1932
La memoria toma la palabr
a

La noche del 22 de enero de 1932 miles de habitantes de la zona occidental de El Salvador, se levantaron y tomaron el poder local en Tacuba, Juayua, Sonzacate, Nahuizalco e Izalco. Al tiempo que controlaron carreteras, interrumpieron las comunicaciones e intentaron tomarse el cuartel de Sonsonate y Ahuachapan, dieron muerte a unas 20 personas a sangre fría o en combate.

Luego de tres días de enfrentamientos, el ejército gubernamental, apoyado por milicias civiles, sofocó la rebelión. Durante las siguientes semanas las tropas dieron muerte a sangre fría a miles de supuestos "comunistas". En ciertos pueblos como en Izalco y Nahuizalco la represión fue indiscriminada, siendo fusilados casi todos los varones mayores de doce años que no lograron huir. La persecución duró más de un mes y al menos, fueron diez mil los fusilados. Sobre estos escuetos detalles existe un acuerdo entre los historiadores, sin embargo no todos muestran el mismo acuerdo cuando se intenta valorar las causas que motivaron a miles de pobladores a participar en la insurrección. Surgen diversas interrogantes.

¿Fue un levantamiento indígena o campesino? ¿Cuál fue el verdadero papel de las organizaciones políticas de la época? ¿Porqué el régimen del General Hernández Martínez optó por cometer un genocidio de tales dimensiones? ¿Qué impacto cultural tuvieron estos sucesos en la cultura indígena, su relación con la extinción del uso de instrumentos musicales autóctonos, de la lengua nahuatl o de la paulatina desparición del refajo como la vestimenta femenina? ¿Qué impacto tuvo en la identidad de los pueblos indígenas? ¿Existe alguna relación de estos sucesos, con los elementos generadores de la pasada guerra civil?

Hace varias décadas se publicaron unos pocos trabajos sobre el tema, algunos con una carga ideológica que los acerca más a la propaganda política que al análisis objetivo.

A través de "1932. Cicatrices de la memoria", Jeffrey Gould y Carlos Henríquez Consalvi, directores del video, auscultan las memorias de la población y presentan los diferentes puntos de vista que se reflejan en los testimonios orales de la población.
Lo primero que llama la atención son las diferentes fuentes orales que utilizan. ¿Porqué tanta diversidad? En primer lugar, porque la gran mayoría de los directamente involucrados en el movimiento, murieron en enero y febrero de 1932. De esta manera, se trata de memorias lejanas en el tiempo, la gran mayoría de los testigos eran niños o adolescentes durante la rebelión. Igualmente, tanto la insurrección como la posterior represión se desarrollaron de una forma distinta en cada una de las zonas del occidente. Otro elemento importante a tomar en cuenta es el impacto del terror sobre la población. Durante más de seis décadas los pobladores indígenas y campesinos hablaban del tema sólo en la privacidad del seno familiar. Recuperar la palabra prisionera de una cultura de terror a través de los testimonios orales de los ancianos, solamente ha sido posible por los Acuerdos de Paz de Chapultepec, que en 1992 pusieron fin a la guerra civil salvadoreña.

A través de las voces de los adultos mayores, "1932. Cicatrices de la memoria." motiva a la reflexión sobre la necesidad de fortalecer una cultura de paz, de construir una conciencia sobre los errores de la intolerancia y la impunidad, generadores de estallidos sociales; también se reflexiona sobre las condiciones de vida actuales en la que se encuentran los pobladores indígenas, descendientes de quienes hace setenta años protagonizaron el levantamiento popular enarbolando las banderas de justicia social y fin de la marginación.


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