaria de Cambridge. Primero, como impulso que generó un diálogo intercultural. Y, segundo, como impronta de la letra hispánica en la literatura indígena de tradición oral. Aquí, ni la alfabetización ni la lectoescritura son vistas como prácticas glotofágicas (Calvet, 1975) de hispanización sino como técnicas que una vez apropiadas sirven para fijar en la memoria cultural (Assman, 1993) las tradiciones literarias propias (es decir indígenas) en la escritura.

En una palabra, se puede afirmar que la idea de que la literatura latinoamericana es dialógica por definición, porque en ella se articulan voces, temas y tradiciones indígenas en tensión frente a la dominante tradición literaria española (y portuguesa), determina el enfoque de The Cambridge History of Latin American Literature.

Por su parte, el hecho de considerar a la literatura brasileña por separado (tercera decisión) confirma el presupuesto teórico esbozado por Roberto González Echevarría, para el cual – cito –

Literary history is the conscious and deliberate activity of recounting how certain works determine each other in time and among people who share a language and sometimes a geographic space. (1996: 7) [El subrayado es mío, VGP.]

De esta aseveración se deduce que, por estar escrita en otra lengua, la tradición literaria brasileña es relativamente independiente de la hispanoamericana.5 No obstante, el estudio de la literatura brasileña como parte de la literatura latinoamericana se justifica por la premisa teórica a la que me referí en segundo lugar: la decisión de considerar la conquista como punto de partida común de la literatura latinoamericana. Efectivamente, la marca de la conquista afecta de modo similar a la literatura hispanoamericana y a la literatura en lengua portuguesa. En este contexto cabría preguntarse por qué motivos no son consideradas latinoamericanas las literaturas caribeñas de lengua francesa.

Asimismo, la idea de que una literatura necesariamente deba articularse en una lengua determinada constituye un segundo criterio que permite excluir a las literaturas indígenas como tales (es decir más allá de su relación dialógica con la literatura hispano o lusoamericana) de una historia de la literatura latinoamericana que sólo contempla respectivamente las literaturas en lengua española y portuguesa.

Finalmente, la cuarta decisión articulada en la estructura de la Cambridge History es la de considerar la práctica teórico-crítica que a lo largo de los siglos ha ido haciendo la historia de la literatura como parte integrante de la literatura misma, en tanto que institución que ha determinado los modos de leer literatura, pero sobre todo de definir qué es lo que debe entenderse por literatura y por qué.

La historia de la literatura latinoamericana de Cambridge es por eso no sólo una historia literaria, sino también una aseveración del estado de la cuestión de la historiografía y la crítica literaria de la literatura latinoamericana hasta la fecha de publicación de la misma (véase González Echevarría/Pupo-Walker, 1996: xii). En palabras de sus editores: We aim not just to tell a story, but also to tell how this story has been told before.(1996: xii) Esto explica la inclusión, en el primer volumen, de un extenso ensayo del propio Roberto González Echevarría sobre la historia de la historia de la literatura hispanoamericana. Por medio de ese gesto, los editores de The Cambridge History of Latin American Literature se sitúan en una determinada tradición historiográfica.

Lo interesante de este enfoque es que propone entender la literatura no sólo como un conjunto de textos literarios primarios, sino también como el resultado de las prácticas de escritura crítico-teórica e historiográfica que la sancionan.

3. El lugar de la enunciación y el lector implícito

Otra característica fundamental de la historia de la literatura latinoamericana editada por Pupo-Walker y González Echevarría es el hecho de que se trata de una obra plural y colectiva, tanto en sentido literal porque en su realización ha participado un gran número de colaboradores, como en lo que respecta a la metodología de trabajo empleada en la obra. Así, fuera de las cuatro premisas generales comentadas más arriba, los ensayos que conforman la historia literaria en cuestión no comparten ni la perspectiva, ni la metodología específica adoptadas y tampoco una determinada visión filosófica de la literatura.6

Como proyecto editorial, la Cambridge History of Latin American Literature busca reafirmar el carácter canónico de la literatura latinoamericana en un contexto mundial, al tiempo que quiere ampliar al canon de la misma.

Esta historia de la literatura latinoamericana es, entonces, abierta y polifónica en varios sentidos. Como acabo de señalar, por su carácter colectivo e internacional, pero también debido a su expresa decisión de no instituirse en una narrativa de la historia literaria que cuente una historia desde el principio al fin, al estilo de la Historia de la literatura hispanoamericana de Enrique Anderson Imbert, desde la perspectiva de un solo autor.7

Por el contrario, cada capítulo de la historia de la literatura latinoamericana de Cambridge – si bien interrelacionado con los demás – es un ensayo autónomo, que construye una porción de la historia literaria desde un enfoque elegido por su autor y acorde al objeto de estudio del mismo.

Sin embargo, si uno observa la lista de colaboradores de los volúmenes dedicados a la literatura hispanoamericana,8 puede apreciar que todos ellos (con la única excepción de Margarita Peña del Colegio de México) forman parte de la academia norteamericana o británica. Esta pertenencia institucional – no reconocida ni discutida como tal en la Cambridge History9 implica sin duda un posicionamiento respecto del lugar desde el cual se escribió dicha historia de la literatura latinoamericana.

En cuanto al lector implícito de la misma, los editores tienen – como vimos – la intención explícita de contribuir al afianzamiento y al prestigio de la disciplina de los estudios latinoamericanos dentro del área de los estudios literarios en general, por lo cual escriben indirectamente para el público académico que no pertenece al área de los estudios latinoamericanos (probable pero no necesariamente norteamericano y europeo). Asimismo, la Cambridge History of Latin American Literature se entiende como a reliable, informative, and useful reference and research tool (véase 1996: xvi), por lo que se dirige básicamente a estudiantes e investigadores de literatura latinoamericana por igual. Dada la notoria y masiva inserción académica de sus autores en el mundo anglosajón es de suponer que dicha historia literaria fue pensada específicamente para ser utilizada como libro de consulta y herramienta bibliográfica por estudiantes en EEUU, Canadá y Gran Bretaña.

4. El enfoque regional

El asumir la existencia de una región, no sólo geopolítica, sino también y sobre todo cultural y literaria, llamada América Latina es sin duda alguna la premisa de mayor peso que precede y posibilita la historia de la literatura editada por Enrique Pupo-Walker y Roberto González Echevarría. Ambos editores son conscientes de ello y de la necesidad de justificar teóricamente la perspectiva adoptada, de modo que en el prefacio general de la historia leemos:

We are fully aware, of course, that large ideological presupositions underline our enterprise. The first concerns the very existence of Latin American literature as such. Since its deliberate creation as a concept and as field of endeavor in the 1830s, Latin American literature has debated whether it is a literature at all or in fact a series of national literatures that share a common language. The most prominent writers, from Andrés Bello to Paz, have argued in favor of the existence of a Latin American literature that transcends national boundaries; and if one think of tradition as being made up by major works, as we do here, then one can assume the existence of a Latin American literature. (1996: xiii)

De más está decir que una obra de historiografía literaria de la envergadura de la Camdridge History of Latin American Literature además de partir de la base de la existencia autónoma de una literatura latinoamericana, contribuye activamente a establecer a la literatura latinoamericana dentro de los estudios literarios como un área específica del conocimiento. Asimismo, afianza en el ámbito académico la noción de América Latina como región cultural y literaria.10

En mi opinión, lo interesante del concepto de literatura latinoamericana adoptado por González Echevarría y Pupo-Walker reside en el hecho de que ellos parten de las articulaciones de América Latina como espacio socio-cultural e histórico-político en el que se (auto)inscriben y (auto)posicionan los propios textos literarios latinoamericanos. Del hecho de que el debate sobre la latinoamericanidad de la literatura tenga lugar en el interior de la literatura misma se derivan la pertinencia y la necesidad de reflexionar sobre las representaciones literarias de América Latina en los estudios de historiografía literaria de la región.

De manera semejante, una historia regional de la literatura centroamericana debería rastrear los debates transnacionales en las producciones literarias de los siete países del istmo en los cuales se articula América Central (y no América Latina) como el horizonte específico común de dichos debates. Especificar las características de Centroamérica como región cultural y literaria es la condición sine qua non de cualquier proyecto de historia regional de la literatura centroamericana, en tanto éste debería justificar la existencia de una literatura centroamericana, relativamente autónoma con respecto a la latinoamericana.

La Camdridge History of Latin American Literature, en los dos volúmenes dedicados a la literatura hispanoamericana, adopta una perspectiva supranacional, en donde la aproximación a la literatura es regional y por género literario. En el caso del segundo volumen (dedicado a las literaturas hispanoamericanas del siglo XX), al que quiero referirme de manera ejemplar, resalta particularmente el carácter supranacional de la historia literaria en cuestión. Así, las obras discutidas en los distintos ensayos que componen dicho volumen no han sido elegidas por ser consideradas emblemáticas de las respectivas literaturas nacionales a las que también pertenecen, sino por ser casos paradigmáticos del modo en que un determinado género literario ha sido practicado en Hispanoamérica en general. Por ello, quien espere una inclusión ecuánime del mismo número de autores por país se verá desilusionado. Para los hacedores de la historia de la literatura latinoamericana de Cambridge, la representatividad nacional del corpus no ha constituido un criterio, entendiendo representatividad nacional como:

Ninguna de estas dos formas de representatividad nacional tiene lugar en la Cambridge History. Esto lleva a que los autores de las contribuciones puntuales que componen esta historia se centren en las obras que ellos más conocen y/o en las que consideran, como mencioné más arriba, paradigmáticas para un determinado género literario. El resultado de esta perspectiva es que hay naciones mucho más representadas que otras en esta historia de la literatura latinoamericana.

Si los editores de la Cambridge History no buscan una cierta representatividad nacional, sí buscan – aunque más no sea parcialmente – representar a las llamadas literaturas de minorías, por lo que dedican sendos ensayos al estudio de la literatura hispano-caribeña escrita en los EEUU (William Luis) y a la literatura chicana (Luis Leal y M. Martin Rodríguez). Ninguna justificación de por qué las literaturas en lengua española escritas en los EEUU sí deben ser tratadas en su contexto nacional, ni de por qué la literatura chicana y la literatura hispano-caribeña deben ser tratadas por separado es ofrecida, pese a estar en abierta contradicción con la perspectiva de esta historia literaria en la que otras literaturas minoritarias son discutidas dentro de su género desde una perspectiva regional.11

5. El enfoque por género

El enfoque por género caracteriza a los dos volúmenes dedicados a la literatura hispanoamericana.12 En el caso del volumen que trata la literatura del siglo XX, al que me referiré específicamente, encontramos ensayos referidos a:

respectivamente.

Teniendo en cuenta la afirmación de Enrique Pupo-Walker, que yo comparto ampliamente, sobre el carácter sincrético de los discursos literarios en América Latina (véase 1996: II), sorprende la decisión de tratar, por ejemplo, novela, ensayo y autobiografía por separado, y el no dedicar un capítulo a la narrativa testimonial.

Para poder discutir algunos de los problemas que se derivan de un acercamiento por género a la literatura latinoamericana,13 voy a centrarme en dos ensayos de la Cambridge History of Latin American Literature: “The Spanish American novel: recent developments, 1975 to 1990” de Gustavo Pellón y “The autobiographical narrative” de Silvia Molloy.

Gustavo Pellón parte del concepto para señalar que después de 1975 los mismos escritores del boom y otros pertenecientes a generaciones más jóvenes se embarcan en una novelística en la que él percibe tres tendencias:

Según este crítico, la mayoría de las novelas escritas dentro de estas tres tendencias busca representar (o auto-representar, cuando los sujetos enunciados coinciden con los enunciantes) a diferentes sectores sociales (los judíos, los homosexuales, los subalternos), sin ver que precisamente en algún punto dentro de esas tendencias, muchas veces, la ‘novela’ ha dejado de ser novela, para convertirse en testimonio, memorias, biografía o en un texto híbrido, no adjudicable a un solo género o subgénero en particular.14 En el caso de lo que él llama novela documental,15 da como ejemplo de sus exponentes a los siguientes autores: el cubano Miguel Barnet por Biografía de un cimarrón, Canción de Rachel y Gallego, la mexicana Elena Poniatowska por, fundamentalmente, Hasta no verte Jesús mío y La noche de Tlatelolco y el argentino Tomás Eloy Martínez por La novela de Perón.

Dado que el mismo Gustavo Pellón reconoce que estos textos no pertenecen al mismo género literario (los textos de Barnet y Poniatowska son novelas-testimonio, el de Tomás Eloy Martínez no) y – lo que en mi opinión es mucho más significativo – se insertan en debates diferentes, en tanto que tienen intenciones comunicativas diversas,16 no se entiende el que sean discutidos como casos paradigmáticos de una misma tendencia en la novela contemporánea.

Silvia Molloy, en cambio, trabaja las narrativas autobiográficas de modo mucho más diferenciado, transversalmente, planteando justamente el carácter híbrido del género y presentando un recorrido de las oscilaciones que el mismo articula, entre (la representación de) el yo y la nación, por un lado, y entre la ficcionalización, la intención histórica y la intención testimonial, por el otro. Molloy parte de la idea de que autobiography en the nineteenth century seems a perfect vehicle for history and, more particularly, for the history of the newly formed countries. (1996: 460) Así, esta autora sostiene que en las narrativas (auto)biográficas de los siglos XIX y XX en América Latina se articula the fiction of national representativeness (1996: 461) – afirmación que considero aplicable para la novela histórica tradicional de finales del XIX y principios del XX y la llamada novela nacional del mismo período. Dicha crítica literaria explica del siguiente modo la pervivencia del concepto de nación (y por ende de la intención de representatividad histórica y/o testimonial) en la narrativa autobiográfica actual:

[...] the conception of a national “I” has left its trace in the anxiety of representativeness present in many modern texts. If the openly autobiographical text usually no longer says, “I am my country”, it often says, “I am someone writing in the tradition of those who say ‘I am my country’.” (Or, alternatly, “I am someone who cannot get rid of those who say ‘I am my country’.”) While “I” is no longer a synecdoche for the country itself, it may be a synecdoche for a group, a community, a gender. (1996: 462)

Es desde esta perspectiva que Silvia Molloy da cuenta del testimonio, teniendo en cuenta autores como Miguel Barnet y Elisabeth Burgos/Rigoberta Menchú. Como comenté más arriba, a mi juicio, el inteligente enfoque de esta autora permitiría describir también los cambios producidos en la novelísitica en América Latina, en particular, el cambio de paradigma (ético y epistemológico) de la novela histórica contemporánea.17

La aproximación por género de la Cambridge History of Latin American Literature tiene como consecuencia que no se dedique un capítulo al testimonio (¿acaso por no tratarse de un género canonizado por las literaturas occidentales, sino de un género específicamente latinoamericano?) y que a su vez el testimonio, como tendencia en la narrativa, sea discutido – desde perspectivas disímiles – en sendas oportunidades (Pellón y Molloy).

A mi entender, un enfoque que realmente tome en cuenta el carácter sincrético e híbrido de la literatura latinoamericana debería trabajar las narrativas a partir de los debates que éstas articulan, lo que permitiría apreciar – a partir de las tensiones genéricas existentes – una configuración específica de la literatura latinoamericana.

© Valeria Grinberg Pla


Anexos

Índices:

The Cambridge History of Latin American Literature, eds. Roberto González Echevarría y Enrique Pupo-Walker. Cambridge University Press, 1996

 

 

 


Bibliografía

arriba

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Torres-Rivas, Edelberto (ed.), 1993: Historia inmediata (1979-1991). Historia General de Centro América.Tomo VI. Madrid: Ediciones Siruela.


Notas

arriba

vuelve 1. Ésta es también una obra de carácter colectivo e internacional, en seis tomos: Edelberto Torres-Rivas fue el coordinador general de la obra y el editor del Tomo VI, Robert Carmack el editor del Tomo I, Julio César Pinto Soria el del del Tomo II, Héctor Pérez Brignoli el de los Tomos III y V, y Víctor Hugo Acuña el del Tomo IV.

vuelve 2. Conferencia dictada en el marco del “Taller: Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas” en San José de Costa Rica, 2 de marzo de 2003 (sin publicar).

vuelve 3. Véanse también Torres-Rivas (1996: 243), Carmack (1996: 49) y Pérez Brignoli (1996: 11).

vuelve 4. Véase también el siguiente pasaje: In this discussion, the native American cultural traditions, known only through being preserved in writing in colonial times, are seen as complementary, not as antecedent, to the development of Latin American literature. In the past, the legacy of pre-Columbian Amerindian expression has been emblematized (but not established) as a precursor to the foundational literature of Spanish America. In contrast, the position taken here is that the preservation of the legacy of ancient native culture is of necessity a polycultural and colonial phenomenon. Therefore, it reveals not the pre-Columbian past, but rather the process of cultural exchange in colonial times. The present account does not portray indigenous American culture as being absorbed into the European, but rather as one of native adaptation, survival, and innovation in a complex polycultural environment. (Adorno, 1996: 37)

vuelve 5. The case of Brazil is a special one, of course: there is no doubt that Brazilian literature is a national literature as original and self-contained as French, Italian, or Spanish literature; its ties to a broader Latin American literature, however, are strong, if fluid and ever-changing over time. (González Echevarría/Pupo-Walker, 1996: xiii)

vuelve 6. Véase a este respecto la declaración de principios de los editores de la obra en el “Prefacio General” (González Echevarría/Pupo-Walker, 1996: xii).

vuelve 7. Para otras diferencias con respecto a la obra de Anderson Imbert, véase González Echevarría (1996:°8-9).

vuelve 8. Véase también el apéndice al final de este artículo en el que se reproduce la lista de colaboradores de la historia de la literatura latinoamericana de Cambridge.

vuelve 9. Los editores sólo se refieren al carácter colectivo e internacional de la obra (véase 1996: xii), en tanto que la sede del proyecto fue el Center for Latin American and Iberian Studies de la Universidad de Vanderbilt (1996: xx).

vuelve 10. Si en América Latina, y muy probablemente en los EEUU, la especificidad y la autonomía de la literatura latinoamericana frente a la literatura española es ampliamente aceptada (lo que no implica obviamente negar la filiación hispánica de la misma como uno de sus componentes), éste no es el caso en el ámbito académico de, por ejemplo, Alemania y España, en donde en la mayoría de las universidades, la literatura latinoamericana es una materia (o un conjunto de materias) que se imparte dentro de la carrera de filología hispánica. También el Instituto Cervantes maneja una noción de hispanismo que permite incluir a la literatura hispanoamericana en tanto que bien cutural dentro de un todo mayor que vendría a ser la literatura (en lengua) española.

vuelve 11. Uno puede inferir que el tratar a las literaturas producidas en los EEUU en dicho contexto responde al hecho de que la casi totalidad de los autores que participaron en la historia de la literatura de Cambridge vive y trabaja allí, del cual se deduce el peso del lugar (de la nación) de producción y edición de la misma.

vuelve 12. Véanse los índices de ambos volúmenes en el apéndice de este trabajo.

vuelve 13. Para una discusión más detallada de esta problemática respecto de la literatura centroamericana en particular, véase mi artículo “La problemática de los géneros literarios en Centroamérica”, en: Mackenbach, Werner (ed.): Hacia una Historia de las Literaturas Centroamericanas. Una propuesta metodológica. San José: CIICLA/Editorial de la Universidad de Costa Rica 2004, de próxima aparición.

vuelve 14. Para el caso centroamericano, piénsese por ejemplo en La montaña es una inmensa estepa verde (Managua 1982), testimonio de Omar Cabezas; Historias prohibidas del Pulgarcito (México 1975), cuya prosa oscila entre lo poético, lo testimonial y lo ficcional, de Roque Dalton; Rey del Albor Madrugada (Tegucigalpa 1993), novela histórica y policial; Siglo de O(g)ro (San Salvador 1997), híbrido de autobiografía y novela, de Manlio Argueta; o El país bajo mi piel. Memorias de amor y de guerra (Managua/Barcelona 2001), la autobiografía novelada de Gioconda Belli.

vuelve 15. It is a hybrid genre [that] exists in a constant tension between non-fiction and fiction, and between the intention of the informant and those of the author. (Pellón, 1996: 282)

vuelve 16. En efecto, Pellón apunta acertadamente que mientras Barnet y Poniatowska tratan de entender la historia de sus respectivos países y la naturaleza de sus respectivas sociedades a partir del discurso de los subalternos (que funcionarían como representantes de las masas), Martínez trabaja con el discurso de la élite política (véase Pellón, 1996: 287). A esto cabría agregar que la novela en cuestión de Martínez carece de intención testimonial. Además, el discurso de Perón en la novela es clara y abiertamente ficcional. Casi diez años más tarde, y a partir del mismo material periodístico que usara para la elaboración de La novela de Perón en 1985, Martínez publicó también un texto de carácter documental sobre Juan Perón: Las memorias del General (Buenos Aires 1996).

vuelve 17. Sobre este punto en particular, véanse Pons (1996), Mackenbach (2001), Grinberg Pla (2002) y el volumen colectivo de próxima aparición: Mackenbach, Werner/Rolando Sierra/Magda Zavala (eds.): Historia y ficción en la novela contemporánea en Centroamérica. Tegucigalpa: Editorial Zubari 2004.


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