Patricia Alvarenga Venutolo

La inmigración extranjera y la nación costarricense*

Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica

palvaren@una.ac.cr


En este artículo analizamos los proyectos de inmigración de trabajadores y colonizadores campesinos promovidos por el Estado costarricense desde los últimos decenios del siglo XIX, período en que toma impulso el proceso de creación de la identidad nacional, hasta mediados del siglo XX, cuando tiene lugar el último proyecto de colonización extranjera con amplia participación estatal. Aunque estos proyectos fueron poco exitosos, los discursos que generaron, se fundamentaron, y a la vez contribuyeron, en el proceso de creación de la identidad nacional. Intentando contestar al interrogante acerca de quiénes serían los llamados a inmigrar, los estadistas contribuyeron a establecer las fronteras culturales al interior del universo social ubicado en el país y entre este y el resto del mundo.

También estudiamos cómo se generaron las predominantes corrientes inmigratorias de trabajadores durante la primera mitad del siglo XX. Siguiendo las pistas de la construcción de la "inmigración deseada", la "inmigración no deseada" y la "inmigración como mal necesario", vamos descubriendo la jerarquización del universo de los inmigrantes que realiza el Estado y también, cómo esta jerarquización es desafiada cotidianamente por silenciosas corrientes de inmigrantes que retan la concepción de la exclusividad costarricense en el universo centroamericano.

La "raza ideal" y los procesos migratorios en América Latina

En la segunda mitad del siglo XIX los gobernantes de América Latina, especialmente aquellos que se ubicaron en países de escasa población, promovieron inmigraciones masivas desde Europa. Fueron muchos los ensayos que gobiernos como los de Argentina y Brasil efectuaron antes de que los proyectos colonizadores tuvieran éxito. Solamente cuando se crearon condiciones que resultaron relativamente aceptables para los inmigrantes, estos países lograron atraer las masas humanas requerida para poblar ricas regiones agrícolas, idóneas para abastecer al mercado europeo en gran expansión.1

Durante la época colonial la inmigración laboral en América Latina había sido fundamentalmente negra. Mediante el desplazamiento forzado de millones de africanos se logró solucionar los problemas de carencia de mano de obra, especialmente en las regiones de escasa población indígena. Pero en la tercera década del siglo XIX, como resultado de la participación de la población negra y mulata en los procesos de independencia, en la América Españla es abolida la esclavitud. Aunque Brasil continúa fundamentando su economía en la esclavitud, enfrenta serios problemas de reproducción de su mano de obra, que dependía de la constante importación de hombres y mujeres jóvenes, debido a que el traslado forzoso de africanos al continente americano se dificulta por la legislación que prohíbe la trata de esclavos.2

Sin embargo en el Caribe la migración negra anglófila adquiere gran dinamismo. Son estos trabajadores los que, en los países centroamericanos resuelven, en gran medida, los problemas de mano de obra (especialmente de una mano de obra apta para el clima tropical) requerida por la construcción de ferrocarriles, la expansión de las grandes empresas bananeras, y de una de las más grandiosas obras del continente: el canal interoceánico.3

No obstante, la inmigración negra ya no es bien vista por los sectores dominantes latinoamericanos. Apenas se tolera como un "mal necesario" cuando se convierte en indispensable para el desarrollo de ciertas actividades económicas. Aquellos estados que abogan por la inmigración, en realidad no están dispuestos a recibir a cualquier grupo étnico. Miles de inmigrantes chinos, dispuestos a aceptar condiciones laborales que serían rechazadas por los inmigrantes blancos, encontraron muchas dificultades para lograr asentarse en los países latinoamericanos. En realidad se busca atraer fundamentalmente a población blanca proveniente de la Europa Occidental.4

Esta política selectiva de los grupos inmigrantes, presente prácticamente en toda Latinoamérica, se explica por el creciente predominio en el discurso nacional de las teorías científicas eugenésicas. El darwinismo social construye a los grupos étnicos que no provienen directamente de Europa como "razas inferiores". En efecto, el racismo no es de ninguna manera una novedad en Latinoamérica y El Caribe. La esclavitud y la subordinación del indígena tienen como sostén ideológico el argumento de la inferioridad dada por la naturaleza de estos grupos. Sin embargo, no es hasta el siglo XIX, en el contexto de la transición de una sociedad de castas a una sociedad nacional, cuando surge la preocupación por la composición racial y étnica de la población que integra el territorio de las nacientes naciones latinoamericanas. El liberalismo positivista encuentra en el ideal del progreso la meta fundamental de los espacios geográficos que se están constituyendo en naciones. Pero este progreso es un privilegio exclusivo del mundo blanco. Es decir, no se concibe en regiones donde predominan poblaciones de "razas inferiores". La nación, elemento constutivo básico de una sociedad civil, es decir de una sociedad que crea entre sus miembros elementos comunes de identificación, tiene como fundamento la etnicidad. Aquellos proyectos de nación con poblaciones indígenas significativas, abogan por el mestizaje biológico y cultural, que es considerado el único mecanismo posible (a excepción del genocidio, practicado solo en casos excepcionales) para mejorar las condiciones raciales de los habitantes del país.5

Los proyectos colonizadores en la nación blanca costarricense

Ya a finales del siglo XIX la población de Costa Rica integrada al proyecto nacional: aquella ubicada en el Valle Central, se considera "racialmente" homogénea y predominantemente blanca. Los sectores dominantes, aunque satisfechos con la composición étnica de la población, están para entonces convencidos de que su escaso número es impedimento para el progreso. Por ello, la baja tasa de crecimiento de la población resulta preocupante para las autoridades nacionales. Por ejemplo la Memoria de Gobernación, Policía y Fomento de 1905-1906, señala que la cifra de nacimientos de 1905 que asciende a 3389 "es desconsoladora" especialmente considerando que hay un "saldo negativo" de 432 personas que emigraron hacia Panamá para participar en la construcción del canal interoceánico.6 Los gobernantes ya desde mediados del siglo XIX decidieron apoyar empresas de colonización siempre y cuando, por supuesto, estas trajeran la ansiada población europea. En 1850 el gobierno de Costa Rica crea la Junta Protectora de las Colonias con el fin de incentivar la inmigración de colonos europeos y en 1862, con la Ley de Bases y Colonización se prohibe la colonización de "razas africanas y chinas" y, en caso de que esta inmigración sea imprescindible, el gobierno queda facultado para limitarla y controlarla.7

En el Caribe costarricense dos grandes empresas: la construcción del Ferrocarril, dada en concesión al empresario Minor Keith, y luego la producción bananera a gran escala en manos de la transnacional UFCO, habían propiciado la inmigración de chinos y, especialmente de jamaiquinos. Esta inmigración fue tolerada por el gobierno debido por una parte, a su limitada capacidad para imponerse a las empresas transnacionales y, por otra, a que esta era la única mano de obra dispuesta a inmigrar, en gran escala, al Caribe costarricense.

No obstante, el gobierno costarricense, continúa intentando incrementar la población del país con inmigrantes europeos. De tal forma, durante la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del siglo XX se firman varios contratos entre el gobierno central y compañías privadas orientadas a la introducción de inmigrantes. En los proyectos de colonización del Estado costarricense no se menciona a las poblaciones mestizas del resto de Centroamérica. No obstante, como lo veremos más adelante, esta inmigración, especialmente proveniente de Nicaragua, fue apenas "tolerada" especialmente en zonas lejanas al Valle Central, pero de ninguna manera fue considerada "solución" al problema de la escasez poblacional. Los proyectos migratorios que a continuación analizamos parten de una premisa implícita: una positiva inmigración debe provenir de poblaciones que compartan características culturales y físicas similares a las de los costarricenses (es decir, vallecentralinos) y esta inmigración ideal no se localiza en Centro América; es eminentemente europea.

Inmigrantes blancos para contrarrestar la inmigración negra

En 1881 el presidente Tomás Guardia al calor del entusiasmo por la construcción del Ferrocarril al Atlántico que creaba nuevas y muy atractivas posibilidades de colonización, firma un ambicioso e irreal contrato con el español Esteban Perera quien traería inmigrantes para poblar tierras que el ferrocarril posibilitaba incorporar a la economía mercantil. El sr. Perera debería introducir nada menos que "un número de inmigrantes de raza blanca que no bajara de ocho mil quinientas personas de ambos sexos, aptas para los trabajos de agricultura"8 Perera sería recompensado con una inmensa cantidad de tierras ubicadas entre la desembocadura del Parismina hasta los volcanes Turrialba e Irazú. Pero estas tierras dadas en usufructo solo las iría obteniendo en propiedad paulatinamente, conforme a la cantidad de inmigrantes que se asentaran en el país.9 A los inmigrantes el gobierno les concedería exención de impuestos mientras conservaran su nacionalidad y un viaje de segunda clase gratis en el Ferrocarril al Atlántico.

De tal forma, se infiere del contrato que las condiciones de la inmigración serían negociadas directamente entre Perera y los inmigrantes. El contrato en ningún momento menciona entrega de tierras a los colonos, lo que sugiere que este proyecto convertiría a Perera en un gran terrateniente que, mediante un sistema posiblemente de colonato, mantendría bajo su control a los inmigrantes.

Este contrato muestra la falta de experiencia de las autoridades nacionales en lo que respecta a las iniciativas para promover la inmigración. Los países que se propusieron atraer grandes masas de inmigrantes blancos, solo lo lograron cuando ofrecieron a estos condiciones aceptables de traslado (por lo general el gobierno se hacía cargo de los gastos de viaje) y de instalación. En cuanto llegaban contaban con un salario o un subsidio (dependiendo de las relaciones de propiedad que se establecieran) y se instalaban en explotaciones agrícolas ubicadas en zonas de gran dinamismo económico. Evidentemente los gobernantes nacionales se equivocaban al creer que bastaba con contratar a un comerciante para que por su cuenta trajera miles de inmigrantes europeos a las inhóspitas tierras del Caribe. No consideraron que para ello fuera necesaria, además de la existencia de un evidente proyecto de integración de esta región al mercado internacional, que el gobierno asumiera seriamente responsabilidades con los nuevos colonizadores. Tampoco tomaron en cuenta las dificultades para aclimatarse al clima tropical que encontrarían nuevos inmigrantes europeos.

Creemos que este proyecto constituyó un esfuerzo del Estado por contrarrestar la masiva inmigración negra promovida por Minor Keith para la construcción del Ferrocarril y el desarrollo de las plantaciones bananeras. Esta inmigración aumenta considerablemente a partir de finales de la década de 1870.10 En este contexto se desprende que la intencionalidad del Estado era crear una inmensa área de explotación bananera cuya mano de obra estaría integrada por inmigrantes europeos. En esta forma, según los cálculos de los gobernantes se contrarrestaría el peso demográfico de una inmigración no deseada pero que era un mal necesario pues resultaba imprescindible para terminar el ferrocarril y dar impulso a la actividad bananera.

Inmigrantes blancos para poblar la hacienda cafetalera

En 1896 el diputado Francisco Oreamuno presenta a la Asamblea una nueva propuesta para crear un decreto que faculte al Poder Ejecutivo a invertir dinero en la promoción de la inmigración. El diputado Oreamuno lamenta el fracaso de anteriores proyectos colonizadores pues, ante las promesas irrealizables de los empresarios, los inmigrantes se regresaron a su país o abandonaron las labores agrícolas migrando a las ciudades. Propone que se dediquen 50.000 pesos del presupuesto para que el gobierno pague el pasaje de estos. Además propone "fijar las características de raza, hábitos y profesión que han de distinguir(los)."11 Pero este proyecto tiene diferencias fundamentales con el analizado anteriormente. Para entonces la expansión de la actividad bananera atrae a muchos trabajadores del Valle Central. Las explotaciones cafetaleras no tienen capacidad de competencia, en cuanto a salarios, con las empresas bananeras. Por ello, pese a las condiciones inhóspitas del Caribe, pequeños productores y, en especial, campesinos que han perdido el acceso a la tierra, aceptan el reto de voltear la selva a cambio de la posibilidad de obtener buenos ahorros en pocos años. Por otra parte, ya a inicios del siglo XX las pequeñas ciudades se convierten en foco de atracción para jóvenes campesinos.12 Además, es necesario recordar que la Meseta Central, hasta mediados del siglo XX, fue zona expulsora de población: hubo una emigración permanente hacia áreas de colonización. De tal forma, unido a la tradicional corriente emigratoria, la atracción de las plantaciones de banano, han provocado una escasez importante de trabajadores cafetaleros en el Valle Central. En este contexto el diputado Oreamuno propone importar trabajadores para los hacendados, es decir, peones para las explotaciones cafetaleras. El procedimiento propuesto era el siguiente: se abriría una matrícula en la que los hacendados se inscribirían solicitando la introducción de un determinado número de inmigrantes. A la llegada de estos el gobierno pagaría el pasaje, valor que le sería condonado al hacendado si lograba conservar a sus trabajadores.

El diputado propone traer trabajadores de diversas procedencias lo que permitirá "decidir o entresacar nacionalidades extrañas que más se asimilen a las nuestras"13. Además, otra ventaja, asegura el legislador,

"si vienen trabajadores de procedencias diversas faltaría la homogeneidad de origen que varias veces ha dado por resultado que todos ellos obedezcan a la voz de un cabecilla que los solivianta por frívolos pretextos dándonos una muestra de lo que son las huelgas en otros países".14

La Comisión de Fomento avala el proyecto y opina que para lograr una inmigración "útil y estable" lo mejor es dejarla "al cuidado de los particulares que son los directamente interesados en esta".15 Con el fin de que el gobierno cuente con medios suficientes para auxiliarlos proponen aumentar al doble la suma propuesta por el diputado Oreamuno. El gobierno central avala el proyecto pero tiene un par de objeciones. Pide que se le aclare si el proyecto se propone atraer colonizadores o "simples braceros o jornaleros que se introdujeren por los agricultores para satisfacer necesidades inmediatas de nuestra industria agrícola". Ante esta solicitud la comisión de Fomento le aclara que la finalidad es introducir braceros pero como el Ejecutivo queda facultado para reglamentar la inmigración puede dar la interpretación más conveniente de acuerdo a las circunstancias. Por otra parte, al gobierno central le preocupa que la ley propuesta no tome en cuenta "los prejuicios que al país podrían venirle del cruzamiento de razas". Por ello recomienda "prescinda la ley de la [raza] negra y de la amarilla o por lo menos les señale zonas limitadas de nuestro territorio donde únicamente puedan establecerse".16 Finalmente el 29 de julio de 1896 Rafael Iglesias aprueba el decreto propuesto con algunas modificaciones: la suma que invertirá el Ejecutivo se fija en 50,000 pesos anuales, como había sido originalmente propuesto. El artículo 2 dejaba en manos de la iniciativa particular el cuidado de introducir los inmigrantes. En el artículo 4 se establecía que los inmigrantes "podían ser simples braceros o familias de labradores". En el artículo 5 el ejecutivo queda facultado "para rechazar la inmigración de razas que a su juicio sean perjudiciales al país o para circunscribirlas a determinadas regiones".17

Sabemos que este proyecto también fracasó. Quizá si se hubiese aprobado tal y como lo proponía el diputado Oreamuno, se hubiese abierto un portillo en la ley para que los hacendados pudieran introducir inmigrantes al Valle Central pertenecientes a las llamadas "razas perjudiciales". Pero cuando el Ejecutivo cierra este portillo, para los hacendados atraer braceros europeos por su propia cuenta se convierte en una misión casi, sino, imposible en un contexto en que países grandes de mucho mayor crecimiento, lograban desarrollar estrategias inmigratorias que les permitían monopolizar la masiva "inmigración deseada".

Este proyecto de inmigración de jornaleros no es excepcional en el contexto de extrema carencia de mano de obra en el Valle Central. En la primera década del siglo XX este problema se agudiza pues los hacendados, además de competir con el proceso de migración interna y la demanda de mano de obra de la compañía bananera, también deben hacerlo con la obra de construcción del Canal de Panamá que por los altos salarios ofrecidos atrae mano de obra de la región central de Costa Rica.18 En general, los proyectos de inmigración abogaban por la creación de colonias de pequeños productores. Desde el punto de vista de los estadistas, esta era la mejor alternativa para poblar áreas vacías. Además, encontramos que en el discurso oficial a la vuelta del siglo XX, existe una relación entre el predominio de pequeños propietarios agrícolas y el dinamismo económico. Eloy Truque, sub secretario de Estado de Hacienda, nos sorprende en 1901 con un discurso bastante similar al cepalino de la decáda de 1960 cuando afirma que es necesario crear un sistema de protección de las pequeñas propiedades que deben ser la base del sistema fabril.19 Pero este planteamiento de promoción de la pequeña propiedad, se combina en esta época con el de la necesaria multiplicación de la mano de obra para las grandes explotaciones agrícolas del Valle Central. De tal forma disentimos con la investigadora Rita Bariatti cuando sostiene que los proyectos de inmigración europea en Costa Rica "estaban orientados a formar una clase de campesinos propietarios... y no a proveer mano de obra a la economía cafetalera".20 También nos parece importante cuestionar las siguientes observaciones realizadas en el Diagnóstico Demográfico de la Organización de Estados Americanos: "...cuando se origina una escasez de mano de obra en la recogida del café... inexplicablemente no se arbitra una política inmigratoria para aliviar el problema".21 Al contrario, los proyectos de 1896 y, como lo veremos a continuación, de 1906, evidencian que, en el contexto de la creciente carencia de mano de obra en la Meseta Central, las autoridades nacionales diseñaron planes para multiplicar mediante la inmigración, el número de jornaleros. Ello nos muestra que estadistas de entonces intentaron trascender el orden social creando las condiciones laborales necesarias para el rápido desarrollo de las grandes explotaciones cafetaleras. Posiblemente si hubiesen aceptado inmigración "no deseada" del Istmo o de las Antillas, la estructura agraria del país y en particular del Valle Central, habría evolucionado hacia una mayor concentración de la tierra.

En 1906 el diputado José Figueredo presenta un nuevo proyecto para promover la inmigración. Señala que

"es cosa sabida por todos los señores diputados que en Costa Rica caben holgadamente, cuatro millones de habitantes, de manera que ya se comprenderá el poco espacio que ocupamos los 334.000 que la poblamos."22

Figueredo también se refiere a la existencia de amplias regiones del país, "ávidas de ser explotadas" (los valles de Santa Clara y del General, las sabanas de Guanacaste, la región de Río Frío) y para ello es imprescindible la inmigración. Desde su punto de vista, sería un error trasladar gente del país de un punto a otro pues "gente de fuera, sana, vigorosa, trabajadora y por familias es lo que nos hace falta para poblar aquellos sitios."23 Para ello propone que el estado incentive la inmigración entregando la tierra en propiedad y en enfiteusis a los colonos que, "deben ser de la raza blanca, [inmigrar] por familias, con preferencia agricultores [y] de nuestro propio idioma si fuera posible".24

La comisión del Congreso encargada de dictaminar el proyecto, retomando las fallidas experiencias de promoción de la inmigración, sostienen que el proyecto daría buenos frutos solo si el gobierno ofrece a los inmigrantes los subsidios necesarios para dar inicio a su empresa agrícola y sobrevivir mientras obtienen beneficios de esta.

Por otra parte, rescatando el proyecto de importación de trabajadores de 1896, la comisión recomienda que se le permita al ejecutivo dedicar una suma de dinero para colaborar con los hacendados de la Meseta Central que deseen traer trabajadores. Finalmente el congreso aprueba este proyecto el 8 de julio de 1907 autorizando en el artículo 1.

"al Ejecutivo para invertir en el fomento de la inmigración durante 8 años la suma de 40,000 colones anuales de los cuales 20,000 serán para pagar los pasajes de las familias de agricultores que traigan los hacendados de la antiplanicie (sic) central."25

Evidentemente estos proyectos fracasan. Sin embargo, nos resultan interesantes en cuanto nos muestran que las élites no habían aceptado pasivamente los límites que, a la acumulación de riqueza imponía la existencia de una población mayoritaria de pequeños y medianos productores. En el imaginario nacional costarricense era posible transformar esta realidad importando masivamente trabajadores destinados a servir como mano de obra en la hacienda. Pero la gran limitante que imponía el imaginario nacional se encontraba en las fronteras étnicas que este creaba: solo era posible concebir en el Valle Central una inmigración masiva procedente de Europa Occidental.

Voces disidentes: promover la inmigración japonesa

En general los proyectos inmigratorios buscaron promover la inmigración europea occidental. Pero en el contexto de los constantes fracasos para atraer inmigrantes de esta región del mundo, en 1907 don Federico Mora propone la inmigración de japoneses y el periódico La Prensa Libre secunda la idea. El editorialista se pregunta "si convendría admitir japoneses o quedarnos estacionarios hasta cuando pudiéramos contar con inmigrantes a nuestra satisfacción".26 Para convencer a su audiencia de lo atinado del proyecto sostiene que en Estados Unidos los japoneses no son mal vistos pues se les considera ambiciosos y listos. El editorialista reta las jerarquías étnicas creadas por las teorías científicas eugenésicas, cuando afirma lo siguiente:

"aspiramos a la inmigración de buenas razas y nos cautiva sobre todo, la inmigración alemana pero al mismo tiempo debemos confesar que si no fuera por los chinos, tal vez no se ponía uno aquí camisa limpia".

Sin embargo, este discurso fue excepcional. En general los proyectos inmigratorios claramente afirmaron la importancia de la inmigración europea por ser esta, según los estadistas, la más cercana a la idiosincracia y a las características fenotípicas de los costarricenses.

Inmigración europea vs. la colonizació interna

En 1908 se propone un nuevo proyecto para promover la inmigración. Se trata de un contrato entre el Secretario de Estado y de Fomento Oscar Rohrmoser y el empresario José Trepat y Galán. Este, quizá recuperando la experiencia anterior es mucho más modesto. Mientras en 1881 el gobierno firmó un contrato con Perera para que este trajera nada menos que 8,500 inmigrantes, este nuevo contrato con José Trepat y Galán, se propone traer en los siguientes cuatro años cien familias españolas con el fin de fundar una colonia agrícola en Santa Clara. Para ello se destinarían 3,500 hectáreas de las que una parte sería vendida a los inmigrantes (1,500 a 4 colones por hectárea) y el resto se distribuiría gratuitamente obsequiando 15 hectáreas por familia. El Estado recompensará los servicios del señor Trepat otorgándole 500 hectáreas.

La Comisión de Caminos y Colonias del Congreso integrada entre otros congresistas por P. Pérez Zeledón, alaba la iniciativa con argumentos que, para entonces son clásicos: la inmigración europea, especialmente española puede exitosamente "amalgamarse" a la población nativa. En esta forma da a entender que la población vallecentralina es, fundamentalmente, de origen europeo. En efecto, como lo muestra Steven Palmer ya desde fines del siglo XIX es hegemónico el discurso de la igualdad étnica costarricense. Francisco Montero Barrantes en su libro Geografía de Costa Rica publicado en 1892 y utilizado como texto escolar, se afirma que "con poquísima, casi insignificante diferencia, todos los habitantes de Costa Rica pertenecen a la raza blanca...La población es homogénea y forma un todo compacto."27 De tal forma, desde el punto de vista de los contemporáneos los proyectos inmigratorios consolidarían dicha homogeneidad ya que no habría mucha dificultad en integrar a los nuevos habitantes, provenientes de Europa, a la cultura nacional, pues estos, en términos genéticos y culturales, tienen muchas similitudes con la población del país.

Los congresistas, al igual que en proyectos anteriores, mencionan los éxitos de una "inmigración idónea y bien dirigida" en países como Estados Unidos, Canadá y la República Argentina.28 De nuevo los congresistas se refieren al secreto del éxito de estos proyectos: ofrecer al inmigrante condiciones propicias para su instalación como subvención del Estado mientras logran obtener beneficios de las nuevas explotaciones agrícolas, construir una carretera que vincule la colonia con el Ferrocarril al Atlántico, preparar los terrenos que sembrarán a su arribo los inmigrantes. En fin, según los congresistas es necesario efectuar toda una serie de inversiones para recibir a los inmigrantes que, según sus cálculos "sin incluir gastos religiosos, escolares, de policía, de correo y mil más que por obvias [razones] no se mencionan, la suma de las partidas anotadas alcanzan a 75,000 colones".29 De tal forma, la comisión llega a la concluisión de que el país no se encuentra en condiciones para fomentar la colonización europea en sus baldíos especialmente cuando es urgente invertir la mayor cantidad posible de recursos en la finalización del Ferrocarril al Pacífico. En todo caso, continúan reflexionando los integrantes de la comisión, si hubiese recursos para invertir, es mucho más urgente utilizarlos en cruzadas de higiene para disminuir la mortalidad infantil, para mejorar la salubridad, proveer de agua potable a comunidades que aun no la poseen. Por consiguiente, la comisión no recomienda la aprobación del contrato Rohrmoser-Trepat. Sin embargo, con unas pocas modificaciones el 3 de noviembre de 1908, el Congreso lo aprueba.

Tal y como lo vaticinara la Comisión de Caminos y Colonias este proyecto también fracasó. Aunque los argumentos de los integrantes de esta comisión no triunfaron en el debate legislativo, empezaban ya para entonces a tomar fuerza. En efecto, el mismo presidente Cleto González Víquez pese a que aprobó este nuevo proyecto para promover la inmigración, insistía en que era más conveniente dotar de servicios médicos y de buenas condiciones de salubridad a los habitantes del país para que la población tenga un rápido crecimiento natural antes que traer inmigrantes "que no siempre resultan útiles" al país.30 En efecto, ya para entonces visualizamos un cambio importante en la política de fomento de colonización y de incremento de la población. En las siguientes décadas, el énfasis de las políticas estatales se centrará en el mejoramiento de las condiciones higiénicas y de salud de la población nacional y en promocionar proyectos de inmigración interna.31

La inmigración "no deseada" se impone

Era preocupación central de los proyectos migratorios que los nuevos habitantes del país se dedicaran a labores agrícolas. Así por ejemplo cuando el diputado José Figueredo presentó en 1906 un proyecto para promover la inmigración, la Comisión de Gobernación expresó su preocupación de que estos nuevos colonos no encontrasen condiciones propicias para explotar la tierra, y entonces "se traería gente que vendría a aumentar el número de los que comercian y se dedican a otra clase de trabajos que les proporcionen el modo de vivir o lo que sería peor que vendrían solamente a consumir y a aumentar la plaga de los viciosos, de los vagos y mal entretenidos."32 Sin embargo, la mayoría de los pocos inmigrantes pertenecientes a los grupos étnicos "atractivos" que se quedaron en el país se radicaron en las áreas urbanas. Como lo muestra Rita Bariatti en relación con la inmigración italiana (la segunda inmigración europea en importancia numérica) esta tendía a concentrarse en San José y a dedicarse a ocupaciones características del mundo urbano: especialmente artesanía y comercio. Bariatti en los censos no encuentra italianos ubicados en la categoría "jornaleros" y para 1927 de los 427 italianos residentes en San José registrados en el censo de ese año, hay solamente 5 en la categoría de "agricultores".33

Los datos sobre juzgamientos que localizamos para los años 1904 y 1905 nos permiten apreciar la distribución geográfica de la población considerada "extranjera" aunque tienen la limitante de que estas estadísticas no detallan su nacionalidad. En 1905 en la ciudad de San José son juzgados 1239 costarricenses y 115 extranjeros. En cambio en el resto de las poblaciones de la provincia son juzgados 551 costarricenses y apenas 5 extranjeros. En la ciudad de Alajuela son juzgados 572 costarricenses y 15 extranjeros mientras que en las otras poblaciones de la provincia el dato corresponde a 397 costarricenses y apenas 5 extranjeros. Los 10 extranjeros sometidos a juicio en la provincia de Heredia, fueron juzgados en la ciudad de Heredia, mientras que de los 464 costarricenses sometidos a juicio, 332 corresponden a la ciudad de Heredia y 132 a las otras poblaciones de esta provincia.

La situación cambia cuando se analizan los casos de las provincias de Limón, Puntarenas y Guanacaste. En Limón, tanto en la ciudad como en sus otras poblaciones la mayoría de las personas juzgadas son extranjeras. Ello se debe a la importante inmigración extranjera jamaiquina y, en menor grado nicaragüense y de indígenas panameños que son atraídos por los altos salarios de las plantaciones bananeras. Pero, además, también se debe a un fenómeno particular que se detallará más adelante: buena parte de la población negra nacida en Costa Rica es considerada "extranjera". De tal forma, en Limón la tendencia del Valle Central completamente se revierte: el número de costarricenses juzgados asciende a 373 minetras el de extranjeros a 893.

En el caso de Puntarenas encontramos también un importante número de extranjeros sometidos a juicio: 150, aunque el número de costarricenses es bastante mayor: 652. En concordancia con la tendencia del Valle Central la gran mayoría de extranjeros se ubica en la capital de provincia: 136. Sin embargo, hay una población donde la tendencia se revierte, en Golfo Dulce donde encontramos 2 costarricenses y 11 extranjeros juzgados. Este alto número de extranjeros sometidos a juicio en la ciudad de Puntarenas y en Golfo Dulce se explica por las constantes visitas de embarcaciones de otras nacionalidades.

El caso de Guanacaste en 1905 también muestra sus particularidades: en esta provincia hay un importante número de extranjeros juzgados: 41, aunque el número de costarricenses sometidos a juicio es bastante superior: 176. En este caso los extranjeros no se concentran en la capital de provincia: solo hay 11 juzgamientos en Liberia mientras que en poblaciones pequeñas encontramos un elevado número de extranjeros juzgados: 17 y 10 respectivamente en Santa Cruz y en Las Cañas. Ello indudablemente responde a la inmigración temporal o permanente de nicaragüenses. Los vínculos culturales y familiares existentes entre los habitantes de la provincia de Guanacaste y la región sur de Nicaragua incentivaron el desarrollo de un flujo migratorio permanente al interior de esta región que se desarrolla al margen de los proyectos migratorios estatales. Es interesante que en Guanacaste encontramos un grupo importante de procesados que se localizan en la categoría "ignorados". Estos son 45 y tienden a localizarse en Liberia (19) Santa Cruz (14) y Las Cañas (4). Esta categoría posiblemente refiere a un sector poblacional que tienen una actividad de vida que podríamos llamar "transfronteriza", es decir, que su radio de acción geográfico trasciende el límite fronterizo. Posiblemente con frecuencia los descendientes de este sector no eran registrados en ninguno de los dos países. Por otra parte, dada la fluidez de las relaciones de intercambio en la región fronteriza, es posible que el rubro "ignorado" en Costa Rica se utilizara para designar a esta población "indocumentada".34

Las tendencias a la concentración de inmigrantes en Limón Guanacaste y Puntarenas que encontramos en los datos estadísticos sobre los juicios de 1905, se aprecian en los resultados del censo de 1927. Mientras el porcentaje de personas nacionalizadas en la provincia de San José es de un 0.3%, en Alajuela y Heredia 0.1%, en Cartago 0.2%, en Puntarenas, Guanacaste y Limón es significativamente mayor: 0.8, 1.2 y 3.0% respectivamente.35

Como se puede apreciar del extenso análisis de los datos estadísticos sobre procesos judiciales en 1905, el proyecto migratorio del Estado costarricense enfrentaba dos importantes problemas: En primer lugar la inmigración "deseada" que llegaba al Valle Central, no se dedicaba a las labores agrícolas, más bien, tendía a incorporarse a la vida citadina. Esta tendencia solo es revertida recientemente cuando encontramos un creciente predominio numérico de los nicaragüenses sobre el resto de la población inmigrante. Buena parte de esta masiva afluencia de población extranjera se dirige hacia las zonas rurales incorporándose a las actividades de recolección de productos agrícolas. Sin embargo, el censo de 1973, que precede esta masiva inmigración, nos muestra que los nicaragüenses, así como los jamaiquinos, panameños y chinos, a diferencia del resto de los inmigrantes, no tienden a concentrarse en San José. Los nicaragüenses ya para entonces, constituían el grupo minoritario que se había establecido en forma más dispersa en el país. En cambio, la migración, tradicionalmente deseada, es decir, de origen europeo, seguía conservando para entonces, al igual que en la actualidad, su carácter eminentemente citadino.36

En segundo lugar, aunque para entonces existían tendencias inmigratorias en dos de las tres provincias más marginales (Limón y Guanacaste) el Estado costarricense no tenía interés en promocionarlas. La inmigración negra aparece claramente en el discurso oficial como un "problema" que debe tolerarse en aras del desarrollo de los trabajos del ferrocarril y posteriormente de la compañía bananera. Pero el Estado, lejos de proponer la "integración" del Caribe con el "universo costarricense" creó esta región como "excepción". Es decir, de acuerdo a Carmen Murillo, el Caribe fue concebido "como tierra con pobladores diferentes, de lenguas y costumbres 'extrañas' con leyes y actividades económicas distintas..."37

Aunque no hay manifestaciones oficiales acerca de una posible inmigración masiva proveniente de otros países centroamericanos, resulta obvio en las políticas estatales que esta es considerada como poco atractiva. No obstante, es la inmigración caribeña y del istmo centroamericano la que tendrá mayor presencia numérica en el transcurso del siglo XX. De acuerdo a los datos censales existentes desde 1864 hasta 1984 la población extranjera está compuesta prioritariamente por nicaragüenses, luego por jamaiquinos (a partir del censo de 1883 hasta el de 1950), seguida por los panameños (que existen como tales en estos datos censales a partir del censo de 1927) y, finalmente, la europea. Si bien esta tendencia se afianza en el siglo XX no se evidencia aun en las últimas décadas del siglo XIX. Por ejemplo en el censo de 1892 predominan los europeos: corresponden a 2,339 de los 6289 extranjeros registrados. En este censo encontramos 1302 nicaragüenses, 634 jamaiquinos y 676 colombianos (seguramente la mayoría de ellos provenientes de la región que corresponderá a Panamá). Consideramos que, muy probablemente, haya sido significativo el subregistro de inmigrantes, especialmente de Nicaragua y Panamá ubicados en los territorios fronterizos de ambos extremos y en áreas rurales donde difícilmente llegaban los funcionarios estatales. Además, recordemos que, todavía a inicios de siglo se utiliza la categoría "indefinido" para hacer referencia a una población que no se sabe en que sector del borde fronterizo ha nacido. Este carácter nacional "indefinido" de un grupo de la población debe también haber contribuido al subregistro en los censos.

En el siglo XX, en cambio, hay una clara tendencia al predominio de la población migrante de otros países centroamericanos (Nicaragua y Panamá en primero y segundo lugar respectivamente) mientras la importancia numérica de la migración europea definitivamente tiende a descender. Si en 1927 se contabilizaban 6614 europeos, en 1973 su número ascendía apenas a 3611 y en 1984 a 5309. En cambio la población nicaragüense que asciende a 10673 en 1927, se ha triplicado para 1973 cuando llega a ascender a 32347. Aunque disminuye en 1977 a 25223 (quizá por el auge económico que entonces vive Nicaragua) para 1984, debido, en gran medida, a la masiva afluencia de la población que huye de la guerra en Nicaragua, el número de inmigrantes tiene de nuevo un considerable aumento: asciende a 45,918.

En cambio la población jamaiquina aparece como la población extranjera más importante en el censo de 1927 cuando asciende a 17,248. No obstante, en el transcurso del siglo desciende abruptamente: en 1950 desciende a 7,316, en 1973 a 979 y en 1984 a 454. La inmigración de Guatemala, El Salvador y Honduras se mantiene bastante baja hasta 1950 en que llega a sumar 1213, cifra muy reducida en comparación con la de nicaragüenses que para ese año asciende a 16559. La inmigración proveniente de Guatemala, El Salvador y Honduras adquiere mayor relevancia en 1977 y 1984, cuando la violencia política aumenta la cifra a 5994 en 1977 y a 11748 en 1984. La población nacida en China, aunque el período es relativamente pequeña, muestra un dinamismo importante a partir de mediados del siglo XX: aumenta significativamente desde 1950 cuando cuenta apenas con 723 inmigrantes, hasta 1984 en que estos ascienden a la cifra de 2164.38 Pero en los últimos tres censos (1963, 1973 y 1984) se advierte una tendencia a la disminución de las nacionalidades que componen la población migrante mientras la población nicaragüense tiende a afirmarse como la población inmigrante mayoritaria con aproximadamente la mitad del número total de inmigrantes.39 Estas tendencias inmigratorias del siglo XX se impusieron pese a que estuvieron en contradicción con las políticas del Estado costarricense. La inmigración jamaiquina se convirtió en un "mal necesario" que debía ser tolerado al menos en coyunturas de alta necesidad de mano de obra en el Caribe. La inmigración nicaragüense y panameña se impuso porque sus vínculos sociales, económicos y hasta familiares trascendían las artificiales fronteras creadas por los estados contemporáneos. No obstante, estos grupos, encontraron cada vez mayores obstáculos para ingresar y establecerse en el país.

Las políticas migratorias hasta la década de 1930

En efecto, mientras los estadistas intentaban crear condiciones propicias para atraer la inmigración deseada, también se dieron a la tarea de crear una legislación migratoria que les permitiese rechazar el ingreso de la inmigración no deseada. En la constitución de 1871 no se imponía ningún obstáculo a la inmigración extranjera. Sin embargo, en las décadas siguientes, se crean leyes para restringir la inmigración con el fin de ofrecer al Estado un instrumento jurídico que les permitiera seleccionar a los inmigrantes.40 Estas leyes específicamente se proponen impedir el ingreso de determinados grupos étnicos. Por ejemplo, en 1897 se prohíben nuevas inmigraciones de chinos y en 1904 de árabes, armenios, turcos y gitanos. En 1904 se había prohibido el ingreso de árabes, turcos, armenios y gitanos pero en 1910 se permite de nuevo el ingreso de estos grupos siempre que presentaran al ingresar una suma no menor de 1,000 colones. En 1914 se establece que los inmigrantes deben presentar la suma de 100 colones al ingresar al país.41

En la legislación encontramos una clara influencia de las teorías eugenésicas no solo en cuanto a la construcción de razas superiores e inferiores, sino también en cuanto a la selección de individuos por sus características físicas individuales. En 1905 durante la administración de Ascensión Esquivel se aprueba una nueva legislación inmigratoria para restringir el ingreso de indigentes, valetudinarios, personas procesadas o personas con impedimentos físicos permanentes para el trabajo, a menos que probaran que tienen bienes propios para vivir. Además, se aprovecha la ocasión para prohibir el ingreso de "anarquistas manifiestos."42 Sin embargo, estos proyectos de control de la migración extranjera, como lo veremos en las siguientes líneas, entran en contradicción con las tendencias migratorias internas.

En 1922 el congreso discute la "Ley de emigración de trabajadores costarricenses". Esta tiene como finalidad facilitar el traslado, por medio de contratistas, de trabajadores costarricenses a las costas hondureñas. En efecto, los altos salarios ofrecidos en la actividad bananera en expansión, resultaron atractivos incluso para campesinos del Valle Central. Los diputados que avalaron el proyecto argumentaron que había escasez de trabajo en el país, y que, además, esta era una buena oportunidad para que estos trabajadores mejoraran sus condiciones de vida. Al contrario, el diputado Montero Barrantes se oponía a la propuesta alegando lo siguiente: "Se de hacendados en cuyas fincas ganan [los trabajadores] hasta cinco colones diarios y se también de un amigo que ha perdido de 400 a 900 fanegas de café por falta de brazos para su recolecta..."43

Pero ¿cómo es posible que los diputados tuvieran posiciones encontradas en un asunto que parece tan elemental como la escasez o abundancia de trabajo? En realidad creemos que estas discrepancias responden a las condiciones mismas de la explotación cafetalera que obliga a incrementar significativamente el número de trabajadores durante el período de recolección de la cosecha. De tal forma, es posible que haya en explotaciones agrícolas escasas posibilidades laborales para trabajadores permanentes y, a la vez, que estas experimenten escasez de mano de obra en el período de recolección.

En efecto, en la década de 1920 la carencia de mano de obra para las explotaciones cafetaleras se ha convertido en problema crónico.En 1924 se presenta en el Congreso un proyecto para eliminar la sección del decreto del 31 de agosto de 1914 que establece que los inmigrantes deben traer consigo una suma mínima de cien colones. La Comisión de Gobernación está de acuerdo con tal propuesta pues, aseguran sus integrantes, esta ley de "altas tendencias defensivas" está teniendo efectos negativos en la economía y, a la vez, ha contribuido a provocar una migración interna no deseada. Explican que, debido a las dificultades que enfrentan los cultivadores de la zona Atlántica para importar braceros del exterior, han acudido a la fuerza laboral del interior del país atrayéndola con las promesas de altos salarios. Ello ha agravado los problemas de carencia de mano de obra lo que tuvo dos efectos negativos: que los jornales y los productos agrícolas se elevaran considerablemente. También la comisión alega otro motivo de gran importancia para modificar esta ley: la salud. Como se señaló anteriormente la baja tasa de crecimiento de la población era una de las preocupaciones centrales del Estado costarricense pues, se consideraba que la escasa población se convertía en un importante obstáculo para el crecimiento económico. Por eso, las políticas estatales en torno a la salud pública ocupan un lugar central. Los congresistas se valían de esta fundamental temática para justificar su propuesta de abrir más espacio a la migración laboral: "Por centenares emigran de los diferentes puntos de la Meseta Central, de Puntarenas y Guanacaste, a esos traicioneros climas de la región Atlántica nuestros sanos y robustos campesinos... cuando después de algún tiempo retornan a sus hogares, las economías con que soñaron apenas sí les alcanzan para medicamentos y de sus vigores solo quedan siluetas macilentas..."44 Gracias a estos argumentos el proyecto es aprobado.

En síntesis durante este período el Estado se propuso crear una legislación migratoria que permitiera tanto seleccionar a los grupos nacionales "dignos" de integrarse a la nación costarricense como a los individuos que, por sus características físicas, prometieran descendientes saludables e inteligentes. Sin embargo, esta "estricta selección" del universo de inmigrantes, se constituyó en una limitante para el desarrollo económico del país. En efecto, la inmigración interna del Valle Central hacia el Caribe, que agudizaba la escasez de mano de obra en las explotaciones cafetaleras, está vinculada con la selectiva política de inmigración extranjera. Ante esta contradicción, el Estado se verá obligado a "agilizar" su política inmigratoria permitiendo el ingreso de poblaciones "no deseadas".

Políticas migratorias durante la crisis de 1930

En el contexto de la crisis de 1930, el problema de la escasez de mano de obra se revierte pues, por primera vez el país se enfrenta a la amenaza del crecimiento incontrolable del desempleo. Además, los países vecinos se encontraban en situaciones similares y era previsible que, la escasez de empleos dinamisara las migraciones laborales. De tal forma, durante la crisis, el Estado "echa atrás" en su política de apertura a la inmigración extranjera "no deseada" inaugurada en los veintes, estableciendo estrictos controles sobre los trabajadores provenientes de otras regiones del istmo y del Caribe. Es entonces cuando encontramos una clara tendencia a la penalización de los inmigrantes que ingresan al país sin efectuar los trámites demandados.

Con la creación del "Registro de identificación inmigratoria" en 1930 se crean fuertes controles burocráticos y policiacos sobre los extranjeros. Estos deberán presentarse a las autoridades policiacas de la localidad donde residirán para rendir cuentas exactas de sus actividades, del tiempo que piensan residir en el país, de los medios de subsistencia con que cuentan y ofrecer, si es posible, nombres de personas de conocida reputación que los conozcan. Además el extranjero debe obtener una cédula de inmigración que debe ser renovada cada dos años. Se establece en el artículo 9 que los dueños de hoteles, fondas y pensiones que alojen extranjeros que lleguen al país, deben declararlo a la Dirección de Policía bajo pena de arresto en su grado mínimo o multa de 1 a 30 colones. El artículo 8 indica que el extranjero que ingrese al país clandestinamente, sin los documentos requeridos, "estará obligado a salir inmediatamente del país. Si no lo hiciere, se le tendrá por el mismo hecho como extranjero pernicioso y será expulsado del territorio nacional." Pero estas drásticas medidas para seleccionar a los extranjeros que "merecen" residir en el país y para mantener bajo estricta vigilancia a aquellos que son aceptados, no se aplican por igual a todos ellos. Por supuesto quedan exentos de este sistema de control los miembros del cuerpo diplomático y demás representantes de instituciones o corporacines internacionales, así como personas que ocuparan cargos distinguidos en su país de origen. Además, el artículo 14 establece que "el director General de Policía queda autorizado para eximir de las formalidades del presente decreto a los demás extranjeros que a su juicio merezcan esa atención con base en su reconocida honorabilidad".45 En esta forma la ley establece una importante distinción entre "extranjeros distinguidos" que son bien recibidos y "extranjeros sospechosos" que, aun cuando sean aceptados, es necesario mantenerlos bajo estricto control. ¿A donde se encuentran los límites entre uno y otro? Estos los establecen las autoridades y es fácil adivinar que en la selección el criterio étnico tendría especial importancia. Además, intuimos que, dejar abierta esta distinción, era un instrumento para controlar la inmigración de otros países de Centro América sin crear una legislación que fuera explícitamente discriminatoria. De esta forma se evitarían conflictos con los gobiernos vecinos. Finalmente, esta ley, en el contexto de la crisis, tenía como objetivo detener la inmigración laboral.

En 1931 se exige a los inmigrantes en general presentar nada menos que 1,000 colones en efectivo. Pero de nuevo quedarán exentos del pago de esta suma "personas que por sus antecedentes, méritos o condiciones de honorabilidad comprobada merezca esta atención."46 Esta ley en su artículo 2 autoriza al Poder Ejecutivo para rechazar, basándose en informes del exterior o de las autoridades locales, a los inmigrantes "que considere nocivos al país".

En 1933 el Estado crea un nuevo instrumento jurídico para controlar "a discreción la inmigración: "el Poder Ejecutivo queda facultado para exigir, cuando lo creyere conveniente en vez de la simple presentación de los un mil colones que refiere el artículo 1 de la referida ley [de inmigración] depósito de aquella suma por el tiempo que tuviere a bien señalar."47 El artículo siguiente refiere a "los centroamericanos" señalando, no que queden exentos de mostrar mil colones en efectivo al arrivar al país, sino que simplemente, quedan exonerados de hacer el depósito señalado.

En el contexto de la crisis el Estado prácticamente descarta los proyectos de colonización europea y tiende a fomentar la auto-inmigración. En 1930 el gobierno funda la colonia agrícola de Guápiles. En la ley de creación de esta colonia se aprecia que el Estado se propone ofrecer a los colonos nacionales condiciones aun más atractivas que las que anteriormente ofreció en los diversos contratos de colonización europea a los inmigrantes del Viejo Mundo. En efecto, el gobierno se compromete a suministrar a los colonos el transporte, una buena parcela de tierra en el área de habitación, casa de habitación, instrumentos de labranza y durante los primeros seis meses les proveerá de los artículos necesarios para la subsistencia. La voluntad del Estado de favorecer la migración interna se aprecia claramente en el artículo 26 de la ley de creación de esta colonia que establece como primer requisito para obtener tierras en la nueva colonia, ser costarricense cabeza de familia. Además, estos hombres a quienes se les entregaría la tierra debían mostrar que no padecían enfermedades infecciosas. En esta forma, se pretendía poblar, hasta donde fuera posible, las áreas vacías del país, siguiendo las teorías eugenésicas, con una población sana que garantizara una descendencia saludable y que, por tanto, pudiese reproducirse rápidamente.48

Durante la crisis, como lo señalamos anteriormente, hay una clara tendencia en la legislación a limitar drásticamente las inmigraciones laborales. Jeffrey Casey Gaspar sostiene que, ya a partir de mediados de la década de 1920 la compañía bananera enfrentaba una coyuntura difícil por lo que las oportunidades de empleo disminuyeron significativamente. Ello, según Casey, fue el elemento generador de un discurso discriminatorio entre los trabajadores blancos, discurso que adquiere especial virulencia en el contexto de la crisis de 1930. Llama la atención que los trabajadores blancos hacen básicamente dos solicitudes en contra de los negros: La primera es la erradicación, hasta donde sea posible, de la mano de obra negra impidiendo toda inmigración y realizando deportaciones masivas. Esta última medida podía ponerse en práctica sin violentar la legislación pues buena parte de la población negra, aunque hubiese nacido en Limón, no habían adquirido la nacionalidad costarricense que no se entregaba automáticamente; por el contrario, requería de un trámite especial. En efecto, incluso los trabajadores blancos reclamaban a la United Fruit Company porque esta empresa ayudaba a los negros a adquirir la nacionalización. En esta forma el Estado se había reservado el derecho de realizar una deportación masiva en caso de que lo considerara conveniente. La segunda demanda de los trabajadores giraba en torno a la segmentación étnica del mercado laboral: los blancos pedían que se impidiera a los negros realizar labores especializadas. En la coyuntura de la crisis, cuando se evidencia la agudización de los conflictos étnicos, un trabajador anónimo se refería en 1932 a la invasión de negros, chinos, polacos, culíes "y cuanto bicho indeseable se echa de otros países o no se le permite en otros lados." Para impedir esta invasión, solicitaba a las autoridades un estricto control migratorio.49 En este contexto una propuesta presentada al Congreso por el diputado Otilio Ulate para que se prohibiera a los negros participar en los nuevos bananales del Pacífico, fue aprobada por amplio margen.

Casey nos muestra que a partir de la década de 1920 se evidencia un violento racismo de los trabajadores blancos contra los negros. Sin embargo nos resulta difícil creer que este fuese generado simplemente por la competencia laboral. El Estado desde el siglo pasado había venido elaborando sistemáticamente discursos discriminatorios contra las "razas inferiores". La misma construcción de la nación, cuanto más se iba desarrollando, más claramente iba estableciendo diferencias jerárquicas importantes entre la población vallecentralina, donde predominaba abrumadoramente la herencia europea y el resto de las poblaciones centroamericanas y caribeñas. La abierta discriminación a la población negra, característica de todos los estados centroamericanos, en Costa Rica de ninguna manera fue excepción. De tal forma, no creemos que el racismo y la xenofobia surgieran como productos automáticos de la creciente competencia entre los grupos étnicos en el mercado laboral. La construcción de las jerarquías étnicas desde el estado fueron en alguna medida internalizadas por los sectores populares. Estos decidieron utilizar en defensa de sus intereses el ya clásico discurso oficial racista, cuando percibieron que "los otros" atentaban contra sus posibilidades de sobrevivencia.

La documentación indica que, en la década de 1930, la política inmigratoria costarricense tiende a hacerse cada vez más exigente, incluso con inmigrantes provenientes de las "razas" superiores. En 1937 se niegan 147 solicitudes para inmigración, entre las cuales se encuentran 13 de individuos provenientes de Gran Bretaña (que posiblemente la mayoría eran negros del Caribe) 4 de alemanes, 9 de italianos, 10 de franceses y 13 de españoles, es decir en total se rechazan por lo menos 36 solicitudes de inmigración de individuos provenientes de la región del mundo de donde se intentara sistemáticamente atraer nuevas poblaciones.50

La crisis, especialmente al iniciarse la década de 1930, tiene un efecto negativo sobre el empleo y los salarios tanto en las plantaciones bananeras como en las cafetaleras.51 En Costa Rica esta década se caracteriza por la organización sindical y política de los trabajadores. Los nuevos discursos del movimiento laboral logran "ganar terreno" en las altas esferas de la vida política, especialmente entre 1932 y 1936, durante el liberal aunque progresista gobierno de Ricardo Jiménez.52 De tal forma, en el contexto de la crisis, los trabajadores arrancan importantes garantías económicas al capital por intermediación del estado. En 1931 un grupo de diputados manifiestan su preocupación por las condiciones laborales de los trabajadores cafetaleros pues "los precios del café son bajos, pero no tanto que justifiquen esos jornales que se pagan tan bajos aprovechando la desocupación y abundancia de brazos."53 Por tanto proponen crear una ley que regule los salarios. En este caso el congreso se distancia de los intereses de los cafetaleros que se oponen a esta medida. Los congresistas sostienen que pese a la crisis las ganancias de los cafetaleros no han mermado mientras los salarios han disminuido significativamente debido a que "había muchos brazos disponibles despedidos por la ruina de la industria bananera y de otros cultivos. Los cafetaleros fieles a la ley [de la oferta y la demanda] bajaron los jornales sin tomar en cuenta que detrás de un salario está un hombre y detrás de este una familia..."54

En efecto, se dicta una ley en 1932 que establece salarios mínimos para café, caña y tabaco (25 centavos la hora) y banano y cacao (cincuenta centavos la hora). En 1932 se crea la Comisión de Salarios en todos los cantones con la finalidad de que cada una de estas fije el salario en el cantón de su competencia."55 De tal forma, durante la crisis el gobierno costarricense toma una serie de medidas para proteger a los sectores trabajadores que se enfrentaban a una situación que había sido poco común en el pasado: la abundancia relativa de mano de obra. En 1936 por primera vez el Estado se propone intervenir regulando la migración laboral al interior del país. El diputado José Manuel Peralta argumentando que hay una mala distribución geográfica de la fuerza laboral, propone que, a través de los servicios de la Oficina de Trabajo se trasladen trabajadores de las regiones donde haya excedente a aquellas donde falten brazos. Esta oficina brindará información acerca de las oportunidades laborales a los interesados. Los empresarios reconocerán a los trabajadores parte de los costos del traslado y el gobierno gestionará rebajas con empresas de transporte. El proyecto es aprobado.56 En 1936 las abundantes cosechas de café, de arroz y de banano fueron recolectadas gracias a la movilización que hizo la Oficina Técnica de 1864 trabajadores a diferentes partes del país con pasajes del Ferrocarril al Pacífico, de la Northern Railway Company, Empresa de Transportes Marítimos del Golfo de Nicoya y Lanchas Nacionales. Este proyecto para movilizar fuerza de trabajo al interior del país permitió resolver el problema de escasez de brazos que hubo en la zona cafetalera de Turrialba y en la zona bananera de Boca Naranjo, Parrita y Osa. No es casual que estas zonas, aun en el escenario de la crisis, presenten problemas de escasez de fuerza laboral. Turrialba es una zona cafetalera donde predominan las grandes propiedades agrícolas. De tal forma, si en la Meseta Central todavía existe una importante complementariedad entre la economía campesina y la producción cafetalera en mediana y gran escala, Turrialba carece de esa complementariedad que permite incrementar la fuerza laboral sustantivamente en épocas de recolección del café. Tampoco es sorprendente que haya escasez de trabajadores en las nuevas zonas bananeras del Pacífico pues, como lo señalamos anteriormente, la compañía bananera, por presiones del gobierno de Costa Rica, tuvo que prescindir de la contratación de trabajadores negros.57 Sin embargo, esta redistribución de la fuerza laboral no se hizo sin problemas. La fuerza laboral disponible provenía de las zonas más pobladas del Valle Central, especialmente de San José y, se desprende del mismo informe de la Oficina Técnica, los procesos de adaptación de los trabajadores desempleados a nuevas regiones y a nuevas actividades, no fueron fáciles. El trabajador capitalino, desacostumbrado a las labores del campo fue catalogado por los empresarios agrícolas como "mal trabajador". Por consiguiente, "no es aceptado en labores de ninguna forma: ni en el Pacífico ni en el Atlántico, ni para café, ni para bananos, etc., etc."58

En este contexto de intensa promoción de las migraciones laborales internas, el Estado se propone obtener un mayor control de las condiciones de vida de los trabajadores especialmente en las zonas bananeras. En ese contexto la Oficina Técnica del Trabajo solicita a la Agencia de Policía de la Zona Atlántica un informe sobre las condiciones en las fincas: si poseen campamentos y si cuentan con medicinas. Además se investigaron los comisariatos de la zona para determinar los precios y defraudaciones con pesas alteradas. Fueron inspeccionadas 61 fincas y se ha notificado a los dueños de aquellas en las que los trabajadores viven en ranchos de paja, en pésimas condiciones de higiene, advirtiéndoles su obligación de ofrecerles condiciones aceptables de albergue.59

En síntesis, durante la década del 30 presenciamos importantes cambios en las políticas inmigratorias. El Estado abandona por completo los proyectos de promoción de la inmigración europea (que ya habían perdido su ímpetu en la década anterior) fortalece los controles hacia la inmigración no deseada y se propone, por primera vez, resolver el problema del desempleo (especialmente agudo en las áreas urbanas) redistribuyendo espacialmente la fuerza laboral. En el contexto de las luchas sindicales de los treinta, pese a la coyuntura crítica de entonces, mejoran las condiciones laborales de los trabajadores nacionales. No obstante, mientras los trabajadores se fortalecen políticamente, se hace públicamente manifiesta la xenofobia entre los sectores subalternos.

Las políticas migratorias en la década de 1940

En realidad nos parece que es en la década de 1930 cuando el estado costarricense sienta las bases de la política migratoria de las décadas siguientes: casi quedan relegados al pasado los proyectos de colonización europea, se tiende a promover la colonización interna y a fortalecer la política de "estricta selección" de la migración extranjera.

Además de que, a inicios de la década de 1940 el Estado toma la iniciativa de restringir la inmigración de individuos de los países beligerantes, en especial del eje,60 en esta década continúa teniendo vigencia el violento discurso político de los treinta contra la población negra.

Para 1941 era evidente que la población negra llegaría a tener la nacionalidad costarricense pues la gran mayoría de sus integrantes habían nacido en el país. La ley no ofrecía a estos la nacionalidad automáticamente sino que para obtenerla debían realizar un trámite de "opción" que tenía un costo de 5 colones. Solo en 1941 las opciones ascendieron a 878 pues la comunidad negra no desaprovechó la oportunidad de adquirir la nacionalidad costarricense, el mejor mecanismo para protegerse contra eventuales deportaciones. Sin embargo, el Ministro de Gobernación, Trabajo y Previsión Social, Francisco Calderón Guardia, expresaba su disgusto ante este sistema que "aunque es muy malo no puede evitarse mientras la constitución permanezca redactada en la forma que actualmente tiene."61 En efecto, pese a que esta es una de las coyunturas políticas más progresistas que ha vivido el país, Francisco Calderón, hermano del caudillo que en su gobierno logró que se dictaran las garantías sociales, abiertamente expresaba su rechazo a la minoría negra. En efecto, este fuerte discurso discriminatorio se entiende en el contexto analizado anteriormente: la violenta reacción de los trabajadores blancos contra los negros durante la crítica coyuntura de los años treinta. En este caso, el discurso racista fomentado desde el Estado fue internalizado por los sectores subalternados e instrumentalizado cuando estos se sintieron "amenazados" por la existencia de esa otredad negra. La fuerte reacción de sectores trabajadores que tendrían una importante presencia en el progresista estado calderonista, retroalimentaron el discurso discriminatorio oficial.

Como lo comentamos anteriormente la expansión bananera contó con una importante participación de mano de obra proveniente de Nicaragua. Además, como lo vimos en páginas anteriores, los nicaragüenses acostumbraban desplazarse en busca de trabajo hacia regiones de Guanacaste y de la zona Norte. Francisco Ibarra Mayorga nos habla en la década de 1940 de "la fecunda e impagable labor del peón nicaragüense en los campos malsanos e inclementes de la Costa Atlántica primero y el Pacífico después".62 En efecto, explica Philippe Bourgois que entre los trabajadores llamados "latinos" que participaron en la explotación bananera, es decir, todos aquellos trabajadores que no eran ni indígenas ni negros, los nicaragüenses eran los que realizaban las labores más duras en la plantación como el "volteo" de la montaña. La UFCO, explica Bourgois, desde principios de siglo acostumbró "delegar el trabajo de limpiar los territorios nuevos en contratistas nicaragüenses quienes traían sus propios trabajadores desde su país".63 En efecto, la subcontratación de nicaragüenses, se generaliza en la década de 1990 no solo en la actividad bananera64 sino también en las actividades de recolección de caña y de cítricos. Los latinos provenientes de Guanacaste constituyeron el otro grupo minoritario al que le correspondió una posición desventajosa en la división étnica del mercado laboral: "chapiar" monte.

Según Bourgois, algunos de los supuestos guanacastecos eran nicaragüenses que se hacían pasar por costarricenses. En efecto, apunta el autor, en la década de 1940, en el contexto de una fuerte crisis económica en Nicaragua, hubo una significativa inmigración ilegal de nicaragüenses que, desesperados por conseguir trabajo, llegaban por su cuenta, a pie, hasta la división de Bocas del Toro.65 Para 1946 solo en la provincia de Guanacaste había varias decenas de miles de nicaragüenses buscando empleo.66 Sostiene Ibarra que en 1948 "la siembra del arroz, del maíz y los frijoles... la hacen en gran parte el trabajador de Nicaragua o de este origen en el Guanacaste, Upala, Los Chiles y otros lugares del Pacífico".67

Es difícil determinar cuando los costarricenses del Valle Central y los grupos minoritarios del Atlántico generaron las primeras manifestaciones xenofóbicas contra los nicaragüenses. Sin embargo, los estereotipos acerca de este grupo étnico que predominan en la década de 1990, ya se encontraban bastante generalizados en la década de 1940. Según Ibarra, existe la "triste creencia del término medio de la población costarricense de que todos los nicaragüenses somos delincuentes y perniciosos".68 También trabajadores pertenecientes a minorías étnicas subordinadas del Atlántico como los negros y los bribrís, catalogaban a los nicaragüenses como gente bárbara y en extremo violenta.69 Según Ibarra en 1948 los nicaragüenses participaron en la revolución. Estos tuvieron presencia en ambos bandos pero a partir del triunfo de las tropas figueristas, fueron catalogados como "comunistas" y, en consecuencia, cruelmente perseguidos por las autoridades oficiales. Es precisamente en esta coyuntura que Ibarra escribe su panfleto en defensa de los nicaragüenses en Costa Rica.

Hacia inicios de la siguiente década se aprecia una tendencia clara hacia la penalización de los extranjeros que ingresan sin los documentos requeridos. Por ejemplo, el 22 de octubre de 1950 las autoridades rechazan recursos de hábeas corpus solicitados por extranjeros (que desdichadamente no sabemos de donde provienen) que ingresaron ilegalmente al país.70 El 3 de diciembre de ese mismo año el Ministro de Seguridad Pública consulta a la Procuraduría General sobre "esas reformas que urgen para expeditar en forma amplia la expulsión de extranjeros que ingresan sin documentos."71 Nos resulta evidente que esta "urgencia" por agilizar los mecanismos de expulsión de indocumentados, está vinculada con la creciente migración de nicaragüenses y la xenofobia que contra este grupo étnico se desata especialmente a partir de finales de los cuarenta.

Es en 1950 cuando por última vez se revive el sueño de poblar los campos con inmigrantes europeos. El gobierno italiano en el contexto de la dura situación económica de la Italia de la posguerra, ofrece la inmigración de 3,000 agricultores italianos provenientes de su ex-colonia, Libia. Para hacer más atractiva la oferta en el mundo de la posguerra y del inicio de la Guerra

Fría, el gobierno italiano definía políticamente a estos potenciales inmigrantes en los siguientes términos: "no son fascistas y son anti-comunistas".72 Este proyecto surge precisamente cuando la expansión económica genera de nuevo una relativa escasez de mano de obra. Para entonces se corre el riesgo de que no sea posible recolectar buena parte de la cosecha de café de la zona de San Carlos pues los braceros están emigrando a la región bananera del Pacífico Sur.73 También la bananera en la región caribeña atrae a campesinos del Valle Central.74

Según Felipe Santacilia una inmigración masiva italiana permitiría la expansión del cultivo del café a nuevas regiones del país en el contexto de los buenos precios característicos de la época. Según Santacilia, si la expansión del cultivo se fundamentara en la inmigración interna,

"los que se fueran a trabajar a las nuevas fincas de café, serían brazos que se restarían a las demás actividades agrícolas... Lo indicado es entonces la traída de inmigrantes".

Pero, asevera Santacilia, no todos los inmigrantes son bienvenidos. Por el contrario, se trata de atraer solamente a aquellos "extranjeros deseables" que puedan asimilarse al país y que sean agricultores.75 Por supuesto esos extranjeros deseables que puedan asimilarse al país son, por antonomasia, extranjeros europeos. En los proyectos inmigratorios impulsados desde finales de siglo hasta 1950, sistemáticamente encontramos esa construcción hegemónica que aleja la cultura costarricense del resto del mundo centroamericano identificándola con la cultura europea. Los extranjeros deseables son los europeos porque son los que más se asemejan en términos físicos y culturales a los costarricenses.

Durante la crisis de 1930 pierden vigencia los proyectos de promoción de la inmigración europea así como el tradicional discurso que relacionaba poblamiento con crecimiento económico. En la contracción de 1930 resultaba difícil establecer una relación directa entre incremento del número de brazos y crecimiento económico. Pero en el período de posguerra, los empresarios agrícolas encuentran en la relativa escasez de brazos una limitante importante para responder ágilmente a un mercado en expansión. Santacilia, como si el crecimiento fuera a perdurar por siempre, señala que la solución a los problemas del país se encuentra en "sembrar cada día más".

Finalmente el gobierno de Costa Rica establece un contrato con una compañía colonizadora que se haría cargo de la inmigración de unas 300 familias italianas a las que se les entregarían tierras en el sur del país. En esta forma surge la colonia de San Vito de Java que en realidad no tuvo mucho éxito. Según Bariatti, en 1959 había en San Vito 450 italianos pero en la primera mitad de la década siguiente, quedaba menos de la mitad. Las familias italianas habían regresado a Italia o habían emigrado a otras regiones de Costa Rica, especialmente a San José.76

A partir del experimento de San Vito de Java muere el sueño de poblar los campos costarricenses con blancos campesinos importados directamente de Europa. El rápido crecimiento de la población costarricense en las décadas siguientes no solo permitirá poblar las áreas vacías sino que también conducirá hacia la década de 1970 a un agotamiento de la frontera agrícola. Sin embargo, los problemas de escasez de trabajadores en las zonas cafetaleras y en general en las grandes explotaciones agrícolas se convierte en problema permanente, es decir en problema que recurrentemente amenaza a los productores con ver perder buena parte de sus cosechas. En las décadas de los ochentas y noventas vendrá una nueva oleada de inmigrantes extranjeros empujados por la violencia política y la miseria, entre los que predominan los nicaragüenses. Será gracias al incremento sustancial de esta inmigración en los últimos años cuando los cafetaleros logren solucionar el recurrente problema de la escasez de mano de obra, especialmente durante la recolección del grano. Sin embargo, esta solución no vino desde el mundo europeo como lo soñaran los estadistas durante el amplio período analizado. Una inmigración nicaragüense "no deseada" se ha venido imponiendo durante toda la centuria.

Conclusiones

En la búsqueda de las nacionalidades más apropiadas para ser integradas a la sociedad costarricense, los estadistas construyeron este pequeño mundo como un universo distante culturalmente del resto de Centroamérica y el Caribe pero, contradictoriamente, cercano a la Europa Occidental. Los representantes del Estado en este proceso, al crear nuevos proyectos migratorios también fueron recreando los límites entre las "otredades" que debían ser incorporadas y las que debían ser rechazadas.

El Estado recurrió a dos instrumentos básicos para promover esta inmigración selectiva: por una parte, a los contratos, siempre fallidos, con "importadores de colonos" y, por otra, a la creación de una legislación que tiende a hacer cada vez más restrictiva la inmigración no deseada. Los representantes del Estado soñaron ver las áreas para entonces "vacías" pobladas de colonos europeos y hasta llegaron a crear proyectos de importación de blancos jornaleros para impulsar la expansión de la hacienda cafetalera. Ante el recurrente fracaso de estos proyectos, el Estado ofreció crecientes incentivos a la colonización interna que encontraba sus límites en la escasa población y en el dinamismo de la empresa bananera, siempre ávida, en sus periódos de expansión, de nuevos brazos. Mientras tanto, migrantes que no habían sido convocados por el Estado costarricense, contribuyen a poblar áreas vacías y a solucionar los problemas de escasez de brazos en territorios poco integrados del Valle Central.

Los proyectos migratorios se propusieron atraer una población eminentemente campesina. Sin embargo, buena parte de los inmigrantes, especialmente aquellos provenientes de los países convocados, se establecieron el las ciudades. Aunque entre los inmigrantes de Nicaragua y Panamá hubo trabajadores especializados que se establecieron en las áreas urbanas, fueron estos, junto con los jamaiquinos, quienes realmente contribuyeron a solucionar el crónico problema de escasez de fuerza laboral.

En la década de 1930, debido a la contracción económica, se invirtió súbitamente la relación capital-fuerza de trabajo. Entonces los proyectos de promoción de una masiva inmigración europea perdieron total vigencia. En esta crítica coyuntura, el temor al desempleo y el hambre de los trabajadores nacionales, les lleva a incorporar en sus discursos públicos la xenofóbica ideología que da cohesión a la construcción nacional y que en buena medida ha sido tejida en estos proyectos de promoción de la inmigración. De tal forma, la conflictividad étnica se convierte en factor limitante de la amplia movilización política de los sectores trabajadores que tiene lugar para entonces.

No será hasta que se presente una nueva coyuntura: la expansión económica de la posguerra y la miseria de la Italia destrozada por el conflicto bélico, cuando se podrá revivir el sueño de la inmigración europea. Pero esta será la última aventura colonizadora de inmigrantes blancos promovida y apoyada por el Estado costarricense. Desde entonces, inmigrantes "no convocados" desde la frontera norte, han venido imponiendo su presencia en el territorio nacional. Pese a que, en los últimos años el Estado ha ensayado los más desarrollados métodos represivos para detener estos inmigrantes, hoy representan un sector laboral fundamental en el desarrollo de la economía costarricense, tanto en las provincias marginales como en el Valle Central. .

©Patricia Alvarenga Venutolo


Notas

Arriba

vuelve * Este artículo es un producto del Programa de Investigación de la Maestría en Historia de la Escuela de Historia de la Unversidad Nacional, Heredia, Costa Rica.

vuelve 1. Un análisis suscinto de los procesos migratorios en América del Sur se encuentra en: Brian R. Hammett "La Regeneración" Manuel Lucena Salmoral, coordinador Historia de Iberoamérica Tomo III, Ediciones Cátedra, Madrid, 1992, pp.348-352.

vuelve 2. Ver por ejemplo: Chiara Vangelista "Inmigrantes y caipiras en la división del trabajo de la hacienda paulista (1850-1930)" en Nicolás Sánchez Albornoz compilador Población y mano de obra en América Latina Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1985, pp.221-228; José Souza-Martins "Del esclavo al asalariado en las haciendas de café, 1880-1914. La génesis del trabajador volante" Idem., pp.229-257.

vuelve 3. Véase: Carmen Murillo Chaverri Identidades de hierro y humo. La construcción del Ferrocarril al Atlántico. 1870-1890 Editorial Porvenir, San José, 1995, cap. III.

vuelve 4. Un sugerente estudio sobre esta temática se encuentra en Estado, poder, nacionalidad y raza en la historia de Honduras: Ensayos Ediciones Subirana, Choluteca, 1996.

vuelve 5. Véase: Isidoro Moreno "Etnicidad, estados, migraciones y violencia: el carácter obsoleto del modelo de Estado-nación" en Raquel Barceló y Martha Judith Sánchez coordinadoras Diversidad étnica y conflicto en América Latina vol.III, Plaza y Valdés Editores, Universidad Nacional Autónoma de México, México, D.F., 1998, pp.27-65.

vuelve 6. ANCR, Serie Congreso, N.20984, Memoria de Gobernación, Policía y Fomento de 1905 y 1906, p. 295.

vuelve 7. Ver: Carmen Murillo, op.cit., p.73.

vuelve 8. Archivo Nacional de Costa Rica (ANCR) Serie Congreso, N.8803, f.5.

vuelve 9. "Por cada inmigrante varón mayor de quince años y menor de cincuenta tendrá en propiedad el contratista diez manzanas de tierra, cinco por cada mujer en la misma edad, tres por cada niño varón menor de quince años y dos por cada niña menor de esta edad. Esta adquisición de propiedad se verificará cuando los inmigrantes hayan residido en la República tres años al menos o un año en caso de fallecimiento". Idem., f.5v.

vuelve 10. Carmen Murillo Chaverri Identidades de hierro y humo. La construcción del Ferrocarril al Atlántico. 1870-1890 Editorial Porvenir, San José, 1995, p.82.

vuelve 11. ANCR, Serie Congreso, N.2257, f.1v.

vuelve 12. Afirma Lucas Chacón (conferencista agrícola del circuito 1) que "la emigración de la población del campo hacia la ciudad disminuiría mucho cuando los jóvenes se convenzan de que una hectárea de terreno bien cultivado da más que los sueldos de empleados que ganan de 150 a 200 colones." ANCR, Serie Congreso, N.21,018, Memoria de Gobernación y Policía de 1914, p.351.

vuelve 13. Idem., f.2v.

vuelve 14. Idem., f.2v.

vuelve 15. Idem., f.5.

vuelve 16. Idem., f.18.

vuelve 17. Idem.

vuelve 18. ANCR,Serie Congreso, N.20984, Memoria de Gobernación, Policía y F Fomento, 1905-1906, p.334.

vuelve 19. ANCR, Serie Congreso, Memoria de Hacienda y Comercio de 1901, N.21.126, f, VIII.

vuelve 20. Rita Bariatti "La inmigración italiana en Costa Rica. 1821-1968" Tesis de licenciatura, Universidad Nacional, 1987, p.75.

vuelve 21. Organización de los Estados Americanos Diagnóstico Demográfico Costa Rica. Migraciones Laborales en América Latina Secretaría General de la OEA, Washington, 1995, p.56.

vuelve 22. ANCR, Serie Congreso, N.3287, f.1.

vuelve 23. Idem.

vuelve 24. Idem., f.7.

vuelve 25. Idem., f.17.

vuelve 26. "Sobre inmigración", La Prensa Libre 6 de agosto de 1907, p.1.

vuelve 27. Francisco Montero Barrantes Geografía de Costa Rica Tipografía de José Cunhill Sala, Barcelona, 1892, p.149. Tomado de Steven Palmer "Racismo intelectual en Costa Rica y Guatemala. 1980-1920" en Mesoamérica N.31, 1996, p.115.

vuelve 28. ANCR, Serie Congreso, N.10270, f.9.

vuelve 29. Idem, f.9v.

vuelve 30. Steven Palmer, op.cit., p.113.

vuelve 31. Asegura Steven Palmer que Gonzalez Víquez denominaría a esta política la "auto-inmigración: llevar al máximo la producción y la reproducción nacional..." op.cit., p.113. En la Memoria de Gobernación y Fomento de 1905 y 1906, las autoridades se refieren al problema de la alta mortalidad infantil señalando la ignorancia materna como una de sus principales causas pues, frecuentemente las mujeres en lugar de acudir al médico, visitan al curandero. De tal forma, "con tales hábitos profundamente arraigados en las costrumbres populares... ¿cómo será posible esperar que Costa Rica Crezca Fecunda por sí misma...? op.cit., p.295.

vuelve 32. ANCR, Serie Congreso, N.3287, f.12.

vuelve 33. Ver: Rita Bariatti, op.cit., p.204.

vuelve 34. ANCR, Sección Congreso, N.20984, Memoria de Gobernación, Policía y Fomento de 1905 y 1906, pp.334 a 350.

vuelve 35. Dirección General de Estadística y Censos Censo de Población de Costa Rica, 1927 San José, Costa Rica, 1960, p.93.

vuelve 36. Diagnóstico Demográfico Costa Rica. Migraciones Laborales en América Latina op.cit., p.59.

vuelve 37. Carmen Murillo, op.cit., p.68.

vuelve 38. Los datos para realizar este análisis histórico de las corrientes inmigratorias son tomados del cuadro: "Costa Rica: población extranjera censada por país de nacimiento en los censos y empadronamiento seleccionados (1864, 1883, 1892, 1927, 1950, 1963, 1973, 1977 y 1984)" que se encuentra en: Diagnóstico demográfico. Costa Rica. Migraciones Laborales en América Latina op.cit., p.58.

vuelve 39. Idem., p.66.

vuelve 40. Idem., p.66.

vuelve 41. También el Estado, en una época de intensas luchas de poder con la Iglesia católica, descubrió en la legislación inmigratoria un importante instrumento para enfrentarse a esta. En 1884 y 1894 se dictaron leyes para prohibir el ingreso al país de órdenes monásticas o corporaciones religiosas. Ver: Bariatti, p.163.

vuelve 42. ANCR, Sección Congreso, N.3129, decreto del 24 de noviembre de 1905, artículos 2 t 3, f.9.

vuelve 43. ANCR, Serie Congreso, N.12711, fs.24-33.

vuelve 44.ANCR, Serie Congreso, N.13460, f.4.

vuelve 45. "Registro de identificación inmigratoria" en Leyes y Decretos 3 de setiembre de 1930.

vuelve 46. Leyes y Decretos, 3 de marzo de 1931, artículo 1. La ley por supuesto exime a turistas y miembros del cuerpo consular. Ver artículo 3.

vuelve 47. Leyes y Decretos Ley del 17 de marzo de 1933, artículo 2. (el subrayado es nuestro)

vuelve 48. ANCR, Serie Congreso, N.21.039, Informe de las dependencias de Gobernación y Policía de 1930, pp.217-222. Ver también, Idem., N.21.002, Memoria de Fomento y Agricultura de 1934, pp.239-246.

vuelve 49. Tomado de Jeffre Casey Gaspar Limón 1880-1940. Un estudio de la industria bananera en Costa Rica Editorial Costa Rica, San José, 1979, p.129.

vuelve 50. El mayor número de permisos denegados por nacionalidad corresponde a la china y la polaca: en ambos casos el número asciende a 33. ANCR, Serie Congreso, Memoria de Gobernación, Policía. Trabajo y Previsión Social de 1937, p.3.

vuelve 51. En 1932 se efectuó un censo de desempleo patrocinado por el gobierno que mostró la existencia de 8863 trabajadores desempleados. La mayoría de ellos eran trabajadores agrícolas. Tomado de Víctor Bulmer-Thomas "La crisis de la economía de agroexportación" en Víctor Hugo Acuña compilador Historia General de Centroamérica. Las repúblicas agroexportadoras (1870-1945) Flacso, San José, 1994, p.353.

vuelve 52. Víctor Bulmer-Thomas, op.cit., p.371.

vuelve 53. ANCR, Serie Congreso, N.16167, 1931-32, fs38-39. Ver también: Idem., N.16167, f.64.

vuelve 54. ANCR, Serie Congreso, N.17214, 1934, f.113.

vuelve 55. ANCR, Serie Congreso, N.21,080 "Secretaría de Trabajo y Previsión Social. Oficina Técnica. Informe del director. 1936", pp.12-13.

vuelve 56. ANCR, Serie Congreso, N.17611, 1936, f.1.

vuelve 57. ANCR, Serie Congreso, N.21,080 "Secretaría de Trabajo y Previsión Social. Oficina Técnica. Informe del Director" Imprenta Nacional, 1937, p.13.

vuelve 58. Idem., f.14.

vuelve 59. ANCR, Serie Congreso, N.21,080, Secretaría de Trabajo y Previsión Social, Informe del Director, 1936, pp.17-22.

vuelve 60. ANCR, Serie Congreso, "Memoria de Gobernación, Policía, Trabajo y Previsión Social. 1940", p.5. En 1942 se prorroga por dos meses el plazo a los extranjeros de los países amigos para obtener cédula de residencia. De tal forma, se niega el ingreso a inmigrantes provenientes de los países del eje. Leyes y Decretos Ley del 1 de mayo de 1942.

vuelve 61. ANCR, Serie Congreso, Memoria de Gobernación, Policía, Trabajo y Previsión Social. 1941", p.57

vuelve 62. Francisco Ibarra Mayorga "La tragedia del nicaragüense en Costa Rica" Editorial Borrasé, San José, 1948, p.9.

vuelve 63. Philippe Bourgois "Banano, etnia y lucha social en Centro América, Editorial Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI), San José, Costa Rica, 1994, p.246.

vuelve 64. Ver: Luis Samandú y Ricardo Pereira Los nicaragüenses en Costa Rica. Enfoque de una problemática Consejería en proyectos para refugiados latinoamericanos, San José, 1996, p.18.

vuelve 65. En los datos censales y de empadronamiento buena parte de la población nicaragüense que ingresa ilegalmente y se ubica en lejanas plantaciones bananeras y en las remotas regiones del norte, debe haber quedado excluida. Sin embargo, es interesante observar que estos datos muestran un considerable aumento de la población nicaragüense entre 1927, cuando corresponde a 10673 personas, y 1950, año en que asciende a 16,559. Debido a las fuertes restricciones a la inmigración extranjera durante la década de 1930, resulta factible suponer que este incremento corresponde a la década de 1940. Diagnóstico demográfico Costa Rica. Migraciones laborales en América Latina op.cit., p.58.

vuelve 66. Idem., p.254-256.

vuelve 67. Francisco Ibarra, op.cit., p.9.

vuelve 68. Ibarra, op.cit., p.11.

vuelve 69. Phillippe Bourgois, op.cit., p.247.

vuelve 70. "Sin lugar gestiones de extranjeros que van a ser repatriados" en La Nación 22 de octubre de 1950, p.11.

vuelve 71. "Objeto de reformas al reglamento sobre la cédula de residencia y permanencia de extranjeros" en La Nación 3 de diciembre de 1950, p.4.

vuelve 72. "3,000 agricultores italianos vendrán como inmigrantes al país" La Nación 5 de noviembre de 1950, p.1.

vuelve 73. "Por falta de brazos quedarán sin recolectar cosechas en San Carlos" en La Nación, 23 de diciembre de 1950, p.17.

vuelve 74. "Numerosos trabajadores desocupados logran engancharse en el Atlántico" La Nación 7 de noviembre de 1950, p. 7.

vuelve 75. Felipe Santacilia, "Inmigración italiana" La Nación 7 de noviembre de 1950, p.2.

vuelve 76. Rita Bariatti, op.cit., p.265.


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