Jacinta Escudos

Maurice Echeverría – ¿Un niño atrofiado posmoderno y desencantado?

jescudos@navegante.com.sv


Recuerdo que lo primero que me dijo Maurice Echeverría cuando lo conocí en Guatemala fue que teníamos que hablar porque “nuestro trabajo tiene mucho en común”. No podía estar más de acuerdo. Su librito “Tres cuentos para una muerte” me había dejado no sólo con un grato asombro sino con una perfecta identificación. Asombro porque escribe en una prosa limpia y coherente, como la de un escritor con años de oficio encima. Identificada, sí, porque compartimos las mismas inquietudes en cuanto a contenidos y experimentaciones en los textos.

Tanto así que un par de años después, casi sin vernos o escribirnos, nos reencontramos gracias a esta entrevista, y descubrimos con mutuo asombro que ambos trabajamos en un proyecto similar. Hay vasos comunicantes subterráneos e inexplicables que vinculan a algunos seres y los hacen vivir procesos semejantes sin premeditación alguna, no me cabe duda.

En la transición del milenio, surge en Guatemala una editorial independiente que estaba destinada, sin proponérselo, a descubrir una serie de nuevos talentos en la literatura de aquel país. La Editorial X surgió como un proyecto independiente, de clara nota subversiva, empeñada en publicar textos underground, con ediciones sencillas pero muy bien cuidadas. La colección principal se llamaba “Después del fin del mundo”, y la línea editorial era clara: textos innovadores, provocadores, alejados de lo tradicional, de rompimiento en temática y estilo.

Fue así como se dieron a conocer gente como Javier Payeras, Byron Quiñónez, Ronald Flores, Estuardo Prado y Maurice Echeverría, quienes, por una vía u otra, han continuado escribiendo y publicando desde entonces. A este grupo de escritores, algún crítico dio por llamarlos “posmodernos desencantados”.

La obra de Maurice ha sido prolífica. Poesía, cuento y novela forman parte de sus búsquedas como escritor. Uno de sus personajes recurrentes y sospechoso alter ego, El Niño Atrofiado, entra y sale de espacios urbanos asfixiantes en los cuentos de su libro “Sala de Espera”, cuentos que ocurren todos en espacios definidos y que titulan los textos: Ciudad, Aeropuerto, Bar, Ascensor, Hospital, Supermercado, son de mis favoritos.

También anda metido en periodismo. Su columna “Buscando a Syd” trae evocaciones de vida y sucesos de la Guatemala urbana, de sus habitantes nocturnos y marginales. Junto con otros muchachos se metió a la aventura de editar un par de revistas, La Chalupa y El Borracho, revistas temáticas que rememoraban en sus títulos las loterías de pueblo.

En el 2003 incursionó en la actuación, en el rol protagónico del largometraje guatemalteco “La casa de enfrente”, se ganó los Juegos Florales de Quetzaltenango en poesía y también el Primer Premio Nacional de Novela Corta Luis de Lión por “Labios”. Y este año acaba de anunciarse que ganó de nuevo los Florales de Quetzaltenango por su cuento “La píldora del día después”.

Y todavía no cumple los 30 años.

 

-Sos un autor muy joven pero ya has escrito y publicado poesía, cuento y novela, además de tu trabajo periodístico. ¿Con cuál de estos géneros literarios te sentís mejor?

Yo elijo el género de acuerdo a la realidad que estoy viviendo. Me explico. Una novela es una empresa que requiere equilibrio y una cierta serenidad, tiempo, espacio, afecto, tal vez dinero. Pero si no tengo equilibrio en mi vida, ni serenidad, ni tiempo, ni espacio, ni afecto, ni dinero, si mi vida es un laberinto y un caos, entonces voy a escribir más bien poesía, voy a preferir la poesía, porque es una mejor herramienta para lidiar con el absurdo. Se entiende entonces que la novela está de un lado de la realidad del escritor y la poesía completamente del otro. Y en medio, están todos los matices, los géneros intermedios. El género es la bisagra del escritor con la realidad.

-Tus temáticas y tratamientos estilísticos de algunos temas son inusuales para lo que se venía escribiendo hasta hace algún tiempo en Guatemala. ¿Te considerás un provocador, un experimentador, un escritor de ruptura o qué?

Le doy una importancia frenética a la forma. ¿Por qué? Porque solamente torciendo la forma voy a conseguir decir las cosas de una manera más nueva. Al fin y al cabo eso es la poesía: creatividad, novedad radical, pureza, ¿no es cierto? Todavía me emociono con una construcción verbal extraña, con un adjetivo puesto inusualmente en la frase, todo eso que catapulta el sentido a esferas más altas, más imprevisibles. En lo que concierne a mis temas, diré que son los temas de un cráneo que le gustaría estar un poco más enfermo de lo que en realidad es.

-¿Qué temáticas están tocando los jóvenes escritores guatemaltecos? ¿Todavía les pesa la influencia de Asturias, Monterroso y las tradiciones indígenas, o ya se las sacudieron de encima y andan en nuevas búsquedas?

Ya todos están en lo suyo. Asturias es cosa de catálogo. Ni siquiera se habla de él entre los escritores de mi edad, por lo menos los más cercanos. Pero es difícil hablar de los “jóvenes escritores guatemaltecos”, como si se tratase de una generación literaria. No hay tal generación. Y si la hay, ciertamente no es una generación a la cuál le cause mayor erección eso de las tradiciones indígenas. En lo que respecta a Monterroso: posiblemente todos leímos a Monterroso, posiblemente todos nos deslumbramos con su ingenio, y posiblemente no lo leemos más. 

-En algún momento incursionaste en la actuación. ¿Creés que la literatura y la actuación pueden alimentarse una a la otra (me refiero por ejemplo a la construcción de la psicología de los personajes)?

No sabría decir nada de la actuación, en principio porque no soy actor. Pero en términos generales, me gusta pensar que todas las artes se comunican en un nivel o en otro. También hay diferencias. La escritura es un arte para canallas solitarios. El cine es un arte para canallas gregarios.

-¿Cuáles son tus próximos proyectos literarios?

De momento estoy escribiendo una novela de corte más o menos fantástico. Más larga, más acabada, más bonita, y talentosa, que cualquier cosa que pude haber escrito antes. Una novela para demostrar que ya no soy un crío, para agenciarme respeto. A ver si lo logro o me quedo en el camino. A ver si soy crío o varón en esto de la literatura.

 

FICHA BIO-BIBLIOGRÁFICA

Maurice Echeverría nace en Guatemala, en 1976.

Estudió Letras en la Universidad Rafael Landívar de Guatemala.

 

PUBLICACIONES Y PREMIOS:

-Este cuerpo aquí (Antidiario I), novela, 1999.

-La ciudad de los ahogados, novela, 2000.

-Tres cuentos para una muerte, cuentos, 2000.

-Encierro y divagación en tres espacios y un anexo, poesía, 2001.

-Sala de Espera, cuentos, 2001.

-Labios, I Premio Nacional de Novela Corta Luis de Lión, Guatemala, 2003

http://www.nacion.com/ancora/2004/septiembre/12/ancora7.html .


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