María Tenorio
Beber, comer, fornicar: El cuerpo
de Pedro de Alvarado
en papeles relativos a la conquista de Guatemala y El Salvador, 1524 y 1529.
The Ohio State University
Notas
"No tenía compasión por la gente el corazón
de Tunatiuh durante la guerra."
Memorial de Sololá
Cuando empecé este estudio del que ahora hago relación
tenía en mente enfocarme únicamente en las dos cartas que Pedro
de Alvarado1 envió a Hernán Cortés desde Guatemala en 1524
durante su primera exploración de conquista en ese territorio y en el
salvadoreño actuales. Después de leer ambas epístolas y
revisar en algunas fuentes historiográficas el tratamiento que de las
mismas hacían los historiadores, me propuse hacer algo diferente: decir
algo -en la medida de lo posible- nuevo. Desde el momento en que la disciplina
que me sujeta no es la historia, sino los estudios coloniales o estudios culturales,
mi punto de abordaje sería distinto. Examinaría las cartas en
tanto discurso, en tanto letra que dice y que no dice, que construye y destruye.
Pero, más exactamente, ¿de qué querría hablar? Sin
tener un tema preconcebido, intenté dejarme interpelar por las cartas
mismas y responder a esta interpelación. Lo que me encontré fueron
cuerpos. Empecé a ver cuerpos de indios quemados, un cuerpo de mujer
sacrificada, el cuerpo de un perro descuartizado, cuerpos de indios huyendo
de los exploradores españoles, cuerpos de los españoles, cuerpos
de indios que luchaban contra los indios. Entre todos los cuerpos había
uno que me atraía especialmente, un cuerpo que se me aparecía
omnipresente en las cartas, un cuerpo que se estaba construyendo en ellas, formándose,
deformándose, envejeciendo en ellas, desgastándose, enriqueciéndose,
maldiciendo. Debo confesar que me sentí traicionera. ¿Será
posible que voy a terminar hablando del cuerpo de Pedro de Alvarado y que voy
a renunciar a todos los demás cuerpos, cuerpos esclavizados y herrados,
cuerpos carbonizados y sacrificados, cuerpos temerosos y rebeldes, los cuerpos
de los indios? Vaya, me dije, a esto en mi tierra se le llama "malinchismo",
dejarse enamorar por el conquistador y ceder a sus "encantos".
Lo que ocurrió después entre Alvarado y yo por
pudor no lo voy a contar, pero hubo un evento que me hizo salir no de mi tema,
el tema del cuerpo del conquistador, sino de los textos (menuda gracia). Llegó
a mis manos -no desde el cielo ciertamente, sino desde la red de bibliotecas
del estado de Ohio- un cuerpo medio desgastado, amarillento y, en una palabra,
viejito. El cuerpo de textos que fuera compilado en 1934 en Guatemala bajo el
nombre de Libro viejo de la fundación de Guatemala y papeles relativos
a D. Pedro de Alvarado 2.
¡Vaya cosa! Pedí el libro a la red de bibliotecas del estado después
de encontrarme su misterioso nombre, Libro viejo, en las referencias
bibliográficas de La patria del criollo 3,
aludido como la fuente donde se hallaba el "proceso de residencia"
contra Alvarado, juicio que se le siguió en 1529 en México por
dudar de la corrección de sus andanzas por estas tierras en los años
anteriores. Hojear el Libro viejo y encontrarle "la gracia"
fueron dos acciones casi simultáneas. El proceso contra Alvarado, en
extremo repetitivo4, sacó
a relucir datos que no aparecen en las cartas, sacó a bailar el cuerpo
del conquistador no dicho en sus epístolas.
Es en los interrogatorios, las declaraciones de los testigos
y la autodefensa del conquistador donde me encontré con información,
diferente a la de las cartas y referida a la misma exploración, que me
sugería, en mayor medida, la corporeidad material del sujeto construido
en el discurso: la subjetividad de Alvarado anclada en el cuerpo "que sale
fuera de sí, franquea sus propios límites" en actos como
el coito, la comida y la bebida, el cuerpo "enredado" con el mundo,
como dice Mijail Bajtin en su libro La cultura popular en la Edad Media y
en el Renacimiento 5.
Estoy entendiendo el cuerpo, pues, como sitio de acción afincado en el
mundo material, que Steve Pile y Nigel Thrift caracterizan así: "bodies
-the human body included- are sites of action, influencing each other in movement.
(...) The subject lives the material world; it is of that world and produced
by it."6
Este intento de hacer una lectura amarrada al cuerpo, a la
materialidad de la acción, me fue sugerida por Severo Martínez-Peláez,
en su libro La patria del criollo, cuando afirma que la conquista es
un "fenómeno económico": "Después de ser
derrotados, los indígenas fueron obligados a tributar despiadadamente,
fueron despojados de sus tierras, sometidos a esclavitud y ulteriormente a servidumbre."7 No hubo conquista (española) sino hasta que se consiguió sumisión
(siempre parcial, nunca completa) de las acciones ("económicas")
de los cuerpos (indígenas); es decir, hasta que éstos actuaron
por y para (los deseos de) el conquistador. Esa sumisión o sujeción
de las acciones implica que el uso económico de los cuerpos -como fuerza
de trabajo- no se entiende fuera de las relaciones de poder, de su inscripción
política; Michel Foucault propone que: "This political investment
of the body is bound up with its economic use; (...) its constitution as labour
power is possible only if it is caught up in a system of subjection; the body
becomes a useful force only if it is both a productive body and a subjected
body."8
Y es que para definir los límites corpóreos
del conquistador, para verlo destacado y omnipresente en sus cartas y en el
extenso texto de la pesquisa, obligado es contemplar todos los otros cuerpos,
los que desde su muerte -quemados o descuartizados, como muestran las láminas
de guerra del Lienzo de Tlaxcala 9 -o desde su vida- sus servicios, su lucha, sus heridas, su resistencia- hicieron
posible que se acumulara tal poder en el cuerpo de un sujeto, un conquistador.
En otras palabras, cuando Martínez-Peláez dice que la conquista
es económica, interpreto que la conquista está anclada a los cuerpos:
la conquista como resultado proclamado desde la voz del conquistador o de los
conquistados (en el Memorial de Sololá 10,
para el caso) implica un reordenamiento político y económico de
los cuerpos; y, cuando es vista como proceso, como las acciones encerradas en
el vocablo "conquistar", implica un descalabro de los cuerpos que
se mueven y actúan en un estira y encoge, donde unos quieren los que
otros tienen y el acceso a bienes por parte de los recién llegados pasa
por el despojo de los que allí han estado. De allí la violencia
intrínseca (militar, económica, epistémica, etc.) de las
acciones de conquista, que pueden leerse, siguiendo a Johaness Fabian, como
gestos de negación de coetaneidad, o denial of coevalness, del
conquistador al conquistado: "a persistent and systematic tendency to place
the referent(s) of anthropology in a Time other than the present of the producer
of anthropological discourse." (énfasis en el original)11.
Veo esta negación de coetaneidad cuando el conquistador se toma el espacio
del conquistado desplazándolo en el espacio real e imaginario, así
como en el tiempo, de lo que antes de la invasión eran su espacio y su
tiempo propios.
Si, siguiendo a Judith Butler, el cuerpo no es pura materia, sino continua e
incesante materialización de posibilidades12, entonces el cuerpo del conquistador
se expande y amplía sus potencialidades, sus poderes, por apropiación
de las potencialidades y poderes de otros, cuyas subjetividades intenta reducir,
someter, sujetar. La lectura de la conquista desde la metáfora del cuerpo
del conquistador que la escribe y que es escrito deja ver como este fenómeno
es de suyo fluido e inconcluso, siempre cuajado de tensiones y contradicciones
irresueltas, donde el intento de conquistar o dar cuerpo a una subjetividad
que quiere afirmarse como única, omnipresente y todopoderosa, no consigue
nunca anular la alteridad de los cuerpos otros.
beber
Recuerdo la canción de Alberto Cortez, no sé si la letra es de
Facundo Cabral, probablemente sí, que dice: "Juan Comodoro buscando
agua encontró petróleo, pero se murió de sed." La
vida del cuerpo depende de la ingesta de líquido: el anclaje material
del cuerpo es claramente perceptible en la acción de beber.
Pedro de Alvarado, en la carta que desde Utatlán firma un 11 de abril
de 1524, en plena expedición por los territorios al sur de México,
decide contarle a Hernán Cortés, las dificultades que pasa su
ejército para sobrevivir en tierras nuevas y hostiles:
y allí esperé toda la gente y nos recogimos y fuime a aposentar
una legua de allí a unas fuentes de agua, porque allí no la
teníamos, y la sed nos aquejaba mucho que según ibamos cansados,
donde quiera tomáramos por buen asiento; y como eran llanos, yo tomé
la delantera con treinta de a caballo, y muchos de nosotros llevábamos
caballos de refresco, y toda la gente demás venía hecha
un cuerpo, y luego bajé a tomar el agua. Estando apeados bebiendo
vimos venir mucha gente de guerra.13 (énfasis añadido)
Sigue, en la I Carta de relación, la narración de varios encuentros
bélicos con los naturales de la zona cercana a Quezaltenango, en la actual
Guatemala, y la alusión al descanso nocturno "harto fatigados, y
españoles heridos, y caballos."14
En el fragmento citado nótese como el cuerpo de Alvarado va tomando la
delantera, en los movimientos y también en el discurso, con el empleo
de primera persona singular (oscilante con la primera persona plural), sobre
los otros cuerpos que conforman su ejército. Si "la sed nos aquejaba
mucho", en plural; solamente el yo singular de Alvarado expresa que "bajé
a tomar el agua". La afirmación de su cuerpo sobre el cuerpo de
su ejército en la satisfacción de lo que por sentido común
se considera como una necesidad básica encierra un cierto desplazamiento
espacio-temporal, negación de coetaneidad, de los cuerpos que, junto
al suyo, buscan conquistar y satisfacer otras ambiciones.
Por otra parte, el narrador, que en este caso es el mismo narrado, destaca como
la acción de beber agua es interrumpida por la visión de enemigos
en plante de guerra: aquí son los cuerpos enemigos los que actúan
sobre el cuerpo (individual y colectivo) de Alvarado para impedirle que satisfaga
plenamente esa necesidad básica. Esta es una de las tantas ocasiones
en que el sujeto pinta su empresa como una cuajada de dificultades que merecen
reconocimiento de parte de las autoridades a las que el mismo conquistador está
sujeto: Cortés y el rey de España.
comer
Otra acción asociada con la materialidad del cuerpo
que aparece en el discurso del conquistador, esta vez no en sus Cartas,
sino en su autodefensa publicada en el ya mencionado Libro viejo, es
la de proveerse alimento. Al responder Alvarado a una acusación sobre
haber hecho esclavos y haberlos herrado sin justificación, responde que
lo ha hecho por satisfacer el hambre de su ejército en estos términos:
es muy comun entre los yndios destas partes que yendo en guerra a descobrir
tierras los españoles e amigos los suelen hacer buscando de comer como
personas que vienen cansadas e fatigadas e no aviendo posadas e tavernas donde
lo hallen ni menos vuestra mag. se lo da syno es lo quellos buscan e no se
puede traer exercito de gente a la guerra syn comer e por esto el dicho cargo
no se me avia de poner.15
La alimentación de un ejército que invade una zona casi sin pedir
perdón ni permiso requiere del uso de la violencia: de arrebatar, de
quitar, de tomar por la fuerza. Las palabras del mismo Alvarado, argüidas
en su propia defensa, revelan como la materialidad de la conquista está
anclada a los cuerpos en un sentidoanterior, si se quiere, a la tributación
y al uso de la fuerza de trabajo indígena para el enriquecimiento del
conquistador. Este necesita de los naturales de la zona para proveerse alimento.
La sobrevivencia de los cuerpos invasores depende, pues, del gesto de los cuerpos
otros de facilitarles alimento; en la dialéctica de conquistar, el cuerpo
del conquistador está sujeto al del conquistado. Si este no coopera,
pasar por encima de su cuerpo -destrozándolo, destruyéndolo, esclavizándolo,
herrándolo- es un imperativo del conquistador.
fornicar
El único cuerpo de mujer que aparece en las dos Cartas es un cadáver exhibido, según Alvarado, en señal de desafío.
Se lee así, en la I Carta: "E otro día de mañana seguí
mi camino y encima de un reventón halllé una mujer sacrificada
y un perro, y según supe de la lengua, era desafío."16 Cuerpo muerto, cuerpo sin vida, sitio ya no de acción, pero todavía
de significación que es traducido por el intérprete, "la
lengua", como aviso de guerra, desafío. Pero, aunque Alvarado no
lo dijera en las Cartas, sí que hubo otro(s) cuerpo(s) de mujer(es)
en esta expedición que más palabras habrían de sacarle
a su pluma a la hora de defenderse. También el Memorial de Sololá,
donde la pluma de los cakchiqueles deja constancia de los actos de Tunatiuh
Avilantaro o Pedro de Alvarado, menciona un cuerpo de mujer: "Tunatiuh
pidió entonces a una de las hijas del rey y los Señores se la
dieron a Tunatiuh."17
Entre los variados y múltiples cargos que pesan sobre
Alvarado, no habría de faltar la acusación del uso indebido del
cuerpo de una mujer, no cualquier mujer, sino "una mujer muy hermosa"
que tenía el señor de la provincia de Guatemala y a quien el conquistador
tomó presa y no quiso soltar, a pesar del oro, la plata, los esclavos
y las esclavas que fueránle entregadas en plan de trueque (Libro viejo 141). La defensa que para sí construye el conquistador identifica sí
el cuerpo de una mujer, la esclava que identifica por el nombre de Suchil; con
muchos rodeos elabora que el interés por esta mujer en particular no
era en absoluto carnal, lo que de ella apetecía era su palabra, la valiosa
información sobre los territorios situados más allá de
Guatemala, que los señores evasivamente se negaban a proporcionar. Dice
Alvarado:
e des que les enportume mucho sobrello me traxeron la dicha esclava de la
cual supe el secreto de la tierra a cuya cabsa descobrí muchas provincias
e tierra adelante e la puse debaxo del dominio de vtra. mag. llevando por
guía e lengua la dicha yndia que avia mas de cinquenta años
(...) no hize lo que no devia pues los indios las suelen dar a quien se les
antoja e aun sus hijas e hermanas.18
Reconoce el conquistador, y luego lo harán también otros testigos,
que las exploraciones incluían contactos sexuales entre sus cuerpos y
los de mujeres naturales de las tierras. Sugiere que para fornicar los indios
mismos los proveían de mujeres, lo cual vuelve ilógica la acusación
sobre el cuerpo preso de la mujer hermosa del señor de Guatemala, cuya
prisión niega y disuelve Alvarado al transmutar su cuerpo en el de la
esclava Suchil, de quien recibió "servicios" muy diversos a
los de la cópula sexual.
La acción de fornicar con mujeres de las tierras exploradas
ata la conquista con otra dimensión de su violenta materialidad: el de
la reproducción de los cuerpos, lo que Octavio Paz en El laberinto
de la soledad desarrolla bajo el concepto de "los hijos de la chingada"19,
fruto de la violación de la madre.
Pero volviendo a la autodefensa de Alvarado, nótese como se quita de
encima la acusación de violencia ejercida por su cuerpo individual contra
un cuerpo femenino desplazando la acción -marcada en el discurso por
el verbo- a los cuerpos otros: "los indios suelen dar a quien se les antoja
e aun sus hijas e hermanas". Lo que aquí queda insinuado es que
si los indios "suelen dar" a sus mujeres, los invasores en un movimiento
recíproco y sobreentendido, toman a las mujeres para fornicar con ellas.
Para fornicar, pues, no hay que apropiarse violentamente de los cuerpos otros
de las mujeres, basta con aceptarlos. Intenta aquí el discurso del colonizador
presentar estos actos de violenta apropiación de cuerpos otros, en un
intento de negar su alteridad, como algo natural, "as a simple state of
what is", como explica David Spurr en la figura retórica de la "naturalización".20
el cuerpo insatisfecho de Pedro de Alvarado
Si Alvarado "naturaliza" la acción de fornicar él y
sus hombres con mujeres nativas, lo que le parece desproporcionado y terrible,
cuenta en la II Carta de relación, es haber resultado herido en la batalla
de "Acaxual donde bate la mar del sur en él", en el actual
territorio de El Salvador, "de la cual herida quedo lisiado, que me quedó
la una pierna más corta que la otra bien cuatro dedos."21 Permanentemente
marcado, ese cuerpo adolorido, al escribir desde la recién fundada Santiago
de Guatemala el 28 de julio de 1524, exige a Cortés, en forma no muy
cortés por cierto, que demande de su majestad el reconocimiento de los
servicios prestados con tanta dificultad "y el poco provecho que hasta
ahora se nos ha seguido"22. Desde el discurso historiográfico, este
descontento se explica debido a la escasez de riquezas materiales, como oro
o metales preciosos, en las tierras exploradas23. Lo que conecta con la expresión,
siempre en su II Carta, de planes futuros de conquistar "Tapalán",
una "ciudad tan grande como esa de México"24, por cuyo premio
está decidido a seguir sacrificando su cuerpo y los muchos otros que,
en las campañas, quedarán heridos, desbaratados o aniquilados.
Al examinar el anclaje material de las acciones corporales del conquistador,
referidas en sus papeles, se ha intentado atisbar la violencia intrínseca
del proceso de conquista de estas tierras. Al beber, al comer, al fornicar,
el cuerpo de Pedro de Alvarado desplaza o niega otros cuerpos, otros cuerpos
que activamente lo niegan o lo desplazan a él, lo hieren. El conquistador
lo tiene bien claro: hay que pasar por encima de los cuerpos, desplazarlos,
sacarlos del camino con la espada, destriparlos con los caballos, quemarles
sus ciudades, esclavizarlos y negarles su agencia, someterlos. Para afianzar
su autoridad y emerger como figura, para afirmarse como servidor de su majestad,
"conquistador", debe negar y oscurecer, borrar y desplazar a los cuerpos
otros, cuya sangre habría de dejar señalada esa tierra que, llámese
Guatemala o El Salvador, se insertó en los anales de la historia occidental
bajo el signo de la violencia, bajo la rúbrica de una siempre inacaba
e imperfecta conquista.
Notas
Arriba
vuelve 1. Alvarado, Pedro de.
"Cartas de Alvarado a Cortés." 1525. Pedro de Alvarado, Diego
García de Palacio y Antonio de Ciudad-Real. Cartas de Relación
y otros documentos. San Salvador, El Salvador: Dirección de Publicaciones
e Impresos, 2000. 17-32.
vuelve 2. Libro viejo de
la fundación de Guatemala y papeles relativos a D. Pedro de Alvarado.
Guatemala: Biblioteca "Goathemala" de la Sociedad de Geografía
e Historia, 1934.
vuelve 3. Martínez Peláez,
Severo. La patria del criollo: Ensayo de interpretación de la realidad
colonial guatemalteca. México: Fondo de Cultura Económica,
1998.
vuelve 4. La "Pesquisa
contra D. Pedro de Alvarado, seguida en México en 1529" está
estructurada en ocho partes: I. el "Interrogatorio", que contiene
las acusaciones que se hacen al conquistador, numeradas del I al XXXVII; II.
las "Declaraciones de testigos", que van respondiendo, según
saben, cada ítem del interrogatorio; (III.) la "Relación
de los cargos que resultan de la pesquisa secreta contra el adelantado don Pedro
de Alvarado del tiempo que a sydo e fue capitan en esta Nueva España
son los siguientes.", donde se contiene un resumen de las acusaciones ya
confirmadas por la palabra de los testigos, y va firmada por Nuño de
Guzmán, Juan Ortiz Matienzo y el Lic. Delgadillo; IV. La respuesta de
Alvarado a los cargos, es decir su autodefensa donde más bien se da por
ofendido que por ofensor; (V.) el "Interrogatorio e probanza de los descargos
de don Pedro de Alvarado" donde se formulan ochenta y cuatro ítems
destinados a esta nueva etapa del proceso; (VI.) las "Declaraciones de
los testigos del adelantado D. Pedro de Alvarado", aquí se numeran
los testigos desde el uno hasta el treinta y dos; (VII.) la "Cédula
de depósito para Pedro de Alvarado de los pueblos de Tututepeque e Xalapa
e otros pueblos" y, finalmente, (VIII.) la "Fee del contador de la
Nueva-España, del oro e plata que Pedro de Alvarado fundió e quinto
en esta Nueva España".
vuelve 5. Página 30.
Bajtin, Mijail. La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento:
el contexto de François Rabelais. Julio Forcat y César Conroy,
trads. México: Alianza, 1990.
vuelve 6. Página 19.
Pile, Steve and Nigel Thrift. "Mapping the Subject." Mapping the
Subject: Geographies of Cultural Transformation. Eds. Steve Pile and Nigel
Thrift. London: Routledge, 1995. 13-51.
vuelve 7. Páginas 24
a 27. Martínez Peláez. Referencia bibliográfica en nota
3.
vuelve 8. Página 26.
Foucault, Michel. Discipline and Punish: The Birth of the Prison. New
York: Vintage Books, 1995..
vuelve 9. Lienzo de Tlaxcala:
Manuscrito pictórico mexicano de mediados del siglo XVI. Ed. Próspero
Cahuantzi. México D. F.: Librería Anticuaria, 1939.
vuelve 10. Memorial de
Sololá. Anales de los Cakchiqueles. Trad. Adrián Recinos. Literatura maya. Ed. Mercedes de la Garza. Venezuela: Biblioteca Ayacucho,
1980. 101-216.
vuelve 11. Página
31. Fabian, Johannes. Time and the Other: How Anthropology Makes its Object.
New York: Columbia UP, 1983.
vuelve 12. Página
404. Butler, Judith. "Performative Acts and Gender Constitution: An Essay
in Phenomenology and Feminist Theory." Writing on the Body: Female Embodiment
and Feminist Theory. Eds. Katie Conboy, Nadia Medina and Sarah Stanbury.
New York: Columbia UP, 1997. 401-17.
vuelve 13. Páginas
20-1. Alvarado. Referencia bibliográfica en nota 1.
vuelve 14. Página
21. Alvarado. Ibíd.
vuelve 15. Página
189. Libro viejo. Referencia bibliográfica en nota 2.
vuelve 16. Página
20. Alvarado. Referencia bibliográfica en nota 1.
vuelve 17. Página
163. Memorial de Sololá. Referencia bibliográfica en nota
10.
vuelve 18. Página
188. Libro viejo. Referencia bibliográfica en nota 2.
vuelve 19. Páginas
87-88. Paz, Octavio. El laberinto de la soledad. México: Fondo
de Cultura Económica, 1994.
vuelve 20. Página
157. Spurr, David. The Rhetoric of Empire: Colonial Discourse in Journalism,
Travel Writing, and Imperial Administration. Durham: Duke UP, 1993.
vuelve 21. Página
29. Alvarado. Referencia bibliográfica en nota 1.
vuelve 22. Página
32. Alvarado. Ibíd.
vuelve 23. Para cotejar las
explicaciones historiográficas, cito a continuación algunas fuentes
de interés. Página 32, Browning, David. El Salvador: Landscape
and Society. Oxford: Clarendon P, 1971. Página 185, Fowler, Jr.,
William R. "The Living Pay for the Dead: Trade, Exploitation, and Social
Change in Early Colonial Izalco, El Salvador." Ethnohistory and Archaeology:
Approaches to Postcontac Change in the Americas. Eds. J. Daniel Rogers and
Samuel M. Wilson. New York: Plenum P, 1993. 181-99. Página 70, Gutiérrez
Escudero, Antonio. Pedro de Alvarado: El conquistador del país de
los quetzales. Madrid: Anaya, 1988. Página 11, Pinto Soria, Julio,
ed. El régimen colonial (1524-1750): Historia general de Centroamérica,
Tomo 2. San José: FLACSO, 1994. Página 36, Kramer, Wendy, W. George
Lovell y Christopher H. Lutz. "Capítulo 1: La conquista española
de Centroamérica." En Pinto Soria 21-93.Y página 29, Martínez
Peláez, referencia bibliográfica en nota 3.
vuelve 24. Página
31. Alvarado. Referencia bibliográfica en nota 1.
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