¿El centro vacío de la periferia? Acerca de dos Historias de la Literatura Latinoamericana, editadas en Alemania por Michael Rössner y Hans-Otto Dill
Universidad de Costa Rica / Universidad de Potsdam, Alemania
Hace más de cuatro años participé en el «Día de las Américas», actividad científico-académica celebrada anualmente por los institutos de estudios romanísticos, anglísticos y americanistas de la Universidad de Potsdam, mi universidad en Alemania. La invitación a ese día 21 de enero de 2000 estuvo adornada con una representación de los dos subcontinentes americanos. Por mi asombro, no estuvieron ligados por el puente de tierra centroamericano. Más bien, en su lugar se presentó –sin duda no a propósito, pero muy paradigmático– una mancha en blanco en el centro de la hoja y además exactamente encima del anuncio de una conferencia de mi colega Ottmar Ette sobre «El Caribe como tornavía» –el centro periférico de las Américas como vacío.
Esta anécdota me parece muy significativa de una situación más general que el crítico y autor guatemalteco Arturo Arias caracterizó de la siguiente manera:
«En el mapa de la mayoría de departamentos de castellano de universidades estadounidenses, la frontera sur de México [...] conecta directamente con la cordillera de los Andes. Asimismo, de la selva Lacandona se desprenden los ríos Paraná, Paraguay y Yaguarón, emergiendo esa grandiosa cornucopia literaria que es el Cono Sur. […]
En este mapa literario, Centroamérica no tiene razón de existir porque, como todos sabemos, ese rincón perdido del mundo sólo produce revoluciones y dolores de cabeza pero ninguna literatura digna de encomio.» (Arias, 1998: 311s.)
Lo que aquí se escribe sobre la academia norteamericana, con igual razón puede ser trasferido a los estudios de las literaturas latinoamericanas, en especial en Europa y en América Latina misma. En la introducción a su estudio La historiografía literaria en América Central (1957-1987) dedicada al lugar de la literatura centroamericana en el contexto latinoamericano, Magda Zavala y Seidy Araya han llegado a la conclusión de «que efectivamente existe ese olvido de las letras centroamericanas bajo diversos mecanismos» (Zavala/Araya, 1995: 15).1 Es indudable que a la par con el aumentado interés internacional en los acontecimientos políticos en Centroamérica, especialmente en los años ochenta, también las literaturas de los países centroamericanos han recibido una mayor atención. Autoras y autores como Ernesto Cardenal, Gioconda Belli y –pero ya a un grado menor– Roque Dalton, Manlio Argueta, Sergio Ramírez, Omar Cabezas, Carmen Naranjo, Mario Monteforte Toledo, Augusto Monterroso, Roberto Sosa, Enrique Jaramillo Levi y otros por lo menos son conocidos fuera de las fronteras nacionales de sus países y parcialmente también en Europa y Norteamérica. En los estudios científicos e histórico-literarios, sin embargo, las literaturas de los países centroamericanos permanecían hasta en los años noventa generalmente desapercibidas.
Es hasta en los últimos años, en especial a partir de mediados de los noventa, que en la misma América Central, en los Estados Unidos y parcialmente en Europa han sido publicados un número creciente de trabajos sobre literaturas centroamericanas particulares, autores individuales o aspectos singulares. En los países centroamericanos fueron editadas nuevas historias nacionales de literatura o reelaboradas y republicadas ya existentes (en particular, en las dos décadas recien pasadas).2 Entre los compendios de la historia de la literatura hispanoamericana, sin embargo, las literaturas centroamericanas siguen jugando –en el mejor de los casos y salvo algunas excepciones como Rubén Darío y Miguel Ángel Asturias– un papel subordinado.3 También siguen faltando –salvo pocas excepciones– compendios de la literatura centroamericana en su totalidad y una historia de las literaturas centroamericanas.4
También en la historiografía literaria hispanoamericana de habla alemana las literaturas centroamericanas tradicionalmente no han sido tomadas en cuenta de manera destacada. Para sólo citar dos obras relativamente recientes, el Autorenlexikon Lateinamerika (Diccionario de autores América Latina) de Dieter Reichardt (1994) dedica capítulos correspondientes a los autores de los países centroamericanos (con la excepción de Belice), mientras que la Kleine Geschichte der lateinamerikanischen Literatur im 20. Jahrhundert (Pequeña historia de la literatura latinoamericana en el siglo XX) de Christoph Strosetzki (1994) haga omisión completa de las literaturas de Honduras, El Salvador, Costa Rica, Panamá y Belice –en su caso, América Central se reduce sintomáticamente a Guatemala y Nicaragua.5
Respecto a la institucionalización de la investigación sobre América Latina en el campo de la literatura en Alemania, Ottmar Ette ha hablado de un cierto atraso en los dos estados alemanes y de una recepción muy reciente de las literaturas latinoamericanas en Alemania, en comparación con los Estados Unidos. (véase Ette, 1994: 314, 315) Este juicio vale aún más para las literaturas centroamericanas y su pesquisa en el marco de los estudios latinoamericanos de habla alemana, que apenas ha comenzado.
Parece que con la publicación de dos historias de la literatura latinoamericana en la década recién pasada esta situación ha cambiado de manera significativa. Me refiero a los libros Lateinamerikanische Literaturgeschichte (Historia literaria latinoamericana) de Michael Rössner (1995)6 y Geschichte der lateinamerikanischen Literatur im Überblick (Panorama de la historia de la literatura latinoamericana) de Hans-Otto Dill (1999). De hecho, ambos se ocupan más ampliamente que ningún otro estudio anterior de las literaturas centroamericanas, en especial en el siglo XX. A continuación me dedicaré a la pesquisa de si y de qué manera estos dos libros indican también un cambio de paradigma en el estudio de las literaturas centroamericanas en Alemania, en particular, bajo los aspectos de la división geográfico-cultural, la periodización histórico-temporal, la relación entre historia social e historia literaria y el lugar de las literaturas centroamericanas en las literaturas hispanoamericanas.
Antes de analizar estas preguntas cabe señalar unas diferencias generales y unos rasgos comunes de las dos obras. Mientras la historia literaria de Dill es una obra individual, resultado y resumen de sus estudios de los más diversos aspectos de las literaturas en América Latina a lo largo de varias décadas, la de Rössner es una obra colectiva, que reúne cuarenta contribuciones de trece científicos (en la página IV se especifica la autoría de los diferentes capítulos y subcapítulos, y en la página X el editor se refiere a la dificultad de componer un texto integral que superara el carácter de un mero collage). La obra de Dill se limita en su presentación completa y sistemáticamente al texto escrito (recurriendo constantemente a citas relativamente largas de las obras literarias analizadas). Mientras que en el libro de Rössner las citas de obras originales son escasas, combina el texto con abundantes imágenes (fotos de autores, facsímiles de obras literarias, grabados etc. contemporáneos de la época correspondiente, reproducciones de obras de arte etc.). Con esto, intenta asegurar una orientación del libro hacia los lectores y hacer visible el mundo «ajeno» de América Latina como «trasfondo de los textos» (Rössner, 2002: XI). En su prefacio, Rössner rechaza explícitamente cualquier pretensión de una obra completa y enciclopédica, insistiendo en el derecho y la necesidad de selección del editor y los autores. En lugar de una lista comentada de nombres y títulos quiere presentar y analizar más ampliamente «a unos autores y obras de carácter paradigmático» para brindar una imagen «de la época literaria del espacio correspondiente», con un enfoque crítico y «desde una perspectiva lo más multiple posible» (ibid.). Sin explicitarlo, Dill de hecho sigue una estrategia similar de presentar obras, autores y tendencias paradigmáticas. Este procedimiento se basa en unas reflexiones sobre el concepto de literatura en el caso de las literaturas latinoamericanas y acerca de las divisiones geográfico-culturales y literarias.
Nación, región, continente – la división geográfico-cultural
Dill parte de un concepto de literatura latinoamericana que se diferencia del de la europea por una serie de particularidades, entre ellas las relaciones mutuas entre la oralidad y la escrituralidad como fenómenos «literariamente relevantes» (Dill, 1999: 11), la separación más tardía entre el discurso literario y otros discursos (los historiográficos, políticos y periodísticos), siendo una conclusión la inclusión de la historiografía y el ensayo en su historia literaria, siempre y cuando la primera tenga una «estructura narrativa» y el segundo sea una «reflexión histórico-cultural o poetológica» (Ibíd.: 12). Comprende Iberoamérica como un subcontinente «poliétnico, multicultural, multinacional y multilingüe» (Ibíd.) y las literaturas precolombinas (ibero-europeas, de la América antigua, de la África antigua) como prehistoria de la literatura latinoamericana, no como parte de ella:
«La literatura indígena precolombina no tiene que ver con esta, al igual que la literatura portuguesa o del Congo.» (Ibíd.: 11)
Como América Latina no es una nación en el sentido europeo, sino un subcontinente formado por las ex-colonias españolas y portuguesas, que después de la independencia se dividieron «política y literariamente en unidades regionales-nacionales, de las cuales hasta el siglo XX se formaron veinte literaturas nacionales» (Ibíd.: 12), pretende escribir su historia literaria también como una historia de la geografía literaria latinoamericana. De hecho, su análisis y presentación son una mezcla de este principio de zonas, regiones, espacios literario-culturales y del concepto de literatura nacional. Así que divide las literaturas latinoamericanas en seis grandes zones, más ejemplarmente en el último capítulo de su libro: «La literatura del Cono Sur entre democracia y dictadura» –Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay; «La región andina entre neo-indigenismo y posmodernidad» –Bolivia, Perú, Ecuador; «Los países del Caribe sur» –Colombia, Venezuela; «México», «América Central: países pequeños con literaturas grandes» –Nicaragua, Guatemala, Costa Rica, El Salvador, Panamá, Honduras; «El Caribe entre afroliteratura y posmodernidad» –Puerto Rico, República Dominicana, Cuba; «El Brasil, un país con su propio boom y su propia Nueva Novela». (Ibíd.: 9) Dentro de estas regiones mezcla su análisis y presentación basadas en autores, obras y tendencias según las diferentes naciones y en algunos casos siguiendo tendencias más generales, utilizando un concepto de «sistema literario general latinoamericano» (gesamtlateinamerikanisches Literatursystem; Ibíd.: 12), como por ejemplo en el caso de la nueva novela latinoamericana.
El procedimiento de Rössner es muy parecido. Intenta de «mediar» la mencionada multiplicidad y diversidad de las literaturas latinoamericanas (en plural) en una diferenciación que no resulta en una «fragmentación» (Zersplitterung) en veinte «literaturas singulares» (Einzelliteraturen). (Rössner, 2002: VIII) Propone una división en «espacios grandes» (Großräume): en Hispanoamérica son durante la Colonia los Virreinatos de México y del Perú, después de la independencia México, América Central, el Caribe hispanoparlante, Colombia y Venezuela, los países andinos y el Cono Sur (Paraguay, Chile, Argentina, Uruguay), y adicionalmente Brasil. (Ibíd.) Es decir, que Rössner al igual que Dill se basa en seis grandes zonas, que mezcla igualmente con presentaciones de autores, obras y tendencias dentro de estas zonas por países y en casos excepcionales según «corrientes continentales» (kontinentübergreifende Strömungen), como para el Modernismo y las Vanguardias, que son analizados «sintéticamente para toda Hispanoamérica y el Brasil, respectivamente». (Ibíd.)
Cabe señalar que ni en la historia literaria de Dill ni en la de Rössner encontramos una justificación de estas divisiones espacio-culturales y espacio-literarias, más allá de los aspectos aquí resumidos. Sin embargo, es obvio que recurren a conceptualizaciones de otros estudiosos, en especial a los trabajos de Alejandro Losada, que en su división espacial se basa principalmente en aspectos extraliterarios, de índole económica y social.7 Dentro de estas regiones y zonas prevalecen el análisis y la presentación por literaturas nacionales, salvo muy pocas excepciones las dos obras carecen de un enfoque regional-comparado. Ambas utilicen indiferentemente los conceptos de Mittelamerika (obviamente recurriendo al inglés Middle America) y Zentralamerika para la región centroamericana –siendo el primero más amplio que el segundo (tradicionalmente incluye una parte de México)– sin basarse en una discusión científica de estas denominaciones y sin llegar a una definición exacta de lo que denominan. En ambos estudios la literatura de Belice (obviamente un estado centroamericano) está completamente ausente, sin que se problematizara o justificara este hecho.
Siglos y épocas – la periodización histórico-temporal
Estrechamente ligadas con las conceptualizaciones espaciales son las periodizaciones histórico-temporales, es decir la conceptualización de los ejes temporales en que se ordenan los fenómenos literarios en los espacios mencionados, así como las relaciones mutuas entre estos dos ejes principales de cualquier historia literaria.
Dill propone una periodización mezclada que divide la historia literaria latinoamericana parcialmente por siglos, parcialmente por corrientes y tendencias, resumiendo la literatura del subcontinente hasta el Modernismo en cinco capítulos: «La literatura del descubrimiento y la conquista, 1492-1550»;«La literatura colonial en el siglo XVI», «El siglo XVII barroco», «El siglo XVIII de la ilustración», «El siglo XIX, del Neoclasicismo al Modernismo», y la del siglo XX en tres capítulos: «Realismo épico versus vanguardia lírica: las corrientes de importancia continental, de la revolución mexicana a la Segunda Guerra Mundial», «Corrientes latinoamericanas generales de la segunda mitad del siglo XX: del interiorismo(Verinnerlichung) vía el realismo mágico al la Nueva Novela»,«Medio siglo de literaturas nacionales entre el Cono Sur y el Caribe». (Dill, 1999: 5-9) Dentro de esta periodización macro mezcla parámetros de índole política, cultural y literario-genérica, trasfiriendo con frecuencia periodizaciones de la literatura europea a las literaturas latinoamericanas. Así habla, por ejemplo, en el capítulo sobre el siglo XIX, de la novela, la poesía épica y el drama del romanticismo, de la novela y el drama realistas, de la novela y el teatro naturalistas, etc. (véase Ibíd.: 7).
Rössner critica la «aplicación» de conceptos de periodización europeos a las literaturas latinoamericanas (de tipo «amero-romanticismo», «amero-realismo», «amero-expresionismo» y «amero-existencialismo»; Rössner, 2002: X) y postula como brújula la orientación a cesuras históricas propias del continente mismo: «la ‘Conquista’ con sus repercusiones psicológicas y literarias; la cultura cortesana del barroco; la ilustración católica y las guerras independentistas; la revolución mexicana y más tarde la cubana, finalmente el derrocamiento de las dictaduras militares en los diez años recién pasados» (Ibíd.). Al mismo tiempo intenta moderar la arbitrariedad de cualquier corte temporal-histórico por periodizaciones que se «traslapan», para tomar en cuenta en los capítulos dedicados a ciertos períodos también las tendencias precursoras y sucesoras de más larga duración. (véase Ibíd.) De esta manera, divide su presentación de la historia literaria latinoamericana en los siguientes capítulos/períodos: «Literaturas indígenas y la época colonial temprana (1492-1650)», «El florecimiento de la literatura colonial (1640-1750)», «El fin de la Colonia y la época de la independencia (1750-1830)», «Las literaturas de América Latina hasta el Modernismo (1820-1900)», «El Modernismo y los movimientos vanguardistas tempranos en América Latina (1880-1930)», «Después del Modernismo (1920-1970)», «Las tendencias más recientes (1960-1995)», «La literatura latinoamericana en el umbral del siglo XXI (1989-2002)». (Ibíd.: Vs.) Como se puede ver, al igual que Dill, Rössner mezcla criterios políticos, culturales y literarios en estas periodizaciones macro, lo que queda aún más claro en la sub-periodización en los diferentes sub-capítulos. Es obvio que tiene una visión más abierta y flexible que Dill, sin embargo, tampoco está exento de la «transferencia» de conceptos de la historia literaria y cultural europea a las literaturas latinoamericanas. Así habla, por ejemplo, de literatura barroca, de neo-clasicismo, de realismo y naturalismo, de clasicismo y romanticismo, etc.
Finalmente, Dill al igual que Rössner operan con un instrumentario genérico que es el resultado de la tradición occidental, desde el clasicismo hasta la literatura del siglo XX. Así se basan en la división en prosa narrativa, poesía, drama (en el caso de Rössner con «excursiones» al cine), subordinando las articulaciones literarias latinoamericanas en toda su diversidad a estos tres conceptos macro (lo que –ya sea dicho aquí– en la obra de Rössner resulta en la ignorancia total de un sub-género tan importante en la historia literaria de América Latina, en especial en el siglo XX, como lo es el testimonio).
Historia social e historia literaria
Como hemos visto, ambos autores mezclan en sus conceptualizaciones espaciales-literarias y temporales-literarias parámetros de índole política, social, cultural y literaria. En especial, se interesan también por las relaciones y repercusiones entre la historia social y la historia literaria. Ambos introducen los diferentes capítulos/períodos con datos histórico-sociales y políticos y con una caracterización de las tendencias socio-políticas de la época respectiva –una especie de prolegómenosde los análisis del fenómeno literario propiamente dicho.
En el caso de la historia literaria de Dill estas reflexiones se reducen a unos pocos párrafos al inicio de los ocho capítulos. En estos pasajes, que de vez en cuando ni siquiera consisten de oraciones completas, sino se limitan a datos al estilo de fichas toca temas como procesos demográficos, estructuras administrativas, la relación entre la tradición oral y la literatura escrita/impresa, el inicio de la imprenta y de los periódicos, el desarrollo de la infraestructura social y la vida académica-científica, los procesos de urbanización y el surgimiento de un público lector de masa en la segunda mitad del siglo XIX, el papel cambiado del escritor y la formación del campo literario-cultural como «una ‘realidad’ propia de segundo orden» (Dill, 1999: 185) a partir del Modernismo, los sistemas de comunicación literarios en el primer tercio del siglo XX, la situación socio-política en general en América Latina después de la Segunda Guerra Mundial, un resumen de la situación en el campo literario-cultural en América Latina en la época de posguerra, los años sesenta y setenta y en «la posmodernidad de los años 80 y 90» (Ibíd.: 349), etc.
En este respecto, la obra de Rössner tiene un carácter más ambicioso. Las partes introductorias de los ocho capítulos de su libro (que son complementadas con subcapítulos «intercalados» sobre aspectos de la historia social dentro de varios capítulos) intentan presentar verdaderos ensayos resumidos, pero igualmente representativos de las tendencias sociales en el sentido más amplio de la palabra, más significativas de las épocas correspondientes y sus repercusiones en el campo literario. Entre los temas tratados se encuentran por ejemplo: la vida urbana y la cultura barroca durante la Colonia, la literatura colonial y la dependencia de la metrópolis, la literatura «pública» y la literatura «privada» en el Virreinato de Nueva España, las reformas, la ilustración católica, las guerras de independencia y la reforma tardía en las colonias americanas de España y Portugal, la expulsión de los jesuitas como cambio de paradigma en la historia intelectual de América Latina, el inicio de la formación de las naciones latinoamericanas como estados independientes, la modernización económica y la urbanización y sus repercusiones en el campo literario: el surgimiento del escritor profesional, la diferenciación de lo literario como esfera propia, la dominancia del positivismo y el papel de los Estados Unidos, el desarrollo social en los diferentes países después del Modernismo, las tendencias más recientes entre las dictaduras militares, la crisis de deudasy las esperanzas en un nuevo comienzo, los difíciles procesos de democratización (en América Central), la globalización y la crisis a finales del siglo XX, etc.
Sin embargo, al igual que en Dill, en Rössner estos datos y reflexiones quedan como observaciones introductorias, separadas del análisis de obras, autores y tendencias literarias (ordenados por zonas/regiones y dentro de estos por estados nacionales y géneros literarios). Con este procedimiento metodológico, no logran un análisis y una presentación que integren los procesos histórico-sociales e histórico-literarios y sus influencias y dependencias mutuas, más bien la historia social en general se reduce a ser presentada como el «contexto» histórico de los factores extra-literarios y extra-textuales, para poder explicar el fenómeno literario-textual por estos factores. Así, muchas veces estas reflexiones y datos no carecen de arbitrariedad y casualidad.
El lugar de las literaturas centroamericanas en la literatura latinoamericana
¿Qué lugar ocupan las literaturas centroamericanas en estas historias de la literatura latinoamericana? En primer lugar, cabe destacar que como ninguna obra historiográfica o enciclopédica de la literatura latinoamericana de habla alemana, las dos historias de Dill y Rössner reúnen un gran número de datos e informaciones particulares sobre autores, textos y tendencias de las letras en Centroamérica, de los glifos y códices de los maya y la tradición oral indígena como se ha trasmitido en el Rabinal Achí, pasando por el discurso escritural indígena-meytizo (Popol-Vuh, Anales de los cakchiqueles, etc.), la literatura colonial (por ejemplo, Rusticatio mexicana de Rafael Landíar), el surgimiento de las primeras novelas (José de Irisarri, El cristiano errante. Novela de costumbres), el Modernismo y los movimientos de vanguardia, la novela antimperialista y la novela bananera, la novela regionalista-nativista hasta el realismo mágico de Miguel Ángel Asturias y la nueva novela en Centroamérica, así como fenómenos literarios más recientes, como la literatura testimonial (en la historia de Dill).
En algunos capítulos/períodos las literaturas del istmo incluso ocupan un lugar destacado –así en el capítulo «Medio siglo de literaturas nacionales entre el Cono Sur y el Caribe» Dill presenta el subcapítulo más amplio sobre las literaturas centroamericanas: «América Central: países pequeños con literaturas grandes», en que presenta un gran número de autores, textos y corrientes (entre ellas la literatura testimonial) de la segunda mitad del siglo XX, no sin antes resumir su concepto de Centroamérica como una región literaria-cultural:
«Los estados de América Central tienen rasgos geográficos, económicos y étnicos comunes que también se reflejan en las literaturas. Los monocultivos de las frutas tropicales, del café y del cacao muchas veces son propiedad de empresas estadounidenses (United Fruit); existe un contraste tremendo entre los pobres y los ricos. La dictadura y la guerrilla impiden la democracia y la paz. El analfabetismo significa pocas editoriales, librerías y bibliotecas. El desnivel literario entre Nicaragua, por un lado, y Honduras, por el otro, es cuantitativa y cualitativamente considerable.» (Dill, 1999: 425)
Rössner dedica tres pasajes amplios en diferentes períodos/capítulos a las literaturas centroamericanas, siguiendo la misma línea de presentar autores y obras particulares como representativos: En el capítulo «Las literaturas de América Latina hasta el Modernismo (1820-1900)» se ocupa en diferentes subcapítulos de la formación tardía de identidades y literaturas en Centroamérica, la descomposición de Centroamérica, la persistencia de las tradiciones del siglo XVIII y el incipiente romanticismo; en el capítulo «Después del Modernismo (1920-1970)» de la no-simultaneidad de lo simultáneo en Centroamérica entre 1920 y 1970; en el capítulo «Las tendencias más recientes (1960-1995)» de los cambios en Nicaragua y sus repercusiones en la región. Para el período de 1920 a 1970 («después del Modernismo») constata:
«Después de la independencia de Panamá de Colombia (1903), el punto final de la separación de América Central, la desintegración de las mentalidades, que remota al siglo XIX, continua articulándose en un desfase siempre más pronunciado de los procesos literarios de la región. (...)
Siguen asemejarse los seis países centroamericanos hispanoparlantes, sin embargo, respecto a sus condiciones macro literarias desfavorables. (...) falta de estabilidad política de la región (...) bibliotecas y posibilidades de publicación faltantes (...) situación económica de los autores (...) La ‘simultaneidad de lo no-simultáneo’ de ahí resultante se opone a la imagen corriente de una evolución literaria como una sucesión dialógico de textos modelo.» (Rössner, 2004: 284s.)
En segundo lugar, hay que hablar de los errores y vacíos.
Como en cualquier obra de historiografía literaria, en ambas obras se encuentran imprecisiones, omisiones y contradicciones. En trabajos que abarcan más de cinco siglos de historia en un espacio tan amplio y diverso como lo es el subcontinente latinoamericano, sin lugar a dudas, son inevitables. Sin embargo, respecto a América Central en reiteradas ocasiones van más allá de lo tolerable en una obra con carácter científico. Es notable, que por siendo una obra colectiva (supuestamente con contribuciones de especialistas del tema o campo respectivo) la historia de Rössner no se salva en este respecto, más bien es esta obra donde más errores, vacíos y contradicciones se encuentran. He aquí unos ejemplos: El título de un cuento del crítico nicaragüense Jorge Eduardo Arellano, que ocasionalmente ha incursionado en la narrativa (novela y cuento), «Kid Tamariz», erróneamente es presentado como el nombre de un autor «casí no conocido fuera de Nicaragua» (Rössner, 2002: 425), quien, además, es caracterizado como representante de una literatura nueva «de alta originalidad formal» y que trabaja con «nuevas técnicas narrativas y perspectivas cambiantes esbozando así un caleidoscopio narrativo de su país» (Ibíd.). Mientras por un lado confirma, que en la primera mitad del siglo XX en El Salvador dominaba la literatura narrativa (véase Ibíd.: 289), por el otro, sostiene dos páginas más adelante para el mismo período: «También en Honduras domina como en El Salvador cuantitativamente la poesía» (Ibíd.: 291), para reconfirmar en referencia a la época de 1960 a 1995 que después de los puntos culminantes en la narrativa que experimentaba Centroamérica gracias a Asturias y Salarrué, en el período mencionado el cuento y la novela «siguen siendo los géneros dominantes para la representación y crítica de modelos de realidad» (Ibíd.: 423). A estas contradicciones se juntan otras impresiones de menor grado, como la denominación del grupo literario nicaragüense de los años sesenta «U de Boaco» como «U de Boaca» (Ibíd.: 242), el libro de cuentos del autor nicaragüense Lisandro Chávez Alfaro Trece veces nunca como «Tres veces nunca».
Hay un sinnúmero de vacíos: Así, las literaturas centroamericanas faltan casi por completo en el último capítulo de Rössner, «La literatura latinoamericana en el umbral del siglo XXI (1989-2002)». Sólo aparece, en el subcapítulo «Los ‘thriller literarios’ y la representación de la violencia cotidiana, del Brasil a Cuba», un párrafo sobre la novela El cojo bueno (1996) del autor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa. En ambas historias faltan por completo autoras y autores tan importantes para las literaturas centroamericanas como Carlos Martínez Rivas, Ana María Rodas, Enrique Jaramillo Levi, Justo Arroyo, Roberto Castillo, Joaquín Gutiérrez (Dill y Rössner), Gioconda Belli y Roberto Sosa (Rössner), para sólo mencionar algunos.
Sin embargo, más significativas que estos vacíos en relación con autores particulares son las lagunas estructurales que de manera diferente caracterizan los dos estudios aquí analizados. Destaca la ausencia total de Belice en el mapa literario de las dos obras, que de ninguna manera es reflexionada, explicada o justificada. Así, estas historias excluyen en el caso de Centroamérica la literatura escrita en inglés o creole, y al mismo tiempo ignoran la literatura escrita en español de este país. En el caso de Rössner, destaca de manera negativa la falta completa de la literatura testimonial –que en la literatura latinoamericana y muy en especial en la centroamericana– ha jugado un papel significativo y hasta predominante en la segunda mitad del siglo veinte, un vacío que muy probablemente se debe a que Rössner opera con un concepto de literatura, que se basa en los géneros canonizados en la tradición de la literatura occidental. Igualmente estructural es la ausencia casi completa de la irrupción de las mujeres como autoras, protagonistas y tema en las literaturas centroamericanas a partir de los años setenta (por ejemplo, los textos de Ana María Rodas, Rosario Aguilar, Gioconda Belli y Anacristina Rossi), un proceso muy significativo y único en la historia literaria centroamericana. Algo similar vale para el surgimiento de una literatura indígena actual en los años noventa (Humberto Ak’abal). Reiteramos que a estas carencias se suman la escasa atención que se da a las condiciones de producción literaria, aspectos de su recepción, la pesquisa de la literatura como institución, las relaciones entre literatura y nación, la literatura y el sistema de educación, el canon y literaturas no-canónicas en los diferentes países centroamericanos y con un enfoque regional-comparado, así como la falta de una perspectiva comparatista, en general.
Hacia una historia regional y comparada de las literaturas centroamericanas
¿Qué conclusiones podemos sacar para el proyecto de una historia de las literaturas centroamericanas, a manera de desiderátum? Cabe constatar que las dos historias de la literatura latinoamericana analizadas, aunque en algunos respectos superen las anteriores de habla alemana y en relación con las literaturas centroamericanas son más ambiciosas y completas, todavía padecen –de mayor o menor grado– de muchas de las debilidades señaladas por Magda Zavala y Seidy Araya en su análisis de la historiografía literaria centroamericana, hasta finales de los años ochenta. En su libro ya citado resumen:
«-Se seleccionan las ‘cumbres literarias’, ‘hitos’ o ‘ingenios’ entre los autores de la región y de cada país.
-Los autores (y no las obras y procesos literarios) son el objeto de estudio, de ahí el interés por las biografías.
-Autores y obras se presentan según el orden cronológico de sus fechas biográficas, de mayores a menores. La pertenencia ‘generacional’ de los autores se convierte en un criterio que permite explicar sus obras.
-Tiene gran importancia el concepto de literatura nacional, por lo que se organizan las historias teniendo en cuenta la existencia de distintos estudios nacionales. [...] Tanto las historias nacionales, como las historias de carácter regional, organizan el corpus literario a partir del criterio político de nación [...]
Del historicismo decimonónico hemos heredado también la división literaria en períodos que coinciden con la periodización política y social de cada país.» (Zavala/Araya, 1995: 13; véase también 185-200)
Sin lugar a dudas, en comparación con este diagnóstico, podemos notar algunos avances, en especial, en la superación del biografismo, del «generacionalismo», la introducción de parámetros no exclusivamente extraliterarios en la periodización y de índole no meramente nacional de las literaturas del istmo. Sin embargo, todavía queda un largo camino por correr hacia una historia regional y comparada de las literaturas centroamericanas.
He aquí unos de las desideratas más importantes:
– Hacen falta estudios detallados de los orígenes de las literaturas centroamericanas propiamente dicho, es decir, de las relaciones entre tradición oral y desarrollo de la literatura escrita/impresa como campo cultural relativamente autónomo. Al mismo tiempo, son urgentes pesquisas sobre las relaciones entre oralidad y escritura en el desarrollo histórico a lo largo de quinientos años y en la actualidad.
– Hay que elaborar parámetros específicos para una historia comparada de las literaturas de la región, que abarcan los espacios geográficos-literarios y temporales-literarios de los siete estados de la región hoy existentes.
– Una historia de las literaturas centroamericanas, que quiere superar los parámetros decimonónicos, tiene que apuntar a un integración de la historia social y cultural con la literaria, que no separe o jerarquice los dos campos y no reduzca la primera a meras condiciones «contextuales».
– Tiene que estudiar –en el proceso histórico– las relaciones, repercusiones, contradicciones y contraposiciones entre articulaciones literarias minoritarias/emergentes y mayoritarias/dominantes. De especial importancia son investigaciones sobre las relaciones conflictivas entre la(s) literatura(s) de cánon y las producciones no canónicas, así como entre producciones y discursos europeos, indígenas y criollos.
– Son necesarios estudios dedicados a la historia de la recepción, las relaciones entre literatura y mercado (por ejemplo, la literatura «de masa»), del campo literario en todas sus articulaciones –la literatura como institución, las relaciones literatura-estado-nación–, la mezcla del fenómeno literario con otras producciones artísticas (por ejemplo, la telenovela).
Todo esto tiene que confluir en o contribuir a un concepto dinámico de Centroamérica como región literaria-cultural, que así supere la dicotomía, que por un lado, comprende Centroamérica como una región con rasgos históricos, económicos, sociales y geo-estratégicos comunes, pero, por el otro, en lo que concierne a la literatura, sigue operando en base a los así llamados «grandes autores», los géneros «clásicos» y las literaturas nacionales. Es tiempo para estudiar los fenómenos literarios de la región en sus rasgos comunes y al mismo tiempo en toda su diversidad.
Albizúrez Palma, Francisco/Barrios, Catalina, 1981, 1982, 1986: Historia de la literatura guatemalteca. Tomos I, II, III, Guatemala (Editorial Universitaria).
Albourek, Aarón/Herrera, Esther, 1991: Diccionario de escritores hispanoamericanos, México, D.F. (Ediciones Larousse).
Anderson Imbert, Enrique, 41964: Historia de la literatura hispanoamericana, México, D.F. (Fondo de Cultura Económica).
Arce Vargas, Fernando Arturo, 1983: Literatura hispanoamericana contemporánea. Una visión selectiva, San José (Editorial Universidad Estatal a Distancia).
Arellano, Jorge Eduardo, 1994: Diccionario de escritores nicaragüenses, 2 tomos, Managua (Instituto Nicaragüense de Cultura).
Arellano, Jorge Eduardo, 51986: Panorama de la literatura nicaragüense, Managua (Editorial Nueva Nicaragua).
Arellano, Jorge Eduardo, 61997: Literatura nicaragüense, Managua (Ediciones Distribuidora Cultural).
Arias, Arturo, 1998a: Gestos ceremoniales. Narrativa centroamericana 1960-1990, Guatemala (Artemis-Edinter).
Bellini, Giuseppe, 1985: Historia de la literatura hispanoamericana, Madrid (Editorial Castalia).
Bonilla Baladares, Abelardo, 1987: Historia y antología de la literatura costarricense, San José (Studium Generale Costarricense).
Córdova, Ramiro de, 1942: Neurosis en la literatura centroamericana. Contribución al estudio del modernismo en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, Managua (Editorial Nuevos Horizontes).
Dill, Hans-Otto, 1999: Geschichte der lateinamerikanischen Literatur im Überblick, Stuttgart (Reclam).
Donoso, José, 1972: Historia personal del «boom», Barcelona (Anagrama).
Eitel, Wolfgang (ed.), 1978: Lateinamerikanische Literatur in Einzeldarstellungen, Stuttgart (Kröner).
Ette, Ottmar, 1994: «Asymmetrie der Beziehungen. Zehn Thesen zum Dialog der Literaturen Lateinamerikas und Europas», en: Scharlau, 1994, 297-326.
Flores, Paul Angel, 21967: Historia y antología del cuento y la novela en Hispanoamérica, New York (Las Americas Publishing Company).
Foster, David W., 1975: The Twentieth-Century Spanish-American Novel: A Bibliographical Guide, Metuchen (Scarecrow Press).
Franco, Jean, 1970: Introducción a la literatura hispanoamericana, Caracas (Monte Avila Editores).
Franco, Jean, 1975: Historia de la literatura hispanoamericana a partir de la independencia, Barcelona (Ariel).
Franco, Jean, 1990: Historia de la literatura hispanoamericana, Barcelona (Ariel).
Gallegos Valdés, Luis, 1962: Panorama de la literatura salvadoreña, San Salvador (Ministerio de Educación, Dirección General de Publicaciones).
García, Ismael, 1972: Historia de la literatura panameña, México (Dirección general de publicaciones).
Garscha, Karsten, 1977: «Abhängigkeit und Befreiung. Zur Geschichte der lateinamerikanischen Literatur. Teil I: Von der Conquista bis zur Unabhängigkeit», en: Iberoamericana, no. 1, 18-35.
Garscha, Karsten, 1978a: «Abhängigkeit und Befreiung. Zur Geschichte der lateinamerikanischen Literatur. Teil 2: Von der Unabhängigkeit bis zur Gegenwart», e Iberoamericana, no. 2, 18-37.
Garscha, Karsten, 1978b: «Abhängigkeit und Befreiung. Zur Geschichte der lateinamerikanischen Literatur. Teil 2: Von der Unabhängigkeit bis zur Gegenwart (2. Hälfte)», en: Iberoamericana, no. 3, 3-34.
Grossmann, Rudolf, 1969: Geschichte und Probleme der lateinamerikanischen Literatur, München (Max Hueber).
Gullón, Ricardo (ed.), 1993: Diccionario de literatura española e hispanoamericana, 2 tomos, Madrid (Alianza Editorial).
Günther, Dieter, 1995: Die lateinamerikanische Literatur von ihren Anfängen bis heute, Frankfurt am Main (Fischer).
Hamilton, Carlos, 21966: Historia de la literatura hispanoamericana, Madrid (Ediciones y Publicaciones Españolas – EPESA).
Herra, Mayra, 1989: El «boom» de la literatura latinoamericana: causas, contextos y consecuencias, San Ramón Alajuela (Universidad de Costa Rica, Sede de Occidente, Coordinación de Investigación).
Iñigo Madrigal, Luis (ed.), 1982: Historia de la literatura hispanoamericana, 2 tomos, Madrid (Cátedra).
Janik, Dieter, 1992: Stationen der spanischamerikanischen Literatur- und Kulturgeschichte. Der Blick der anderen – der Weg zu sich selbst, Frankfurt am Main (Vervuert).
Kohut, Karl, 1992: «Literaturwissenschaft», en: Werz, 1992, 389-427.
Lange, Wolf-Dieter, 1984ss.: Kritisches Lexikon der romanischen Gegenwartsliteraturen, Tübingen (Narr).
Leguizamón, Julio A., 1945: Historia de la literatura hispanoamericana, 2 tomos, Buenos Aires (Editoriales Reunidas).
Lorenz, Günter W., 1971: Die zeitgenössische Literatur in Lateinamerika. Chronik einer Wirklichkeit. Motive und Strukturen, Tübingen, Basel (Horst Erdmann).
Losada, Alejandro, 1984: La literatura en la sociedad de América Latina, Aarhus (Aarhus Universitet).
Mackenbach, Werner, 2004: Die unbewohnte Utopie. Der nicaraguanische Roman der achtziger und neunziger Jahre, Frankfurt am Main (Vervuert).
Martínez, José Francisco, 1987: Literatura hondureña y su proceso generacional, Tegucigalpa (Editorial Universitaria).
Menton, Seymour, 1960, 21985: Historia crítica de la novela guatemalteca, Guatemala (Editorial universitaria).
Miró, Rodrigo, 71987: La literatura panameña. Origen y proceso, Panamá (Litho Editorial Chen) (primera edición 1976).
Ovares, Flora/Rojas, Margarita/Santander, Carlos/Carballo, María Elena, 1993: La casa paterna. Escritura y nación en Costa Rica, San José (Editorial de la Universidad de Costa Rica).
Oviedo, José Miguel, 1995: Historia de la literatura hispanoamericana. 1. De los Orígenes a la Emancipación, Madrid (Alianza Editorial).
Paredes, Rigoberto/Salinas Paguada, Manuel, 1987: Literatura hondureña, Tegucigalpa (Editores Unidos).
Quesada Soto, Álvaro, 1986: La formación de la narrativa nacional costarricense (1890-1910). Enfoque histórico-social, San José (Editorial Universidad de Costa Rica).
Quesada Soto, Álvaro, 1998: Uno y los otros. Identidad y literatura en Costa Rica, 1890-1940, San José (Editorial Universidad de Costa Rica).
Quesada Soto, Álvaro, 2000: Breve historia de la literatura costarricense, San José (Editorial Universidad de Costa Rica).
Rama, Ángel (Hrsg.), 1981: Más allá del boom: literatura y mercado, México, D.F. (Marcha Editores).
Reichardt, Dieter (ed.), 1994: Autorenlexikon Lateinamerika, Frankfurt am Main (Suhrkamp).
Rojas, Margarita/Ovares, Flora, 1995: 100 años de literatura costarricense, San José (Ediciones FARBEN).
Rössner, Michael (ed.), 1995: Lateinamerikanische Literaturgeschichte, Stuttgart, Weimar (Metzler).
Rössner, Michael (ed.), 22002: Lateinamerikanische Literaturgeschichte (segunda edición ampliada), Stuttgart, Weimar (Metzler).
Sáinz de Medrano Arce, Luis, 1989: Historia de la literatura hispanoamericana desde el modernismo, Madrid (Taurus).
Sánchez, Luis Alberto, 1973-1976: Historia comparada de las literaturas americanas, 4 tomos, Buenos Aires (Editorial Losada).
Sandoval de Fonseca, Virginia, 1978: Resumen de la literatura costarricense, San José (Editorial Costa Rica).
Scharlau, Birgit (eda.), 1994: Lateinamerika denken. Kulturtheoretische Grenzgänge zwischen Moderne und Postmoderne, Tübingen (Gunter Narr).
Scheerer, Thomas M., 1991ss.: Indice bio-bibliográfico de autores latinoamericanos (BILA), Augsburg (Universität).
Shaw, Donald L., 41988: Nueva narrativa hispanoamericana, Madrid (Ediciones Cátedra).
Strausfeld, Michi (eda.), 21989: Lateinamerikanische Literatur, Frankfurt am Main (Suhrkamp).
Strosetzki, Christoph, 1994: Kleine Geschichte der lateinamerikanischen Literatur im 20. Jahrhundert, München (Beck).
Torres Rioseco, Arturo, 1945: Nueva historia de la gran literatura iberoamericana, Buenos Aires (Emecé Editores).
Toruño, Juan Felipe, 1958: Desarrollo literario de El Salvador, San Salvador (Ministerio de Cultura, Departamento Editorial).
Umaña, Helen, 1986: Literatura hondureña contemporánea, Tegucigalpa (Editorial Guaymuras).
Valdeperas, Jorge, 1979: Para una nueva interpretación de la literatura costarricense, San José (Editorial Costa Rica).
Vargas Llosa, Mario, 1971: Historia secreta de una novela, Barcelona (Tusquets).
Werz, Nikolaus (ed.), 1992: Handbuch der deutschsprachigen Lateinamerikakunde. Hrsg. im Auftrag der Arbeitsgemeinschaft Deutsche Lateinamerika-Forschung (ADLAF) und des Arnold-Bergstraesser-Instituts, Freiburg (ABI).
Zavala, Magda, 1990: La nueva novela centroamericana. Estudio de las tendencias más relevantes del género a la luz de diez novelas del período 1970-1985, Université Catholique de Louvain (tesis doctoral no publicada).
Zavala, Magda/Araya, Seidy, 1995: La historiografía literaria en América Central (1957-1987), Heredia (Editorial Fundación UNA).
vuelve 1. Resumen estos «mecanismos» así: «Centroamérica no figura en calidad de zona latinoamericana distintiva», «Centroamérica como adición de países específicos», «Centroamérica: region distintiva» (Zavala/Araya, 1995: 15, 16, 17). Referiéndose a los estudios del tercer tipo confirman: «En este tipo de estudios, el interés por despejar la especificidad literaria de la region riñe con el método de análisis centrado en personalidades individuales, de ahí que poco se logre en la comprensión de los fenómenos literarios comunes.» (ibid.: 19)
vuelve 2. Entre ellas se encuentran: Menton (1960) y Albizúrez Palma/Barrios (1981, 1982 y 1986) para Guatemala, Umaña (1986), Martínez (1987) y Paredes/Salinas Paguada (1987) para Honduras, Toruño (1958) y Gallegos Valdés (1962) para El Salvador, Arellano (1966, 1986, 1997) para Nicaragua, Sandoval de Fonseca (1978), Valdeperas (1979), Quesada Soto (1986, 1998 y 2000), Bonilla Baladares (1987), Ovares/Rojas/Santander/Carballo (1993) y Rojas/Ovares (1995) para Costa Rica, García (1972) y Miró (1974, 1987) para Panama.
vuelve 3. Esto vale por ejemplo para las historias de la literatura hispanoamericana de Anderson Imbert (1964), Bellini (1985), Flores (1967), Franco (1975 y 1990), Hamilton (1966), Iñigo Madrigal (1982), Leguizamón (1945), Oviedo (1995), Sáinz de Medrano (1989), Sánchez (1973) y Torres-Ríoseco (primera edición 1945). Algo similar vale para estudios introductorios o resumidos de la literatura hispanoamericana como Arce Vargas (1983), Cordova (1942), Donoso (1972), Franco (1970), Herra (1989), Rama (1981), Shaw (1988) y Vargas Llosa (1971), también para el diccionario de autores hispanoamericanos de Albourek/Herrera (1991), mientras que el compendio de la literatura latinoamericana de Foster (1992) presente capítulos propios dedicados a Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y El Salvador y el diccionario de la literatura española e hispanoamericana de Gullón (1993) tome en cuenta la literatura centroamericana de manera bastante completa, hasta finales de los años ochenta.
vuelve 4. Magda Zavala concluye: «Las historias literarias nacionales cuando existen llegan, sobre todo, hasta la primera mitad del siglo XX o tienden a ser resúmenes sobre un período, una promoción de escritores o un movimento estético.»(Zavala, 1990: 13, véase 5s.) Se refiere a unos estudios más, entre ellos también algunos con enfoque regional, que según su criterio tienen las mismas características. (véase Zavala, 1990: 13) En su opinión, esta situación se basa en la «balcanización de la vida en los ámbitos económico y político a partir de la independencia de España de lo que había sido el ´Reyno de Guatemala´ y que en 1821 llevaba el nombre de Provincias Unidas del Centro de América» (Zavala, 1990: 12)
vuelve 5. En general, esto vale también para los estudios panorámicos y dedicados a temas específicos en idioma alemán. La investigacíon sobre las literaturas latinoamericanas en la academia de habla alemana ha tendido, como escribe Kohut (véase 1992: 416), a ver la literatura latinoamericana como una unidad. Ejemplos son: Grossmann (1969), Lorenz (1971), Eitel (1978), Garscha (1977, 1978a y 1978b), Strausfeld (1989), Janik (1992) y Günther (1995), así como el Kritische Lexikon der romanischen Gegenwartsliteraturen (Diccionario crítico de las literaturas romances contemporáneas) de Lange (1984ss.) y el Indice bio-bibliográfico de autores latinoamericanos (Scheerer, 1991ss.). Véase a este respecto en general el panorama histórico del desarrollo de la investigación sobre América Latina en idioma alemán de Kohut (1992: 402-406, también 406-415). En los párrafos dedicados al estudio de países y regiones, Kohut se refiere a Argentina, el Cono Sur, Brasil, México y «el caso particular» del Caribe (incluyendo Cuba), cuya literatura y cultura habían atraido el interés de un pequeño pero comprometido circulo de romanistas y americanistas (véase ibid.: 416). Centroamérica falta en esta lista.
vuelve 6. En el año 2002 se publicó una segunda edición ampliada, que adicionalmente contiene un capítulo «sobre la década más reciente, marcada por las ‘fechas claves’ 1989 (caída del muro de Berlín y derrocamiento del ‘socialismo real existente’) y 2001, cuando el ‘sistema mundial globalizado’ por primera vez fue cuestionado fundamentalmente por el atentato al World Trade Center en Nueva York» (Rössner, 2002: XII, prefacio a la segunda edición). En el presente ensayo, cito de esta segunda edición.
vuelve 7. Véase especialmente Losada, 1984: 11-13; también Oviedo, 1995: 25, que habla de cinco regiones y cuatro «zonas intermedias»: la región del Río de la Plata –Argentina y Uruguay, «zona intermedia» Paraguay; la región andina –Perú, Chile y Bolivia, «zona intermedia» Colombia; la región del Caribe –Cuba y las Antillas, «zona intermedia» Venezuela; región centroamericana, «zona intermedia» Guatemala; región mexicana. Para una discusión crítica de estas posiciones véase Mackenbach, 2004: 28ss.
*Dirección: Associate Professor Mary Addis*
*Realización: Cheryl Johnson*
*Modificado 02/02/05*
*© Istmo, 2005*