Iván Molina Jiménez

Limón blues: Una novela de Anacristina Rossi

Universidad de Costa Rica

ivanm@fcs.ucr.ac.cr

Notas

El más destacado científico costarricense de la primera mitad del siglo XX, Clodomiro Picado, le dirigió una carta pública al historiador Ricardo Fernández Guardia, la cual circuló en el Diario de Costa Rica del 20 de mayo de 1939. El texto alertaba sobre un peligro de enormes proporciones para el país:

"¡NUESTRA SANGRE SE ENNEGRECE!, y de seguir así, del crisol no saldrá un grano de oro sino un pedazo de carbón. Puede que aún sea tiempo de rescatar nuestro patrimonio sanguíneo europeo que es lo que posiblemente nos ha salvado hasta ahora de caer en sistemas de africana catadura, ya sea en lo político o, ya en aficiones que remedan el arte o la distinción, en tristes formas ridículas Quizás Ud. cuya voz prestigiada es oída por los humanistas de valer que aun quedan en estas regiones, logre ayudar a señalar el precipicio hacia el cual nos encaminamos."1

La preocupación de Picado era expresión de una identidad nacional configurada a finales del siglo XIX. La oficialización de los costarricenses como una raza "blanca" fue facilitada por la temprana difusión de este tipo de planteamientos, en particular por los viajeros que visitaron el país luego de 1821. El escocés Robert Glasgow Dunlop, ya en 1844, concluía:

"los habitantes del Estado de Costa Rica son casi todos blancos, no habiéndose mezclado con los indios como en otras partes de la América española, y los pocos de color han venido sin duda de los Estados vecinos."2

El escritor y filósofo social salvadoreño, Alberto Masferrer, unas cinco décadas más tarde y tras su primera visita al país, confirmó y cualificó la descripción de Dunlop:

"...apenas hay indios... En cambio la negra sangre de Africa corre abundante y pura en la costa del Atlántico... un diez por ciento entre indios, negros, mestizos y mulatos; lo demás pura raza española, de Galicia. Así, entre ellos y nosotros hay la diferencia sustancial de la raza. No se marca bastante esa diferencia mientras se va de Puntarenas hasta Alajuela. Salvo las modalidades características en un pueblo pacífico, ésas y las demás del tránsito son poblaciones centroamericanas. Pero cuando llegáis a la verdadera Costa Rica, es decir, á Heredia, á Cartago, á San José, ya estáis en un pueblo que ni por el clima, ni por la raza, ni por las tendencias es nuestro. Aquella es la Tiquicia pura..."3

El Secretario de la Corte de Justicia Centroamericana, Ernesto Martin, expresó claramente en noviembre de 1911 la vinculación oficial establecida entre etnia y democracia, al señalar que el avance experimentado por esta última en Costa Rica obedecía a dos factores principales, la expansión escolar (la cual colocaba en segundo lugar) y, en primer término, a

"…la raza especial que habita nuestros campos, de cuasi pura estirpe vasca y castellana en su más grande parte, poco inclinada por ello á las especulaciones imaginativas; más propia –al modo de las regiones en que nuestros progenitores nacieran– para germinación de realidades que para cosecha de ensueños; tarda en el pensamiento, pero de concepciones seguras; positivista y previsora; amiga del mundo material que la sustenta, en mayor grado que de los dominios de la fantasía que tan solo idealidades proporciona; resignada en las contrariedades…"4

La fuerza de esta identidad, étnicamente informada, es visible aún, más de cien años después de su configuración original. El periódico La Nación, en su edición dominical del 21 de febrero de 1999, publicó un extenso artículo titulado "Ticos hacia el 2000", en el cual ofrece los resultados de una encuesta de opinión sobre las actitudes y los puntos de vista de los costarricenses en vísperas del siglo XXI. Esta información, que fue titular de primera plana, viene ilustrada con una amplia foto, en la que se ven dos varones y dos mujeres de rostros muy serios, cuyo vestuario permite asociarlos con distintos trasfondos sociales: una estudiante, un campesino, un ejecutivo y un ama de casa. Las cuatro personas que sirvieron de modelos, sin embargo, comparten una característica común: todas son de piel blanca, y dos incluso exhiben una rubia cabellera.5

*

El peso del componente étnico ya descrito supuso que, en la cultura nacional, Costa Rica no tuviera litoral Caribe, sino "Atlántico" y que, en términos de la literatura y de la ciencia social, el énfasis se concentrara en las experiencias de los inmigrantes "blancos" del Valle Central por abrirse paso en un universo de indígenas y negros, de clima mortífero y dominado por la United Fruit Company. Las novelas de Carlos Luis Fallas y Joaquín Gutiérrez, Mamita Yunai (1941) y Puerto Limón (1950), y los estudios de Emel Sibaja y Víctor Hugo Acuña sobre la huelga bananera de 1934,6 por citar solo algunas de las obras más conocidas, exploran Limón sin considerar la compleja comunidad afrocaribeña que se configuró allí.

El descubrimiento de ese mundo afrocaribeño y el interés por analizar su cultura y vida cotidiana fueron, en principio, producto del esfuerzo de investigadores extranjeros, en especial estadounidenses. Los textos ya clásicos de Jeffrey Casey y Paula Palmer, sobre la actividad bananera y la costa talamanqueña,7 publicados en 1979, fueron seguidos, en la década de 1980, por el importante libro de Philippe Bourgois, Banano, etnia y lucha social en Centroamérica,8 y más recientemente por las obras, entre otros, de Aviva Chomsky, Ronald Harpelle y Lara Putnam,9 en las cuales se integra, cada vez más, la problemática de la etnicidad con la de género.

La contrapartida costarricense es desigual. El estudio pionero de Carlos Meléndez y Quince Duncan, El negro en Costa Rica, que circuló en 1972,10 quedó como un aporte en solitario; y es solo a partir de la década de 1990 que empieza a vislumbrarse una preocupación cada vez más definida por el pasado de la cultura afrocaribeña entre los investigadores sociales. El importante artículo de Carlos Hernández sobre la huelga de 1910 de los inmigrantes de Saint Kitts, publicado en 1991,11 fue seguido en 1995 por el libro de Carmen Murillo, acerca de la identidad de los trabajadores que construyeron el Ferrocarril al Atlántico,12 y en 1998 por el de Ronny Viales, que explora lo que ocurrió en Limón una vez que la United Fruit Company comenzó a trasladarse al Pacífico Sur.13

Las investigaciones del antropólogo Omar Hernández, que examinan la educación en el Caribe y la transición a ciudadanos que experimentaron los inmigrantes caribeños,14 y la tesis de Ronald Soto, que analiza cómo la cultura oficial costarricense enfrentó el desafío de la inmigración,15 destacan también entre los aportes de los últimos años. El interés por la comunidad afrocaribeña del siglo XX es aparejado, además, por un conjunto de nuevos estudios sobre la esclavitud colonial, entre los cuales figuran los de Rina Cáceres, Oscar Aguilar Bulgarelli y Mauricio Meléndez, sin olvidar las crónicas de la escritora Tatiana Lobo.16

Los cambios expuestos contrastan, sin embargo, con la escasa presencia de artistas, literatos e investigadores afrocostarricenses en la vida cultural de la Costa Rica actual. El índice onomástico de 100 años de literatura costarricense, un texto de Margarita Rojas y Flora Ovares impreso en 1995, registra solo dos nombres de autores que publicaron después de 1950 –es decir, en el período en el que la literatura nacional conoció una expansión sin precedente–: Quince Duncan y Eulalia Bernard.17 ¿Por qué razones, y a diferencia de esa otra área periférica que es Guanacaste,18 la comunidad de origen afrocaribeño no dispone de una intelectualidad propia?

*

El texto de Anacristina Rossi es una excelente novela histórica, no solo porque está amplia y exhaustivamente documentada, sino porque la que abunda en sus páginas no es la historia tradicional, con sus personajes y eventos, sino la social y cultural, con sus procesos y conflictos.19 El azar de las vidas de los personajes principales, en confrontación constante con fuerzas de las que participan, pero que los superan, constituye el eje de una narrativa que recupera, con una sensibilidad siempre atenta a la especificidad del contexto en que se ubica, el pasado de una comunidad que, en las primeras décadas del siglo XX, fue tan rica culturalmente, que construyó su propia esfera pública, cuyo cosmopolitismo, en su época de oro, competía con el de San José (si es que no lo superaba).

El libro de Rossi debería ser considerado como parte de las tendencias que procuran conocer y recuperar el pasado de la comunidad afrocostarricense, y a la vez, como un aporte de particular importancia a las mismas. El esfuerzo de la autora por descifrar esa cultura desde adentro, mediante una estrategia que confronta la vida cotidiana de los personajes con las transformaciones históricas que modifican sus planes y proyectos personales o familiares, le permite exponer con extraordinaria claridad cómo se elabora y se vive la experiencia social, en términos de los condicionantes que limitan las escogencias y de las opciones que abren vías para el cambio.

La obra de Rossi, finalmente, es ante todo un texto que viene a consolidar y a profundizar rupturas: con una cierta concepción de la nación y de la cultura costarricenses, con visiones estereotipadas del pasado de la comunidad afrocaribeña e, incluso, con un cierto modelo convencional de lo que se suele considerar, en Costa Rica, una "buena" novela histórica. El grado en el cual esa comunidad se reconozca en las páginas de este libro es algo que queda pendiente para un futuro –ojalá– cercano; lo que sí es indudable, en todo caso, es que Limón blues difícilmente se habría convertido en el libro de cabecera de Clorito Picado, pero eso no importa, y quizá tampoco le guste a La Nación, pero eso importa menos todavía.

 


Notas

Arriba

vuelve 1. Picado, Clorito, "Nuestra sangre se ennegrece dice el Dr. don Clodomiro Picado". Obras completas, t. VI (Cartago, Editorial Tecnológica de Costa Rica, 1988), p. 299.

vuelve 2. Fernández Guardia, Ricardo, Costa Rica en el siglo XIX. Antología de viajeros, 4?. Edición (San José, Editorial Universitaria Centroamericana, 1982), p. 113.

vuelve 3. Masferrer, Alberto, "En Costa Rica". Hombres, ciudades y paisajes, t. II (San Salvador, Universidad Autónoma de El Salvador, 1949), pp. 283-284.

vuelve 4. Martin, Ernesto, "La democracia en Costa Rica". El Foro, 15 de febrero de 1912, p. 331.

vuelve 5. "Ticos hacia el 2000". La Nación, 21 de febrero de 1999, pp. 1 y 4-6 A.

vuelve 6. Sibaja, Emel, "Ideología y protesta popular: la huelga bananera de 1934 en Costa Rica" (Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional, 1983). Acuña Víctor Hugo, La huelga bananera de 1934 (San José, CENAP-CEPAS, 1984).

vuelve 7. Casey, Jeffrey, Limón 1880-1940: un estudio de la industria bananera en Costa Rica (San José, Editorial Costa Rica, 1979). Palmer, Paula, "Wa'apin man". La historia de la costa talamanqueña de Costa Rica, según sus protagonistas, 2da. edición (San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1994). La primera edición en inglés es de 1979. En cuanto a los estudios efectuados por estadounidenses anteriores a la década de 1970, véase: Meléndez, Carlos y Duncan, Quince, El negro en Costa Rica, 10? edición (San José, Editorial Costa Rica, 1993), pp. 158-172.

vuelve 8. Bourgois, Philippe, Banano, etnia y lucha social en Centroamérica (San José, DEI, 1994). La primera edición en inglés es de 1989.

vuelve 9. Chomsky, Aviva, West Indians Workers and the United Fruit Company in Costa Rica, 1870-1940 (Baton Rouge, Louisiana State University Press, 1996). Harpelle, Ronald, The West Indians of Costa Rica: race, class, and the integration of an ethnic minority (Montreal, McGill-Queen’s University Press, 2001). Putnam, Lara, The company they kept : migrants and the politics of gender in Caribbean Costa Rica, 1870-1960 (Chapel Hill, University of North Carolina Press, 2002).

vuelve 10. Meléndez y Duncan, El negro en Costa Rica.

vuelve 11. Hernández, Carlos, "Los inmigrantes de Saint Kitts: 1910, un capítulo en la historia de los conflictos bananeros costarricenses". Revista de Historia. San José, No. 23 (enero-junio, 1991), pp. 191-240.

vuelve 12. Murillo, Carmen, Identidades de hierro y humo. La construcción del Ferrocarril al Atlántico 1870-1890 (San José, Editorial Porvenir, 1995). Murillo publicó también el interesante artículo: "Vaivén de arraigos y desarraigos: identidad afrocaribeña en Costa Rica, 1870-1940". Revista de Historia. San José, No. 39 (enero-junio, 1939), pp. 187-206.

vuelve 13. Viales, Ronny, Después del enclave 1927-1950: un estudio de la región atlántica costarricense (San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1998). La tesis que fue la base de este libro fue defendida en 1993 y es, por tanto, anterior a la obra de Carmen Murillo que figura en la cita precedente.

vuelve 14. Hernández, Omar, "Lo educativo como proceso simbólico traducido en rituales: el caso de la escuela caribeña costarricense". Murillo, Carmen, ed., Antropología e identidades en Centroamérica (San José, Oficina de Publicaciones de la Universidad de Costa Rica, 1996), pp. 181-200; ídem, "Los rituales de la patria en una escuela caribeña costarricense". Anuario de Estudios Centroamericanos. San José, 26: 1-2 (2000), pp. 79-112. "De inmigrantes a ciudadanos: hacia un espacio político afrocostarricense (1949-1998)". Revista de Historia. San José, No. 39 (enero-junio, 1939), pp. 207-245.

vuelve 15. Soto, Ronald, "Inmigración e identidad nacional en Costa Rica. 1904-1942. Los 'otros' reafirman el 'nosotros'" (Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad de Costa Rica, 1998). La tesis de Soto y los estudios de Carmen Murillo recuperan los planteamientos originales de Steven Palmer: "Sociedad anónima, cultural oficial: inventando la nación en Costa Rica (1848-1900)". Molina, Iván y Palmer, Steven, eds., Héroes al gusto y libros de moda. Sociedad y cambio cultural en Costa Rica (1750/1900) (San José, Plumsock Mesoamerican Studies y Editorial Porvenir, 1992), pp. 169-205; ídem, "Racismo intelectual en Costa Rica y Guatemala, 1870-1920". Mesoamérica. 17: 31 (junio de 1996), pp. 181-213.

vuelve 16. Cáceres, Rina, Negros, mulattos, esclavos y libertos en la Costa Rica del siglo XVII (México, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, 2000). Aguilar Bulgarelli, Oscar y Alfaro Aguilar, Irene, La esclavitud negra en Costa Rica. Origen de la oligarquía económica y política nacional (San José, Editorial Progreso, 1997). Lobo, Tatiana y Meléndez, Mauricio, Negros y blancos: todo mezclado (San José, Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1997).

vuelve 17. Rojas, Margarita y Ovares, Flora, 100 años de literatura costarricense (San José, Ediciones Farben, 1995), pp. 262-265.

vuelve 18. El estudio de esa intelectualidad guanacasteca es un tema aún en busca de investigador.

vuelve 19. La única otra "novela" comparable en este sentido, aunque no en calidad literaria, es una excelente crónica de Jacobo Schifter, completamente dejada de lado por los estudiosos de lo literario y los investigadores sociales. Schifter, Jacobo, Pagos de polaco. Amores y traiciones en los años del nazismo (San José, ILPES, 1999).


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