Miguel Angel Herrera Cuarezma

Migraciones nicaragüenses, un enfoque histórico

Universidad Centroamericana, Managua, Nicaragua

herrerac@ns.uca.edu.ni

Notas

    "Un número considerable de familias menesterosas, multitud de jornaleros emigran diariamente en busca de comodidades para el Estado de Costarrica en donde se fijan, para no volver siquiera, a una patria desolada, en donde su amor pugnaba con sus necesidades. Yo no he podido ver con indiferencia, Sr. Ministro esta emigración de mis caros compatriotas; y veo con dolor que dentro de pocos años la populosa población del Departamento Meridional, será reducida a sero; y esta es una perdida positiva para todo el Estado que se desmembra por falta de industria y porque no hai un Gobierno protector que les de un fuerte impulso y que por otra parte les ofrece seguridad."
   
[(Del Prefecto del Departamento Meridional al Señor Ministro de Relaciones del Supremo Gobierno del Estado). Rafael Lebrón. Rivas, julio 14 de 1846 En: Rejistro Oficial #80. Santiago de Managua, sábado 12 de Septiembre de 1846. Pájina 334]

Introducción

En "Migraciones nicaragüenses, un enfoque histórico", nos proponemos analizar la interacción entre el estado y las diversas formas de organización comunal existente en el Pacífico nicaragüense desde la década de 1830 hasta la actualidad. En nuestro objeto de estudio tiene prioridad el análisis de las formas de organización de los componentes individuales de las comunidades y las particulares relaciones que el Estado establece con estas.. Se prestará particular atención a las formas de resistencia y desadaptación de personas en estas comunidades, con el fin de comprender los mecanismos de expulsión de población que el Estado genera a partir de sus políticas públicas.

Nuestro trabajo también pretende analizar las relaciones que establecen esas diversas formas de organización comunal entre sí y con otro tipo de organizaciones de índole religiosa y/o social, por ejemplo las cofradías en fiestas patronales. Entendiendo que éstas forman parte, tanto en el siglo XIX como en el siglo XX, de lo que podría conceptuarse como la sociedad civil en la Nicaragua de ambos siglo. Lo cual permitiría explicarnos las potencialidades de este tipo de organizaciones y definir el papel de los movimientos migratorios en la conformación de amplios movimientos contestatarios hasta la primera mitad del siglo XX.

El trabajo se centra en el período de 1870-1940 y se propone estudiar el movimiento de reconcentración poblacional que los municipios emprenden durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX, con el fin de comprender las transformaciones que en la vida rural se está gestando y las formas de adaptación de las poblaciones a su nueva forma de vida, el rechazo o la integración en las formas de interacción entre el Estado y las comunidades, que constituyen una clave para entender los mecanismos de expulsión de población.

También este estudio analiza cómo, a partir de la implantación de las reformas liberales en la década de 1890, cambian las "reglas del juego" entre el Estado y las comunidades. Aquí interesa particularmente analizar cómo las relaciones étnicas, debido a la constante emigración de la población, inciden en las relaciones de poder al interior de las comunidades y en la reproducción de discursos nacionales frente a los otros Estados nacionales centroamericanos.

Los movimientos de población, en su característica de inmigración han sido un importante tema de discusión y de reflexión de las disciplinas sociales contemporáneas. Aunque se han ofrecido diversos modelos explicativos, con carácter sociológico y económico, resultan insuficientes para comprender los fundamentos del fenómeno, sobre todo en su carácter de emigración, es decir de expulsión de población y como éste se transforma en un patrón cultural que tiene su principal manifestación en el desarraigo que caracteriza a la población nicaragüense y se expresa en su conflicto con el poder central. Consideramos que este planteamiento es vital para comprender el carácter altamente conflictivo por el que atraviesa el proceso de constitución del Estado Nación en Nicaragua en el siglo XX.

La otra historia de Manuel

Como se ha podido apreciar el fenómeno de la migración no es nada nuevo, quizás un poco más viejo que el pinol. Lo novedoso del problema es que ahora los protagonistas, los migrantes, no cuentan en las estadísticas oficiales tanto en los rangos de la pobreza, como los de la exportación. Su drama, invisible para el común de la sociedad, persiste a lo interno de la misma. Solamente la memoria histórica les hace presente, cuando recurren a ella para asimilar su experiencia individual que posteriormente han de socializar y reproducir. Como la historia de Manuel, quien apenas salía de la adolescencia y estaba a cargo de la sobrevivencia de sus dos hermanos menores, con quienes deambulaba por los montes y en los alrededores de la mina El Limón, buscando frutas con que alimentarse y de alguna oportunidad de trabajo, cuando una tarde llena de sopor en la década de 1940 decidió buscar mejor suerte para él y sus hermanos.

En su memoria tiene bien claro el recuerdo del momento en que se enganchó en un camioncito, el llanto de su pequeña hermana y de su hermano, para quienes él representaba algo más que su protección, su posibilidad de vida. Las nubes de polvo que levantaba el camioncito en el camino, terminaron por ocultar los rostros de sus hermanos y sólo le quedó presente la promesa de que se iban a volver a juntar cuando él consiguiera trabajo. Su rumbo era el sur y su meta conseguir un trabajo en las bananeras de Costa Rica.

Allí, en donde los hombres se hundían en el lodo "hasta el miembro", según el decir de Manolo Cuadra, desecando la tierra para plantar las matas de bananos o hundiendo los picos en las rocas de los farallones para construir el puerto de Golfito; se encontraba la meta de miles de pares de "plantillas andariegas", de nicaragüenses sin trabajo o perseguidos por el poder de la dinastía de la familia Somoza.1

También el joven Manuel encontró la oportunidad de hacer vida. Entre la comunidad de trabajadores nicaragüenses y las novedades que presentaba la cotidianidad en los campamentos bananeros, "aprendió a ser hombre". Las noticias de sus hermanos en la mina El Limón eran muy esporádicas y un día resolvió volver a Nicaragua por ellos, cuando ya el hambre y las ansias de los que habían crecido se le adelantaron. En algún lugar del camino se cruzaron sin poder encontrarse.

Mucho tiempo después la hermana regresó a Nicaragua, ya no tras las huellas del hermano mayor, sino con el hombre nicaragüense con quien había decidido hacer vida y con quien procreó una familia, cuyos miembros pasaron a engrosar los rangos de los excluídos en las estadísticas de nuestra realidad. Por una de esas casualidades que presenta la vida, pudo reencontrarse con Manuel; mientras uno de sus hijos reeditó la misma historia de su madre y sus tíos. Sin ninguna posibilidad de realizar su vida, sin trabajo y sin oportunidad de estudio, vanas promesas de los gobiernos campeones de la "mocracia", decidió marchar a Costa Rica, continuando el ciclo familiar.

Entre un trabajo y otro, en medio del hastío y la paciencia que proporciona la carencia de un lugar en donde pasar la noche y los deseos por conseguir trabajo, el joven dispuso distraerse hojeando una guía telefónica y como si de una lectura de crucigramas se tratara, comenzó a recomponer los nombres de la historia familiar hasta que logró rehacer el nombre del tío, quien en un pueblo de la frontera de Costa Rica con Panamá, nunca había olvidado aquella tarde de sopor cuando su hermano Manuel decidió emigrar hacia el sur. Una llamada telefónica que dio origen a otras, como si se tratara de un crucigrama telefónico, le devolvió su historia cincuenta años después, reconstruyendo los nombres de la vida familiar para constatar la verdad de todos.2

El drama de l@s actor@s ausentes

La pobreza, la falta de oportunidades y la imposibilidad de acceder a servicios, que en este tiempo de postmodernidades, son elementales para una vida digna de todo ser humano, tales como la salud y la educación , así como el derecho al trabajo, hacen que esta historia se repita como un círculo vicioso.

Este drama se repite todos los días del año, cuando centenares de nicaragüenses desempleados caminan con rumbo fijo y desfilan ante banderas nacionales, traspasando las líneas imaginarias de los estados nacionales de Nicaragua y Costa Rica. Es la más grande manifestación política que se viene produciendo continuamente desde hace diez años, cuando cesó la guerra y se dio comienzo a una nueva etapa en la construcción de la democracia en Nicaragua.

La década del 90 será posible distinguirla en los anales históricos del próximo siglo, especialmente en América Central, como la década de los grandes movimientos de población.3

Con los Acuerdos de Esquipulas II, las agendas políticas captaron la atención de la comunidad internacional, tras finalizar el conflicto militar en el que se involucraron los países de la región. Temas como el desarme; la reducción de los ejércitos; la reinserción de los combatientes a una vida cotidiana en condiciones de paz; las elecciones; todos estos puntos, de carácter político, han estado presente en la agenda de los gobiernos y se reflejan en la pauta de información de los medios de comunicación.

Sin embargo, los grandes actores de la guerra no se convirtieron en sujetos de los procesos democráticos que empezaban a desarrollarse. Hombres, mujeres y niños, al adolecer de las más elementales condiciones de vida material, quedaron excluidos y sin posibilidades de que su agenda estuviese presente en el debate regional e internacional.

La ausencia de una implementación de la agenda social en la región centroamericana, junto con las políticas macroeconómicas, ha llevado a que grandes sectores de la población emigren de sus países de origen.

Si bien la inmigración ha sido una constante en la región, estos nuevos procesos migratorios son muy diferentes a los que ocurrieron en décadas anteriores. Además del volumen de la población migrante también se ha incrementado, la diversidad de esta: campesinos y trabajadores urbanos, maestros y enfermeras, profesionales, jóvenes, mujeres y niños.

El número de esta población migrante sobrepasa a la que debió salir por causa del conflicto militar en la década de los ochenta, así como las consecuencias sociales tanto para Nicaragu como comunidad expulsora, como para Costa Rica que en el presente caso funge como país receptor. En el paisaje humano de esta población migrante, sigue siendo numeroso el contingente de jóvenes nicaragüenses que huyen -esta vez- por las faltas de oportunidad bien sea en la educación o en el trabajo; también es notoria la presencia de las mujeres y su papel en el desempeño de las labores domésticas. La procedencia social de esta población migrante es diversa: desempleados nicaragüenses de origen urbano, de Matagalpa o Chinandega, que poseen alguna calificación técnica, comparten sus penurias con campesinos de Waslala o Jalapa. La pobreza ha motivado cambios en el patrón de movilidad geográfica de la población nicaragüense, señalando el agotamiento de la frontera agrícola.4

Debido a las condiciones de trabajo y de vida que los migrantes nicaragüenses encuentran en Costa Rica, la gran mayoría rompe sus vínculos con sus núcleos familiares que permanecen en la comunidad expulsora. Los bajos salarios no siempre permiten enviar las remesas familiares, que en estos tiempos de globalización han adquirido un rango en la macroeconomía nicaragüense, y las cuales no pasan de 2.5 millones de dólares mensuales. El drama se torna más patético si se tiene en cuenta que en el caso de las mujeres, la gran mayoría son madres solteras que han dejado a sus hijos al cuidado de familiares, muchas de ellas tienen más de cinco años de permanecer trabajando en condición "ilegal", como es catalogado el trabajador nicaragüense por el "orden" costarricense.

Para Costa Rica, en tanto comunidad receptora, prescindir de la población de nicaragüenses migrantes representaría renunciar a la posibilidad de insertarse en una economía global en condiciones de competitividad, debido a que la ocupa como mano de obra barata y es una comunidad numerosa, por lo tanto dispone de suficiencia.5

La participación de esta mano de obra en la producción de los valores y la riqueza, así como en las divisas que ingresan a Costa Rica, no es conocida ni siquiera en las estadísticas. No obstante, el país que ha ganado fama a nivel internacional por su proclividad a la paz y la democracia, se ha visto sacudido en los últimos años por una creciente ola de xenofobia hacia los inmigrantes nicaragüenses. Si bien la inmigración proveniente de Nicaragua no es nueva, el número de inmigrantes ha alcanzado cifras que en el pasado fueron inimaginables.6 En efecto, la Nicaragua post-bélica que se caracteriza por la carencia casi absoluta de oportunidades para los sectores subalternos, ha empujado a cientos de miles de seres humanos a emprender la riesgosa aventura migratoria. Todos los días hombres, mujeres y niños intentan burlar a la Policía de Frontera caminando a través de inhóspitas montañas, sin contar si quiera con la certeza de que encontrarán trabajo, una vez que logren vencer los difíciles obstáculos para ingresar a territorio costarricense. Gracias a esta mano de obra barata y carente de derechos, los empresarios costarricenses han logrado extender significativamente los cultivos de exportación, la construcción en las áreas urbanas y turísticas. Además, el servicio doméstico y la vigilancia privada son actividades realizadas mayoritariamente por nicaragüenses.7

La desesperada lucha por la sobrevivencia de la sociedad nicaragüense ha producido trascendentales cambios étnicos en todo el territorio costarricense. Estos cambios son especialmente evidentes en la región hegemónica de Costa Rica: el Valle Central que concentra a las cuatro principales ciudades y en donde predominan los costarricenses "típicos", es decir, quienes han constituido la base de la costarriqueñidad. Esta consiste en la creación de una Costa Rica imaginaria compuesta por una población homogénea muy distinta a la indígena y mestiza población del resto de Centroamérica y muy similar a la europea. La incontrolable migración nicaragüense significa, en el nivel simbólico, un reto a la "Patria blanca" y, a nivel material, un reto a las condiciones de vida de todos los grupos subalternos en ese territorio.8

Por otra parte, es innegable que la inmigración nicaragüense a Costa Rica está provocando importantes transformaciones en las relaciones de poder entre los sectores subalternos en Nicaragua: las relaciones generacionales y las relaciones de género sufren transformaciones con la migración del hombre o la mujer-jefe de hogar, empoderando en esta forma a miembros de la familia que, hasta entonces, habían estado sometidos al poder patriarcal o a la dominación materna.

La sociedad que se ha convertido en expulsora de población hacia Estados Unidos y, en especial hacia Costa Rica, no genera nuevos mecanismos sicosociales para evitar el desarraigo de los inmigrantes. Estos en la nueva sociedad, utilizan su instrumental cultural para adaptarse a la discriminación sobreviviendo con el menor daño posible a su autoestima. Para el Estado nicaragüense, los ciudadanos nacionales que emigran no existen sino en las posibilidades que éstos tengan de generar alguna remesa familiar.

©Miguel Angel Herrera Cuarezma

Notas

Arriba

vuelve 1. En varias ocasiones el escritor nicaragüense Manolo Cuadra fue expatriado de Nicaragua, hacia Costa Rica, por su oposición resuelta a la dictadura de Anastasio Somoza García. Las presentes citas corresponden a su testimonio escrito. Ver Cuadra, Manolo. El gruñido de un bárbaro. Editorial Nueva Nicaragua. Managua, 1996.

vuelve 2. Testimonio de Manuel A. Rodríguez Rojas. San José, 26 de octubre de 1998. Recopilado por MAHC.

vuelve 3. Véase Brisson, Maryse. Migraciones...¿Alternativa insólita?. DEI, San José, 1997.

vuelve 4. Al respecto véase el estudio de Mario Rizo Zeledón, El joven campesino de la última frontera agrícola. Diagnóstico de oportunidades para jóvenes en zonas de posguerra. IHNCA-UCA, OEA. Managua, 1998.

vuelve 5. Borge, Dalia. "Migraciones laborales agrícolas de nicaragüenses a la Zona Bananera de Sarapiquí en los noventa". Tesis de posgrado. Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica. 1998, capítulo III. Castro, Carlos y Morales, Abelardo "La inserción laboral de la fuerza de trabajo nicaragüense en el sector de la construcción, la producción bananera y el servicio doméstico en Costa Rica" FLACSO y Fundación Friedrich Ebert, en prensa, San José.

vuelve 6. Alvarenga Venutolo, Patricia Conflictiva convivencia. Los nicaragüenses en Costa Rica. Cuadernos de Ciencias Sociales, N.101. FLACSO. San José, 1987.

vuelve 7. Véase Castro y Morales, op.cit.; Morales, Abelardo y Marta I. Cranshaw. Mujeres adolescentes y migración entre Nicaragua y Costa Rica Flacso, San José, 1998.

vuelve 8. Cfr. Jiménez, Alexander y Oyamburu, Jesús. Compiladores. Costa Rica imaginaria. EFUNA, Heredia, 1998.


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