Günther Schmigalle
El doctor Herman Prowe, un amigo alemán
de Rubén Darío*
Karlsruhe, Alemania
Schmigalle@BLB-Karlsruhe.de
Notas* Obras
citadas
El 12 de septiembre de 1908, Rubén Darío, Ministro
residente de Nicaragua en España, escribió en una carta al presidente
José Santos Zelaya:
Mi estimado General y muy distinguido amigo: ... Me parece bien poner en
su conocimiento que he recibido del doctor Herman Prowe, que está ahora
en México, un pedido que, dada mi condición de representante
de su gobierno, no gestionaré sino de un modo completamente particular.
Se trata de un concuñado mío, Ricardo Trigueros, preso en las
cárceles de Guatemala, con toda injusticia, por orden de Estrada Cabrera.
Ricardo es ciudadano español; pero el Ministro de España en
Guatemala no ha hecho nada por él, pues tengo entendido que le es
bien provechosa la amistad del señor Licenciado... Voy a transcribirle
algunos párrafos de la última carta del doctor Prowe, quien
hace una terrible campaña de prensa, en México, Estados Unidos
y Alemania, contra el presidente guatemalteco (Darío, 2000: 275).1
De los párrafos de Prowe que cita Darío, reproducimos algunos
fragmentos:
Lo principal, en el recorte de El País, es la protección
yanqui a Cabrera y la imposibilidad para las demás naciones, de hacer,
sin casus belli, su papel bienhechor de prohibir crueldades e infamias,
aun cuando se cometan con compatriotas. Contra esta política yanqui
debe tronarse. El caso Vinelli se lo refiero, porque lo conozco en todos sus
detalles. Hay cien casos así, por lo menos. Con datos que tengo, u
obtendré, publicaré todavía alguno más. Es importante
decir esto. Diariamente suceden tantas injusticias en el mundo, que nadie
se excita desgraciadamente, por una más. ... En Guatemala siguen los
horrores, muchas prisiones. ... Todos, aun sus empleados, están cansados
de Cabrera. Por fin, con tantas dificultades cesará su energía.
Sus amigos, canallas, se amilanan también. Cabrera caerá, porque
ya no se defenderá. ... Si don Alfonso no salva a Ricardo Trigueros,
la pluma de usted ha de matar a Cabrera.2
Naturalmente, el lector de las Cartas desconocidas de Darío se pregunta quién fué este personaje que luchó
contra el dictador de Guatemala con tanta energía, ese amigo cuyas informaciones
Darío valoraba de manera tan alta, ese idealista que tenía tanta
confianza en el poder de la pluma de Darío, esa pluma que, según
palabras del mismo Darío, era "arma hermosa". Desgraciadamente,
en este caso, Jorge Eduardo Arellano, quien anota y comenta cada una de las
250 cartas de esta preciosa edición, tiene que informar al lector: "No
se ha logrado identificar al doctor Prowe" (Darío, 2000: 277).
Hay, sin embargo, otra referencia a Prowe, esta vez en las
mismas obras de Darío. En su crónica "Historia negra: los
Ezeta", publicada en 1890, Darío describe el golpe de estado por
medio del cual el general Carlos Ezeta arrebató la presidencia del Salvador
al que había sido su bienhechor y protector, el general Menéndez.
Esta crónica, que hoy forma parte del tomo IV de las Obras completas de Darío, culmina con la narración de los momentos más
dramáticos de aquel funesto 22 de junio de 1890:
Menéndez llegó hasta el lugar de la guardia, casi hasta la
propia calle. Allí siguió hablando: «¡Cobardes!
dijo ¡Miserables! Si el general Ezeta quiere el Poder,
que me lo venga a disputar de hombre a hombre, pero no derramen la sangre
de esos pobres soldados. ¡Infames, con las armas que les he dado me
traicionan ahora!» Hablaba con vibración trágica aquel
hombre que era casi inculto, transfigurado, casi sublime ante la ingratitud.
Sonó «¡Viva Menéndez!» Eran los soldados de
la guardia de honor. Se dice que hasta por parte de los insurrectos que lo
oyeron, gritaron también: «¡Viva Menéndez!»
Él dió unos pasos atrás y cayó, cayó
muerto, con la espada en la mano.
El doctor Prowe y don Juan Orozco estaban cerca de él. Fue levantado
y conducido a la secretaría privada que ocupaba su sobrino, el doctor
Juan B. Magaña. Prowe dijo que todavía tenía una esperanza
de vida; pero pocos segundos después se convenció de que ya
era un cadáver. Entonces sucedió una escena digna de un grupo
en bronce o del pincel de un pintor heroico. Menéndez acababa de expirar,
y unos cuantos soldados de Santa Ana, de los soldados ebrios de aguardiente
en su traición victoriosa, con las dagas asestadas, apuñalaban
al muerto, se acercaban a la cama en que estaba tendido. Herman Prowe, Juan
B. Magaña y Juan Orozco, armados, no permitieron, exponiendo sus vidas,
que la soldadesca brutal insultara los restos de la víctima de los
traidores (Darío, 1950-1953: IV, 1083).
Dieciocho años antes de la carta que citamos al inicio,
vemos, pues, a Darío y al doctor Prowe reunidos, el uno como observador
y el otro como actor, en una escena dramática de la historia centroamericana;
vemos que Darío otorga a Prowe un lugar, casi heroico, en esa escena
que forma parte de la lucha de esos pueblos por su liberación. Sin embargo,
como las Obras completas de Darío no llevan anotación de
ningún tipo, como las referencias históricas o biográficas
en esos textos ni se explican ni se comentan, el personaje de Herman Prowe sigue
siendo un misterio. Sin embargo, no es imposible encontrar algunos datos que
aclaran su biografía y sus relaciones con Darío. La fuente principal
de la cual se desprende una especie de autorretrato, es un librito publicado
por Prowe: Deutschlands Vertretung in Central-Amerika, geschildert anhand
einer Beschwerde (Leipzig, 1894, en dos partes). Por el otro lado, nuestro
personaje formaba parte de una familia de gran talento, sobre la cual existe
incluso un boletín genealógico, Prowe-Nachrichten, publicado
en Tübingen en los años 1964-1971. En el número 2, año
1964, de este boletín, hemos encontrado una brevísima biografía
del Dr. Prowe. Además, el señor Harald Prowe nos ha permitido
amablemente consultar el archivo familiar administrado por él, y en el
cual se encuentran cartas privadas, documentos y fotos.
Hermann
Prowe nació en Danzig el 22 de enero de 1861.3 Estudió medicina, primero en Zürich, y después en Berlín
con el célebre profesor Rudolf Virchow. Carl Ludwig Schleich, otro médico
famoso, inventor de la anestesia local, fue su compañero de estudios
y lo menciona varias veces en sus memorias, llamándole "el amigo
Prowe, sin duda el más importante de todos nosotros, que murió
a temprana edad en Sudamérica" (Schleich, 1920: 211). En 1886 Hermann
Prowe se trasladó a Lima (Perú) donde aprobó el examen
de la Facultad Médica, y el mismo año se estableció como
médico en El Salvador. Llegó a ser un miembro conocido y respetado
de la sociedad salvadoreña. Tenía su consultorio médico,
era profesor de ginecología en la universidad, miembro de numerosas comisiones,
director del Hospital de Enfermedades Venéreas, colaborador de la Academia
de Ciencias, y había participado como cirujano militar en tres o cuatro
guerras. En el almuerzo que sus compañeros de La Unión ofrecieron a Darío el 18 de enero de 1890, el doctor Prowe estuvo presente
y tomó la palabra para felicitar al poeta de Azul... en su vigésimo
tercero cumpleaños (Sequeira, 1964: 292-293). Cinco meses más
tarde, como hemos visto, Prowe estaba presente en los momentos más dramáticos
del 22 de junio de 1890, día del golpe que perpetraron los generales
Melecio Marcial y Carlos Ezeta en contra del presidente Menéndez. "Menéndez
... murió en mis brazos, de un ataque de apoplejía", escribe
el mismo Prowe (Prowe, 1894: II, 16), y hemos visto el cuadro heroico que Darío
pintó de esta escena. Se sabe cómo Darío abandonó
El Salvador y partió inmediatamente a Guatemala. Prowe se quedó,
pero como era de esperar, incurrió en el odio del nuevo presidente, Carlos
Ezeta, quien mandó a su esbirro, el "general" Ruiz Pastor4,
para provocarlo y matarlo. El atentado se realizó el 15 de septiembre
de 1891. No tuvo éxito, pero el doctor Prowe comprendió que su
vida estaba en peligro, y, siguiendo los consejos de varios amigos salvadoreños,
entre ellos el doctor Juan J. Cañas, mentor de Darío, que había
aceptado el cargo de subsecretario de Asuntos Exteriores y de Justicia bajo
Ezeta, se trasladó primero a Santa Tecla y después salió
del Salvador y se dirigió a la ciudad de Alameda (California). En 1894
lo encontramos viviendo en Retalhuleu, bonita ciudad en el sudoeste de Guatemala,
donde redactó su folleto en dos volúmenes, Deutschlands Vertretung
in Central-Amerika, publicado el mismo año en Leipzig y en el cual
ataca al régimen criminal de los Ezeta ("el buen presidente
dice tenía un concepto de sus poderes, tan amplio que un Domitian
o un Behanzin se hubieran llenado de asombro y de envidia"), pero critica
también la ineficacia, burocracia, lentitud e indiferencia de la embajada
alemana (ubicada en Guatemala), totalmente incapaz, según él,
de proteger a los súbditos alemanes en Centroamérica. Este segundo
aspecto de su crítica llamó mucho la atención en Alemania,
y su caso fue presentado con simpatía en los periódicos Die
Zukunft, Münchener Allgemeine Zeitung, Hamburger Nachrichten, Alldeutsche
Blätter, Leipziger Tageblatt, Kreuz-Zeitung, y Vossische Zeitung,
y hasta provocó fuertes discusiones en el Reichstag, el parlamento del
imperio alemán (Stenographischer Bericht über die Verhandlungen
des Reichstages, 1895: 323-332).
Después del año 1894, las huellas del Dr. Prowe
se pierden por unos años. Parece, sin embargo, que siguió viviendo
en Guatemala, dedicándose a la lucha contra el tifus exantemático
(fiebre petequial). Su ensayo "Das Wissen der Quiché-Indianer in
mythischer Form" (publicado en 1906 en la revista alemana Globus),
indica que se interesaba por la etnia quiché, creadora del Popol Vuh,
cuya lengua fue estudiada por Brasseur de Beaubourg. Visitó Alemania
y Suiza en 1900 y en 1904, y en 1905 organizó en Guatemala una fiesta
para el equipo de un buque de guerra alemán, cuyo capitán Behncke
había sido compañero de estudios de su hermano Max. En 1906, visitó
San Salvador, donde llegaron a saludarle muchos de sus pacientes de antaño.
En agosto de 1908, Prowe se encuentra en la ciudad de México, y en sus
cartas expresa la idea de trasladarse, posiblemente, a esa capital que, con
todo y sus trescientos cincuenta mil habitantes, su considerable perímetro
y sus cinco teatros, tiene aún fisonomía de ciudad española
antigua (Nervo, 1955-1956: I, 512). ¿Será que Estrada Cabrera
lo obligó a exiliarse de Guatemala, igual como Carlos Ezeta lo había
forzado a abandonar El Salvador dieciocho años antes? Lo ignoramos. Lo
que sabemos es que desde México, Prowe se dedicó con todas sus
fuerzas a desenmascarar al dictador de Guatemala frente a la opinión
pública mundial. Hemos visto cómo esta lucha se reflejó
en las cartas que Darío, embajador de Nicaragua en España, mandara
al presidente Zelaya. Lucha heroica e inútil: ya se sabe que Estrada
Cabrera logró mantenerse en el poder hasta el año 1920, sobreviviendo
tanto a Prowe como a Darío; y se sabe también que en 1915, éste
último, ya sin recursos financieros y con la salud destrozada, tuvo que
aceptar, durante siete meses, la hospitalidad calculada y sádica del
tirano, e incluso celebrarlo en uno de sus últimos poemas: "Palas
Athenea" (Darío, 1952: 1225-1230).
Para volver al año 1908, el 12 de octubre de este año,
desde Madrid, Darío escribe a Herman Prowe, en Hamburgo, agradeciéndole
una carta del 2 de septiembre último y una tarjeta del 18 del mismo mes,
y pidiéndole noticias acerca de Rafael Castro, un hijo de Francisco de
Castro, ex ministro de Hacienda en Nicaragua, el cual se encuentra, "bastante
delicado de salud, en Hamburgo" (Ghiraldo, 1943: 468). Ignoramos si el
doctor Prowe recibió esta carta; según las Prowe-Nachrichten,
su última visita a Alemania (Berlín y Hamburgo) tuvo lugar en
la primavera del año 1909. El 1 de diciembre de 1908, desde Madrid, Darío
escribe a Eustorpio Calderón para agradecerle una tarjeta que este le
había enviado, "en unión del doctor Prowe", desde San
Francisco, California (seguramente se refiere a la tarjeta del 18 de septiembre)
(Darío, 2000: 290). A mediados de 1909, Prowe continuó su trabajo
médico; tenía ahora su consultorio en su casa propia, en Amapala
(Honduras). Respecto a la casa, escribe en una carta: "Ya estoy entre mis
propias cuatro paredes, que resultaron bastante mejor de lo que yo recordaba.
Naturalmente me levanté a las 5 de la mañana, me bañé
con agua deliciosamente fría, tuve un desayuno agradable, disfruté
del sol que se levantaba a dos pasos de mis seis ventanas, por encima del ancho
mar y de tres países diferentes, y estoy escribiendo con una brisa que
se siente casi fresca a pesar de los 24 grados que está haciendo"
(carta a su tía, 16 de julio de 1909). Sin embargo, en la misma carta
menciona problemas del corazón y una inflamación del ojo izquierdo
que no se curaba; en cartas anteriores había mencionado frecuentes ataques
de fiebre. En su casa nueva murió el 3 de octubre de 1910, a la edad
de cuarenta y nueve años con nueve meses. Su tumba se encuentra en la
isla de Amapala, y lleva la inscripción: "Al distinguido y querido
difunto dedican este recuerdo amigos agradecidos de Guatemala, El Salvador,
Honduras y Alemania."
Estos son los datos que hemos podido recoger y que se podrían
completar, seguramente, por medio de una revisión más profunda
de la prensa de la época, tanto la alemana como la centroamericana. ¿Cuál
es la importancia de esta pequeña investigación? Por un lado,
el caso del doctor Prowe nos hace ver lo mucho que queda por hacer en el campo
de la investigación dariana, tanto de la biografía de Rubén
Darío como del contexto histórico de sus escritos. Como en el
caso del doctor Prowe, hay otros personajes que tuvieron un papel no desdeñable
en la vida del máximo poeta nicaragüense, de los cuales no se sabe
nada o casi nada. Por el otro lado, la amistad de Darío con Prowe nos
permite matizar las relaciones del poeta con Alemania. Ya se sabe que la imagen
de Alemania en la obra y en el pensamiento de Rubén Darío no es
muy positiva (Reichardt, 1967; Schmigalle, 1995). Las tensiones políticas
de la época entre 1870 y 1914, que se extiende entre dos guerras franco-alemanas;
la identificación entusiasta de Darío con la cultura francesa;
finalmente su falta de conocimiento del idioma alemán que le obligaba
a leer a los autores alemanes en traducción francesa o española,
todos esos factores no permitieron que el gran nicaragüense llegara a profundizar
en la cultura del "país de los poetas y pensadores". En su
adolescencia, vivió el trauma del asunto Eisenstuck-Leal (Houwald, 1993:
171-176); en su juventud, viajó a Chile en un barco alemán con
cuyo capitán hizo amistad; en Chile frecuentaba cervecerías alemanas;
en la Argentina conoció las obras de Schopenhauer, de Wagner, de Nietzsche;
por medio de las Reminiscencias tudescas de su amigo Santiago Pérez
Triana, publicadas en 1902, se familiarizó con la vida estudiantil en
Leipzig. Con todo, siguió llamando a los alemanes "los bárbaros"
en poesía (Darío, 1952: 789) y en prosa (Darío, 1919/1920:
I, 62). En su madurez, cuando ya vive en París, mantiene la misma actitud:
la crónica "De la influencia del pensamiento alemán en la
América española", del Libro cuarto de La Caravana pasa,
es una prueba contundente de ello. Hay que recordar que en aquellos años
el imperio alemán, recién unificado, reaccionario y militarista,
se irguió de manera amenazante, bajo sus diversos Guillermos, frente
a una Francia que se esforzaba por convertirse en una república democrática
y progresista (y que era, con Suiza, la única república en Europa...).
Es cierto que Darío se identificaba con algunas estrellas en el cielo
del ideal alemán. Goethe, Heine, Wagner y Nietzsche son los que más
influencia han ejercido en su obra. Pero ellos no son Alemania. Los versos de
"Divagación": "¿O un amor alemán
que no han sentido / jamás los alemanes ?" (Darío,
1952: 602) lo demuestran: Darío separa estrictamente la Alemania ideal
de la realidad profana o vulgar del país, situándose en la línea
del pensamiento de Hölderlin: "Ich kann kein Volk mir denken, das
zerrißner wäre, wie die Deutschen" [no concibo ningún
pueblo que sea más desgarrado que los alemanes] (Hölderlin, 1992-1994:
II, 168). En 1904, Darío realiza un viaje a Alemania y visita Colonia,
Francfort del Meno, Hamburgo y Berlín: "Adiós, Colonia, que
aprendí a amar en Heine" (Darío, 1920: 214). Sin embargo,
si se mantiene en el plan del "peregrino de la poesía", no
busca el contacto con ningún poeta alemán: ni con Rainer Maria
Rilke, con quien pudo haber conversado sobre la vida en París, sobre
El Greco, Zuloaga y Rodin; ni con Stefan George, que había sido discípulo
de Verlaine y de Mallarmé y que había pensado en emigrar a México.
En realidad, el único amigo alemán que tuvo Darío, no fue
poeta. Fue un médico que había llegado a Centroamérica
para colaborar.
©Günther Schmigalle
Notas
Arriba
vuelve * Una primera versión
de este ensayo se publicó en: Anales de Literatura Hispanoamericana 30(2001), pp. 167-172.
vuelve 1. Ricardo Trigueros
era el esposo de Julia Contreras [y Cañas], hermana mayor de Rafaela
Contreras [y Cañas], la primera esposa de Rubén Darío.
Después de la muerte de Rafaela, Ricardo Trigueros había asumido
el papel de padre del hijo primogénito de Da-río (Torres, 1980:
217, 649), quien, en un tiempo, firmaba Rubén Darío Trigueros
(Darío y Basualdo, 1966: 26-28)..
vuelve 2. La pluma de Darío
no mató a Cabrera, pero Trigueros salió libre algunos días
después. Darío lo confirma en otra carta dirigida a Zelaya: "Hoy
recibo una [carta] del doctor Prowe, participándome que Ricardo Trigueros
ha sido puesto en libertad" (15 de septiembre de 1908, cit. en: Ghiraldo,
1943: 195).
vuelve 3. Su padre era el comerciante
y empresario Ferdinand Prowe (1825-1863); su madre Marie Bulcke (1837-1886).
Tenía un hermano: Max Ferdinand Prowe (1858-1936), que llegó a
ser almirante en la marina imperial alemana; y una hermana: Marie Louise Prowe
(1859-1943), que fue educadora en Moscú y en Río de Janeiro y
después pasó la mayor parte de su vida en Italia, donde fundó
en 1915 el semanario Bocca della Verità.
vuelve 4. Darío lo llama
"su jefe de más confianza, un español llamado Pastor Ruiz"
(Darío, 1950-1953: IV, 1079).
Obras citadas
- Darío, Rubén, 1919/1920: Rubén Darío en
Costa Rica (1891-1892). Cuentos y versos, artículos y crónicas.
2 tomos. Ed.: Teodoro Picado. San José de Costa Rica: García
Monge y Cía (Ediciones Sarmiento, Cuadernos 15 y 16; 17 y 18).
- Darío, Rubén, 1920: Tierras solares. Madrid: Mundo
Latino.
- Darío, Rubén, 1950-1953: Obras completas. Edición
de M. Sanmiguel Raimúndez. 5 tomos. Madrid: Afro-disio Aguado. I. Crítica
y ensayo. II. Semblanzas. III. Viajes y crónicas. IV. Cuentos y novelas.
V. Poesías.
- Darío, Rubén, 1952: Poesías completas. Madrid:
Aguilar.
- Darío, Rubén, 2000: Cartas desconocidas de Rubén
Darío (1882-1916). Compilación general: José Jirón
Te-rán. Cronología: Julio Valle-Castillo. Introducción,
selección, notas: Jorge Eduardo Arellano. Managua: Academia Nicaragüense
de la Lengua.
- Darío y Basualdo, Rubén (Darío III, Rubén),
1966: Las tres mujeres de Rubén Darío. Caracas: Grafarte.
- Ghiraldo, Alberto, 1943: El archivo de Rubén Darío.
Buenos Aires: Losada.
- Hölderlin, Friedrich, 1992-1994: Sämtliche Werke und Briefe.
3 tomos. Francfort del Meno: Deutscher Klassiker Verlag.
- Houwald, Goetz von, 1993: Los alemanes en Nicaragua. Managua: BANIC.
- Nervo, Amado, 1955-1956: Obras completas. Edición, estudio
y notas de Francisco González Guerrero y Alfonso Méndez Plancarte.
2 tomos. Madrid: Aguilar.
- Prowe, Hermann, 1894: Deutschlands Vertretung in Central-Amerika, geschildert
an den Schicksalen einer Beschwerde. 2 tomos. Leipzig.
- Reichardt, Dieter, 1967: "Rubén Darío y Alemania",
en: Papeles. Revista del Ateneo de Caracas, 4, pp. 173-182.
- Schleich, Carl Ludwig, 1920: Besonnte Vergangenheit. Lebenserinnerungen
1859-1919. Berlín: Vier Falken Verlag.
- Schmigalle, Günther, 1995: Das Deutschlandbild Rubén Daríos.
Karlsruhe: Badische Landesbibliothek.
- Sequeira, Diego Manuel, 1964: Rubén Darío criollo en El
Salvador. León (Nicaragua): Editorial "Hospicio".
- Stenographischer Bericht über die Verhandlungen des Reichstages,
1895. 9. Legislaturperiode, III. Session 1894-1895. Erster Anlageband,
Berlin.
- Torres, Edelberto, 1980: La dramática vida de Rubén Darío.
Ed. definitiva, corregida y ampliada. San José (Costa Rica): EDUCA
(Rueda del Tiempo).
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